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INTRODUCCION
Es probable que el estudiante tenga una perspectiva equivocada del dibujo, por haber quedado
inconcluso su aprendizaje en algunas de sus etapas de formación, en la cual, por diversas razones fue
negado[1], lo que no impide la posibilidad de retomarlo, de abordar una nueva experiencia.
Se parte siempre de la base, de que la decisión es voluntaria (por libre determinación), que le depara
algún goce al practicarla (no sufrimiento) y, que esta satisfacción, se manifiesta en cada línea que traza,
aunque la figuración sea imperfecta; esto es vital en el inicio del nuevo proceso de aprendizaje, para evitar
nuevas frustraciones y su abandono definitivo.
Con la práctica de dibujo, se agudiza la mirada y mejoran las respuestas motrices y, consecuentemente
cambia la percepción, dado que estamos “aprendiendo a ver”, a ver para dibujar; con el tiempo, la relación
entre estos factores se armoniza cada vez más y, se empieza a dibujar mejor y con más detenimiento.
Con constancia, este ciclo se retroalimenta positivamente y, se produce, o experimenta, un cambio de
estado[2] al dibujar, sensación que consiste en estar totalmente inmerso en la tarea y, de haber perdido
la noción del tiempo (el alrededor no cuenta, pasa desapercibido y, dibujamos bien de aquí en más);
para que esto ocurra, hay que disponer del tiempo suficiente, el necesario para permitir la "desconexión"
con el entorno[3] (que nos distrae), hecho que varia con cada uno, pero que sugiere, como en todas las
actividades que se abordan sin experiencia, que hay que ser muy persistentes para lograrlo, persistencia
que no debe agotarse en el primer intento fallido, dado que es necesario tener un cambio de actitud frente
al aprendizaje.
La espontaneidad en el dibujo (hecho que se valora), se consigue con una práctica continua y esfuerzo
por superarse, en un tiempo que nunca termina, que jamás es suficiente. Hay que dejar de lado el
temor paralizante de hacer mal las cosas, porque la única forma de no equivocarse es recurriendo a
la inactividad total. Lo que se pretende, lo que se necesita para dibujar, es tratar de despojarse de
toda atadura y practicar-aprender con toda naturalidad, sin tratar de desistir la meta, con la perspectiva
suficiente que permita alcanzarla.
Si bien es posible dibujar con cualquier instrumento y soporte (lápiz y hoja en éste caso), muchas veces, la
mayoría, la dificultad se funda en una mala elección, por no haberse tenido en cuenta algunas cuestiones
funcionales que la condicionan, que son vitales a la hora de tratar de conseguir una buena adecuación
entre nuestras acciones y los instrumentos que las mediatizan.
El trazo definitivo (dado que hay otro llamado de aproximación[4]) en los dibujos ejecutados con técnica
lineal, donde éste es protagónico, tratará de ser firme y de espesor constante[5], evitando el repaso y
controlando en lo posible el temblor producto de la inseguridad inicial ("temor a la hoja en blanco") o por
falta de práctica. Esta limpieza lineal se consigue con constancia, usando el instrumento más adecuado
para cada uno, después de analizar y experimentar diferentes medios que posibilitaran esa elección.
Para lograr calidad expresiva y lineal, hay que usar (la experiencia genera esta necesidad frente a las
múltiples situaciones que se presentan) diferentes espesores para tratar el dibujo, combinando diferentes
graduaciones, forma de mina, y presión del trazo.
Con el tiempo, si la práctica es prolongada, la seguridad y el estilo del dibujante surgirán
espontáneamente.
Para el dibujo a lápiz hay que considerar los siguientes factores, los cuales tienen limitaciones técnicas
diferentes y se modifican entre si, según la combinación de medios que se elija:
· Espesores de los papeles de dibujo-------de variados espesores (de menos grs. a más
grs.)
En general, las diferentes marcas cubren con las graduaciones de sus lápices, los dos extremos de la
escala, y sus posibilidades intermedias.
En algunos lápices esta escala viene expresada en Nº, siendo el Nº3 el máximo de dureza, el Nº1 el
máximo de blandura, y el Nº2 representa el termino medio.
Las marcas que ofrecen mas posibilidades, rotulan la escala en Nº y Letras, siendo 8H y 8B sus limites, y
H – HB – F, sus graduaciones intermedias.
