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DELGADO
P. DOMÍNGUEZ
OPERACIÓN GENESIS
LA SUPERVIVENCIA DE LA RAZA HUMANA ESTÁ EN PELIGRO
"...Y los ejércitos de las tinieblas marcharán sobre la faz de la tierra sembrando a
su paso el caos y la destrucción..."
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"...Ay de aquellos que caigan bajo la sombra del águila bicéfala, pues sus almas
serán condenadas y aniquiladas sin remedio por toda la eternidad."
PROLOGO
El soldado caminaba deprisa pero sin hacer ruido. Temía ser descubierto en
cualquier momento y eso le hacia ser mas precavido de lo habitual. Amparado en
la oscuridad de la noche se dirigió hacia las afueras de la ciudad, apenas veía el
camino, pero parecía conocerlo a la perfección. Se detuvo en seco y giró la
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cabeza, mas por precaución que por haber temido una amenaza real. Apretó con
fuerza el paquete que llevaba bajo el brazo y reanudó la marcha.
Al cabo de unos minutos volvió a detenerse, pero esta vez daba la impresión de
estar buscando algo concreto. Dirigió sus pasos hacia una gran roca situada a
pocos metros de su posición y se detuvo frente a ella. Dejó el paquete en el suelo,
cerca de el, cogió su pala de campaña y comenzó a excavar un agujero.
Mientras cavaba iba mirando a todos lados, asegurándose de que nadie le había
seguido. Se tranquilizó al ver que estaba completamente solo y terminó su trabajo
enterrando el paquete. Después lo cubrió con la misma tierra que había sacado
del agujero y se persignó un par de veces antes de incorporarse. Regresó hacia la
ciudad intentando volver sobre sus propios pasos; pero solo había recorrido un
pequeño trecho cuando una voz le detuvo en seco.
En ese mismo instante supo que estaba perdido. No podía contarle a nadie lo que
acababa de hacer, como tampoco podía dar a conocer los motivos que le habían
impulsado a hacerlo. Aquel salto era completamente ilegal y no disponía de
ninguna razón valida para justificarlo.
PRIMERA PARTE
CAPITULO PRIMERO
EGIPTO
Año 1935
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Valle de los reyes
De pronto y sin mediar palabra, el del abrigo se detuvo delante de lo que parecía
ser una tumba. Con un gesto de la cabeza ordenó a dos de los soldados que
despejasen la entrada, que se encontraba cubierta de grandes piedras. Ya con el
camino despejado los cinco hombres se internaron en las profundidades del
sepulcro. Desde hacia varios años se venia desarrollando una vasta operación que
consistía en recuperar objetos religiosos antiguos por todo el mundo, y Egipto era
por supuesto un objetivo primordial para los planes de Hitler.
Los cinco hombres ya habían registrado dos de los tres niveles que conformaban
la tumba cuando algo llamó la atención de uno de ellos. Se trataba de una
esvástica tallada en la pared, no era exactamente igual que el símbolo adoptado
por el partido nazi; pero las diferencias eran mínimas y eso intrigó al jefe de la
patrulla.
Cogió una de ellas y al tocar una de sus esquinas comenzó a emitir un extraño
resplandor rojizo. Justo en aquel momento pareció como si hubiese llegado el fin
del mundo. Todo ocurrió muy deprisa. Sonó como una especie de trueno y una luz
muy brillante envolvió a los cinco hombres.
BERLIN
Año 1945
Búnker de Adolf Hitler
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Hitler permanecía con semblante serio, pensativo. El ejercito alemán estaba
perdiendo la guerra y las ultimas noticias llegadas desde el frente no contribuían a
mejorar el estado de animo del pequeño dictador. Después de un escueto brindis,
Adolf entro en su despacho seguido de su esposa, cerró la puerta tras de si y todo
quedó en silencio.
Todos los presentes conocían los planes de Hitler; ayudar a Eva Braun a suicidarse
antes de quitarse el mismo la vida. Por eso mantenían un silencio tenso,
esperando oír un disparo. En ese momento alguien entró gritando en la sala.
-¡Por amor de Dios! ¡Deténganle! ¡No permitan que cometa esa locura!
-¿Se puede saber que hace? El Führer ya ha tomado una decisión y nada le hará
cambiar de idea.
-¿Que noticias?
JERUSALEN
Año 33
Huerto de Getsemani
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Otro de los atacantes sacó un colgante de entre su ropa, hizo un gesto con la
cabeza señalando hacia la izquierda y todos juntos se dirigieron hacia un pequeño
montículo de tierra.
MADRID
Año 2.007
Plaza de oriente
Cuatro policías habían detenido a ese hombre, esa especie de mendigo mientras
gritaba a voz en cuello delante de la sede del partido. Solo decía incongruencias
en contra de su líder, pero esa actitud era ilegal, máxime cuando se estaba
celebrando el día mundial del partido nazi.
De modo que le cogieron entre los cuatro y se lo llevaron medio en volandas, entre
insultos y gritos por parte del detenido, hasta la sala de interrogatorios de la
propia sede. Le metieron a empujones en un pequeño cuarto donde no había mas
mobiliario que una mesa y dos sillas y le dejaron allí solo mientras seguía
profiriendo insultos y maldiciones. Se echó la mano derecha a la garganta
mientras hacia una mueca de dolor y quedó callado durante un momento, pero
cuando vio un icono religioso con la efigie de Hitler colgado de la pared comenzó a
vociferar de nuevo,
-¡Sacadme de aquí! ¡No me dejéis a solas con esa aberración! ¡El no es ningún
santo! ¿Me oís, malditos bastardos? ¡Es el mayor asesino que haya conocido la
historia!
Siguió gritando durante un buen rato pero cerró la boca de golpe cuando dos
militares entraron en la sala, El de mayor graduación dio un puñetazo sobre la
mesa y el detenido quedó en silencio. En su mirada se adivinaba un profundo odio
hacia aquellos hombres y todo lo que representaban.
Estos dos hombres eran Anton Cifer y Enmanuel Blanc, coronel y capitán
respectivamente.
El coronel era un tipo de aspecto adusto, de porte atlético y con una cicatriz en la
mejilla derecha. El capitán tenia un aspecto similar, un poco mas
delgado y de carácter nervioso. Ambos hombres tenían el pelo rubio y los ojos
azules.
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-Eso he dicho. -respondió el militar señalando una de las ventanas- Podría caerse
a la calle y romperse la crisma. En nuestro informe aparecería como un
desgraciado accidente y puedo asegurarle que nadie haría preguntas.
