You are on page 1of 24

1

Las Interfases del Desarrollo: De la Transferencia de Conocimiento


a laTransformación de Significados1
Norman Long y Magdalena Villarreal

Introducción

La Teoría orientada a la Práctica

Una de las grandes preocupaciones para los sociólogos de desarrollo es cómo resolver la relación
entre teoría y práctica, comúnmente presentada en términos del vacío que separa a los teóricos -
encerrados en sus torres de marfil - y los 'practicantes', quienes 'se ensucian las manos' en la
talacha cotidiana. Scott y Shore (1978), en su libro Why Sociology Does Not Apply, hablan de un
contraste entre dos tipos de conocimiento distintivos: 'el conocimiento para la comprensión'
versus 'el conocimiento para la acción'.
Para responder a esta preocupación, no es suficiente el argumentar simplemente que el
trabajo teórico influencia a los practicantes y políticos indirectamente a través de las maneras en
que conceptos e interpretaciones nuevos de los procesos sociales penetran a la sociedad más
amplia, moldeando así tanto el pensamiento de profesionales como el de laicos. 2 Debemos
abordar la crítica implícita del vacío entre la teoría y la práctica más seriamente, especialmente
en una Universidad como la de Wageningen, donde la 'intervención' se coloca firmemente en la
agenda.
Debemos esforzarnos, entonces, para lograr una mejor integración entre la comprensión
teórica y las preocupaciones prácticas, aunque no podemos esperar que la división entre éstas
marque nítidamente el campo de 'teoría e investigación' frente a la 'política e intervención'.
Obviamente los modelos políticos y las prácticas se basan - implícita o explícitamente - en
ciertas estrategias metodológicas e interpretaciones teóricas, de la misma manera que las teorías
mismas están cargadas de juicios evaluativos y decisiones. Una primera prioridad es, por lo
tanto, la de obtener un mejor comprensión teórica de los problemas de la intervención planeada y
el cambio social. Pero para lograr esto, debemos, como hemos argumentado en otros espacios
(Long and Van del Ploeg 1989; Villarreal 1990, 1994), exhibir las limitaciones tanto de ciertas
ortodoxias sociológicas como de los modelos 'intervencionistas' existentes. Esto es
particularmente urgente puesto que en el presente nos encontramos por un lado, con la
resurgencia de sistemas de pensamiento simplistas, y por otro, con un énfasis en el
'particularismo etnográfico' asociado con el estado de ánimo deconstruccionista de la era
posmoderna.
Sugerimos que un camino a seguir es a través del desarrollo de una perspectiva centrada
en el actor social, la cual se construye en base a trabajo teórico orientado a la reconciliación entre

1
Publicado en Schuurman, F.J. (1993) Beyond the Impasse: New Directions in Development Theory. London, Zed
Press.
2
Janowitz (1972) argumenta que el sociólogo debe ser entendido como parte del proceso que el o ella estudia.
Giddens (1987: 20) va más allá al explicar que los productos de las ciencias sociales muy frecuentemente entran a
formar parte constitutiva del mundo que ellos [los sociólogos] describen, creado lo que él llama 'una doble
hermenéutica'.
2

perspectivas estructurales y aquéllas centradas en el actor. Este punto de vista se propone en An


Introduction to the Sociology of Rural development (Long 1977; también en Long 1984), aunque
desde entonces han surgido una cantidad de estudios teóricos generales de gran relevancia que
abordan la cuestión de estructura y 'agencia humana' y el vínculo entre los llamados 'micro' y
'macro' fenómenos (ver por ejemplo: Giddens 1979, 1984, 1987; Habermas 1987; Knorr-Cetina y
Cicourel 1981; Alexander et al 1987; Fielding 1988). Estas contribuciones y otras similares han
estimulado un abordaje más fino del cambio social que enfatiza el interjuego y la mutua
determinación de factores y relaciones 'internos' y 'externos', el cual da cuenta de los mundos de
vida, las estrategias y las racionalidades de los diferentes actores sociales involucrados. 3 Con
estos avances teóricos surge la imperiosa necesidad de identificar una serie de conceptos
analíticos apropiados y una metodología para explorar los procesos de intervención que resulte
útil, no sólo para el investigador, sino también para el practicante (Long y Long 1992; Villarreal
1994). Este artículo constituye un esfuerzo modesto de responder a este reto.
A finales de los 70's y principios de los 80's, una cantidad de científicos sociales se
volcaron hacia los modelos neo-Marxistas en búsqueda de una explicación de la naturaleza y las
consecuencias del desarrollo desigual. Aunque estos proporcionaron nuevas pistas y un marco
mediante el cual podían ordenar sus datos y experiencias, al final no proporcionó mucha ayuda
práctica a aquellos en 'la línea de fuego' del desarrollo planeado, quienes enfrentan los dilemas
cotidianos de implementar políticas y de manejarse con los grupos 'beneficiarios' y 'no-
beneficiarios'. Muchas de las abstracciones a las que se recurre se encuentran muy alejadas de
los operativos detallados de la práctica social cotidiana y fracasan en su intento de explicar los
resultados diferenciales del cambio estructural. Así, mientras que la 'lucha de clases' y 'la
extracción de plusvalía' pueden caracterizar algunas facetas importantes de la intervención
capitalista, rara vez explican suficientemente las configuraciones y subjetividades sociales
particulares que emergen. Esta perspectiva de hecho promueve una visión un tanto pesimista de
las posibilidades de iniciar el cambio 'desde abajo', a través de las acciones de los grupos locales
mismos o por medio de intervenciones planeadas externas, orientadas a incrementar las
capacidades de la población local para hacer valer sus derechos y demandar servicios.
Es aquí donde nuevos tipos de teorización y metodologías de campo, basadas en una
perspectiva centrada en el actor social, pueden proporcionar una contribución importante, aunque
debemos evitar colocarnos como los nuevos 'gurus' del intervencionismo con otra solución
prefabricada más a los problemas de la intervención planeada. La burbuja teórica neo-marxista
puede haber estallado, pero debemos cuidarnos de reemplazarla con la búsqueda de modelos
genéricos similares de cambio. La esencia de una perspectiva centrada en el actor social es que
sus conceptos se enraizan en las experiencias y la conciencia cotidiana de hombres y mujeres
ordinarios.
Para explorar estas cuestiones en más detalle, hemos decidido enfocarnos en un campo de
aplicación importante: los procesos de adquisición, utilización y transformación del
conocimiento. Tales procesos se encuentran en el meollo de los programas de intervención
planeada y forman una serie crítica de problemas que definen lo que ahora se llama 'ciencia de
extensión agrícola' (Röling 1988b).

3
Para dar algunos ejemplos de una perspectiva centrada en el actor aplicada al cambio rural, ver Arce 1986; Arce y
Long 1987; Long 1988, 1989; Drinkwater 1988; Whatmore 1988, Long y Villarreal 1989; Villarreal 1994; Van der
Ploeg 1990; Marsden y Murdoch 1990; y Pile 1990.
3

El modelo de sistemas en la extensión agrícola

Durante muchos años la extensión agrícola se asoció con modelos Rogerianos de adopción y
difusión de innovaciones (Rogers 1962, 3a. edición 1983; Rogers y Shoemaker 1971) y con la
sociología rural aplicada del tipo de Land Grant (Lionberger 1960). En la última década esto ha
dado lugar a una aplicación más exhaustiva de la teoría de sistemas y de comunicación (Beal et
al. 1986). El brote de múltiples investigaciones orientadas al conocimiento campesino y a las
series de vínculos complejos entre establecimientos y laboratorios de investigación, los servicios
de extensión agrícola y la población campesina nos muestran este fenómeno. Simultáneamente,
estos avances se han hecho acompañar por un interés creciente en 'análisis de sistemas agrarios',
orientados a desplegar una perspectiva interdisciplinaria multinivel para analizar las prácticas
agrícolas, enmarcadas en el contexto de limitantes ecológicas, técnicas, económicas y sociales y
en relación al cambio tecnológico en la agricultura (Collinson 1982; Hildebrand 1981; Fresco
1986).
La mayoría de estos nuevos estudios agronómicos, de extensión agrícola y de sociología
rural han tomado como punto de partida un pensamiento sistémico basado en cuatro conceptos
centrales: surgimiento (emergence), jerarquía, comunicación y control. Se argumenta que la
interacción de elementos dentro de un sistema da lugar a propiedades emergentes que son
irreducibles, produciendo así un 'todo' que 'es mayor que la suma de sus partes'. Este 'todo' está
compuesto por diferentes tipos de subsistemas que se anidan unos en otros y se interrelacionan
funcional y jerárquicamente. Fresco y Westphal, por ejemplo, definen un sistema como un
ordenamiento de componentes o partes que interactúan de acuerdo a algunos procesos
[específicos] y transforman los insumos en resultados. Argumentan que la agricultura puede ser
descrita como una jerarquía de sistemas, que van desde la célula al nivel más bajo, los órganos
vegetales o animales, la planta o el animal entero, la cosecha o el hato de ganado, el campo o el
potrero y el rancho, hasta ecosistemas complejos tales como el poblado o distrito de irrigación y
culminando en el sector agrícola al nivel más alto (1988: 401). Otro elemento que se describe
como crucial es la comunicación, la cual es necesaria para la regulación y el control (Checkland
1981: 83). Se afirma que todos los sistemas contienen dentro de ellos factores de control que
pueden ser manipulados para lograr el cambio deseado.
Consideramos que tales modelos de sistemas son básicamente inadecuados para
desarrollar una comprensión sólida de los procesos de cambio y que dejan escapar muchos
elementos cruciales pero complejos que entran en juego en los procesos de conocimiento. En la
primera parte de este artículo abordamos esto con mayor profundidad: discutimos críticamente
las maneras en que se conceptualiza e investiga la naturaleza de los procesos de conocimiento
agrícola y elucidamos las ventajas de optar por una perspectiva centrada en el actor.
Esto sirve de base para la segunda parte del artículo, donde mostramos cómo se puede
extender el análisis de los procesos de conocimiento para cubrir los elementos estratégicos y
organizativos implicados en las interfases de desarrollo rural. Las interfases se caracterizan por
una discontinuidad de intereses, valores y poder, y su dinámica implica negociación,
acomodación y la lucha en torno a definiciones y fronteras. Un estudio detallado de interfases
nos proporciona información importante sobre los procesos por medio de los cuales la política se
transforma, cómo se generan formas de poder y 'empoderamiento', cómo se crea espacio de
maniobra tanto por los interventores como por sus 'clientes', y cómo se enrola a las personas
dentro de los 'proyectos' de otros a través del uso de metáforas e imágenes de desarrollo.
4

