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CAPÍTULO 2

EL LIBRO DE LOS JUECES (1)


TÍTULO, AUTOR, CONTENIDO, PROTAGONISTAS

Historia de la investigación (en orden cronológico): R. Bartelmus, «Forschung am


Richterbuch seit Martin Noth»: ThRu 56 (1991) 221-259; M. A. O’Brien, «Judges and the
Deuteronomistic History», in The History of Israel's Tradition: The Heritage of Martin Noth
(ed. Steven L. McKenzie y M. Patrick Graham). JSOTSS 182 (Sheffield 1994) 235-59; T.
Veijola,«Deuteronomismusforschung zwischen Tradition und Innovation»: ThRu 67 (2002)
273-327.391-424; 68 (2003) 1-44; C. Lanoir, Femmes fatales, filles rebelles. Figures féminines
dans le livre des Juges. Labor et Fides (Ginebra 2005)13-57.

Introducción: A. D. H. Mayes, Judges. Old Testament Guides. Sheffield 1985.

Comentarios: D. I. Block, Judges, Ruth (Nashville 1999); R. G. Boling, Judges. Introduction,


Translation and Commentary. AB (Garden City 1975); C. F. Burney, The Book of Judges with
Introduction and Notes (London 1918, 21920); W. Gross, Richter. Herders Theologischer
Kommentar zum AT (2009); D. M. Gunn, Judges (Malden 2005); G. F. Moore, A Critical and
Exegetical Commentary on Judges. ICC (Edimburgh 1895, 21908); J. A. Soggin, Judges. A
Commentary. OTL (Londres 1981) [trad. francesa: Le livre des Juges. CAT Vb (Ginebra
1987)].

Estudios: B. Halpern, The First Historians. The Hebrew Bible and History (Pennsylvania
1996), dedica cuatro capítulos al libro de los Jueces; L. R. Klein, The Triumph of Irony in the
Book of Judges, JSOTSupp Ser 68, Sheffield 1988; G. Mobley, The Empty Men. The Heroic
Tradition of Ancient Israel. Doubleday. New York 2005.

Historia de la redacción: U. Becker, Richterzeit und Königtum. Redaktionsgeschichtliche


Studien zum Richter-buch. BZAW 192 (Berlín 1990); W. Richter, Traditionsgeschichtliche
Untersuchungen zum Richterbuch. BBB 18 (Bonn 1963, 21966); Id., Die Bearbeitung des
“Retterbuches” in der deuteronomistischen Epoche. BBB 21 (Bonn 1964)

Lectura literaria: G. Andersson, The Book and Its Narratives: A Critical Examination of
Some Synchronic Studies of the Book of Judges (Örebro 2000); R. M. Polzin, Moses and the
Deuteronomist: A Literary Study of the Deuteronomic History. Part I: Deuteronomy, Joshua,
Judges. Nueva York 1980; B. G. Webb, The Book of Judges. An Integrated Reading, JSOT
Supp Ser 46, Sheffield 1987.

Lectura retórica: Robert H. O’Connell, The Rhetoric of the Book of Judges. SVT LXIII
(Leiden 1996); Yairah Amit, The Book of Judges. The Art of Editing. Biblical Interpretation
Series 38. Leiden 1999; Gregory T. K. Wong, Compositional Strategy in the Book of Judges.
An Inductive, Rhetorical Study. SVT 111 (Leiden – Boston 2006).

Lectura feminista: S. Ackerman, Warrior, Dancer, Seductress, Queen: Women in Judges and
Biblical Israel (Nueva York 1998); M. Bal, Death and Dissymmetry. The Politics of
Coherence in the Book of Judges. Univ. of Chicago Press (Chicago 1988); A. Brenner, Judges.
A Feminist Companion to the Bible, Second Series. (Sheffield 1999); C. Lanoir, Femmes
fatales, filles rebelles. Figures féminines dans le livre des Juges. Labor et Fides (Ginebra 2005).
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1. TITULO DEL LIBRO

En líneas generales, en hebreo, los libros bíblicos toman su nombre de la primera o una
de las primeras palabras (bereshit para el Génesis; shemot para Éxodo; bammidbar para
Números), de su principal o principales protagonistas (Josué, Reyes, Job) o del autor al
que se le atribuye (Isaías, etc.). Esto no soluciona todos los problemas; por ejemplo, los
libros de Samuel no lo tienen como principal protagonista (muere en 1 Sm) ni fueron
escritos por él. En cualquier caso, parece que el libro de los Jueces, como el de Josué,
toma su nombre de los principales protagonistas. Así se lo designa en hebreo ( ~yjpv),
griego (kritai) y latín (Iudices).

2. AUTOR

El Talmud (Baba Bathra 14b) lo atribuye a Samuel, quien “escribió su propio libro,
Jueces y Rut”. Lo mismo dicen Filón, De confusione linguarum 26,1, y Orígenes. Esta
teoría carece de fundamento y fue criticada a partir de la Edad Media.

3. CONTENIDO Y DIVISIÓN

I. Primera introducción (1,1-2,5)

La primera introducción se centra en la actividad de las tribus después de la


muerte de Josué. Tras consultar al Señor (1-2) se indica lo que hicieron Judá-Simeón (3-
20), Benjamín (21) y la Casa de José (22-35). El relato, muy optimista en el caso de
Judá, se ennegrece a partir del 19b y termina convirtiéndose en una fría enumeración de
tribus y de localidades no conquistadas (19b.21.27-35). El porqué de este fracaso se
intenta explicar en 2,1-5.

