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I.

ANTECEDENTES

A. Cuando en 1859 apareció la obra El Origen de las Especies, del naturalista inglés
Charles Darwin, dio inicio un violento debate tanto en los círculos científicos como en
los religiosos. En poco tiempo, este debate cruzó los linderos de las ciencias naturales,
y su resonancia se extendió aún a las esferas económica y social. Hoy, a más de 160
años, la controversia no se ha podido extinguir.

B. El origen de las especies no sólo conmocionó al mundo, sino que lo escandalizó,


debido a que la tesis básica que exponía era una revolución que iba más allá del
ámbito de la biología: embestía con toda su fuerza contra los cimientos mismos de la
sociedad, es decir, la ciencia, la economía, la política, la historia, la religión, y la
visión del pasado, así como del futuro.

C. ¿De qué manera ha afectado la teoría darwinista al mundo a lo largo de más de un


siglo y medio? ¿Qué efecto ha tenido en nuestra vida cotidiana? En fin, ¿cuál ha sido
su legado? Estos temas abordaremos en nuestra lección del día de hoy.

II. LAS RELACIONES ENTRE CIENCIA Y RELIGIÓN

A. Las relaciones eran cordiales a principios del siglo XIX.

1. El biólogo y catedrático de Harvard, Louis Agassiz, opinaba que el mundo de


los seres vivos reflejaba “premeditación, sabiduría, grandeza”, y que uno de los
objetivos primordiales de la historia natural era analizar “los pensamientos del
Creador del universo” (1857).

2. La mayoría de las personas pensaba aun que la ciencia y la religión eran


esferas compatibles, se tenía la seguridad que un nuevo descubrimiento no era
otra cosa que un testimonio más del Dios existente.

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B. Se fortalece el escepticismo y surge el ateísmo.

1. Charles Lyell, en su obra Principios de Geología (1830) empezó a poner en


tela de duda el relato bíblico de la creación.

a. Lyell no creía en la posibilidad de una creación ex-nihilo1 y por fiat 2.

b. Fred Hoyle escribió: “Los libros de Lyell fueron en gran medida los
responsables de convencer al mundo en general de que la Biblia podía
estar muy equivocada en algunos aspectos, un pensamiento hasta
entonces inverosímil”.

c. Muchos pensaron que la tradicional amistad entre la ciencia y la Biblia


había llegado a su fin, y ante la necesidad de tomar partido se
decidieron por la ciencia. A propósito de esto, Fred Hoyle dijo también
que: “La obra de Lyell había arrojado la duda sobre los primeros
capítulos del Antiguo Testamento, y el libro de Darwin aparecía para
sustituirlo”.

2. La obra de Darwin, El origen de las especies, llegó en un momento muy


oportuno para aquellos que ya no deseaban aceptar la Biblia como la Palabra
revelada de Dios.

a. El encaprichado público fue seducido por las promesas y logros de la ciencia


que, como un “galán”, colmó a la humanidad de regalos innovadores: el
telescopio, el microscopio, la máquina de vapor, la electricidad, el
teléfono, y el automóvil.

b. Por su parte, la religión comenzó a ser vista ahora como un “obstáculo” para el
progreso, que mantenía a la gente en “pereza intelectual”, e imposibilitaba estar
al día con los rápidos adelantos científicos.

c. El ateísmo empezó a tomar forma como una postura intelectual justificable.


Richard Dawkins ha afirmado que: “Darwin hizo posible el ser un ateo
completo intelectualmente hablando”. Y Neil deGrasse Tyson, el famoso
científico materialista contemporáneo, añade que la pérdida de la creencia en
Dios ya se había iniciado desde el siglo XVII, debido al triunfo de la física
newtoniana. Tyson ha afirmado también que la aplicabilidad de la teoría
gravitacional newtoniana al movimiento de los cuerpos planetarios había
comenzado a minar la “necesidad de un maestro relojero que explicara la
precisión y belleza del Sistema Solar”.

d. La ciencia comenzaba a erigirse como la nueva esperanza de salvación para la


humanidad. Por ejemplo, cuando el emperador Napoleón convocó a palacio al
matemático ilustrado Pierre–Simon de Laplace (1749–1827), le dijo:
“Monsieur Laplace, usted no menciona a Dios en su libro ni siquiera una sola
vez. ¿A qué se debe eso?”3 La respuesta de Laplace ya es un clásico: “Su
majestad, no he tenido necesidad de incluir esa hipótesis en particular”. 4