La herencia del Modelo Comunicacional de Havelock

Hace veinte años, Havelock (1969), sugirió que la esencia de la utilización del conocimiento es
el vínculo entre dos sistemas sociales, uno que se enfrenta a un problema y el otro que delinea
opciones que facilitan su resolución. Desde entonces ésta es la idea básica que tanto él mismo
como otros han desarrollado en sus esfuerzos por conceptualizar con mayor detalle la naturaleza
de tales procesos de vinculación.
En 1986, Havelock nos proporcionó una explicación más amplia de los elementos críticos
que su teoría encierra, argumentando que el término descriptivo 'vínculo' (o eslabón), implica un
circuito que forma parte 'de una cadena, una secuencia de entidades conectadas una a la otra en
series que sirven un propósito común' y donde cada eslabón tiene dos lados que interpenetran
otros eslabones o elementos de la misma cadena - en otras palabras, lo que uno podría visualizar
como cierto tipo de mecanismo de acoplamiento como el que une los carros individuales de un
tren. Encima de esa imagen acopladora, Havelock agrega una metáfora de señal radiofónica al
describir cómo en el uso de conocimiento los vínculos sirven para la 'transferencia de mensajes
complejos' entre los 'remitentes' y los 'destinatarios'. El sugiere que tal diálogo o intercambio se
basa esencialmente en el movimiento de recursos desde un 'sistema de fuentes de recursos' que
busca responder a ciertas necesidades emanadas de un 'sistema de usuarios', aunque al mismo
tiempo los usuarios 'estimulan los procesos de solución de problemas de los sistemas de recursos,
cuando menos al mismo nivel' (Havelock 1986:228). Ambas imágenes, por supuesto, enfatizan la
discrecionalidad e integridad de los elementos o 'sistemas' que se articulan.
Havelock sostiene que lo que 'es especial de la teoría de vínculos es su explicación de
cómo se forman conexiones completamente nuevas, conexiones que se extienden quizás a
recursos y usuarios distantes del entorno normal. Lo que estamos viendo es la manera en que un
sistema puede enviar mensajes que penetran las capas auto-protectoras y se implantan en las
rutinas y los procesos de resolución de problemas del otro' (Havelock 1986:227).
Aunque se introduce subrepticiamente cierto reconocimiento a los procesos
interpretativos y de actores sociales, Havelock concluye argumentando que el vínculo es un
proceso natural, pero que es 'generalmente lento, ineficiente, sujeto a errores y costoso'. 'Lo que
es más' - dice - 'hay muchos eslabones faltantes o peligrosamente débiles a lo largo de las
cadenas potenciales de utilización del conocimiento. Es por esto que surge la gran necesidad de
suministrar especialistas en puntos estratégicos dentro de varios procesos de vinculación a lo
largo de la cadena de conocimiento' (Havelock 1986: 234).
Esto lo lleva a argumentar que las intervenciones humanas y tecnológicas diseñadas para
mejorar el flujo de mensajes son esenciales: de allí la necesidad de lo que se ha llamado
estaciones de relevo, transformadores y sintetizadores, así como agentes extensionistas,
animadores (es decir, mobilizadores de los sistemas de usuarios), y lo que él caracteriza como
'catalistas de vínculos' o 'facilitadores de procesos de vinculación'.
El modelo de comunicación de Havelock permanece aún como una imagen central
orientadora en la descripción de procesos de utilización y diseminación de conocimiento,
formando los cimientos conceptuales de gran parte de los estudios recientes sobre sistemas de
conocimiento. Por ejemplo, el modelo de sistemas de conocimiento e información agrícolas
promovidos por Röling (1988b: 30) y Engel (Röling y Engel 1990) distingue entre investigación,
extensión y redes campesinas e institucionales (subsistemas) que se entrelazan a través del flujo
de información y otros recursos para formar un todo sinérgico. Los mecanismos de vinculación
que describe Röling en sus primeras publicaciones como mecanismos para puentear 'el vacío
entre los componentes del sistema', estimulan la comunicación entre ellos, pero debido a ciertas
5

resistencias para emparejar el flujo de información, se requiere la intervención de


'administradores de conocimiento' para 'persuadirlos suavemente hacia roles sistémicos
complementarios y compatibles'. Tal intervención se enfoca en una 'calibración institucional'
donde las 'instituciones pueden compararse a los dientes de una caja de transmisión: cada diente
transforma el conocimiento corriente arriba o corriente abajo' (Röling 1988a: 54). De esta
manera, Röling agrega una metáfora más al cuadro: esta vez una de la ingeniería mecánica.
Las contribuciones más recientes de Röling y Engel (1990) han moderado el pensamiento
y las metáforas asociadas a 'sistemas duros' características de sus formulaciones anteriores. En
armonía con Checkland (1985, 1981), proponen una 'metodología de sistemas suaves', la cual
adopta una perspectiva más inductiva al modelaje de sistemas.
Checkland propone una metodología basada en 'el punto de vista de que la realidad social
no está "dada", sino que es un proceso en el cual el mundo social constantemente cambiante es
re-creado de manera continua por sus miembros' (Checkland 1981: 20). En un esfuerzo por evitar
la trampa teleológica de predefinir 'metas sistémicas', argumenta que la atención de la
investigación sistémica debe enfocarse en 'las situaciones problemáticas donde se perciben
escollos no-estructurados, problemas en los cuales la designación de objetivos es en sí
problemática' (Checkland 1981: 155). Un primer paso, entonces, implica una descripción
detallada de la situación y las circunstancias sociales, llevando a la identificación de los
problemas críticos que enfrentan los actores y al uso de conceptos sistémicos para delinear y
priorizarlos. Con base en esto, se diseña una serie de procedimientos por medio de los cuales los
actores y el investigador participan en la construcción de un modelo sistémico y 'toman
decisiones conjuntas pare resaltar las propiedades emergentes de su sistema de actividad humana'
(Röling y Engel 1990: 9). En concordancia con esto, los vacíos en la comunicación (los
eslabones faltantes), los conflictos latentes, la falta de acceso a recursos críticos (especialmente
la información), los problemas de coordinación y diferenciación de tareas, y las prácticas
administrativas deficientes pueden ser exhibidas y se pueden formular planes para corregirlas.
Una vez detectadas tales 'patologías' (Röling 1988: 39 -41), es cuestión de hacer las elecciones
adecuadas, identificando las variables de control y diseñando una estrategia de control para
corregirlas.

El conocimiento como un encuentro de horizontes

Recientemente algunos investigadores han señalado ciertas limitaciones críticas en esta


perspectiva de eslabones, o lo que Dissanayake (1986: 280) ha llamado 'el paradigma
transportacional', para la comprensión de procesos de conocimiento. El modelo supone que los
procesos de utilización/diseminación involucran la transferencia de un cuerpo de conocimiento
de un individuo o unidad social a otro, en lugar de adoptar una visión más dinámica que
reconozca la creación conjunta de conocimiento tanto por diseminadores como por usuarios. Esta
interpretación describe el conocimiento como surgido de un encuentro de horizontes, puesto que
el procesamiento y la absorción de nuevos items de información y nuevos marcos cognitivos o
discursivos sólo puede darse en base a stocks de conocimiento y modos evaluativos ya
existentes, mismos que son reformulados en la experiencia comunicativa. Lo que es más, aunque
la creación/diseminación del conocimiento es en esencia un proceso cognitivo e interpretativo
que implica el puenteo del espacio entre un mundo familiar y una serie de significados menos
familiares (o incluso ajenos) el conocimiento se construye sobre la experiencia social acumulada,
los compromisos adquiridos y las disposiciones culturalmente adquiridas de los actores
6

involucrados.
Así, 'la acción comunicativa no es sólo un proceso [cognitivo] para llegar a una
comprensión; al tratar de entender algo en el mundo, los actores al mismo tiempo toman parte en
las interacciones a través de las cuales desarrollan, confirman, y renuevan sus membresías en
grupos sociales y sus propias identidades. Las acciones comunicativas no son sólo procesos de
interpretación en los cuales el conocimiento cultural se 'pone a prueba frente al mundo'; al mismo
tiempo son procesos de integración social y socialización' (Habermas 1987: 39).
Los procesos de creación/diseminación de conocimiento implican simultáneamente, por
lo tanto, varios elementos interconectados: las estrategias y capacidades de los actores para
utilizar elementos de los repertorios de conocimiento existentes así como absorber información
fresca, procesos de validación por medio de los cuales la nueva información y sus fuentes son
juzgadas aceptables o útiles o son repelidas y varias transacciones que involucran el intercambio
de material específico y beneficios simbólicos. Implícito en todo esto está el hecho de que la
generación e utilización de conocimiento no es meramente un asunto de instrumentación, de
eficiencia técnica o de hermenéutica (la mediación de las interpretaciones de otros a través de
nuestra propia interpretación teórica), sino que involucra aspectos de control, autoridad y poder
que están encarnados en relaciones sociales. Es por esta razón que con toda probabilidad habrá
disonancias tajantes entre las distintas categorías de actores involucrados en la producción,
diseminación y utilización de conocimiento, aunque, como muestran convincentemente varios
estudios de agricultores 'experimentadores' (por ejemplo Richards 1995, Box 1987; Rhoades y
Bebbington 1988), es poco probable que las divisiones sociales críticas coincidirán nítidamente
con las distinciones entre 'productores', 'diseminadores' y 'usuarios' de conocimiento. Un estudio
reciente sobre el uso de información tecnológica (por ejemplo modelos computarizados de
producción) entre los agricultores Holandeses, por ejemplo, argumenta que la categoría de
'usuarios' debe ser extendida más allá de los agricultores como clientes para cubrir además a las
agencias gubernamentales y a las organizaciones de agricultores - que buscan utilizar nuevas
tecnologías para mejorar su competitividad frente a otros grupos de productores - a
investigadores y extensionistas que la utilizan para promover sus propios modelos agrícolas y a
las empresas agroindustriales que buscan enrolar a sus clientes a la consecución de sus propios
intereses (Leeuwis 1991). Los datos que proporciona Leeuwis sugieren que las
conceptualizaciones de las 'necesidades informativas' en términos de tecnología informacional
frecuentemente son problemáticas, puesto que son visualizadas de manera 'estática', como si
pudieran ser 'predichas con anterioridad y relacionadas a modelos formales de toma de
decisiones'. Afirma que los productores pepineros Holandeses eligen programas de software
específicos tomando en consideración todo tipo de situaciones 'contextuales', tales como la
solidaridad entre grupos periféricos, vínculos personales, la composición de los grupos y la
necesidad de evitar el aislamiento (Leewis y Arkesteyn 1991).
Este caso apoya el argumento de que en tanto conceptualicemos las cuestiones de
utilización/diseminación del conocimiento simplemente en términos de 'conceptos de enlace', sin
proporcionar suficiente atención a la agencia humana y a la transformación del significado en
los puntos de intersección entro los mundos de vida de los diferentes actores, y sin analizar las
interacciones sociales que se involucran, habremos perdido el significado del conocimiento
mismo. Sugerimos que nuestras nociones guía deben ser discontinuidad y no vinculación, y
transformación y no transferencia de significado. El conocimiento emerge como un producto de
la interacción y el diálogo entre actores específicos. Es fragmentario y difuso más que unitario y
sistemático, y se presenta en multinivel (siempre existe una multiplicidad de marcos de
significado posibles). No sólo es poco probable, por lo tanto, que los diferentes actores (tales
7