Otra posibilidad, es la que viene impresa en Letras únicamente, en la que H es el más duro de la escala,
B el más blando, y HB el intermedio.
4 ----------------- 2 ---------------- 1
8H---------2H – H –HB - F – B – 2B ---------8B
H ----- HB -----B
Dentro de la gran variedad que ofrece el mercado, hay que elegir aquel que tenga más largo el extremo
terminal[6] por donde sale la mina; esto posibilita la ejecución de líneas con todo tipo de escuadras, reglas
“T”, plantillas, etc, sin importar su espesor, dado que siempre la mina está en contacto con el papel.
Los de mina fina (0.3 y 0.5 mm.) son instrumentos para trabajos de precisión con regla y escuadra; sea
el trazado con líneas definitivas o no, su característica más importante , es producir una línea de espesor
uniforme y fina, lo que hace innecesario el afilado de la mina. Esta misma característica, lo descarta
para el dibujo a mano alzada (sin elementos de precisión), donde se necesitan espesores de trazos y
resistencia a la presión con buen deslizamiento de mina sobre el papel; aun así, estos factores no lo
excluyen del dibujante experimentado, y para ciertos tipos de trabajos donde lo que interesa es producir
una síntesis con líneas finas de un solo espesor, o una lineal de base tenue, a la cual se le dará un
tratamiento expresivo con otros medios.
Las minas de grafito se consiguen casi siempre, en graduaciones 2B a 5H para lápices 0.3 - 0.5 - 0.7 -
0.9 mm.; en colores básicos, es factible conseguirlas para lápices de mina 0.5 - 0.7mm.
Conjuntamente con los lápices de madera, por los espesores de minas que permiten portar, son los más
aptos para el croquis. Con ellos se pueden obtener también diferentes formas de minas, y ejercer una
buena presión sobre el papel, generando un trazo que se adecua a cada caso y temperamento particular.
Se pueden adquirir todas las graduaciones en grafito, y algunas minas de colores esenciales.
Generalmente estos lápices vienen provistos de un afila minas extraíble en su extremo, que si funciona
bien, los hace muy versátiles.
En general, hay tres granulometrías básicas para dibujar a lápiz: gruesa, media, y fina. Estas diferentes
rugosidades de papel, se combinan con otros tantos tipos de texturas, espesores, durezas, y colores,
permitiendo amplias posibilidades de elección, según las preferencias y necesidades.
El grado de detalle registrado por el papel, varía con su aspereza (grano), la cual dificulta la continuidad
de la línea y produce una acumulación de pigmento suelto por desgranación de la mina sobre la superficie
del papel; así es que para cada caso en particular, se debe hacer una combinación de distintos afilados
de minas (formas diferentes) y graduaciones, y un plan de superposición de colores en el caso que la
representación fuera a color. Para situaciones especiales que lo requieran, se puede colorear previamente
con acuarela (técnica compatible), o con esfumados de polvo de mina, para tapar las oquedades y, luego
proceder con los lápices[8]. Esta combinación demanda tomar todos los recaudos necesarios para la
técnica de acuarela, y/o el esfumado en húmedo con trementina, como ser, el uso de papel adecuado y
su fijación previa para que no se ondule.
TONALIZADO A LAPIZ
Con el tonalizado (cualquiera sea su textura) se pueden lograr resultados de apariencia real, tanto con
lápices de grafito como de colores. Esto implica hacer actuar la luz sobre las formas, modificando la
tonalidad de las superficies, tanto en las luces (sectores iluminados o medios tonos) como en las sombras
(propias y arrojadas).
Es difícil lograr un extenso tono homogéneo aunque esto no sea tan frecuente, dado que, las sombras
se desvanecen en la luz, y las caras iluminadas no son totalmente homogéneas[9]por el mismo efecto.
El grano de la base de apoyo, cuando el papel es fino y la presión llega hasta la misma, es un factor
importante para este caso , como así también la forma de la mina a emplear[10], que produce un mayor
o menor contacto con la superficie del papel dificultando o facilitando su ejecución.
En el dibujo con lápices de colores, un tono no cubre a otro; la sumatoria de dos tonos diferentes
superpuestos produce un tercero, y así sucesivamente con la adición de un tercero, etc. La acumulación
de tonos (de un mismo color o diferentes), debe hacerse por capas, suavemente, tratando de no saturar
el papel, dado que si esto sucede, es imposible agregar más capas de color .
