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latinoamericanos recientes”
1. Introducción
Al hablar de los pueblos indios de América Latina nos referimos, mayormente, a los descendientes de
la población originaria que habitaba el continente americano antes de la colonización europea. Sin
embargo, definir analíticamente a los sujetos indígenas no es una tarea sencilla. Bartolomé (2006)
indica la existencia de cuatro teorías en torno a las identidades étnicas: la primordialista, que atribuye la
identidad a sentimientos que unen a los individuos natural e irremediablemente; la constructivista, que
destaca el carácter creativo o inventivo de la identidad; la instrumentalista, que afirma que ve a la
identidad como un mero recurso para la movilización política; y la generativa o interaccionista, que
propone al grupo étnico como una forma de organización delimitada y definida por sus fronteras. Las
cuatro concepciones dejan de lado cuestiones importantes al concentrarse en aspectos específicos de la
identidad étnica, por lo que Bartolomé propone distinguir entre el término “identidad”, como una
representación social colectiva, y “conciencia étnica”, como una manifestación ideológica de las
representaciones colectivas, mediadas por la cultura compartida.
Hay elementos importantes a considerar cuando hablamos de la identidad o conciencia étnicas,
como la autoadscripción y la lengua, así como un territorio ancestral, un origen común (real o ficticio),
y las fronteras étnicas, que no siempre se presentan de la forma ideal, pues la situación económica,
política y social del sistema-mundo ha trastocado, muchas veces, la forma de vida de los países
latinoamericanos, y por supuesto, de los pueblos indígenas que en ellos habitan. El pasado común de
estos pueblos está trazada por la explotación, marginación, subordinación y discriminación por parte de
las clases dominantes, que no siempre son mayoritarias: “La historia de la conformación de los Estados
nacionales en esta región ha significado la permanente subordinación de los indios a los regímenes
políticos y a las estructuras socioeconómicas que impusieron los grupos dominantes latinoamericanos”
(López y Rivas, 2002: 1). Estas situaciones muchas veces se han reflejado en matanzas, en la existencia
de trabajo servil y otras tantas formas de injusticia, como la permanencia de las condiciones de
pobreza.
Sin embargo, hacer aseveraciones generalizadas sobre la situación de los pueblos indígenas en
América Latina es un riesgo del que hay que cuidarse; cada pueblo, aunque se han enfrentado a
situaciones similares dadas las circunstancias de globalización y subordinación de esta parte del
continente ante el imperio neoliberal, en general, y norteamericano, en particular, tiene peculiaridades
en su historia y narrativas de acuerdo al contexto nacional en que se encuentra, pues hay profundas
diferencias entre el movimiento zapatista del sureste mexicano y el de cocaleros en Bolivia, por
ejemplo, no sólo por la forma en que se han gestado y desarrollado tales movimientos, sino por las
costumbres, tradiciones y cosmovisiones de los distintos pueblos involucrados.
No existen datos demográficos regionales confiables a los que atenerse, en parte por las
dificultades que vimos para calificar “lo indígena”, pero según estimaciones del Banco Interamericano
de Desarrollo, existen más de 400 pueblos en la región, que suman entre 40 y 50 millones de personas;
es decir, del 8 al 10% de la población total, con altos índices de crecimiento demográfico (Deruyttere,
2006: 23). Un estudio del Banco Mundial (18 de mayo de 2005) arroja como conclusiones principales
que durante la década de los pueblos indígenas (1994-2004), decretada por la ONU, se registraron
pocos avances en la reducción de los índices de pobreza entre los indígenas, y que estos pueblos se
recuperan más lentamente de la crisis económica que el resto de la población. Además, señala que la
brecha de pobreza en los indígenas es aún más profunda, y que ser indígena aumenta significativamente
la posibilidad de un individuo de ser pobre. Respecto a la educación, el estudio indica que los indígenas
siguen teniendo menos años de educación, aunque la diferencia está reduciéndose, y que los resultados
educacionales son sustancialmente peores para los indígenas. En cuestiones de salud, se concluye que,
especialmente las mujeres y los niños, continúan teniendo un menor acceso a los servicios básicos de
salud.