II. Segunda introducción (2,6-3,6)

En 2,6 nos encontramos con la sorpresa de que Josué sigue vivo y despide a las
tribus. De hecho, en 2,6-10 repite en gran parte lo dicho en Jos 24,28-31, pero plantea el
problema de una generación nueva que no conoce al Señor ni lo que ha hecho por Israel.
En 2,11-18 encontramos aquí un esquema muy importante para el resto del libro:
pecado (11-13), castigo (14-15), salvación (16.18) [obstinación de Israel: 17].
2,19-3,6 carece de unidad.

III. Historias de “jueces” (3,7-16,31)

1. Otniel (3,7-11)
2. Ehud (3,12-30)
3. Sangar (3,31)
4. Débora (4-5)
5. Gedeón (6-8)
Abimélec (9)
6. Tolá (10,1-2)
7. Jair (10,3-5)
8. Jefté (10,6-12,7)
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9. Ibsán (12,8-10)
10. Elón (12,11-12)
11. Abdón (12,13-15)
12. Sansón (13-16)

Es la sección más desarrollada. Enmarcando las tradiciones de Jefté (10,1-5 y


12,8-15) encontramos las listas de unos personajes conocidos como “jueces menores”1.

IV. Apéndices

1. Origen del santuario de Dan (17-18)


2. El crimen de Guibeá y la guerra contra los benjaminitas (19-21)

Después de Sansón el protagonismo vuelve a las tribus. Los cinco últimos


capítulos constituyen dos apéndices. En el primero (cc.17-18) se cuenta cómo el objeto
de culto fabricado por Micá termina ocupando un puesto de prestigio en el santuario de
la tribu de Dan. En el segundo (cc.19-21), el asesinato de la mujer de un levita llevará a
la guerra de todas las tribus contra la de Benjamín.
Una serie de características comunes relacionan estos dos apéndices. Parten de
episodios secundarios y anecdóticos (el objeto fabricado por Micá, la pelea entre un
levita y su mujer) para terminar hablando de lo ocurrido a una tribu (Dan) o a todas las
tribus (guerra entre Benjamín y las restantes). Ambos tienen en común la importancia de
Belén de Judá (17,7; 19,1ss), la serranía de Efraín, y el protagonismo de los levitas
(17,7ss; 19,1ss). Ambos están enmarcados en la idea de que “por entonces no había rey
en Israel” (17,6; 18,1; 19,1; 21,25) y “cada cual hacía lo que le parecía bien” (17,6;
21,25).

A propósito del contenido y estructura advertimos dos datos curiosos:


1) Las dos introducciones. La primera, con un enfoque aparentemente más
histórico (a veces se la ha considerado la tradición más antigua sobre la conquista, cosa
muy discutible), la segunda con un enfoque predominantemente teológico.
2) El cambio de protagonistas. Prescindiendo de Dios, en la primera
introducción y en los apéndices los protagonistas son las tribus (especialmente de Judá);
en la segunda introducción, los israelitas y los jueces; en el cuerpo central, los jueces.

4. LOS PROTAGONISTAS

Al tratar este tema, y dejándose llevar por el título, es frecuente centrarse


exclusivamente en las figuras de los Jueces, que ocupan gran parte del relato. Sin
embargo, el libro empieza con estas palabras: “Después de la muerte de Josué, los
israelitas consultaron al Señor: ¿Quién será el primero de nosotros en subir contra los
cananeos?” (1,1). En estas palabras tenemos tres grandes protagonistas del libro: los
israelitas, Yahvé y los enemigos. Completando este dato inicial con otros del libro, antes
de entrar en detalles sobre los protagonistas, diremos algo sobre las relaciones entre
1 Webb incluye a Sangar en la serie de jueces menores y piensa que el libro presenta primero a uno,
(Sangar: 3,31), luego a dos (Tolá, Jair: 10,1-5), finalmente a tres (Ibsán, Elón, Abdón: 12,8-15). Sin
embargo, no parece adecuado incluir a Sangar en esta lista, que él realiza una hazaña militar, cosa que no
se cuenta de los otros.
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ellos.
El autor final los concibe agrupados en dos grandes bloques: Israel y su dios
(Yahvé) – los enemigos y sus dioses.

Israel Yahvé Cananeos Otros dioses

En la mentalidad del autor, las relaciones deberían ser de oposición radical, que
llevase a la supresión de los enemigos y sus dioses, quedando solos:

Israel Yahvé

Lo que ocurre es muy distinto: Israel convive con los cananeos:

Israel – Cananeos

Como consecuencia, abandona a Yahvé y se une a otros dioses; Yahvé se


convierte en “enemigo” y utiliza a otros pueblos para castigar a Israel.

Israel Otros dioses Yahvé Otros pueblos

Entonces, el pueblo se convierte a Yahvé y éste suscita jueces para salvarlo.