como campesinos, extensionistas e investigadores) compartan las mismas prioridades y


parámetros de conocimiento, sino que uno se esperaría que las comunidades 'epistémicas'
(aquellos que comparten a grandes rasgos las mismas fuentes y modos de conocimiento) fueran
internamente diferenciadas en términos de repertorios y aplicación del conocimiento. Por lo
tanto, tramar la creación de condiciones bajo las cuales un solo sistema de conocimiento
(involucrando intercambios y flujos de información mutuamente benéficos entre los diferentes
actores) pudiera surgir parece imposible de lograr; y, si de hecho esto fuera posible, sería a costa
de la posibilidad de innovación y adaptabilidad al cambio, dado que ambos dependen de la
diversidad y fluidez del conocimiento y no de la integración y sistematicidad.

Discontinuidades y Acomodamientos en las Interfases de Conocimiento

Para explorar estas cuestiones más a fondo, necesitamos desarrollar un análisis de las situaciones
de interfase. Definimos una interfase social como el punto crítico de intersección entre distintos
sistemas sociales, campos o niveles de orden social donde es más probable encontrar
discontinuidades estructurales basadas en diferencias de valor normativo e interés social (Long
1989).
Los estudios de interfases, entonces, conciernen esencialmente el análisis de las
discontinuidades en la vida social. Tales discontinuidades se caracterizan por discrepancias en
términos de valores, intereses, conocimiento y poder. Las interfaces ocurren típicamente en los
momentos donde intersectan diferentes - y frecuentemente conflictuantes - mundos de vida o
campos sociales. Más concretamente, caracterizan las situaciones sociales (lo que Giddens llama
'locales') donde las interacciones entre actores se llegan a orientar en torno al problema de
diseñar maneras de 'puentear', acomodarse a, o luchar contra los mundos sociales y cognitivos
diferentes del otro. El análisis de las interfases busca elucidar los tipos de discontinuidades que
están presentes en tales situaciones y caracterizar los diferentes tipos de formas culturales y
organizativas que las reproducen o transforman. Aunque la palabra 'interfase' tiende a sugerir la
imagen de algún tipo de articulación o confrontación de 'dos lados', las situaciones de interfase
son mucho más complejas y múltiples en su naturaleza. 4 en que deseamos enfatizar la naturaleza
dinámica y conflictiva de la interfase social.
Las interacciones entre el gobierno o las agencias externas involucradas en la
implementación de programas de desarrollo particulares y los llamados beneficiarios de la
población agricultora no pueden ser entendidas adecuadamente a través del uso de concepciones
generalizadas tales como 'relaciones estado-campesinos' o recurriendo a conceptos normativos
tales como 'participación local'. Estas interacciones deben ser analizadas como parte de los
procesos continuos de negociación, adaptación y transferencia de significado que se da entre los
actores específicos involucrados. El estudio de las interfases sociales, el cual se enfoca al análisis
de las coyunturas críticas o las arenas que suponen diferencias de valores normativos e intereses
sociales, implica no sólo la comprensión de las luchas y los diferenciales de poder que se dan
entre los distintos actores involucrados, sino también un esfuerzo de revelar la dinámica de la
4
La noción general de 'interfase' sugiere la imagen de dos superficies que entran en contacto, o de un sistema
moderno de computación cuya unidad procesadora central esta vinculada a equipo auxiliar a través de un
mecanismo llamado la interfase. También se ha utilizado para caracterizar la situación por medio de la cual
interactúan substancias químicas que logran combinarse para formar una solución compuesta nueva. Nuestra
utilización difiere de éstas.
8

acomodación cultural que hace posible la interacción entre varias 'visiones del mundo'.
Es este un tema de investigación difícil, pero creemos que es central para entender los
resultados intencionados así como los no- intencionados de la intervención planeada, sea ésta
impulsada 'desde arriba', por autoridades gubernamentales o por agencias de desarrollo, o 'desde
abajo' por diversos intereses locales.
Exploramos algunas de las complejidades implicadas en la interacción de agencias
gubernamentales con grupos locales en los tres casos que presentamos a continuación, los cuales
ilustran cómo la comprensión de diferentes (y posiblemente conflictuantes) formas de
conocimiento e ideología es central al análisis del desarrollo rural.
El primero se refiere a un estudio de caso extendido realizado en México (Arce y Long
1987) que se enfoca en los dilemas de Roberto, un técnico que trata de puentear entre los
intereses de los productores campesinos y la estructura administrativa y sus propias prioridades.
Como técnico, Roberto se encontraba 'en la línea de fuego' en la implementación del SAM
(Sistema Alimentario Mexicano, un programa nacional orientado a proporcionar un grado de
'capitalización' a los productores de básicos) en interacción directa y regular con su población
clientelar. Se esperaba que siguiera ciertos procedimientos administrativos en la implementación
del programa. Al mismo tiempo, sin embargo, acumuló experiencia en el manejo tanto de las
demandas del sistema administrativo y sus rutinas, como de las de sus clientes campesinos.
El involucramiento del técnico con estos dos mundos sociales contrastantes - y
frecuentemente en conflicto - produce un cuerpo de conocimiento basado en su experiencia
individual que lo conduce a diseñar sus propias estrategias de intervención, tanto en el pueblo
como en las arenas administrativas oficiales. Aunque pudiera parecer que tales estrategias son
altamente idiosincráticas, por el hecho de estar basadas en la cronología de la experiencia de
individuos particulares, de hecho se forjan a través de las posibilidades de maniobra y discurso
que ya existen entre las dos arenas y por la dinámica de los contextos estructurales dentro de las
cuales interactúan los distintos actores. El caso muestra cómo estos actores diferentes o
categorías sociales desarrollan sus propias interpretaciones cotidianas compartidas o sus modelos
de acción que se originan en, y adquieren potencialidad y legitimación a través de la interacción
social y la confrontación con formas de organización y puntos de vista opuestos. El técnico
descrito no puede simplemente escapar estas influencias y limitaciones tratando de ignorar su
existencia, y si tratara de hacerlo, perdería legitimidad como técnico a los ojos tanto de los
campesinos como de los burócratas.
Lanza una crítica de las limitaciones del SAM y reconoce las prácticas administrativas
corruptas. Sin embargo, el resultado final es que es etiquetado como un 'grilloso' y mandado a
una unidad especial para 'los problemáticos' (a una zona aislada considerada como zona
problema) con el fin de que se reforme. Su fracaso en términos de persuadir a su jefe
administrativo que acepte su solución para puentear la distancia entre los campesinos y los
intereses gubernamentales tiene otra repercusión: los campesinos pueden usar su caso para
confirmar y reforzar su propio modelo referente a las prácticas y el personal gubernamental. De
esta manera, la experiencia con este técnico específico alimenta sus creencias sobre el
funcionamiento del estado, aunque esta misma serie de eventos puede ser utilizada
posteriormente para justificar otros intentos de reestructurar la interfase entre ellos y las agencias
interventoras y sus intereses. La situación también se convierte en un factor importante en la
reproducción de estrategias de sobrevivencia particulares, las cuales ocultan eficientemente del
gobierno, y en la reproducción de sus propias - pero diversas - configuraciones de conocimiento.
El efecto combinado de estos diferentes procesos es el de mantener los mundos sociales de los
campesinos y los burócratas en oposición a través de la vinculación de configuraciones de
9

conocimiento cotidianas contrastantes y a través de la generación mutua de sistemas socialmente


construidos de ignorancia.
Otro estudio de caso que nos permite observar la interacción y acomodamiento entre
visiones del mundo que conllevan procesos de poder encubiertos o explícitos, así como el
entretejimiento de redes de conocimiento, es el de un grupo de mujeres apicultoras (ver Long y
Villarreal 1989 y Villarreal 1994) organizadas como Unidad Agrícola e Industrial de la Mujer
campesina en México. El grupo se formó por iniciativa gubernamental siguiendo los
lineamientos de la ley agraria, la cual estipula la creación de empresas para mujeres campesinas.
Aunque cada una de las mujeres atribuyen un significado diferente a su participación en el
proyecto agrícola y a los beneficios que pudieran obtener de éste, sus intereses se entretejen en
ciertos momentos, abordando cuestiones no sólo del proyecto mismo, sino también de sus
estrategias familiares , de las relaciones con sus redes de parentesco, etc. Por lo tanto, las
miembras del grupo comparten ciertas definiciones de la empresa al tiempo que difieren en otras,
con respecto, por ejemplo, a la posible ampliación de la empresa (punto crucial puesto que
implica el concebir sus actividades como ocupación central y no como actividad complementaria
a sus labores cotidianas), a las relaciones que se asumen con grupos e instituciones fuera del
poblado, pero también con respecto a su auto-definición como apicultoras, como mujeres
empresarias o como amas de casa. Las mujeres lucharon juntas contra los campesinos que las
tildaron de flojas e irresponsables, acusándolas de descuidar sus deberes hogareños. Redoblaron
sus esfuerzos en el cuidado de los hijos y los maridos y objetaron los proyectos de los agentes
gubernamentales, quienes, con la idea de hacerlas entrar en 'el mundo de negocios de los
hombres' las presionaban para que expandieran la empresa. Sin embargo durante el proceso de
interacción como grupo, con sus familias, con otra gente del pueblo, con los interventores
'externos' de gobierno y aún con nosotros como investigadores, las fronteras de su proyecto y sus
roles como mujeres frente a él sufrieron redefiniciones constantes. Tales redefiniciones no sólo
involucraban sus objetivos como apicultoras sino también los prospectos y proyectos que se
fijaban como mujeres en otras esferas de sus vidas cotidianas.
Nuestro tercer caso concierne un estudio reciente sobre el cambio tecnológico (Hawkins
1991), que muestra cómo las cuestiones de 'transferencia de conocimiento' también requieren un
análisis cuidadoso de los intereses y estrategias procurados por quienes producen, comercializan
y/o promueven tecnologías. El caso sugiere maneras de integrar tales dimensiones políticas y
económicas al análisis de los procesos de conocimiento agrarios.
El estudio de Hawkins se enfoca a la producción lechera y de papas en Chesire,
explorando las siguientes cuestiones: las fuentes de financiamiento y los rumbos que la
investigación agrícola en estos rubros ha seguido en la última década, la diseminación de nuevas
tecnologías desde los fabricantes a los agricultores individuales, y los tipos de redes de interfase
que emergen dentro de estos dos complejos mercantiles contrastantes, así como las maneras en
que los agricultores integran las nuevas tecnologías a la producción. Hawkins argumenta que las
nuevas tecnologías son de naturaleza dual: son un producto o un insumo para la producción al
tiempo de constituir un flujo de información vinculado a la promoción de una racionalidad
tecnológica particular. La diseminación y el desarrollo de la tecnología es manejado y forjado
por intereses privados y públicos específicos y se ve influenciado por el discurso político
prevaleciente y por las posibilidades del mercado. Como resultado, la velocidad y la dirección
del cambio tecnológico variaba, por ejemplo, entre la producción lechera (la cual tendía a
orientarse más a la producción) y la producción de papas (la cual se orientaba fundamentalmente
al mercado).
Sin embargo, Hawkins sostiene que es importante 'desagregar' estas series variadas de
10

