El origen del papado comenzó humildemente en Roma, donde los primeros obispos gobernaron colectivamente la iglesia durante más de un siglo. Más tarde, la iglesia de Roma adoptó una estructura monárquica bajo un solo obispo, y el obispo de Roma comenzó a afirmar su autoridad sobre otras iglesias basada en su asociación con Pedro. A lo largo de los siglos, el poder político y el prestigio del papado en Roma crecieron, lo que lo convirtió en una figura central en la historia
El origen del papado comenzó humildemente en Roma, donde los primeros obispos gobernaron colectivamente la iglesia durante más de un siglo. Más tarde, la iglesia de Roma adoptó una estructura monárquica bajo un solo obispo, y el obispo de Roma comenzó a afirmar su autoridad sobre otras iglesias basada en su asociación con Pedro. A lo largo de los siglos, el poder político y el prestigio del papado en Roma crecieron, lo que lo convirtió en una figura central en la historia
El origen del papado comenzó humildemente en Roma, donde los primeros obispos gobernaron colectivamente la iglesia durante más de un siglo. Más tarde, la iglesia de Roma adoptó una estructura monárquica bajo un solo obispo, y el obispo de Roma comenzó a afirmar su autoridad sobre otras iglesias basada en su asociación con Pedro. A lo largo de los siglos, el poder político y el prestigio del papado en Roma crecieron, lo que lo convirtió en una figura central en la historia
El despliegue del Papado constituye algo asombroso:
nunca haba sucedido algo comparable, que una autoridad religiosa, sin medios econmicos o militares, se haya convertido en elemento clave (legal y cultural, espiritual y poltico) de la historia de Europa (y de occidente). Sus orgenes fueron humildes y oscuros: nadie puede sealar el momento en que surgi ni el da en que (bien entrado el siglo II) empez a regir en Roma un obispo "monrquico", que se sinti responsable de la iglesia (o conjunto de iglesias) de la capital y extendi su influjo en el imperio. Tampoco sabemos el momento en que (entre el siglo III y IV) se present como heredero de Pedro y consigui una autoridad casi jerrquico-imperial sobre gran parte de la cristiandad. Pero el papado surgi y rigi los destinos de Europa occidental desde el siglo VI al XV, conservando hasta ahora gran influjo, como vimos en los funerales de Juan Pablo II y como vemos en la preparacin del Cnclave. Por eso es bueno recordar su origen, partiendo de los Doce apstoles con Pedro y desde la antigua iglesia de Roma. 1. Los Doce apstoles y Pedro. Jess instituy Doce mensajeros para preparar la llegada del Reino de Dios en las doce tribus de Israel. Tras la muerte de Jess, ellos permanecieron en Jerusaln, esperando la conversin de los judos y la llegada del Reino; pero no lleg como esperaban, ni los judos en conjunto se convirtieron, de manera que perdieron su funcin. Pero mientras los Doce fracasaban, algunos cristianos nuevos, llamados helenistas, empezaron a extender el evangelio a los gentiles de cultura siria o griega; partiendo de ellos se extendi Iglesia a todo el mundo. Pues bien, Pablo, uno de esos helenistas universales, afirma que el fracaso de los Doce fue providencial (cf. Rom 9-11), pues permiti que la Iglesia rompiera el modelo cerrado del judasmo nacional. Ms an, Pedro, que haba sido compaero de Jess, el primero de los Doce, acept y ratific ese cambio, de manera que la tradicin ha podido presentarle como roca o fundamento de la iglesia universal (cf. Mt 16, 17-19). En esa lnea, los cristianos posteriores reinterpretaron
(invirtieron) la funcin de los Doce (ya
desaparecidos), hacindoles apstoles universales. Surgi as la hermossima "leyenda donde se aade que los Doce, con Pedro a la cabeza, consagraron para sucederles a los obispos. Ni los Doce fueron apstoles universales, ni los obispos sus sucesores estrictos; pero la historia no es como fue, sino como se cuenta. Pues bien, el cambio de Pedro no es leyenda, sino historia esencial. Tras mantenerse un tiempo en Jerusaln con los Doce, l se convirti y asumi la misin universal, al lado de Pablo (cf. Gal 2, 8). Dej Jerusaln y fue primero a Siria (Antioquia: cf. Hech 12, 17 y Gal 2, 11) y despus lleg a Roma donde vino tambin Pablo. Los dos esperaban el Reino de Dios para todos los pueblos, pero fueron acusados de causar disturbios y ejecutados. Roma era entonces signo de universalidad y tanto Pedro como Pablo eran universalistas. Entretanto, en Jerusaln haba quedado Santiago, hermano de Jess, defensor de un cristianismo judo, pero tambin l fue asesinado por un Sumo Sacerdote celoso, en torno al 62 d. C. 2. Roma, una iglesia sin obispo-papa. Los fundadores de su iglesia no fueron Pedro o Pablo, sino algunos judeo-cristianos helenistas que llegaron en poca temprana, ocasionando tumultos en tiemposde Claudio (el 49 d. C. Cf. Suetonio, Claudius 25; Dion Casio, Historia 60, 6, 6). Ms tarde, hacia el 60, llegaran Pablo y Pedro, que misionaron y fueron condenados a muerte (hacia el 64), dejando el recuerdo de su vida y obra. Por entonces la comunidad o comunidades tenan una administracin presbiteral, conforme al modelo de las sinagogas, donde un consejo de notables (ancianos) diriga la asamblea. Otras comunidades haban ido introduciendo el modelo monrquico, con un Obispo o supervisor, como presidente, sobre los presbteros. Pero Roma prefiri seguir la tradicin. Por eso, contra lo que suele decirse, ni Pedro fue el obispo de Roma, ni dej unos sucesores obispos. Durante ms de un siglo, la iglesia sigui dirigida por un grupo de ancianos, entre los que han podido sobresalir Lino, Clemente o Evaristo (a quienes despus llamarn papas). Slo en la segunda mitad siglo II, de manera genral general,
