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Comisiones y discursos
En Espaa, el compromiso del actual gobierno socialista de Jos Lus Rodrguez Zapatero con
la celebracin de los bicentenarios no es en nada comparable al que se ha asumido para
celebrar, y no slo recordar, la aprobacin de la primera constitucin de 1812 y el nacimiento
de la nacin espaola, que por liberal se interpreta como el germen de la presente Espaa
Est por ver la capacidad de convocatoria de las autoridades argentinas en su objetivo de que el Bicentenario sea
una puerta a la democratizacin de la alegria (Secretaria Ejecutiva de la Conmemoracin del Bicentenario de
la Revolucin de Mayo, 2008: 4).
En Colombia tambin las fechas sujetas a celebracin suscitaron polmica, cuando en 2005 el
presidente Uribe intent centrar la conmemoracin alrededor no de la declaracin civil del 20
julio 1810, sino del triunfo militar en Boyac del 7 agosto 1819 presentando la ambiciosa
propuesta Colombia Visin 2019, con el presunto propsito de legitimar su poltica de
seguridad democrtica y de derrota militar de los grupos activos de guerrilla (FARC y ELN)
(Gonzlez, 2008). Se encontr con una oposicin acadmica y poltica que le oblig a
rectificar, creando ya en febrero del 2008 la Alta Consejera para el Bicentenario centrada en
el 20 de julio de 1810.
Estos y otros escenarios conmemorativos no tan conflictivos pueden ser un excelente pretexto
para incentivar la reflexin de los historiadores, conocedores de los riesgos de los usos
polticos de la historia. Sin embargo, otros riesgos deben ser evitados, cuando desde instancias
pblicas y privadas la academia se ve interpelada para avalar o ilustrar la conmemoracin.
Algunos de ellos, como el anacronismo, la teleologa, el excepcionalismo o la banalizacin a
la hora de abordar los procesos de independencia en Amrica latina haban comenzado a
demolerse por la reciente historiografa con indudable xito. Quedara por ver, hasta que
punto, los odos de muchos responsables polticos y de muchos de sus conciudadanos
latinoamericanos acogen unos aportes que pusieron, como veremos, en cuestin las bases de
los relatos nacionales dominantes.
Sin nimo de exhaustividad, mencionaremos slo a modo de ejemplo a Manuel Chust (1999), Jos M Portillo
(2006), Roberto Brea (2006) y a Javier Fernndez Sebastin (2009) como director de una importante obra
colectiva, representativa de esa convergencia de intereses.