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CONTENIDO Número 9

Editorial
Junio - Julio de 1999
Enseñar a aprender

La esencia educadora de la Universidad

Liderazgo, educación y valores


El liderazgo auténtico

Mensaje de dos maestros universitarios a la juventud

Utilidad del saber filosófico

Perspectiva de las técnicas de enseñanza con trabajo


en grupo

Sofismas y más sofismas

¡Bolsa de valores!

Para leer y guardar


PORTADA:
La oración de un genial matemático Fragmento. El Veronés: Jesús entre los doctores
(Museo del Prado)
Los grandes educadores en la historia
Cardenal Mercier, educador y psicólogo

Decálogo pedagógico
EDITORIAL

Enseñar a aprender
Por: Flavio Mota Enciso

APRENDER Y CONOCER SON CONCEPTOS que se traslapan


y usualmente se confunden. Están íntimamente
relacionados y se implican mutuamente, pero
también tienen diferencias, sobre todo, de
comprensión y de grado.

Aprender tiene un significado más amplio que


el conocer. Podemos aprender muchas cosas, pero
nada nos garantiza que lo aprendido sea
verdadero. El conocer implica tener la certeza de
lo aprendido. “El aprendizaje tiene una amplitud
mayor que el conocer. Podemos aprender muchas
cosas falsas o verdaderas. Pero sólo conoceremos
realmente algo cuando sabemos que no es falso.
Aprender, entonces, en su sentido más cumplido,
es un ‘llegar a saber’.” (Garibay, 1975: 11).

El Dr. Garibay (1975: 11-14) en su primera


lección del ciclo 74-75, establece con toda claridad
las diferencias y semejanzas entre ambos conceptos. Propone dos categorías de aprendizaje enlazadas
jerárquicamente: a) el aprendizaje débil, que a su vez incluye tres etapas: la primera corresponde a la
memoria, se puede recordar lo aprendido; la segunda se refiere a la comprensión, se entiende lo
aprendido; en la tercera etapa se genera una adición a lo aprendido, se cree en lo aprendido, y b) el
aprendizaje fuerte, con otras dos etapas: la cuarta, en la cual se tiene conciencia de que lo aprendido
es verdad, y en la quinta etapa, el alumno tiene evidencia de que lo aprendido es verdad.

Aunque, desde una perspectiva amplia existe aprendizaje en cualquiera de los niveles enunciados,
desde un punto de vista educativo debería considerarse como fundamental el aprendizaje fuerte. “La
enseñanza debería tener un interés principal en el aprendizaje fuerte, y una conciencia clara de su
fracaso cuando no lo tiene”.

El aprendizaje requiere de una secuencia lógica y necesaria. No se puede acceder al aprendizaje


fuerte si no es a través del débil. No se puede tener certeza y evidencia de un contenido educativo si
antes no se retiene, se comprende y se acepta.
El aprendizaje débil, como objeto de estudio, es más propio del psicólogo, mientras que el aprendizaje
fuerte lo es del filósofo. “La intervención de ambos grupos es indispensable, así como la armoniosa
distribución de su influencia. El predominio excesivo de la filosofía puede afectar el esfuerzo empírico
necesario para lograr el aprendizaje ‘débil’. Pero la dependencia exagerada de la psicología impedirá
la realización del aprendizaje ‘fuerte’ y esto, en la actualidad, parece ser la amenaza más real a la
práctica educativa”.

El aprendizaje, abordado desde la perspectiva de la educación formal, debiera constituirse no sólo


por la adquisición de un nuevo conocimiento o habilidad, sino fundamentalmente por la certeza de
que lo aprendido es cierto. En este sentido aprender es conocer.

EL PAPEL DEL ALUMNO EN EL APRENDIZAJE

La función del estudiante, dentro del proceso educativo, es aprender. Por lo tanto, la tarea más
importante del alumno será comprometerse y resposabilizarse de su propio aprendizaje. Según lo
visto anteriormente, el aprendizaje (sobre todo el “fuerte”) no puede darse sin la participación activa,
consciente y libre del alumno. Y es que el acto educativo carecería de sentido si al final de cuentas el
alumno no aprende o lo hace mal.

Como condición para aprender eficientemente, compete también al alumno la responsabilidad de


desarrollar hábitos de estudio eficientes que le permitan optimizar su esfuerzo y obtener más provecho
del proceso educativo. Otra importante tarea, que requiere de un esfuerzo constante y del desarrollo
de una autodisciplina, consiste en realizar todas las actividades de repaso y reforzamiento, para
asegurar su retención, ampliar e integrar lo aprendido y, así, evitar que se olvide.

