3 Formación de hábitos y habilidades de la actividad
intelectual y desarrollo del pensamiento y las capacidades cognoscitivas
La formación de los procesos cognoscitivos y del
sistema de acciones intelectuales está estrechamente vinculada tanto con el contenido de los conocimientos, como con los modos de su asimilación. La característica fundamental de la actividad intelectual de los niños y niñas de la primera infancia mayor consiste en el papel rector que en ella juegan los procesos sensoriales. Sobre la base de las sensaciones y las percepciones, se produce la formación del contenido de los conocimientos: las representaciones que tienen un carácter figurado, a pesar de toda la generalidad, claramente manifiesto y, por consiguiente, sensorial.
A partir de los datos de la experiencia sensorial se
estructuran en el desarrollo infantil las posibilidades de surgimiento y evolución del pensamiento.
Las formas fundamentales del pensamiento que
funcionan en la infancia son el pensamiento en acciones y el representativo. Al final de la primera infancia, el pensamiento lógico verbal empieza a desempeñar un papel cada vez más importante.
La segunda característica de la actividad
intelectual del niño y la niña preescolares es la voluntariedad, cada vez más creciente, de los procesos cognoscitivos, del desarrollo de la reproducción voluntaria en la actividad de la memoria y de la percepción, dirigida hacia un objetivo con la transformación de la misma en actividad de observación. Se desarrollan las formas voluntarias de la atención. La tercera característica consiste en el cambio gradual de los motivos de la actividad intelectual. A mediados de la primera infancia, los motivos fundamentales de la actividad intelectual están vinculados con los intereses lúdicos del niño y la niña, con los resultados de la actividad productiva (conocer, examinar para dibujar, etc.). Hacia la primera infancia mayor, empiezan a formarse paulatinamente los intereses cognoscitivos como motivos de la actividad intelectual. Partiendo de esto, la tarea de la formación de los hábitos y las habilidades de la actividad intelectual y del desarrollo de las capacidades intelectuales puede concretarse en las direcciones siguientes:
3. El desarrollo del lenguaje como uno de los componentes
indispensables de la actividad intelectual del niño y de la niña.
4. La formación del método general de la actividad intelectual y
su carácter regular, y la formación de la independencia elemental de la actividad intelectual. Este breve análisis del proceso de formación de la actividad intelectual del niño y la niña de la primera infancia asume que los modos sensitivos del conocimiento se desarrollan evolutivamente y son asimilados por los niños y niñas antes que los modos lógicos, los más abstractos. En la primera infancia mayor se continúa el perfeccionamiento de los modos sensitivos, visuales y del conocimiento: la percepción y el pensamiento en acciones y el representativo.
Dentro de estas formas, se realiza el desarrollo de
las acciones intelectuales fundamentales: análisis, comparación, generalización, clasificación, etc. Estas operaciones transcurren en un nivel sensorial; es decir, en el proceso del análisis de los objetos se destacan las propiedades y cualidades sensoriales: el color, la forma, la magnitud, el carácter de la superficie, el material, la posición especial del objeto, etc. Durante estas operaciones los niños y niñas asimilan los patrones básicos de las características de los objetos. La comparación, la generalización y la clasificación de los objetos circundantes se realizan por estos mismos rasgos. El contenido fundamental de los conocimientos que se forman sobre la base de estos modos del conocimiento son las representaciones.
A medida que se amplía el círculo de
representaciones, surge la necesidad de la generalización posterior de los conocimientos. Las actividades que se desarrollan (laboral, de construcción, plástica y otras) requieren y conllevan destacar los aspectos más esenciales y significativos en los objetos y fenómenos circundantes. Tiene lugar el desarrollo ulterior de la abstracción. La comparación, la generalización y la clasificación se hacen posibles a partir de los rasgos esenciales, que no siempre son percibidos sensitivamente.
El lenguaje, en proceso de desarrollo en el niño y la
niña, ejerce una influencia decisiva sobre la reestructuración de los modos del conocimiento.
El procedimiento en acciones para resolver las
tareas intelectuales (de carácter práctico o cognoscitivo) que surgen ante el niño o la niña, incluyendo el lenguaje, se reestructuran en un pensamiento discursivo. La tarea formulada en el lenguaje dirige al niño y a la niña hacia la búsqueda de vías de solución. En el transcurso del desarrollo posterior, la experiencia de solución se generaliza en el lenguaje, y la experiencia generalizada de solución de tareas semejantes corrige las acciones.
El papel aún más significativo del lenguaje está en
el pensamiento representativo. En él la palabra interviene como instrumento de generalización y como instrumento de análisis (la palabra incluida en el desarrollo de la percepción del objeto contribuye a destacar y reconocer las propiedades e indicios de los objetos); sobre la base de la palabra se realiza también la comparación de los objetos y fenómenos. Del mismo modo, esta comparación se efectúa en el proceso de la percepción directa de dos a varios objetos, al igual que la comparación del objeto percibido con otro según la representación, la comparación de dos representaciones, etc.
A partir de la acumulación de la experiencia, tiene
lugar la formación de los criterios y deducciones del niño y la niña. En el criterio se refleja la comprensión por parte de ellos de las relaciones y dependencias que existen entre los objetos y los fenómenos del mundo circundante. Sus criterios y deducciones tienen también un carácter articulatorio. Así, la asimilación de distintas operaciones y acciones mentales y de sus sistemas está estrechamente vinculada con el desarrollo de la función intelectual del lenguaje.
La formación de las propias acciones y operaciones
mentales debe ir desde su formación en el nivel sensorial hasta el lógico verbal. El desarrollo de la función intelectual del lenguaje se realiza en unidad con el desarrollo posterior de otras funciones y, ante todo, de la función de la comunicación. El desarrollo de las funciones fundamentales del lenguaje está relacionado con la asimilación del caudal léxico básico de la lengua materna y con el dominio de su sistema gramatical. De hecho, en la primera el niño y la niña son capaces de asimilar todo el sistema gramatical de la lengua, que posibilita más tarde que el lenguaje en sí mismo se convierta para ellos en objeto de conocimiento hacia los finales de la primera infancia.
En estrecha relación con la solución de las tareas,
se lleva a cabo el desarrollo de las capacidades intelectuales. La dirección de este desarrollo es una labor compleja y difícil. El desarrollo de las capacidades es el resultado de que los niños y niñas han asimilado tanto el contenido de los conocimientos, como las habilidades intelectuales.
En la primera infancia tiene tugar también la
formación del método general de la actividad intelectual. Este consiste en desarrollar las habilidades para tomar o plantear una tarea, para escoger los procedimientos de solución, para comprobar y valorar los resultados. Estas habilidades se forman bajo la dirección de los educadores durante el proceso de enseñanza. En la enseñanza dirigida hacia un objetivo, los niños y niñas de la primera infancia son capaces de comprender con rapidez y exactitud una tarea y, durante su solución, actúan con lógica y planificación, argumentan las vías de solución y valoran críticamente sus resultados. Sin embargo, estas cualidades de la actividad intelectual se manifiestan en los niños cuando se solucionan tareas que ellos conocen por experiencia.
Las acciones de investigaciones sensoriales
específicas y generales junto con las acciones y operaciones intelectuales generales y especificas constituyen la base de los hábitos y las habilidades de la actividad intelectual, cuyo sistema se forma en los distintos tipos de la actividad cognoscitiva docente en el período de la primera infancia, tales como la observación, la medición, la audición, etc.