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IRENE ARRANZ
LÓPEZ
La evaluación de alumnos con dificultades auditivas debe realizarse buscando alcanzar
un doble objetivo: la audición y el lenguaje.
La audición
El tipo de sordera o hipoacusia.
El grado de pérdida auditiva.
La existencia de restos auditivos aprovechables.
La inteligibilidad auditiva.
El lenguaje
La competencia o capacidad lingüística.
El tipo de código.
Los prerrequisitos.
Aspectos formales del lenguaje relacionados con la articulación, la
respiración, la voz, el ritmo del habla, el nivel léxico, etc.
Aunque existen otros aspectos respecto a los cuales podemos conseguir información por
parte de la familia: antecedentes familiares, el historial, escolarización, socialización,
¿cómo entiende el sujeto el problema?
Evaluación del grado de adaptación emocional y social del sujeto, dos aspectos
a evaluar:
La adaptación emocional.
La adaptación social.
Técnicas: no hay baremos propios ni directamente entendibles por los sordos en
muchas pruebas. A través de procedimientos indirectos como resultado de la
información obtenida mediante otras técnicas como la entrevista o el sociograma.
Aspectos comunicativos:
Predisposición comunicativa.
Funciones comunicativas.
Nivel de simbolización e la modalidad comunicativa escogida.
Aspectos cognitivos:
Desarrollo sensoriomotor.
Función simbólica.
Aspectos lingüísticos:
Competencia en lenguaje alternativo, como por ejemplo en el de signos
gestuales-manuales: no existen estudios ni referentes, pero el observador puede
conocer algunos aspectos interesantes como si utiliza signos naturales o
arbitrarios.
Competencia en el lenguaje oral:
Aspectos formales: aparato fonoarticulatorio, imitación orofacial, soplo,
dimensiones de la voz, etc.
Aspectos semánticos: no hay baremos para sordos aunque el Test Peabody
(vocabulario en imágenes) permite saber qué palabras conoce oralmente o por
signos.