Israel Yahvé Jueces Otros pueblos

4.1. Israel 2
(al menos 56x se menciona a los laer'f.yI ynEåB.; 26x
lae(r'f.yI)

Composición del pueblo

El segundo apéndice afirma que Israel ocupa el territorio desde Dan hasta
Berseba y la región de Galaad (20,1) y parece sugerir que está formado por doce tribus,
ya que el levita divide el cadáver de su mujer en doce trozos para que todo Israel
conozca la infamia cometida (19,29). Pero esta primera impresión puede ser
equivocada. De hecho, en 21,8 se usa un concepto muy amplio de tribu: se da por
supuesto que Yabés de Galaad es una de ellas.
Otros textos del libro dan por supuesto un sistema de trece tribus (desdoblando
uno de los doce hijos de Jacob, José, en sus dos descendientes: Efraín y Manasés).
En el c.1 sólo se mencionan 9: Judá, Simón, Benjamín, Efraín y Manasés (=
Casa de José), Zabulón, Aser, Neftalí y Dan. Se da por sabido que la tribu de Leví no
conquista nada, y que las tribus de Rubén, Gad (y mitad de Manasés) ya han recibido su
territorio al otro lado del Jordán. Esto demuestra que el capítulo 1 está concebido como
continuación de lo anterior (Josué), no como un comienzo absoluto. Sólo extraña la
ausencia de Isacar (que será mencionada en el Canto de Débora)3.
2 Ofrezco una sencilla visión de los datos del libro. Quien desee profundizar en tipo de sociedad,
estructura social, etc., puede consultar A. D. H. Mayes, Judges. OT Guides (Sheffield 1985), cap. 2 y 3.
Sobre las tribus cf P. Kaswalder, «Le tribù in Gdc 1,1-2,5 e in Gdc 4-5»: FrancLA 43 (1993) 89-113.
3 Algunos lo atribuyen a olvido del redactor. Según Na’aman, no se menciona a Isacar porque todas las
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El Canto de Débora (c.5) habla claramente de Israel (vv. 5.7.8.9), pero sólo
menciona a diez tribus: Efraín, Benjamín, Maquir, Zabulón, Isacar, Rubén, Galaad,
Dan, Aser, Neftalí. Podemos suponer que Maquir equivale a Manasés4, y Galaad a Gad.
Faltan entonces las tribus del Sur (Judá y Simeón) y la de Leví. Se supondría un sistema
de trece tribus, aunque este tema no parece esencial en el Canto.

Relación entre las tribus

En el libro aparecen en una dialéctica de unión e independencia. Al principio


aparecen todas unidas consultando al Señor (1,1). Luego actúan de forma independiente,
sin un líder común, a diferencia de lo que ocurría en el libro de Josué.
A comienzos del c.2 volvemos a encontrar al pueblo como totalidad, escuchando
el reproche del ángel del Señor. Y esta misma idea se mantendrá a lo largo de todo el
libro, en las secciones introductorias a cada juez, dando la impresión de que Israel,
aunque constituido por doce tribus independientes, es una unidad.
Sin embargo, en las operaciones militares que se cuentan, las tribus siguen
actuando solas (Gedeón – Manasés; Jefté - Galaad) o unidas en pequeños grupos
(Débora-Barac con Zabulón y Neftalí).
Aunque en las introducciones a cada juez mayor, y en los cc. 19-21, se unen
todas para resolver sus problemas religiosos o morales, el libro no justifica la idea de
una anfictionía de doce tribus, con unos jefes (los jueces menores), un santuario central
y una ley anfictiónica.
Las tribus no tienen la misma categoría. Judá y la Casa de Israel atraen casi toda
la atención, mientras las del Norte pasan casi desapercibidas.
Las diferencias iniciales entre las tribus terminan convirtiéndose en auténticos
conflictos. Dos tribus son especialmente conflictivas: Efraín y Benjamín. Los efraimitas
se quejan a Gedeón (8,1-4) y se enfrentan a Jefté, sufriendo un terrible castigo (12,1-6).
Benjamín provocará una auténtica guerra civil (19-21). En estos detalles puede
advertirse de nuevo la preponderancia de la tribu de Judá. Sus historiadores se encargan
de dejar en mal lugar a su mayor rival (Efraín, Reino Norte) y a Benjamín (patria de
Saúl, rival del judío David).

Organización del poder

Aparte de los “jueces”, el pueblo cuenta también con otras autoridades, que
reciben diversos títulos.
1) El más frecuente es el de “ancianos”. Son responsables de todo el pueblo (2,7)
o de toda la comunidad (21,16: en este caso buscan solución al problema de los
benjaminitas). Hay también ancianos responsables de un territorio (Galaad:
11,5.7.8.9.10.11).
2) El Canto de Débora no menciona a los ancianos; habla de los laer'f.yI
yqEåq.Ax (5,9.14); el verbo qqx significa “grabar”, “inscribir”; de aquí qxo,
“ley”, “disposición”. Los hoqqîm de Israel serían su “príncipes” (Block), “jefes” (BJ),
“legisladores” (Capoferri). Pero estos mehoqqîm se dan en cada tribu o segmento
(Maquir: 5,14).

ciudades de esta tribu estaban conquistadas durante la Monarquía Unida (Borders and Districts, 97).
4 Recuérdese que Maquir es hijo de Manasés (Gn 50,23; Nm 27,1; 32,39; 36,1).
14

3) 5,14 cita en paralelo con los mehoqqîm de Maquir a “los que tienen el bastón
de mando en Zabulón”). En esta línea podríamos poner también a los pera‘ôt, roznîm y
’addirîm.
4) En 20,2, quienes toman las decisiones son los ~['h'-lK' tANæPi. Pinnah
significa “ángulo”, y se aplica metafóricamente a las personas importantes, los jefes (1
Sm 14,38; en Is 19,13 aparece en paralelo con rf).
Sin embargo, en la tradición de la tribu de Dan no se mencionan autoridades; la
decisión de enviar exploradores al norte la toman todos los danitas (18,2).

