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EDUCACION SEXUAL

ANTES DE QUE PREGUNTEN…


No es fácil conciliar la frescura con que preguntan los niños cuestiones de
sexualidad con nuestras corazas y máscaras acumuladas en años de educación
deformante en este terreno. Normalmente, en la adolescencia ya hemos transmitido gran
parte de ellas, por lo que los jóvenes ya no preguntan como los niños. Además el pudor
e inseguridad de la tormenta de cambios que experimenta todavía contribuye a
angustiarles más. Por eso hemos de educarnos nosotros los primeros y mientras, tener
en cuenta algunas cuestiones que nos ayuden a transmitir una visión positiva de la
sexualidad. También ayudarles a desbrozar, en medio de su maraña de sentimientos,
deseos y miedos, lo que vale y no vale la pena.

QUÉ PUEDO HACER CON MI SEXUALIDAD?

Esta es una de las preguntas que muchos educadores, profesores y padres temen.
Como apunta S. Benetti, no nacemos sabiendo ejercer nuestra sexualidad (ni casi
ninguna otra capacidad o habilidad), por ello todo es educable y susceptible de
aprendizaje.
Se teme que la enseñanza induzca o provoque a los jóvenes a poner en práctica lo
aprendido “antes de hora”. Pero sí que se dan toda una serie de prohibiciones y normas
específicas, porque se considera la sexualidad aparte de todo lo demás susceptible de ser
aprendido. Esta forma de plantearla no permite el error, o el ensayo, solo la valoración
bajo criterios autoritarios: es malo, es pecado o provoca enfermedades (Benetti, S1 ).
Por otra parte, aprender es un proceso complejo, vinculado al entorno, a la
sociedad y a las ideas preconcebidas que ésta trasmite y mantiene. En realidad, estamos
siendo bombardeados con actitudes y valoraciones de la sexualidad desde que nacemos:
los padres y familiares del neonato tratan de forma diferente al niño y a la niña, en el
tono de la voz, en el vestido, en los juguetes, etc. A lo largo de la infancia, estas
diferencias se van incrementando: se suele hablar más de sentimientos y emociones a
las niñas, se educa a los niños para que inhiban estas emociones… se les presupone
unos roles específicos de su género sexual…Y en el tema directamente de la sexualidad,
especialmente en sus facetas de comunicación, placer, autoerotismo, juego, deseo, etc,
se educa sobre todo a base de silencios y omisiones, desde el prisma de la cultura
imperante. Veamos brevemente estos prismas, que conllevan diferentes interpretaciones
negativas de la sexualidad:
Según Puerto, C y Priego, T2, existen interpretaciones negativas y positivas de la
sexualidad. Entre las negativas encontramos por ejemplo:
 La sexualidad como tabú: se convierte en un tema que no se explica, no se
comenta, ”eso no se dice, no se hace , no se toca”. Se convierte así en un
misterio que crea actitudes de defensa y rechazo, y en consecuencia
obsesiones e ignorancia.

1
Benetti, S “ Sexualidad creativa: Para vivir y gozar que ya es bastante” Ed. San Pablo, Argentina,1994
2
Priego, T y Puerto, C “ Comprender la sexualidad”, Ed. San Pablo, 1995
 La sexualidad como pecado, tan extendida aún hoy en nuestra sociedad,
que la consideran un mal necesario en el varón, porque en la mujer
prácticamente solo se da en función de aquel.
Como se la ve fuente de numerosos males, sólo tiene sentido para la
procreación y la mejor formación sexual es la ignorancia.
 La sexualidad puritana plantea la libertad sexual mientras no se dé el
escándalo, de manera que el único control de las conductas es el respeto
humano. Se carece así de una moral auténtica y de criterios
fundamentados.
 La sexualidad represiva nace como fruto de las anteriores, a cargo del
poder establecido, por la necesidad de contener las conductas. No
olvidemos el ejemplo reciente de nuestro país y particularmente con la
homosexualidad. Hoy, esta educación basada en la presión externa, debe
de ir dando paso a otra basada en la libertad y responsabilidad
individuales, con respeto a la dignidad humana.
 Por último la sexualidad nihilista, que se ve con pesimismo y como algo
imposible de vivir como valor equilibrado y sano.

