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Escuela Tecnológica – Instituto Técnico Central

Materia: Ética y valores

Tema: Juventud-Amores, desamore y suicidio

Presentado a: Néstor Yackson Duarte

Presentado por: Edwin Alexander Zambrano S.

Curso: Decimo A

Fecha: noviembre del 2009


Introducción
El amor es aquello que hace posible las metamorfosis, nos obsequia los
elementos oportunos para extender las alas, trascender y volar con entera libertad
hacia la verdad. El amor es ese brillo resplandeciente que proviene del alma y se
refleja en la mirada acusando lo prodigioso de la vida, es todo acto de perdón,
comprensión, conmoción, es lo que hace posible lo quimérico. El amor es un
sentimiento fácil de reconocer: es benévolo, acoge el alma y cuida del otro. Es la
fuerza última que nos une por encima del rencor, el desazón, el temor o cualquier
acto de alevosía. Sus raíces emanan del rincón supremo en donde se gesta la
energía del universo.

Muchas personas creen y afirman que los jóvenes no conocen el amor y sin este
es imposible conocer el desamor, pero es en realidad tan cierto lo que dicen? ¿a
caso son los adolescentes seres sin sentimientos, sin la capacidad de amar y sentir
dolor? ¿Son tan falsos que su amor no puede considerarse verdadero?, estas son
preguntas de las que partimos y las que esperamos resolver a lo largo de la
investigación.
Objetivos
• Uno de los principales objetivos es saber el índice de amor y desamor que
hay en la población juvenil, así como en las contemplaciones de suicidios
que los mismos tienen o no.
• Detectar las causas del suicidio y buscar posibles métodos de ayuda para
resolver este problema.
• Determinar si existe o no el amor verdadero a tan temprana edad, y
determinar como afecta la sexualidad en las relaciones amorosas.
• Como las culturas juveniles influyen en el pensamiento y puede llevar
incluso al suicidio, por cusa de su filosofía.
Subtemas
• Causas del desamor.
• Consecuencias del desamor.
• ¿Existe el amor entre jóvenes?
• ¿Es real o falso?
• Psicología del amor y desamor en la juventud
• El amor juvenil, ¿solo amor de cama?
• El desamor al punto del desprecio del si mismo.
• Desamor y culturas juveniles ¿Emos?
• El amor como causa de distracción escolar.
• La lucha del joven por amor.
• Suicidio y sus causas
• Como prevenirlo
• Psicología del suicida
Extracción de
información
ANALISIS PSICOSOCIAL DEL AMOR
Y DESAMOR
XAVIER SERRANO HORTELANO

En mayor o menor medida, con mayor o menor fortuna, todas las personas conocemos
la experiencia del amor, del enamoramiento, y también del desamor y de las
consecuencias emocionales que implica. Amor es un concepto abstracto, por tanto
subjetivo, de fácil y lógica interpretación, que se puede vivir en determinados
momentos de la vida y ante determinados objetos, entendiendo por objetos, aquello que
recibe el afecto. Amor puede sentirse hacia un animal, una casa (objeto físico), una
entidad espiritual, y también hacia la pareja. Hoy hablaré sobre el sentimiento que se
comunica, que se vive con otro, que permite, facilita y desarrolla la institución de la
pareja y legalmente, en un momento determinado, posiblemente el del matrimonio.
Ante este concepto abstracto nos preguntamos por la función de esa particularidad del
ser humano, cuya respuesta se podría entender desde las religiones, la filosofía y la
psicología, entre otros.

Desde la Psicología profunda, la función de la relación de pareja es la de poder


desarrollar la capacidad de amor que cada ser individual tiene. La de poder tener un
sistema, un espacio donde canalizar la viceralidad, aquella parte del instinto del ser
humano, esa necesidad vital que es la capacidad de entrega, de abandono, de expansión.
Dentro de la lógica natural, de la ética del amor, lo primero que aparece es el deseo, el
impulso de atracción hacia alguien. Es un proceso energético que nadie puede explicar,
pero lo que puede ser una atracción sexual, intelectual, no implica la creación de un
compromiso, de un reconocimiento, en el que las dos personas quieren compartir parte
de su vida.
Existe diferencia entre el amor y la pasión. Puede haber pasión sin amor pero nunca
puede darse el amor si no hay pasión. Porque hasta en el amor místico hay pasión.
Pasión significa una exacerbación de un afecto vinculado, transmitido, canalizado hacia
otra persona o hacia otra entidad. Puede haber momentos de pasión sin amor siendo
solamente una pulsión en la que se comparten momentos parciales sin problemas,
siempre que haya un acuerdo. Si no hay acuerdo es violación, no pasión.

Desde esta perspectiva, el amor de pareja tiene dos partes: el momento de


enamoramiento, que es un espacio donde la conciencia pierde los referentes y se entra
un poco en la locura porque es un espacio atemporal, propio; y el amor, que es el
compromiso y la elección que implica el reconocer a aquella persona de la cual uno se
enamora, como alguien con quien compartir la realidad cotidiana, lo que implica un
proyecto y, como explicaré mas adelante, un reconocimiento mutuo emocional, cortical
y sexual. Siempre se habla de que el amor exige elección. Amas porque eliges y eliges
porque pierdes, y por tanto amas porque pierdes. El reconocimiento pasa por la
existencia de una satisfacción y de un placer de compartir, pero el problema empieza en
la forma de relacionarnos en pareja.

Puede darse, por ejemplo, el sentirse atraído y enamorado de dos personas a la vez. Lo
primero que hay que tener en cuenta es que hablar de modelos en la relación humana,
desde el punto de vista científico, es absurdo porque existen muchas formas de relación.
Ahora, desde el punto de vista ético habrá que ver si esto se produce de manera
clandestina, oculta, o es transparente y aceptado por todos los implicados. Si una de las
personas está oculta ya no hay igualdad de planos. Y en esa no igualdad, es difícil que
se pueda hablar de una relación amorosa.

Hay muchas modalidades en el momento social actual, nuevas formas de relación que
no sabemos que consecuencias pueden tener porque es muy poco el tiempo de
existencia. Podemos opinar ideológicamente, pero no científicamente. Las que si están
estudiadas, y en lo que nos centraremos en adelante, son las consecuencias traumáticas
de una separación destructiva y las consecuencias favorables de una separación
cómplice, constructiva.

En general, hay dos niveles de referencia. Primero, el modelo que nuestros padres nos
han dado, es decir, la referencia educativa, y segundo, la experiencia que hemos vivido
a nivel afectivo, emocional y energético con la primera pareja que se da en nuestra vida,
con nuestra madre. El primer elemento fusional en el que se crea realmente una
dinámica de dos, profunda y con un amor auténtico es la relación entre la madre y el
bebé tanto a nivel intrauterino como extrauterino. La que condiciona inconscientemente
nuestra forma de relacionarnos con aquel a quien amamos, porque en el fondo, el amor
se reconoce por nuestras memorias anteriores como concepto abstracto en el constructo
psíquico que se basa en experiencias vividas. Por eso hay personas que se fusionan
excesivamente con el compañero/a y viven una dependencia extrema, porque,
generalmente han vivido una separación o una relación muy corta con la madre en ese
momento primitivo, y viven en esa nueva persona, hombre o mujer, un desplazamiento
de afectos maternos. Por lo tanto volver a perder a la madre es algo que no se puede
soportar, y de ahí la entrada en depresión o en respuestas violentas y maniacales para
evitar el contacto con la depresión.
Nacemos con la capacidad de amor, de abrirnos al otro, porque solamente si hay un
movimiento hacia fuera nuestra estructura está en movimiento, está reciclándose
energéticamente y por lo tanto está viva.

Un ser humano que esta solamente en una situación de narcisismo permanente, es decir,
en el que solo se ve a sí mismo es una persona que progresivamente va imaginando la
realidad y desarrollando una dinámica patológica. En última instancia, podríamos decir
que el psicópata es el sujeto que ha llevado el narcisismo al extremo de imaginar la
realidad de contacto con el otro, sin emocionalidad, hasta el punto que puede destruir
sin alterarse. Hay mucho psicópata cívico, no solo en las cárceles.

