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con quin se jugaba los cuartos. A fin de cuentas, ustedes llevan 19 captulos
de esta Historia ledos; pero l no la haba ledo todava, y crea que los
espaoles eran como, por ejemplo, los alemanes: ciudadanos ejemplares,
dispuestos a pararse en los semforos en rojo, marcar el paso de la oca y
denunciar al vecino o achicharrar al judo cuando lo estipula la legislacin
vigente; no cuando, como aqu, a uno le sale de los cojones. As que imaginen
la kale borroka que se fue organizando; y ms cuando Carlos, que como dije
estaba mal acostumbrado y no tena ni idea de con qu pea lidiaba, exigi a
las Cortes una pasta gansa para hacerse coronar emperador. Al fin la
consigui, pero se li parda. Por un lado fue la sublevacin de Castilla, o guerra
comunera, donde la gente le ech hgados al asunto hasta que, tras la batalla
de Villalar, los jefes fueron decapitados. Por otro, tuvo lugar en el reino de
Valencia la insurreccin llamada de las germanas: sa fue ms de populacho
descontrolado, con excesos anrquicos, saqueos y asesinatos que terminaron,
para alivio de los propios valencianos, con la derrota de los rebeldes en
Orihuela. De todas formas, Carlos haba visto las orejas al lobo, y comprendi
que este tinglado haba que manejarlo desde dentro y con vaselina, porque el
potencial estaba aqu. As que empez a espaolizarse, a apoyarse en una
Castilla que era ms dcil y con menos humos forales que otras zonas
perifricas, y a cogerle, en fin, el tranquillo a este pas de hijos de puta. A esas
alturas, contando lo de Amrica, que iba creciendo, y tambin media Italia -la
sujetbamos con mano de hierro, teniendo al papa acojonado-, con el
Mediterrneo Occidental y las posesiones del norte de frica conquistadas o a
punto de conquistarse, el imperio espaol inclua Alemania, Austria, Suiza, los
Pases Bajos, y parte de Francia y de Checoslovaquia. Y a eso iban a aadirse
en seguida nuevas tierras con las exploraciones del Pacfico. Resumiendo:
estaba a punto de nieve lo de no ponerse el sol en el imperio hispano. Pareca
habernos tocado el gordo de Navidad, y hasta los vascos y los catalanes, como
siempre que hay viruta y negocios de por medio, se mostraban encantados de
llamarse espaoles, hablar castellano y pillar cacho de presente y de futuro.
Pero entonces empez a sonar el nombre de un oscuro sacerdote alemn
llamado Lutero.
[Continuar].