intereses que afectan las empresas agrícolas, identificando a los actores sociales particulares
involucrados en el proceso. Esto la lleva a aislar diferencias importantes en los complejos
mercantiles y en las redes de interfase tanto para el caso de la papa como de la leche. La
provisión de tecnología a los agricultores y las redes y los canales a través de los cuales esto se
consiguió muestra cómo las empresas agrícolas mismas se encuentran en medio de conjuntos de
agentes entrelazados (quienes proveen materias primas, otros insumos y asesoría además de
organizar la salida de productos) que adoptan formas un tanto diferentes dependiendo del
complejo mercantil. Mientras que el complejo de la papa resultó estar altamente integrado, tanto
verticalmente (los procesadores y los pre-empacadores también vendían semilla y
proporcionaban asesoría) como horizontalmente (los agentes vendían combinaciones de
insumos), el complejo lechero se encontraba bastante segregado, y había poca evidencia de la
existencia de integración vertical u horizontal para sus productos. El estudio de las redes de
interfase destacó otros tres aspectos interesantes: primero, lejos de encontrarse en posiciones
poderosas en el mercado, los agentes de las comercializadoras agrícolas enfrentaban mercados
inciertos y limitados: segundo, la localidad era importante, puesto que los agricultores obtenían
muchos insumos de comerciantes generalistas cercanos; y tercero, la oferta de asesoría técnica a
los agricultores constituía una estrategia para intensificar el vínculo, puesto que la producción se
hizo cada vez más complicada técnicamente y los agricultores sintieron la necesidad de recibir
más asesoría. Así, las compañías consideraban que el proporcionar buena asesoría técnica era
una manera de procurar la lealtad de los agricultores: por ejemplo, muchos lecheros preferían
fertilizantes ICI, los cuales les daban acceso a una cantidad de servicios de parte de la compañía.
El cambio tecnológico no sólo era importante, por lo tanto, a nivel del producto, sino
también en su calidad de asesoría, o, como lo denomina Benvenuti (1975), su carácter técnico-
administrativo, aunque como Hawkins muestra posteriormente - en su análisis de las maneras en
que los agricultores negocian un grado de autonomía en el manejo de la tecnología, las redes
mercantiles y la producción agrícola – las comercializadoras nunca pudieron socavar
completamente la capacidad de los agricultores para tomar decisiones de manera independiente,
ni tampoco destruir la heterogeneidad de las diferentes empresas agrícolas, aún dentro de un
mismo complejo mercantil. Aún cuando las ideas de los asesores influenciaron de manera
considerable las decisiones de los agricultores, cualquier asesoría de este tipo se filtra, por
supuesto, por el sistema tecnológico de los agricultores y por sus propios mundos de vida. De
esta manera se presenta lo que uno pudiera llamar 'una internalización de externalidades.
Hawkins expresa esto nítidamente: 'Las redes de interfase constituyen sitios para las dinámicas
mediante las cuales las compañías agrícolas extienden sus mercados y buscan controlar
técnicamente a los campesinos, y donde los campesinos reaccionan adaptando las tecnologías
que se les ofrecen de tal manera que se adecuen a sus necesidades, forjando las redes y
relacionando sus acciones tal vez hacia una lógica ligeramente distinta a la de las compañías.'
(1991: 279)

Redes de Conocimiento y Comunidades Epistémicas

En consistencia con este énfasis en visualizar la generación y adquisición del conocimiento en


términos de encuentros en interfases múltiples, Louk Box (1989: 167) argumenta que los
sistemas de conocimiento agrícolas no deben ser conceptualizados como estructuras totalizantes
compuestas por 'sub-sistemas' (como lo sugiere Röling 1985, 1988) de investigación, extensión y
agricultores. Propone en su lugar la noción de una multiplicidad de redes de conocimiento a
través de las cuales ciertos tipos de información se comunican y legitiman, y entre las cuales
11

frecuentemente encontramos una aguda falta de comunicación. Basándose en el caso de la


producción de tapioca en la República Dominicana, Box muestra cómo los mundos de vida de
investigadores, extensionistas y agricultores se encuentran parcialmente sellados unos de los
otros. Concluye que 'las redes de conocimiento están altamente segmentadas. Están, como el
paisaje de la sierra con sus abismos, distanciando a las comunidades. En lugar de un solo sistema
de conocimiento, existen muchas redes complejas que adolecen de articulación. Los mundos de
vida de los participantes, o sus valores, normas e intereses, difieren de tal manera que no
permiten la comunicación y la interacción entre los distintos participantes' (Box 1989: 167).
Estas diferencias, frecuentemente tildadas de 'patológicas' por los pensadores sistémicos,
son intrínsecas a la vida cotidiana de los actores, y constituyen las condiciones sociales tanto
para el cambio como para la continuidad. Así, un problema clave para el análisis y el manejo de
los llamados sistemas de conocimiento son precisamente los canales de comunicación frágiles,
cambiantes o inexistentes entre los distintos grupos involucrados, y no la permanencia y
coherencia de los vínculos existentes. Lo que es más, como subraya Box, los repertorios de
conocimiento de los migrantes serranos - quienes llegan con ciertas redes sociales pre-existentes
pero rápidamente crean nuevas - no puede por lo tanto desvincularse de las relaciones e
intercambios sociales en los cuales existe tal conocimiento.
En otro estudio, también en la República Dominicana, Box documenta cómo los
comerciantes a pequeña escala (y no los extensionistas) involucrados en la comercialización de
una variedad de tipos de productos agrícolas jugaban un rol central en la difusión de información
con respecto a nuevas variedades de camote. Veinte por ciento de los informantes campesinos
indicaron que preferían recibir asesoría de los comerciantes, frente a un 5 por ciento que
mostraron preferencia por los extensionistas agrícolas gubernamentales. Además, existía una
gran desconfianza entre los agricultores con respecto a la calidad de los materiales para la
siembra y la información proporcionados por las agencias gubernamentales. Los productores
locales recordaron amargamente la última vez que el gobierno promovió activamente una
variedad nueva: ¡tenía un sabor tan malo que era imposible venderla en los mercados de frutas y
verduras! (Box 1986: 104 - 5).
Otro ejemplo de las maneras en que el conocimiento agrícola está encarnado en
relaciones sociales e interpretaciones culturales particulares es el de Tonga del Señorío
(Chiefdom) Mola en el norte de Zimbabwe (Schuthof 1989). Aquí encontramos tres redes
sociales diferentes y en gran medida separadas relacionadas con el conocimiento y la práctica
agrícolas: una se centra en el extensionista gubernamental cuya tarea es la de promover un
paquete de maíz híbrido, la segunda concierne un especialista religioso, 'el medium espiritual' o
chamán (hacedor de lluvia), quien maneja principalmente asuntos relativos a los cultivos básicos
y a la práctica agrícola Tonga, y la tercera involucra un grupo de agricultores 'innovadores' que
producen fundamentalmente para el mercado. La comunidad también está dividida en términos
religiosos entre los Cristianos y los no-Cristianos. Schuthof recuerda que mientras que los
Cristianos normalmente consultan al extensionista o a agricultores locales conocedores cuando
se enfrentan a problemas agrícolas, la mayoría de los no-Cristianos van directamente al chamán
cal quien les proporciona asesoría sobre la calendarización de las prácticas agrícolas además de
adivinar las causas o curas de las enfermedades de las plantas, bendecir las semillas antes de la
siembra, e interceder por la gente local ante los espíritus agraviados para atraer la lluvia o
prevenir el ataque o la destrucción de cultivos por parte de animales salvajes. Para el grueso de la
población, el chamán con su conocimiento 'agrícola' profeso y sus redes de soporte y
legitimación eran más trascendentales en el proceso de toma de decisiones con respecto a la
producción agrícola que el conocimiento agrícola especializado y los contactos proporcionados
12

