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VICARÍA DE EVANGELIZACIÓN
Arzobispado de Valencia
RETIRO DE CUARESMA
PARA CATEQUISTAS
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1.- ORACIÓN INICIAL
SALUDO INICIAL
HIMNO
SALMODIA
Salmo 91
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Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.
Gloria al Padre, …
Cántico
Dt. 32,1-12
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pregunta a tu padre y te lo contará,
a tus ancianos y te lo dirán:
Cuando el Altísimo
daba a cada pueblo su heredad,
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue la parte de su heredad.
Gloria al Padre, …
Salmo 8
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Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Gloria al Padre, …
LECTURA BREVE
Is 1, 16-18
RESPONSORIO BREVE
CÁNTICO EVANGÉLICO
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en su presencia, todos nuestros días.
Gloria al Padre …
PRECES
ORACIÓN
Dios nuestro, que por medio de tus admirables
sacramentos nos concedes participar, ya desde
este mundo, de los bienes celestiales, guíanos tú
mismo en el camino de la vida, para que alcance-
mos un día aquella luz en la que habitas con tus
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santos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
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2.- CARTA PARA LA CUARESMA
Mons. Carlos Osoro
Arzobispo de Valencia
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mer Domingo al último, se va siguiendo toda una
pedagogía de la mirada de Jesús a los hombres.
¿Quién es Dios? Es Aquél que toma la iniciativa
misteriosa de mirar a los hombres: “Mira, envío
mi mensajero delante de ti” (Mc 1, 2). Dios to-
mando una iniciativa misteriosa, algo está a punto
de ocurrir, de alguna manera Dios viene a nuestro
encuentro y se nos indica: “¡Preparad el camino al
Señor!” (Mc 1, 3). Y cuando llega se nos presenta
de una manera sorprendente, ¡cómo nos mira y
cómo se acerca a nosotros! Sería importante que
meditásemos los textos de cada Domingo de Cua-
resma, en los que el Señor nos ofrece cinco mira-
das:
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medio del mundo experimentando el gozo del
amor misericordioso de Dios que nos transforma
y nos hace ver la necesidad de vivir bajo la mirada
de Dios. El amor misericordioso del Padre, bus-
cando y mirando siempre al hombre (Lc 15, 1-3.
11-32). Cuando el gran pintor Rembrandt plasmó
el mensaje primordial de la parábola del “hijo
pródigo”, mientras otros artistas destacan la figura
del hijo, el famoso pintor flamenco centra su fuer-
za expresiva en el padre, que abraza al hijo y lo
cubre amorosamente con su manto y lo protege
con su brazo. Emana una luz del rostro del padre
y el hijo queda discretamente en la penumbra. Y
es que aquí el importante es el padre, que repre-
senta a Dios mismo regalando su amor misericor-
dioso, abrazando y mirando tanto al hijo que hab-
ía dejado la casa como al que se había quedado.
Hacerse sentir hijos de Dios y hermanos de todos
los hombres es lo que provoca el amor misericor-
dioso. ¿Me dejo amar misericordiosamente?
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sona y del trabajo, promoviendo la creación de
una cultura que responda verdaderamente a todos
los interrogantes del hombre. Y es que resulta
esencial partir siempre de la primacía de Dios en la
Iglesia. De la primacía del amor y de la misericor-
dia de Dios hacia el ser humano, hacia todos y
cada uno de nosotros, surge en la Iglesia la urgen-
cia de recomenzar siempre de nuevo desde Dios,
que requiere el valor de hacerse las últimas pre-
guntas, de volver a encontrar la pasión por las co-
sas que se ven, interpretándolas en la perspectiva
de Jesucristo y de las cosas que no se ven. No es
extraño que el Papa Benedicto XVI, en el mensaje
que nos entrega para esta Cuaresma, nos diga que
“la justicia de Dios se ha manifestado por la fe en
Jesucristo”. “¿Cuál es la justicia de Cristo?... La
que viene de la gracia, donde no es el hombre que
repara, se cura a sí mismo y a los demás… Dios
ha pagado por nosotros en su Hijo el precio del
rescate… Frente a la justicia de la Cruz, el hombre
se puede revelar, porque pone de manifiesto que
el hombre no es un ser autárquico, sino que nece-
sita de Otro para ser plenamente él mismo. Con-
vertirse a Cristo, creer en el Evangelio, significa
precisamente esto: salir de la ilusión de la autosufi-
ciencia para descubrir y aceptar la propia indigen-
cia, indigencia de los demás y de Dios, exigencia
de su perdón y de su amistad” (Benedicto XVI,
Mensaje de Cuaresma 2010).