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A pesar de esto, López y Rivas nos recuerda que los pueblos indígenas nunca soportaron
pasivamente estas políticas etnocidas por parte de las clases dominantes: “La historia de estos cinco
siglos registra numerosos movimientos de resistencia, que en muchas ocasiones llegaron a expresarse
en rebeliones armadas, motines o sublevaciones” (López y Rivas, 2002: 3). Han sido sujetos activos,
tanto en la conformación de sus identidades nacionales como en la defensa y protección de sus
derechos y territorios, aunque sólo recientemente, a partir de las declaraciones de Barbados, la primera
en 1971, el movimiento indígena ha adquirido una presencia y una importancia internacionales.
Cada vez es más grande el listado de luchas que los indígenas de toda América Latina sostienen
en contra de un sistema opresor y excluyente. En este trabajo, haremos un repaso de uno de los nuevos
repertorios que el movimiento indígena está usando para conseguir sus fines: el uso y la apropiación de
las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en tres distintos casos (Venezuela, Ecuador y
Brasil), para señalar la importancia de estas herramientas que usualmente se consideran parte de la
ideología tecnocráctica neoliberal, pero que adquieren nuevas funcionalidades en estas luchas.
Sostendremos que, de acuerdo a la mayor o menor implicación de los pueblos indígenas en la creación
de proyectos que involucren TIC para su desarrollo, los resultados estarán directamente proporcionados
con este factor, siendo mayores resultados a mayor involucramiento, y viceversa.
En las últimas décadas, hemos asistido a lo que algunos consideran una nueva gran revolución
tecnológica que nos adentra cada vez más en la “sociedad de la información”. En la Cumbre de la
Sociedad de la Información, llevada a cabo en Ginebra, Suiza, en 2003, se acordó que “la sociedad de
la información debe estar centrada en la persona, [ser] integradora y [estar] orientada al desarrollo, en
que todos puedan crear, consultar, utilizar y compartir la información y el conocimiento, para que las
personas, las comunidades y los pueblos puedan emplear plenamente sus posibilidades en la promoción
de su desarrollo sostenible y en la mejora de su calidad de vida” (Wikipedia: Sociedad de la
Información). La conformación de ésta ha sido impulsada por la creación y el desarrollo de las
tecnologías de la información y la comunicación (TIC), que agrupan tanto elementos como técnicas
utilizadas en el tratamiento y la transformación de la información, compuestas principalmente por la
informática, la internet y las telecomunicaciones (Wikipedia: Tecnologías de la Información y la
Comunicación).
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Estas tecnologías, desde las más antiguas como el teléfono y la televisión, hasta las más
recientes como el GPS y la internet inalámbrica, presentan numerosas aportaciones al estilo de vida de
las sociedades modernas en todos sus campos de influencia, mismos que su introducción ha generado:
además de que las TIC habitan el espacio físico, han creado un ciberespacio complejo, que existe en la
realidad pero que es intangible, y además, ha modificado nuestra experiencia sobre esta misma
realidad, hemos adaptado nuestras necesidades, gustos y deseos a su utilización, a tal grado que, en
algunos casos, se han generado peligrosas dependencias. Entre sus contribuciones contamos el fácil
acceso a todo tipo de información a través de medios de almacenamiento, como los discos duros, los
CD-Rom y en los últimos años las memorias flash; nos proporcionan todo tipo de herramientas para el
procesamiento de datos, desde simples editores de texto hasta complejos gestores de gráficos; abren
nuevos canales de comunicación, como la mensajería instantánea y las videoconferencias; permiten el
almacenamiento de grandes cantidades de información (el flash drive más nuevo tiene una capacidad
de 128 GB, equivalentes a 91,022 discos floppy de 3½” o a 28 DVD1), entre otros tantos usos2 que cada
día mejoran y evolucionan.
Según expertos, el uso correcto y apropiación de las TIC puede acortar las brechas de acceso a
los beneficios del desarrollo (Cruz, 2005: 8), pero también pueden ser útiles en el empoderamiento y
diseño de nuevos repertorios de acción para los movimientos sociales, al ser utilizadas para la difusión
y producción de la información pertinente, ignorada por los medios convencionales (prensa, radio,
televisión), y otros tantos usos. Sin embargo, las desigualdades económicas y sociales previas a la
penetración masiva de las TIC propiciaron la llamada “brecha digital”, que refiere a las distancias entre
los distintos sectores hacia el acceso y uso de las nuevas tecnologías en sus propios intereses; “a su vez,
la brecha digital interna incrementa, en cada uno de los países, la sumatoria de exclusiones que sufren
los grupos más desfavorecidos dentro de cada ámbito nacional, entre los cuales los pueblos indígenas
conforman uno de los sectores más postergados” (Hernández y Calcagno, 2003: 2).
