de la noche, un recuerdo, un anhelo en forma de brisa, esquirlas de desesperacin buscando las causas de la razn.
Est la vida en quietud
como levitando, suspendida, arqueada levemente al silencio y el slo hecho de poder despertar, hacer girar el mundo, invita a mi cuerpo a la pereza por respeto.
Sera como una herida cruel
cualquier movimiento, slo el pensamiento parece resistir lo que por otro lado
sera encanto sutil.
Perfeccionar no se puede la dicha del tiempo detenido. Imposible estar ms cercano al ser, al verdadero ser, cuando la tromba de luces, hojas, races, frutos, maderas y cristal, inundan los ojos cerrados y se acenta la memoria.
Desde dentro noto cmo las arrugas
se estancan, forman una masa duradera, la consistencia se ceba en las comisuras de mis labios, el brillo de las pupilas se refleja terco en cristales de luz inmvil. La tarde se ha echado sobre el campo y la ciudad. Respiran los pjaros fuera, en un mundo distinto y diverso.
He sobrevolado con el tiempo
sin reloj, dejando que la vida me dibuje y plasme en mi corazn lo que la vida me depara, he soltado las riendas, he cedido
al espacio, al cielo, a las horas
lo que era de mi incumbencia, o me lo pareca. Y me ha parecido ver una luz inusual al acercarse la noche.
Y puede que fuera la misma
luz de todos los veranos pero haba cambiado.
Despus de muchos aos de lucha
sin victoria, ahora, entiendo el final de la historia, mi memoria, este transcurrir: no haba nada que aprender que no estuviera en mi corazn.