EL REALISMO ARISTOTELICO
por
MIGUEL BUENO
La Metafisica
La idea general de la filosofia realista proviene de la mas remota an-
tigiiedad filoséfica y representa el primer motivo inspirador del filosofar.
En efecto, dicha idea se origina en Ja actitud espontinea que asume el
individuo frente a la realidad, y considera que el simple acto de perci-
birla por medio de los sentidos equivale a conocerla. De ahi que los rea-
listas admitan de comin acuerdo los puntos capitales de toda doctrina
que acepta semejante principio, a saber:
4) Que la realidad existe fuera del hombre.
5) Que el hombre puede conocer a Ja realidad.
) Que Jos sentidos son vehiculo de conocimiento.
Sobre esos tres puntos bisicos se construye eli sistema del realismo,
variando en calidad y matiz el sentido de cada uno, de suerte que pueden
diferir los filésofos en cuanto al tipo de realidad, los limites en que pue-
da ser conocida y la influencia que adquieran los sentidos al efectuar
dicho conocimiento; pero la participacin de estos coeficientes resulta
indeclinable en Ja concepcién del realismo y la encontramos presente des-
de Tales hasta Einstein, desde la postura més ingenua y rudimentaria
hasta Ia més critica y elaborada,
La diferencia de caricter y matiz con que se manifiestan dichos pos-
tulados permite distinguir las modalidades del realismo filoséfico; a tal
efecto es clara la dicoromfa que se finca entre el sistema que acepta sin
mis tramite el conocimiento de la realidad, y el que advierte previamente
Ia necesidad de una revision critica que deslinde las fronteras del cono-
cimiento para fundar su justificacién axiolégica, en los limites que hacen
vilido, y por consiguiente, posible al conocimiento.
Esta diferenciacién se marca principalmente en la gran época de auge
criteriolégico que fue el Renacimiento, durante el cual abandondse la
actitud del realismo inmediato que se encuentra en Aristételes y Santo
‘Tomas, asi como el realismo ingenuo que corresponde a las primeras
erapas, Ia hiseon. qoods eal divsiida ea dos grescies dpocss, a del row
Tismo inmediato y \a del realismo critico, caracterizada la segunda por la
179previa revisién que acomete el filésofo en el problema del conocer, antes
de afirmar cualquiera de sus modalidades especificas,
EI primer pensador que lleva a una magna realizacién Ja idea gene-
ral de la filosoffa realista es Aristételes (384-322 A.C.). Ciertamente,
no es el primero en asumir la posicién realista, pero si el primero en
levantarla sistematicamente, con una construccién de primera magnitud
que ha merecido el respeto y la emulacién de la posteridad por el valor
inmarcesible que exhiben sus ideas fundamentales, y para realizarla apo-
yése en el repertorio de conocimientos que le brindaron la ciencia y 1a
filosofia de su tiempo. Aristételes es considerado por los partidarios del
realismo como el mas representativo filsofo de la antigiiedad, y para
algunos es el ms grande pensador de todos los tiempos.
La genialidad de Aristételes va unida al gran volumen de sus traba-
jos, que forman Ja copiosa obra que se conserva hasta nuestros dias como
un soberbio testimonio de Ja esclarecida sabiduria de los antiguos, La
produccién aristotélica es la primera gran obra de contenido universal,
‘¢ incluye conocimientos cientificos y filoséficos que expresan de hecho
todo el saber que se tenfa de Ja naturaleza en aquella época. Aunque el
Estagirita se considera en forma undnime como fildsofo, lo cierto es que
con el mismo derecho se le debe aceptar como hombre de ciencia, puesto
que realiz6 una scrie de trabajos extraordinariamente infundidos de la
mAs poderosa observacién y el sentido analitico del raciocinio, influyen-
do a tal grado que sus conclusiones fueron insuperable modelo de sabi-
duria durante mas de veinte siglos. La excesiva prolongacién de Aristé-
teles Hegé a ser un negativo reactor para el progreso de la humanidad,
pues si bien sus doctrinas fueron de gran avanzada en su tiempo, al que-
rerlas mantener como dogma inveterado se laseonvirtié en elementos de
reaccién frente a cualquier intento que pudiera contradecirlas. Claro es
que de éste y otros excesos no resulta culpable Aristételes, cuya obra tie~
ne una validez que no le puede ser escatimada, quedando como uno de
los testimonios mas sublimes del genio inquisitivo del hombre.
El motivo de situar al Estagirita en la filosofia realista es que su
preocupacién gira constantemente en torno a la realidad, centrando la
atencién en los hechos de la naturaleza y sus teorfas en la observacién
efectuada, No es un idedlogo a la manera de Platén —por ejemplo—,
quien concibe un mundo ideal y paradigmitico, sino el tipico hombre
de ciencia que se enfrenta a Ia realidad para explicarla en la estricta via
cientifica, eludiendo en Jo posible la especulacién, y cuando ésta adviene
es a titulo complementario de las observaciones efectuadas, como un
reflejo directo de la experiencia. El concepto de la realidad ha de estar
acompafiado por las deducciones de la experiencia; este paralelismo de
lo cientifico y lo filosdfico trasciende el realismo de sus predecesores,
180instituyendo el realismo cientifico que tiene arranque en el pensamiento
de las ciencias y conclusién en las reflexiones filoséficas.
