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rainer.hostnig@gmail.com
Chuquinga es una pequeña comunidad campesina quechua, cuyo centro poblado se encuentra
a 2800 msnm, sobre una terraza elevada en la margen izquierda del río Chalhuanca, al frente
de la capital provincial del mismo nombre. (fig. 1)
Las casas del pueblo están alineadas a ambos lados de la calle-carretera de acceso a los baños
termales de Pincahuacho y a la antigua zona minera de Huayllaripa. Tanto las partes bajas de
la comunidad, de vocación principalmente agrícola, como las zonas altas, con sus extensos
pastizales naturales, han sido ocupadas desde tiempos antiguos por sociedades agropastoriles
precolombinas y culturas que se sucedieron o sobrepusieron a lo largo de los milenios,
quedando en la actualidad, como testimonio de su existencia, numerosos terrazas de cultivo
con muros de contención, los cimientos de una fortificación construida en la ladera de un
cerro, utensilios de piedra, fragmentos de objetos cerámicos y restos funerarios ubicados en
una cueva.
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Fig.1: Mapa de ubicación de Chuquinga
Chuquinga entró en los anales de la historia peruana por una sangrienta escaramuza que tuvo
allí lugar en mayo de 1554, entre las fuerzas realistas, comandadas por el mariscal Alonso de
Alvarado, y rebeldes bajo el mando de Francisco Hernández Girón, durante la cual el español
Lópe de Aguirre fue alcanzado por un arcabuzazo en la pierna, quedando cojo, lo cual no le
impidió emprender, seis años más tarde, junto con su hija, la búsqueda frustrada del
legendario El Dorado, navegando por los intricados ríos de la Amazonía.
Durante los dos siglos siguientes, Chuquinga fue el punto de partida para ir a la mina de
Huayllaripa, en las alturas de la comunidad; durante cuyo auge de explotación, en el siglo
XVII, fue construido en plena puna, el hermoso templo de Huayllaripa, ahora en ruinas, y, en
el pueblo junto al río Chalhuanca, la iglesia de Chuquinga, posiblemente en reemplazo de una
edificación más rústica.
El templo colonial de Chuquinga, de apariencia externa más bien sencilla (fig.7 y 8), conserva
en su interior restos de importantes pinturas murales (fig.12), entre ellas la alegoría del Árbol
de la Vida, obra que se caracteriza por una acusada influencia estilística del artista mestizo
Tadeo Escalante, a quien se adscribe una escena casi idéntica pintada en el templo de Huaro,
provincia de Quispicanchi, Cusco. También llaman la atención en el interior del templo unas
piezas sueltas de madera tallada -uno de cuyos extremos está rematado por cabezas femeninas
(fig.11)- y las sencillas pinturas que cubren las columnas del arco triunfal, en la parte céntrica
de la nave (fig.9), sobre todo dos llamas de color rojo (fig.10), muy similares a las
encontradas en el arte rupestre de la región. La particularidad más saltante del templo de
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Chuquinga deriva, en realidad, de otro elemento decorativo, único en la arquitectura
eclesiástica colonial de las Américas: me refiero a las hermosas tejas pintadas - más de un
millar - que, colocadas a lomo cerrado en tres hileras superpuestas debajo de las bocatejas del
techo, confieren a esta iglesia un carácter singular.
Aparte de Chuquinga, las tejas pintadas han sido sólo registradas (35 piezas) en el alero de
una casa colonial en la calle Siete Angelitos del barrio San Blas, en el Cusco, con motivos y
estilo muy diferentes (Flores et al., 1993) (fig.6).
Es posible que hayan existido edificios eclesiásticos o civiles con tejas pintadas en otros
lugares del Perú o en países vecinos. Si este fuera el caso, dichas tejas desaparecieron hace
tiempo, por remodelación o demolición de los edificios, por los estragos causados por los
sismos o por mero el descuido de los propietarios.