La psicopatía social existe como fenómeno en cuanto que se dan ciertos círculos y en
ciertas personas en el momento en que se cierran a la posibilidad de amor, de
expandirse, de entrar en relación con el otro, por diversas circunstancias, no por un
cuestión voluntaria. Esto está vinculado a la educación, en la que el niño ve reprimidas
sus respuestas, sus capacidades y sus necesidades expansivas, y va refugiándose en un
imaginario que le impide el contacto con la realidad; cuando no se vibra y no se siente
al otro cualquier comportamiento destructivo puede ocurrir, el impulso surge en forma
caótica y no hay emocionalidad, por lo tanto no hay censura ética que lo frene.

Las familias en que alguno de los dos padres viven esta situación son muy conflictivas
porque el nivel de violencia es muy alto y los hijos, que la reciben continuamente, no
tienen posibilidad de canalizarla; el modelo de referencia que tienen es de petrificación,
es decir, de ausencia de experiencia emocional. Por lo tanto, lo único que queda es la
posibilidad de expresión de esa emoción fuera del núcleo familiar y esos niños
empiezan a necesitar la emergencia de las pulsiones destructivas que viven en la familia
y que no pueden expresar en otros círculos.

Es cuando se da paso en gran medida a circuitos que están en el fondo permitiendo la


canalización de esas pulsiones que en el núcleo familiar no se pueden expresar ni vivir;
gran parte de la delincuencia juvenil se provoca en los sistemas familiares que son el
caldo de cultivo de esa violencia social posterior o paralela. Esto sirve como referente
en la Psicología forense para entender ciertas respuestas extremas, delictivas. Pero a
menor escala también hay un nivel de emocionalidad reprimida, de asepsia, de un cierto
estado de zombi en el cual el elemento narcisístico cada vez es mayor porque se va
perdiendo la capacidad de contacto con el otro.

En cierta forma los mecanismos sociales en los que estamos inmersos facilitan esta
falta, creando modelos de referencia que limitan la posibilidad de construir un modelo
propio de identidad, forzando ritmos y dinámicas que distresan y rompen nuestra
capacidad de actuación espontánea y en el fondo, facilitando un individualismo basado
fundamentalmente en el amor a los objetos, al tener, en vez de favorecer el ser y el estar.
Como decía Erik Fromm, prevalece el tener sobre el ser. Entonces podemos hablar de
una sociedad que tiende cada vez más a valorar al ser humano positivamente por tener
muchos objetos, y entre esos objetos muchas veces están las personas, y entre esas
personas muchas veces está la pareja. Aveces se está con alguien porque es estético. En
muchas sesiones depareja que hacen terapia aparece esa sensación, sobretodo en la
mujer, de sentirse "florero", es decir, sentir que su pareja está a su lado porque viste
bien, porque es bonita y queda bien en las reuniones de sociedad. Pero sin sentirse
amada, se siente poseída. La pertenencia prevalece sobre el "estar con" y ese es un
problema que se ve frecuentemente en terapia de pareja, así como cuando el periodo
inicial de enamoramiento se va modificando y empieza a convertirse en una realidad
que pierde la perspectiva y el motivo inicial de encuentro se difumina y se convierte en
un intercambio, en una permanencia por mantener intereses y necesidades comunes.

Ese es el riesgo de la institución del matrimonio, que puede caer en la rutina y se


convierte en una relación perversa, porque cualquier motivo va a ser válido para
permanecer, para no perder algo que se siente propio. Algo que en un principio es
culitativamente hermoso, forma parte del instinto, de la viseralidad, se convierte
progresivamente en un monstruo que va devorando toda flor que existe a su alrededor.
Es un proceso humano. El rasgo narcisístico del que he hablado y que todos en alguna
manera tenemos, nos impide asumir que las cosas son temporales, para empezar, la vida
es temporal. Tenemos un tiempo de existencia, pero normalmente vivimos con un ritmo
existencial de temporalidad, con la sensación de que vamos a ser siempre los mismos y
todo a nuestro alrededor va a seguir igual. En nuestro esquema psíquico buscamos
siempre una evitación del cambio, de la misma manera que existe una homeostasis
fisiológica que nos permite un equilibrio frente a aquello que puede ser nocivo. Es decir
que inconscientemente evitamos cualquier movimiento que nos pueda suponer romper
los esquemas espaciotemporales sobre los que sentimos una cierta seguridad, y por eso
hablar del final de algo siempre crea una ansiedad porque nos lleva a la idea, al temor
del final de la vida y nos comunica con el temor a la muerte, que este momento es más
tabú que el sexo, a diferencia de otros tiempos.

Cuando empezamos una relación todos y todas sabemos que esa relación puede
terminar, pero ya en la legalización de la institución se hace hincapié "Hasta que la
muerte nos separe", significa, hasta que algo externo a nosotros nos separe", lo cual
limita ya la libertad de decisión, del "hasta que la muerte de aquello que ha motivado
nuestro encuentro nos lleve a separarnos". Es decir, hasta que la función termine, deje
de existir, acabe su cometido. Y si la función que tiene la pareja humana es la de
desarrollar la capacidad amorosa de cada individuo, puede ocurrir que ese sistema
empiece a no ser válido para el desarrollo personal de uno de sus miembros y a partir de
ese momento tiene que haber un replanteamiento real y una asunción de la crisis. No es
como antes, algo ha ocurrido que lo que era ya no es y por tanto tenemos que afrontar
una realidad nueva de las cosas. Esa realidad nos puede llevar a modificar la relación
para cualitativamente aumentar la capacidad de placer, de desarrollo, de expansión, de
comunicación.

Ese conflicto puede venir motivado por un cambio de valores individuales, por un
cambio de trabajo, por la entrada de una tercera persona dentro del marco sexual, por el
nacimiento de un hijo, por el fallecimiento de un familiar de uno de los miembros de la
pareja, o por cualquier otra circunstancia cotidiana que influya directamente en la
psicología de la emocionalidad, y eso repercute en su ecosistema mas próximo. La
pareja es un sistema vivo, nadie puede garantizar qué nos va a ocurrir mañana como
pareja porque nadie nos puede garantizar qué nos va a ocurrir individualmente. En
momentos determinados, el impacto se produce de forma traumática porque hemos
perdido la capacidad de darnos cuenta de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor y
perdemos el contacto con lo que está pasando con nuestro compañero/a quien de pronto
expresa su falta de deseo sexual, su poca motivación para compartir actividades, la
presencia de una tercera persona, o su interés en la separación. El problema es de los
dos, de quien no se da cuenta y de quien creía que el otro se estaba dando cuenta. Llega
un momento en el que el bloqueo en la comunicación lleva al uso del imaginario y a
crear e interpretar la realidad.

En ese momento es cuando, necesariamente, tenemos que asumir la crisis que implica
un replanteamiento a tres niveles fundamentales: el cognitivo, es decir, cómo nos
comunicamos, qué niveles de transmisión de valores, ideas, aficiones, proyectos existe
con esa persona. Un segundo factor, qué nivel de intercambio emocional existe, de
afectos, cariño, tristeza, anhelos, frustraciones. Y por último qué capacidad de placer
tengo con esa persona, de goce, de abandono sexual. Un buen test permanente en la
pareja es ir analizando cual de estos aspectos va debilitándose en la relación, pero los
tres tienen una importancia muy grande porque en el fondo estamos hablando de un
sistema que comparte la vida cotidiana. Habrá momentos de la vida en que se dará mas
importancia a esa empatía sexual y momentos en que será mas importante la afectiva, la
cognitiva, o la identificación laboral y social. Depende de momentos vitales, de edades
y de circunstancias pero tienen que estar presentes porque significa que está habiendo
una globalidad de la relación. Si esto no sucede, se está evitando el crecimiento, el
desarrollo de facetas vitales para las dos personas y que van a vivir fuera de la relación.
Es necesidad, se parcializa, y empieza a separarse y a romperse progresivamente la
pareja.