Podemos afirmar con toda veracidad que a partir de Aristételes el
concepto de la realidad es el de la realidad cientifica y reflexiva, no la
directamente observada a través de los sentidos. Con ello supera a sus
precursores, no slo Tales y Empédocles, sino también a Demécrito, Pi-
tagoras y al propio Heraclito, que habia Megado a la concepcién mas de-
purada de la realidad mediante su doctrina universal del cambio. Aristé-
teles recoge la idea cambiante del mundo y Ja expresa como doctrina evo-
lucionista de la naturaleza, pero en vez de ditigitla a especulaciones de
tipo personal o expresiones de caricter poético, las recoge en su pristi-
nidad intelectiva, al amparo de la experiencia —y s6lo a partir de ella—
elabora el concepto de la realidad.
La estructura basica sobre la cual descansa el sistema aristotélico es
el descubrimiento de las dos fases que expone el saber humano, que por
una parte se diferencian y por la otra se complementan en el trabajo filo-
s6fico. Dichas fases son la material y Ja formal, respectivamente. La pri-
mera, o sea la fase material, consiste en la captacién sensible de la rea-
lidad y el conocimiento concreto, mientras que el saber formal no estriba
en el conocimiento directo de 1a realidad, sino en 1a determinacién de la
forma como la realidad es conocida; ello equivale al conocimiento del
conocimiento de Ja realidad.
Para aclarar esta diferencia digamos que el acto de percibir un objeto
—un libro, por ejemplo— y decir: “Este objeto es un libro”, constituye
un acto de conocimiento material, mientras el percatarse de lo que acaba
de acontecer, 0 sea Ia apercepcin del fendmeno cognoscitivo que se re-
quiere para pronunciar un juicio como: “Yo acabo de conocer un libro”,
s un conocimiento de segundo grado que corresponde a la fase formal.
La diferencia estriba en que el conocimiento material observa directa-
mente a la realidad, mientras el conocimiento formal confronta directa-
mente al conocimiento, y sdlo a través de é1 la realidad tiene sentido.
Aristételes desarrolla este doble principio del conocer en sus obras maxi-
mas, la Metafisica 0 Filosofia primera y la Légica 0 Analitica.
Asi encontramos que, independientemente de las realizaciones par-
ticulares del sistema aristotélico, la sola aprehensién de las grandes face-
tas del filosofar constituye una contribucién de primera magnitud a la
sistematicidad filos6fica y epistémica, ya que descubre el aspecto material
del conocimiento directo sobre la realidad y el aspecto formal que signi-
fica el conocimiento del conocimiento. Dos grandes ciencias filoséficas
reconocen de este modo su origen en Ja obra de Aristételes, a saber: la
metafisica y 1a I6gica, que corresponden prototipicamente al saber ma-
terial y al saber formal, respectivamente,
181Resulta interesante observar que los dos aspectos de la doctrina aris-
totélica han quedado como elementos de poderosa influencia en el trans-
curso de los siglos; mientras su metafisica inspira la gran familia de la
ontologia realista, la légica permanecié punto menos que invariable hasta
Jos albores de 1a cultura moderna, cuando el espiritu cenacentista observé
Ia influencia que ejerce la realidad sobre el pensar, y por consiguiente, las
motivaciones que obligan a la légica; ambos aportes aristotélicos subsis-
ten como esferas de influencia en Ia filosofia moderna, algunas de cuyas
tamas quisieran que todo el pensamiento se acogiera al manto aristoté-
lico en calidad de philosophia perennis, de donde se supone deben bro-
tar las maximas verdades del conocimiento humano.
Evolucién y categorias
El filésofo de Estagira exige que la filosofia aborde el conocimiento
de la realidad partiendo de la manifestacién concreta del ser, de modo
que se pronuncia contra la especulacién abstracta que habria de producit
Ja metafisica ulterior al amparo de su obra. Este hecho es muy impor-
tante, no sélo para evaluar con justeza el pensamiento de Aristoteles, sino
también con objeto de apreciar el viraje que experimenta la metafisica
en los sistemas aristotélicos, principalmente con la metafisica teologi-
zante qué, a partit de la Patristica y el Tomismo, acabé por cristianizar
a la ontologia pagana de los griegos, colocando a Dios en el sitio que
correspondia a la causa primera y esquematizando la doctrina del ser para
adaprarla a los dictados de la revelacién y 1a autoridad.
‘Completamente al margen de semejante maniobra se encuentra el
pensamiento aristotélico, de cuya teologizacién es por completo inocente.
No de otro modo se explica la posicién que mantuvo el Estagirita como
un profundo conocedor en Ia ciencia contemporiinea, a la cual por cierto
ofrecié valiosas aportaciones, El pensamiento de sacrificar la libertad de
la reflexién para sujetarla a los dictados de la fe, no pasarfa jamas por
Ja mente aristotélica, en vez de lo cual profesé un continuo apego a la
ciencia hasta sublimar su doctrina ontolégica como una teorfa de la evo-
luci6n.