En un intento por superar esta nueva disparidad social, los gobiernos latinoamericanos, a partir
de la citada Cumbre de la Sociedad de la Información, se han propuesto crear la infraestructura
necesaria y dotar de los recursos suficientes a las distintas comunidades para generalizar el acceso a las
nuevas tecnologías, no siempre con éxito. Una estrategia adecuada debería ir de la mano con una
reducción de las desigualdades sociales y económicas, pues la mayoría de las veces, las restricciones en
1 Más comparaciones sobre el almacenamiento de datos en la infografía “The evolution of Storage”, disponible en línea:
http://www.flickr.com/photos/7979419@N02/4168425890/sizes/l/in/photostream/
2 Un análisis completo de las aportaciones de las TIC a la sociedad puede encontrarse en línea, elaborado por el Dr.
Marquès Graells en 2000: http://peremarques.pangea.org/tic.htm
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el uso de las TIC no obedecen sólo a cuestiones técnicas o de manejo, sino a los elevados precios de los
materiales y servicios, por ejemplo.
A pesar de todas las dificultades, numerosos pueblos indígenas han encontrado la manera de
articular sus luchas y estrategias de acción para la reivindicación de derechos con el uso de las TIC de
maneras novedosas y prácticas. Utilizando las redes de organización creadas desde los inicios de los
diferentes movimientos y a lo largo de su desarrollo, han podido establecer los puentes necesarios para
aprender a manejar y aprovechar estas tecnologías. Nuevos problemas, producto de los cambios
acelerados del sistema mundial, han obligado a los pueblos indígenas a enfrentarse de manera creativa
a situaciones inesperadas: la transformación de la agricultura tradicional hacia una de mayor
productividad, el deterioro ambiental y la explotación irracional de los recursos naturales, las crisis
económicas y las restricciones del mercado laboral, son sólo algunos de estos problemas.
A continuación analizaremos con detalle tres experiencias de pueblos indígenas en el uso y
apropiación de las TIC. El primero, será el caso del proyecto Süchiki Walekerü, un ejemplo práctica de
la aplicación de las TIC en escuelas indígenas para la educación bilingüe de los wayúu. En el segundo
caso examinaremos las Escuelas Populares Radiofónicas del Ecuador, una fundación no gubernamental
que busca “que la población indígena y mestiza de la zona rural y urbana (sic) sean los actores de su
propio desarollo”3. Por último, y desde nuestro punto de vista el caso más interesante, revisaremos el
del pueblo suruí, quienes establecieron una alianza directa con la empresa Google Inc. 4 con el afán de
proteger sus territorios y recursos naturales.
2. Estudios de caso
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constituido por cinco ramas: el poder legislativo, el poder ejecutivo, el poder judicial, el poder
ciudadano y el poder electoral. Recientemente, la población total del país alcanzó los 28 millones de
habitantes; se estima para el 2050 que llegue a los 42 millones. Se considera el país más urbanizado de
América Latina, al contar con el 94% de la población residente de las ciudades (Wikipedia: Venezuela).
La situación actual de los grupos indígenas en ese país, al igual que en el resto de la región, es
deplorable. La pobreza extrema y a la alta mortalidad, especialmente en la zona del Amazonas, parecen
conducir a muchos grupos hacia la desaparición. Algunos, como los wayúu, se han asimilado a la
población mestiza, han aprendido español y abandonado sus costumbres, en aras de mantenerse vivos
como pueblos. De acuerdo a una clasificación por familias lingüísticas, en Venezuela podemos
encontrar las etnias arawacas, caribes, yanomamö, chibchas, makú, tupí, sálivas y guajibas,
principalmente. Conforme a la Constitución de 1999, los pueblos indígenas tienen reservados tres
puestos de diputados en la Asamblea Nacional, y sus intereses están representados por los partidos
Consejo Nacional Indio de Venezuela y Pueblos Unidos Multiétnicos de Amazonas (Wikipedia:
Pueblos originarios de Venezuela).
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participación de las mujeres en la toma de decisiones (Blogspot: Acerca del pueblo wayúu).
