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TESALONICENSES 4,13-14.17
SALMO RESPONSORIAL 129
R. SEOR, ESCUCHA MI ORACIN
MATEO 25,1-13
No nos rene aqu la muerte sino la vida: La vida del amigo Miguel, que hoy
llega a su fin terreno (que hoy cumple una etapa). La vida de Jesucristo,
que contina vivo y presente. La vida eterna que todos esperamos.
Por ello, la actitud cristiana ante la muerte, hay, no puede ser de
desesperacin, de pnico o de miedo. No somos unos ilusos cuando,
reunidos en esta circunstancia, ciertamente triste a nivel humano, nos
invaden sentimientos de esperanza, de certeza y casi de alegra.
Es por ello que esta liturgia es una celebracin. La celebracin de una
despedida, sin duda, donde se mezclan al mismo tiempo los sentimientos de
tristeza y alegra. Como en toda despedida.
Los hombres de hoy no sabemos qu hacer con la muerte. A veces, lo nico
que se nos ocurre es ignorarla y no hablar de ella. Olvidar cuanto antes ese
triste suceso, cumplir los trmites religiosos o civiles necesarios y volver de
nuevo a nuestra vida cotidiana.
Y como les deca no sabemos ni la hora ni el inicio, san pablo en su carta nos
dice que no estemos triste como los que no tienen esperanza, y qu es no
tener esperanza? Es pensar que todo ha terminado que despus de la
muerte no hay nada y no es as san Pablo nos reafirma que si creemos que
Jess muri y resucit, pues lo mismo suceder con nosotros, y nuestra
mejor prueba es Jess sino vana sera nuestra Fe, y debemos tambin de
pensar algo que muchas veces nos olvidamos como lo dir un cantante
Nadie es eterno en el mundo, Todo lo acaban los aos, dime que te llevas
tu, io meditaba y deca es cierto, pero tambin es cierto, si!, vamos ha
resucitar con Jess el nos lo prometi y san Pablo nos lo recuerda eso.
En el evangelio mateo con est parbola nos ensea que esta es la realidad,
esta es la condicin humana : llega un da en que la vida termina y los
hombres nos hallamos ante la hora de la verdad.
El se ha presentado ante Dios, ante el Padre, llevando en sus manos,
como las doncellas del evangelio, la lmpara encendida de su buena
voluntad, la lmpara encendida del bien que se haya esforzado en