También varían los títulos para las autoridades de una ciudad.


1) Los “ancianos” son mencionados en relación con Sucot (8,14.16).
2) Los “jefes” (rf 8,14). Aquí se dice que Sucot tenía 77 entre jefes y ancianos.
3) Los “señores” es típico del c.9. Se menciona diez veces a los “señores” de
Siquén, dos a los “señores” de Migdal Siquén, y otra a los “señores de la ciudad” (9,51).
En 20,5 también se habla de los “señores” de Guibeá.

Actitud religiosa del pueblo

El libro concede especial atención a la actitud religiosa del pueblo. Se distinguen


dos generaciones: la antigua, que conoció las grandes acciones de Yahvé a favor de
Israel, y la nueva, que no conocía a Yahvé ni las maravillas realizadas por él. Esta nueva
generación se caracteriza por la caída continua en la idolatría, adorando a toda clase de
dioses, y por la incapacidad de una conversión auténtica y duradera. Este tema lo
desarrollaremos más adelante.

4.2. Yahvé

Dios es el mismo en todos los libros bíblicos. Pero cada uno de ellos lo presenta
de manera peculiar: Jos como el Dios fiel, que cumple su promesa de entregar la tierra;
1 Sm como el Dios que se preocupa por los pequeños (la estéril Ana, David). ¿Cómo
aparece Dios en el libro de los Jueces?

Datos que no representan especial novedad

Se le da generalmente el nombre de Yahvé (158x, aunque a veces no se refiere a


Dios mismo, sino al ángel de Yahvé, el mandato de Yahvé, la fiesta de Yahvé, etc.). En
7x se lo llama ~yhil{a/h'( (6,20.36.39; 7,14; 13,9;16,28; 21,2). En 9x, ~yhil{a/ (4,23;
6,40; 8,3; 9,7.23.56.57; 15,19; 18,10). Sin duda es el principal protagonista de la obra.
Coincidiendo con otras tradiciones, aparece como laer'f.yI-yhe(l{a/ hw"åhy
(4,6; 5,5; 6,8; 11,21.23; 21.3) o como “Yahvé Dios de sus padres” (2,12), que sacó al
pueblo de Egipto (2,12). El Canto de Débora lo relaciona con Seir / los campos de
Edom en 5,4 y con el Sinaí en 5,5.
Boling y otros piensan que en 11,27 se le da el título de Juez ( jpeVoh;
hw"Ühy>); coincidiría con Gn 18,25; Sal 94,2. Sin embargo, la acentuación
masorética favorece otro sentido: “que Yahvé decida hoy…”
15

Datos más peculiares

Más novedad ofrecen las acciones de Yahvé. La primera que encontramos en el


libro es responder a una consulta de los israelitas (hablar = ’amar en 1,1) y la última
“abrir brecha en Israel” (21,15). Este cambio profundo entre acciones favorables a Israel
y acciones contrarias volvemos a advertirlo en las tradiciones de Sansón: Yahvé
comienza bendiciéndolo (13,24) y termina apartándose de él (16,20). Agrupando las
acciones divinas en estos dos grandes apartados, tenemos:

Acciones a favor de Israel

Aconsejar a los israelitas (1,2; 20,18.23.28) y a Gedeón (6,14.16.23.25;


7,2.4.5.7.9).
Dar la victoria sobre cananeos y fereceos (1,4)
Acompañar a Judá (1,19) y a la Casa de José (1,22)
Suscitar jueces/salvadores (2,16.18; 3,9.15)
Compadecerse (2,18)
Salvar (2,18)
Entregar a los enemigos en manos de Israel (3,10.28; 4,14; 7,15; 8,7; 11,9.21.32;
12,3)
Vender a los enemigos (4,9)
Sembrar el pánico en el enemigo (4,15)
Volver la espada del enemigo contra sí mismo (7,22)
Desposeer a los amorreos (11,23)

Acciones contrarias

Indignarse con Israel (2,14.20; 3,8; 10,7): laer'f.yIB. hw"hy> @a:-rx;YI)w:


Reprocharles su conducta, bien personalmente (10,11), a través del ángel del
Señor (2,1-4; 5,23) o de un profeta (6,8-10).
Vender a los israelitas (2,14; 3,8; 4,2; 10,7): ~reäK.m.YIw:
Entregar a Israel en manos de los enemigos (6,1.13; 13,1)
Fortalecer a los enemigos de Israel (3,12)
Derrotar a Benjamín (20,35)
Abrir brecha entre las tribus de Israel (21,15)

En resumen, Jue habla de un Dios que comienza favoreciendo a su pueblo, pero


que se indigna con él cuando lo traiciona con otros dioses, un Dios que no admite
competidores. Siempre perdona, pero cada vez le cuesta más trabajo, hasta que termina
abriendo una brecha en Israel.