Esos tres niveles nos hablan del momento real de la pareja y nos lleva a plantearnos la
posibilidad de replantear o de darnos cuenta de que es un momento definitivo donde ya
no hay posibilidad de reconstruir y es cuando, en el último acto de amor, se debería
buscar la muerte de ese sistema desde una perspectiva de transformación creativa para
cada uno de los miembros, no como un fracaso, sino como un acto de cambio y por lo
tanto de final que facilita una transmutación.

En la escala de valores de esta sociedad, la ruptura de la pareja sigue viviéndose como


un fracaso. Incluso en la sociedad norteamericana que es donde estadísticamente -junto
con los países nórdicos en Europa- hay mas separaciones, es muy interesante ver cómo
la nueva relación intenta ocultar o negar, olvidar la relación anterior y eso se ve mucho
en la relación con los hijos. Cuando un hijo de dos personas pasa a vivir con la nueva
relación de la madre o del padre, vuelven a crear un matrimonio nuevo, ese hijo llama
"papá" o "mamá" a esa nueva persona, no a la madre o al padre biológico. Algo que se
olvida es algo que se vive con culpabilidad, que se tiene que esconder. Se ha hecho mal.
No tenemos por qué negar nuestra vida. Hemos vivido un tiempo con esa persona y
ahora estamos con otra, pero esa persona no muere físicamente, no desaparece y mas si
es la madre o el padre de nuestros hijos; pero como se lleva a situaciones tan extremas,
esa continuidad puede existir cuando lo que permanece es el odio y la destructividad.
Ante la destructividad, lo único que se puede hacer es olvidar.

Lo mas importante es que el proceso de separación sea progresivo, que tenga un cierto
ritmo y que sea lo menos violento y lo mas compartido posible, que sea un proceso de
complicidad donde los niños, a partir de determinada edad, puedan también participar,
es decir, ser conscientes de lo que está pasando. Normalmente se vive la separación
como algo que corresponde solamente a la mujer y al hombre, y en cuanto que ya hay
hijos, y por lo tanto hay un sistema familiar mas complejo, hay que tenerlos en cuenta
desde el principio para que ellos entren en esa realidad. Es un gran error separar la
realidad de los adultos del mundo de los niños porque los niños captan lo que ocurre,
aunque nosotros queramos evitar los conflictos, las discusiones, los afectos negativos, y
además sienten que no se les tiene en cuenta, que no se les reconoce, que viven esa
experiencia en soledad, con lo cual se agrava el conflicto, porque el niño se aísla,
sintiéndose desplazado de la realidad familiar.

Por eso es importante que desde el principio el niño pueda vivir la separación como un
proceso lo mas natural y humano posible - porque es humano, y el ser humano vive
pulsiones y afectos de todo tipo- y forma parte de la realidad que el niño tenga acceso al
mundo del adulto, a conocer esa dinámica de desamor, sobretodo con la idea de que el
desamor es el de los padres, no hacia ellos. Hay un mecanismo inconsciente que se
produce en los niños, y es que si no se les hace conscientes de la realidad del adulto y de
las causas de la separación, que puede ser simplemente el desamor -no tiene que haber
grandes odios ni gran destructividad- pueden sentir que son ellos los culpables de este
paso. Algo han hecho mal en su imaginario, y esa es una carga que siempre llevan, que
se observa después en la psicoterapia de adultos cuando han sido hijos de familias
separadas. Para evitar esa culpabilidad tiene que compartir en comunicación con esa
situación de desamor y participar en el proceso. Eso es algo que se hace en la terapia de
familia de los procesos de separación.

Como expresé anteriormente, la idea de separación se vive como idea de muerte, y por
tanto como algo terrible, porque en ese momento conectamos con el miedo a nuestra
muerte ya que generalmente la relación que se crea con la pareja es fusional, psíquica y
emocionalmente hablando, hasta el punto en que existe una referencia yoica en el otro.
En el momento en que el otro realmente no está, tenga la sensación de que no está, o de
que no va a estar, la persona entra en el pánico de perder su propia sensación de existir.
Por eso en muchas separaciones aparecen las respuestas depresivas. Entra en auténtica
depresión porque empieza a vivir una emocionalidad totalmente vacía, pierde el sentido
de su realidad, de su vida. Esto significa que en ha creado una dependencia muy grande
en la cual el otro "le ha robado el alma", hablando poéticamente, y se producen
reacciones de pánico muy fuertes, intentando por todos los medios frenar ese proceso y
evitar el conflicto, el movimiento y el sufrimiento. Se coloca en una situación de
búsqueda de estabilidad, de estatismo y ahí es donde aparece el sufrimiento crónico y la
institución empieza a pervertirse, porque se crean mecanismos para evitar la asunción
de la realidad, de que posiblemente el sistema ya no facilita la función originaria. Digo
posiblemente porque primero es importante asumir la crisis y permanecer en ella,
intentar transmutar juntos, es decir, intentar que ese cambio sea positivo para los dos y
esa relación se modifique. Eso puede ocurrir dentro de la pareja o con la ayuda de un
especialista en terapia de pareja, que tiene una cierta funcionalidad y dinamización de
impulsos estáticos, siempre que las dos personas sientan que, solos, no tienen capacidad
de resolución.

No necesariamente hay que esperar a la decisión de la separación, sino que puede haber
un plano preventivo, cuando llega un punto en que se vive una crisis por infidelidad, por
enfermedad de uno de los miembros de ese sistema, o por cualquier circunstancia que
lleva a un conflicto, una tensión exacerbada que no se palia, no se reduce. Por otra parte,
en cuanto menos participen familiares en los conflictos de pareja, mejor, porque hay
interferencias inconscientes, intereses, afectos que pueden evitar la objetividad de la
situación. En este caso es mas positivo el consejo de un amigo porque puede ser mas
objetivo. De todas formas, en un conflicto de dos es muy difícil que participe alguien
que tiene vínculos afectivos.
Si de esta manera se intenta durante un tiempo un cambio que no se produce, y esa
relación facilita el sufrimiento, aunque sea de una de las dos personas, hay que
plantearse la finalización como algo positivo. El fracaso está en la cobardía de no
asumir la soledad coherente, la realidad, que implica el dejar que la otra persona viva
libremente y pueda seguir creciendo porque una relación se crea y se mantiene cuando
es mutuo el deseo de entregarse a ella. De lo contrario se convierte en un constante
mensaje de "tu me vas a evitar el sufrimiento estando conmigo". La otra persona entra
en la defensa y de ahí en la violencia y la destructividad, situación que puede
permanecer en el tiempo, afectando, como ya he dicho, a todos los miembros del
sistema familiar.

Los seguimientos que hemos hecho desde la psicología de las familias que viven en
dinámicas destructivas han mostrado la existencia de dos tipos de destructividad. La
digital que es directa, y la analógica que es sutil, como el chantaje, la amenaza, la
culpabilización. Como ejemplo cito a una pareja que, cada vez que él se imaginaba que
la mujer iba a decirle algo conflictivo, él entraba en una reacción cardiaca que le llevaba
al hospital. Automáticamente la mujer paraba porque "no podía sentirse responsable de
la muerte de su marido". Así estuvieron diez años hasta que llegaron a la consulta y
desciframos la clave del "enfermo imaginario" (la obra de teatro de Moliere). No se iba
a morir, pero ella, con razón, no se arriesgaba y así se frenaba el movimiento. El mismo
sufría porque se daba cuenta de que estaba creando una reacción de evitación del
conflicto y su mujer no estaba feliz, pero él no podía evitar esa situación psicosomática.