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3.- LA PALABRA
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4.- ALGUNAS PISTAS PARA LA RE-
FLEXIÓN.
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para apartar de nuestra vista todo aquello que no
nos deja ser felices y descubrir, en nosotros mis-
mos una riqueza superior al propio egoísmo.
3.- Contemplar
Este es también un tiempo para la contem-
plación, para aprender a descubrir el rostro y la
presencia de Dios en el mundo y su belleza que
nos rodea. Contemplar la obra de la creación, des-
cubrir la “huella de Dios” en cada cosa y en cada
persona. También es tiempo para contemplar a
Dios “cara a cara”, para subir al monte: “Y, mien-
tras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos bri-
llaban de blancos.” (Lc 9, 28b). Este tiempo hemos
de dedicar más tiempo, y mejor, a la contempla-
ción, al silencio, a descubrir a Dios en lo que nos
rodea y en quienes nos rodean. A escuchar su Pa-
labra, para poder ponerla en nuestras obras.
4.- Tener fe
Conversión y Paciencia. Dos palabras que
definen dos actitudes, constantes en la Historia de
la Salvación. El hombre siempre en proceso de
conversión, de cambio, de acercamiento a Dios. Y
Dios, paciente y misericordioso. La conversión es
un cambio radical en nuestra vida. No es un ajus-
te, una pequeña “chapuza”. Es un cambio de di-
rección volviéndonos hacia Dios y su salvación.
Por eso lo primero que hacemos es ver cuáles son
los frutos que estamos dando, ver y examinar co-
mo es nuestra vida. Pero no hemos de olvidar que
esta conversión es posible porque Dios es pacien-
te con nosotros. Nosotros decimos muchas veces
¡Es inútil esperar más! Pero Dios siempre respon-
de: “Señor, déjala todavía este año” (Lc 13, 8).
5.- Volverse
En este ponerse en camino hacia la pascua,
que es el tiempo de cuaresma, no ha de darnos
miedo volver. Se nos invita a ser el hombre y la
mujer capaces de rectificar, de volver sobre nues-
tros pasos; se nos invita a saber acoger el perdón
de Dios, el abrazo del Padre, la alegría de vivir…
“Volveré a mi Padre” (Lc15, 8).
6.- Lavarse
El agua tiene el poder de transformar, de
cambiar radicalmente la propia vida. La noche de
Pascua, en la Vigilia Pascual, renovaremos las pro-
mesas de nuestro bautismo y seremos rociados
con el agua. Un agua que limpia y purifica todos
nuestros prejuicios que tanto nos esclavizan; un
agua que no ayuda a prender a ser amados y a sa-
berse mirados por Dios con amor. “Y se quedó
solo Jesús con la mujer, que seguía en medio” (Jn
8, 9).
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5. EL TEMA DE
LA CUARESMA DIOCESANA
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muchos grupos de jóvenes. Pero no hemos de
olvidar la realidad concreta y cotidiana en la que
viven los jóvenes. El tiempo de Cuaresma y Pas-
cua es una buena oportunidad para mostrar a los
jóvenes el verdadero rostro de Dios en Jesucristo,
invitándoles a encontrarse con Él en aquellos
ámbitos que el evangelio nos propone en la litur-
gia de cada domingo:
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Iglesia. Como consecuencia, cuanto se refiere a la vida
humana ha tenido siempre un lugar importante en la ense-
ñanza de la Iglesia. Al anunciar el Evangelio de la vida la
Iglesia quiere defender la dignidad de la persona, el valor
sagrado de la vida humana y la vocación al amor de todo
hombre. La dignidad de la persona se le debe reconocer a
todo ser humano desde su concepción hasta su muerte natu-
ral. La Iglesia está llamada a anunciar el sí a la vida, a
toda vida humana.” (Prioridades pastorales 2009-
2010, p. 21)
El cartel, la imagen…
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“Nueva Creación” surgida de la Pascua es anun-
ciada a todos a través de la Palabra de Jesús. Los
evangelios de Cuaresma y Pascua nos propondrán
espacios, actitudes, signos…en los que podemos
ver este amor y encontrarnos con el resucitado.
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