Por ello, la base de toda su metafisica se localiza en un concepto que
proviene directamente de la realidad y denota la mas penetrante obser-
‘vancia en el mundo de los fendmenos; dicho concepto es el de evolucién.
En efecto, ya desde tiempos de Hericlito se establecié que todo en el
mundo cambia, que todo es un continuo sucederse de estados, y tan in-
conmutable verdad no podia ser soslayada por Aristételes, quien la coloca
como piedra angular de su sistema metafisico: el ser ha de reconocerse
en evolucién, tomando en cuenta su naturaleza mévil y cambiante.
182A partir de esta mutabilidad, la razén abstraera los elementos contin-
gentes que puedan ser omitidos, sin mutilar la esencialidad del objeto que
observa, ascendiendo en el plano de la abstraccién hasta Megar a la idea
y excogitar las propiedades que corresponden a todo ser. Estas son las
categorias de Ja realidad, cuya necesidad constata Aristételes de acuerdo
con su criterio formalista en un decdlogo que nos exhibe las siguientes
categorias como esenciales y constitutivas de los objetos:
1. Substancia, 6. Temporalidad.
2. Cantidad. 7. Accién.
3. Cualidad. 8. Pasién,
4, Relacién. 9. Posicién.
5. Espacialidad. 10. Estado.
Aqui tenemes un considerable avance en el terreno metafisico, que va
mis alla de las generalidades ontoldgicas y precisa un cuadro de ciertas
propiedades que, desde luego, resultan muy discutibles ante el criterio mo-
derno, pero de todas suertes son antecedentes que satisfacen al mismo tiem-
po la necesidad de reconocer ciertas formas primarias del ser, establecien-
do mimero y modalidad para obtener una imagen definida de constitu-
cién ontolégica de Ja realidad.
Esa misma preocupacién asaltaria més tarde a los cultivadores de la
fisica, que en un terreno netamente cientifico se plantearon cuestién and-
Joga al inquirir por las propiedades fisicas de la materia, que represen-
tan Ia versin moderna y cientifica de aquella primitiva tabla donde Aris-
tételes consigna a Jas categorias de la realidad. Y es que, en efecto, no
¢s posible soslayar tamafia cuestidn, pues el transito que Ieva de Ja in-
manencia fenoménica a la trascendencia noética es inconmutable, y el
pensamiento no puede omitir una explicacién radical para la substancia-
lidad de la naturaleza,
La concepcién aristotélica de las categorias obedece a una captacién
hasta cierto punto espontanea de Ia realidad; contiene mezcla de concep-
tos que provienen de la percepcién sensible y la razén abstractiva, sin
que se reconozca Ja diferencia que les asiste y cuya repercusién en el do-
minio filoséfico es de incalculables efectos. Por otra parte, la disposicién
que adquieren en la tabla es totalmente empitica, y apenas atiende a la
concomitancia de ciertas propiedades como cantidad y cualidad, accién y
pasidn, espacialidad y temporalidad, posicién y estado, que figuran en
lugares vecinos. Hubiera sido mejor una tabla dicotémica de categorias
complementarias, pero ello implicarfa un principio funcional que no re-
cayd en las consideraciones del filésofo.
La aplicacién categorial puede verificarse en cualquier ejemplo, pues
183efectivamente se trata de conceptos universales que pertenecen a todos
Jos objetos de la realidad y se brindan por medio de la percepcién, To-
mando un objeto cualquiera —un libro, por cjemplo— se observari
como se aplican dichas categorias a la determinacién universal del objeto.
Veamos cuales son dichas implicaciones:
Por la substancia, el libro es de papel.
Por la cantidad, se trata de un libro,
Por la cualidad, el objeto es libro.
Por la relacién, el libro es mio.
Por la espacialidad, ocupa un lugar.
Por la temporalidad, existe en el tiempo.
Por la accién, sirve para leer.
Por la pasién que soporta, es leido.
Por la posicién, puede estar horizontal.
Por el estado, ¢s un libro nuevo,
Obsérvese la forma inexcepcional como el cuadro de categorias se
verifica en este ejemplo; lo propio sucedera en cualquier otto que quiera
citarse, pues el sistema de Aristételes contiene efectivamente las catego-
rfas generales a todo objeto, constituyendo —de acuerdo con el punto
de vista que se aplicé para su concepcién— el primer gran sistema de
corte formal y universalizante que se produjo en la historia filosdfica.
Todavia en la actualidad, si mantenemos el criterio que adopté Aristéte-
les para sus meditaciones, 0 sea Ia percepcién sensible de la realidad, es
muy probable que su tabla categorial deba mantenerse incélume, por mas
que numerosas criticas se le puedan enderezar en lo que respecta a otro
tipo de planteamientos con perspectiva funcional.
