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ODIO SAGRADO

Juan Miguel Zunzunegui

“Los hombres nunca hacen el mal de manera tan completa y gozosa

como cuando lo hacen por una convicción religiosa”.

Blais Pascal.

En el mundo conviven varias creencias religiosas, que más allá de sus diferencias de fe,
concuerdan normalmente en mensajes de paz y amor universal. Bajo este supuesto se podría
pensar que el auge y el exacerbamiento del pensamiento religioso deberían conducir a la paz y
la armonía; pero lo cierto es que a través de la historia y de manera muy marcada en nuestros
días, los conflictos religiosos han dejado una secuela de sangre y terror sin precedentes. Todos;
Buda, Alá, Jesús, Krishna, que exaltan en unos los más elevados sentimientos, motivan en otros
las peores bajezas y llevan la esencia humana de lo más sublime a lo más aterrador.

Hoy en día, estos enfrentamientos entre creencias suelen estar acompañados o ser parte de
enfrentamientos políticos y territoriales que utilizan a la religión como una herramienta para
acrecentar el odio contra el enemigo. En el nombre de Dios se han llevado a cabo masacres e
injusticias de todo tipo; con Él como pretexto hemos visto una fatwa que declara la pena de
muerte contra Salman Rushdie por escribir un libro; el continuo estado de guerra en los
Balcanes, donde conviven católicos, ortodoxos y musulmanes; fanáticos suicidas en Texas,
hindúes y musulmanes masacrándose en la India; católicos y protestantes aniquilándose en
Irlanda; shiítas y sunitas en duelo de vendetas en Irak; árabes y judíos que se asesinan en
Oriente Medio; musulmanes y cristianos que se matan en Armenia; budistas e Hinduistas que
mantienen un estado perpetuo de terror en Sri Lanka. En el nombre de Dios se persigue, se
tortura, se mata y se hacen guerra, se aniquila y se destruye, se viola y se veja, se ultraja y se
persigue.

Cuando la religión cristiana era todopoderosa en Europa produjo baños de sangre como las
cruzadas, donde so pretexto de sacar a los infieles de tierra santa, mataron y despojaron a
judíos y cristianos bizantinos, además de miles de musulmanes, todo en nombre de Dios.
Fanáticos del Islam pretenden desquitarse de eso ocho siglos después.

El cisma de la Reforma, provocado por la insultante riqueza de la iglesia y la corrupción de la


misma, provocó una serie de guerras y asesinatos sagrados por todo el viejo mundo;
seguidores de Cristo matando a otros seguidores de Cristo en defensa de una fe que predica el
amor universal.

PADRE vs. HIJO


Quizás una de los peores guerras o persecuciones religiosas hayan sido las que emprendieron
los fieles del Dios hijo contra los fieles del Dios padre, es decir, cristianos contra judíos. Una vez
establecida la fe cristiana en el siglo IV, se acusó a los judíos de asesinos de Dios, y con ese
pretexto (y la verdadera intención de apoderarse de sus riquezas), se han producido matanzas
e injusticias desde entonces hasta el siglo XXI, cuando las antiguas víctimas se convierten en
victimarios y usan los horrores del pasado para justificar los horrores del presente.

La edad media resultó particularmente dolorosa para los hijos de Israel: judíos quemados en
Francia, torturados y ahorcados en Inglaterra; segregados y con distintivos discriminatorios en
toda tierra cristiana. Todo tipo de mitos increíbles se crearon sobre ellos para justificar la
rapiña; matar niños y comer sus corazones, profanar hostias, enterrar cruces. En 1491 la
inquisición española torturó a judíos para que confesaran haber sacrificado a un niño (que
nunca existió y de un pueblo igual de inexistente). Todos los judíos de la comunidad fueron
asesinados; en 1801 cientos de judíos fueron degollados en Rumania acusados de beber
sangre; en el siglo XX la propaganda nazi de Alemania incrementaba el odio a los judíos al
presentarlos en carteles bebiendo sangre de gargantas de niños.

CRISTIANOS vs. CRISTIANOS

Desde sus inicios, el cristianismo se componía de diversas comunidades con distintas creencias
y desde entonces no han cesado las matanzas religiosas entre cristianos creyentes del mismo
Padre, el mismo Hijo y el mismo Espíritu Santo.