El espíritu del Señor

Algo típico del libro de los Jueces es la frecuente referencia al espíritu del Señor,
mencionado en relación con Otniel (3,10), Gedeón (6,34), Jefté (11,29) y Sansón
(13,25; 14,6.19; 15,14). Sin embargo, no se lo menciona en relación con Débora,
16

profetisa. El espíritu de Dios no es principio de inspiración sino de acción. Para el editor


dtr se trata de algo fundamental. Por eso lo atribuye a su jefe modelo, Otniel.
El ángel del Señor

En 21x se habla del “ángel”: en 13 se lo llama ángel de Yahvé (2,1.4; 5,23;


6,11s.21.22; 13,3.13.15.16.17.18.20.21); en 3x, ángel de Dios (6,20; 13,6.9).

4.3. Los otros pueblos

Hay que dividirlos en tres grupos:


1) los habitantes del país, que son los auténticos enemigos, a los que se debe
exterminar (de acuerdo con Dt 7,1-5). De las siete naciones nombradas en ese texto del
Dt, Jue 1 sólo cita a tres: cananeos, fereceos y amorreos. En 3,5 se da una lista de seis
nombres: cananeos, hititas, amorreos, fereceos, heveos y jebuseos (con respecto a Dt 7
sólo faltan los guirgaseos). En 6,10 se engloba a todos los pueblos con el nombre de
“amorreos” 5. Aunque estos pueblos deberían ser los enemigos, Israel convive con ellos,
emparenta con ellos y da culto a sus dioses (3,6).
2) los pueblos que el Señor deja en Israel para ponerlo a prueba / para enseñarle
el arte de la guerra: “los cinco principados filisteos, todos los cananeos, sidonios
(=fenicios) y heveos que habitan el Líbano, desde la cordillera de Baal Hermón hasta el
Paso de Jamat” (3,3). Este texto se orienta en la línea de Jos 13,1-6, que presupone un
territorio mucho más amplio para Israel.
3) los pueblos y bandas de salteadores usados por el Señor para castigar a su
pueblo por la idolatría: Cusham Rishataim y los arameos (3,8), Eglón y los moabitas
(3,12-30), los amonitas (3,13 y 10,7-11,36), amalecitas (3,13; 6,3.33; 7,12; 10,12),
filisteos (3,3.31; 10,7; 13,1-16,30), madianitas (6,1-8,28; 10,12), los orientales (6,3.33;
7,12; 8,10), los sidonios (10,12).
Los filisteos y los sidonios son los únicos que forman parte de los grupos 2 y 3.

5 A propósito de los distintos pueblos conviene recordar unas palabras de Martín Noth., El mundo del
Antiguo Testamento, 93s.:“En el Antiguo Testamento, el estrato yahvista (J) del Pentateuco los llama [a
los habitantes preisraelitas] simplemente «cananeos», sin que pretenda describirlos como una unidad
étnica (...) Por otra parte, en el Antiguo Testamento ―por ejemplo, en el documento elohísta (E) del
Pentateuco― se agrupa a la población preisraelita bajo el nombre de «amorreos». Probablemente esta
denominación enlaza con la frecuente designación acádica del «oeste» como «país de Amurru». El que
habitaba al «oeste» era, pues, simplemente «amorreo»; quizá los mismos siropalestinos se presentaran en
Mesopotamia como «occidentales» («amorreos»). Algo similar podría decirse de la aplicación ocasional
de «hitita» a la población preisraelita (así, por ejemplo, en los textos P del Pentateuco: Gn 23,3ss; 26,34;
27,46; 49,29s, etc.); también este término es de origen mesopotámico y se remonta a la designación asiria
de Siria y Palestina como «país de Hatti», debido a la existencia de los pequeños Estados «neohititas» del
norte de Siria, con quienes se encontraron por primera vez los asirios en su avance hacia Siria-Palestina.
Sin embargo, el mismo Antiguo Testamento indica a veces la variedad de la población
preisraelita, especialmente cuando propone la serie de los siete nombres tradicionales (incluyendo los tres
ya mencionados) de los pueblos del país, que aparece frecuentemente, si bien no siempre completa ni en
el mismo orden. Es imposible saber ya lo que estos nombres (fuera de los tres tratados) indican ni
determinar la relación que unía a estos pueblos; sólo de los jebuseos declara repetidas veces el Antiguo
Testamento que eran habitantes de la Ciudad-Estado de Jerusalén (2 Sm 5,6 etc.). Pero la misma cantidad
de nombres ilustra de modo excelente la variedad y heterogeneidad de la población preisraelita de
Palestina”.
17

Lo importante en la dinámica del libro es que Israel sólo ve como enemigos a los
del grupo 3, cuando los verdaderos enemigos son los del grupo 1, con los que, sin
embargo, convive tranquilamente.
Para una descripción más detallada de cada pueblo me remito a los diccionarios,
especialmente al Anchor Bible Dictionary (ABD).