El gran aporte contenido en este capitulo de Ja doctrina aristotélica
puede estimarse en la medida que las categorias representan el indice de
la conceptuacién universal, y por consiguiente, en Ia medida que dicha
conceptuacién representa el fundamento primario del objeto. No s6lo en
la terminologia filoséfica sino también en la cotidiana, hablar de cate-
goria equivale a enunciar Ja esencia, calided y raz6n explicativa del obje-
to, de suerte que no puede existir una auténtica explicacién objetiva sin
la correspondiente asuncién categorial.
Las categorias aristotélicas satisfacen dos requisitos basicos: el pri-
mero consiste en expresar el sustrato universal de la realidad, las formas
que pueden reconocerse en todo objeto, mientras el segundo proviene de
su aspecto formal, que en conjunto pretende incluir a todas las formas
universales que puedan predicarse del ser, sin omitir ninguna en la siste-
184matizacién respectiva. No sostendremos que Aristételes logré semejante
Propésito, pero es indudable que reconoce, por vez primera en la historia,
una semejante necesidad de conceptuacién.
Después del Estagirita se han ensayado otras formas categoriales con
Ja clasificacién inherente a cada una; como nicleo de la metafisica inma-
nencial se encuentra el requisito de fundamentar las categorias respecti-
vas que figuran a titulo de balance y enunciado esencial del ser. No obs-
tante las divergencias que existen entre el pensamiento aristotélico y la
metafisica ulterior, cualquier tipo de ontologia reconoce la necesidad de
una formulacién categorial como uno de sus principales requerimientos.
Para captar el verdadero sentido que tiene la metafisica aristotélica,
¢s indispensable sefialar su origen como una explicacién de la naturaleza,
y si bien tiende a producirse abstractivamente como reflexién de segundo
grado sobre el ser, no olvida su progenie realista, sino al contrario, la
mantiene como origen y destino de sus meditaciones. Este arraigo empi-
riolégico adquiere primera importancia cuando se trata de justificar a la
especulacién frente a la realidad, con la cual nunca debié pretender rup-
tura alguna, sino antes bien, procuraria conservar el indispensable nexo
con el mundo que se brinda por conducto de nuestros sentidos. Si nos
apartamos de esta consideracién, resulta imposible conciliar dos aspectos
que parecen antagénicos en la filosofia aristotélica, el indeclinable sen-
sualismo de Ja experiencia con la abstractividad de la filosoffa primera,
aspectos que adquieren su natural convergencia en la derivacién que ob-
tiene Ja metafisica con respecto de la realidad, como una explicacién ul-
terior a la que produce la ciencia.
Esta meditacién no tendria mayor importancia y deberia aceptarse
por el solo enunciado si no fuera porque un gran numero de doctrinas
han querido violentarla, teniendo a la metafisica como una lucubracién
independiente de la experiencia, como fruto del desenfadado actuar de la
raz6n pura; y sien verdad se han pronunciado numerosas doctrinas con
ese tenor, no es por cierto el que corresponde al sistema aristotélico, que
podria recibir el calificativo de metafisica experiencial, referida a la per-
cepcién captatoria de la realidad.
Gran parte de Ja idea que se ha formulado en la metafisica, proyec-
tandola como especulacién abstracta, se debe a la etimologia del término,
que significa “mis alla de la fisica”, 0 lo que equivale, mas alla de la
naturaleza, como si pudiera emitirse una opinién sobre la realidad que
estuviera, sin embargo, mds alla de la realidad misma.
La teoria abstracta sobre el ser ha encontrado una razén extralégica
en la colocacién de la obra aristotélica, cuyos libros correspondientes a
Ja primera filosofia quedaron después de los de fisica, 0 sea “mas alld
de Ia fisica” (meta-physica), de donde se le conocié como metafisica, Pot
185otra parte, su micleo doctrinario estriba en un conocimiento trascendente
con respecto a la fisica misma y la doctrina ultima del ser ha quedado
pendiente del abstractismo, queriendo situarse no solamente mas allé de
Ja fisica, sino en contra de ella misma, como si las categorias primarias
que encuentra Ia razdn explicativa de la naturaleza tuvieran que oponerse
a lo que dice la experiencia. En la actualidad, el término y concepto de
la metafisica se ha generalizado para indicar el estudio racional de los
fenémenos, y mas ampliamente, la teoria pura del ser; dicha teoria va
més alla del aspecto fisico de las cosas y es, en efecto, una metafisica de
tendencia abstractivo-racionalista, pero Aristételes manticne una indes-
tructible base material que permite calificar a su sistema como un realis-
mo metafisico deductivo evolucionista.
De tal suerte, la ontologia aristotélica senté un precedente ejemplar
que produjo el ensanchamiento de las fronteras filosdficas, comp’
al pensamiento en una demarcacién que sus antecesores habfan dejado
intangible, o sea la doctrina primaria del ser. Lo que Aristételes concibié
en tan importante capitulo de su filosofia, ha sido muchas veces comen-
tado y Ja conclusién que de tan miltiple juicio se desprende es Ia nece-
sidad de una metafisica en calidad de doctrina primaria del ser.