El mendigo miró fijamente a los ojos del hombre y sin el menor atisbo de miedo en
su voz le habló así:
-Les conozco y no me dan ningún miedo. Van por el mundo viviendo sus
pequeñas vidas, seguros de su supremacía. Pero están equivocados. Todo esto no
es mas que la ilusión creada por un megalómano, que forzosamente ha de
terminar algún día.
El capitán Blanc había permanecido en silencio hasta ese momento, pero al oír
aquello no tuvo mas remedio que intervenir.
-¡Ya basta de monsergas! ¡Díganos ahora mismo quien es usted y que hacia en
medio de la plaza vociferando como un loco, faltando al respeto a nuestro
presidente¡
-¿Porqué será que no le creo? -Inquirió el coronel- Comience de nuevo y esta vez
cuénteme la verdad.
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El coronel se encogió de hombros y le invitó a continuar con un gesto de la
mano
-Como quiera, pero luego no diga que no le advertí. Erase una vez un hombre
muy muy malo llamado Adolf Hitler, que allá por la década de los años treinta
organizó una vasta operación secreta junto a varios miembros de su partido. Su
nombre en clave era "Thule" Dicha operación se desarrolló para buscar y localizar
objetos religiosos por todo el mundo.
-Espere- Interrumpió el coronel- ¿se refiere al mismo Adolf Hitler que unificó
todas las naciones de la tierra en 1.507?
-El mismo. Un tipejo que nació a finales del siglo diecinueve, pintor de brocha
gorda y soldado del ejercito alemán hasta que le expulsaron.
-Se da cuenta de lo que dice ¿verdad? Está usted hablando de nuestro profeta,
un hombre que vivió hace mas de 500 años.
-Si me deja continuar la historia hasta el final comprenderá que mis afirmaciones
son absolutamente ciertas.
-Está bien, pero procure no agotar mi paciencia. Recuerde que tiene un pase
gratis para el manicomio.
EGIPTO
Año 1935
Valle de los reyes
Cuando el polvo se despejó por fin, el del abrigo de cuero pudo ver que todos sus
hombres yacían en el suelo.
Uno de ellos parecía muerto, pero los otros tres comenzaban a levantarse
lentamente. Lo que vieron les dejo atónitos. Flotando a quince centímetros del
suelo había una esfera de aspecto metálico, de cinco metros de diámetro por tres
de alto.
Nadie se movió, pero el jefe del grupo se rehizo enseguida y se acercó al artefacto
muy despacio. Tocó levemente su superficie, como si tuviese miedo a resultar
electrocutado, pero cuando vio que no ocurría nada se atrevió a acariciarlo.
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Cual no seria su sorpresa al comprobar que el aparato no era del todo sólido, ya
que al apretar con mas fuerza, su mano derecha traspasó la esfera. La retiró
inmediatamente y se la miró esperando ver una terrible quemadura. Al comprobar
que nada le había ocurrido se envalentonó y penetró en su interior.
MADRID
Año 2.007
Plaza de oriente
-Ese "artefacto" como usted lo llama no es otra cosa que una unidad de
desplazamiento temporal.
El capitán Blanc volvió a interrumpir al escuchar lo que el creía que eran las
divagaciones de un loco.
-Si. pero ahora soy yo quien pregunta. Estaba diciendo que esa cosa es una
maquina del tiempo, ¿como lo sabe?
-Porque gracias a ella descubrimos el plan creado por Hitler para cambiar el
curso de la historia.
-Lo siento, pero me resulta imposible creer lo que dice. Mas parece el producto
de una mente perturbada que una verdad absoluta.
-¿Como cree que nos enteramos del plan urdido por los nazis? Gracias a ese
artefacto pudimos viajar al pasado y verificar ciertos datos que habían llegado
hasta nosotros.
-Parece que ahora le intriga lo que digo ¿no estará empezandoa creerme?
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-Ni por un momento. Tan solo siento curiosidad por saber en que termina todo
esto. Después le encerraremos en una institución mental de por vida.
-Me extrañaría mucho, pero de todas formas puede continuar con su fábula.
JERUSALEN
Año 2.005
Excavación arqueológica
En una nueva fosa hallaron algo que no debería estar allí, máxime cuando los
estratos de tierra indicaban que aquel lugar correspondía a un periodo evolutivo
de menos de tres mil años de antigüedad. Descubrieron una carta escrita por un
soldado alemán al final de la segunda guerra mundial.
Dicho documento les condujo hasta otra fosa similar en donde hallaron una
pequeña caja de madera con herrajes de cobre envuelta en trapos cubiertos de
alquitrán. Dentro había un ejemplar de la Biblia editado en mil novecientos treinta
y siete, un libro escrito por Adolf Hitler y un colgante en forma de esvástica.
También hallaron un documento escrito en una extraña lengua y las claves para
descifrarlo.
BERLIN
Año 1.945
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nervioso, como si esperase algún acontecimiento inminente e inevitable. Cogió un
cuaderno que había sobre la mesa y comenzó a escribir:
Por si esto llegase a ocurrir he enterrado varios objetos junto a una gran roca a las
afueras de Jerusalén, a unos quinientos metros de la muralla de la ciudad, en
dirección sur-suroeste. El año es el sesenta después de Cristo. Solo pretendo que
quien lea esta carta sepa que su vida no es real, que Hitler no es ningún profeta,
que la religión cristiana existió y que seguramente hayan sido exterminados todos
los pueblos que no cumplan el ideal ario.
Cuando los nazis se dieron cuenta de que iban a perder la guerra pusieron en
marcha la operación, en principio para cambiar el resultado de la contienda, pero
no se muy bien porqué el pasado inmediato no puede ser alterado. Lo que si
puedo decir es que cuanto mayor sea el salto temporal mayores serán las
consecuencias del cambio.
Me gustaría poder dar a quien lea esto la localización exacta de las instalaciones
donde se llevó a cabo el proyecto, pero por desgracia he de decir que nos
trasladaron en camiones cerrados y no pude ver hacia donde nos dirigíamos.
También quiero dejar bien claro que Hitler es un loco, un megalómano. Por eso
incluí un libro escrito por el propio Adolf que demuestra hasta donde llegaba la
perturbación mental de este hombre.
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esta rematadamente loco.
-No crea ni por un momento que puede reírse de mi. Si todo lo que dice es cierto
necesito pruebas.
