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ras y paz en la tierra a los hombres en los que l se complace (Lc 2, 14). Se pusieron en camino. Quiz tomaron unos presentes para obsequiar a la madre y al recin nacido. El homenaje fue para Mara y para Jos la
prueba de que Dios velaba sobre su Hijo. Tambin ellos se llenaran de gozo ante el jbilo ingenuo de aquellas
gentes y ponderaran en su corazn cmo el Seor se complace en los pobres y humildes.
Cuando acab la fiesta, los pastores tornaron al cuidado de sus rebaos, alabando a Dios por todo lo que
haban odo y visto (Lc 2, 20). Al cabo de dos mil aos, tambin a nosotros se nos invita a proclamar las maravillas divinas. Un da santo nos ha amanecido; venid, gentes, y adorad al Seor; porque una luz grande ha bajado
hoy a la tierra (Misa tercera de Navidad, aclamacin antes del Evangelio).
J. A. Loarte
El que es
verdadero
Dios
es tambin
verdadero
Hombre
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San Efrn de
Siria (siglo IV)
Himno 18
Te bendecir,
Seor,
porque has
querido
Madre
que fuese tu
Padre cuando lo engendr eternamente y le comunic la gloria de su divinidad, sino con la que le
coron su Madre cuando le pari temporalmente y
le visti de nuestra humanidad.
"Venid a ver al Hijo de Dios, no en el seno del
Padre, sino en los brazos de la Madre; no entre los
coros de los ngeles, sino entre unos viles animales;
no asentado a la diestra de la Majestad en las alturas, sino reclinado en un pesebre de bestias; no tronando ni relampagueando en el cielo, sino llorando
y temblando de fro en un establo.
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Antonio
Se dobl sobre el Nio, llor infinitamente
Murciano
y le ofreci la cosa que llevaba escondida.
(siglo XX)
La Virgen, asombrada, la vio al fin levantarse.
La Visitadora,
Era una mujer bella, esbelta y luminosa!
en Antologa
El Nio la miraba. Tambin la mula. El buey
de poesa
mirbala y rumiaba igual que si tal cosa.
religiosa.
Era en Beln y era Noche buena la noche.
Apenas ni la puerta cruji cuando se iba.
Mara al conocerla grit y la llam " Madre!"
Eva mir a la Virgen y la llam "Bendita!"
Qu clamor, qu alborozo por la piedra y la estrella!
Afuera an era pura, dura la nieve y fra.
Dentro, al fin, Dios dormido, sonrea teniendo
entre sus dedos nios la manzana mordida.