Por otro lado, entre las visiones positivas encontramos:


 La sexualidad pornográfica, que es extremo opuesto de visiones anteriores:
se cosifica y deshumaniza la sexualidad, convirtiéndola en algo con lo que
se puede comerciar. Reduce la sexualidad a la pura genitalidad y la despoja
de todos los demás componentes de la persona. El acceso es fácil y
cómodo, por lo que la demanda es enorme y creciente.
 Otro caso es la sexualidad pansexualista, que consiste en una
sobrevaloración de la sexualidad como factor que interviene en todo lo
humano. Se convierten en obsesión el placer sexual y la sexualidad como
caminos de felicidad.
 La sexualidad biologicista e higiénico-sanitaria se sustentan sólo en los
componentes biológicos y en sus posibles consecuencias médicas,
higiénicas y reproductivas, desvinculándola de la afectividad y ajena a la
cultura o ética,.
 La sexualidad hedonista se centra en el orgasmo y el placer como derecho
y deber de todos y como remedio de todos los males.
 La sexualidad como juego se considera como una forma de pasarlo bien,
un juego que puede servir para conocer el cuerpo en el marco del respeto.
Tiene el peligro de ser trivializada o comercializada.
 La sexualidad economicista, en la que los vínculos con la economía no
pueden obviarse (por ejemplo para lograr la emancipación de la mujer),
pero no se pueden simplificar tales vínculos.
 En la sexualidad romántica se separa el amor carnal del espiritual, actitud
bastante superada hoy pero frecuente en personas inmaduras o en búsqueda
de la integración de su personalidad.
 La sexualidad antropológico-cultural: los modos de ver la sexualidad se
van viendo cada vez de manera más relativa, dada la riqueza cultural y la
accesibilidad a los medios de comunicación en nuestra sociedad. No
existen valores sexuales absolutos en el espacio ni en el tiempo.
 La sexualidad humanístico-social: esta visión trasciende lo biológico y
hace énfasis en lo puramente personal, en la apertura del yo al tú desde una
dimensión humana profunda.
 Sexualidad religiosa, en la que hay una apertura a la trascendencia cuyos
matices varían en función de la religión que tratemos. Aunque todas tienen
cosas positivas, muchas tienen contravalores, que además se relacionan
con el entorno socio-cultural e histórico. No se puede obviar esta herencia
a la hora de analizar la sexualidad en una sociedad.
La sexualidad integral supera todas estas visiones parciales de la sexualidad. Pretende
que la sexualidad es una dimensión de la persona y un valor (que se relaciona con
muchos más como igualdad, amor, placer comunicación, etc).