Otro de los grandes capitulos que comprende la filosofia aristovélica
es el concerniente al aspecto material de su doctrina, que distinguimos del
formal, en la medida que aquél consticuye la explicacién de la naturaleza,
mientras éste representa la explicacién del conocimiento. Pues bien, el
nticleo de la filosofia material en Aristételes encuéntrase en una meta-
fisica de la evolucién, o sea la doctrina substancial que afirma a la evo-
lucién como sustrato dindmico de la realidad, Esta es una tesis que pro-
viene de Hericlito, primer filésofo y cientifico evolucionista de Occi-
dente, cuyo aforismo puede aplicarse incdlume sosteniendo que la natu-
raleza es una entidad que evoluciona de continuo y cuya sustancia prima-
tia permanece idéntica en medio de su abundante multiplicidad fenomé-
nica, con las diversas formas que adquiere como efecto de 1a evolucién y
en las cuales la reconocemos a través de la experiencia sensible,
Al explicar su doctrina evolucionista, Aristételes fija dos grandes
asuntos en ella; el primero consiste en determinar el sustrato material
que €s objeto de evolucién; tal es la substancia, Bl segundo consiste en
mostrar Jas diferentes formas que adquiere dicha substancia y la manera
como se verifica el trinsito de una forma a otra; este segundo tema es el
de la evolucién propiamente dicha. Obsérvese que al planteamiento ocu-
tren dos términos indispensables en la evolucién natural, términos que
son coimplicantes e insubstituibles desde el momento que para producir
Ia evolucidn se requiere algo que evolucione —ese algo es la substancia—
y, por otra parte, el decurso evolutivo registra una serie de estados que
186constituyen la fenomenicidad, o sea la manifestacién aparente de la subs-
tancia, Al aspecto substancia] se le Ilamé también éumeno, quedando
aparejados los conceptos de fendmeno y néumeno como constitutivos de
la evolucién natural. Esta es otra de Jas definiciones universales que el
Estagirita aporté como contribucién a la historia filosdfica en términos
que no han podido ni podrin encontrar substitucién alguna.
Para expresar su teoria, el Estagirita distingue la presencia de varios
conceptos que corresponden a sendos elementos de Ia evolucién natural.
EI primero es la substancia, que en tanto sustrato evolutivo se llama ente-
lequia; asi, pues, la entelequia es definible como Ja substancia en evolu-
cidn, como la esencia que permanece idéntica a través de la apariencia,
como la unidad material que sirve de base y sustento a la variedad for-
mal. Por el significado que Aristételes otorga a este concepto Ja metafi-
sica se dedica en gran parte a investigar en qué consiste la substancia de
la realidad, o sea la entelequia que figura como base primaria de los obje-
tos, de parecida manera a como Ia ciencia natural reconoce una “entele-
quia” para cada tipo de objeto, que es la substancia fisica en cuanto tal,
con independencia de las diversas formas que asume en la fenomenicidad.
Metafisica y Dialéctica
El proceso de Ja metafisica consiste en transitar de las formas evolu-
tivas que constituyen Ja manifestacién interna de la realidad, hacia el as-
ecto substancial de las mismas, Dichas formas se suceden unas a otras
a través de una relacién que, por su orden cronolégico, se manifiesta como
concatenacién causal, sugiriendo la idea que las formas anteriores son
causa de Jas formas posteriores, y que éstas se toman como efecto de aqué-
Ilas. As{ se establece la relacién de causa a efecto que habfa de tener una
importancia capital, no sdlo en Ia metafisica, sino en todo el pensamiento,
pues el esquema de Ia relacién causal abarca universalmente a todo objeto
que posea una dimensién sincrénica, lo cual es basico para fundamencar
esta clase de relacién. La relacién causal es definible como la sucesién
cronolégica de varias formas en una misma substancia; no cabe pensar
en un proceso evolutivo que estuviera a espaldas del cambio, desde el
momento que la evolucién es un continuo cambiar, y por otra parte, el
cambio consiste en una mutacién de formas dentro de un mismo objeto,
pues no se concibe un cambio propiamente dicho en seres completamente
distintos que no mantengan el indispensable nexo consubstancial. Por
otra parte, para efectuar el cambio requiérese de una dimensién temporal
donde se organizan y determinan los fenémenos cuya sucesién representa
el cambio mismo,
187La metafisica aristotélica se desenvuelve entre los conceptos de fend-
meno y notimeno, apariencia y substancia, objeto y entelequia, existencia
y esencia. Son elementos indispensables para la evolucién, pues el pri-
mero representa la substancia que evoluciona, mientras el segundo de-
nota las diversas formas de evolucién por las que atraviesa el objeto en
su existencia,
Obsérvese la bipolaridad del sistema evolutivo aristotélico en la si-
guiente relacién de connotaciones que corresponden a cada uno de am-
bos términos.
REALIDAD
Apariencia Substancia
Accidente Permanencia
Fenémeno Noameno
Existencia Esencia
El mérito inconmensurable de la metafisica aristotélica radica en
haber planteado por vez primera el problema de la evolucién en forma
objetiva, y casi podriamos decir cientifica, a diferencia de las sspecnle
ciones anteriores que carecieron del trasfondo sustentante como el qu
figura en la doctrina del Estagirita. A partir de él, toda 1a filosofia debis
tener én cuenta esta dualidad de coeficientes y resolverla mediante el sis-
tema que inaugura Aristdteles al explicar el sentido de la evolucién.