Antecedentes
Fue el antropólogo cusqueño Carlos Flores Lizana, hacia fines de los años noventa, el primero
en estudiar las tejas pintadas del templo colonial de Chuquinga, dando a conocer el resultado
de sus estudios al INC-Cusco y mediante una conferencia de prensa, a inicios del 2000; en el
2004 presentó una ponencia al I Simposio Nacional de Arte Rupestre, realizado en el Cusco.
Flores especulaba entonces de que se trataba de un texto o lenguaje con iconografías
indígenas de influencia Wari e Inka.
Cuando en el año 2001 me informó sobre la existencia de las tejas pintadas, decidí realizar un
registro y documentación completos de dichos elementos ornamentales, con el fin de rescatar
y llamar la atención sobre este singular patrimonio cultural de los aymarinos. Aparte del
mencionado antropólogo, dos personas fueron claves para materializar esta idea: el profesor
aymarino Eustacio Alcides Tamayo y el dr. Nolasco Román Acuña, ambos miembros de la
Asociación de Residentes de Chuquinga en Lima y preocupados por el desarrollo de su tierra
natal. Es a través de ellos que conseguí en el 2004 el apoyo logístico y económico necesario
para poder realizar el inventario de las tejas.
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Fig.2: Andamio usado para el trabajo de registro de las tejas
La colocación de tejas pintadas en los aleros de los techos de edificios eclesiásticos y civiles
representa una tradición catalana que comenzó en el siglo XVI, influenciada por el arte
mudéjar. Su área de distribución abarca desde Cataluña hasta la ciudad de Perpiñán, en
Francia, y la isla Mallorca, de las Baleares, en el mar Mediterráneo. También se encuentran en
otros lugares de España como Valladolid, Cuenca, Guadalajara y Aragón. La mayor
concentración de edificios con tejas pintadas, sin embargo, se halla en Mallorca, donde el
experto catalán de arte popular Jaume Coll Canesa (2) (1975, 1985, 1987, 1996) ha
inventariado 139 edificios con este elemento decorativo -conocido localmente como "teules
de moro"-, la mayoría de ellos en los valles de Soller y Fornalutx (fig. 5).
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Fig.5: Alero con tejas pintadas en Fornalutx, Fig.6: Tejas pintadas en la Calle Siete
Mallorca Angelitos de San Blas, Cusco (Flores et
al., 1993)
Según Coll Conesa (1985), las tejas pintadas forman parte de la arquitectura popular y han
sido utilizadas por motivos estéticos, creencias ancestrales de tipo simbólico y espiritual y por
la tradición de seguir un ritual en la construcción de los edificios.
El templo de Chuquinga, erigido bajo la advocación de San Pedro, presenta una planta de
distribución longitudinal, con tres volúmenes adosados al cuerpo principal, en el muro lateral
sur, correspondientes a los ambientes del baptisterio, la capilla y la sacristía. El muro norte,
orientado hacia el río Chalhuanca, presenta un desarrollo longitudinal pronunciado,
interrumpido solamente por cuatro contrafuertes y la portada lateral (fig. 7).
El techo de la iglesia colapsó en los años setenta del siglo pasado y fue restaurado entre 1979
y 1981. A raíz de la caída de parte del techo, fueron afectadas seriamente las pinturas murales
del interior del templo. En medio de la nave se pueden observar los restos de un arco triunfal
cuyas pilastras fueron decoradas con pinturas de motivos florales y dos llamas silueteadas de
color rojo, motivos similares a los encontrados en los muros exteriores del templo en ruinas
de Huayllaripa y, en el caso de las llamas, en varios sitios de arte rupestre colonial (y
precolombino) del suroriente peruano.
En la reconstrucción del techo -que es de par y nudillo- de tradición mudéjar, se aplicó barro
mezclado con paja para llenar los vacíos bajo las bocatejas. Este trabajo, obviamente, fue
realizado sin la orientación técnica de un restaurador y, aunque el barro no afecta
directamente las pinturas de la hilera superior de tejas decorativas, reduce en algo el efecto
estético de éstas.