En el área de los procesos, requiere además el estudiante, desarrollar habilidades para investigar,
analizar, evaluar y seleccionar la información necesaria para su aprendizaje, así como perfeccionar
sus facultades intelectuales del tal forma que desarrolle habilidades para pensar lógica, crítica y
creativamente.

En cuanto a las actitudes el alumno necesita comprometerse con su propio aprendizaje, comprender
el valor del estudio, interesarse en lo que aprende, buscar el sentido y la finalidad de su educación.

ENSEÑAR Y APRENDER

La enseñanza y el aprendizaje no son procesos antagónicos, sino complementarios. Algunas posturas


en el terreno de lo pedagógico insisten en presentar a la enseñanza y el aprendizaje como dos procesos
fundamentalmente antagónicos. Enseñar se asocia con actitudes de imposición, autoritarismo, con lo
tradicional o antiguo; mientras que el aprender se relaciona con lo democrático, el respeto de la libertad
en el alumno y lo nuevo o moderno. Si esto se pudiera representar gráficamente, en forma de un
continuum, en uno de los extremos encontraríamos a la enseñanza y en el otro al aprendizaje. Suponen
también que la acentuación del proceso educativo, en alguno de los extremos, necesariamente implica
el demérito del otro; es decir, a mayor acentuación del proceso educativo en la enseñanza, correpondería
un descuido, rechazo o subvaloración del aprendizaje.

De principio, esto es una postura equivocada. La enseñanza y el aprendizaje no sólo no son


antogónicos, sino que son complementarios e indispensables en toda acción educativa, y el énfasis en
uno de estos elementos no presupone el demérito del otro, sino simplemente una forma de abordar el
proceso educativo. Si se investiga y se proponen mejoras a los métodos de enseñanza, esto
inevitablemente acarreará también mejoras al aprendizaje del alumno. Por otra parte si se profundiza
en el proceso de aprendizaje y se desarrollan nuevas técnicas para hacerlo más eficiente, también
resulta benéfico, puesto que se facilita la enseñanza. Entonces enseñanza y aprendizaje no deben
representarse en el continuum como dos puntos antagónicos, se tendrían que representar más bien
como dos líneas paralelas que ascienden a un mismo fin.

El aprendizaje por sí solo no satisface los requerimientos educativos.

El aprendizaje no puede ser suficiente para explicar el proceso educativo, porque, como se discutió
anteriormente, podemos aprender muchas cosas independientemente de su bondad o veracidad. El
marco de la educación formal contiene, a través de la enseñanza y del maestro, la guía y orientación
para que el alumno aprenda y adquiera bienes y valores valiosos y útiles.

Enseñar y aprender, funciones distintas pero complementarias. Es difícil precisar si alguno de los
elementos debiera estar subordinado a otro. Por una parte el aprendizaje del alumno expresa la
finalidad educativa, mientras que la tarea de la enseñanza y del maestro se pueden sintetizar en la
planeación y conducción del aprendizaje. Quizá la forma más apropiada de explicar esta relación no
deba ser en términos de subordinación, sino más bien como funciones diferentes, necesarias y
complementarias.
Foto: Yéssica Velasco.
FILOSOFÍA