JERUSALEN
Año 2.005
Excavación arqueológica
-Buenos días caballeros ¿tengo el placer de hablar con los doctores Robledamm
y Berger?
-Lo que no sabe es que junto al manuscrito encontramos varios objetos mas,
incluyendo las claves para descifrarlo.
-Desconocía ese dato, y si a ustedes les parece bien, puedo serles de gran
ayuda.
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-Entonces acompañemos, quedará gratamente sorprendida.
-Es realmente increíble ¿seguro que este documento tiene mas de dos mil años?
-En efecto -asintió Robledamm con una gran sonrisa- Y los demás objetos
también.
-Aquí se hace mención a un tal Jesús de Nazaret ¿quien se supone que es?
-Por lo visto era una especie de profeta que luchó contra el totalitarismo de su
época . Aun no he terminado de leerlo, pero parece que le condenaron a muerte.
-¿Y que hay del autor de la carta? Ese tal Bauer afirma que existe una maquina
del tiempo
-Es cierto-Intervino Berger- ¿se ha fijado en los dibujos del manuscrito? Yo diría
que es una especie de esfera, y mire, la ha representado como si surgiese de la
nada.
-Ya- dijo Robledamm- ¿ pero que es esa neblina que lo rodea? ¿forma parte del
dibujo, o es una mancha de humedad?
-Lo que no entiendo es por que motivo escribió esta información supuestamente
importante, en una lengua extraña que solo podría descifrar un experto.
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-Si -Afirmó Berger- Ahora mismo se lo traigo.
-Solo puedo decir que la prueba del carbono 14 es incuestionable, no hay forma
de falsificar la edad de un objeto. Pero, bueno... lo cierto es que ahora mismo no
puedo explicarlo.
CAPITULO SEGUNDO
MADRID
Año 2.007
Sede del partido nazi
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escapar llevándoselos consigo.
CIUDAD DE ROMA
Año 60
Campo de exterminio Nº 12
Era noche cerrada en la antigua ciudad de Roma. Entre las tinieblas se recortaban
las siluetas de sus característicos monumentos, pero algo estaba completamente
fuera de lugar. A las afueras de la muralla se levantaban una serie de edificios de
aspecto moderno rodeados por una alta alambrada.
Muchos de ellos tenían aspecto de haber sido golpeados y miraban a sus verdugos
con autentico pavor. Otros se tapaban los oídos debido al ruido que producían los
generadores. Todos parecían pasar hambre. También podía verse a dos soldados
situados a la entrada de la cámara de gas, metiendo a empujones a los que iban
llegando.
Un hombre ataviado con una bata blanca seleccionaba a todas aquellas personas
de piel clara o de aspecto teutón. Un par de soldados que estaban a sus ordenes
llevaban a los elegidos hacia un barracón que se encontraba separado de los
demás.
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Un tipo vestido con uniforme de la legión consiguió salir de la fila en un descuido
de sus guardianes y se dirigió hacia la alambrada creyendo que podría escapar
trepando.
Marco Robledamm salió arrastrando a los dos militares como pudo y solo unos
segundos después la maquina del tiempo desapareció tal como había llegado. Les
quitó las armas y las arrojó todo lo lejos que pudo. Al poco tiempo ambos hombres
comenzaron a recuperar el conocimiento y lo primero que vieron fue al
paleontólogo, que les observabacon una amplia sonrisa dibujada en los labios.
Los dos se levantaron casi al mismo tiempo y se dirigieron hacia el con intenciones
hostiles. Quisieron echar mano a sus pistolas, pero ya no estaban allí. Se lanzaron
sobre el dispuestos a darle una buena paliza, pero el sonido de un disparo les
detuvo en seco.
Uno de los soldados que custodiaban a los presos se dio cuenta del intento de
fuga y disparó contra el legionario. Este se derrumbó de bruces sobre el barro, y la
sangre que salía a borbotones de su destrozada cabeza se mezcló con el agua de
un gran charco. Los demás prisioneros comenzaron entonces a gritar al ver como
caía muerto uno de sus compañeros y los S.S. tuvieron que restablecer el orden a
culatazos.
El sonido de ese disparo procedente del campo de exterminio hizo que los tres
hombres volvieran la cabeza en aquella dirección. Fue entonces cuando los
militares comenzaron a plantearse si aquel loco decía la verdad.
-No me toque las pelotas y dígame ahora mismo donde coño estamos.
-¿Y ese disparo? No pretenderá hacerme creer que los antiguos poseían armas
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de fuego en el siglo primero.
-Ellos no por supuesto, pero los nazis, que por cierto aquí son los que mandan,
si las utilizan.
-¿ Está diciendo que aquí hay unidades del ejercito Alemán ? -inquirió el capitán
olvidándose de las armas- Pues no se a que estamos esperando para contactar
con ellos.
-¿Y que piensa decirles? ¡Hola, soy Enmanuel Blanc y vengo del futuro!
-Ya veo que siguen sin comprender -dijo Robledamm con cierta impaciencia- He
de repetirles que hemos viajado en el tiempo y por lógica este no es el ejercito
Alemán que ustedes conocen. Ellos fueron quienes cambiaron el curso de la
historia y no van a permitir que alguien proveniente del futuro les estropee la
fiesta.
Robledamm hizo una pausa para que sus palabras fueran asimiladas por ambos
hombres y luego prosiguió.
-Se que es difícil de comprender, pero en esta época no todos eran rubios de
ojos azules. Existían infinidad de razas, gentes de todo tipo; blancos, negros,
orientales, hindúes, árabes. Había diversidad. incluso poseían libertad de
pensamiento y eran libres de profesar diferentes religiones. Pero estas...personas
destruyeron ese mundo, metiendonos a todos en una cárcel de barrotes dorados.
Y ahora si no me creen pueden echar un vistazo.
-No dudo que aquí ocurre algo extraño, pero me niego a creer lo que dice. No me
ha demostrado nada con su truco de magia.
-¡Me importa una mierda! - rugió el capitán- El coronel y yo vamos a bajar a ese
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recinto para ponernos a las ordenes de el máximo responsable hasta que todo
esto se aclare. Usted se viene con nosotros para ser debidamente interrogado.
-Nuestra única salida es bajar ahí y presentarnos al alto mando. Quizá ellos
puedan ayudarnos a salir de este embrollo.
-Repito que tenemos que irnos- intervino el coronel- Las probabilidades de que
suceda son muy altas.
