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Dios y el Diablo. ¿Por quién te dejarías tentar?

Es curioso, ya sea en la ficción, en el imaginario colecctivo o en la tradición


judeocristiana, el Diablo siempre usa de las artes de la razón para reclutar a s
us seguidores, mientras que Dios es más de fe ciega y de obediencia sin comprens
ión (entiéndase la comprensión como elementos abarcados por la razón, nada que v
er con la compasión).
Hemos visto, leido observado o escuchado en miles de obras como Satanás se acerc
aba al inocente usuario del libre albedrío para tentarle desde la razón construy
endo un discurso en tres actos de la manera más canónica. Un planteamiento donde
describía a su oyente, su entorno, sus variables y constantes. Un segundo acto
donde barajaba las variables y constantes construyendo varios predicados que dej
aban al afectado en una disyuntiva y un tercer acto donde llegaba a un razonamie
nto que, invariablemente, empujaban al tentado a realizar un acto que beneficiab
ara a Satán y corrompiera su alma. El diablo, también invariablemente, engañaba
a su víctima y le dejaba sin lo prometido, lo que daba lugar a la moraleja de la
narración. Una moraleja tramposa narrativamente hablando porque necesitaba de l
a mentira final del anticristo para mantener a flote el sentido moral, lo que ve
nía a ser un deux ex machina tan chapucero como el resolver el final de un relat
o lleno de contradicciones y vericuetos argumentales fallidos haciéndonos ver qu
e lo que vive el protagonista es, en realidad, un sueño o (homenajeando a los co
mics de supers) una realidad alternativa.
El poder argumentativo de Dios siempre ha sido cero. Dios es un axioma (sin nada
que ver con las matemáticas) a seguir. El final del camino está claro: la salva
ción final, pero una salvación que se pospone a un estado imposible de demostrar
empíricamente. De nuevo el protagonista debe confiar ciegamente en Dios incluso
para la recompensa final. Es el camino del ciego, del obediente, del que ignora
las necesidades de la razón en pos de un poder supremo. Sin embargo en los rela
tos las ovejas de Dios siempre obtienen unos beneficios por su actitud. Ya sea e
n unos efectos inmediatos (el ciego que recupera la vista, el enfermo que se cur
a ); a medio plazo (obtiene su recompensa mediante poderes excepcionales que le ay
udan a vencer una gran amenaza, recuperar su familia o conducir a su pueblo haci
a la salvación), o a largo plazo (es reconocido como mito e inspiración para la
sociedad, él y su familia obtiene un gran poder que es administrado con una mora
l recta o se convierte en un ser venerado capaz de romper los hilos de larazón c
on actos milagrosos). Sea como sea el protagonista de la narración es convertido
en un icono publicitario del hermético plan divino.
Al fin y al cabo el libre albedrío no se respeta en ningún caso. El Diablo tient
a mediante el deseo como planteamiento, el razonamiento como nudo y la felicidad
como consecuencia o climax que es roto en un deux ex machina por su maldad inna
ta representada en el engaño, pero el libre albedrío sólo es roto con el reforza
miento positivo (la promesa de una recompensa), no ha lugar al castigo puesto qu
e el Diablo engaña, no castiga. Dios hace sus seguidores mediante la necesidad c
omo planteamiento, la mágia como nudo y la felicidad como consecuencia. Lo que h
ace trampa hacia el libre albedrío en el camino de Dios es el reforzamiento posi
tivo-negativo unido al castigo, triple impedimento. Si no sigues a Dios perderás
el beneplácito social, pero en ningún caso por un acto directo de Dios, simplem
ete la sociedad te dará la espalda (reforzamiento negativo) o serás castigado po
r Dios (morirán seres queridos, tus bienes desaparecerán, enfermarás o sufrirás
desgracias naturales), sin embargo si lo sigues disfrutarás del calor de tu pueb
lo, sanarás, tendrás recursos y serás feliz (reforzamiento positivo).
Vaya, tres a uno, no podemos decir que Dios esté jugando limpiamente, pero esper
a, Dios aún consrva un as en la manga por si todo falla: la redención, un reforz
amiento positivo para arañar más seguidores al Diablo. El camión escoba que hace
de enmienda a su sistema de leyes. ¿Libre albedrío?.
Resumiendo: el Diablo no es un dios, es una suerte de semidios que entra a los h
umanos por la razón y los abandona por el engaño, ambos actos propios de la ment
e, sin embargo no tiene entidad propia sino que es consecuencia de Dios y su imp
acto sólo existe como refuerzo negativo de Dios. Dios crea fileles dilatando, es
trujando y rompiendo finalmente el concepto de libre albedrío, porque Dios en de
finitiva no es un dios, es un sistema educativo.

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