En el plano de la fachada sobresalen dos muros que soportan el techo que cubre lo que ha sido
el balcón exterior. El sobrecimiento está conformado por piedra mediana hasta una altura de
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2.5 m, donde comienza el muro de adobe. La fachada posterior, conformada por el muro
testero, presenta un vano casi cuadrado con un tejaroz que lo protege. Los muros laterales
exteriores de la nave presentan, debajo del alero, tres hileras de tejas a manera de adaraja,
elemento arquitectónico decorativo de reminiscencia mudéjar. En el muro testero esta
decoración consta sólo de dos hileras de tejas, mientras que debajo de los techitos de los
contrafuertes, las tejas pintadas (que según comunicación personal del Sr. Eustacio Tamayo
de Chalhuanca alguna vez existían) han sido reemplazadas por tejas corrientes sin pintura.
Fig.9: Resto del arco en el interior del templo, Fig. 10: Dos llamas pintadas en el muro del
con decoración de motivos florales arco
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Fig. 11: Figuras talladas en madera con Fig. 12: Fragmento del gran mural del muro
rostros femeninos norte de la iglesia
Las tejas pintadas se encuentran colocadas a lomo cerrado y cumplen una función
principalmente decorativa. Las pinturas fueron aplicadas en el último tercio de la parte más
ancha y en el lado cóncavo de la teja (fig. 13, 14).
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Fig. 13: El elemento arquitectónico de la adaraja con tejas pintadas
Ante la ausencia de referencias escritas sobre las tejas y la técnica empleada en la aplicación
de las pinturas en documentos de la época, acudo a la descripción de Jaume Coll C. sobre el
proceso de la elaboración de tejas pintadas en España, suponiendo que el proceso debe haber
sido esencialmente el mismo en el caso de Chuquinga. Para conseguir el fondo blanco, las
tejas fueron sumergidas en el extremo ancho en una solución de cal; luego, sobre la capa de
cal aún húmeda, se aplicó la pintura, de acuerdo a la técnica del fresco. También se pintó con
colores contrastantes sobre tejas no tratadas, es decir sobre el fondo rojo de las tejas, o bien se
bañó la teja en una solución de arcilla conocida como "taqo", dándole un color rojo oscuro.
En los ejemplares de las adarajas de la sacristía y las capillas laterales sólo se encuentran
pinturas de color rojo, sobre fondo blanco o crema, o dibujos de color blanco sobre fondo
rojo.
Los colores usados en las pinturas son el rojo oscuro (predominante), el blanco, el crema y el
azul oscuro. Son solubles al agua (3), pero, a falta de un análisis de laboratorio, los pigmentos
empleados no han podido ser identificados.
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Fig. 14: Vista de la adaraja del muro lateral norte con las tejas pintadas debajo de las
bocatejas del tejado
Las adarajas de los muros laterales de las tres construcciones que flanquean la nave en la
elevación sur, tienen un promedio de 105 tejas en cada lado, 35 por hilera. No tienen pinturas
las tejas del muro lateral oriental de la capilla y tampoco varias tejas del muro lateral
occidental de esta construcción. Es probable que existían originalmente y que hayan sido
cambiadas hace tiempo atrás. Contabilizando todas las tejas pintadas de las construcciones
adosadas a la nave (descontando las tejas sin pintura), llegamos a una cifra aproximada de 450
unidades. Sumando a esta cifra las tejas de la nave, el templo tiene en total algo más de 1500
tejas pintadas.