4.4. Los otros dioses

Para Israel representan un gran atractivo, para Dios son los grandes enemigos. A
veces se alude a ellos como “sus dioses” (~h,yhel{åae: 2,3), “otros dioses” (~yrIxea]
~yhiäl{a/: 2,12.17.19; 10,13), los “dioses de los pueblos de alrededor”
(~h,yteAbåybis. rv,a] ~yMi[;h'( yheÛl{ae: 2,12).
La lista más completa la tenemos en 10,6, que consta de siete miembros
(equivalentes a la lista de siete pueblos): los Baales, las Astartés, los dioses de los
arameos, de los sidonios, los moabitas, los amonitas y los filisteos.
Baal o los Baales aparecen con mucha frecuencia (2,11.13; 3,7; 6,25.28.30; 8,33;
9,2s.6.18.20.23.39.46.51; 10,6.10; 19,22s; 20,5). Si se usa como título de un dios
equivale a “señor”, “dueño”. Generalmente se refiere al dios cananeo de la tormenta,
conocido como Balu o Hadad, hijo de Ilu y Asherá, uno de los principales dioses de la
mitología cananea. El plural “Baales” no se refiere a una pluralidad de dioses sino a las
numerosas manifestaciones del mismo dios.
Astarté, esposa de Baal, es la diosa del amor y de la guerra (2,13; 10,6). El plural
no se refiere a pluralidad de diosas sino a diversas manifestaciones de la misma.
Asherá puede ser el “árbol sagrado” al que se da culto y que la religión yahvista
manda cortar y destruir (p. ej., Éx 34,13; Dt 7,5). Sin embargo, en 3,7, al lado de los
Baales, las Asherás, parecen referirse a la esposa de Ilu, el dios supremo, y madre de
setenta dioses. Su atractivo para la piedad popular israelita se advierte en las
inscripciones que hablan de Yahvé y su Asherá. La de Kuntillet ‘Ajrud dice: brkt. ’tkm.
lyhwh. šmrn. wl’šrth (“os he bendecido por Yahvé de Samaría y su Asherá”).
Los dioses de los arameos no aparecen en ningún otro lugar.
De los dioses de los sidonios sólo se menciona a Astarté (en 1 Re 11,5.33; 2 Re
23,13).
Dioses de los moabitas: Quemos (1 Re 11,33 y 2 Re 23,13).
Dioses de los amonitas: Milcón (1 Re 11,5.33; 2 Re 23,13).
Dioses de los filisteos: Dagón (1 Sm 5,1-7).

4.5. Los “jueces” 6

6 Grether, O., «Die Bezeichnung Richter für die charismatischen Helden der vorstaatlichen
Zeit»: ZAW 57, 1939, 110-121; Ishida, T., «The Leaders of the Tribale League ‘Israel ' in the Pre-
Monarchic Period»: RB 80, 1973, 514-30; Lemche, N. P., «The Judges»: BN 20, 1983, 47-55; Martin, J.
D., «The Office of Judge in Pre-Monarchic Israel»: GlasgOrTr 26, 1979, 64-79; McKenzie, D. A., «The
Judge of Israel»: VT 17, 1967, 118-121; Niehr, H., Herrschen und Richten. Die Wurzel špt im Alten
Orient und im AT (FzB 54) 1986; Íd., jpv, in ThWAT VIII (Stuttgart 1995) 408-428, con abundante
bibliografia; Rösel, H. N., «Die "Richter Israels": Rückblick und neuer Ansatz»: BZ 25, 1981, 180-203;
Schunck, K. - D., «Die Richter Israels und ihr ‚Amt‘»: SVT 15 (Leiden 1966) 252-262 [= Altes
Testament und Heiliges Land. Band I. BEATAJ 17 (Frankfort 1989) 77-87]; Íd., «Falsche Richter im
Richterbuch», in R. Liwak ed altri (eds.), Prophetie und geschichtliche Wirklichkeit im alten Israel
(Stuttgart 1991) 364-370; Thompson, H. C., «Shophet and Mishpat in the Book of Judges»: Transactions
18

Los últimos en aparecer son los protagonistas más famosos, a los que se dedica
la mayor parte del relato. Si no existiese la segunda introducción (2,6-3,6), sino sólo la
colección de sus hazañas, los habríamos imaginado fácilmente como una serie de héroes
que salva al pueblo en los momentos de peligro. Podríamos darles el título de
“salvador” ([;yvi²Am) y designar su función con el verbo “salvar” ( [vy). Pero esta
tendencia espontánea habría que matizarla:1) El título de “salvador” sólo se da a Otniel
(3,9) y a Ehud (3,15); 2) el verbo “salvar” sólo se aplica a Sangar (3,31), Gedeón (6,14),
Tolá (10,1) y Sansón (13,5); 3) de cinco protagonistas (Tolá, Yair, Ibsán, Elón y Abdón)
no se cuenta ninguna acción militar; 4) habría que excluir a Abimélec, que sólo trae
desgracias.
El autor de la segunda introducción se orienta por otra línea: los presenta a todos
con el título de shophtîm. Este título no volvemos a encontrarlo cuando se cuenta la
historia de cada juez, pero su actividad se sintetiza con el verbo jpv en nueve de los
doce casos: Otniel (3,10), Débora (4,4), Tolá (10,2), Yair (10,3), Jefté (12,7), Ibsán
(12,8.9), Elón (12,11), Abdón (12,13.14) y Sansón (15,20; 16,31). Los únicos a los que
no se atribuye esa función son Ehud, Sangar y Gedeón.

jpevo Jpv [;yvi²Am [vy

OTNIEL X X
EHUD X
SHANGAR X
DÉBORA X
GEDEÓN X
TOLA X X
YAIR X
JEFTÉ X
IBSÁN X
ELÓN X
ABDÓN X
SANSÓN X X

En resumen, los únicos que cumplen la doble función de “salvar” y jpv son
Otniel, Tolá y Sansón. Lo cual resulta algo extraño y, al mismo tiempo, demuestra que
no se ha aplicado un esquema rígido a la presentación de estos personajes.

