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“CARTA DE AMOR DE ADAN A EVA”

por Raúl Oscar Ifran


Punta Alta. Buenos Aires. Argentina

Primer premio en el III Concurso Pablo Neruda de Cartas de Amor de la Biblioteca


Municipal de Coria, Cáceres, España. Marzo de 2010.

Paraíso Perdido, día uno, del mes uno del año uno.

Querida Eva

No te escribo para reclamarte la costilla que me falta. En realidad es la mejor inver-


sión que hice en mi vida, finita a partir de este momento. Si yo hubiera sabido la fi-
nalidad de esta extirpación, Dios no hubiera tenido que sorprenderme dormido, yo se
la hubiera cedido de mil amores. Hemos dado de una sola vez inicio a la pareja hu-
mana y a la cirugía mayor.
Naturalmente esto nos deja a los hombres la siguiente enseñanza: si queremos ob-
tener a la mujer de nuestros sueños es posible que primero debamos sacrificar algo.
Pero no dudo que cualquier hombre en cualquier tiempo, renunciará gustoso a una
de sus costillas a cambio de una mujer como tú: UNICA. Porque costillas tenemos
muchas, pero amor de verdad... ¡quién sabe!.Bien podríamos optar por recuperar la
bendita costilla y restablecer nuestra integridad anatómica, pero a costa de quedar
con un vacío mayor en el corazón, y está visto que un hombre puede vivir con una
costilla menos pero dudo que pueda hacerlo sin corazón.
Por eso debe ser que me siento incompleto cuando no estás a mi lado. No es cosa de
ir por la vida con una de nuestras costillas dando vueltas por ahí a merced de cual-
quier oportunista.
Otra de las cuestiones de nuestro nuevo estado es la institución de la seducción.
Porque hasta hoy éramos lo mismo que dos plantas. A partir de hoy deberé con-
quistarte cada día. Tendré que ganarme el pan de tus besos con el sudor de mi alma.
Este juego nos ha dado en descubrir la profundidad de una mirada, la importancia de
las caricias y el lenguaje del cuerpo. Lo que hemos perdido de inocencia lo hemos
ganado en humanidad.
También me he dado cuenta que el paraíso no es un lugar exacto sino un lugar rela-
tivo. Tiene que ver mas con los sentimientos que con los mapas. He aquí un claro
ejemplo de paraísos e infiernos relativos.
¿Relativos a qué?. A la presencia del amor. A partir de hoy el hombre asume que el
paraíso o el infierno pueden ubicarse en el interior de su naturaleza humana mas allá
de la bondad o crudeza del paisaje que lo contiene. Puedo estar rodeado de riquezas
y en medio del más bello palacio pero sentirme en el infierno si estoy solo, y por el
contrario, si estoy a tu lado me sentiré en el edén aunque esté parado en medio de
un páramo inhóspito.
Tampoco voy a reprocharte el tema de la manzana del árbol de la sabiduría. Dios te
ha dado una naturaleza curiosa y en el futuro nuestros descendientes dirán con toda
razón que la curiosidad mata al gato y embaraza a la mujer, de modo que no has he-
cho otra cosa que justificar la historia. Quiera Dios en su inmensurable sabiduría que
nunca nos falten las manzanas en nuestro viaje temporal, ni los pámpanos que me
permiten imaginar y redescubrir tu perfecta y blanca desnudez.
Sólo por ti confluyen en mi sentimientos que serán propios de todos los hombres pe-
ro que hasta ahora estaban confundidos en el fondo de nuestros corazones. Estos
son la ternura, la ilusión, la esperanza, el miedo, el dolor, el frenesí, la locura, la las-
civia, los celos. Ahora somos personas ricas en espíritu y no juguetes de la Divini-
dad. Por muchos de estos sentimientos deberemos pedir perdón a Dios, pero esa es
parte de su misión de Creador.
Deberemos prepararnos para esta nueva etapa. Yo debo conseguir un empleo para
mantener el nuevo hogar, tú debes aprender a cocinar, a lavar la ropa, implemento
recientemente adquirido y a cantar nanas para acallar a los niños. Piensa que esta-
mos sentando las bases de la humanidad futura donde habrá restaurantes, lavaderos
y guarderías... pero por ahora, contentémonos con hacer todo a mano. Ya no caerán
gratuitamente a nuestros pies los frutos que nos servirán de alimento, ahora habrá
que arrancárselos a la tierra a fuerza de trabajo. Y tú sufrirás al parir a nuestros
hijos y ellos mismos te traerán más procupaciones y dolores.
En resumen, querida Eva, esta carta que de movida parece un libro de quejas no es
más que un testimonio de eterna gratitud, de imperecedera declaración de amor, de
base para que a partir de ella, nuestros descendientes adquieran la buena costumbre
de sentir y de escribir esos sentimientos.
Por siempre tuyo.

Adán, hombre mortal .

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