Aspectos iconográficos
Las tejas pintadas muestran una gran variedad de diseños que, para fines analíticos, pueden
agruparse en seis temas o motivos principales o básicos. De acuerdo al Cuadro 1 ocupan el
primer lugar, con algo más de la mitad de los ejemplares registrados (55.5%), los diseños
geométricos-abstractos; le siguen los motivos biomorfos (antropomorfos, zoomorfos y
fiitomorfos o sus combinaciones) con 9.6 %, de los cuales la mayoría (6.9 %) son figuras
antropomorfas (querubines). Los motivos zoomorfos y fitomorfos o florales son escasos; sin
embargo, llaman la atención del observador más que las formas geométricas. Las
representaciones de signos astronómicos o astrales conforman, con 1.9 %, un tercer tipo de
motivos. En algunas tejas se puede observar una combinación de motivos (fitomorfos-
zoomorfos o fitomorfos-geométricos), mientras que en el 30% de las tejas pintadas no fue
posible determinar los motivos, debido a la capa de yeso que las cubre parcial o totalmente, o
por el mal estado de conservación (tejas rotas o con pintura exfoliada).
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Los motivos de las tejas en las adarajas de los tres ambientes laterales del templo son
similares a los encontrados en las tejas pintadas en los muros de la nave tanto en su
iconografía como en su distribución porcentual. Hay también allí una clara predominancia de
motivos ornamentales clasificados como geométricos, en la mayoría diseños compuestos por
dos o más elementos geométricos. Vuelven a aparecer los astros solares, dos de ellos
humanizados y, de las tres cabezas humanas identificadas, una es de un ángel querubín
mientras que las otras dos pueden corresponder a personajes de la biblia. Los motivos
zoomorfos hallados representan un caballo, un cuadrúpedo tridígito no identificado y un ave
con pico largo y curvo. Son varias las decoraciones fitomorfas, mayormente aplicadas en el
emboquillado. En la adaraja del muro lateral oeste de la sacristía, los emboquillados están
pintados de rojo o con algún diseño geométrico, mayormente una agrupación de puntos rojos.
Fig. 15: Hilera inferior de la adaraja Fig.16: Adaraja con emboquillado a nivel
montada sobre el muro con emboquillado con la pared exterior
traspuesto en el interior de las tejas
Como puede apreciarse en la figura 16, las tejas pintadas en las adarajas de los ambientes
laterales tienen un vuelo escaso, de apenas 6 a 7 cm, medido desde la pared, mientras que los
diseños, cubiertos parcialmente por el emboquillado, cubren muy probablemente hasta un
tercio de la teja.
A diferencia de las tejas pintadas de España, en las de Chuquinga están ausentes los motivos
arquitectónicos, así como los monogramas y anagramas religiosos.
Nº deNº
de tejas Nº de% del
tejas tejas total
Motivos
(ambientes de
(nave) laterales) (total) tejas
Geométricos-abstractos 711 139 850 55.5
Antropomorfos (querubines y104 3 107 6.9
otros)
Astronómicos 27 2 29 1.9
Fitomorfos 23 23 1.5
Zoomorfos 14 4 18 1.1
Pintura roja 4 5 9 0.5
10
Geométricos combinados con21 21 1.3
otros motivos
Antropomorfos combinados1 1 0.0
con otros motivos
Zoomorfos combinados con1 1 1 0.0
otros motivos
Fitomorfos combinados con2 2 0.1
otros motivos
Irreconocibles (cubiertas por220 229 449 29.2
capa de yeso o pintura
desvanecida)(4)
Tejas rotas y pinturas12 7 19 1.2
exfoliadas
Total tejas pintadas (muros1140 390 1530 100.0
de nave)
Otro motivo llamativo es el ajedrezado de color blanco sobre fondo rojo o rojo sobre fondo
blanco (fig.18), que también se encuentra en las tejas mallorquinas. Un número importante de
tejas (76) está decorado con simples líneas rectas u onduladas paralelas. Otros elementos
incluyen: círculos, solos y/o combinados con puntos, líneas en zigzag, líneas entrecruzadas,
signos escalonados, rombos, volutas, franjas reticuladas, combinación de puntos etc. En
muchos diseños los elementos se encuentran alineados en serie, como los triángulos, rombos,
diagonales cruzadas encerradas por líneas horizontales, entre otros. Los triángulos o
cuadriláteros aparecen con tinta plana o delineados, pintados en positivo o en negativo, simple
o con decoración interior.
