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México –un país de copiones y mirones– intenta apropiarse de los modelos que
ahora se encuentran en estándares de triunfo, acción, respuesta y, principalmente,
efectividad para una gran parte de la población, una real y compleja democracia. Pero en
México no funciona así, el crecimiento del mundo en una ideología global detiene el
impulso del país que se aprisiona en errores democráticos como avaricia, represión,
estatismo, conservadurismo, elitismo y un peligroso estado de independencia, en donde
se cree una falsa libertad y todos tratan de “quitar lo que me toca por derecho”, una
curiosa palabra para el mexicano, la cual representa un peligro hacia la integridad física y
moral de la determinada y deteriorada soberanía, ya que se traduce como “propiedad”.
México nota el rezago ante la rápida evolución que se da en una gran parte del
resto del mundo y decide actuar, imposible quedar atrás, en aras de una democratización,
una brecha económica, una visión hacia la globalización y el nuevo significado de
posdemocracia que empieza a hacer tangible una evolución democrática. Los términos
son imposibles de asentar en México, un país que aún no ha podido experimentar en
pleno el fenómeno: modelo de democracia. Una nación que no encuentra forma de entrar
al régimen de globalización por el miedo que se vive al ser consumidos por otro, miedo
generalizado por los pleitos políticos llenos de envida, traición, desprecio y varias
situaciones visearles que son el reflejo de la carente democracia.
Todo lo anterior dan como resultado el absurdo del mexicano, ese querer hacer
todo con a través de modelos copiados sin conocer lo que verdaderamente funciona en las
condiciones en las que vive nuestra sociedad. Al rezago político que hace a México un
país de tercer mundo, contraataca la necesidad de querer entrar al mundo globalizado y
en un mismo intento, a la posdemocracia. México se convierte en todos sus contexto,
acciones, transacciones y organización, en circo maroma y teatro, imposible arraigar el
término de posdemocracia en México, ya que no cuenta con las capacidades económicas,
sociales, ni políticas para emprender nuevos procesos electorales. La situación política
del país se convierte en mero zafarrancho al tratar de desmitificar a las instituciones,
atrarse entre partidos… críticas que sólo buscan destruir sin proponer. Se segrega el
mercado y comienza una guerra de marcas completamente mundana y carente de sentido.