-De acuerdo -respondió el capitán- Usted haga lo que quiera, pero yo me llevo al
prisionero.
-Ya le he dicho que no pienso tolerar una insubordinación, de modo que ahora
mismo nos volvemos al sitio de donde vinimos. Usted -dirigiéndose a Robledamm-
Haga lo que tenga que hacer y sáquenos de aquí.
los dos hombres se volvieron casi al unísono y vieron cómo una patrulla de
soldados subía por el sendero.
ROMA
Año 60
Campo de exterminio Nº 12
El general Meier abrió la ventana y forzó la vista hasta que consiguió ver lo que
buscaba. Aquella zona del campo estaba apenas iluminada y le costaba mucho
distinguir algo. Ese era su problema. Desde hacia varios meses perdía visión de
forma progresiva, de hecho ese fue el motivo de que le retirasen del servicio
activo y le destinasen a un servicio especial. Nunca hubiese podido imaginar que
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terminaría sus días como militar de carrera en ese nuevo campo de prisioneros
experimental.
Máxime cuando era algo tan sumamente secreto que ni siquiera pudo notificar a
sus familiares a donde le enviaban. No podía decirles que le habían seleccionado
para participar en un proyecto ultra secreto y mucho menos explicarles que había
viajado en el tiempo y se encontraba en la Roma del año sesenta de nuestra era.
Si aquella granada no le hubiese estallado tan cerca de la cara, aun seguiría en los
helados campos de Stalingrado viendo como sus compañeros morían de hambre y
de frío. Pero el tuvo suerte, fue de los primeros en abandonar la estepa rusa
cuando el ejercito aun disponía de medios para evacuar a sus heridos.
FRANCIA
Año 1.307
La pequeña aldea permanecía tranquila. Tan solo las risas de los niños que
jugaban en la plaza perturbaban la quietud de la tarde. Los ancianos descansaban
bajo la sombra de los frondosos árboles y miraban descaradamente a las mozas
que iban hacia el río a bañarse, probablemente desnudas. Nada hacia sospechar
que sobre aquellas pacificas gentes estaba a punto de caer todo el poderío de la
maquinaria de guerra alemana.
Los niños fueron los primeros en verlos. Subían por el viejo camino del norte
desfilando en apretadas hileras, con el sol reflejándose en las bayonetas de sus
fusiles de asalto. Eran unos cincuenta hombres y tras ellos avanzaban dos
camiones, llevados seguramente para el transporte de prisioneros. Una niña
pequeña salió al camino para verles mejor y comenzó a saludarles con la mano.
Un soldado se detuvo delante de ella y sin mediar palabra le metió una bala en el
cerebro. Aquella niña fue la primera víctima.
Minutos después pareció como si hubiese llegado el día del juicio final. Las gentes
corrían de un lado para otro sin comprender lo que ocurría mientras sus vecinos
caían acribillados por las balas. Cuando todo hubo terminado tan solo una cuarta
parte de los aldeanos permanecía con vida. Habían respetado a aquellas personas
de piel clara o con el pelo rubio y ojos azules. El comandante a cargo de la
operación se dirigió a uno de los camiones y se puso en contacto con sus
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superiores.
-¿Base? Aquí Werner. La operación ha sido llevada a cabo con éxito. No hemos
encontrado resistencia de ningún tipo.
-¿Y el resto?
-No, señor.
-Entonces continúe hacia el norte. Quiero que revise aldea por aldea
¿entendido? No deje ni un solo granero sin procesar.
No sabia que hacer, hubiese querido intervenir para evitar todo aquello, pero esta
vez había llegado tarde.
Decidió que debía hacer algo, de modo que cogió una azada que encontró en un
cobertizo y se dispuso a enterrar todos los cuerpos que pudiese. Empezó a romper
la dura tierra. pero se detuvo en seco cuando oyó una voz detrás de el. Se volvió
lentamente y vio a un militar alemán que le apuntaba con una pistola.
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-Comandante Werner -respondió Bauer esbozando una media sonrisa.
-No sabíamos que se trataba de ti, pero estábamos buscando al espía que había
reventado las operaciones en Budapest y Moscú . No sé como rayos lo hiciste,
pero al final siempre te nos escapabas de entre los dedos.
-¿Y si no te lo doy?
ROMA
Año 60
Campo de exterminio Nº 12
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para que le ayudasen en sus propósitos, pero ahora parecía que el coronel estaba
mas receptivo.
Se dijo que algo había cambiado desde el ultimo salto, ¿pero qué?
De pronto se había quedado sin ideas ¿como solucionar aquel maldito embrollo?
El hilo de sus pensamientos quedó cortado cuando el general Meier comenzó a
hablar.
-Mi general -comenzó Cifer- Permítame presentarme. Soy el coronel Anton Cifer,
de la quinta compañía aerotransportada, segundo batallón. Este es mi ayudante
de campaña -dijo señalando a Blanc- El capitán Enmanuel Blanc.
-No me importa quienes sean ustedes, solo quiero saber que diablos hacían en
el perímetro exterior de la muralla.
-De eso nada -rebatió el general- Ni si quiera van vestidos como nosotros. Fíjese
bien en sus uniformes, se parecen a los nuestros pero no son exactamente
iguales. Eso por no hablar de su compañía, jamás oí hablar de la quinta
aerotransportada. ¿es que acaso no disponen de servicios de información? Dudo
mucho que tan siquiera sean alemanes.
-¿Fusilar?
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-Por supuesto, es el tipo de trato que reservamos a los espías.
-No hemos venido aquí para espiar -respondió Cifer perdiendo la paciencia- Nos
hallábamos en un apuro y nos planteamos pedirles ayuda, pero sus hombres nos
encontraron antes.
CAPITULO TERCERO
BERLIN
Año 1945
Búnker de Adolf Hitler
En principio pensaron utilizarla para cambiar el curso de la guerra, pero por alguna
razón que escapaba a su entendimiento no se podía cambiar el pasado inmediato.
Aquello les desalentó durante un tiempo, mas enseguida se dieron cuenta de su
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verdadero potencial y el proyecto comenzó a tomar forma. La primeras fases de la
operación habían salido bien. Capturar a Jesús de Nazaret y evitar la crucifixión
fue relativamente fácil. Crear una red de campos de exterminio por toda Europa y
parte de América tampoco resultó difícil. Pero los problemas comenzaron cuando
un infiltrado desbarató dos operaciones de procesamiento de personal en
Budapest y Moscú . Y ahora estaba ese informe que les llegaba desde Roma.
