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ANTECEDENTES
A. Cuando en 1859 apareció la obra El Origen de las Especies, del naturalista inglés
Charles Darwin, dio inicio un violento debate tanto en los círculos científicos como en
los religiosos. En poco tiempo, este debate cruzó los linderos de las ciencias naturales,
y su resonancia se extendió aún a las esferas económica y social. Hoy, a más de 160
años, la controversia no se ha podido extinguir.
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B. Se fortalece el escepticismo y surge el ateísmo.
b. Fred Hoyle escribió: “Los libros de Lyell fueron en gran medida los
responsables de convencer al mundo en general de que la Biblia podía
estar muy equivocada en algunos aspectos, un pensamiento hasta
entonces inverosímil”.
b. Por su parte, la religión comenzó a ser vista ahora como un “obstáculo” para el
progreso, que mantenía a la gente en “pereza intelectual”, e imposibilitaba estar
al día con los rápidos adelantos científicos.
1 Voz latina traducible por “de la nada”, “desde la nada” o “a partir de la nada”.
2 El cristiano bíblico acepta sin reservas la afirmación escritural de que el universo vino a la existencia por un acto soberano, inteligente,
poderoso y amoroso de creación, a partir de la nada, creatio ex nihilo; pero aun siendo la nada la materia prima utilizada para dar origen a
las cosas, se necesitó la Palabra de Dios. Él dijo: “hágase” (fiat), y las cosas comenzaron a existir.
3 Hay que saber que, en esa época, la costumbre demandaba que Dios fuera mencionado algunas veces en cualquier libro de importancia,
de ahí la natural curiosidad de Napoleón: ¿Qué tipo de individuo osado era este señor Laplace para romper tan venerable costumbre?
4 Coulson, C. A. (1955): Science and Christian Belief. Fontana edition, pp. 32,33.
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C. El clero comienza a ceder.
2. En 1938, un titular del New York Times mencionaba un informe elaborado por
una comisión que encabezaba el obispo de York. El informe concluía así: “No
es posible objetar a la teoría evolucionista esgrimiendo los dos relatos de la
creación en Génesis 1 y 2, ya que hay consenso general entre los cristianos
educados de que estas narraciones son de origen mitológico y poseen un valor
simbólico antes que histórico para nosotros [...] usted puede creer lo que quiera
y seguir siendo cristiano”.
3. Otro ejemplo del escepticismo surgido incluso entre líderes religiosos a raíz de
los intentos por conciliar el relato bíblico de la creación y la teoría evolucionista,
son las palabras de cierto obispo canadiense, quien sostenía que la Biblia
había sido escrita en una era pre-científica y, por ende, reflejaba prejuicios e
ignorancia. Refiriéndose al nacimiento y la resurrección de Jesucristo, afirmó
que la Biblia contenía “errores históricos” y “flagrantes exageraciones”.
2. El libro Hitos de la Historia informó que: “Para algunos, la guerra se convirtió en una
‘necesidad biológica’ [Y en el siglo XX] las ideas darwinianas constituyeron una parte
esencial de la doctrina de Hitler sobre la superioridad racial”.
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C. Pero ni Darwin, ni Marx, ni Nietzsche vivieron para ser testigos de las consecuencias
de sus ideas. Murieron confiando en que la lucha por la existencia mejoraría la vida del
hombre.
2. El sacerdote y biólogo del siglo XX, Pierre Teilhard de Chardin pensaba igual,
y teorizó que con el tiempo tendría lugar una “evolución de las mentes de la
entera raza humana; todo el mundo trabajaría armoniosamente hacia un mismo
fin”.
A. El origen de las especies convenció a las multitudes del siglo XIX de que el hombre
había sobrevivido sin la intervención divina y de que seguiría adelante sin ella.
1. Mucha gente, embelezada con los adelantos científicos, creyó que podía
prescindir de Dios y que la ciencia salvaría a la humanidad.
2. El libro La edad del progreso indica que el siglo XIX “estuvo animado por la
convicción de que el esfuerzo racionalmente aplicado podía transformar al
mundo”.
2. Alfred Russel Wallace, contemporáneo de Darwin, pero más joven que él,
relató: “Durante la última conversación que sostuvimos [poco antes de su
muerte], Darwin se mostró muy pesimista tocante al futuro de la humanidad”.
Vivimos en lo que H. G. Wells denominó “una verdadera desmoralización”, y esta crisis del
mundo sigue agravándose. No hay medida adoptada por los hombres de ciencia,
economistas, sociólogos, gobernantes o religiosos del mundo que haya remediado, o por lo
menos aminorado, dicha oleada de desmoralización. Las condiciones en el mundo siguen en
constante deterioro.
¿En qué ha resultado el esfuerzo humano? ¿Nos han dado la ciencia y la tecnología un mejor
mundo? ¿De qué provecho es en realidad que pueda viajar a otros mundos si no consigue
solucionar los problemas básicos que tenemos en este? ¿Ha puesto fin a las guerras y la
violencia étnica la invención de armas cada vez más letales? ¿Ha disminuido la criminalidad,
las enfermedades, la desintegración familiar, la inmoralidad, la corrupción, la pobreza, el
hambre, la drogadicción o la contaminación ambiental a raíz del avance científico-
tecnológico?
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La verdad es que no. En todo caso, la ciencia ha agudizado algunos de estos problemas.
Haber abandonado la base moral y espiritual que dio inicio a la ciencia y haberla sustituido
por una teoría evolucionista de la vida no ha beneficiado a la comunidad humana; por el
contrario, la ha perjudicado. Un considerable número de individuos en el mundo se encuentra
revisando la teoría de que el hombre evolucionó de criaturas primitivas cualitativamente
diferentes, la cual contrasta con la idea de que un Creador inteligente creó a la raza humana a
su imagen y semejanza.
Actualmente son muchos los estudiantes, profesores, investigadores e instituciones que están
reconsiderando también la validez del relato bíblico sobre los orígenes, y se están acercando
con un renovado interés a un estudio inteligente de la Biblia. Nuestro ministerio de educación
cristiana está ayudando a que esta gente descubra las respuestas que buscan.
Pudiera ser que el objeto de la vida sea mucho más que una simple lucha por la
supervivencia. ¿Pudiera contener la Biblia no solo la clave del pasado de la humanidad sino
también de su futuro? Bien vale la pena investigar qué enseñan en realidad las Escrituras
acerca del Diseñador de las especies y para qué las diseñó. Si lo hacemos, tal vez
terminemos descubriendo el origen de las especies por intervención sobrenatural.
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