EL CAMINO HACIA LA MADUREZ DEL AMOR

Uno de los problemas planteados cuando se trata con adolescentes es conocer


exactamente cuáles son sus necesidades. Se trata de no caer en la ñoñería, no quedarse
en el enfoque higiénico sanitario, pero sobre todo saber donde están y cuáles son los
verdaderos problemas, dudas y miedos que les preocupan. No perdamos de vista que la
sociedad ha cambiado muy rápido y la adolescencia es un periodo largo que puede
prolongarse hasta los veinticinco o más años. Para Benetti, S (op.cit), por ello, la
sexualidad adulta y adolescente prácticamente se confunden. En este largo periodo,
además de resolver los cambios puberales y madurar física y psíquicamente, a los
jóvenes se les exige la inserción social mediante una profesión y la formación de pareja,
con todas las responsabilidades concomitantes.
En medio de todo esto nos planteamos si los jóvenes pueden hacer uso completo
de la sexualidad en esta etapa de la vida. La preocupación concierne especialmente a la
sexualidad genital. En nuestra cultura el retraso de la edad en que se forma pareja
estable, junto con la falta de una educación sexual completa, hace que vivan estas
primeras experiencias con numerosos conflictos. Característico de esta etapa es también
el autoerotismo, especialmente la masturbación, que es un buen camino de
autoconocimiento y de liberar tensiones. Es un paso normal, pero que carece del
encuentro interpersonal, con toda la riqueza que ello conlleva. Así va llegando el.
encuentro intersexual desde formas muy inmaduras (aunque ningún encuentro es nunca
perfecto!).
Analicemos cuales son los aspectos de esta inmadurez, en principio adolescente.
Salvo en los casos de noviazago más comprometido, se huye del compromiso y se
separa éste de la experiencia sexual. Así, alentados por la sociedad consumista, se exalta
la manipulación del otro en las relaciones amorosas, buscándolo para satisfacer las
propias necesidades (de afecto, placer, etc), pero sin una propuesta recíproca
correspondiente . De este modo, un miembro de la pareja puede utilizar al otro para que
le haga compañía, como compañero sexual o para recibir aprobación. Esto es un signo
de inmadurez sexual, pero puede llevar aparejados otros caracteres, como el chantaje
emocional: “si no haces “x” no me quieres”; la posesividad, etc. Lo habitual es que todo
ello acontezca en los adolescentes, porque tienen una imagen idealizada del amor y el
sexo. Sin embargo, hipócritamente, los adultos a menudo les exigimos un control
perfecto de la relación amorosa, cuando entre nosotros abundan las actitudes inmaduras.
Fruto de esta inmadurez, y de los medios de comunicación, tanto en jóvenes como
en adultos es frecuente la confusión entre cuatro conceptos: enamorarse, amar,
emparejarse y hacer el amor. El enamoramiento es una forma de sentir la intensa
inclinación y deseo por el otro, pero de forma idealizada hasta el extremo. El otro es un
espejo de nuestros deseos, es una fantasía que no existe.
En el amor, en cambio, manda la realidad, la otra persona es normal, de carne y
hueso, con sus debilidades, pero es la que amo. El amor se construye y aviva día a día, y
el otro es una persona autónoma, con vicios y virtudes, a la que me entrego con libertad
y respetando la suya. Amor y enamoramiento no se oponen, normalmente se
complementan.
Normalmente el amor lleva al emparejamiento, pero para emparejarse no es
suficiente el amor. Es necesario algo más: un proyecto común, cierta
complementariedad de caracteres, saber aceptar al otro, capacidad de diálogo, sentirse
iguales de manera real y efectiva (porque clásicamente la mujer ha ocupado un papel
subordinado).
Por último, la expresión tan usada de “hacer el amor”, se refiere al componente
erótico y de placer de la relación, a menudo separado de lo afectivo, de la ternura e
incluso del respeto al otro/a. Porque se puede hacer el amor sin amor. Si lo vemos en un
sentido amplio, constatamos que en toda relación sexual se da el componente
placentero, erótico y pasional, lo que da al sexo su valor, su atractivo y su cualidad de
misterioso, animal y divino a la vez. Es curioso que desde la religión se ha condenado y
constreñido tantas veces este componente de la sexualidad, cuando Dios mismo ensalza
el amor erótico en el Cantar de los Cantares, y Jesús predicó la tolerancia y el respeto
con todos, con los débiles y las prostitutas.
En resumen, los cuatro conceptos enamorarse, amar, emparejarse y hacer el amor,
se complementan, o al menos se deberían complementar en una sexualidad sana.
Cualquier separación provocará una situación esquizofrénica: amar a alguien y hacer el
amor con otra persona; emparejarse y dejar de hacer el amor; enamorarse repetidamente
sin llegar al amor ni a la pareja, etc. Estas situaciones, por desgracia frecuentes en el
mundo adulto, no pueden evitarse en el mundo adolescente, y es normal porque todavía
están madurando. Pero hay que educarles hacia una madurez que interiorice y viva en la
coherencia. Tienen que comprender que la sexualidad puede ser fuente de felicidad si se
vive de manera integrada, pero también fuente de conflictos si se vive desintegrada, o de
manera culpabilizadora. Y que la unión sexual no es la única forma de unión entre dos
personas que se aman.