Allí capturaron a tres hombres que merodeaban cerca del perímetro exterior de la
muralla que rodeaba la ciudad. Este hecho no tendría la menor trascendencia de
no ser porque uno de ellos consiguió escapar de una habitación cerrada llena de
gente sin dejar el menor rastro. El problema era
que lo había conseguido gracias a una esfera temporal, algo que se suponía
era alto secreto. Los otros dos fueron abatidos a tiros. Por eso el General Kessler
(responsable del proyecto) creó una unidad especial encargada de investigar el
hecho, máxime cuando uno de sus oficiales resultó muerto debido a las heridas
causadas por el campo de fuerza de la propia esfera. Kessler se hallaba sentado
en su despacho, concentrado, devanándose los sesos. No comprendía como era
posible que alguien hubiese podido abrir tan fácilmente una brecha en el
dispositivo de seguridad.
El era un hombre muy metódico y siempre calculaba los pros y los contras de
todos los aspectos referentes a su trabajo. Poseía mucha experiencia como
estratega, por eso no entendía que hubiera podido cometer semejante error.
Estaba sumido en sus pensamientos cuando alguien llamó a su puerta dando unos
ligeros golpes.
-Solo vengo a decirle que el cuerpo del general Meier acaba de ser repatriado.
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-Avíseme en cuanto sepa algo.
Dio otra calada, reclinó la silla y puso los pies sobre la mesa. Mirando el retrato de
Hitler que colgaba de la pared, decidió que no iba a permitir que los
acontecimientos le superasen.
MADRID
Año 2.007
Afueras de la ciudad
Intentó volver varias veces al día en que habían matado a sus compañeros, en
aquel salto a la época de Jesús con la sola idea de salvarles, pero siempre ocurría
lo mismo y el escapaba por los pelos. Por eso decidió buscar ayuda entre los
soldados miembros del partido, ellos poseían la experiencia que a el le faltaba. Se
daba cuenta de la dificultad de su plan, ¿pero que otra cosa podía hacer?
El tampoco había creído en los documentos escritos por el soldado Bauer, pero no
le quedó mas remedio que aceptar su veracidad cuando en un segundo salto
conoció a Jesucristo en persona.
Convivió con el y con sus seguidores durante un tiempo y eso le abrió los ojos.
Aquellas experiencias compartidas no hicieron si no reforzar su decisión de reparar
el daño causado por los nazis. De modo que quitándose de encima el pesimismo
que le embargaba volvió hacia el punto de partida. Encaminó sus pasos hacia la
sede del partido nazi y se preparó de nuevo para llevarse a sus dos compañeros
forzosos rumbo al pasado. Mientras caminaba con paso decidido hacia su destino
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se juró a si mismo que aquel era su ultimo fracaso. Conseguiría la ayuda de
aquellos mal nacidos aunque fuese lo ultimo que hiciera en su vida.
ESCOCIA
Año 485
Campo de exterminio Nº 20
Hacia solo un par de horas que el comandante Werner había entregado al soldado
Albert Bauer a sus nuevos carceleros. No dio muestras de rebeldía durante el
traslado y esa actitud le preocupaba. Sobre todo viniendo de un hombre como el,
que llevó a cabo varios actos de sabotaje sin ser descubierto. Sospechaba que tal
vez estuviese preparando alguna treta, pero no podía estar completamente
seguro.
Así que decidió mantener una vigilancia intensiva para espiar todos sus
movimientos. Werner entró en el barracón y comenzó a buscarle.
Pasó con sumo cuidado entre los prisioneros que se hallaban tendidos en el suelo,
tapándose la boca y la nariz con un pañuelo , tal era el hedor que desprendían.
Esa era la parte que pese a todo mas le gustaba de su trabajo; el contacto con los
condenados a muerte, gentes sin esperanza que se habían abandonado
completamente a su miseria.
Ya los había visto así en el campo de concentración de Dachau cuando los sacaban
de los barracones para llevarlos a la cámara de gas. Hombres y mujeres presas de
una fuerte desnutrición que vagaban por el recinto del campo buscando algo que
llevarse a la boca, aunque solo fueran unas míseras y raquíticas plantas que les
ayudasen a engañar al estomago. Era el en persona quien los metía en los
vestuarios y les obligaba a quitarse la ropa y a vaciar sus bolsillos de las escasas
pertenencias que aun pudieran conservar. Le encantaba oír los gritos de
desesperación cuando se percataban de que aquel sitio a donde les habían llevado
no era una ducha comunal. Solo cuando el gas comenzaba a salir se daban cuenta
de la cruda realidad. Iban a morir y lo sabían.
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JERUSALEN
Año 33
Huerto de Getsemani
-¿Se puede saber porque diablos ha hecho eso? -le increpó- ¿a que viene esa
actitud?
-Está furioso conmigo. - dijo frotándose la mandíbula- Creo que no le caigo bien.
-Debería matarle ahora mismo -amenazó Blanc- Por poco consigue que nos
fusilen.
-¿Lo correcto? -espetó Blanc- ¡Ha matado a un general del ejercito alemán!
-Sigue empeñado en hacernos creer que los viajes en el tiempo son posibles
-dijo el coronel.
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-¿Que quiere decir con eso?
-Quiero decir que ya hemos pasado por esto antes. Con este ya van tres saltos.
-Eso es mentira -escupió el coronel con desprecio- Si eso fuese cierto nos
acordaríamos.
-Si, ya sabe; muertos, fiambres, kaputt. los soldados les acribillaron cuando yo
escapé y vieron al general destrozado por la onda expansiva.
-¡Está mintiendo! -Chilló el capitán agarrandole por el cuello del abrigo- ¡Es usted
un maldito hijo de perra!
-Ya estoy harto de escuchar tonterías -se quejó Blanc- Me largo ahora mismo.
-Yo de usted no lo haría capitán -le advirtió Robledamm- Dentro de cinco minutos
una patrulla de soldados bajará por el sendero, y no creo que les haga mucha
gracia encontrarnos aquí.
Y efectivamente así fue. Al poco rato vieron bajar por el camino a un grupo de
soldados que llevaban un prisionero esposado. Los tres hombres se tiraron
rápidamente al suelo y observaron en silencio todo cuanto ocurría. Otras tres
personas ascendían por el sendero, sin saberlo, al encuentro del primer grupo.
Los soldados se detuvieron al verles y abrieron fuego contra ellos sin mediar
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palabra.