por el staff de extensionistas. En efecto, el breve estudio de Schutoff muestra que sólo el 1 por
ciento de los agricultores del área se molestaron en visitar al extensionista para informarse del
paquete de maíz que supuestamente promovía, aunque la mayoría de los agricultores de hecho
cultivaban alguna variedad mejorada de maíz. La comprensión de los procesos de conocimiento
entre los Tonga, entonces, requería la apreciación cuidadosa de la naturaleza diferenciada de las
redes sociales, las creencias y el poder locales.
Un estudio temprano de las diferencias en las redes sociales de agricultores comerciales y
no-comerciales entre los Tonga de la Meseta de Zambia (Jones 1966) mostró cómo los
productores comerciales desarrollaron vínculos más cercanos de amistad con agricultores
europeos vecinos. Obtuvieron beneficios tales como asesoría sobre el cultivo del maíz y algunos
inputs de estos sin desarrollar relaciones de dependencia. A diferencia de los agricultores no-
comerciales, sin embargo, quienes a veces también visitaban a los agricultores europeos
(fundamentalmente ex-patrones), frecuentemente a 'mendigar algo ... sal, un puerquito, y en un
caso, un montón de costales viejos', el agricultor comercial evitaba el colocarse en una relación
de subordinación e insistía en pagar o reciprocar los servicios obtenidos. Uno de esos
agricultores correspondió la información agrícola que obtuvo aconsejando a su amigo europeo
sobre la compra de puercos de ciertos agricultores no-comerciales. En otro caso un agricultor
ofreció colocar ganado en la tierra del europeo como colateral en un préstamo que solicitó para
pagar la deuda de un tractor (Jones 1966: 280, 282).
Estos ejemplos apuntan hacia la existencia de diferencias importantes en la naturaleza y
operación de redes de conocimiento dentro de las mismas poblaciones de agricultores. Por lo
tanto, el análisis de redes nos puede ayudar a identificar las fronteras de las comunidades
epistémicas y caracterizar la estructura y contenidos de redes comunicadoras particulares. Como
lo han mostrado estudios previos de redes comunicadoras (por ejemplo Allen y Cohen 1969;
Long 1972; Long y Roberts 1984), ciertos individuos o grupos frecuentemente se convierten en
las estrellas sociométricas de una red definida de vínculos sociales, así como puntos de
articulación dentro de campos de interacción mas amplios. Es decir, operan como 'porteros'
(cuidador de puerta) o intermediarios para campos y redes sociales más distantes
estructuralmente. Los 'porteros' juegan un rol estratégico tanto en facilitar como en bloquear el
flujo de ciertos tipos de información y por lo tanto son de importancia crucial en la comprensión
del funcionamiento de las redes de conocimiento. Relacionado con esta cuestión está la
sugerencia de que la diseminación de ideas e información efectiva dentro de una red de
individuos depende de la existencia de lo que Granovetter (1983) llama 'vínculos débiles', los
cuales 'puentean segmentos divergentes de redes que de otra manera estarían aislados unos de los
otros' (Milardo 1988: 17). Tales vínculos débiles han demostrado ser particularmente
significativos en la obtención de acceso a campos de información diversos, tales como, por
ejemplo, aquellos asociados con la búsqueda de empleo o casa, o información con respecto a
precios en localidades de mercado dispersas. Por otro lado, el actuar sobre información
usualmente requiere que los individuos aseguren cierto apoyo de otros. Esto implica un mínimo
de consenso normativo, y, en algunas situaciones, la capacidad para establecer reglas y sujetar a
otros a cierta complicidad (Moore 1973). Esto último presupone la existencia de una red social
relativamente densa, lo cual también podría, paradójicamente, entorpecer la absorción de
información nueva y la adaptación rápida a circunstancias cambiantes (Long 1984: 23).
Estas y otros hallazgos similares proveen una fuente fértil de ideas sobre cómo distintos
tipos de redes sociales e intercambios de contenidos dentro de las redes afectan el flujo de
información y los procesos de diseminación\creación de conocimiento. Este campo de
13

investigación es bastante fructífero aunque se encuentra aún descuidado. 5

La heterogeneidad del conocimiento y la agencia humana en las prácticas agrícolas

Como lo indican los ejemplos arriba citados, las poblaciones agricultoras son esencialmente
heterogéneas en términos de las estrategias que los agricultores adoptan para resolver los
problemas de producción y otros que enfrentan. Las disímiles y cambiantes condiciones
ecológicas, demográficas, de mercado, económico-políticas y socioculturales se combinan para
generar patrones diferenciales de empresas agrícolas, resultando en diferencias en los estilos de
administración, los patrones de cultivo y los niveles de producción. En este proceso está
implícito, por supuesto, el uso diferencial del conocimiento: es decir, el conocimiento agrícola
varía y es atribuido significados sociales diferentes dependiendo de como se aplica en el
funcionamiento de la agricultura. Esto se puede ver fácilmente en el uso de diversas tecnologías
(por ejemplo, tractor, arado, azadón hacha) pero también es evidente en los significados
específicos que un instrumento particular o un factor de producción adquiere al ser coordinado
con otros factores de producción y reproducción (Van der Ploeg 1986). Por lo tanto, se retrabaja
constantemente la tecnología adoptada para acoplarse a las estrategias de producción, a los
imperativos de recursos y a los deseos sociales del agricultor o de la familia agricultora.
Sin embargo, aquí se incluye, no sólo el proceso por medio del cual se adoptan, apropian
o transforman 'nuevas' tecnologías o paquetes agrícolas, sino también el proceso continuo por
medio del cual agricultores particulares combinan diferentes dominios sociales con base, por
ejemplo, en instituciones familiares, comunitarias, de mercado o gubernamentales. Puesto que
cada dominio (como el mismo término lo sugiere) implica algún tipo de ordenamiento normativo
distintivo, el agricultor se ve en la necesidad de seleccionar y coordinar los compromisos
sociales y normativos más apropiados para organizar el proceso de producción y reproducción
agrícola. Las decisiones que toma el agricultor se basan, por supuesto, en las preferencias
valorativas y los stocks de conocimiento, recursos y relaciones asequibles.
Visto de esta manera, el agricultor es visualizado como un estratega activo que
problematiza situaciones, procesa información y reúne los elementos necesarios para operar su
empresa agrícola. Es decir, un agricultor (o agricultora) está involucrado en la construcción de su
propio mundo agrícola, aún cuando internalice modos de racionalidad externos (los cuales
pueden incluir el uso de tecnologías informacionales) y así, aparezca como si simplemente
estuviera llevando a cabo órdenes de agentes externos. Un ejemplo interesante de esto es el
proporcionado por Pile (1990), quien analiza procesos de construcción cultural entre agricultores
lecheros en Inglaterra. Muestra cómo sus formas de discurso y los 'mapas de significado'
conceptualizan las relaciones de poder en las cuales se ven envueltos y cómo estos marcos de
significación forjan la acción social y las estrategias agrícolas cotidianas. de esta manera, resalta
las maneras en que los lecheros perciben el carácter del estado y razonan con respecto a las
políticas agrícolas impulsadas tanto por el gobierno Británico como por la Comunidad Europea.
Esta línea de argumentación nos lleva una vez más a la importancia de una perspectiva
centrada en el actor para la comprensión de los procesos de conocimiento. El concepto de
agencia humana es central a la noción del actor social, dado que atribuye al actor (sea individuo
5
Para avanzar este trabajo, es necesario enfatizar que 'los analistas de redes sociales se enfocan a las explicaciones
del comportamiento basadas en las interconexiones estructuradas de sus miembros, más que en los efectos
independientes de disposiciones personales o relaciones diádicas. Evitan explicaciones de comportamiento basadas
en creencias normativas o afiliaciones categóricas tales como género, raza a clase...' (Milardo 1988: 15).
14

o grupo social) la capacidad para procesar la experiencia social y diseñar maneras de manejar sus
vidas, aún bajo las condiciones más extremas de coerción. Es importante, sin embargo, enfatizar
que la 'agencia' no es simplemente un atributo del actor individual La agencia está compuesta de
relaciones sociales y sólo puede ser efectiva a través de éstas; requiere capacidades
organizativas. La habilidad para influenciar a otros o para pasar una orden (por ej. lograr que se
acepte un mensaje particular de extensión agrícola) reside fundamentalmente en 'las acciones de
una cadena de agentes, cada uno de los cuales la 'traslada' o 'traduce' de acuerdo a sus propios
proyectos' ... y 'el poder se construye aquí y ahora al enrolar a muchos actores en un estratagema
político y social dado' (Latour 1986: 264). en otras palabras, la agencia (y el poder) depende
crucialmente del surgimiento de una red de actores que son parcialmente, aunque rara vez
completamente, enrolados en el 'proyecto' de alguna persona o personas. La agencia efectiva,
entonces, requiere la generación\manipulación de una red de relaciones sociales y el
encauzamiento de items específicos (tales como demandas, órdenes, bienes, instrumentos e
información) a través de ciertos 'puntos nodales' de interacción (Clegg 1989: 199). Para lograr
esto, el que los actores logren ganar las batallas que se presentan sobre la atribución de
significados sociales a eventos, acciones e ideas particulares se convierte en esencial. Visto de
esta manera, los modelos particulares de intervención para el desarrollo se convierten en armas
estratégicas en manos de las agencias encargadas de promoverlas (Long y Van der Ploeg 1989).
Van der Ploeg (1989) ilustra este proceso en su análisis de cómo los productores a
pequeña escala en los Andes sucumbieron a las definiciones 'científicas' del desarrollo agrícola.
Demuestra que, aunque los campesinos han diseñado soluciones perfectamente adecuadas a sus
propios problemas de producción (aquí se refiere al cultivo de papa), el tipo de conocimiento
científico introducido por los extensionistas va marginalizando gradualmente su conocimiento
local. Es decir, este último se convierte en superfluo al modelo de métodos 'modernos' de
producción promovidos por 'los expertos', y los proyectos de desarrollo se convierten en un tipo
de mercancía monopolizado y vendido por los expertos, quienes ejercen 'autoridad' sobre sus
'sujetos'. De esta manera las reglas, los límites y los procedimientos que gobiernan la
negociación entre los agentes estatales y los agricultores y los recursos que se proveen derivan
(en gran medida) de los intereses e instituciones externos. Así, aunque es posible describir las
relaciones entre campesinos andinos y los expertos externos u agentes estatales en términos de
una historia de desconfianza y dependencia, la ciencia y las ideologías modernas de desarrollo
eventualmente llegan a ejercer tal grado de influencia en los resultados de las negociaciones con
los cultivadores que previenen de manera efectiva cualquier intercambio de conocimiento y
experiencia. Esto crea lo que Van der Ploeg llama 'esferas de ignorancia' donde los cultivadores
son tildados de 'hombres invisibles' en contraste con los 'expertos', quienes son visibles y
autoritarios.
Tales procesos, sin embargo, no constituyen de ninguna manera imposiciones mecánicas
de fuera. Necesariamente implican la negociación de conceptos, significados y proyectos que se
internalizan en grados diversos por parte de los agentes involucrados. Así, la habilidad de los
extensionistas para transformar la naturaleza de la práctica agrícola se sustenta en dos elementos:
sus habilidades en el manejo de los encuentros de interfase con los campesinos; y las maneras en
las que series de relaciones de poder más amplias (o 'agentes en cadena') se introducen en el
contexto, legitimando sus acciones y sus concepciones, y definiendo ciertas 'reglas del juego'
cruciales. En contra balance, encontramos el hecho de que los cultivadores también asimilan
información unos de los otros, así como de fuentes 'externas' en un esfuerzo por crear
conocimiento a tono con las situaciones que enfrentan.
Este proceso de internalización es descrito más ampliamente en el estudio que
15

mencionamos arriba sobre un grupo de mujeres abejeras mexicanas. Desde el principio, los
implementadores del proyecto veían a estas mujeres como campesinas y como empresarias
potenciales. Sin embargo, las auto-imágenes de las mujeres proyectaban un cuadro diferente y
variado. Mientras que algunas aceptaban más o menos la imagen campesina empresarial, la
mayoría se describía a sí mismas como amas de casa o como gente 'burda y sin educación'
(utilizando palabras como 'pata-rajadas' y 'rústicas' para referirse a sí mismas), para quienes la
apicultura constituía una actividad complementaria a sus quehaceres principales. A pesar de esto,
el proyecto les proporcionó una serie de encuentros con el 'mundo exterior', involucrando una
confrontación entre categorizaciones 'externas' de sí mismas como mujeres y sus propias
imágenes y representaciones diversas. Al paso del tiempo reflexionaron y modificaron
parcialmente tales concepciones, llegando al punto, después de algunos años, en el cual la noción
de 'mujeres empresarias' no les era totalmente ajena, ni era incompatible con otras concepciones
de sí mismas.

