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CRISTOLOGÍA

CONTEMPLANDO LA GLORIA DE DIOS

LECCIÓN 2
LA GLORIA DEL LOGOS PREEXISTENTE

“…y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre”


(Jn 1:14)

s curioso ver como la biografía de Jesús escrita en los evangelios difiere a

E cualquier otra biografía de algún personaje histórico en lo que respecta al


nacimiento, pues ninguno de los evangelios empieza de inmediato con la
natividad.

Mateo, en su genealogía se remonta hasta Abraham. Lucas va más allá, llega hasta Adán,
hijo de Dios, Lc 3:23-38. Ambos escritores dan la impresión de querernos llevar a los
orígenes de Cristo a un punto situado más allá del tiempo. Juan confirma este hecho
cuando lo sitúa “en el principio”, un principio que antecedía todos los siglos. “En el
principio existía el Logos (Verbo o Palabra), el Logos estaba con Dios y el Logos era Dios”
Jn 1:1. Este prologo se refiere claramente a Cristo como el Hijo eterno de Dios en su
existencia previa a su encarnación.

El significado del término Logos (traducido Verbo o Palabra de la versión Vulgata) varía
según el contexto cultural en que se emplea por ejemplo:

1. En el mundo helénico. Heráclito entendía el Logos como Instrumento del


pensamiento, la expresión tanto de su proceso como de su conclusión, y también
las consecuencias para su pensador. Los filósofos lo identificaban con la razón,
según ellos el alma del universo, y reflejaba la convicción de que la divinidad no
puede establecer contacto con la materia, en conclusión es un abstracción
metafísica.

2. En el diccionario teológico de A. F. Walls, el Logos es un amortiguador entre Dios y


el universo y la manifestación del principio divino en el mundo.

3. Para el judaísmo el término de Logos en hebreo es Dabar, referido a Dios (Dabar


YHWH), denotaba la palabra divina, un mensaje de Dios normalmente dado a los
profetas, más tarde para el judaísmo alejandrino (representado por Filón) lo
combinó con el de la filosofía griega interpretándolo como el Logos Theou (Palabra
de Dios) como “razón divina” y “epítome de la sabiduría” (la identificación de
Palabra y Sabiduría es muy común en el judaísmo tardío).

Estos términos distan mucho de entender el Logos de la verdad cristiana, pero es en


el prólogo del evangelio de Juan donde nos muestra, sin resquicio alguno de duda, la
identificación del Logos con Aquel que, habiendo estado con Dios, se hizo carne y
habitó entre nosotros… el unigénito del padre” (Jn 1:14) No se trata de una
abstracción, sino de una hipóstasis, de un ser personalizado realmente maravilloso.

Muchos comentaristas (Ro 8:33-39; Fil 2:6-11; Col 1:15-20; 1 Tim 4:16) opinan que es
un himno a la comunidad creyente que el evangelista uso, en consonancia con la
sustancia de su evangelio, para describir la gloria del Hijo eterno de Dios. Pero fuese un
himno o no, es una riquísima fuente de información sobre la existencia de Cristo anterior
a su encarnación.

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CONTEMPLANDO LA GLORIA DE DIOS

Juan 1:1-5

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Éste estaba en el principio con Dios. Todas las cosas por medio de él fueron hechas,
y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz
de los hombres. La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no prevalecieron contra
ella….

1. En el principio era el Verbo . Este principio, que nos recuerda Génesis 1:1, no es un
momento en el tiempo que antecede a todo cuanto después acontece. Según los
rabinos 7 cosas fueron creadas antes del mundo, pero el Logos no fue creado;
desde la eternidad simplemente era. Antes de todas las cosas ya existía.

2. El Verbo estaba con Dios. No era una entelequia, al margen de la Divinidad, una
idea confusa, una emanación de Dios, sino una verdadera hipóstasis, alguien que
se caracteriza por su esencia personal, capaz de relacionarse, pero ¿con quién si
no había seres creados? El texto de Juan es claro: “con Dios”, sólo un Logos igual
a Dios puede estar en comunión con Él.

3. El Verbo era Dios. El Señor Jesucristo siempre fue consciente de su relación con el
Padre Divino, sino veamos su oración sacerdotal: “Padre, glorifícame tú al lado
tuyo con aquella gloria que tuve contigo antes de que el mudo existiera” (Jn 17:5),
por esto la iglesia ha reconocido en el Verbo Unigénito Hijo de Dios, la segunda
persona de la trinidad en comunión eterna con el Padre y con el Espíritu Santo.
Las tres personas son iguales en esencia y en atributos, por lo que es lógico
pensar que la gloria atribuida a Dios es compartida por el Logos, Cristo en su
estado previo a la encarnación. “es el resplandor de la gloria de Dios, la imagen
misma de su sustancia” (He 1:3)

4. Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido
hecho fue hecho. Pablo en Col 1:16-17 corrobora esta afirmación: “porque en él
fueron creadas todas las cosas que están en los cielos y en la tierra, visibles e
invisibles, sean tronos, dominios, principados o autoridades. Todo fue creado por
medio de él y para él. El antecede a todas las cosas, y en él todas las cosas
subsisten. El autor de la carta a los hebreos no menos concluyente menciona: “en
estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo,
y por medio de quien, asimismo, hizo el universo. He 1:2.

5. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Este es un dato


fundamental: el Logos estaba -y esta- la vida. Mientras realizaba su ministerio en
la tierra Jesús declaró: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, “Yo soy el pan de
vida”. La raza humana tuvo sus orígenes en la acción creadora del Logos. Después
la calidad de su existencia ha dependido de la relación que el hombre ha
mantenido con su Creador, fuente y luz de toda vida. El concepto luz y vida nos
muestra que el ser humano no le basta simplemente la existencia, la vida física,
pues su naturaleza mental le demanda luz, conocimiento relativo a Dios. “Y ésta
es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a
quien tú has enviado. (Jn 17:3), tanto la vida y la luz se hallan plenamente en
Cristo. Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas, sino
que tendrá la luz de la vida (Jn 8:12). Para que los hombres le conocieran se
encarnó Jn 1:14.

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Versículos posteriores vemos el ministerio de Juan el bautista donde resumen el hecho


de la encarnación (Jn 1:6-12 Vino al mundo un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era
Juan. Este vino como testigo, para testificar de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de
él. No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Existía la luz verdadera que, al
venir al mundo, alumbra a todo hombre. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio
de El, y el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Pero a todos los que
le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su
nombre) la cual no fue celebrada por el mundo, siendo que la gran mayoría ignoró su
nacimiento. Pero este no es el único texto que habla de su preexistencia, también Jn
8:48-58, el Señor hace una declaración escandalizadora para los judíos
contemporáneos, la cual sonaba a blasfemia, locura o presunción. Lo que es de
llamar la atención del versículo 58 es la afirmación “Yo soy”, lo cual los judíos se
podían remontar a los tiempos de Moisés y recordar la presentación de Jehová ante el
como el “Yo Soy Jehová” (Ex 3:14), pero esto va más allá, nos habla de un presente, lo
que demuestra que la existencia de Cristo trasciende el tiempo. Jesús empleo en
varias ocasiones esta oración “Yo Soy la luz del mundo” Jn8:12; “Yo Soy la puerta” Jn
10:7; Yo soy el buen pastor” Jn 10:11, entre otros.

Tres textos que complementan la preexistencia de Cristo.

1 Corintios 8:6 (Jn 1:3) La frase “todas las cosas” (ta panta) se refiere a la
totalidad de entidades creadas. Cabe destacar la
“Para nosotros hay un solo asociación de Cristo con Dios Padre, “del cual proceden
Dios… y un solo Señor, todas las cosas”. El Hijo nunca actúa de forma
Jesucristo, mediante el cual independiente al Padre y prueba de ellos son las
existen todas las cosas, y declaraciones de Jesús en (Jn 10:32, 37; Jn 5:19). Por
también nosotros vivimos por esta razón todas las obras de Jesús eran también las
medio de él.” obras del Padre. Toda la acción divina tenía su origen en
Dios Padre, y su ejecución en la mediación del Dios Hijo.
Colosenses 1:15-17 Cristo no solo es “el que sostiene todas las cosas con la
palabra de su divino poder” He 1:3, sino también su
“Cristo es la imagen del Dios preservador, el que todo lo cohesiona. Es sólo su poder el
invisible, el primogénito de que mantiene unida la creación.
toda la creación; porque en él En este tiempo en que el cosmos, el orden, esta en caos,
fueron creadas todas las debido a que el pecado lo ha trastornado, y pareciera que
cosas que están en los cielos este mundo no esta bajo la acción de Cristo, sino mas
y en la tierra, visibles e bien bajo el influjo de un desintegrador, esta situación no
invisibles, sean tronos, es definitiva. La obra integradora de Cristo esta ahora en
dominios, principados o combate con Satanás, el pecado y sus consecuencias, y el
autoridades. Todo fue creado propósito de esta lucha responde al deseo de Dios de
por medio de él y para él. El “reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la
antecede a todas las cosas, tierra como las que están en los cielos” (Col 1:20). La clave
y en él todas las cosas de este triunfo esta en el V. 20. Su sangre._
subsisten”. (ver Ef 1:10, 1a Co 15:27). En ese día se entenderá bien
que, pese al desorden causado por el pecado, en Cristo, el
gran Redentor e Integrador, “todo tiene consistencia”.
Filipenses 2:6 Este texto se refiere a Cristo antes de su encarnación, que
era en forma de Dios, lo que significa que era de condición
“Existiendo en forma de divina. Esto no nos habla únicamente de la preexistencia
Dios, él no consideró el ser de Cristo, sino también nos muestra su gloria como
igual a Dios como algo a qué creador Divino y la decisión de humillarse a lo sumo para

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aferrarse”. ser también Redentor. Lo que en el cumplimiento del


tiempo constituyó una cadena de hechos históricos
(encarnación, muerte y resurrección) había sido ya una
realidad virtual desde el principio (1 P 1:20; Hch 2:23).

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