‘Asi pues, para expresar su teoria el fildsofo distingue varios elemen-
tos. El primero es la swbstancia que, en tanto funcién evolutiva designa
como entelequia; por ello, la entelequia es la substancia en evolucién, la
esencia que permanece idéntica a través de sus formas; todos los objetos
poseen una entelequia desde el momento que son algo substancialmente,
mas alla de las manifestaciones y representaciones que produzca la expe-
riencia. Por el gran significado que Aristételes concede a tal concepto, la
metafisica se destina en gran parte a la investigacién de la substancia que
subyace en Ia realidad, o sea la entelequia que promueve a la existencia.
Una vez determinada la realidad de la existencia, la metafisica aris-
totélica se dirige a las formas evolutivas que constituyen su manifestacién
externa en el aspecto fenoménico de la real, 0 sea la presentacidn suy
ficial de las cosas que se brindan en Ja experiencia sensible; dichas formas
se suceden unas a otras a través del nexo cronolégico, produciendo for-
mas anteriores y posteriores, segin el lugar que ocupen en la sucesién
causal; esto ha originado que a través de la experiencia se induzca Ia re-
Jacién causal y las formas anteriores sean conocidas como causas de las
formas posteriores, que a su vez se constituyen como efectos de aquéllas;
188causa y efecto son conceptos de la metafisica evolucionista pues la evo-
lucién constituye en ultima instancia una cadena de causas y efectos que
se suceden ininterrumpidamente en la experiencia,
Una causa puede originar un efecto inmediato 0 mediato, segin el
grado de proximidad en que se encuentran; el efecto sera inmediato cuan-
do no se reconozca ninguna forma intermedia, y seri mediato en caso
contratio, cuando Ia causa y el efecto se encuentren contiguos; si la rela-
cidn es mediata, otras formas ocuparan el lugar de medios, de donde el
efecto en cuestién se considerara también como mediato. Existe, ade-
mis, la posibilidad que una causa se transforme en efecto, si se le com-
para con una causa anterior, y reciprocamente, que el efecto se convierta
en una causa de un efecto posterior, pues las nociones de causa y efecto
son correlativas y no absolutas, Por ejemplo, Ia ira de un individuo pue-
de ser efecto de una contrariedad y causa de un desaguisado, pues sucede
a la primera y antecede al segundo. As{ también las diversas formas de
la naturaleza prosiguen Ia secuencia causal en medio de esta relatividad
que las convierte simultineamente en causas y efectos de distinto orden.
La misma relacién que guarda la causa con el efecto se mantiene entre
Ia potencia y el acto, pues Ja formacién de los seres implica que cada for-
sma adquirida sea una manifestacién actual, esto es, un actualizarse la ente-
Jequia como substancia, que de este modo convierte una realidad potencial
en una realidad actual. La potencia es lo que el objeto puede ser y el acto
€s lo que el objeto €s; todas Ias cosas son algo en potencia y algo en
acto; la evolucién consiste en un continuo transitar de la potencia al acto,
convertir las esencias en existencias, las entelequias en objetos reales que
participen del acontecer; una causa tiene la propiedad de originar un
efecto inmediato y por ello se designa como potencia a la causa, carac-
terizindose como una esencia que puede convertitse en efecto, es decir,
en un hecho real; al cobrar realidad, la causa se transforma en acto. La
evolucién ¢s un continuo actualizarse. La causa actualizada es para Aris-
tételes el acto; acto ¢s lo mismo que hecho, o lo que equivale, ser real,
Si ponemos un ejemplo accesible en medio de esta aparente marafia
de conceptos, la doctrina aristotélica de la evolucién se mostrara en toda
su radiante simplicidad, disolviendo su aparente impenetrable atmésfera
de complejidad. Dicho ejemplo seri un objeto real, un ser humano: un
nifio. El nifio es indudablemente un set real y ademas un objeto en evo-
lucién, por lo cual podra ilustrar la teoria. Lo primero que sefialaremos
en la realidad del infante, es la manifestacién fenoménica, la forma con
que se presenta y por lo cual Jo percibimos; ésta es su manifestacién di-
recta, el modo de ser y existir en la realidad, en el sitio y momento que
Jo estamos observando, La primera caracteristica que percibimos en el
189nifio €s su existencia, el hecho de ser precisamente un nifio, el nifio al
que estamos contemplando en este sitio y en este momento.