El poder y la construcción social del conocimiento

La discusión que antecede resalta las relaciones entre los procesos de poder y conocimiento. Al
igual que el poder, el conocimiento no es simplemente algo que se posee, acumula y se impone
sin problemas sobre otros (Foucault en Gordon 1980: 78 - 108). Tampoco puede ser medido con
precisión en términos de alguna noción de cantidad o cualidad. Emerge de procesos de
interacción social, y como sugerimos arriba, es esencialmente un producto conjunto del
encuentro de horizontes. Por lo tanto, como el poder, debe ser conceptualizado relacionalmente y
no tratado como si se pudiera agotar o consumir. El que alguien tenga poder o conocimiento no
necesariamente implica que los otros no lo tengan. Por lo tanto, un modelo de suma cero está
desubicado. Sin embargo, tanto el poder como el conocimiento pueden reificarse en la vida
social: es decir, frecuentemente pensamos en ellos como si fueran cosas materiales que son
poseídas por los agentes, tendemos a tomarlos como 'dados' sin cuestionar. Este proceso de
reificación es, por supuesto, una parte esencial de las luchas continuas sobre el significado y el
control sobre relaciones y recursos estratégicos que discutimos arriba. Los encuentros de
conocimiento involucran luchas entre agentes, donde ciertos actores intentan enrolar a otros en
sus 'proyectos', llevándolos a aceptar marcos de significados particulares y allegándoselos a sus
puntos de vista. Si tienen éxito, otros actores les 'delegan' poder. Estas luchas se concentran en
'fijar' ciertos puntos clave que tienen una influencia de control sobre los intercambios y las
atribuciones de significado (incluyendo la aceptación de nociones reificadas tales como
'autoridad').
Si, por lo tanto, reconocemos que estamos refiriéndonos a 'realidades múltiples', a
intereses normativos y sociales potencialmente conflictivos y a cuerpos de conocimiento
fragmentados y diversos, entonces debemos, como sugerimos arriba, profundizar en la cuestión
de cuáles interpretaciones o modelos (ej. aquellos de los científicos agrícolas, de políticos,
agricultores o extensionistas) prevalecen sobre los de otros actores y bajo qué condiciones. Los
procesos de conocimiento están encarnados en procesos sociales que implican aspectos de poder,
autoridad y legitimación; y tan pueden reflejar y contribuir al conflicto entre grupos sociales
como llevar al establecimiento de percepciones e intereses comunes. Y si este es el estado
normal de la cuestión, entonces es irreal imaginarse que uno puede suavemente 'conducir' a los
sistemas de conocimiento hacia modos de integración y coordinación mejores.
Si ahora tomamos la creación\diseminación del conocimiento de esta manera, nos vemos
forzados a colocarlo plenamente en su contexto social, no como un proceso descuerpado
16

constituido por 'instituciones formales', por 'concepciones ideo-típicas' o por mecanismos de


vínculo, sino como un proceso que involucra a actores e individuos interactuantes específicos
quienes se interrelacionan a través de redes de interés y a través de compartir ciertos marcos de
conocimiento. Estas redes, por supuesto, son emergentes y se extienden más allá del contexto
interaccional inmediato para abarcar regiones más remotas. También pueden, como Latour
(1986) comenta, involucrar más que simplemente relaciones sociales: se encarna en su interior
una gama de recursos materiales y 'extrasomáticos' (tales como llamadas telefónicas, registros
agrícolas, material genético y maquinaria) que adquieren significado social en el proceso de
creación\diseminación del conocimiento.
El análisis de los procesos de poder, por lo tanto, no debe restringirse a una comprensión
de cómo los limitantes sociales y el acceso a recursos forjan la acción social. Tampoco debe
llevar a la descripción de ideologías hegemónicas y categorías jerárquicas rígidas que 'oprimen a
víctimas pasivas'. Al tomar distancia de la tendencia a simpatizar ideológicamente con estas
víctimas indefensas, uno debe más bien explorar el grado al cual actores específicos se perciben
capaces de maniobrar dentro de contextos o redes dadas y desarrollar estrategias para hacerlo.
Esto no implica el dejar de reconocer el espacio tan frecuentemente restringido para las
iniciativas individuales, sino mas bien el examinar, dentro de las limitaciones que se enfrentan,
cómo los actores identifican y crean espacio para sus propios intereses y para el cambio (ver
Long 1984 para una discusión más amplia sobre esta noción de 'espacio para el cambio social').
Como hemos sugerido en otros espacios (Villarreal 1992), el forjar espacio de maniobra
implica un grado de consentimiento, un grado de negociación y un grado de poder - no
necesariamente poder almacenado en alguna posición económica o política, sino la posibilidad
de control, de prerrogativa, de un grado de autoridad y capacidad de acción, sea en el escenario o
tras bambalinas, por momentos fugaces o por períodos largos. El poder es fluido y difícil - casi
innecesario - de medir, pero es imperativo el describirlo con mayor precisión. No es sólo la
cantidad de poder que hace la diferencia, sino la posibilidad de lograr ventaja sobre otros y
marcarlo situacionalmente. Las diferentes personas tienen diversas maneras de enrolar a otros en
sus proyectos, de vender sus auto-imágenes y de tratar de imponer auto-imágenes en ellos 6 . Todo
esto forma parte de un proceso de negociación por medio del cual los actores intentan cambiar
ciertos componentes o condiciones, al tiempo de luchar por mantener otros. Así, el poder
siempre implica lucha, negociación y compromiso. Ni siquiera aquellos categorizados como
'oprimidos' son víctimas pasivas y pueden involucrarse en resistencia activa. De igual manera,
los 'poderosos' no tienen un control completo del escenario y no podemos subestimar el grado al
cual su propio poder es forjado por quienes se supone no tienen poder. 7 Más bien, como señala
Scott, debemos hablar de resistencia, acomodación y aceptación estratégica. Aunque es poco
frecuente que la resistencia sea una empresa colectiva y abierta, los actos individuales de desafío
sutil y las voces silenciadas de oposición y movilización actúan a pesar de todo para desviar las
estrategias posiblemente coercitivas u opresivas de otros. De esta manera, la aceptación
estratégica y la acomodación - que en ocasiones resguarda actos de desafío - se convierten en
aspectos comunes de la vida social cotidiana (Scott 1985).

6
Ver Long y Van der Ploeg (1989) donde se discute el 'intercambio y la negociación de imágenes' que se presenta
en las situaciones de intervención.
7
James Scott describe estas cuestiones maravillosamente en su libro Weapons of the Weak (1985). Sin embargo, su
análisis se queda corto al basarse en categorías prefabricadas de clase, lo cual constituye su manera de hacer que las
piezas (las estrategias de resistencia) encuadren en el rompecabezas (la persistencia de formas hegemónicas).
17

Todo esto sugiere que los diferenciales de poder y las luchas sobre los significados
sociales son centrales para llegar a una comprensión de los procesos de conocimiento. El
conocimiento es esencialmente una construcción social que resulta de y es constantemente
recreada por los encuentros y las discontinuidades que surgen en los puntos de intersección entre
los mundos de vida de los actores. Afirmamos que una perspectiva sistémica no logra aprehender
la importancia teórica de estos procesos para el análisis de las cuestiones de conocimiento.
Además evita explicitar las maneras en que los investigadores e interventores toman decisiones
valorativas críticas al aplicar modelos sistémicos.

El discurso y el dilema del 'empoderamiento'

Esta perspectiva ilumina los dilemas críticos que enfrentan los activistas del desarrollo. Por
ejemplo, muchos trabajos recientes sobre empresas para el desarrollo tienen como meta el
'empoderamiento' de grupos locales (Chambers 1983; Kronenburg 1986). Aunque el concepto de
'empoderamiento' (empowerment, algunos autores lo traducen como 'poderío') forma parte de un
discurso neo-populista que apuntala las perspectivas 'participativas' que enfatizan la necesidad de
'escuchar a la gente', de comprender los 'razonamientos implicados en el conocimiento local',
'fortalecer la capacidad organizativa local' y desarrollar 'estrategias de desarrollo desde abajo', a
pesar de todo parece abrigar la connotación de un poder inyectado desde afuera orientado a
dirigir el balance de fuerzas hacia los intereses locales. Por lo tanto implica la idea de
'empoderar' a la gente a través de la intervención estratégica de los 'expertos iluminados', quienes
utilizan 'la ciencia de la gente' (Richards 1985) y las 'organizaciones intermedias locales' (Esman
y Uphoff 1984; Korten 1987) para promover el desarrollo 'desde abajo'. Es importante reconocer
la necesidad de tomar seriamente en cuenta las soluciones de la población local a los problemas
que enfrentan, pero estas cuestiones frecuentemente se presentan en la operación y planeación de
proyectos, como una mera substitución de fórmulas prefabricadas por procesos de 'aprendizaje'
(Korten 1987) o en términos de un 'nuevo' estilo de profesionalismo que busca promover
métodos de investigación, administración y evaluación participativos (Chambers et al. 1989). 8
Tales formulaciones aún no se desligan de las connotaciones intervencionistas y
gerenciales inherentes al trabajo para el desarrollo. Es decir, tienden a evocar una imagen de los
'externos' como 'más conocedores y poderosos' quienes 'ayudan' a la gente 'menos entendida y
desposeída de poder'. Por supuesto, muchos practicantes de campo, quienes enfrentan los
problemas cotidianos de la implementación de proyectos, están plenamente conscientes de esta
paradoja de las estrategias participativas. Por ejemplo, Kronenburg (1986) - quien es él mismo
practicante - proporciona una descripción iluminadora sobre algunos de los dilemas del
'empoderamiento' a partir de la experiencia de los implementadores de un programa de educación
no-formal en Kenya, el cual se basaba firmemente en metas participativas y concientizadoras.
Discute el interjuego entre procesos emancipatorios y manipulativos y explica: 'Brotaba una
contradicción en la línea endeble que separaba el uso de aptitudes impulsadas por el DEP
(Programa de Educación para el Desarrollo) para fortalecer la capacidad de las comunidades y
sus miembros para tomar decisiones sobre sus propias prioridades de desarrollo frente al uso de