Otro ejemplo es el de las culpas vinculadas a los hijos, los chantajes afectivos,
culpando al otro por el futuro malestar y conflicto de los hijos, a partir del abandono. El
chantaje económico, donde la mujer tiene todavía una situación de debilidad frente al
hombre a niveles legales y jurídicos: "Si me dejas, no hay dinero". Ocurra así o al
contrario estamos entrando en dinámicas de perversión, donde ya no hay amor sino
destrucción mantenida, y cuestionamos la causa por la que se mantiene esta situación,
en la que ya no hay deseo sexual o muy poco, ni deseo de comunicación, en la que se
llevan vidas paralelas y se comparte el espacio -algunas horas en la noche- y en la que
no hay una transmisión de afectos, no se vibra con esa persona. Las respuestas son
muchas, desde intereses múltiples hasta incapacidades personales, y ahí es donde la
psicoterapia puede ayudar, cuando realmente una persona no puede abandonar a su
pareja porque se siente culpable, y no se da cuenta de que con su actitud está reforzando
la patología de su cónyuge, que el otro siga convencido de que esa forma de actuar
victimista es la adecuada, es la que permite un poder, manteniendo la doble patología.
El que hace de víctima se sigue sintiendo víctima y el que desarrolla un sadismo
masoquista, pasivo, sigue desarrollándolo. Este chantaje es mucho mas duro aveces que
la reacción violenta porque cuando hay odio directo, digital, cuando hay violencia física
o infidelidades manifiestas, por ejemplo, empieza a haber motivos concretos y es mas
fácil dar el paso.

Muchas veces se provocan razones de odio inconscientemente, pero cuando existen


dinámicas muy sutiles, sadomasoquistas, donde aparente todo está bien pero en el fondo
no hay relación, es muy difícil separarse y pueden pasar años de convivencia monótona,
rutinaria, aburrida y cancerígena - en el sentido metafórico de la palabra- es decir,
degenerativa, y que ocurre cuando alguno de los dos despierta, generalmente porque
aparece una tercera persona y decide cambiar la situación.
Lo que está claro es que el distrés en la relación de dos puede ser muy fuerte porque no
hay posibilidad de escapar, a no ser que sea por un tercero. Y si hay salida por un
tercero, se pone en riesgo completamente la relación. Sabemos que se crean dinámicas
psicosomáticas importantes en ciertas personas por conflictos conyugales no resueltos,
así como cuando hay violencia directa, alcoholismo o drogadicción. Por ejemplo, hay
una gran cantidad de mujeres maltratadas que mantienen el matrimonio y que son, ellas
mismas, las primeras que no ponen denuncias y siguen manteniendo la relación, además
de justificar el acto violento del marido. Esas son las situaciones que, aparte del chantaje
emocional y la amenaza, forman parte de la incapacidad personal de relacionarse. En
estos casos, la víctima no puede dejar de serlo porque es mayor el sufrimiento que
siente si imagina la disolución de ese matrimonio, que el sufrimiento de compartir una
violencia doméstica permanente. Dentro de esa violencia hay niveles de distres y
sufrimiento patógeno muy fuertes.

En la situación en que uno quiere dejar la relación y el otro no, los dos miembros de la
pareja sufren. Por eso es importante buscar una resolución, que dependerá en gran parte
de la respuesta psíquica, de la capacidad de tolerancia y de adaptación, de la búsqueda
de recursos externos, compensatorios. Aparentemente quien sufre es la "víctima" , quien
siente que el otro le hace daño, que es malo, que está provocando el disturbio, que
quiere irse, que ha dejado de amar, que ha perdido la pasión, que no lucha, que no
mantiene la familia, pero ese discurso repetitivo y culpabilizador, hace sufrir
permanentemente a la otra persona porque, en principio, ella no quiere hacer sufrir.
Simplemente está encontrándose por un momento vital en el que ya no está cumpliendo
las expectativas que la otra persona tiene y a partir de sentirse culpabilizado, se siente
con una gran responsabilidad que también le hace sufrir hasta el punto de mantener una
relación que ya no le da placer. Si no hay un deseo de reencuentro por parte de los dos,
siempre va a existir una dinámica de poder. El deseo puede ser diferente, una persona se
puede sentir muy enamorada del otro y el otro puede solamente sentir una atracción o
un deseo de cambio. Pero si quiere continuar la relación puede haber una posibilidad de
encuentro y reconciliación. En el momento en que una de las dos personas no quiere, se
acaba el sistema o se entra en un sufrimiento, que curiosamente es compartido, que es lo
contrario de lo que en un inicio los unió. Si les unió un amor compartido ahora les une
el sufrimiento compartido.

Entonces, en un sistema siempre hay responsabilidades en lo que ocurre. Nunca se


puede asumir la culpa única, aunque jurídicamente siempre exista un culpable. Desde la
teoría de sistemas esta es una falacia porque siempre hay una responsabilidad
compartida. Recordemos la novela, el arquetipo de Frankenstein, que nos hace
reflexionar: Hay alguien que crea al monstruo y no lo reconoce; en el momento en que
no lo reconoce empieza a destruir y la responsabilidad aparente es de quien destruye,
del monstruo. Generalmente en esta sociedad juzgamos, cuestionamos y criticamos a los
Frankensteins pero nunca a aquellos que crean los Frankensteins. Por ejemplo, el
toxicómano es el delincuente porque con la droga se puede llegar a matar. Pero quien
está creando ese drogadicto? Qué responsabilidades sociales, institucionales, cívicas
existen? Se juzga a los Frankenstein.

En la relación de pareja ocurre lo mismo, generalmente se busca a un culpable, y


aunque aveces lo haya, por ejemplo a la hora de decidir la tutela de los hijos o el tema
económico, generalmente la responsabilidad es de los dos. Por ser de dos se ve muy
fácilmente un mecanismo social general y muy perverso que es la paranoia, donde
siempre creemos que el otro nos va a destruir. Ahí está la lógica sistémica de la
introducción de un tercero en la relación, el especialista en terapia de pareja, que
intentará facilitar la comprensión, la lógica emocional e inconsciente que lleva a esa
crisis, que si no es resoluble, potencie un camino de crecimiento individual para los dos,
es decir, una salida creativa a un momento de anquilosamiento, de degeneración, de
rutina y de impedimento del proceso personal en el sistema de la pareja, de manera que
esas personas puedan volver a encontrarse con otra pareja, recordando una vez mas que
siempre existirá la temporalidad, lo que significa que cada momento que vivimos se
acaba y que por lo tanto debemos vivir intensamente, es decir, conscientemente.

Por eso es importante tener en cuenta que, los procesos relacionales no solamente se
pueden explicar corticalmente. No somos libres de nuestras emociones y por lo tanto,
solamente tomando en cuenta esa dinámica inconsciente, podemos comprender mas
globalmente la realidad y ser mas tolerantes, que no quiere decir débiles, sino
acercarnos a la realidad del otro. Si eso se vive, sea el tiempo que sea, cuando llega el
momento de reconocer la falta de funcionalidad de esa pareja, vamos a vivirlo
satisfactoriamente porque reconoceremos que gracias a compartir la vida con la otra
persona hemos podido crecer y desarrollar una capacidad vital que es la capacidad de
amar.

Filosofía emo
• Para los que se hacen llamar 'Emo', su personalidad tiene mucho que ver con su
exterior. Así por ejemplo, el estar extremadamente delgado es sinónimo de la
vida que quieren llevar. Esta vida es deprimente, sin sentido y sufrida. Si una
persona quiere ser 'Emo' deberá ser delgado a cualquier precio, de lo contrario
será rechazado por su comunidad y será llamado "casposo" o "lámpara".
• De igual forma, para ser 'Emo' es necesario ser alto. Si es bajo de estatura,
deberá usar plataformas para verse alto. Son las reglas de la comunidad.
• Asímismo, el pelo siempre les cubre la cara puesto que quieren pasar de
agache. Son antisociales y no les gusta ser vistos. También significa que su
existencia es sombría y triste.
• Los 'Emo' viven en constante depresión debido a que según ellos, el mundo es
miserable y denigrante.
• Sus habitaciones suelen tener poca luz, cubrelechos de un solo color y cama
sencilla y dura, de esta forma, al levantarse cada mañana recordarán lo miserable
de su existencia y permanecerán en un estado de depresión todo el día.
• Los 'Emo' no creen en religiones ni en dioses.
• Sus símbolos son: calaveras, corazones rotos y estrellas rosadas
• Las parejas sentimentales deben ser también 'Emo'. Deben compartir su dolor
en todo momento. Si el 'Emo novio' está llorando, la 'Emo novia' debe llorar
también. Los dos se cortarán la piel con cuchillas al mismo tiempo, se
vestirán igual al punto de no saber quién es el hombre y quién la mujer. El 'Emo
novio' deberá regalarle a su 'Emo novia' un Cd de su música preferida en el
cumpleaños.
Lo bueno

Emo es una cultura de adolescentes y jóvenes entre los 14 y 21 años. En esta etapa
se crean fuertes lazos de amistad con los compañeros y se exploran sentimientos de
pareja. Por esta razón, es bueno encontrarse con amigos que compartan sus gustos y
creencias más allá del furor de una moda.

