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Entonces el rey envi all gente de a caballo, y carros de guerra y un gran ejrcito,
los cuales llegaron de noche y rodearon la ciudad. Y levantndose de maana para
salir el que serva al hombre de Dios, he aqu que el ejrcito tena rodeada la ciudad
con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: Ah, seor mo! Qu
haremos? Y l le dijo: No tengas miedo, porque son ms los que estn con nosotros
que los que estn con ellos. Y or Eliseo y dijo: Te ruego, oh Jehov, que abras sus
ojos para que vea. Entonces Jehov abri los ojos del joven, y mir; y he aqu que el
monte estaba lleno de gente de a caballo y de carros de fuego alrededor de Eliseo.
En la actualidad, estamos en la misma situacin de Eliseo y su siervo, nos hallamos
rodeados de las banalidades del mundo, a menudo presionados a unirnos a ellos,
con palabras y argumentos que son atractivos para nuestros odos. Sin embargo, el
Seor no nos ha puesto en esta Tierra para que el mundo nos absorba. Esto es
parte de nuestra experiencia mortal de probacin, sin eso no podemos conocer la
tentacin ni encontrar la forma de vencerla.
Al hacer estas cosas, el Espritu nunca se aparta de nosotros, las palabras salen con
poder de nuestras bocas y somos ejemplo para los dems. Como dice en Mateo
5:14-16:
Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede
esconder. Ni se enciende una vela y se pone debajo de un almud, sino sobre el
candelero, y alumbra a todos los que estn en casa. As alumbre vuestra luz delante
de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre
que est en los cielos
Permitamos que nuestras obras alumbren las tinieblas del mundo y no olvidarnos
nunca que a quien debemos agradar es a Dios y no a los hombres.