Pareciera que al realizar el bosquejo de los diseños, los artistas se esmeraban en no repetirlos
y en usar su ingenio y su creatividad para presentar un determinado elemento (triángulo,
cuadrado, semicírculo) en muchas variaciones y combinaciones de formas y en colores
diferentes. Entre los motivos geométricos destacan las cuadrículas dispuestas en escalera, que
se acerca al motivo del ajedrezado, muy recurrente en las tejas ibéricas y que también aparece
en algunos pocos ejemplares de Chuquinga. El signo escalonado, sin embargo, como ya lo
observó el antropólogo Carlos Flores Lizana, podría eventualmente ser la reminiscencia de un
elemento iconográfico ampliamente usado durante el incanato para la decoración de textiles
(tocapu) y la alfarería.
Entre los motivos figurativos tenemos, en primer lugar, las figuras antropomorfas . Que en
su mayoría representan cabezas aladas de ángeles o querubines (5) (fig.24-26), figuras
arraigadas durante el barroco mestizo del Perú (Flores et al., 1993: 76). Son muy raras las
figuras de ángeles de cuerpo entero, que también llevan alas desplegadas y hasta muestran el
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detalle de las plumas. Los rostros, casi todos mirando de frente y en contados casos
representados de semiperfil, fueron pintados siguiendo un patrón común en la representación
de los rasgos faciales, pero con ligeras variaciones en los detalles de la boca, la nariz, las cejas
y los ojos. En una teja del muro lateral norte, los ojos fueron remarcados con un círculo de
color azul oscuro con la pupila del mismo color, dando la apariencia de un maquillaje.
Algunas caras muestran mejillas y ojos bordeadas por grandes pestañas.
Lo que el antropólogo cusqueño Héctor Espinoza (INC, 2004) erróneamente interpreta como
representación de un "inka" o " kipucamayoc, en situación de estar mostrando el kipu
extendido ", no es sino el dibujo, muy ingenuo por cierto, de un ángel con las alas abiertas.
Fig. 17: Alineación de Fig. 18: Motivo ajedrezado Fig. 19: Motivos en forma de
semicírculos sobre línea
ganchos y anclas como parte
horizontal
de una composición mayor
Fig. 20: Líneas en zigzag Fig. 21: Combinación de línea Fig. 22: El motivo recurrente
entrecruzadas separadas por ondulada, puntos y cinta de los triángulos
líneas horizontales horizontal
12
Fig. 24: Imitación de la figura Fig. 25: Rostro de ángel Fig. 26: Angel con corona
"clásica" de un querubín pintado en negativo con alas
en positivo
Solas o junto con representantes de la flora, algunas tejas están adornadas con las figuras de
diferentes especies zoológicas, reales o imaginarias. Estos motivos zoomorfos comprenden
saurios (dragones, lagartijas), arácnidos, aves (perdices, gallinas, gallos enfrentados en pelea,
cóndor), serpientes, lo que parece ser una mariposa y lo que interpreto como lombrices, en
asociación con perdices o gallinas. En el último tramo de la adaraja del muro lateral norte
descubrimos tres tejas cuyas pinturas estaban parcialmente cubiertas con una capa de cal; al
desprenderla, aparecieron fascinantes figuras de arañas antropomorfizadas provistas de seis
patas (fig. 35).
Tanto los reptiles en forma de dragones, con sus típicas "aletas" dorsales, como las lagartijas
son representaciones fantásticas o simbólicas de monstruos y sabandijas del submundo que
pertenecen al género decorativo conocido como grutesco, un recurso ornamental renacentista
inspirado en motivos romanos hallados en grutas de la "Domus Aurea" de Nerón. Los
grutescos son comunes en la decoración de iglesias novo hispanas, por lo que no sorprende
encontrarlos también entre los motivos que adornan las tejas de Chuquinga. Los artistas
escogieron del bestiario medieval del grutesco al dragón (fig. 38a), reptiles (fig. 38c) y
serpientes y agregaron la araña esquematizada con atributos humanos. En las figuras 36 y 37
podemos observar el amor por el detalle con que fueron pintados la cabeza y el cuerpo de la
lagartija, mientras que el dragón, si no fuera por las aletas dorsales y la cola, podría
confundirse con la representación de un camélido, mucho más presente en el imaginario
colectivo indígena que aquel monstruo mitológico europeo.