La esencia educadora
de la Universidad
Centro de Estudios Humanísticos

LA SOCIEDAD MODERNA NECESITA ESPECIALISTAS, técnicos y expertos; pero no menos necesita hombres; y sobre todo,
necesita que en los mismos individuos se den a la vez la preparación especializada que exige el avance técnico del
mundo y la plenitud humana que requiere la permanencia de la civilización. El humanismo sin la técnica diluiría la
civilización, y la técnica sin el humanismo acabaría destruyendo la civilización. El mundo no puede volver sobre sus
pasos: promover hoy un humanismo destecnificado significaría trabajar para la atrofia del hombre aun en cuanto
hombre y configuraría una actitud perezosa y cobarde; pero el mundo tampoco puede borrar sus pasos; la actual
tecnificación del mundo no es una condena a la deshumanización, sino un desafío al hombre para que se realice aún
más plenamente como hombre, no por la renuncia a la técnica sino por una más vigorosa humanización.
Una universidad moderna, proyectada hacia el futuro, abierta al presente y enraizada en el
mejor pasado, no solamente no debe divorciar las formaciones técnica y humana, sino que debe
unirlas y entrelazarlas en una mutua relación axiológicamente determinada, a la vez por la
filosofía del hombre y por los imperativos del tiempo. Sólo de esta manera podrá una universidad La misión
cumplir su función eterna y responder al desafío de la historia. de la
universidad,
Pero lo eterno precede a lo histórico y lo humano a lo técnico. Una universidad de hoy, como
Universidad de siempre, sin perjuicio de continuar a través de sus facultades y escuelas la tarea
consiste en
formadora de especialistas requeridos por el tiempo, debe consolidar principalmente su misión formar al
propiamente universitaria que consiste en formar al hombre, y, fundamentalmente, al hombre hombre
medular, que es el hombre de inteligencia universal. He aquí pues, la tarea primaria de la medular,
Universidad y su problema esencial como ente educador: formar al universitario.
que es el
Para la comprensión de lo cual conviene remontar el pensamiento al origen primero de la hombre de
educabilidad humana. A diferencia de los espíritus puros y de los cuerpos inertes, el hombre es inteligencia
un ser que reclama educación. En su misma condición humana está la necesidad de cumplir un
universal.
proceso racional que lo lleve del estado de virtualidad a un estado de plenitud de ser. Este estado
de plenitud es la perfección humana, y el proceso es la educación.

Pero el ser del hombre es complejo, y así resulta que la perfección humana es también un
ideal múltiple, si bien, como toda multiplicidad, se resuelve en unidad.

La complicación primera que patentiza el complejo humano es que el hombre no es sólo él, sino que en alguna
manera es él y también su circunstancia. Por consiguiente hay en el hombre una perfección intrínseca que es la
plenitud del ser del hombre mismo, en cuya virtud el hombre es todo lo que debe ser, y una perfección extrínseca,
que es la cabal adecuación de la circunstancia a la exigencia intrínseca y en virtud de la cual el hombre tiene todo lo
que necesita tener. Por contraste se comprende que un hombre mutilado es intrínsecamente imperfecto, mientras
extrínsecamente imperfecto es el que no tiene techo bajo el qué cobijarse o ropas con qué cubrirse.

A su turno, en la unidad de la perfección intrínseca del hombre los dos coelementos básicos de la constitución
humana son el espíritu y el cuerpo, y cada uno se orienta a una perfección propia claramente distinguible de la del
otro, siendo ambas conjugables en la unidad humana integral; lo que si bien resulta harto difícil como construcción de
conducta es como ideal de aspiración más honda y constante de los humanos, según se ve en todas las grandes
filosofías.

La perfección del cuerpo, a su vez, se abre en dos planos, el de las formas y el de las funciones, donde la
perfección formal es la belleza, que resulta de la proporción de los atributos mensurables, y la perfección funcional
es el desenvolvimiento normal de las actividades orgánicas que constituye la salud.

Por su lado, la perfección del espíritu se despliega, también, en dos líneas fundamentales, la moral y la intelectual:
la virtud y el saber.

En la concepción humana y religiosa que es típica de Occidente -y que es preciso tener en cuenta como situación
de hecho- la perfección moral tiene dos niveles claramente distintos: el natural, que resulta del esfuerzo del hombre,
y el sobrenatural, que se presenta como gracia otorgada al hombre por Dios. Desde los griegos. Que propusieron el
primer sistema científicamente ordenado de las ideas morales, el cuadro total de las perfecciones éticas naturales
del hombre se resuelve en las virtudes llamadas cardinales. Esto es, la justicia en las relaciones humanas, el valor
ante la adversidad que se soporta o se vence, y la moderación racional en el uso de las cosas. Por su parte, el
sistema moral de origen divino ha sido desarrollado por los doctores de las distintas inspiraciones bíblicas, hasta
asentarlo sobre dos grandes virtudes llamadas teologales, la caridad y la esperanza, a las que suelen sumar los
denominados dones especiales del Espíritu: la veneración, la fortaleza y la reverencia.

La perfección intelectual se desdobla igualmente en los dos grandes planos propios de nuestra cultura empapada
en humanismo occidental y de revelación cristiana, cada uno de los cuales abraza dos áreas específicas: la especulativa
y la práctica.