1 Voz latina traducible por “de la nada”, “desde la nada” o “a partir de la nada”.
2 El cristiano bíblico acepta sin reservas la afirmación escritural de que el universo vino a la existencia por un acto soberano, inteligente,
poderoso y amoroso de creación, a partir de la nada, creatio ex nihilo; pero aun siendo la nada la materia prima utilizada para dar origen a
las cosas, se necesitó la Palabra de Dios. Él dijo: “hágase” (fiat), y las cosas comenzaron a existir.
3 Hay que saber que, en esa época, la costumbre demandaba que Dios fuera mencionado algunas veces en cualquier libro de importancia,

de ahí la natural curiosidad de Napoleón: ¿Qué tipo de individuo osado era este señor Laplace para romper tan venerable costumbre?
4 Coulson, C. A. (1955): Science and Christian Belief. Fontana edition, pp. 32,33.

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C. El clero comienza a ceder.

1. Al principio, el clero católico rebatió la teoría evolucionista, pero con el paso de


las décadas, sus miembros en general acabaron cediendo a la opinión popular,
y aceptando una rara mezcla de evolución y creación.

2. En 1938, un titular del New York Times mencionaba un informe elaborado por
una comisión que encabezaba el obispo de York. El informe concluía así: “No
es posible objetar a la teoría evolucionista esgrimiendo los dos relatos de la
creación en Génesis 1 y 2, ya que hay consenso general entre los cristianos
educados de que estas narraciones son de origen mitológico y poseen un valor
simbólico antes que histórico para nosotros [...] usted puede creer lo que quiera
y seguir siendo cristiano”.

3. Otro ejemplo del escepticismo surgido incluso entre líderes religiosos a raíz de
los intentos por conciliar el relato bíblico de la creación y la teoría evolucionista,
son las palabras de cierto obispo canadiense, quien sostenía que la Biblia
había sido escrita en una era pre-científica y, por ende, reflejaba prejuicios e
ignorancia. Refiriéndose al nacimiento y la resurrección de Jesucristo, afirmó
que la Biblia contenía “errores históricos” y “flagrantes exageraciones”.

III. REPERCUSIONES EN LA FILOSOFÍA Y LA POLÍTICA

A. Con su énfasis en la selección natural y la supervivencia del más apto, las


explicaciones de El origen de las especies impresionaron a los grandes pensadores
del siglo XIX. Federico Nietzsche (1844-1900) y Carlos Marx (1818-1883), dos
filósofos muy influyentes en el pensamiento político, fueron fascinados por la
evolución.

1. Marx llegó a afirmar: “El libro de Darwin es importante, y me sirve de base


científica natural para explicar la lucha de clases a lo largo de la historia”.

2. El historiador Will Durant llamó a Nietzsche “hijo de Darwin”. El libro Historia


esquematizada de la filosofía, resume así una de las doctrinas de Nietzche:
“Los fuertes, los valientes, los dominantes y los orgullosos son los que están
mejor dotados para conformar la sociedad futura”.

3. El mismo Darwin creía (y así lo manifestó en una carta dirigida a un amigo)


que, en el futuro, una cantidad “sin fin de razas inferiores habrán sido
eliminadas por razas más civilizadas, por todas partes”.

B. Los poderosos no tardaron en valerse de los nuevos postulados.

1. H.G. Wells refiere en su obra Esquema de la Historia: “Los pueblos predominantes a


fines del siglo XIX creían predominar en virtud de la ‘Lucha por la Existencia’, en la que
el fuerte y el astuto vence al débil y al confiado. Y creían, además que tenían que ser
fuertes, enérgicos, insensibles, prácticos y egoístas”. La “supervivencia del más apto”
adquiría tintes filosóficos, sociales y políticos.

2. El libro Hitos de la Historia informó que: “Para algunos, la guerra se convirtió en una
‘necesidad biológica’ [Y en el siglo XX] las ideas darwinianas constituyeron una parte
esencial de la doctrina de Hitler sobre la superioridad racial”.

