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As, elabor una estrategia y la aplic de modo tal que indujo a Uras a
pensar que el hijo que esperaba su mujer era efectivamente suyo. Uras,
explic el Pontfice, era un buen israelita, pensaba en sus compaeros y no
quera festejar mientras el ejrcito de Israel luchaba. Pero David, tras
intilmente intentar convencerlo con un banquete, con vino, como
hombre resuelto, hombre de gobierno, tom una decisin: escribi una
carta a Joab, el capitn del ejrcito, ordenndole que mandara a Uras al
lugar ms reido de la batalla, para que muriera. Y as sucedi. Uras
Sin embargo, cuando el rey David supo cmo haba terminado la historia,
permaneci tranquilo y continu su vida. La razn? David haba perdido
el sentido del pecado, y en aquel momento el reino de Dios comenzaba a
disminuir en su horizonte. Lo demuestra el hecho de que David no hizo
referencia a Dios, no dijo: Seor, mira qu hice: cmo hacemos?. En l,
en cambio, predomin esta visin antropolgica superpotente: yo puedo
hacer todo!. Es la actitud de la mundanidad.
Las personas como Uras, dijo, son los mrtires no reconocidos de nuestros
pecados. As, aadi el Papa, nos har bien hoy rezar por nosotros, para
que el Seor nos d siempre la gracia de no perder el sentido del pecado y
para que el reino no disminuya en nosotros. Y concluy invitando tambin
a llevar una flor espiritual a la tumba de esos Uras contemporneos que
pagan la cuenta del banquete de los seguros, de los cristianos que se
sienten seguros y que, sin querer o queriendo, matan al prjimo.