Lo malo

• Cortarse la piel con armas blancas es un acto autodestructivo. En estos ritos


existen riesgos de contagio de VIH Sida por transfusión de sangre
• Los 'Emo' rechazan a personas que no son como ellos en apariencia (solo los
que quieren ser 'Emo')
• Sentimientos de odio y rechazo por el mundo que los rodea.
• Las niñas "pierden" su feminidad al vestirse igual que los hombres
• Tienen pocas expectativas de vida

Un millón de vidas que salvar

La OMS reporta un millón de suicidios al año en todo el mundo. En la última década, la


tasa en Colombia ha estado entre cuatro y cinco muertes por esta causa por cada cien
mil habitantes.

La OMS (2004) afirma que anualmente está muriendo cerca de un millón de personas a
causa del suicidio (el 1.4 del total de muertes), cifra que supera la suma de todos los
homicidios y guerras. A lo cual hay que añadir las cantidades de familiares y amigos del
suicida «cuyas vidas quedan devastadas emocional, social y económicamente». Dice
que las tasas más altas se encuentran en el este de Europa y las más bajas en
Latinoamérica, los países musulmanes y algunos países asiáticos, y que la información
al respecto sobre los países africanos es escasa.

Colombia, según datos de Medicina Legal, se mantiene cerca de las tasas


latinoamericanas. Durante 2003, 1938 personas se quitaron la vida en el país, lo que
representa el 6 por ciento de todas las muertes violentas (33.206). Igualmente, durante
2002, mientras que las muertes naturales (2.707) en Colombia constituyeron el 6.1 por
ciento del total de muertes (44.076), el suicidio significó el 5.2 por ciento de las muerte
violentas (39.597) y el 4.6 del total de muertes.

De otro lado, mientras entre 1994 y 1997 la tasa Colombiana osciló entre 4 y 4.2
suicidios por cada cien mil habitantes, en 1998 se elevó a 5 y así se mantuvo en 1999
(ver tabla: Colombia, tasas 1994 - 2003). Medicina Legal (Forensis, 2003) deja ver la
coincidencia entre este aumento y las crisis del Upac, el desempleo y la coyuntura
económica.

Causas y métodos

Para la OMS la tasa de suicidio es producto de dos factores: 1. las predisposiciones


internas de ciertos individuos a quitarse la vida (decremento de la serotonina en el
líquido cefalorraquídeo, predisposiciones genéticas asociadas a trastornos afectivos,
alcoholismo y psicosis) y 2. las circunstancias externas, conocidas como factores
exógenos o psicosociales como duelo, divorcio, vida familiar crítica, jubilación, viudez
y enfermedades como cáncer, úlcera, esclerosis múltiple y sida).

En Colombia, entre los 560 casos en los que se pudo establecer el factor detonante del
suicidio, predominan el conflicto de pareja y las razones económicas (ver tabla:
Colombia, factores detonantes).

Los métodos más empleados en Colombia durante 2003 (ver tabla: Colombia, métodos)
fueron, en su orden, tóxicos o venenos, armas de fuego, ahorcamiento o suspensión y
lanzamiento al vacío, con diferencias importantes entre hombres y mujeres (ver:
Masculinidad, otro factor de riesgo).

Jorge González, psicólogo epidemiólogo del Instituto de Medicina Legal, afirma que
«en Bogotá, hasta hace unos años, el arma de fuego era el método más usado, pero con
las campañas que ha venido haciendo la Alcaldía, este método ya no prima, prima ahora
el ahorcamiento». Sin embargo, agrega que «no podemos decir que el hecho de que
haya habido restricción en armas de fuego haya evitado suicidios». Por su parte, la
OMS (2004) hace énfasis en que las restricciones en el acceso a armas de fuego están
asociadas con la disminución de su empleo en suicidios en algunos países» y Medicina
Legal (Forensis, 2002) dice que dado que muchos de los suicidas son personas con
ocupaciones relacionadas con la posesión de armas, «se hace indispensable una
adecuada valoración psicológica antes del ingreso a los diferentes cuerpos de defensa
estatal o vigilancia privada».

Igualmente es creciente la preocupación por la relación entre estados de embriaguez y


realización de suicidios. Para González es fatal la confluencia de impulsividad,
pensamientos suicidas, embriaguez y porte de armas. Esa es también la posición
planteada por Medicina Legal (Forensis, 2003): «el consumo de sustancias psicoactivas
(incluyendo las bebidas alcohólicas) y la violencia intrafamiliar suelen ser factores
asociados al suicidio en jóvenes». Según cifras de este instituto, durante 2002, de 537
necropsias por suicidio en las que se solicitó la prueba de alcoholemia, en 184 casos, es
decir, el 34.3 por ciento, el resultado fue positivo.

El porte de armas y el consumo de alcohol son aspectos en los que el Estado puede
intentar intervenir, sin embargo, dada la complejidad del fenómeno, los resultados no
parecen demostrar la eficacia de las medidas. Mientras que las políticas de salud pública
han logrado reducir otro tipo de muertes violentas, el suicidio sigue siendo un fenómeno
difícil de abordar. Según González, en el periodo 2002 - 2003 en Bogotá bajaron las
muertes violentas en un 20 por ciento, excepto el suicidio, que subió. «La Alcaldía
estaba empeñada en disminuir homicidios y accidentes de tránsito -cuenta el
funcionario-, pero el suicidio es un fenómeno más complejo. No es tan fácil como poner
un semáforo para evitar que la gente se mate. Su complejidad incluye factores
familiares, sociales, culturales. Modificar, por ejemplo, una estructura familiar es muy
difícil, tenemos que llegar allá, pero requiere un gran esfuerzo»
¿Qué bandada de relámpagos acaba de aflorar en mi mente
para que esta noche mi vida haya tenido tanto miedo de mí?
El miedo, Émile Verhaeren

El enfoque de la prevención

Medicina Legal (Forensis, 2002) dice que el suicidio puede abordarse «desde dos
puntos de vista totalmente diferentes e irreconciliables: el primero, la determinación
autónoma y libre de un sujeto de poner fin voluntariamente a su vida; y el segundo, el
de una persona que, pese a su expresión manifiesta de morir, debería ser salvada».
Agrega que quienes optan por la segunda alternativa -la de salvar a la víctima- «ponen
de manifiesto que la vida es un derecho fundamental e inalienable de la persona (solo
vulnerado en contadas excepciones como, por ejemplo, con la pena de muerte legal), y
que, por consiguiente, deben existir personas o instituciones obligadas a evitar que el
suicida cumpla con su propósito».

Después de un recorrido histórico, concluye que el suicidio, en la actualidad, «es un


problema de salud que puede prevenirse». En el mismo sentido, Nhora Acuña afirma
que «no podemos decir que toda persona que tenga un intento suicida en realidad quiere
acabar con su vida; por lo general quiere acabar con un dolor, e intenta el suicidio de
forma impulsiva». Y agrega que los casos en los que la intervención no podría ayudar,
como cuando el factor determinante es hereditario, son excepcionales, entre el 3 y el 5
por ciento).

Por su parte, Nora Cifuentes anota que no hay cifras sobre cuántas vidas han sido
salvadas gracias a que contaron con ayuda profesional. Y agrega que ni siquiera de la
planeación durante periodos largos del suicidio se puede deducir que haya una decisión
irrevocable de morir, puesto que los estados de crisis pueden ser largos y dar lugar a
periodos largos de ideación, lo cual no significa que la persona no puede

Jóvenes ¿Por qué se suicidan?


por Libardo Sarmiento Anzola*

Entre 1991 y 2005, los suicidios aumentaron en Colombia 195 por ciento, al pasar de
605 casos anuales a 1.786. En el año 1999 las necropsias por suicidio alcanzaron un
máximo crecimiento de 245 por ciento respecto al año base de referencia. En el período
analizado el número de habitantes aumentó 28,3 por ciento, lo que significa que los
suicidios crecieron nueve veces más rápido que el poblacional (cuadro 1). El
crecimiento en el número de suicidios tiende a concentrarse en edades más tempranas,
esto es, nuestros jóvenes se están matando ¿por qué?