Sentido del verbo jpv

El problema más discutido es el significado de jpv. Nosotros estamos


habituados a traducirlo por “juzgar”, en el sentido de administrar justicia, pero esto sólo
parece fácil aplicarlo a Débora y, quizá, a los llamados “jueces menores”. De Débora se
dice en 4,4 que “juzgaba” a Israel por entonces (ayhi(h; t[eîB' laeÞr'f.yI-ta, hj'îp.vo

of the Glasgow University Orientale Society 19, 1961-62, 74-85; Weisman, Z., «Charismatic Leader in
the Era of the Judges»: ZAW 89 (1977) 399-411.
19

ayhi²), y luego queda claro que se trataba de una auténtica función judicial: “Se sentaba
bajo la Palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la serranía de Efraín, y los israelitas
acudían a ella para que decidiera sus asuntos” (4,5). Muchos interpretan en el
mismo sentido lo que se dice de los jueces menores. En ellos, la acción de “juzgar” se
vincula a un cierto número de años: Tola, 23; Yair, 22; Jefté, 6; Ibsán, 7; Elón, 10;
Abdón, 8.
Niehr, que ha dedicado el estudio más amplio a este verbo, admite un amplio
margen de sentido, desde “gobernar” hasta “juzgar”. Pero el más antiguo se refiere al
ejercicio de la autoridad: “gobernar”, “dominar”, “regir”. Por ejemplo, en el ámbito
fenicio-púnico, el sufete designa la instancia suprema del poder en Cartago. Según
Niehr, este sentido tendría jpv en 10,2.3 y 12,7-15: los “jueces menores” serían
dirigentes o gobernantes del pueblo. Y lo mismo es válido para los textos que dependen
de estas listas: Jue 3,10; 4,4; 15,20; 16,31; 1 Sm 4,18; 7,15; 2 Re 23,22; Rut 1,1.

La misión religiosa

Si nos limitamos a los dos matices anteriores (juzgar y salvar militarmente)


olvidamos un aspecto muy importante de la segunda introducción. En 2,17
encontramos:

Wrs"å ~h,_l' Wwàx]T;v.YI)w: ~yrIêxea] ~yhiäl{a/ ‘yrex]a;¥


Wn©z" yKiä W[meêv' al{å ‘~h,yjep.vo)-la, ~g:Üw>
`!kE) Wf['î-al{ hw"ßhy>-twOc.mi [;moïv.li ~t'²Aba] Wkôl.h'
rv,’a] %r,D,øh;-!mi rheªm;

Según este v., la misión de los jueces tiene mucho que ver con lo religioso: el
pueblo debe escucharlos y obedecerles, manteniéndose alejado de la idolatría. En el
paralelismo de la frase, “escuchar/obedecer” a los jueces equivale a “escuchar
/obedecer” el mandato de Dios. La misión religiosa también queda clara en 2,19:

~yrIêxea] ~yhiäl{a/ ‘yrex]a;( tk,l,ªl' ~t'êAba]me( Wtyxiäv.hiw>


‘Wbvu’y" jpeªAVh; tAmåB. Ÿhy"åh'w>
`hv'(Q'h; ~K'Þr>D;miW ~h,êylel.[;M;ämi ‘WlyPi’hi al{Ü ~h,_l'
twOæx]T;v.hil.W ~d'Þb.['l.

Este texto se diferencia del anterior porque aquí la caída en la idolatría se


produce a la muerte del juez, no durante su vida. Pero también considera fundamental la
función religiosa del juez.
Este aspecto se aclara en 1 Sm 12,7, donde Samuel dice al pueblo: “Poneos en
pie, que voy a juzgaros en presencia del Señor, repasando todos los beneficios que el
Señor os hizo a vosotros y a vuestros padres”. Este acto hay que entenderlo en el
trasfondo de un pleito entre Dios y el pueblo. Ambos se acusan mutuamente, y el “juez”
decide quién es culpable y quién inocente. Al repasar los beneficios de Dios, queda
claro que la culpa es del pueblo. Algo parecido encontramos en 1 Sm 7,2-7 donde la
20

frase “Samuel juzgó a los israelitas en Mispá” (v.7) cierra todo un episodio en el que el
pueblo reconoce su pecado (hw"+hyl; Wnaj'Þx').
En resumen, se puede discutir si los “jueces” llevaban a cabo una misión sólo
político-militar-administrativa, una función judicial, o ambas cosas. Lo que no admite
duda es que, para el último redactor del libro, cumplían también una función religiosa, y
que ésa era la más importante7.

7 Esta misión religiosa la proponía Noth para los jueces menores, a los que consideraba proclamadores e
intérpretes de la ley divina anfictiónica (cosa que es pura hipótesis). Mullen también subraya la misión
religiosa de los Jueces: “The choice of the title ‘judge’ for this personage was influenced by theological
considerations: the existence of the ‘judge’ served as an indictment of Israel’s unfaithfulness to the
deuteronomic law and as a testimony to Yahweh's mercy upon his sinful people. The obvious distinctions
between the literary presentation of the ‘major’ judges and the ‘minor’ judges (. . .) reflect only a
difference in literary purpose and not a difference in office”.
21

Localización geográfica

Casi todos los protagonistas quedan bastante bien situados geográficamente:

Juez Tribu Ciudad/Región

Otniel (Judá)
Ehud Benjamín
Sangar -
Débora Efraín Ramá-Betel
Gedeón Manasés Ofrá
Abimélec (Manasés) Siquem
Tolá Isacar Shamir (Efraim)
Yair Galaad (Qamón)
Jefté Galaad
Ibsán (¿Zabulón?) Belén
Elón Zabulón Ayalón
Abdón Piratón (Efraim)
Sansón Dan Sefela

Agrupándolos por regiones:

Sur (Judá-Simeón-Benjamín-Dan): Otniel, Ehud, Sangar (?), Sansón.