Ya desde la antigüedad, la fe es la virtud sobrenatural por excelencia en el orden del conocimiento, a la que los
doctores suman los dones de sabiduría de entendimiento y de ciencia para el conocer puro, y el don de consejo para
las funciones prácticas del pensamiento. En el orden natural, la máxima virtud práctica de la inteligencia es la
prudencia en la conducta y el arte y las técnicas en el hacer; mientras el saber es su perfección especulativa.

Pero el poder especulativo natural de la inteligencia se proyecta, a su vez, sobre dos ámbitos distintos: el total,
según la urgencia nativa con que el hombre aspira a subjetivizar por el conocimiento el todo del ser; y el parcial, por
fuerza de la necesidad o el gusto que el hombre siente de captar el detalle y saborearlo. El buceo reflexivo en el
ámbito del detalle desemboca en el saber profesional, que es la perfección especial de la razón pura, y la proyección
contemplativa de la inteligencia hasta los horizontes del todo concibiendo y alumbrando su perfección general, que
es el saber universal.

Finalmente, la inteligencia pura, tanto especial como universal, abraza dos aspectos complementarios; por una
parte, el saber como verdad objetiva, captada, pasivamente por la inteligencia más o menos memorizante, donde el
acento va sobre el contenido del conocimiento, fijado en la razón como algo postizo e impersonal, despojado de vida
y estereotipado en fórmulas, y, por otra, el saber como poder mental para la aprehensión activa de la verdad, donde
el acento va sobre el conocimiento del contenido como operación del espíritu para la transformación de la verdad en
algo propio y personalizado, viviente con la vida de la inteligencia poseedora.

El saber especial objetivo es el sistema de los contenidos inteligibles propios de cada ciencia,
y en él consiste la perfección especial de la inteligencia como almacén de conocimientos; en
tanto el saber especial operativo es la aptitud mental propia, que capacita a la razón para
adquirir y manejar los conocimientos de esa ciencia, y en ella consiste la perfección especial de
La esencia la inteligencia como poder de conocimiento.
de la
pedagogía Por su parte, el saber universal objetivo es el cosmos de la verdad total, y en él consiste la
perfección general del intelecto como depósito de ciencia; mientras la sabiduría como fuerza
universitaria mental es la capacidad para pensarlo todo y como un todo; y ésta es la universalidad intelectual
es la en la que consiste la realización general de la razón como energía.
formación
El hombre ideal, pues, es el hombre sano y proporcionado, virtuoso e inteligente. El hombre
de la
integralmente ideal abarca estas cuatro perfecciones fundamentales; pero el hombre
inteligencia básicamente ideal es el hombre inteligente, por cuanto la facultad específica de la condición
en cuanto humana es la inteligencia. La esencia, pues, de la Universidad como educadora del hombre es
esta es el cultivo de la inteligencia, y la esencia del universitario es la capacidad intelectual, por la que
debe distinguirse como el atleta se distingue por la fuerza y la destreza, y el santo por la virtud.
determinante
de la Habiendo quedado así establecido que la perfección intelectual es la esencia universitaria,
esencia intentemos ahora determinar la esencia de la misma perfección intelectual. En orden a lo cual
humana. corresponde señalar primeramente cuál de las perfecciones ya mencionadas es la esencia de
la perfección del pensamiento, porque sólo una de ellas es la raíz y fundamento de su perfección
integral.
Para detectar esta raíz y cimiento, debemos advertir ante todo que siendo la perfección de la inteligencia natural
y sobrenatural, la educación universitaria esencial, sin cerrarse a la segunda, debe consistir en la primera.

En efecto, la esencia de la pedagogía universitaria es la formación de la inteligencia en cuanto ésta es determinante


de la esencia humana. Mas la inteligencia no determina la condición humana esencial según puede conocer por vía
de revelación divina, sino en cuanto es capaz de conocer por su aptitud natural, pues de ser el conocimiento por
revelación el determinante humano del hombre, no serían hombres los que no tienen este conocimiento, lo que
evidentemente es absurdo. El conocimiento, por revelación, sea fiducial o visiva, perfecciona y culmina el conocimiento
natural, pero no es específicamente del hombre.

Pero la perfección natural de la inteligencia a la que se encamina la esencia de la educación universitaria no es


la de las funciones prácticas, sólo de las especulativas por cuanto estas últimas constituyen la más elevada excelencia
del intelecto. Si bien la capacidad de transformar el mundo y dirigir la conducta por la inteligencia es más que la sola
inteligencia del mundo o de la moral, con todo, la capacidad práctica está necesariamente en dependencia del
conocer puro, de la manera como la corona supone la cabeza, aunque la cabeza coronada sea
más que la sola cabeza.