En los últimos quince años se suicidaron en Colombia 25.000 personas, en su mayoría


jóvenes. Es como si se matara en masa toda la población de un municipio intermedio de
Colombia.

Esta sociedad no ofrece alternativas a los jóvenes, a pesar de representar una cuarta
parte de los 47 millones de personas que habitan en su territorio. El desempleo los
golpea con mayor dureza, la educación plena sólo beneficia a uno de cada tres jóvenes,
la formación que reciben los niños en sus hogares forma caracteres histéricos y con
poca resistencia a la frustración, la publicidad y la cultura de masas les genera
expectativas de consumo y modelos de vida inalcanzables que no pueden satisfacer, la
sociedad promueve un individualismo competitivo que los aísla, la familia igualmente
los presiona hasta que, todo en conjunto, termina por hacerlos estallar.

Al no entender los factores estructurales que lo aliena y las fuerzas económicas que lo
excluye termina el potencial suicida por pensar que se trata de un fracaso personal y los
profesionales de la salud por dictaminar un simple desajuste emocional o conflicto
familiar. No, las causas de esta mortandad de jóvenes hay que buscarla en la
organización y funcionamiento de la sociedad colombiana que nos esta enfermando
mentalmente a todos.

Un país enfermo mentalmente

En efecto, la salud mental de los colombianos está en crisis. Más de dos mil casos de
suicidios en un sólo año, en su mayoría de jóvenes, evidencia la grave situación que
vive el país. Cuatro de cada 10 colombianos presentan al menos un trastorno mental en
algún momento de su vida. La etapa entre los 14 y 27 años es aquella en que aparecen
por primera vez la mayoría de los trastornos, en especial los relacionados con la
ansiedad, el abuso del alcohol y otras sustancias psicoactivas, al igual que los trastornos
afectivos.

Entre los hombres el abuso de alcohol es un problema más común en tanto que entre las
mujeres, la depresión mayor. El trastorno de atención (5 años) y la fobia específica (7
años) son los dos padecimientos más tempranos. La ansiedad de separación de la
infancia (8 años) seguida por el trastorno de conducta y el trastorno oposicionista
desafiante (10 años para ambos) aparecen después. Para los trastornos de la vida adulta,
los trastornos de ansiedad se reportaron con edades de inicio más tempranas, seguidos
por los trastornos afectivos y por los trastornos por uso de sustancias.

Entre los hombres el abuso y la adicción al alcohol es el principal problema,


íntimamente ligado a la violencia intrafamiliar y social. Las mujeres presentan una
mayor tendencia a la depresión. En ambos sexos el intento de suicidio, alguna vez en la
vida, es del 4,9 por ciento, una problemática preocupante que se presenta en edades
cada vez más tempranas.

La prevalencia de vida de intento de suicidio para la población colombiana estudiada


fue de 4.9 por ciento y en los 12 últimos meses, 1.3 por ciento. La prevalencia de vida
para ideación suicida fue del 12,3 por ciento, y las de plan e intento del 4,1 y 4.9 por
ciento respectivamente. Llama la atención que la prevalencia de vida en los tres
indicadores es un poco mayor en mujeres. Cuando se analiza en el último año, la
prevalencia es mayor en hombres para los tres indicadores. Al discriminar por los
grupos de edad, se evidenció que las mayores prevalencias de vida, tanto de ideación
como de plan e intento suicida, se encuentran en el grupo de 30-44 años y durante el
último año la prevalencia de estas variables es mayor en personas más jóvenes (18 a 29
años).
Sólo uno de cada 10 sujetos con un trastorno mental recibió atención dentro del sistema
de salud. Los datos apoyan la necesidad de incrementar los esfuerzos orientados a hacer
más disponibles los servicios y de acercar a la población a ellos. Al respecto, se
recomienda considerar los trastornos mentales como enfermedades crónicas con
derecho a tratamiento, mejorar los servicios de prevención y tratamiento en salud
mental. Actualmente la normativa del sistema de salud colombiana es excluyente en la
atención a la salud mental, no sólo por la dificultad en el acceso sino porque además
restringe la consulta y tratamiento a menos de un mes cada año. Un contrasentido
mayor, es el monopolio que tiene el Estado sobre la producción y venta de alcohol y el
estimulo que a través de la publicidad realiza para aumentar su consumo,
particularmente dirigida a la población joven.

De acuerdo con la evaluación, realizada por el Banco Mundial en 2001, se concluye que
Colombia no cuenta con una red de protección social efectiva capaz de enfrentar las
consecuencias sociales de las crisis [1].

La grave situación de los suicidios en Colombia hay que comprenderla en relación con
en el contexto social, político, económico y cultural que induce las patologías colectivas
e individuales.

Una sociedad que induce al suicidio

La finalizar la década de 1990 la mayoría de los indicadores sociales y económicos


presentaban un grave deterioro. En efecto, estos indicadores reflejaban el rápido
crecimiento de la violencia, la recesión económica más aguda durante el siglo XX, el
aumento en la población viviendo bajo condiciones de pobreza y un desempleo
galopante. La pregunta a la cual debemos buscar respuesta es ¿cuál es la relación entre
el elevado crecimiento de los suicidios y el deterioro del contexto social, económico y
político colombiano? A primera vista, el incremento de la tasa de suicidios se encuentra
correlacionado con la evolución en las tasas de pobreza, desempleo y violencia. Más
aun, cuando estas dos últimas tasas ceden en los últimos años, las cifras absolutas y
relativas de suicidios presentan una tendencia descendente (ver gráfico).

Con el fin de explorar la relación entre los suicidios (variable dependiente) y los
fenómenos sociopolíticos de pobreza, violencia y desempleo (variables independientes)
se realizó un análisis estadístico [2] encontrándose dos situaciones diferentes: i) entre
los años 1991 y 1995, la capacidad predictiva del modelo es media, esto es, el cambio
estructural que registró la tasa de suicidios (incremento de 141 por ciento) se explica
sólo en parte por estas variables sociopolíticas, por tanto, el análisis debe orientarse
también hacia otras dimensiones de la cultura, las relaciones personales, las condiciones
de vida en las familias y la cotidianidad; ii) entre 1996 y 2005, los cambios en las
variables sociopolíticas predicen por encima de 80 por ciento los cambios en la tasa de
suicidios, cuando esta última variable tiende a estabilizarse en un nivel bastante alto en
relación con el principio de la década de 1990.

Para profundizar esta exploración se miró la relación estadística entre cada par de
variables estudiadas [3], encontrándose una asociación alta y positiva entre la tasa de
desempleo y la tasa de suicidios (0,71); al contrario, la correlación con la tasa de
homicidios es baja (-0,48) y con la pobreza insignificante (-0,19).
Los jóvenes sin empleo y sin futuro

Durante las últimas tres décadas, el sistema mundo capitalista en su fase global y
financiera, expulsa de la explotación a la exclusión a la mitad de la población del
mundo. Por ello, para mantener el poder recurre al terrorismo de Estado, al crimen, las
mafias y los regímenes totalitarios. De la explotación a la exclusión, de ésta a la
eliminación e incluso a desastrosas explotaciones.

El desempleo en el mundo alcanza en la actualidad su nivel más elevado desde la


depresión de los años 30 del siglo anterior. La completa sustitución de los trabajadores
por máquinas está polarizando la población rápidamente en dos frentes irreconciliables
y potencialmente contrarios: las élites que controlan las tecnologías y las fuerzas de
producción en contra del creciente grupo de trabajadores despedidos, con pocas
esperanzas y menores perspectivas de encontrar trabajos en la economía global basadas
en las altas tecnologías.