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En la representación de los animales, los artistas recurrieron casi exclusivamente al repertorio
iconográfico europeo, dejando de lado los autóctonos, con excepción del cóndor y un ave con
las características de la perdiz o llutu (fig.32). En una de las tejas aparecen el cuello y la
cabeza de lo que a primera vista interpreté como caballo, pero mirándolo con detención,
podría pensarse también en una vicuña.
Un tema recurrente son los símbolos astronómicos o figuras astrales, el sol y las estrellas.
El astro sol, dibujado como un círculo provisto de rasgos faciales humanos (fig.39-42), con
rayos rectilíneos o flameantes, de diferente largo y número, se confunde fácilmente con el
rostro de los querubines. La antropomorfización del sol es un recurso pictórico de tradición
europea y también andina y precolombina que se puede encontrar como distintivo de la
nobleza incaica en pinturas de la escuela cusqueña y también en textiles de la cultura
Chancay. Aparte del disco solar humanizado o simple, existen motivos o diseños decorativos
que muy probablemente representan estrellas o el firmamento cargado de estrellas (fig.44).
Sorprende la ausencia total de representaciones lunares en el repertorio pictórico registrado.
Fig. 27: Plantas de maíz Fig. 28: Flores de chinchircuma Fig. 29: Vegetal no
identificado
Fig. 30: Ave (gallina) con Fig. 31: Pelea de gallos Fig. 32: Perdiz o llutu con
lombriz lombriz de tierra
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Fig. 33: Animal cuadrúpedo Fig. 34: Jinete entre dos personajes a
tridígito pie
Fig. 35: Arácnido Fig. 36 Reptil con serpiente Fig. 37: Las sabandijas del
humanizado submundo
Fig. 39: Sol radiante Fig. 40: Otra versión de figura Fig. 41: Sol parcialmente tapado
antropomorfizado solar humanizada por emboquillado de yeso
Fig. 42: Sol de rayos triangulares Fig. 43: Dos soles simples Fig. 44: Firmamento con estrellas
y rostro femenino. Párpados y
15
pupilas de color azul
Fig. 46: La cruz del Calvario Fig.47: Motivo similar al Fig.48:Probables figuras
anterior bíblicas: Adán y Eva o Jesús y
María
Otra clase de motivos son los símbolos religiosos , frecuentes en las tejas pintadas de España
y muy raros en el caso de Chuquinga. No aparecen en el cuadro estadístico porque en el
templo de Chuquinga no están pintados en la parte cóncava de las tejas, sino en la superficie
de la capa de yeso que cubre el emboquillado o mortero con que se ha rellenado el espacio
vacío debajo de la curvatura de las tejas. Los motivos religiosos sólo se presentan en forma de
cruces o como Montes Calvario (fig. 46, 47) con tres cruces sobre una doble línea curva; en
ambos casos con pintura de color rojo sobre fondo blanco (yeso). Las cabezas ya
mencionadas de un hombre barbudo y una mujer podrían representar Jesús y María (fig. 48).
Las pinturas en la superficie de varios de los emboquillados en la parte interna de las tejas
constituyen una particularidad decorativa local (fig. 49-51). Aparte de los motivos religiosos
mencionados, algunos revoques fueron decorados con diseños geométricos, figuras
antropomorfas y zoomorfas, pero también con la aplicación de pintura roja sin dibujos.