las iglesias asumieron una estructura monrquica,
que dura hasta hoy. Con ese cambio, ellas marcaron su distancia respecto al judasmo rabnico, que mantuvo un gobierno colegiado. Pero los judos rabnicos se aislaron, formando un grupo nacional, mientras los cristianos episcopales pudieron abrir su evangelio a todos los estratos de la sociedad. Dado ese paso, los obispos de Roma pudieron presentarse como interlocutores ante la sociedad civil y apelar a Pedro como a fundador y primer obispo. 3. Roma, una iglesia con obispo. Junto a otros factores (recuerdo del sumo sacerdocio israelita, filosofa jerrquica helenista, genio poltico romano) en el surgimiento y despliegue de los obispos influy la exigencia de mantener la visibilidad y el carcter social de la iglesia, frente al riesgo gnstico, de disolucin intimista. Por lgica interior, el cristianismo debera haberse convertido en un conjunto de agrupaciones espiritualistas, como tantas otras, que desaparecieron pronto. Pues bien, en contra de eso, las iglesias se unificaron y fortalecieron en torno a sus obispos, trazando, para justificar ese cambio, unas genealogas o listas de "obispos" que se habran mantenido fieles desde los apstoles, especialmente en Roma, que empez a ser para muchos el punto de referencia de la identidad cristiana. Entre los partidarios del cambio est Hegesipo, un oriental que vino a Roma para buscar su lista seguida de obispos (Cf. Eusebio de Cesarea: Historia Eclesistica, II, 23, 4-8 etc). Hacia el ao 180, Ireneo de Lyon ofrece tambin una lista de "obispos de Roma" como garantes de la tradicin cristiana, pues en ella se ha conservado siempre, para todos los hombres, la tradicin de los apstoles (Adversus haereses, III, 3, 2). De esa forma proyectaron hacia el principio la estructura y las instituciones posteriores de la iglesia, defendiendo su carcter social y jerrquico. Esta "invencin" de los obispos fue providencial para la iglesia posterior. Pero entre el comienzo de las comunidades (hacia el ao 40-60) hasta el establecimiento del episcopado estable (hacia el 160/180) quedan ms de cien aos de iglesia esencial, a los que tienen que volver los cristianos, para conocer su identidad. La iglesia episcopal y
jerrquica pudo pactar despus con el imperio
romano, de manera que el obispo de Roma ser, en clave cristiana, lo ms parecido al emperador como sabe el Crongrafo romano (siglo IV) y ratifica ms tarde la donacin apcrifa pero cannicamente esencial de Constantino. Ese proceso de "concentracin" administrativa resulta lgico y se ha dado en muchos movimientos polticos y sociales,que pasan de un rgimen colegiado y carismtico a la concentracin de poder que posibilita la pervivencia del grupo. 4. El Papa, obispo de Roma. En el proceso anterior ha tenido una importancia esencial el obispo de Roma (llamado Papa, padrecito), porque dirige la iglesia de capital del imperio y porque apela al recuerdo de Pedro (interpretando jerrquicamente las palabras de Mt 16,17-19). A lo largo de todo el primer milenio (como manda Hiplito, Tradicin Apostlica), la iglesia de Roma elega a su Papa-obispo con la participacin de todo el pueblo, lo mismo que las otras. Roma empez siendo una iglesia hermana, pero despus creci su poder, por prestigio y por poltico. No se puede olvidar el prestigio: entre el siglo II y el siglo IV, la iglesia romana vivi una experiencia fascinante de identificacin interior y organizacin social que le permiti superar "herejas" (de Marcin o Valentn) y mantenerse firme ante el imperio. Su obispo fue tomando cada vez ms autoridad, de manera que los cristianos de diversas partes (especialmente los de lengua latina) acudan a Roma, pidiendo consejo y buscando solucin para sus problemas. Ms tarde, entre el siglo VI y el IX, la iglesia romana dirigi el proceso de cristianizacin de occidente, viniendo a presentarse como gran poder moral de Europa. Ha sido un poder positivo y discutido (ruptura con los ortodoxos, lucha por las investiduras y cruzadas, Reforma protestante y guerras de religin...), pero ha configurado nuestra historia. Somos lo que somos porque el papado ha existido y ha trasmitido junto al cristianismo los valores de la cultura helenista y romana. Pero nos parece que su tiempo tradicional ha terminado. Ahora, pasados 1600 aos, tras una historia gloriosa y tensa, debe replantear su origen y
sentido cristiano, desde los principios del Evangelio.
En este contexto se sita el entierro de Juan Pablo II (con l parece despedirse y acabar un tipo de papado) y el prximo cnclave. Es muy posible que la iglesia catlica quiera mantener y mantenga la figura del Papa, pero tendr que introducir en ella unos cambios radicales, por fidelidad a s misma y al mensaje de Jess. Este ser uno de los ltimos cnclaves al estilo del segundo milenio. Es muy posible que dentro de poco los papas vuelvan a ser ante todo, como en el primer milenio, obispos de Roma, elegidos por sus comunidades, realizando una funcin de comunin, no de direccin centralizada, sobre el resto de las iglesias. Tendrn que volver a ganar su autoridad, si quieren seguir existiendo. Pero con eso empezar una historia distinta. Xabier Pikaza, telogo