La realidad que tiene el nifio de ser lo que ¢s, representa su acto, su
ser actual, lo que es en el acto de estarlo observando. Pero al mismo tiem-
po, Ia realidad actual es un efecto de lo que el nifio fue en su pasado
inmediato, que podriamos remitir a un dfa, una hora, un minuto o un
segundo, puesto que el nifio es un ser en evolucién y cambia constante-
mente, aunque el perfodo de tiempo sea demasiado corto y no perciba-
mos el cambio; de todas maneras se leva a cabo, pues de lo contrario, si
el nifio dejara de evolucionar un solo instante, se convertiria en un set
inerte, dejaria de ser lo que es, un nifio, lo cual posiblemente sélo acon-
teceria con el fallecimiento del infante; pero atin entonces dejaria de ser
‘un set vivo para convertitse en un ser muerto, es decir, en un cadaver,
que desde Iuego seguiria evolucionando a su manera, pero habria cam-
biado de entelequia, al dejar de ser un nifio en evolucién para convertirse
en un cadaver, si se quiere, también en evolucién, pero con un sentido
muy distinto de aquél, ya que la entelequia ha cambiado totalmente.
Ahora bien, cada estado del infante representa una causa de los esta-
dos posteriores, que a la vez resultarin como efecto de los estados ante-
riores; la distancia que media entre causas y efectos hara que se les pueda
reconocer como mediatos o inmediatos, de acuerdo con lo que sefialamos
anteriormente. Por ejemplo, las reacciones sucesivas que experimenta
constantemente el nifio son causas y efectos inmediatos, mientras la ob-
tencién de una buena salud podra ser un efecto mediato de numerosos
cuidados que se toman durante mucho tiempo, y que de este modo actian
como causas mediatas, como fin del efecto resultante.
Cada uno de los estados ulteriores del nifio representa una potencia
en relacién a su estado actual que, como estd dicho, constituye el acto
del mismo, su realidad tal y como existe en ese momento. Por ejemplo,
el nifio es en potencia un paber, un adolescente, un joven, un adulto, €
incluso un anciano, pues a todo ello esta predestinado en su evolucién y
tiende al cumplimiento de lo que esta contenido en su entelequia, esto
€s, en su manera consubstancial de ser. Ella cambiarfa en caso de falle-
cimiento prematuro, con lo que evidentemente ya no seria ninguno de
los estados que hemos descrito, pero tampoco anula el que mientras dura
su vida mantenga una serie de estados potenciales como elementos cons-
tituyentes de su entelequia,
‘Aparte de estos cambios cronolégicos que adopta el nifio por razén
de su edad, existen otros que también figuran en calidad de potencias,
desde el momento que representan estados evolutivos, pero no de abso-
uta necesidad, sino tnicamente de posibilidad; tal es el caso de que el
190nifio pueda sct un profesional, lo cual es una potencia posible, pero no
necesaria, porque no obligadamente debe Iegar a serlo, como sucede con
Ja edad. La posibilidad de que Ilegue a ser un hombre adinerado, famoso,
itil a 1a sociedad, etc., representa sendas potencias que al convertirse en
realidad se transformarin en actos, 0 sean estados actuales que por si
mismos habrin cumplido con el indispensable requisito de 1a realizacién.
EL desenlace metafisico
Esto mismo sucede con cualquiera otra clase de objetos que se obser-
van en la naturaleza; todos ellos estin sujetos a un continuo cambio que
permite hablar precisamente de evolucién; los hay que cambian tan mar-
cadamente que se antojan un puro cambiar, como sucede con la forma
de las nubes, el curso de un rio, el consumir del fuego, etc,, hay otras, en
cambio, cuya evolucién ¢s tan lenta que no parccen experimentar cambio
alguno, como sucede con las rocas, las Manuras, etc, Pero en todos los
objetos subsisten las facetas que sefialé Aristételes como explicacién on-
toldgica de la realidad, o sea la permanencia que caracteriza a la substan-
cia de los objetos y la diferencia que acusa la actualidad de los mismos.
No existe ningiin objeto, por més variable que parezca, el cual fuera ca-
rente de substancia, esto es, de una esencialidad radical, ni tampoco cosa
alguna cuya aparente inmutabilidad nos impide sefialar en ella todo cam-
bio, que si bien pudiera no ser observado directamente por los sentidos,
un anilisis mas agudo permitird reconocerlo aunque se manifieste a tra-
vés de los siglos; subsiste como un cambio constante que, si bien no es
detectado de inmediato por los sentidos, puede serlo mediante un analisis
de la raz6n.
Existe otro aspecto de la doctrina aristotélica que adquiere gran inte-
rés por la diversificacién que observa en el mundo de las causas, ya que
el filésofo no se limité a constacar la existencia de antecedentes 0 causas
y consecuentes 0 efectos, sino distingue cuatro especies de ellas, segin
veremos dentro de un momento. La evolucién de la realidad se efectéa
por medio de la accién sucesiva de fuerzas latentes en la naturaleza, que
actian unas sobre otras para modificar el estado natural o actual de las
cosas. Una fuerza actuante s lo que transforma a la potencia en acto;
Ja potencia representa un acto posible y el acto es potencia actualizada.
Acto y potencia son dos momentos de una realidad; 1a substancia es el
substrato que Aristételes conoce como entelequia; entelequia es realiza-
cién de una esencia en apariencia; la substancia adquiere forma; la po-
tencia se transforma en acto,
En este capitulo de su doctrina, Aristételes analiza formalmente la
191accién causal para escindirla en una clasificacién donde se distinguen cua-
tro causas;
1, Causa material.