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Fig. 49: Emboquillado Fig. 50: Rostro humano Fig. 51: Motivo combinado
decorado con agrupación de rectangular con adornos geométrico-fitomorfo en el
puntos laterales emboquillado
Fig. 52: Desprendimiento de Fig. 53: Rotura y Fig. 54: Nidos de avispas
las pinturas fraccionamiento de tejas enraizados en las pinturas
Estado de Conservación
Es preocupante el deterioro que han sufrido las tejas pintadas por causas naturales y
antrópicas. Un gran porcentaje de las tejas con pintura muestran daños o deterioro de diversa
índole. Hemos identificado los siguientes tipos de daños:
• Resquebrajaduras
• Coloración negra en alguna parte de las pinturas, por la presencia de nidos de avispas
silvestres (fig.54). Los niños de la comunidad, al tratar de bajar los nidos con hondas, han roto
o fracturado varias tejas con pinturas, principalmente en el muro lateral norte.
Muchas pinturas, tanto en los aleros de la nave principal como en los aleros de las
construcciones laterales, se encuentran cubiertas con una capa de cal de diferente grosor,
debido al descuido de los albañiles en las faenas de pintado de las paredes laterales. Otro
factor que, aunque no deteriora las pinturas o las tejas, impide visualizar los dibujos en su
integridad, son los revoques con los cuales se ha tapado el interior de las tejas. Muchos
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detalles de los dibujos se esconden detrás de tales revoques y no siempre permiten la clara
identificación de los motivos.
Estilo y autoría
El estilo de las pinturas en las tejas de Chuquinga es propio del lugar, particularmente en
cuanto a los motivos figurativos. Por la ingeniosidad en el tratamiento pictórico, muy notorio
en las representaciones figurativas, es de suponer que los autores no fueron pintores españoles
entrenados por maestros de la escuela cusqueña, como en el caso de la pintura mural del
interior del templo, sino artesanos indígenas orientados por un arquitecto o maestro de obra o
sacerdote español o catalán conocedor de la tradición ibérica de las tejas pintadas.
A pesar de no contar aún con un análisis estilístico integral de las pinturas, por las notorias
diferencias en la calidad de las representaciones figurativas y en el diseño mismo de las
figuras, no cabe duda de que las pinturas fueron hechas por más de un artista o artesano,
siendo, en consecuencia, el resultado de un trabajo colectivo realizado al pie de la obra y en el
cual los artistas usaron como modelo y fuente de inspiración las estampas o grabados
europeos "que durante los siglos XVII y XVIII constituyeron el mejor vehículo de transmisión
de imágenes religiosas " (Flores et al., 1997:79).
Teniendo en cuenta esta particularidad de las pinturas, ya no tienen cabida las interpretaciones
de índole indigenista en el sentido de que los dibujos representan ideogramas que expresarían
la resistencia indígena a la fe católica, o las especulaciones según las cuales estaríamos frente
a un ideograma indígena "cercano a la escritura fonética". Admito, sin embargo, que existen
algunos elementos iconográficos de la visión andina que fueron integrados al simbolismo
cristiano o que coinciden con él, como son el sol, el cóndor (en reemplazo del águila) y las
serpientes. También, entre los motivos geométricos, existen varios -como el signo escalonado,
el ajedrezado, los triángulos en serie y otros- que forman parte del repertorio iconográfico de
la alfarería o del arte textil andinos. Pero más que en los motivos mismos, es en el estilo de las
pinturas, especialmente en la representación de los motivos figurativos, donde se manifiesta
claramente la mano indígena que imprime la marca de un arte diferente al convencional, con
identidad propia y gran ingeniosidad, bastante alejado del modelo europeo.
Volviendo al tema del estilo, observamos una decadencia progresiva en la calidad de las
pinturas hacia el final del muro lateral sur, donde, en la mayoría de las tejas, se aplicó pintura
blanca sobre fondo rojo y donde muchas figuras ya sólo fueron dibujadas a manera de simples
bosquejos, con poco esmero. Nos imaginamos que los pintores indígenas, luego de haber
decorado más de mil tejas en jornadas continuas, entraron en un estado comprensible de
agotamiento creativo, físico y anímico.