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C. Pero ni Darwin, ni Marx, ni Nietzsche vivieron para ser testigos de las consecuencias
de sus ideas. Murieron confiando en que la lucha por la existencia mejoraría la vida del
hombre.

1. En El origen de las especies, Darwin vaticinó que “todos los dones


intelectuales y corporales tenderán a progresar hacia la perfección”.

2. El sacerdote y biólogo del siglo XX, Pierre Teilhard de Chardin pensaba igual,
y teorizó que con el tiempo tendría lugar una “evolución de las mentes de la
entera raza humana; todo el mundo trabajaría armoniosamente hacia un mismo
fin”.

IV. LA EVOLUCIÓN Y NOSOTROS

A. El origen de las especies convenció a las multitudes del siglo XIX de que el hombre
había sobrevivido sin la intervención divina y de que seguiría adelante sin ella.

1. Mucha gente, embelezada con los adelantos científicos, creyó que podía
prescindir de Dios y que la ciencia salvaría a la humanidad.

2. El libro La edad del progreso indica que el siglo XIX “estuvo animado por la
convicción de que el esfuerzo racionalmente aplicado podía transformar al
mundo”.

B. El mismo Darwin llegó a flaquear en su optimismo.

1. Según un historiador, Darwin temía que la evolución hubiera matado a Dios y


que las consecuencias fueran incalculables para el futuro de la humanidad”.

2. Alfred Russel Wallace, contemporáneo de Darwin, pero más joven que él,
relató: “Durante la última conversación que sostuvimos [poco antes de su
muerte], Darwin se mostró muy pesimista tocante al futuro de la humanidad”.

V. REFLEXIÓN FINAL: EL LEGADO DARWINIANO

La historia del siglo XX mostró que a la humanidad verdaderamente le esperaban tiempos


muy difíciles. Los avances tecnológicos que se alcanzaron desde los días de Darwin no
hicieron más que camuflar lo que resultó ser la más tenebrosa y violenta era de toda la
historia.

Vivimos en lo que H. G. Wells denominó “una verdadera desmoralización”, y esta crisis del
mundo sigue agravándose. No hay medida adoptada por los hombres de ciencia,
economistas, sociólogos, gobernantes o religiosos del mundo que haya remediado, o por lo
menos aminorado, dicha oleada de desmoralización. Las condiciones en el mundo siguen en
constante deterioro.

¿En qué ha resultado el esfuerzo humano? ¿Nos han dado la ciencia y la tecnología un mejor
mundo? ¿De qué provecho es en realidad que pueda viajar a otros mundos si no consigue
solucionar los problemas básicos que tenemos en este? ¿Ha puesto fin a las guerras y la
violencia étnica la invención de armas cada vez más letales? ¿Ha disminuido la criminalidad,
las enfermedades, la desintegración familiar, la inmoralidad, la corrupción, la pobreza, el
hambre, la drogadicción o la contaminación ambiental a raíz del avance científico-
tecnológico?

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La verdad es que no. En todo caso, la ciencia ha agudizado algunos de estos problemas.
Haber abandonado la base moral y espiritual que dio inicio a la ciencia y haberla sustituido
por una teoría evolucionista de la vida no ha beneficiado a la comunidad humana; por el
contrario, la ha perjudicado. Un considerable número de individuos en el mundo se encuentra
revisando la teoría de que el hombre evolucionó de criaturas primitivas cualitativamente
diferentes, la cual contrasta con la idea de que un Creador inteligente creó a la raza humana a
su imagen y semejanza.

Actualmente son muchos los estudiantes, profesores, investigadores e instituciones que están
reconsiderando también la validez del relato bíblico sobre los orígenes, y se están acercando
con un renovado interés a un estudio inteligente de la Biblia. Nuestro ministerio de educación
cristiana está ayudando a que esta gente descubra las respuestas que buscan.

Pudiera ser que el objeto de la vida sea mucho más que una simple lucha por la
supervivencia. ¿Pudiera contener la Biblia no solo la clave del pasado de la humanidad sino
también de su futuro? Bien vale la pena investigar qué enseñan en realidad las Escrituras
acerca del Diseñador de las especies y para qué las diseñó. Si lo hacemos, tal vez
terminemos descubriendo el origen de las especies por intervención sobrenatural.

“Por una fe inteligente…”

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