-Anton miró al capitán como esperando recibir un poco de ayuda, pero este se
hallaba en estado de shock y no era capaz de articular palabra. De modo que
volvió a mirar a Robledamm, se aclaró la garganta y le dijo así:
-He de reconocer que todo esto es muy raro. Quizá tuviera usted razón al
asegurar que es posible viajar en el tiempo.
-Pues claro que tengo razón -respondió Robledamm molesto- acaban de ser
testigos una vez mas. ¿Está empezando a creer, o aun tiene dudas?
-No me atosigue, maldita sea. Todavía estoy asimilando lo que acabo de ver.
-Mire coronel, me gustaría ser comprensivo con usted y darle tiempo para que se
haga a la idea, pero ya se me está agotando la paciencia. Necesito su ayuda y la
necesito ahora.
-Dice que necesita mi ayuda, pero sigo sin entender para que la quiere.
-No le haga caso mi coronel, este hombre está completamente loco. Si le permite
seguir hablando terminará por contarnos que dentro de cien años vamos a ser
esclavizados por una raza alienígena de lagartos humanoides, a la que serviremos
como fuente de alimento.
-¿Que tengo que hacer para que me crean? -espetó Robledamm apretando los
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dientes- ¿enseñarles el futuro de la tierra? Porque le aseguro que no les iba a
gustar en absoluto.
-Ya. -dijo el coronel- Ahora va a decirnos que ese futuro tan terrorífico es
consecuencia directa del cambio en la senda temporal.
-Es lógico que hable así -dijo Robledamm- Usted no conoce otra manera de vivir.
Pero yo he visto muchas cosas y he conocido a mucha gente. Su fe ciega hacia el
partido no le permite ver la realidad.
-¿Que realidad? -escupió Blanc- ¿la que usted quiere vendernos, maldito
lunático?
VOLOGDA
A las afueras de Moscú
Año 1.554
Observó a los aldeanos durante toda la tarde, viendo como llevaban a cabo sus
quehaceres. Vio a un viejo andrajoso que llevaba sus cerdos de vuelta al corral y a
unos niños que les mortificaban dándoles latigazos en los cuartos traseros con una
fina rama llena de espinas. Werner rió por lo bajo cuando el anciano comenzó a
recoger los excrementos que iban dejando los cerdos por el camino para tirarselos
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a esos mismos niños, esperando que de esa manera le dejasen tranquilo.
También pudo ver a una jovencita morena de largas trenzas sacando agua de un
pozo, que era increpada por su madre tras dejar caer al suelo el contenido del
cubo. Pero de Bauer no había ni el menor rastro. Aunque estaba seguro de que no
tardaría en aparecer, comenzaba a tener serias dudas.
Ya era prácticamente de noche cuando vio a un hombre que iba montado a lomos
de un asno. Vestía exactamente igual que cualquiera de los pobladores de la
aldea, pero el hecho de que llevase una capucha cubriéndole la cabeza y
tapándole casi toda la cara llamó poderosamente su atención. El desconocido se
acercó a un abrevadero que había en una de las esquinas de la plaza y se bajó de
su cabalgadura. Amarró el asno a una estaca y se quitó la capucha para mojarse
la cara. Cuando terminó de refrescarse, se dio la vuelta y Werner pudo verle con
total claridad, era el soldado Albert Bauer. Moviéndose muy despacio cogió su rifle
y lo afianzó en el suelo procurando no hacer ni un solo ruido.
Aunque no estaba lo suficientemente cerca como para ser oído, temía ser
descubierto y que ese malparido se le escapase de nuevo.
Bauer oyó la explosión y vio como Werner salía chillando de entre los arbustos
como un marrano a punto de ser degollado, con la cara cubierta de sangre,
sujetándose la mejilla derecha. En cuanto le reconoció supo exactamente por que
estaba allí, de modo que salió corriendo como alma que lleva el diablo llevándose
por delante a todo el que encontraba a su paso.
AÑO 2.999
Jerusalén
Huerto de Getsemani
Los tres hombres contemplaban aquello con aire compungido, sin querer creérselo
del todo. Para Marco Robledamm no era la primera vez, pero lo que veía le
afectaba tanto como si nunca hubiese estado allí.
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-Este es el futuro que nos espera -dijo a sus compañeros con voz profunda- Esta
es la herencia que nos ha dejado su querido profeta.
-No puedo creer que Hitler haya cometido semejante barbaridad -negó Cifer con
la cabeza- No tiene sentido.
-Ya les advertí de que ese hombre era un loco. No le bastaba con purificar la raza
humana, también quería librar al mundo de su enemigo mas molesto.
-No puedo contarles como sucedió, pero si puedo decirles que cuando ese
maniaco alcanzó sus metas quiso ir mas allá, hacia la destrucción completa de la
vida en la tierra.
-¿Pero porqué?
-Por una sencilla razón -respondió Robledamm- Con el paso de los años su
megalomanía fue aumentando de manera incontrolable, ya no hacia caso a nadie.
Llegó un momento en que su locura le hizo creer que era el único ser humano
puro con derecho a existir sobre la faz de la tierra. De modo que lanzó un ataque
nuclear masivo para destruir a los que el consideraba sus inferiores.
-¿Y como puede saber todo eso? -interrumpió el coronel. Tan solo hace
conjeturas.
-No puedo saberlo con absoluta certeza, pero creo que los hechos hablan por si
mismos. Podría apostar mi vida a que vayamos a donde vayamos no hallaremos a
ningún ser viviente.
-Mucho me temo que hemos de darle la razón, mi coronel. Todo esto no puede
ser un montaje.
-¿He oído bien? -ironizó Robledamm- ¿he conseguido convencerles por fin?
-Y lo estoy. Pero creo que este futuro es aun muy lejano y no veo como puede
afectarme.
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-No puede decirme eso, no después de todo lo que ha visto.
-Desde luego que si. Por eso va a llamar ahora mismo a la esfera y nos va a sacar
de aquí.
-Podían haberme obligado a enseñarles -dijo burlón Robledamm- Solo tenían que
amenazarme con sus armas.
-No seria mala idea de no ser por que usted las hizo desaparecer cuando nos
desmayamos al entrar en la esfera por primera vez.
-Ya ha oído al coronel -interrumpió Blanc- No puede contar con nuestra ayuda, así
que haga su magia y llévenos a casa.