Al tener en cuenta lo anterior, impedimos quedarnos sin tonos para la sombra (de menor valor, el mas
oscuro), y que tengamos luego que corregir (no debemos olvidar que el borrado de lápices grasos como
los que estamos tratando, es engorroso); de aquí surge la importancia de efectuar previamente, un estudio
de la cantidad de tonos a emplear y de su ubicación en el dibujo (hacer una planificación), y consecuente
con esto, la adopción de un determinado tipo de papel y lápices adecuados. Para ejecutar varios matices
de un mismo color, visibles todos en el dibujo, hay que sombrear-tonalizar primero con el mas claro (el
de mayor valor), y luego con paciencia y suavemente, ir agregando los otros superpuestos parcialmente,
según el caso.
La ubicación de los tonos según el sentido de la luz, el grado de contraste entre los mismos que hemos
adoptado, condicionan la síntesis del dibujo. Un plan a dos tonos (luz máxima y sombra, ejecutadas como
fuere), representa el mayor grado de abstracción posible en técnica tonal o mixta.
Un fondo particular de color, se puede lograr con el sombreado de una textura, esfuminando polvo de mina
o de la propia textura (con o sin trementina), o con un determinado color de papel[11]. En todos los casos,
hay que evitar (al dibujar y una vez terminado el mismo) el corrimiento de los granos de polvo de minas
que se hallan en los .trazos (por tiznado), sobre todo cuando se dibuja con lápices blandos; el sopleteado
con sustancias fijadoras (probar varias) es imprescindible para trabajos de calidad e importancia, dado
que hay que tener en cuenta el tiempo que se invierte en los mismos.
1
[1]1- Por falta de estímulo en el momento adecuado, y/o por ser generalmente mejor valorada la razón, lo racional, en las etapas
de formación media, en detrimento del dibujo.
[2]2- Ver –Edwards, Betty - “Aprender a dibujar con el lado derecho del cerebro” – Edit. H. Blume.
[3]3- Este momento particular se genera en cualquier actividad cuando la concentración es máxima, baste recordar sensaciones
similares en otro contexto, como por ejemplo, cuando se está leyendo algo de nuestro agrado o no, pero concentrados, y suena
el teléfono, o tocan el timbre de nuestra casa, se recibe un sacudón que nos recuerda metafóricamente que estábamos en “el
limbo”, donde se pierde la noción del espacio-tiempo. Lo que hay que resaltar no es el hecho en sí, sino los resultados positivos ya
expresados, que se producen cuando se experimenta al dibujar.
[4]4- Trazo de aproximación, o de conformación tentativa (comúnmente usado por dibujantes experimentados que por el lego), es
aquel que se realiza suavemente con mina afilada hasta lograr una aproximación formal al modelo observado. Luego de esto, se
selecciona y repasa donde corresponda con el trazo definitivo. Generalmente no se borra el trazo primario, que luego queda oculto
por el tratamiento posterior, o pasa a formar parte de la expresividad final.
[5]- Algunos dibujantes o autores, no dan importancia a éste hecho, pues integra el estilo de cada uno, dado que se adecuan las
líneas a distintas posibilidades y fines, basta con ver los múltiples y variados dibujos que se realizan para comprobarlo. Pero una
cosa es evidente, las respuestas lineales se van “aplomando” con el tiempo (por la seguridad que da la experiencia) y se consiguen
los efectos valorados como positivos ya expresados, que forman parte generalmente, nos guste o no, del considerado buen trazo.
[6]- El extremo debe ser fijo para dibujo técnico; los de extremo retráctil (el “canuto” es el que se retrae) funcionan mal y son más
cortos. Los de cabezal retráctil (se retrae toda la cabeza del lápiz, no el “canuto”) son buenos como los fijos , pues no tienen el
problema que se presenta en los de extremo retráctil.
8- No obstante, el texturado del papel siempre aflora al tratar la zona con lápices, y forma parte de la expresión del dibujo. De esta
manera, la elección del grano y el tipo de textura del papel, deben ser premeditadas, no casuales.
[11]- Si el fondo es extenso, ésta opción es muy importante, solo hay que adaptar la graficación asignándole la intensidad tonal
que le corresponde, dentro de la planificación total de tonos. Es posible también utilizarlo como color de material expuesto a la luz
(como el tono más iluminado, de mayor valor), y tratar el resto de las tonalidades en forma superpuesta, etc.