Fuente: Heráclito Mabragaña, Los mensajes. Historia del desenvolvimiento de la nación argentina redactada cronológicamente por sus gobernantes. Tomo I, 1810-1910, Buenos Aires, Talleres Gráficos de la Compañía General de Fósforos, 1910.
Fuente: Heráclito Mabragaña, Los mensajes. Historia del desenvolvimiento de la nación argentina redactada cronológicamente por sus gobernantes. Tomo I, 1810-1910, Buenos Aires, Talleres Gráficos de la Compañía General de Fósforos, 1910.
Fuente: Heráclito Mabragaña, Los mensajes. Historia del desenvolvimiento de la nación argentina redactada cronológicamente por sus gobernantes. Tomo I, 1810-1910, Buenos Aires, Talleres Gráficos de la Compañía General de Fósforos, 1910.
Manifiesto del Congreso de las Provincias Unidas de Sud Amrica, excitando
los pueblos a la unin y al orden El 9 de julio de 1816, el Congreso que se haba reunido en Tucumn en marzo de aquel ao dio un paso trascendental y declar la independencia del rey Fernando VII, sus sucesores y metrpoli. Tras seis aos de avances y retrocesos, de mucha lucha y sangre derramada, de fuertes debates entre decididos e indecisos y muchos cambios en el panorama internacional, se haba declarado la independencia.Se haba abandonado el ridculo, como deca San Martn, de tener bandera, moneda, himno y guerrear contra Espaa, pero seguir, de hecho, reconocindose dependientes.
Aquel histrico Congreso no fue, sin embargo, la culminacin pacfica de un
proceso de unin y concordia entre los pueblos all representados. Era ms bien, como sostena Mitre en su Historia de Belgrano y de la Independencia argentina, la ltima esperanza de la revolucin. As describa Mitre el cuerpo fundante de nuestra independencia: Heroico y paradjico Congreso de Tucumn, producto del cansancio de los pueblos; elegido en medio de la indiferencia pblica; federal por su composicin y tendencias y unitario por la fuerza de las cosas; revolucionario por su origen y reaccionario en sus ideas; dominando moralmente una situacin, sin ser obedecido por los pueblos que representaba; creando y ejerciendo directamente el poder ejecutivo, sin haber dictado una sola ley positiva en el curso de su existencia; proclamando la monarqua cuando fundaba la repblica; trabajando interiormente por las divisiones locales, siendo el nico vnculo de la unidad nacional; combatido por la anarqua, marchando al acaso, cediendo a veces a las exigencias descentralizadoras de las provincias, y constituyendo instintivamente un poderoso centralismo, este clebre Congreso salv sin embargo la revolucin, y tuvo la gloria de poner el sello a la independencia de la patria.
No haba dudas, retornado al trono Fernando VII, la declaracin de
independencia significaba un punto de no retorno para aquellos patriotas que haca tiempo se haban mostrado dispuestos a vencer o morir y que no ignoraban que contaban con una muerte segura si volvan a caer bajo el yugo espaol.
Pero los representantes de aquel congreso deban enfrentar una amenaza
todava mayor: la desunin, la discordia, la anarqua y las rivalidades, que
desde haca seis aos se diriman a golpes de mando, encarcelamientos,
exilios y campaas militares.
De hecho, vastas regiones del ex virreinato no estaban representadas en el
Congreso: Santa Fe, Entre Ros, Corrientes y la Banda Oriental decidieron no enviar representantes. Tampoco asistiran diputados de Paraguay y del Alto Per, con excepcin de Chichas o Potos, Charcas (Chuquisaca o La Plata) y Mizque o Cochabamba.
Tan significativo resultaba el estado de disolucin que el extenso manifiesto
que enviaron los congresales el 1 de agosto de 1816 del que aqu reproducimos algunos fragmentos- se refera casi exclusivamente al peligro de la desunin y la anarqua: El estado revolucionario no puede ser el estado permanente de la sociedad: un estado semejante declinara luego en divisin y anarqua, y terminara en disolucin. () La desunin rompe los vnculos de correspondencia social, los de sangre y familia, las relaciones de comn inters, las afecciones de amistad. () coraje y espritu para sobreponeros a la humillacin presente: triunfad de vosotros mismos y de vuestras rivalidades, y contad seguros con las victorias. Legiones valientes, que malgastis vuestro espritu sirviendo a la anarqua que nos destruye, dad un empleo ms digno al furor que os anima, y llevad vuestras iras donde los agravios del enemigo comn empean nuestra venganza.
Fuente: Herclito Mabragaa, Los mensajes. Historia del desenvolvimiento de
la nacin argentina redactada cronolgicamente por sus gobernantes. Tomo I, 1810-1910, Buenos Aires, Talleres Grficos de la Compaa General de Fsforos, 1910.