El hombre puede pensar sin obrar ni hacer, y es hombre; mas no puede obrar o hacer sin
pensar, y no reducirse con ello a condición de animal o máquina. La
Universidad
Sin perjuicio, pues, de cultivar subsidiariamente la razón práctica hacia finalidades útiles y
morales, la Universidad trabaja esencialmente en educar la inteligencia contemplativa para el
debe
pensamiento puro de la verdad. combatir la
estrechez del
En otras palabras, la razón práctica se define por la acción, y la especulativa por el pensamiento, especialismo,
pero lo que define al hombre no es la actividad -pues los animales y las máquinas también
realizan actividad, sino el pensamiento, puesto que ni animales ni máquinas, aunque actúen la
inteligentemente, tienen en ellos mismos la facultad de pensar, en tanto el hombre en sí mismo dispersión
posee la capacidad de pensamiento. Por consecuencia, la perfección esencial, específica y del
distintiva del hombre no se da en su acción ni en la razón práctica que la determina, sino en el
enciclope-
pensamiento puro y en la razón meditativa en que tiene su ámbito y asiento.
dismo y la
Pero la inteligencia pura se mueve en dos campos bien definidos, el global y el particular, en superficia-
cuanto puede abrirse a la totalidad el saber o ceñirse a un sector especial del mismo. lidad del
Ahora bien, es en el campo general donde la inteligencia adquiere la perfección que la
diletantismo.
Universidad debe darle de manera esencial. En efecto, tanto si se atiende al contenido del saber
como si se considera la aptitud para saber, es evidente que el conocimiento del todo es mejor que
el de una parte y que para tener capacidad para un saber total es mejor que tener aptitud para un
saber especializado. Así, en la guerra, más importa la estrategia del general que la puntería del tirador. No en la
especialización, pues, sino en la Universidad del saber radica la esencia de la educación mental.

Sin embargo, el saber universal no es abstracción de todo el conocimiento particular, como tampoco es suma de
todos los saberes especializados. No es mera suma de ciencias, porque la perfección esencial de la inteligencia no
consiste en el conocimiento de todas las verdades particulares, sino en el de la verdad como un todo, según que la
multiplicidad no es inteligible sin la unidad. Ni es abstracción del conocimiento particular sino prioridad de lo general,
porque si bien la inteligencia se perfecciona esencialmente en el conocimiento unificante del todo, el conocimiento
del todo no es perfecto sin algún conocimiento de sus partes: así sucede que en un principio conocemos el todo de
manera confusa sin percepción de las partes ni del núcleo, y éste es un saber universal imperfecto, más al fin
conocemos el todo de manera lúcida con clara
Foto: Yéssica Velasco.

percepción de las partes y del núcleo, y éste


es el universal perfecto que constituye la
esencia universitaria.

El saber universal es, pues, un saber


filosófico, mas no a la manera restringida y
con exceso de técnica en que la filosofía es
imaginada por quienes la manejan como una
profesión, sino al modo anchuroso y libre como
la vieron los enamorados de la sabiduría que
hicieron de ella su vocación más alta.

La inteligencia universal no es, entonces,


una ciencia enciclopédica ni especializada, sino
que es un conocimiento de la verdad a la vez
en su esencia y en sus partes, conjugadas en
la unidad del todo.

Pero la Universidad especulativa en la que


consiste la esencia de la perfección intelectual
tiene dos caras, la del conocimiento como
contenido y la del conocimiento como función,
y es en este último donde reside la esencia del
objetivo de una universidad.

Si el hombre naciera perfecto y cabal en


sus funciones, su inteligencia sería nativamente
perfecta y cabal, y la enseñanza no
comportaría educación de la facultad de
conocer sino únicamente instrucción, en orden
a la adquisición de conocimientos por vía de
una facultad naturalmente perfecta en su
capacidad específica.

Pero el hombre no nace perfecto y cabal en sus potencias; como el artista debe afinar su instrumento y el
artesano ajustar su herramienta, así el intelectual necesita educar su mente para el trabajo a que está destinada a fin
de aplicarlo al mismo con éxito, y así la inteligencia necesita no sólo informarse sino también formarse.

