El documento critica la celebración del 30 aniversario del retorno de la democracia en el país, argumentando que lejos de traer cambios positivos, profundizó el objetivo de la tiranía de hacer que el pueblo pierda su identidad cultural e histórica y se convierta en tributario. También señala varias incongruencias entre los principios de la democracia moderna como la libertad y los derechos humanos, y las filosofías y concepciones en las que se basa la modernidad como el determinismo y el naturalismo.
El documento critica la celebración del 30 aniversario del retorno de la democracia en el país, argumentando que lejos de traer cambios positivos, profundizó el objetivo de la tiranía de hacer que el pueblo pierda su identidad cultural e histórica y se convierta en tributario. También señala varias incongruencias entre los principios de la democracia moderna como la libertad y los derechos humanos, y las filosofías y concepciones en las que se basa la modernidad como el determinismo y el naturalismo.
El documento critica la celebración del 30 aniversario del retorno de la democracia en el país, argumentando que lejos de traer cambios positivos, profundizó el objetivo de la tiranía de hacer que el pueblo pierda su identidad cultural e histórica y se convierta en tributario. También señala varias incongruencias entre los principios de la democracia moderna como la libertad y los derechos humanos, y las filosofías y concepciones en las que se basa la modernidad como el determinismo y el naturalismo.
Si el Seor de los destinos de las naciones no tiene a bien detenerlo a tiempo,
este ao se celebrar el luctuoso trigsimo aniversario del clamoreado retorno de la democracia en nuestro pas. Ser, claro, como celebrar un enfermo su galopante agravamiento; ser un gritar de jbilo entre las llamas, en la inminencia del postrer torrente gneo y vengador. Omitido el dato escenogrfico, el vestuario y an el papel provisional e intercambiable que adoptan los actores de esta ficcin de psimo gusto, y atendiendo a la fisonoma ms crudamente veraz de la nacin en esta hora de su sepultura, habr que admitir que tal advenimiento, lejos de imprimir un cambio de rumbo o de proyecto, no hizo sino profundizar el doble designio que la tirana orbital formul para con nosotros, como para con muchos otros pueblos, hace ya bastante ms de treinta aos, con gerentes de jure o de facto: la prdida amnsica de la identidad cultural e histrica y, con ella, la entonces ms expedita cristalizacin de un destino puramente tributario. Porque es tonto arrogarse una supuesta rebelda al imperialismo de las finanzas omitiendo el diagnstico de aquella premisa tctica de Plutn, consistente en borrar toda pertenencia histrico-cultural en los pueblos sometidos. Una obra de ingeniera comparable, si sta pudiese realizarse, al desvo o entubamiento del Plata y sus afluentes para hacerlos verter en el Hudson. Esta de la democracia, se sabe de sobra, no es monserga que se reduzca a la consagracin de una mera forma de gobierno. Todos advertimos que, por un juego de transiciones imperceptibles, en la rbita de su discurso resultan pronto incluidos los derechos humanos, las libertades cvicas, el pluralismo, el respeto de las minoras, y tantos otros demonios menores cuyos solos nombres, como en el Panten helnico, pueden ser invocados alternativamente en las diversas coyunturas de la vida civil. Al forastero le pica, con todo rigor ste consonante al ejercicio de la cosa pblica, el comprobar algunas notorias incongruencias en la mitologa al uso, por lo que es admisible que ose inquirir. Primero: llama la atencin la recurrencia a un concepto como el de libertad, negado de consuno por los mltiples determinismos que estn en la base de la filosofa moderna y del pensamiento poltico que resulta de sta. Siendo la libertad una propiedad del espritu que introduce la contingencia en el entramado de leyes de natura, cmo logra albergarla en su sistema el frreo mecanicismo que pone el bien slo en lo deleitable, y hace al hombre invariablemente orientado a su satisfaccin personal? Cmo la subsume en sus negocios el naturalismo, al que repugna esa indeterminacin la libertad que rompe las costuras de la pura inmanencia? La tesis del progreso indefinido, para el que todo concurre inexorablemente a un fin en el que no cuenta la voluntad de las personas, cmo la admite sin sonrojarse? (Y no se acuda al cmodo efugio de que la democracia trata de las libertades pblicas y no de la libertad personal, como si entre ambas hubiese no ms que una vaga analoga, y aqullas no dimanasen ms bien de sta.