5 Más información acerca de esta fundación puede encontrarse en su página web: http://www.wayuutaya.org/espanol/
acerca.htm
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2.2 Segundo caso: las Escuelas Populares Radiofónicas del Ecuador
8
Infodesarrollo (Carrión, 2007: 24).
Cobijadas e impulsadas en su faceta global por la Asociación Mundial de Radios Comunitarias
(AMARC)6, a nivel nacional poseen diversas formas de organizarse, entre las que destacan la
Coordinadora de Radio Popular Educativa del Ecuador (CORAPE), que a través del fortalecimiento de
este medio de comunicación busca “conseguir la participación ciudadana en el proceso de
reconocimiento, validación, identificación con la cultura de sus pueblos, dar espacio a los que antes no
lo tenían para que de esa forma se escuche la voz de todos y todas, así conseguir la democratización de
la comunicación como eje central de sus actividades” (Corape.org.ec: Quiénes somos).
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de quinua orgánica del país, con una producción de más de 400 toneladas. Conforme se fueron
cubriendo las necesidades de alimentación de las comunidades, empezaron a desarrollarse otros
proyectos que apoyaran el desarrollo y el mejoramiento de las actividades productivas e intelectuales,
entre ellos los telecentros comunitarios (Infodesarrollo.ec: Ll@kt@net: un proyecto de acceso y uso de
las TIC para el desarrollo en la provincia del Chimborazo).
Ll@kt@net es una red de telecentros comunitarios, “un espacio de encuentro y comunicación,
de aprendizaje, crecimiento personal, y movilización para resolver problemas y necesidades de la
comunidad” (Blogspot: ¿Qué es Ll@kt@net?). Por medio de voluntarios y de convenios con otras
organizaciones y empresas, como el Fondo de Desarrollo de Telecomunicaciones (FODETEL), la
Fundación Unidad Virtual Iberoamericana (UVIA) y Microsoft Unlimited Potential 9, el proyecto busca
apoyar a las comunidades rurales para que construyan su propio desarrollo en base a sus
potencialidades, preparándolos para administrar los telecentros como un bien común, y “asegurando
que sus servicios sean socialmente incluyentes y sostenibles” (Infodesarrollo.ec).
Entre los servicios que presta Ll@kt@net tenemos los cursos de capacitación en nuevas TIC,
tanto para los administradores de los centros como para el resto de la comunidad, y la búsqueda de
cursos y contenidos para capacitación en áreas especializadas como educación, salud, negocios,
organización y agricultura orgánica. Con este proyecto se benefician 50 comunidades con el sistema de
producción y comercialización orgánica, 3 mil niños y jóvenes de educación básica y bachillerato, 8
mil adultos, 50 bancos comunales y sus comités, además de contar con la prestación rotativa de
servicios de salud en las comunidades. Sus objetivos son cerrar la brecha digital, evitar la migración,
mejorar la calidad de la educación, difundir la cultura de las comunidades a través de la web, y
fortalecer las capacidades intelectuales y productivas de la población rural (Infodesarrollo.ec).
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poco más de 8,5 millones de kilómetros cuadrados. Gran parte se encuentra cubierto por la selva
amazónica (3,6 millones de km2), que hacen del país el de mayor número de especies animales en el
mundo. Se independizó de Portugal el 7 de septiembre de 1822. Su población es aproximadamente de
191,5 millones de habitantes. Se considera a la brasileña como una de las sociedades más multiétnicas
del globo, formada por descendientes de europeos, indígenas, africanos y asiáticos (Wikipedia.org:
Brasil).
En general, los pobladores nativos del territorio brasileño antes de la colonización europea,
tenían como característica la ausencia de la propiedad material, se agrupaban en naciones, tribus y
aldeas, donde vivían en ocas. Algunos estaban conformados en tribus semi-nómadas y subsistían de la
caza, la pesca, la recolección y la agricultura itinerante. Muchas de las tribus que existieron en el siglo
XVI fueron exterminadas a causa de la ocupación europea, y otras tantas fueron asimiladas por la
población brasileña. Se estima que la población total es de 519 mil personas, lo cual representa el 0.4%
del total (Wikipedia.org: Indigenous people in Brazil). El relator especial de la ONU para los Derechos
de los Pueblos Indígenas denunció que “los nativos brasileños poseen unos indicadores sociales muy
bajos y que las políticas de desarrollo implementadas por el Gobierno de Lula no les toman en
consideración”. Además, expresó su preocupación sobre “la invasión y ocupación ilegal de tierras
indígenas, incluso cuando esas áreas ya han sido demarcadas y registradas con anterioridad para
proteger el derecho de las comunidades sobre sus tierras y recursos naturales” (ActualidadÉtnica.com:
20 de agosto de 2009).