Ahora bien, como el agua vertida en un vaso sucio se enturbia y no sirve ya para beber, o como un mismo
alimento robustece en unos la salud y provoca en otros enfermedad, así una misma verdad objetiva resulta ininteligible
para unos, apenas memorizable para otros, es para otros claramente comprensible y para otros, en fin, se convierte
en trampolín hacia verdades nuevas; así, los espíritus estrechos empequeñecen las grandes verdades y las verdades
pequeñas se agigantan en los espíritus grandes, mientras las mentes luminosas sacan frutos aún del error y los
entendimientos oscuros se desnutren aún con la verdad.

Por consiguiente, si bien la perfección completa de la inteligencia se alcanza con la posesión de la verdad, su
perfección radical reside en la capacidad para poseerla. Porque un entendimiento ignorante es sólo un entendimiento
vacío; pero un entendimiento incapaz de entender, ni entendimiento es.
Foto: Yéssica Velasco.

En la historia del pensamiento filosófico de Grecia, el ciclo del apogeo se cierra con Aristóteles, maestro de los
que saben -como diría Dante- pero se abre con Sócrates, educador de los que comienzan, la Universidad es educadora
de juventudes, no de hombres hechos, por lo cual su tarea esencial debe ser más la formación del pensamiento que
la transmisión de la ciencia, teniendo presente que tras la labranza socrática el saber heleno fructificó en las abundancias
aristotélicas, pero después de Aristóteles el espíritu griego cayó en milenaria esterilidad, de la que aún no se ha
curado.

En la capacidad de saber, pues, como aptitud operativa de la inteligencia, más que en la posesión del saber mismo
como adquisición acumulativa de la razón, reside la perfección esencial primera del entendimiento humano, y por
tanto, la finalidad medular de la educación universitaria.

Y esto no sólo en la universidad como Universidad, sino también en cada una de las especialidades propias de las
diversas facultades y escuelas, pues mientras en aquella prioridad universitaria corresponde a los hábitos universales
del pensamiento, en las facultades la primacía corresponde a los hábitos específicos del modo propio de conocer y
pensar de cada ciencia.

Así, en la enseñanza de la política, el primado corresponde a la formación del sentido político más que a los
conocimientos de política, y en la enseñanza de la música, el primado corresponde al sentido musical más que a los
conocimientos de música.

Advirtamos, por fin, que esta prioridad de la formación sobre la adquisición es ontológica, pero no cronológica,
pues si bien es cierto que la adquisición de saber depende de la capacidad para pensar, no lo es menos que al mismo
tiempo adquirimos conocimientos y aplicamos a aquellos la inteligencia, con lo que se informa y se forma a la vez el
entendimiento.

Precisamente a la Universidad toca sistematizar esta identidad cronológica en beneficio de la prioridad ontológica,
descubriendo cuáles son las materias de estudio más aptas y los ejercicios mentales más efectivos para que,
aplicándose a aquellas, la inteligencia alcance por efectos, la universalidad funcional en que esencialmente consiste
su perfección básica.

Hemos visto hasta aquí que la perfección humana integral abarca la salud y belleza del cuerpo, y la virtud y la
inteligencia del espíritu; que la perfección humana esencial reside en la perfección intelectual, y que la esencia de la
perfección intelectual es la capacidad universal del pensamiento: queda, pues, claro, que siendo la perfección humana
el fin de la educación, y siendo la universidad una institución educativa, la esencia de la tarea universitaria es formar
la inteligencia universal. Nos resta ahora determinar los constitutivos intrínsecos de la universalidad intelectual.

Y son cuatro: la aptitud universal para la verdad según la extensión del campo abarcado por el conocimiento, que
llamaremos universalidad extensional; la aptitud universal para la verdad según la intensidad de penetración del
conocimiento, que llamaremos universalidad intensiva; la aptitud universal para la verdad según el plano de abstracción
del pensamiento, que llamaremos universalidad abstractiva; y la aptitud universal para la verdad según el modo de
conocer, que llamaremos universalidad moral.

A. La universalidad extensional, a su vez, comprende tres hábitos fundamentales: el sentido panorámico, que es
disposición de la mente para abordar su objeto con perspectiva global, el sentido analítico, que es aptitud de la mente
para detenerse en la observación de las partes; y el sentido esencial, que es capacidad para indagar lo medular y lo
común.

Todos conocemos la figura clásica del cedro en medio del campo: grandes raíces, grueso tronco, ancha ramazón
y tupido follaje, sobre la delgada línea del horizonte bajo el azul del cielo, he aquí la visión panorámica.