8
El impulso a metas participativas no es, por supuesto, nuevo para los modelos de desarrollo planeado (Van
Dusseldorp 1991). Ver también Frerks (1991), quien presenta una revisión crítica de los conceptos de participación
en relación a los programas de intervención planeada.
18

estas mismas aptitudes para la consecución de metas que los facilitadores mismos habían puesto.
Las discusiones sobre el tema de la manipulación surgían a menudo en talleres nacionales,
frecuentemente en una etapa en la cual la confianza entre los participantes y los facilitadores no
se había desarrollado plenamente. Sin embargo, siempre existía la posibilidad de que
inconscientemente, los participantes estuvieran siguiendo el camino propuesto por los
facilitadores.
'Muy relacionado a la cuestión de emancipación versus manipulación está el poder del
facilitador, sea para permitir que el diálogo grupal siga su curso, o para controlar las discusiones
imponiendo formas variadas de disciplina. Al poner límites de tiempo a los temas juzgados como
irrelevantes o al enfatizar temas familiares o previstos para la discusión, el facilitador podía
influenciar la dirección de la discusión. Este es un dilema que enfrentan cotidianamente los
facilitadores que aplican una metodología no-directiva. Para evitar la manipulación, los
trabajadores del DEP trataban conscientemente de desarrollar mayor sensibilidad a las
necesidades y los sentimientos de los grupos. Para lograr esto de manera óptima, los facilitadores
siempre operaban en equipos para proporcionar contrapeso a las tendencias no deseadas
inherentes a su trabajo' (Kronenburg 1986: 163).
El relato de Kronenburg exhibe la naturaleza multi-facética del poder inherente a las
relaciones entre los activistas del desarrollo y sus 'asociados' locales en el seno de proyectos
participativos. Muestra también cómo irrumpen en esta arena compromisos sociales externos que
ayudan a forjar las consecuencias de las actividades participativas. Así su estudio concede mayor
peso a nuestro argumento de que los procesos sociales (y en especial las llamadas intervenciones
'planeadas') son altamente complejas y no pueden ser manipuladas fácilmente a través de la
inyección de fuentes externas de poder y autoridad. De la misma manera, la cuestión que
menciona de los conflictos de ideologías y lealtades, nos regresa a nuestra discusión sobre las
negociaciones en torno a la posesión de la 'verdad', las contiendas por la adjudicación de
imágenes y los intereses contendientes implícitos en el entrelazamiento de mundos de vida y
'proyectos' de los actores.
El proyecto de Kenya de hecho ilustra la importancia central de la agencia estratégica9 en
las maneras en que la gente (activistas y promotores del desarrollo así como participantes
locales) manejan y manipulan ciertos elementos facilitadores o limitantes en sus esfuerzos de
enrolarse unos a otros en sus 'proyectos' individuales o de grupo El caso sugiere además la
relevancia de las redes sociales para obtener información, formar opiniones, legitimar un punto
de vista y por lo tanto generar relaciones de poder diferenciadas. La idea que el diseñar
estrategias participativas basadas en un uso efectivo de conocimineto y organización local
permitirían eludir lo que Margalin (1990) llama 'el conocimiento dominante' de la ciencia y de la
administración 'científica' occidental es claramente insostenible. 10 La problemática del
9
De Vries (1992) sugiere que, en las situaciones que se presentan en las arenas de desarrollo, los diversos actores
impulsan sus propias interpretaciones de agencia: 'Así, para los expertos implica el derecho de "representar" a otra
gente tales como campesinos y "beneficiarios" de los servicios estatales como entes "tradicionales", racionalmente
adversos a los riesgos, marginados o explotados. Para los activistas, significa la capacidad de crear espacio de
maniobra: aumenta su posibilidad de negociar el grado al cual deben rendir cuentas a superiores o beneficiarios.
Agencia significa para los agricultores, la capacidad de elegir no ser 'beneficiarios' de los servicios estatales,
confrontar a las autoridades o adaptarse a ellas y si es necesario, penetrar y manipular las burocracias estatales'.
10
El análisis de Marglin se centra en la dominación ideológica de los sistemas de conocimiento occidentales y su
subordinación y devaluación de otras culturas y formas de conocimiento. Distingue en términos ideo-típicos entre
dos tipos de conocimeitno, los cuales llama techne y episteme. El primero representa un tipo de conocimiento
práctico y es producto de un orden social personalizado (por ejemplo lo que los teóricos de la modernización
19

empoderamiento, entonces, nos regresa a la cuestión central del encuentro entre actores y sus
repertorios de conocimiento.

Conclusión

Esta discusión nos proporciona un perfil breve de los intereses empíricos y teóricos que son
esenciales para desarrollar un análisis centrado en el actor social de los procesos de conocimiento
y desarrollo agrario. La agenda es extensiva y las cuestiones teóricas desafiantes. Sin embargo,
consideramos que hemos avanzado hacia el desarrollo de una perspectiva sociológica revisada
que reta los modelos sistémicos y el pensamiento intervencionista. Sostenemos que tal
perspectiva nos permite construir un puente más adecuado entre la comprensión teórica y la
práctica social. Esto se logra al proporcionar una serie de conceptos analíticos y sensibilizadores
basados en una perspectiva de interfase social y centrada en el actor, además de una metodología
de campo orientada a desarrollar teoría 'desde abajo'. 11 Como sugerimos arriba, tal marco
requiere una profunda reconceptualización de la problemática de la intervención, del
conocimiento y del poder. Pero no nos dejemos intimidar por la magnitud de las tareas que nos
esperan. Aunque arduo, el camino será con mucha probabilidad emocionante y mucho más a
tono con las necesidades y dilemas de los practicantes del 'frente' en su búsqueda de una mejor
comprensión de los procesos de intervención y de sus roles dentro de éstos.

Referencias bibliográficas relevantes

-Alexander, J.C., B. Giesen, R, Münch & N.J. Smelser (eds). 1987. The Micro- Macro Link.
Berkeley, University of California Press.

-Allen, T.J. & S.I. Cohen. 1969. ‘Information Flow in Research and Development Laboratories’.
Administrative Science Quarterly, Vol. 14, pp. 12 –19.

-Arce, A. 1986. ‘Agricultural Policy Administration in a Less Developed Country: The Case of
SAM in Mexico’. Ph.D. Thesis, Manchester University.

-Arce, A. & Norman Long 1987. ‘the Dynamics of Knowledge Interfaces between Mexican
Agricultural Bureaucrats and Peasants: A Case Study from Jalisco’ Boletín de Estudios
Latinoamericanos y del Caribe, 43, pp 5 – 30.

-Beal, G.M, W Dissanayake & S. Konoshima (eds). 1986. Knowledge Generation, Exchange,
designarían sociedad 'tradicional'), y el segundo el tipo asociado con la ciencia occidental y el razonamiento lógico
(por ej. la sociedad 'moderna'). Al tiempo de criticar fuertemente las teorías y políticas existentes de desarrollo,
consideramos que el argumento de Marglin se va de picada sobre las rocas de dicotomización, puesto que, al igual
que muchos otros autores anteriores, hace una distinción marcada entre un sistema de conocimiento 'occidental
dominante' y otros sistemas de conocimiento 'tradicionales'.
11
Ver Long y Long (1992) donde se exploran las implicaciones metodológicas de una perspectiva teórica centrada
en el actor con respecto a la investigación social y la intervención para el desarrollo.
20

and Utilization. Boulder, Colorado, Westview Press.

-Benvenuti, B. 1975. ‘General Systems Theory and Entrepreneurial Autonomy in Farming:


Towards a New Feudalism or Towards Democratic Planning?’ Sociologia Ruralis, XV, 1/2 , pp.
47 – 62.

-Box, L 1986. ‘Knowledge, Networks and Cultivators: Cassava in the Dominican Republic’ in
N.Long, L.Box et.al.

-Box, L. 1987. ‘Experimenting Cultivators: A Methodology for Adaptive Agricultural Research’.


ODI Agricultural Administration (Research and Extension) Network Discussion Paper 23, Dec.

-Box, L. 1987. ‘Knowledge, Networks and Cultivators: Cassava in the Dominican Republic’ in
N. Long (ed) Encounters at the Interface: A perspective in social discontinuities in rural
development. Wageningen, The Agricultural University.

-Chambers, R. 1983. Rural Development: Putting the Last First. London, Longman

-Chambers, R. A. Pacey & L.A. Thrupp (eds) 1989. Farmer First: Farmer Innovation and
Agricultural Research. London, Intermediate Technology Publications.

-Checkland, P. 1981. 2nd. Ed. 1988. systems Thinking, Systems Practice. Chichester, Wiley.

-Checkland, P. 1985. ‘From Optimizing to Learning: a Development of Systems Thinking for the
1990s’ Journal of the Operational Research Society, 36(9), pp. 757- 67.

-Clegg, S.R. 1989. Frameworks of Power. London, Sage Publications.

-Collinson, M. 1982. ‘Farming System Research in Eastern Africa: The Experience of CIMMYT
and Some National Agricultural Research Services, 1976- 1981’. MSU International
Development Paper 3, East Lansing, Michigan State University.
-Dissanayake, W. 1986. ‘Communication Models in Knowledge Generation, Dissemination and
Utilization Activities’. In G.M. Beal et.al (eds) Knowledge Generation, Exchange, and
Utilization, boulder, Colorado, Westview Press.

-Drinkwater, J.M. 1988. ‘the State and Agrarian Change in Zimbabwe’s Communal Areas: An
Application of Critical Theory’ Ph.D. Thesis, School of Development Studies, University of East
Anglia.

-Dusseldorp, D. Van. 1991. ‘Planned Development via Projects: its Necessity, Limitations and
Possible Improvements’ Sociologia Ruralis, XXX, p. 336- 52.