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caso a las autoridades y pueden expulsarlos. Las fotografías satelitales muestran la efectividad de la
estrategia, ya que el territorio suruí es la única zona intacta que queda en la selva (Traducción propia de
un fragmento del artículo de Wikipedia.org: Suruí).
Para 1997, la población total era de 185 personas. En 2006, llegaron a 264 (Povos indigenas no
Brasil.org: Suruí).
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por medio de las imágenes satelitales. Fue entonces que descubrió el enorme polígono de 248 mil
hectáreas que conformaba la reserva Siete de Septiembre, su hogar, rodeada por enormes áreas casi
totalmente deforestadas. Por medio de Vasco van Roosmalen, del ACT, consiguió una entrevista con la
gente de Google planeada para durar 30 minutos y que se extendió por dos horas.
En octubre de 2009, el jefe Suruí fue invitado a un foro en California sobre la conservación de
las áreas naturales, donde, junto a los líderes de GEO y ACT, presentaron el recorrido virtual a través
de Google Earth llamado “Trading Bows and Arrows for Laptops”, un archivo formato kmz que puede
ser descargado a la computadora y reproducido por medio del citado software 14. El objetivo de crear
este recorrido virtual es “contarle a la gente sobre mi pueblo, los suruí, nuestras luchas y nuestros
logros, y cómo las lecciones aprendidas pueden contribuir a crear un mundo sostenible para todos. Este
recorrido usa Google Earth para compartir la historia y realidades del pueblo suruí y nuestras
contribuciones para preservar la selva más grande del mundo – la Amazonía” (Google-latlong.blogspot:
The Suruí on the internet: “Trading Bows and Arrows for Laptops”).
Tras el éxito y los excelentes resultados del proyecto, una empresa de software de nombre Rhiza
Labs ayudó con un nuevo proyecto sobre el carbono suruí. Utilizando la plataforma Rhiza Insight (un
eficiente organizador y mapeador de datos, utilizado para la creación del recorrido virtual de los suruí),
aplicaciones de software libre y teléfonos celulares con el sistema operativo Android de Google, se
recolecta digitalmente información acerca de la cantidad de carbono almacenada en los territorios suruí,
para facilitar su intercambio en el mercado global por los mismos miembros de la tribu, y además,
ayudar a proteger la selva de la tala ilegal. Los pasos del proceso consisten en la captura de datos con
los dispositivos inteligentes mediante fotografías, después, una vez conectados a la internet, se
visualiza y analiza la información recolectada creando gráficos para identificar espacios víctimas de la
tala ilegal y ubicar con precisión el papel del pueblo en el mercado global de carbono; por último, los
resultados se comparten y difunden por medio de Google Earth para motivar a las instituciones de
gobierno en la toma de acciones, castigar a los taladores y ayudar a los científicos a evaluar el impacto
de las tierras suruí en el entorno más amplio, además de que al pueblo le sirve para comunicar su
historia al resto del mundo (Rhizalabs.com: The Amazon Conservation Team and Rhiza Insight).
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3. Conclusiones
Gracias al acelerado desarrollo de las TIC en los últimos años, nuestra sociedad y la forma en que las
personas interactuamos se han transformado. Hoy es sumamente sencillo comunicarnos con gente al
otro lado del mundo, presenciar en vivo cualquier hecho notable en el acontecer global, desde una
competición deportiva hasta el último ataque bélico de Estados Unidos. Las redes sociales están
cambiando la forma en que nos informamos, se comparten fotografías, videos, relatos acerca de las
experiencias ajenas a través de servicios de microblogging como twitter o identi.ca, a la vez que la
difusión de información se hace interactiva en tiempo real, a diferencia de lo que sucede en los
noticiarios televisados que deben hacer uso de otras herramientas para establecer una relación con los
espectadores. Nuevas formas de periodismo nos permiten ser al mismo tiempo informantes e
informados. Nuevas aplicaciones computacionales nos permiten, de forma multimedia, estar en
contacto con familiares lejanos, aprender un nuevo idioma o mejorar nuestras habilidades matemáticas.