-No juegue conmigo -amenazó Cifer- Si hace alguna tontería puede darse por
muerto, aunque tenga que matarle con mis propias manos.
-De acuerdo -se rindió por fin Robledamm- Les llevaré a casa.
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AUSTRIA
Año 1.945
Albert Bauer había vuelto a escapar por muy poco. Ese maldito Werner era como
un sabueso y estaba empeñado en cazarle a toda costa. Lamentaba la muerte de
los tres hombres del barracón, ¿pero que podía hacer? Tenia que escabullirse para
poder continuar con su plan, de modo que permaneció escondido durante unos
días preparando los detalles de su próxima incursión . Estaba convencido de que
para destruir el proyecto debía eliminar a la persona que lo había puesto en
marcha, de modo que su próximo objetivo era el general Kessler. Recordó que en
una ocasión, cuando le eligieron para el comando y fue entrevistado por el propio
general, este había comentado que nació en un pequeño pueblecito de Austria,
muy cerca de la frontera con Alemania.
Pese a que la información era muy escasa indagó en todas las aldeas y pueblos
importantes, buscando en los registros la fecha de nacimiento de Kessler y el lugar
exacto donde residía su familia.
MADRID
Año 2.007
Sede del partido nazi
Los tres hombres reaparecieron en la sede del partido nazi el mismo día y a la
misma hora en la que habían partido. Lo primero que hicieron Cifer y Blanc fue
llevar a Robledamm a una celda de castigo tras quitarle por la fuerza el dispositivo
de llamada. Después se dirigieron al alto mando regional para informar a sus
superiores, pero cuando se disponían a salir a la calle fueron detenidos por los
soldados que custodiaban la entrada.
-¿Acaso no ve que somos sus superiores, soldado? -dijo Cifer en tono autoritario-
Diríjase a nosotros como corresponde a nuestro rango.
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-Nombre y numero de placa -exigió el centinela apuntándoles con su arma.
-Está bien -dijo Cifer comenzando a impacientarse- Yo soy el coronel Anton Cifer y
este es mi ayudante de campaña, el capitán Enmanuel Blanc.
-Habla.
-Ya sabe, de ese proyecto secreto que utiliza los viajes en el tiempo para cambiar
acontecimientos pasados.
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-¿Viajes en el tiempo? Esa es la excusa mas estúpida que he oído en mi vida.
La cosa se ponía fea y el coronel se daba cuenta. Tenia que hacer algo ¿pero que?
No podían huir, puesto que estaban custodiados por dos hombres armados. Por el
mismo motivo tampoco podían enfrentarse a ellos. Si hubiese hecho caso a
Robledamm no estarían en una situación tan comprometida. Podía intentar
engañarles haciendo aparecer la esfera delante de sus narices, y aprovechar la
confusión que crearía este hecho para escapar con su compañero. Pero no conocía
su funcionamiento exacto y podían acabar perdidos en cualquier lugar, o
apareciendo dentro de un volcán en erupción. Necesitaban al paleontólogo, por
mucha rabia que le diese reconocerlo.
AUSTRIA
Año 1.899
Cuando por fin llegó a la casa aun no tenia la certeza de querer matarle. Rompió
con cuidado el cristal de una de las ventanas de la planta baja, y entró sin hacer
ruido. No podía evitar pensar en lo que había visto durante el tiempo que estuvo
saboteando todas aquellas operaciones de procesado, esas personas tratadas
como animales y asesinadas sin piedad. Así que desterró de su mente todas las
dudas y se aprestó a hacer justicia. Buscó la habitación del niño con cuidado de no
hacer ruido, entró en ella y se acercó a la cuna.
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El niño se encontraba profundamente dormido y estaba solo. Se dijo a si mismo
que aquello terminaría en unos segundos, después todo volvería a la normalidad.
El proyecto Génesis nunca habría existido y el destino de la humanidad estaría a
salvo. Sacó un puñal que llevaba oculto bajo la ropa y lo levantó por encima de su
cabeza. Bajó el brazo y se dispuso a dar el golpe fatal, pero el gesto quedó
congelado cuando alguien habló a su espalda.
Bauer se dio la vuelta muy despacio y se encontró cara a cara con el comandante
Werner, quien le apuntaba con una pistola.
-Muy gracioso, pero yo solo hago mi trabajo. Ahora suelta el cuchillo y coloca las
manos tras la nuca.
Werner creyó tenerlo todo controlado, pero cuando iba a agacharse para coger a
su prisionero alguien entró gritando en la habitación . Se giró para ver quien era,
mas no terminó de volverse, porque el desconocido le dio un fuerte golpe en la
cabeza con un objeto contundente. Bauer, pese a estar malherido, aprovechó el
momento de confusión para llamar a la esfera. Otra vez había conseguido escapar
por los pelos.
MADRID
Año 2.007
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-Iré al grano -dijo el presidente- Afirman ustedes pertenecer a nuestro ejercito, y
sin embargo no hay constancia de tal hecho. No existe ningún documento que lo
corrobore. Incluso hemos recuperado antiguos archivos de nuestros bancos de
memoria sin obtener resultados satisfactorios.
El centinela que estaba a su lado le agarró por los hombros y le obligó a sentarse
de nuevo.
Blanc giró la cabeza hacia el soldado con clara intención de protestar, pero la
mirada del otro le disuadió de hacerlo
-Y luego está ese otro asunto -prosiguió el presidente como si no hubiese sido
interrumpido- Lo de esos supuestos viajes en el tiempo. Una absoluta ridiculez.
Creo que la decisión es clara, van a ser condenados por un delito de espionaje, y
la única sentencia posible es la pena de muerte.
-Pido permiso para hablar, señor -dijo Cifer- Puedo demostrar que decimos la
verdad.
-Tenemos un testigo que puede explicarles como llegamos aquí. Se llama Marco
Robledamm, es paleontólogo y se encuentra confinado en una de las celdas de
castigo de este edificio.
A los pocos minutos trajeron a Robledamm. Estaba esposado con las manos a la
espalda. Un profundo odio se reflejaba en sus ojos cuando miró a los presentes, y
Cifer se preguntó si estaría dispuesto a ayudarle en caso de que su plan tuviera
éxito.
-No tengo nada que deciros -escupió Robledamm dirigiéndose al jurado- Así que
ya podéis volver a llevarme a mi celda.
-Marco, escucha lo que tengo que decir -pidió Cifer- Tal vez con tu ayuda
consigamos salir de este embrollo.