2. Causa formal.
3. Causa eficiente.
4, Causa final.
La naturaleza y accién de dichas causas puede reconocerse en el solo
nombre de Jas mismas; la causa material esté constituida por la materia
de que se compone un objeto, la causa formal sera la forma que el objeto
asume en. su existencia, la causa eficiente es la que ha contribuido con
eficiencia a la realizacién del objeto, y la causa final sera el fin a que se
destina dicho objeto, cuya inmanencia en Ia realidad acta en calidad
de causa,
Empleando un ejemplo clisico se puede glosar el significado de seme-
jante tetralogia causal. Dicho ejemplo lo pone el propio Aristételes men-
cionando una escultura de mdrmol, en cuyo ejemplo las cuatro causas
quedan verificadas del siguiente modo:
Causa material, Es la materia de que esta hecha la estatua; en este
caso, el marmol.
Causa formal. Es la forma dada por el escultor, y que se representa
en la estatua misma.
Causa eficiente. Es el escultor y sus herramientas de trabajo, que hi-
cieron la estatua,
Causa final. Es el fin al cual se destina la estatua; el ser contemplada
por el pueblo griego.
Esta clasificacién es un intento de Aristételes por sistematizar el nu-
trido concurso de las circunstancias que figuran en la creacién y evolucién
de los objetos; el reconocimiento de causas materiales, formales, eficien-
tes y finales, no pueden ser de ningtin modo una clasificacién perfecta y
ni siquiera netamente funcional, pero se proyecta en la estructura causa-
lista de los objetos y nos permite conocer en ellos una variedad de facto-
tets y finales, no pueden ser de ningiin modo una clasificacién perfecta y
en el modo formal y hasta cierto punto espontiineo como procede Aris-
tételes, la clasificacién misma es justificable y puede aplicarse a una es-
timacién superficial en la determinabilidad causalista de los objetos.
Para terminar este breve examen de la metafisica aristotélica vamos
a mencionar uno de los puntos mas notables en su doctrina, el mas influ-
yente de todos en lo que a penetracién ontolégica respecta, y sobre todo,
el mas controvertido, pues de ahi ha arrancado la metafisica que, encu-
192bierta bajo el manto de Aristételes, hubo de pronunciatse en la Edad
‘Media y cobrar enorme influencia en la metafisica ulterior, principal-
mente Ja Escolistica, que retoma los principios aristotélicos y los confor-
ma al dogma catélico bajo la inspiracién de Santo Tomas.
La doctrina en cuestién se refiere a la causa primera y esti inducida
por la hipétesis de que el nexo causal entre los fenémenos conduce regre-
sivamente a través de las formas de la naturaleza, encontrando para cada
manifestacién del ser una causa anterior a la cual debe su origen. Ahora
bien —razona Aristételes—, como no es posible proseguir indefinida-
mente en este regreso, es necesario detener al pensamiento en un punto
determinado, o sea un estado de 1a naturaleza donde se supone existe una
causa primera que es ella misma incausada y a la cual deben su origen
todas las demas causas.
Tanto en la fisica como en la metafisica, Aristételes explica la evo-
lucién natural como una evolucién causal de materia y forma, como una
entelequia en continuo movimiento de actualizacién, una serie de causas
y efectos sucesivos. Pero el filésofo supone que debe existir una causa
primera que ya no sea efecto de otra causa, sino causa incausada, 1a causa
inicial donde se halla el origen y la fuerza que mueve a todo el universo,
sin que ella sea movimiento. De ahi concluye el Estagirita que trata de
un motor inmévil, de la energia que mueve a todo el cosmos, sin tener
que moverse ella misma,
De este modo formula Aristételes una de las nociones que habjan
de tener mis influencia en el pensamiento filoséfico y teolégico del mun-
do occidental, desde el momento que fundamenta, al parecer en forma
deductivamente racional, una nocién que hasta entonces habia sido in-
tuida emotivamente, admitida por medio de Ja fe y presentada como un
frato de la revelaci6n. Se trata nada menos —y esto ¢s facil de suponer—
que la nocién de Dios, entronizada en el lugar donde Aristételes ubicd
a la causa primera, efectuando una permuta que en cierto modo fue mas
de nombre que de concepto, pues la idea explicativa de Dios como causa
primera del universo estaba contenida en la nocién aristotélica de Ja causa
primera, la causa incausada, causa de todas las causas, causa del mundo,
de las cosas y los hombres.
No vamos a discutir aqu{ la validez 0 invalidez de Ja inferencia aris-
totélica, pues ello nos conducirfa a un didlogo polémico para el cual seria
muy dificil obtener respuesta. Pero un hecho es de sefialar claramente, a
saber: la violacién que el propio Aristételes introduce en la nocién de
causa, alterindola del sentido primario que tiene como elemento situado
en la concatenacién donde se eslabonan en forma correlativa las causas
y los efectos, los medios y los fines, a una meta tltima e inencontrada,
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