CONOCER LA REALIDAD…

¿Cuál es la forma de abordar una de las cuestiones más polémicas en la educación


de los jóvenes? Nos estamos refiriendo a las relaciones sexuales con otra persona.
Siguiendo a López, F 3, lo primero es constatar los hechos de la actualidad, para no
perdernos en anacronismos. Hoy los adolescentes piensan que para mantener relaciones
sexuales lo importante es el mutuo acuerdo, que haya afecto (esto lo ponen como
condición sobre todo las chicas) y que todo se dé con espontaneidad. Frente a esto, los
padres y abuelos decían que debía mediar compromiso, enamoramiento y matrimonio,
además de que había que ir cumpliendo unas etapas rituales progresivas (noviazgo,
resistencia de la mujer, etc). Hay que tener en cuenta también que las diferencias de
actitudes y conductas entre chicos y chicas son cada vez menores, como se dijo en el
apartado precedente.
Otra realidad es la asunción de graves riesgos en tales prácticas, especialmente
entre los más jóvenes, que se traducen en alarmantes cifras de embarazos no deseados,
3
López Sánchez,Félix “La educación sexual de los hijos” Ediciones Pirámide, GRUPO ANAYA.
Madrid, 2005.
de prácticas abortivas y píldoras del día después, en ETS en general y en unas cifras de
SIDA de las mayores de Europa. Indagar sobre las causas de esto tiene un gran valor
para orientarnos en la forma de educar a los púberes y adolescentes en este campo. Las
causas posibles son:
-Los mensajes contradictorios de la sociedad: incitación al placer, al hedonismo y
al sexo desde muchos ámbitos (sobre todo los medios de comunicación). Pero por otro
lado niega la educación sexual y la evidencia de que los adolescentes tienen actividad
sexual.
-La propia idiosincrasia de la adolescencia, que se cree invulnerable a los riesgos y
a la enfermedad, y que concede más valor a la presión del grupo coetáneo que a lo que
dicen los adultos.
-La naturaleza de la pulsión sexual, que es un deseo fuerte de satisfacción
inmediata, frente a dudosos beneficios futuros.
-La práctica sexual a menudo se acompaña del consumo de drogas, en lugares y
momentos inadecuados y de forma imprevista.
-Por último hay causas personales, ya que cada cual lo vive de manera diferente y
asume distinto grado de riesgo.

Frente a todo esto, a modo de conclusión podemos apuntar algunas orientaciones


para abordar con los jóvenes el tema de las relaciones sexuales:

-Potenciar y generalizar la educación sexual en las escuelas, de manera holística4 y


adecuada a cada edad.
-De manera genérica, indicar a las familias que se rompa el silencio en estos temas
y les conciencie, sin miedo, sobre las prácticas de riesgo y el modo de evitarlas,
independientemente de cualquier consideración moral que les quieran hacer.
-Reconocer las diferentes biografías sexuales sin pretender ajustarlas a “lo
normal”.
-Hacer que conozcan, se conciencien y sepan actuar frente a los riesgos.
-Informarles de los centros de asesoramiento y asistencia en temas de sexualidad
de su localidad.
-Educarles para que sepan aceptar su propia historia, su cuerpo, para que sepan
decir “no” a situaciones o prácticas que no deseen, a las drogas, a las situaciones de
sexo inseguro, etc.
-Ofrecer una visión positiva y holística de la sexualidad, en cualquier momento en
que se aborde individualmente con los jóvenes.