Las libertades pblicas, histricamente, han supuesto un dinamismo
ascendente, esto es: emergieron de las costumbres previamente depuradas de los particulares, de las familias, de las asociaciones primeras, para extenderse finalmente y por asimilacin a ese conjunto de garantas que el poder pblico le reconoce como a cosa propia e inviolable a cada ente social. As ocurri en la Edad Media. All donde las costumbres decaen sufre mella el albedro, y la letra de la ley que concede un vasto elenco de libertades se torna vana e insultante si la poblacin es coaccionada por sus propios vicios, por la propagada malsana y las amenazas a raudales. Las libertades civiles, menos declamadas que vigentes, devienen del influjo que en la vida social ejerce el ejemplo de quienes gozan de la libertad de espritu por la adhesin voluntaria y perseverante al bien. Segundo, y ya que puestos a destapar inconsecuencias: cmo cabe la promocin rimbombante de los derechos humanos en el marco de concepciones que niegan la existencia de una condicin o naturaleza humana o que postulan, al menos, su incognoscibilidad? Tercero, y sin el menor nimo de agotar la ringlera de dificultades: por qu el hombre, animal de intereses y manopla de apresar lo real, se ver limitado en su actuacin por los intereses ajenos? Triste apora del subjetivismo sta de la existencia de la conciencia ajena, muy expresiva de la vergonzosa debilidad de sus postulados: por qu no reducir al noyo, incluidos los sujetos, a la esfera cartesiana de las res extensae? En un mundo de vertiginosos cambios, la justicia, vuelta mera institucin humana, producto e intrprete del consenso de poca, sin inherencia alguna en las cosas y en sus relaciones, no se volver tirnica y, por lo mismo, injusta, negndose a s misma, al obligar a los ancianos, remanentes de otra poca y otros consensos? Como vemos, el conflicto no se da entre lo que se profesa y lo que se vive, cosa ay! demasiado frecuente para la debilidad de los hombres, sino, y lo que es peor, entre lo que se dice y lo que se piensa, e incluso entre lo que se piensa y lo que se piensa, en un inacabable desmentirse el pensamiento a s mismo, esto es, en una trgica autodemolicin mental. Ocurre que la modernidad tarda vive de reliquias de conceptos de los que pretende aprovechar sus virtualidades sin rendirse a sus principios, con lo que los falsifica sin ms, cuando no acaba usndolos para mentar a sus contrarios. As como ocurre con las tormentas, que cuanto ms se demoran en venir suelen hacerlo con mayor violencia, as la mitologa inaugurada por la Ilustracin que debi resignarse a morir con las dos guerras mundiales, en las que hall su Nmesis y su ordala se obstin en prolongar sus das para que su fin, an hoy pendiente, se produzca con el mayor estruendo y dao. En el perodo de entreguerras, a propsito del desprestigio de las instituciones establecidas y del ascenso del fascismo, Ortega describa a la edad que entonces pareca cerrarse como dotada de la ms extrema hiperestesia jurdica; un tiempo de fervor, casi de misticismo legalista; la etapa humana que ha vivido ms intensamente del constitucionalismo, es decir, del legitimismo. Descontado que legalismo no se asimila a legitimismo, y que contra ste fue aqul el que prevaleci para mayor (y aparente) decoro del Leviatn, lo cierto es que sorprende cmo el contubernio de Yalta merced al hecho consumado de la
victoria, merced a las bombas atmicas, y pese al ntimo escepticismo que
engendraba la ya decrpita ideologa iluminista en sus mismos promotores sac a cabalgar, a guisa de otro Cid, el cadver enhiesto de la democracia para susto y castigo de sus detractores. Estrategia de timadores, desde entonces hemos entrado en otra fase del democratismo, y sta es la que extena el alcance y el alarde de los derechos, incluso los no lealmente conquistados, incluso los contrarios a razn, con el fin de rendir toda resistencia que el orden y el buen senso puedan oponerle a la anarqua a que se nos induce. Y se ha logrado imponerle vertiginoso ritmo a la putrefaccin. El zon politikn devenido bestia incivil, y el demos mutado en piara: tal la consecuencia deliberadamente perseguida por el programa libertario-igualitario en saudo vigor. En los estertores del pasado ao de 2012 se atrajo la atencin de las masas a la melodramtica puja entre el gobierno y sus antao compinches de Clarn. Hubo un slogan de neto regusto jacobino que se amas como a proyectil de barro y se lanz, en esa escogida sazn, al rostro del presunto antagonista. Deca: con la democracia no se jode. Entindase el joder a la argentina o segn ms castiza acepcin, ora como bromear, otrora como fornicar, lo cierto es que el publicista entonces contratado demostr no desconocer las bondades de la irona. Porque si con algo se ha bromeado es con las promesas de la democracia, y pocas consignas sufrieron, por lo inverecundas y fcilmente sobornables, mayor deshonra. Testigos las costumbres, degradadas como en tobogn: con la democracia se jode y se ha jodido hasta el hartazgo, al punto de que no se ha encontrado guasn ms consecuente ni buscona ms descarada y solcita que ella. Flavio Infante