La principal contradicción y causante de este horror es un sistema mundo capitalista


basado en la propiedad privada de los medios de producción concentrada en firmas
transnacionales, el individualismo egoísta, los mercados como organizadores de la vida
social, la promoción compulsiva de un consumo deshumanizante y la exclusión y
empobrecimiento generalizados. La fractura social es más estridente y con ella la
violencia y los sistemas neofascistas para controlar a los excluidos. A las instituciones
internacionales y los gobiernos nacionales no les interesa en absoluto la eliminación de
la pobreza sino la supresión de la rebeldía de los pobres. La pobreza es programada
conscientemente por el sistema contra la unificación e insurrección de los trabajadores.
Así matan dos pájaros con un solo tiro: una pobreza y exclusión generalizada bloquea la
organización unitaria del obrero social y, su pública exposición extorsiona a los
trabajadores para aceptar resignadamente salarios de hambre y empleos precarios,
inestables y de sobreexplotación.

Colombia, como país periférico del sistema mundo capitalista, no es la excepción de


esta tendencia. A lo largo de la década de 1990, su tasa de desempleo abierto aumentó
de manera continua, producto de la recesión económica y las políticas de
deslaboralización y flexiblización del trabajo, hasta afectar a más del 20 por ciento de la
fuerza laboral. En el año 2005 la tasa de desempleo bajó de 13,2 por ciento que se
encontraba en enero a 10 por ciento a finales de año. Esta disminución se explica por la
intensificación de la explotación de la fuerza laboral y porque muchos colombianos han
dejado de buscar trabajo desanimados por la falta de oportunidades. El subempleo (por
competencias, ingresos y tiempos de labor) aumentó de 28 por ciento a 33 por ciento a
lo largo del año 2005. El deterioro en la calidad del empleo se observa igualmente en el
problema estructural de la informalidad cuya tasa se mantiene en el 58,8 por ciento. En
marzo de 2006 el desempleo a nivel nacional volvió a incrementarse a 13,1 por ciento y
en las trece principales ciudades alcanzó el 15,1 por ciento.

Tradicionalmente la precariedad del empleo juvenil es más alta que el promedio


nacional, siendo el más representativo el ubicado en el rango de edad de 18 a 22 años,
segmento donde los jóvenes han abandonado el sistema educativo. Según la Encuesta
Nacional de Hogares del DANE, en los jóvenes de 14 a 17 años el desempleo es de 22
por ciento, el subempleo 33 por ciento y la informalidad 88 por ciento. En el rango de
18 a 22 años, el desempleo es de 30 por ciento, el subempleo 38,4 por ciento y la
informalidad 63% por ciento.

Crisis económica, suicidios y logoterapia

De acuerdo con el trabajo clínico de Viktor Frankl, hay una clara implicación y
consecuencia en los problemas sociales y económicos sobre la psique [4]. La razón
psicológica puede atribuirse, según Frankl, al sentimiento de impotencia que embarga a
los desocupados al tener que afrontar las necesidades económicas y asumir la
frustración generada por un sistema que promueve el consumo deshumanizado como
valor fundamental de la existencia. Amargados y enojados, los desocupados pasan la
mayor parte del día en casa, tienen suficientes motivos para estar de mal humor y
encuentran tiempo suficiente para hacer pesar ese mal humor sobre quien está junto a
ellos. En tales familias domina, en consecuencia, una atmósfera continua de
nerviosismo, inquietud y violencia, con grave peligro para la salud psíquica de los
jóvenes. Un agravante mayor es la angustia que se agrega porque estos jóvenes tampoco
encuentran trabajo para contribuir al sostenimiento de la familia. Un fenómeno
particular de esta situación es la neurosis de desocupación, cuya característica principal
es con frecuencia una apatía general de grado muy elevado.

No obstante, concluye el analista existencial de Viena, a la tipología de jóvenes


definidos como apáticos, depresivos o neuróticos, les falta no tanto el trabajo en sí, la
actividad en cuanto tal, como el sentimiento de hacer algo, la conciencia de vivir de
manera significativa. El joven pide pan y trabajo al menos tanto como algo por lo cual
vivir, una meta, un fin, un sentido para su existencia.

Frankl es optimista con las nuevas generaciones. Esta nace de una nueva realidad y
anhela una nueva ética, o sea, realizar valores. Nada puede volver a una persona capaz
de soportar dificultades subjetivas y objetivas más que el sentimiento de tener una tarea,
una misión que llevar a término.

El trabajo retributivo no representa la única posibilidad de dar sentido a la vida. Esta


identificación errada con la profesión es la que da origen al estado de apatía psíquica.
Para los problemas asociados con la desocupación es necesario encontrar un contenido
de vida; adecuarlo y buscarlo constituye la tarea concreta más inmediata.

En resumen, vivimos en una sociedad que produce marginación y exclusión, pobres que
no le sirven al sistema para su reproducción. Dicha marginación y exclusión es caldo de
cultivo para el suicida ¿qué podemos hacer por ellos?, ¿qué pueden hacer ellos por sí
mismos? También hay que considerar que el suicida se encuentra solo entre 7.000
millones de personas en el mundo. Hay que acogerlo por tanto, es uno a quien hay que
amar. Es alguien a quien hay que motivar a que asuma la vida sin ambages, es decir,
consciente de lo dura y difícil que es. Para adolescentes y jóvenes el suicidio se haya
asociado a “ausencia de futuro”, en general a la inexistencia de un proyecto de vida y a
la falta de reconocimiento de un espacio dentro de la sociedad.
Un contexto lleno de valor y sentido es el presupuesto básico para la realización de
cualquier proyecto de vida. Los seres humanos como portadores, creadores,
descubridores y realizadores de valores producto de la dinámica evolutiva y dialéctica
sistémica existencia-conciencia-praxis, logran que éstos puedan convertirse en fuerzas
en movimiento, esto es, fuerza transformadora directa. Por tanto, es necesario
profundizar el compromiso del sujeto con la dimensión cultural, social y política del
ser-en-el-mundo.

Es imperativo, entonces, transformar el régimen político y las actuales relaciones


sociales de propiedad y producción para dar paso a una sociedad más solidaria, justa y
orientada hacia el bien común y la recuperación de la esencia humana. Es imposible
encontrar una salida a la crisis que enfrentan actualmente nuestros jóvenes desde y
dentro del sistema mundo capitalista. Socialismo o barbarie sigue siendo la elección
crucial en los tiempos que padecemos.

• Este artículo esta basado en un trabajo de investigación más amplio elaborado


por el autor para la revista Sentido y Existencia del Instituto Colombiano de
Logoterapía Víktor Frank. ** Economista, master en teoría económica. Filósofo,
diplomado en análisis existencial. Miembro del equipo de redacción de Le
Monde Diplomatique edición Colombia; Socio del Instituto Colombiano de
Logoterapia Víktor E. Frank. Investigador y escritor independiente.

2. Generalidades
La adolescencia es definida como una etapa del ciclo vital entre la niñez y la
adultez, que se inicia por los cambios puberales y se caracteriza por profundas
transformaciones biológicas, psicológicas y sociales, muchas de ellas generadoras
de crisis, conflictos y contradicciones, pero esencialmente positivos.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la adolescencia es la etapa que


transcurre entre los 10 y 19 años, considerándose dos fases: la adolescencia
temprana de 10 a 14 años, y la adolescencia tardía de 15 a 19 años.

La adolescencia, con independencia de las influencias sociales, culturales y étnicas,


se caracteriza por eventos universales entre los que se destacan:

• El crecimiento corporal evidenciable en el aumento de peso, estatura y los


cambios en las formas y dimensiones corporales.

• El aumento de la masa muscular y de la fuerza muscular, más marcada en


el varón, acompañado de un incremento de la capacidad de transportación
de oxígeno, de los mecanismos amortiguadores de la sangre capaces de
neutralizar de manera más eficiente los productos químicos derivados de la
actividad muscular.

• Incremento y maduración de los pulmones y el corazón, con un mayor


rendimiento y recuperación más rápida frente al ejercicio físico.

