Los dominicos, franciscanos y mercedarios disputaron durante 25 años sobre cuál orden religiosa llegó primero al Perú. Los dominicos afirmaban que ellos llegaron con fray Vicente Valverde. Los mercedarios decían que fray Antonio Bravo celebró la primera misa en Lima. Los franciscanos mostraron una bula papal que les otorgaba la antigüedad por la presencia de fray Marcos de Niza en Cajamarca. Finalmente, se cansaron de la disputa y se unieron para impedir que otras órdenes fundaran conventos en Lima, enf
Los dominicos, franciscanos y mercedarios disputaron durante 25 años sobre cuál orden religiosa llegó primero al Perú. Los dominicos afirmaban que ellos llegaron con fray Vicente Valverde. Los mercedarios decían que fray Antonio Bravo celebró la primera misa en Lima. Los franciscanos mostraron una bula papal que les otorgaba la antigüedad por la presencia de fray Marcos de Niza en Cajamarca. Finalmente, se cansaron de la disputa y se unieron para impedir que otras órdenes fundaran conventos en Lima, enf
Los dominicos, franciscanos y mercedarios disputaron durante 25 años sobre cuál orden religiosa llegó primero al Perú. Los dominicos afirmaban que ellos llegaron con fray Vicente Valverde. Los mercedarios decían que fray Antonio Bravo celebró la primera misa en Lima. Los franciscanos mostraron una bula papal que les otorgaba la antigüedad por la presencia de fray Marcos de Niza en Cajamarca. Finalmente, se cansaron de la disputa y se unieron para impedir que otras órdenes fundaran conventos en Lima, enf
Dice la historia que dominicos, franciscanos y mercedarios anduvieron al morro
durante un cuarto de siglo, disputndose la antigedad en el Per. Los dominicos sostenan que a ellos les corresponda tal honor, no slo porque tal dijo fray Reginaldo Pedraza, que vino al Per junto con fray Vicente Valverde, sino porque el marqus Pizarro as lo reconoci cuando fundara la cofrada de la Vera Cruz. Los mercedarios argan que habiendo sido el padre Antonio Bravo quien celebr en Lima la primera misa, claro era como el agua que a ellos tocaba la antigedad, y que si Pizarro no haba querido reconocerlo as, su voto no pesaba en la balanza; pues cometi tamaa injusticia por vengarse de los hijos de Nolasco, que no pertenecieron a su parcialidad, sino a la de Almagro el Viejo. En cuanto a los franciscanos, no hacan ms que sonrer, y sin armar alboroto enseaban a los fieles una bula pontificia que les otorgaba la tan reida antigedad, atendiendo a que fray Marcos de Niza, sacerdote serfico, se encontr en Cajamarca cuando la captura de Atahualpa y contribuy a su conversin al cristianismo. Y pues lo dijo el Papa, que no puede engaarse ni engaarnos, punto en boca y san se acab. Al fin cansronse dominicos, mercedarios y franciscanos de tan pueril quisquilla, y echando tierra sobre ella, se confabularon para impedir que otras religiones fundasen convento en Lima. Los primeros con quienes tuvieron que romper lanzas fueron los agustinos; pero con buenos gallos se las haban! Los discpulos del santo obispo de Hipona se ampararon de tales padrinos y dironse tan buenas trazas y manejaron las cosas al pespunte y con tanta reserva, que todo fue para ellos soplar y hacer lunetas. Los adversarios, no hallando por dnde hincarles diente, tuvieron que tragar saliva y resignarse. En 1568, ao en que hubo poste de langostas, nos cayeron como llovidos de las nubes los jesuitas, que apoyados por el virrey y por los agustinos y combatidos por la dems frailera, empezaron a levantar templo, y pian piano se aduearon de las conciencias y de grandes riquezas temporales. La rivalidad entre dominicos y jesuitas era de antigua data en el orbe cristiano, y muchos libros se escribieron por ambas partes en pro y en contra de la manera
como los dominicos definan la Concepcin de Mara. La guerra de epigramas era
tambin sostenida con habilidad. Los dominicos compusieron este epigramtico juego de palabras: Si cum jesuitis itis, nunquam cum Jesu itis: al que contestaron los hijos de San Ignacio de Loyola con un ingeniossimo retrucano: Si cum dominicanis canis, nunquam cum Domino canis. Cuentan que el padre Esteban Dvila (que fue uno de los cinco enviados por San Francisco de Borja, tercer general de la Compaa, para fundar convento en Lima bajo la direccin del padre Ruiz de Portillo) tena una de dimes y diretes con fray Diego Angulo, comendador de la Merced y sucesor del famoso fray Miguel Orenes en su tercer perodo de mando. El comendador Angulo tena el cabello de un rubio azafranado, y fijndose en esta circunstancia, le dijo el jesuita: -Rubicundus erat Judas. A lo que el mercedario contest sin retardo: -Et de societate Jesu. Agudsima respuesta que dej aliquebrado al padre Dvila. En cuanto a la enemistad de franciscanos y jesuitas en Amrica, la causa era que ambas rdenes aspiraban al predominio en la reduccin de infieles y establecimiento de misiones. De repente se vio con sorpresa que matn y gato coman en un plato; o lo que es lo mismo, que jesuitas y franciscanos se pusieron a partir de un confite, y que se visitaban y haba entre ellos comercio de finezas y cortesas, a la par que alianza ofensiva y defensiva contra las otras comunidades. Mucho, muchsimo he rebuscado en cronistas y papeles viejos la causa de tan sbito cambio, y cuando ya desesperanzado de saberla habl anoche sobre el particular con mi amigo don Adeodato de la Mentirola, aquel que de historia patria sabe cmo y dnde el diablo perdi el poncho, el buen seor solt el trapo a rer dicindome: -Hombre, en qu poca agua se ahoga usted! Pues sobre el punto en cuestin, oiga lo que me cont mi abuela, que Dios haya entre santos.
-Es cuento o sucedido histrico?
-Llmelo usted como quiera; pero ello ha de ser verdad, que mi abuela no supo inventar ni mentir, que no era la bendita seora de la pasta de que se hacen hogao periodistas y ministros.