Comparando las tejas pintadas de Chuquinga con las pocas tejas pintadas conservadas de San
Blas, en el Cusco, saltan a la vista varias diferencias, tanto en relación a los motivos como al
estilo. Aun cuando en el Cusco encontramos también motivos antropomorfos (cabeza de
querubines y el rostro de Cristo de perfil) y zoomorfos (cóndor), las figuras no muestran la
ingeniosidad de las decoraciones de Chuquinga, sino el pincel de artesanos formados en los
talleres de pintura de la escuela cusqueña. En una teja de San Blas está pintado el anagrama
de Jesús Homo Salvador (IHS), igual como aparece con frecuencia en tejas decoradas de la
isla Mallorca. El tipo de emplazamiento de las tejas en el edificio constituye otra diferencia.
Las tejas decoradas en el Cusco están colocadas en una sola hilera debajo del alero formado
por las bocatejas del techo de la casa, mientras que en el templo de Chuquinga las tejas
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pintadas fueron dispuestas en tres hileras, como elemento intermedio entre las bocatejas y la
pared, con las tejas de la hilera superior sobresaliendo más que las tejas de la segunda hilera y
estas más que la hilera inferior.
a b c d
Al inicio del texto se hizo alusión a la función principalmente ornamental de las tejas
pintadas, como parte del elemento arquitectónico decorativo de la adaraja. Sin embargo, tanto
en Europa como en las Américas, el techado, desde tiempos muy antiguos, está cargado de
simbolismo y tiene un lugar preferido en el ritual de las construcciones y en la protección del
edificio, como observó atinadamente el investigador Jaume Coll C.. Es probable que, tanto en
Chuquinga como en España, los dibujos en las tejas pintadas, aparte del claro propósito
decorativo, hayan servido, conciente o inconcientemente, como elemento que refuerza la
protección del edificio. Coll (1987) va más allá cuando afirma que el fenómeno de las tejas
pintadas " resume por una parte las necesidades estéticas del pueblo y, por otra, plasma la
esencia interna del hombre en los aspectos espirituales, íntimos y colectivos, rituales e
incluso provenientes del mundo de la leyenda o la fantasía ".
Consideraciones finales
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órgano no habían sido explicitados en el expediente, los residentes de Chuquinga en Lima,
representados por el Dr. Nolasco Román, solicitaron que se considere estos trabajos en las
siguientes fases de la restauración y que, mediante resolución directoral del INC se declare las
tejas pintadas como patrimonio cultural de la Nación, por su singularidad no sólo en el Perú,
sino en el continente americano. Esperemos que la petición de los hijos de Chuquinga haya
encontrado el éxito esperado.
NOTAS
1.Versión ampliada del artículo " Las tejas pintadas de Chuquinga, Aymaraes " , publicado en la revista
ARKINKA, N° 118, 2005
2. El Sr Coll me facilitó varias publicaciones suyas sobre tejas pintadas de España, las que me ayudaron
enormemente en la comprensión e interpretación de las de Chuquinga.
3. Según COLL (1987), la característica arcillosa del pigmento hace innecesaria la utilización de aglutinantes
siempre y cuando se aplique sobre una base encalada antes de finalizar el proceso de secado.
4. Disolviendo la capa de yeso encima de las tejas pintadas, se podrían identificar los motivos ahora ocultos, lo
que cambiaría las proporciones numérica y porcentual de la distribución de motivos, muy probablemente a favor
de los motivos geométricos.
5. "Hay ángeles que derivan de los amorcillos o cupidos de la tradición griega, que los latinos denominaron
putti"...(1993:76) (Cupido, dios romano equivalente del Eros griego).
6. Mutisia acuminata, arbusto erguido de la Familia Asteraceae, con flores largas de color rojo, que crece en
bosques y matorrales entre 1,000 y 4,000 msnm.
2007
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1985 Ornamentación popular del tejaroz conquense. In: III Jornadas de Etnología de Castilla
- La Mancha. Guadalajara, pp.11.28
20
1987 Las tejas pintadas en el valle de Soler y Fornalutx (Mallorca). Análisis de las
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