• Incremento de la velocidad de crecimiento, los cambios en las formas y


dimensiones corporales, los procesos endocrino metabólicos y la
correspondiente maduración, no siempre ocurren de forma armónica, por lo
que es común que presenten torpeza motora e incoordinación, fatiga fácil,
trastornos del sueño, los que pueden generar trastornos emocionales y
conductuales transitorios.

• Desarrollo y maduración sexual, con la aparición de las características


sexuales secundarias y el inicio de la capacidad reproductiva

• Los aspectos psicosociales están integrados en una serie de características y


comportamientos que en mayor o menor grado estarán presentes durante
esta etapa de la vida y que pueden resumirse de la siguiente manera:

o Búsqueda de sí mismo y de su identidad.


o Necesidad de independencia.
o Tendencia grupal.
o Evolución del pensamiento concreto al abstracto.
o Manifestaciones y conductas sexuales con desarrollo de la identidad
sexual.
o Relaciones conflictivas con los padres que fluctúan entre la
dependencia y la necesidad de separación de los mismos.
o Actividad social reivindicativa, tornándose más analíticos, con
pensamientos simbólicos, en los que formulan sus propias hipótesis y
llegan a conclusiones propias.
o Eligen una ocupación para la que necesitarán adiestramiento y
capacitación para llevarla a la práctica.
o Necesidad de asumir un nuevo rol social como partícipe de una
cultura o subcultura específica.

No se pretende enumerar todas las características que definen esta etapa de la


vida. Con las hasta aquí abordadas, el lector tendrá aquellas que constituyen las
esenciales de la adolescencia. Pasemos a continuación a abordar los aspectos más
generales relacionados con el comportamiento suicida, para en los siguientes
capítulos, introducirnos en las especificidades del adolescente suicida.

3. El comportamiento suicida
El comportamiento suicida abarca las siguientes manifestaciones:

El deseo de morir. Representa la inconformidad e insatisfacción del sujeto con su


modo de vivir en el momento presente y que puede manifestar en frases como: "la
vida no merece la pena vivirla", "lo que quisiera es morirme", "para vivir de esta
manera lo mejor es estar muerto" y otras expresiones similares.

La representación suicida. Constituida por imágenes mentales del suicidio del


propio individuo, que también puede expresarse manifestando que se ha imaginado
ahorcado o que se ha pensado ahorcado.

Las ideas suicidas. Consisten en pensamientos de terminar con la propia


existencia y que pueden adoptar las siguientes formas de presentación:

• Idea suicida sin un método específico, pues el sujeto tiene deseos de


matarse pero al preguntarle cómo lo va a llevar a efecto, responde: "no sé
cómo, pero lo voy a hacer".
• Idea suicida con un método inespecífico o indeterminado en la que el
individuo expone sus deseos de matarse y al preguntarle cómo ha de
hacerlo, usualmente responde: "De cualquier forma, ahorcándome,
quemándome, pegándome un balazo."
• Idea suicida con un método específico no planificado, en la cual el sujeto
desea suicidarse y ha elegido un método determinado para llevarlo a cabo,
pero aún no ha ideado cuándo lo va a ejecutar, en qué preciso lugar, ni
tampoco ha tenido en consideración las debidas precauciones que ha de
tomar para no ser descubierto y cumplir con sus propósitos de
autodestruirse.
• El plan suicida o idea suicida planificada, en la que el individuo desea
suicidarse, ha elegido un método habitualmente mortal, un lugar donde lo
realizará, el momento oportuno para no ser descubierto, los motivos que
sustentan dicha decisión que ha de realizar con el propósito de morir.

La amenaza suicida. Consiste en la insinuación o afirmación verbal de las


intenciones suicidas, expresada por lo general ante personas estrechamente
vinculadas al sujeto y que harán lo posible por impedirlo. Debe considerarse como
una petición de ayuda.

El gesto suicida. Es el ademán de realizar un acto suicida. Mientras la amenaza es


verbal, el gesto suicida incluye el acto, que por lo general no conlleva lesiones de
relevancia para el sujeto, pero que hay que considerar muy seriamente.

El intento suicida, también denominado parasuicidio, tentativa de suicidio, intento


de autoeliminación o autolesión intencionada. Es aquel acto sin resultado de muerte
en el cual un individuo deliberadamente, se hace daño a sí mismo.

El suicidio frustrado. Es aquel acto suicida que, de no mediar situaciones


fortuitas, no esperadas, casuales, hubiera terminado en la muerte.

El suicidio accidental. El realizado con un método del cual se desconocía su


verdadero efecto o con un método conocido, pero que no se pensó que el desenlace
fuera la muerte, no deseada por el sujeto al llevar a cabo el acto. También se
incluyen los casos en los que no se previeron las complicaciones posibles, como
sucede en la población penal, que se autoagrede sin propósitos de morir, pero las
complicaciones derivadas del acto le privan de la vida (inyección de petróleo en la
pared abdominal, introducción de alambres hasta el estómago o por la uretra, etc.).

Pregunta Problema
¿Es tan baja la autoestima y el autocontrol de algunos jóvenes, a tal punto de vivir
simplemente por la existencia y convivencia con otro ser (amado), y sin él, dejar de ver
los colores de la vida, el sentido que por naturaleza ella tiene, y al final terminar
acabándola? ¿Es el suicidio en realidad la solución a los problemas adolescentes?
¿Cómo se puede prevenir?

Encuesta
1. Genero : M_____ F_____
2. Edad: _____
3. ¿Ha estado usted enamorado? _________________
4. ¿Piensa que el amor en la etapa escolar puede ser real? Si_____ No______ y
porque??
________________________________________________________________
________________________________________________________________
________________________________________________________________

5. Tiene usted novia(o) Si____ No____


6. ¿Han tenido relaciones sexuales? Si ____ No____
7. ¿Qué hace cuando sufre algún tipo de decepción amorosa??
________________________________________________________________
________________________________________________________________
________________________________________________________________
________________________________________________________________

8. Alguna vez ha contemplado la opción de suicidarse Si____ No_____ y porque


motivos??
________________________________________________________________
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________________________________________________________________
________________________________________________________________

9. Esta de acuerdo con el suicidio? Si____ No______ y porque??


________________________________________________________________
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________________________________________________________________

10. Esta de acuerdo con las culturas juveniles en las que el suicidio es parte de su
filosofía Si____ No______ y porque??
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________________________________________________________________

11. Si su mejor amigo se quisiera suicidar con que argumentos lo convencería de no


hacerlo?
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________________________________________________________________
Gráficos
100
90 Ha pensado en
el suicidio
80
70
no ha pensado
60 en el suicidio
50
40 Ha tenido una
30 decepcion
amorosa
20
no ha tenido
10 una decepcion
0 amorosa
hombres mujeres
Conclusiones
A medida que se iba desarrollando el trabajo, gracias a la consulta y las encuestas
podemos llegar a concluir que l suicidio es la sombra oscura de los adolescentes, que los
persigue durante todo su proceso de maduración y es la alternativa perfecta para
solucionar los problemas especialmente de tipo amoroso ya que este es uno de los
factores mas influyentes en la sociedad joven. Ya que los que no dicen haber vivido un
amor o un desamor se lo inventan y esto les crea un necesidad insana hacia la otra
persona cuya ausencia les hace vivir una muerte en vida, con la que acaban al morir de
verdad y “acabar con todos sus sufrimientos y dolores”.

Aunque es difícil de lograr muy importante que entre los jóvenes y adultos busquen
posibles soluciones a esta realidad tan dura que es el suicidio, porque al morir el joven
no muere el solo sino sus aspiraciones y sus sueños, al igual que de cierta forma mueren
sus padres y todo la sociedad que se cobija bajo el manto de su muerte,. Para poder
hacerlo es importante creer una sociedad familiar más unida, si esto se tiene el joven
tendrá fortaleza y apoyo para afrontar su vida con valor.

Bibliografía
• http://www.revistafuturos.info/futuros14/suicidio_adoles1.htm
• http://www.unal.edu.co/uncontexto/inf_especial_002.htm
• www.voltairenet.org/image/article139303.html

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