Professional Documents
Culture Documents
Esta es una de las preguntas que muchos educadores, profesores y padres temen.
Como apunta S. Benetti, no nacemos sabiendo ejercer nuestra sexualidad (ni casi
ninguna otra capacidad o habilidad), por ello todo es educable y susceptible de
aprendizaje.
Se teme que la enseñanza induzca o provoque a los jóvenes a poner en práctica lo
aprendido “antes de hora”. Pero sí que se dan toda una serie de prohibiciones y normas
específicas, porque se considera la sexualidad aparte de todo lo demás susceptible de ser
aprendido. Esta forma de plantearla no permite el error, o el ensayo, solo la valoración
bajo criterios autoritarios: es malo, es pecado o provoca enfermedades (Benetti, S1 ).
Por otra parte, aprender es un proceso complejo, vinculado al entorno, a la
sociedad y a las ideas preconcebidas que ésta trasmite y mantiene. En realidad, estamos
siendo bombardeados con actitudes y valoraciones de la sexualidad desde que nacemos:
los padres y familiares del neonato tratan de forma diferente al niño y a la niña, en el
tono de la voz, en el vestido, en los juguetes, etc. A lo largo de la infancia, estas
diferencias se van incrementando: se suele hablar más de sentimientos y emociones a
las niñas, se educa a los niños para que inhiban estas emociones… se les presupone
unos roles específicos de su género sexual…Y en el tema directamente de la sexualidad,
especialmente en sus facetas de comunicación, placer, autoerotismo, juego, deseo, etc,
se educa sobre todo a base de silencios y omisiones, desde el prisma de la cultura
imperante. Veamos brevemente estos prismas, que conllevan diferentes interpretaciones
negativas de la sexualidad:
Según Puerto, C y Priego, T2, existen interpretaciones negativas y positivas de la
sexualidad. Entre las negativas encontramos por ejemplo:
La sexualidad como tabú: se convierte en un tema que no se explica, no se
comenta, ”eso no se dice, no se hace , no se toca”. Se convierte así en un
misterio que crea actitudes de defensa y rechazo, y en consecuencia
obsesiones e ignorancia.
1
Benetti, S “ Sexualidad creativa: Para vivir y gozar que ya es bastante” Ed. San Pablo, Argentina,1994
2
Priego, T y Puerto, C “ Comprender la sexualidad”, Ed. San Pablo, 1995
La sexualidad como pecado, tan extendida aún hoy en nuestra sociedad,
que la consideran un mal necesario en el varón, porque en la mujer
prácticamente solo se da en función de aquel.
Como se la ve fuente de numerosos males, sólo tiene sentido para la
procreación y la mejor formación sexual es la ignorancia.
La sexualidad puritana plantea la libertad sexual mientras no se dé el
escándalo, de manera que el único control de las conductas es el respeto
humano. Se carece así de una moral auténtica y de criterios
fundamentados.
La sexualidad represiva nace como fruto de las anteriores, a cargo del
poder establecido, por la necesidad de contener las conductas. No
olvidemos el ejemplo reciente de nuestro país y particularmente con la
homosexualidad. Hoy, esta educación basada en la presión externa, debe
de ir dando paso a otra basada en la libertad y responsabilidad
individuales, con respeto a la dignidad humana.
Por último la sexualidad nihilista, que se ve con pesimismo y como algo
imposible de vivir como valor equilibrado y sano.
CONOCER LA REALIDAD…
Según lo anterior, es muy importante transmitir a los jóvenes que los principios
que rigen las relaciones generales entre las personas son aplicables a las sexuales. Así
aparecen la honestidad y sinceridad; el respeto a la libertad del otro, a su intimidad o a
sus valores; la fidelidad y el compromiso; etc.
La educación sexual pasa por la visión integral de la persona, y la intolerancia, la
explotación del otro, el obviar los problemas de los demás, van contra la dignidad de la
persona, incluida su dimensión sexual. La relación de los sexos se da en la calle, en la
4
Cursos de Monitores de E. Sexual I y II de Cosme Puerto, Valencia 2005
escuela, en el trabajo, el la política y en el ocio. Por ello en todas las situaciones reales
se ha de promover la igualdad de los sexos, el respeto mutuo. Aunque los fundamentos
de la sexualidad son siempre los mismos, el cuerpo, los instintos, la pasión… en cada
sociedad, en cada cultura y en cada momento histórico dentro de una misma sociedad,
estos se conjugan de manera diferente y las crisis son constantes. Y además cada
persona y cada pareja la vive de manera diferente.
En conclusión, y siguiendo a Benetti (op. cit), las normas y la ética sexual son las
mismas que rigen cualquier acto de relación humana, y por ello, como toda actividad
humana, es susceptible de aprendizaje. Pero para esto hay que desdramatizar los fallos,
los fracasos y los errores, dándoles su justa importancia y permitiendo cauces de
mejora. Y el contextualizar la educación sexual, tener una gran amplitud de miras, sin
trivializar ni condenar el mundo adolescente, es básico para abrir buenos cauces de
comunicación con los jóvenes.
Una cuestión importante, pues, que hemos de tener muy en cuenta es que la
sexualidad es mucho más que genitalidad y reproducción. Aunque no se puede negar la
importancia del área somática, la sexualidad es algo inherente a la persona y por tanto
abarca todas las áreas citadas y la tienen todos los individuos a todas las edades y en
toda circunstancia. Pero la sexualidad en pareja es además:
-Forma de comunicación
-Es forma de placer (lo que no significa hacer del orgasmo la meta)
-Es el juego erótico que se puede dar
-Es afectividad y amor
-Es ternura gratuita y apertura al otro: “la caricia es la mejor terapia”
-Es diálogo y apertura al otro
-Es unitiva, entrega y superadora de la soledad
-Es erotismo, atracción y deseo.
Por todo ello lo básico es transmitir por todos los medios que lo importante en la
sexualidad (y también con la autosexualidad) es sentirse bien y ser feliz, potenciando
todos los aspectos positivos que mencionamos, con autoestima y autoconfianza.