-Esman, M.J.& N.T. Uphoff. 1984. Local Organizations: Intermediaries in Rural Development.
Ithaca and London, Cornell University Press.

-Fielding, N.G. (ed) 1988. Actions and Structure. London and Beverly Hills, Sage Publications.
21

-Frerks, G.E. 1991. Participation in Development Activities at the Local Level: Case Studies
from a Sri Lankan Village. Department of Sociology of rural Development, Wageningen, The
Agricultural Unviersity.

-Fresco, L. 1986. Cassava and Shifting Cultivation: A Systems Approach to Agricultural


Technology Development. Amsterdam, Royal Tropical Institute.

-Fresco, L. & E.Westphal. 1988. ‘A Hierarchical Classification of Farm Systems’. Experimental


Agriculture, vol. 24, pp. 399- 419.

-Giddens, A. 1979. Central Problems in social Theory: Action, Structure and Contradiction in
Social Analysis. London, Macmillan Press.

-Giddens, A. 1984. The constitution of Society: an Outline of the Theory of Structuration.


Cambridge, Polity Press.

-Giddens, A. 1987. Social Theory and Modern Sociology. Cambridge, Polity Press; Stanford,
Stanford University Press.

-Gordon C. (ed). 1980. Power/Knowledge. Selected Interviews and Other Writings 1972- 1977
by Michel Foucault.. United States. Pantheon Harvester Press.

-Granovetter, M. 1083. ‘The Strength of Weak Ties: A Network Theory Revisited’. In Collins
(ed) Sociological theory: 1983. San Francisco, Jossey- Bass.

-Habermas, J. 1987. (originally published in German 1981). Theory of Communicative Action:


Critique of Functionalist Reason. Vol. II, Oxford, Polity Press.

-Havelock, R.G. 1969. Planning for Innovation through Dissemination and Utilisation of
Knowledge. Institute of Social Research/Centre for Research of Utilisation of Scientific
Knowledge. Ann Arbor, University of Michigan.
-Havelock, R.G. 1986. ‘Modeling the Knowledge System’. In G.M. Beal et.al (eds) Knowledge
Generation, Exchange and Utilization, Boulder, Colorado, Westview Press.

-Hawkins, E.A. 1991. ‘Changing Technologies: Negotiating Autonomy on Cheshire Farms’.


Ph.D. Thesis, London, South Bank Polytechnic.

-Hildebrand, P.E. 1981. ‘combininb Disciplines in Rapid Rural Appraisal’. Agricultural


Administration 8, pp. 423- 32.

-Janowitz, M. 1972. Sociological Models and Social Policy. Morristown, New Jersey, General
Learning Systems.

-Jones, A.D. 1966. ‘Social Networks of Farmers among the Plateau Tonga’ in D. Forde (ed), The
New Elites of Tropical Africa, Oxford, Oxford University Press for International African
Institute.
22

-Knorr-Cetina, K.D. & A.V. Cicourel (eds) 1981. Advances in Social Theroy and Methodology:
Toward an Integration of Micro- and Macro- Sociologies. London and Henley, Routledge and
Kegan Paul.

-Korten, D.C. (ed) 1987. Community Nabagenebt: Asian Experience and Perspectives. West
Hartford, Connecticut, Kumarian Press.

-Kronenburg, J.B.M. 1986. Empowerment of the Poor: A Comparative Analysis of Two


Development Endeavours in Kenya. Amsterdam, Royal Tropical Institute.

-Latour, B. 1986. ‘The Powers of Association’ in J. Law (ed), Power, Action and Belief: A New
Socilogy of Knowledge? London, Boston and Henley, Routledge & Kegan Paul.

-Leeuwis, C. 1991. ‘From Electronic to Social Interfaces’. In D. Kuiper & N. Röling (eds) Edited
Proceedings of the european Seminar on Knowledge Management and Information Technology,
Wageningen, The Agricultural University.

-Leeuwis, C. & M. Arkesteyn 1991. ‘Planned Technology Development and Local Initiative’ in
Sociologia Ruralis vol. XXXI, no 2/3, pp. 140- 61.

-Lionberger, H. 1960. Adoption of New Ideas and Practices. Ames, Iowa State University Press.

-Long, N. 1972. ‘Kinship and Associational Networks among Transporters in rural Peru: The
Problem of the “Local” as against the “Cosmopolitan” Entrepreneur’. Paper presented to
Seminar on Kinship and Social networks, Institute of Latin American Studies, London
University. See shortened version in N. Long and B. Roberts (1984: 181- 95).

-Long, N. 1977. An Introduction to the Sociology of Rural Development. London, Tavistock


Publications.

-Long, N. 1984. ‘Creating Space for Change: A Perspective on the Sociology of Development.’
Inaugural Lecture, Wageningen, The Agricultural University. A shortened version appears in
Sociologia Ruralis, XXIV,3 /4, pp. 168- 84.

-Long, N. 1988. ‘Sociological Perspectives on Agrarian Development and State Intervention’ In


A. Hall & J. Midgley (eds), Development Policies: Sociological Perspectives, Manchester,
Manchester University Press.

-Long, N. (ed) 1989. Enclunters at the Interface: A Perspective on Social Disconinutities in


Rural Development. Wageningen, The Agricultural University.

-Long, N. & A. Long (eds) 1992. Battlefields of Knowledge: the Interlocking of Theory and
Practice in Social Research and Development. London and New York. Routledge

-Long, N. & J.D. van der Ploeg. 1989. ‘Demythologixing Planned Intervention: An Actor
Perspective’ Sociologia Ruralis, XXIX, 3 /4, pp. 226- 49
23

-Long, N. & B. Roberts. 1984. Miners, peasants and Entrepreneurs. Cambridge, Cambridge
University Press.

-Long, N. & M. Villarreal 1989. ‘The Changing Life- Worlds of Women in a Mexican Ejido: the
Case of Beekeepers of Ayuquila and the Issues of Intervention’. In N. Long (ed), 1989.

-Marglin F.A. & S.A. Marglin (eds). 1990. Dominating Knowledge: Development Culture and
Resistance. Oxford, Clarendon, WIDER Studies in Development Economics.

-Marsden, T & J. Murdoch. 1990. ‘Restructuring Rurality: Key Areas for Development
Assessing Rural Change’. Working Paper, Department of Planning, Housing and Development,
South Bank Polytechnic, London.

-Milardo, R.M. (ed) 1988. Families and Social Networks. London, Sage Publications.

-Moore, S.F. 1973. ‘Law and Social Change: the Semi-autonomous Social Field as an
Appropriate Subject of Study’ in Law Society Review, summer, pp. 719- 46

-Pile, S. 1990. The Private Farmer: Transformation and Legitimation in Advanced Capitalist
Agriculture. Aldershot, Dartmouth Publishing Company.

-Ploeg, J. Van der. 1986. ‘The Agricultural Labour Process and Commoditization’ N. Long
et.al. The Commoditization Debate: Labour Preocess, Strategy and Social Network,
Wageningen, The aGricultural University.

-Ploeg, J. Van der 1989. ‘Kowledge Systems, Metaphor and Interface: The Case of Potatoes in
the Peruvian Highlands’ N. Long (ed) Encounters at the Interface: A Perspective on Social
Discontinuities in Rural Development. Wageningen, The Agricultural University.

-Ploeg, J. Van der 1990. Labour, Markets, and Agricultural Production. Boulder, San Francisco,
Oxford, Westview Special Studies in Agriculture and Policy, Westview Press.
-Richards, P. 1985. Indigenous Agricultural Revolution.. London and Boulder, Colorado,
Hutchinson and Westview Press.

-Rhoades, R.E. & A. Bebbington. 1988. ‘Farmers who Experiment: An Untapped Resource for
Agricultural Research and Development’. Paper presented at the International Congress on Plant
Physiology, New Delhi. 15- 20 Feb.

-Rogers, E.M. 1962 3rd ed 1983. The Diffusion of Innovations. New York, The Free Press of
Glencoe.

-Rogers, E.M. & FF. Shoemaker. 1971. Communication of Innovations: A Cross- Cultural
Approach. New York. Free Press.

-Röling, N. 1988a. ‘Extension, Knowledge Systems and the Research- Technology Transfer
Interface’, Unpublished paper, Department of Extension, Wageningen, The Agricultural
University.
24

-Röling, N. 1988b. Extension Science, Information Systems in Agricultural Development.


Cambridge, Cambridge University Press.

-Röling, N. And Engel P. 1990. ‘Information Technology from a Knowledge Systems


Perspective: Concepts and Issues’ in Knowledge in Society: The International Journal of
Knowledge Transfer, 3,3.

-Schuthof, P. 1989. ‘common Wisdom and Shared Knowledge: Knowledge Networks among the
Tonga of Mola Chiefdom in Zimbatwe’, Unpublished Report, Centre of Applied Social Studies,
University of Zimbabwe, and Department of Rural Extension and Adult Education, Wageningen
Agricultural University.

-Scott, J.C. 1985. Weapons of the Weak: Everyday Forms of Peasant Resistance. New Haven
and London, Yale University Press.

-Scott, R.A. & A.R. Shore. 1979. Why Sociology Does Not Apply: A Study of the Use of
Sociology in Public Policy. New York, Elsevier.

-Sutherland, A. 1987. ‘Sociology in Farming Systems Research’ Occasional Paper 6,


Agricultural Administration Unit, London, Overseas Development Institute.

-Torres, G. 1992. ‘The Force of Irony: A Study of the Everyday Life-Worlds of Agricultural
Labourers in Western Mexico’. Forthcoming in N. Long (ed) Social Cosntructions of Agrarian
Life: Meanings, Purposes and Powers in Western Mexico.

-Villarreal, M. 1990. ‘A Struggle over Images: Issues on Power, Gender and Intervention in a
Mexican village’. M.Sc. Thesis, Wageningen, The Agricultural University.

-Villarreal, M. 1992. ‘The Poverty of Practice: Power, Gender and Intervention from an Actor-
oriented Perspective’ in N. Long & A. Long (eds) Battlefields of Knowledge: The Interlocking of
Theory and Practice in Social Research and Development,London and New York, Routledgte.

-Vries, P. De. 1992. ‘A Research Journey: On Actors, Concepts and the Text’ N. Long & A.
Long (eds).

-Whatmore, S. 1988. ‘The “other half” of the family farm: an analysis of the position of farm
wives in the familiarl gender division of labour on the farm’. PhD. Thesis, University of London.

You might also like