En el siglo IV herejes asesinados por no creer en la trinidad ni en la resurrección; en el 550


minorías cristianas aniquiladas por Justiniano por no aceptar la visión ortodoxa; un rey
conocido como El Piadoso quemó a 13 personas vivas en Orleáns, filósofos o científicos, como
Pedro Abelardo y Galileo condenados a cadena perpetua por sus libros; pueblos enteros como
los cátaros franceses, masacrados por orden papal; monjes franciscanos quemados en 1318
por no dejar sus costumbres de sencillez y pobreza; templarios obligados bajo tortura a
declarar que escupían sobre la cruz; Genios como Giordano Bruno quemados vivos en la
hoguera.

Pero mientras el catolicismo aterrorizó con la inquisición; los protestantes, críticos de la Iglesia
de Roma, encaminaron sus esfuerzos al exterminio de las brujas. Así, durante tres siglos hubo
un delirio religioso relacionado con la brujería que ocasionó la muerte de miles de inocentes,
sobre todo mujeres indefensas. A través de la tortura la iglesia calvinista obligó a miles de
mujeres y algunos hombres a confesar que tenían relaciones sexuales con Satán, que tenían la
capacidad de volverse invisibles y convertirse en animales de las tinieblas como ratas, lobos o
murciélagos. Se habla de un número de víctimas entre los 100 mil y los 2 millones.

DIOS vs. ALÁ

Hoy en día cristianos, judíos y musulmanes están de acuerdo en que alaban al mismo Dios, con
otro nombre y otras costumbres, pero el Alá del Islam, no es otro que el Dios cristiano y el
Yavhe judío; de hecho; el cristianismo surge del judaísmo y el Islam de estas dos. No obstante,
esto no ha impedido que los miembros de las tres religiones se maten entre si en nombre de
su mismo y único Dios.

Uno de los casos más terribles de matanzas entre musulmanes y cristianos lo tenemos en
Armenia; un horror que mató a más de un millón de personas durante la Primera Guerra
Mundial. Armenia fue tradicionalmente un enclave cristiano en un mundo musulmán; es un
país ubicado en el borde nororiental de Turquía, había sido parte del Imperio Bizantino, por lo
que son cristianos ortodoxos, y a partir de la caída de Constantinopla fue parte del Imperio
Turco Otomano, lo cual generó que gran parte de la población abrazara el Islam. Ya desde el
siglo XIX esta zona provocaba conflictos entre turcos, defensores de los musulmanes, y Rusia,
que se declaró protectora de los cristianos en la zona.

A finales del siglo XIX, la agitación religiosa provocó movimientos que pugnaban por la
independencia de una Armenia cristiana. El movimiento llegó a su punto álgido en 1890 y las
protestas poco a poco se convirtieron en revueltas que generaron masacres y combates
armados. Entre 1890 y 1910 murieron alrededor de 250 mil personas.

Pero la peor matanza vino en la Primera Guerra Mundial, en 1915. Mientras los turcos
tomaban parte en la guerra del lado de Alemania, los cristianos armenios se revelaron contra
Turquía y se unieron a Rusia en la guerra; como consecuencia de esto comenzaron por matar
musulmanes en su propio país. La matanza se prolongó hasta que Armenia formó parte de la
nueva Unión Soviética. De 1915 a 1920 murieron 600 mil armenios cristianos y 2 millones de
musulmanes.

Por sus frutos los conoceréis, dicta parte de una escritura sagrada; y los frutos de las religiones
están ahí patentes; juzgar los resultados y no los ideales, la práctica y no la teoría A lo largo de
la historia ha habido millones de muertes en nombre de la religión, claro que Dios no tiene la
culpa, sólo aquellos que dicen que lo siguen. Pero la idea de Dios también nos ha dado a
Gandhi y su no violencia, a Teresa de Calcuta y su afán de dar hasta que duela, la ética del
musulmán Avicena o la armonía de los Derviches del Islam turco, un Buda que busca la
iluminación y un Confucio que exalta la responsabilidad del hombre.

¿Qué fenómeno ocurre para que en nombre de las religiones que proclaman amor, los seres
humanos derramen sangre?, ¿qué es lo que pasa en el corazón del hombre que disfruta con
matar y que alcanza éxtasis en matanzas divinas? Si ningún texto religioso incita a la violencia,
si cualquier versión de Dios la castiga, si ningún líder oficial la promueve, si en todas las éticas
está vedada, por qué hay hombres de religión que la practican. Tal vez debiéramos dejar la
religión, como decía John Lenon, o quizás la respuesta la dio Jonathan Swift: “Tenemos justo la
religión suficiente para matarnos unos a otros pero no la suficiente para hacer que nos
amemos”.

Donde el pensamiento busca la verdad.

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