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David V.

Durn
25 de junio de 2011
El canto sereno de la lluvia, su abrazo disuelto entre la tierra, la sombra
universal que descansa ya del sol y de las horas, las aves integradas
nuevamente al tronco de cada rbol como el corazn al cuerpo donde habita...
Cada cosa que canta de da, hoy, a esta hora de la vida, se guarda, se abraza,
entra en el silencio como palabra que entreg su carga de verdad y de belleza
y se apaga.

Cierra los ojos, los oidos, la piel, el alma. Cierra la memoria y el corazn,
tapona tu boca, inunda tu respiracin con el silencio que fluye de la huida,
escapa, deja atrs tu casa, tus amigos, tu forma de ser, de hacer. Recorta de la
luz tu perfil, disuelve tu sombra, que todo sea noche; desde la cima en que
naufragan las estrellas, hasta el da en que el tiempo se alej de nuestra casa.
Guarda cada palabras en caracolas, en cntaros sin fondo, en garabatos
desafiantes de toda caligrafa, extiende el vaco de cada pgina a cada hora, a
cada dia; siembre de ausencia tu equipaje, las estaciones de trasbordo, las
terminales y los autos; devuelvele a la calle el sinsentido de su vaco Deja
atrs cuanto conociste, cuanto amaste, cuanto sufriste; borra en un respiro
todo cuanto cambi tu alma y tu vida; como si no hubiera pasado nada,
considera que no fueron sino sueos los dias y cada instante que te ilumin por
dentro la mirada..Y ven aqu, conmigo, ahora que he vuelto, ahora que soy
quien cierra los ojos.

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