Como hemos señalado en un inicio, no basta llevar materiales, computadoras e internet a las
comunidades aisladas para superar la brecha digital y lograr que todos los ciudadanos, y los pueblos
indígenas entre ellos, tengan derecho a experimentar esta nueva forma de vivir en sociedad y hacer uso
de todas las herramientas y recursos que nos pueden ayudar a aprender, a generar datos, incluso a
defender causas sociales y a organizar o mantener movimientos de reivindicación. Es necesario y
urgente, a la par, disminuir las desigualdades económicas entre los distintos sectores de la población,
que la ayuda tecnológica vaya seguida de incentivos económicos, servicios públicos, oportunidades de
empleo y generación de autosuficiencia para las comunidades que así lo necesiten, pues de qué sirve
tener un laboratorio equipado con veinte computadoras, si no hay nadie para encargarse de capacitar a
las personas para usarlas porque todos tienen que trabajar de sol a sol para comer.
Las potencialidades del uso, apropiación y aprovechamiento de las TIC dependen muchas veces
de los niveles de conocimiento e involucramiento que tenemos con ellas. Cuando más sabemos cómo
utilizarlas, mayores usos podemos darles. Comprar un teléfono de última generación, por ejemplo,
puede resultar divertido, hedonista o narcisista incluso, si lo utilizamos nada más para mandar mensajes
de texto y revisar nuestro e-mail. Alguien con los conocimientos adecuados puede usarlo, además, para
capturar y compartir un video sobre una fiesta tradicional, denunciar una negligencia de las
14
autoridades, ubicarse espacialmente en territorios desconocidos, y toda clase utilizaciones para las
cuales basta un mínimo de interés y otro poco de disposición, aunque quizá bastante imaginación, para
comprender su funcionamiento.
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radios comunitarias, agencias de noticias indígenas y telecentros, pudimos percatarnos que, al menos en
el caso de la ERPE en Ecuador, todavía falta un largo camino por recorrer. Las comunidades indígenas,
por lo visto, no se han apropiado lo suficiente de los telecentros como para darles otro uso, las radios
comunitarias son operadas por ingenieros y voluntarios expertos, mestizos, provocando que nunca haya
una falta de intermediarios entre la población indígena y las TIC.
La red Ll@kt@net se limita a prestar servicios de capacitación y educación para las
comunidades sirviéndose de la internet para intercambiar experiencias e impresiones entre los
telecentros que la conforman, pero no se percibe una verdadera apropiación por parte de las
comunidades de las TIC en un uso cotidiano y al servicio de los intereses de sus habitantes, al margen
de la capacidad de difundir información en su propia lengua y en sus propios términos, algo ya valioso
de por sí, pero que deja sin explotar muchas de las capacidades de las TIC y la internet.
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3.3 Reflexiones finales
Estos casos demuestran que las TIC no tienen por qué ser herramientas exclusivas de las clases
dominantes, o símbolo del elitismo y la sofisticación científica de la sociedad, como muchos de sus
críticos argumentan. No son partidarias del neoliberalismo, mucho menos del capitalismo, al menos no
siempre. Como en casi todos los aspectos de la sociedad, existen organizaciones y personas que buscan
desarrollarlas y adaptarlas para que sean de ayuda a las personas, en especial a quienes sufren de
explotación, discriminación o marginación social, como los pueblos indígenas. El caso de los suruí
demuestra que un estrecho involucramiento con las TIC no implica necesariamente la pérdida de la
identidad cultural, pues han logrado combinar las nuevas tecnologías con la difusión de sus saberes
milenarios y sus prácticas tradicionales, las han incorporado y lo mejor, se han aprovechado de ellas.
Mucho tiene qué ver el nivel de participación de las propias comunidades en la implementación
de proyectos que usen TIC. Al quedarse como sujetos pasivos, simples receptores de los planes y
estrategias desarrolladas por agentes externos, el aprovechamiento que se les puede dar a las nuevas
técnicas se queda bastante limitado, aunque puede ayudar en aspectos específicos, como en el caso de
los wayúu. O en Ecuador, por ejemplo, donde los telecentros nunca fueron totalmente asimilados por
las comunidades y necesitan permanentemente intermediarios que se hagan cargo de ellos.
Una vez más, pues, miremos al sur, y aprendamos de nuestros hermanos indígenas sobre cosas
que, pensábamos, ya teníamos dominadas, como las tecnologías.
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