-Disculpe, señor -se excusó Cifer- Creo que puedo convencerle para que hable.
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-Ni lo sueñes, coronel -respondió Robledamm- Ya tuviste tu oportunidad.
-Si no tienen nada que alegar daremos por terminado este proceso y serán
ejecutados de inmediato -insistió el presidente- Ya les advertí que no me hicieran
perder el tiempo.
-Está bien -dijo Cifer sacando el dispositivo de llamada- Este objeto que tengo en
mi mano demostrará que decimos la verdad.
-Por supuesto que no -respondió Cifer sin hacer caso a la provocación- Esto es un
dispositivo de llamada, no un truco de magia. Un globo incandescente de cinco
metros de diámetro aparecerá en este mismo lugar en cuanto lo active.
-No voy a consentir que se burle de nosotros en nuestra propia cara -gruñó el
presidente- centinela -dijo llamando a uno de los soldados- Saquen a estos
hombres de aquí y vuelvan a meterlos en sus respectivos calabozos hasta que
decidamos la fecha de la ejecución.
En ese preciso instante Cifer supo que ya era imposible esperar mas. No podía
permitir que les separasen de nuevo. De modo que activó el colgante y empujó a
sus dos compañeros dentro de la esfera en cuanto esta apareció.
CAPITULO CUARTO
RETOMAR EL CAMINO
JERUSALEN
Año 32
Huerto de Getsemani
Mas pese a todo estuvo siguiendo sus pasos. Le interesaba mucho la forma que
tenia de luchar contra el orden establecido, predicando la igualdad entre ricos y
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pobres. Pero lo que mas le gustaba era como trataba la hipocresía de la clase
dirigente y de la casta sacerdotal. Por eso se unió a el. No era uno de sus
discípulos, como ellos mismos se llamaban, pero se consideraba parte integrante
del grupo, con todos sus derechos y obligaciones. Estaba aun desperezándose
cuando vio como tres desconocidos ascendían por el camino de entrada. Dos de
ellos eran bastante jóvenes y aunque vestían las ropas típicas de los habitantes de
la zona, no parecían ser de por allí. Su piel era mas clara y no tenían las
características arrugas producidas por la constante exposición al sol.
Sin embargo el tercer hombre tenia el mismo aspecto que cualquier pastor de
ovejas de los muchos que vivían en la región.
Era un hombre alto, de pelo largo y barba canosa. Su rostro estaba curtido por el
sol, y sus ojos, de un azul intenso, parecían taladrarte cuando te miraban. Se
acercó a el y le saludó en perfecto arameo.
-Que el te proteja -respondió Hassan sin levantarse. ¿en que puedo ayudaros?
-Venimos a ver al maestro -Anunció el paleontólogo- Nos han dicho que acampa
aquí con algunos de sus seguidores.
-Mi nombre es Josué, tratante de ganado, y vengo de las tierras del norte. Mis
amigos son naturales de creta.
-No pueden. Son mudos de nacimiento. Pero mientras estén por estas tierras yo
seré su voz.
Los tres hombres se sentaron bajo un gran olivo de frondosas ramas y comenzaron
a hablar en voz baja, poniendo mucho cuidado en que el centinela no les oyese.
-No veo por que demonios tenemos que quedarnos aquí -rezongó el capitán- No
pienso achicharrarme vivo esperando a un maldito pastor de ovejas piojoso.
-El no es ningún pastor de ovejas piojoso -dijo molesto Robledamm- Fue la figura
política mas importante de su época, aunque no te lo creas.
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-Me da lo mismo quien fuera. No tengo ningún interés en conocerle. Coronel -dijo
dirigiéndose a Cifer- ¿cuando rayos va a obligar a este loco a que nos lleve de
vuelta a casa?
-Ya le he explicado cientos de veces el plan a seguir. Tenemos que capturar a ese
tal Jesús y entregárselo en persona al alto mando alemán.
Robledamm miró al coronel de reojo, pero cuando se disponía a abrir la boca para
hablar, Cifer le detuvo con un gesto de la mano.
-Ni se te ocurra -dijo en tono lúgubre- Ya estoy harto de oírte. Necesitamos a ese
profeta de pacotilla para restablecer la línea temporal que nos corresponde.
-¡Eres la peor de las alimañas, maldito seas! -saltó sin poder contenerse- ¡No
eres mas que un oportunista sin entrañas!
-Ya hemos hablado de esto -dijo el coronel a punto de estallar- Te prometí soltarte
y olvidarme de ti si nos ayudabas a volver a nuestra realidad.
-¿Ya has olvidado que tus "colegas" han estado a punto de ejecutaros? - ¡Eso por
no hablar de las veces que habéis muerto a sus manos!
-¿Seguro que dices la verdad? -quiso saber Robledamm- ¿no vas a matarme en
cuanto consigas lo que te propones?
- ¿Y si me niego a ayudarte?
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-¿Porqué no os venís todos conmigo? -dijo una voz detrás de ellos.
-Lo siento amigo -dijo Werner con una leve sonrisa- Tus compañeros han preferido
salvar su vida a costa de la tuya.
-No son mis compañeros -gruñó Robledamm- Solo son unos mal nacidos egoístas.
-No está bien hablar así de ellos, sobre todo teniendo en cuenta la forma en que
los sacaste del campo de exterminio donde estabais retenidos. ¿no sois amigos,
acaso?
-Lo sabemos -respondió Werner- Por eso estoy aquí. Y ahora basta de charla. Tu,
viejo -dijo señalando a Robledamm con el cañón del arma- Dame el colgante.
Entonces Robledamm actuó todo lo deprisa que pudo. Empujó al coronel contra
Werner y consiguió que este cayera al suelo. Salió corriendo mientras el
comandante vociferaba, tratando de quitarse de encima a Cifer.
Se revolvió en el suelo y disparó contra el capitán sin pensarlo dos veces. Tenia
ordenes de llevárselos vivos, sin embargo habían conseguido ponerle furioso y no
tendría piedad con ellos. Ya se las arreglaría para ofrecerle al general una
explicación creíble. Blanc cayó hacia atrás como un muñeco de feria golpeado por
una pelota, y antes de tocar el suelo ya estaba muerto. Una de las balas atravesó
su cabeza de parte a parte, salpicando de sangre y trozos de cerebro el rostro de
Cifer.
Werner se incorporó con cierto esfuerzo, se fue hacia el coronel y sin decir una
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sola palabra le metió dos balas en el corazón.
SEGUNDA PARTE
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