Centro (Efraín-Manasés): Débora, Gedeón (Abimélec), Abdón.
Norte (Isacar, Zabulón, Neftalí): (Barac), Tolá, Ibsán8, Elón.
Transjordania (Galaad): Yair, Jefté.

Esto demuestra, al mismo tiempo, que al principio se trataba de tradiciones


locales, que exaltaban la figura del propio héroe, y sólo más tarde terminaron
convirtiéndose en tradiciones de todo Israel y sus protagonistas en salvadores o jueces
de todo el pueblo.

Instrumentos débiles en manos de Dios

Eclo 46,13-15 hace un gran elogio de ellos: “También los jueces, cada uno por
su nombre, aquellos cuyo corazón no se dejó corromper y que no se alejaron del
Señor…” Sin embargo, la lectura del libro enseña, más bien, que Dios salva con lo que
muchos israelitas consideraban pequeño, débil o despreciable. Débora es una mujer;
Gedeón, el más pequeño de una familia sin importancia (6,15), indeciso y miedoso;
Jefté, hijo de una prostituta; Sansón, hijo de madre estéril y padre tonto 9. El único
personaje sin fallo alguno, Abimélec, es puro causante de desgracias, y también el único
8 Jue 10,8 relaciona a Ibsán con Belén. Probablemente se trata de Belén de Zabulón (Jos 19,15), no de la
Belén de Judá. Así Moore.
9 Omito el caso de Ehud porque parece más difícil de valorar. Muchos piensan que estaba “impedido de
la mano derecha”. En tal caso, confirmaría la idea de que Dios salva con lo débil. Pero Halpern, tras
detenido análisis del término, lo interpreta como “persona entrenada a usar la mano izquierda”, igual que
otros benjaminitas, y esto lo convertía en un guerrero especialmente valorado. Cf. B. Halpern, The First
Historians, 40-43.
22

protagonista importante que no “juzgó” a Israel. En pocos libros del Antiguo


Testamento queda más claro que Dios salva con instrumentos débiles, para que nadie
pueda gloriarse ante Él.
En esta misma línea, Webb subraya el deterioro que se va produciendo en la
figura de los jueces: “Después de la introducción programática de 2,11-19 y el ejemplo
de Otniel en 3,7-11, creemos saber lo que es un juez. Pero muy pronto esta idea inicial
queda en entredicho: Ehud es un asesino retorcido más bien que un héroe, Sangar no es
probablemente israelita, Débora es mujer, etc., hasta que, por último, nos encontramos
con Sansón, que es el polo opuesto de Otniel: el matrimonio de Otniel es ejemplar, las
relaciones de Sansón con mujeres extranjeras son lo contrario; Otniel guía a Israel en la
guerra santa, Sansón es un solitario que ni siquiera desea luchar con los filisteos; Otniel
salva a Israel y lo rige en una era de paz, Sansón deja a los israelitas bajo el yugo
filisteo”10.

4.6. Las mujeres

En el libro de Josué sólo se mencionan dos mujeres, que recuerde: Rajab, la


prostituta de Jericó, y Acsá, la hija de Caleb que le pide a su padre como regalo de
bodas unas fuentes de agua. En cambio, el libro de los Jueces está lleno de figuras
femeninas, y casi todas ellas desempeñan un papel importante, de forma activa o pasiva.
Al comienzo volvemos a encontrar a Acsá (1,12-15). Más adelante a Débora y
Yael, vencedora y asesina de Sísara (cc.4-5). Prescindiendo de personajes secundarios,
como la concubina de Gedeón (8,31) y la prostituta madre de Jefté (11,1), otra mujer
anónima de Tebes es la que mata a Abimélec tirándole una piedra desde la torre (9,52-
54). La siguiente no será asesina, sino víctima de un voto absurdo: la hija de Jefté
(11,34-40). La historia de Sansón es la más plagada de mujeres: su madre (c.13), una
filistea anónima de Timná (c.14), una prostituta de Gaza (16,1-3) y la famosa Dalila
(16,4-20).
Los apéndices, tan distintos del cuerpo central en muchos aspectos, coinciden
también en dar mucha importancia a la mujer. En el primero encontramos a la madre de
Micá (c.17). Y en el segundo a la mujer del levita, víctima aún más grave que la hija de
Jefté: víctima de los habitantes de Guibeá y de su propio marido. El libro se cierra con
un gran acto de violencia colectiva contra las mujeres de Yabés de Galaad: las que han
tenido relaciones con varón son condenadas a muerte; las vírgenes, en número de
cuatrocientos, son llevadas a Siló, donde se permite que los benjaminitas supervivientes
las rapten y las desposen (21,8-24).
No es extraño que el libro de los Jueces haya sido uno de los más estudiados, si
no el que más, por la teología feminista.

10 B.G. Webb, The Book of the Judges, 170s.

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