LA ETICA SEXUAL COMO ÉTICA VITAL

Según lo anterior, es muy importante transmitir a los jóvenes que los principios
que rigen las relaciones generales entre las personas son aplicables a las sexuales. Así
aparecen la honestidad y sinceridad; el respeto a la libertad del otro, a su intimidad o a
sus valores; la fidelidad y el compromiso; etc.
La educación sexual pasa por la visión integral de la persona, y la intolerancia, la
explotación del otro, el obviar los problemas de los demás, van contra la dignidad de la
persona, incluida su dimensión sexual. La relación de los sexos se da en la calle, en la
4
Cursos de Monitores de E. Sexual I y II de Cosme Puerto, Valencia 2005
escuela, en el trabajo, el la política y en el ocio. Por ello en todas las situaciones reales
se ha de promover la igualdad de los sexos, el respeto mutuo. Aunque los fundamentos
de la sexualidad son siempre los mismos, el cuerpo, los instintos, la pasión… en cada
sociedad, en cada cultura y en cada momento histórico dentro de una misma sociedad,
estos se conjugan de manera diferente y las crisis son constantes. Y además cada
persona y cada pareja la vive de manera diferente.
En conclusión, y siguiendo a Benetti (op. cit), las normas y la ética sexual son las
mismas que rigen cualquier acto de relación humana, y por ello, como toda actividad
humana, es susceptible de aprendizaje. Pero para esto hay que desdramatizar los fallos,
los fracasos y los errores, dándoles su justa importancia y permitiendo cauces de
mejora. Y el contextualizar la educación sexual, tener una gran amplitud de miras, sin
trivializar ni condenar el mundo adolescente, es básico para abrir buenos cauces de
comunicación con los jóvenes.

La sexualidad es una realidad que abarca todos los ámbitos de la persona y


repercute en todas las manifestaciones de la vida personal. Comprende distintas áreas,
instancias o ámbitos, que siempre están presentes, en una u otra medida. La no
integración de alguno de estos aspectos puede dificultar la vivencia plena y gozosa de la
propia sexualidad:
-higiénico-sanitaria, comprende los aspectos que se deben considerar para una
sexualidad saludable desde un punto de vista médico: prevención de enfermedades,
cuidados del cuerpo que afecten a la sexualidad, conocer las patologías, etc.
-Somática: anatomía y fisiología, genética, aspectos relacionados con la
reproducción, genitalidad, endocrinología, etc.
-Psicológica, todo lo anterior está regulado por áreas superiores del cerebro que
condicionan el comportamiento, el placer, lo que es erótico, etc.
-Afectiva, la sexualidad humana no puede entenderse sin considerar el cariño, el
amor y los afectos.
-Social y cultural, porque la forma de vivir la sexualidad y la diferencia sexual
varía mucho según el contexto sociocultural, la época, etc.
-Ética, la sexualidad se vive desde unos valores y para unos valores. La presencia
de normas es inherente al concepto histórico de sexualidad.
-Religiosa, abre la sexualidad a la trascendencia, la sitúa en el contexto de la
propia creencia y según esto, toma un sentido concreto en la vida del creyente. Se ha
confundido a menudo con un listado de normas, acompañado de tabúes y
contradicciones con la evidencia científica.

Una cuestión importante, pues, que hemos de tener muy en cuenta es que la
sexualidad es mucho más que genitalidad y reproducción. Aunque no se puede negar la
importancia del área somática, la sexualidad es algo inherente a la persona y por tanto
abarca todas las áreas citadas y la tienen todos los individuos a todas las edades y en
toda circunstancia. Pero la sexualidad en pareja es además:
-Forma de comunicación
-Es forma de placer (lo que no significa hacer del orgasmo la meta)
-Es el juego erótico que se puede dar
-Es afectividad y amor
-Es ternura gratuita y apertura al otro: “la caricia es la mejor terapia”
-Es diálogo y apertura al otro
-Es unitiva, entrega y superadora de la soledad
-Es erotismo, atracción y deseo.
Por todo ello lo básico es transmitir por todos los medios que lo importante en la
sexualidad (y también con la autosexualidad) es sentirse bien y ser feliz, potenciando
todos los aspectos positivos que mencionamos, con autoestima y autoconfianza.

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