Pero también podemos demorarnos en la observación minuciosa de alguna o de cada una de las partes, y
detenernos a contar el número de las ramas, a observar el matiz propio del color de las hojas, la forma de su
estructura, o los nombres amorosamente grabados sobre su corteza. Esto es el sentido analítico.

Después podemos abocarnos a la búsqueda de la esencia vital de la planta, hasta descubrir la savia, he aquí el
sentido esencial.

Por fin, volvemos sobre nuestros pasos y contemplamos de nuevo el conjunto, pero no ya, como un algo difuso
sino como un todo lúcido y orgánico, con clara percepción de partes y esencia en la unidad sintética del todo, y en
esto consiste formalmente la universalidad extensional de la inteligencia.

La historia del pensamiento humano nos ofrece magníficos ejemplos de estas tres virtudes intelectuales. Del
sentido panorámico es uno de los más elevados la síntesis que del dogma cristiano hace San Juan en el comienzo de
su Evangelio, al que la liturgia católica, por muchos siglos consagró como breviario final del rito de la misa.

Carecen, en cambio, de estas aptitudes, las mentes angostas, que se apasionan por el detalle y desconocen el
conjunto; los entendimientos difusos, que tienen siempre una idea general y vaga de todo, pero son incapaces de
detenerse en el detalle; las inteligencias superficiales, que carecen del sentido de lo sustancial y se quedan en la piel
de las ideas.

La Universidad debe combatir la estrechez del especialismo, la dispersión del enciclopedismo y la superficialidad
del diletantismo formando en el estudiante y conjugadamente el sentido del conjunto, del detalle y de la esencia.
Foto: Yéssica Velasco.
B. Universalidad Intesiva.

La universalidad intesiva comprende,


también, tres aptitudes básicas: memoria,
entendimiento y genio creador. Memoria es
aquí la capacidad de acopiar conocimientos
según las formulaciones externas que les da
la ciencia, de suerte que permanecen ajenos
y postizos; entendimiento es capacidad de
penetrar íntimamente en su inteligibildad
interior, transformándolos en la sustancia
intelectual del que los recibe y otorgándoles
sus características personales; y genio es
capacidad de ir más allá de la forma exterior
y de la sustancia interior para alcanzar
verdades ulteriores, nuevas y originales.

Para hacernos una idea concreta de estos


tres grados intensivos de universalidad mental,
permitámonos la siguiente ficción. Estamos
al fin de un examen de filosofía, y entre los
componentes de la mesa y el alumno se
entabla este diálogo:

- Cíteme una definición del hombre, la más


común - dice el presidente de la mesa-.

- Animal racional- contesta el alumno.

- Muy bien - asiente el presidente. Puede retirarse.

- Un momento, por favor - dice el primer vocal, - quisiera que me explique, antes de que se vaya, qué entiende
usted por animal racional.

- Animal inteligente, que piensa - responde el examinado.

- Muy bien - dice el profesor - pero explíqueme qué es pensar para usted.

Y el estudiante, haciendo una pausa, dice:

- Yo entiendo que pensar es lo que estoy haciendo ahora.

- ¿Y qué es lo que está usted haciendo?


- Estoy tratando de superar y trascender el dibujo y el sonido de la palabra racional, de la palabra inteligente, de
la palabra pensar; estoy tratando de penetrar en el interior de ese dibujo que veo y de ese sonido que oigo, en un
interior que ni veo con mis ojos ni oigo con mi oído, pero que puedo descubrir y captar con otro poder que hay en mi,
y este poder es la razón, la inteligencia, el pensamiento. Eso entonces es ser un animal racional; ser capaz de
conocer algo más que lo visible o lo audible, ser capaz de adueñarse del ser no sensible de las cosas.
- Está bien - dice el profesor - puede retirarse.

Mas cuando el joven ya se levanta para marcharse, el segundo vocal interviene:

- Por favor, un momento más. Usted ha recordado bien y ha explicado mejor. Querría ahora darme el placer de
decirme qué le dice a usted esto de que el hombre es un animal racional; quiero decir, aparte de recordarlo y
explicarlo ¿qué más ve usted?

El estudiante mira largamente al profesor, le pide tiempo para pensar, ya al cabo de unos minutos dice:

- Yo creo que esta capacidad intelectiva es lo más grande y precioso que poseemos. Esa pequeña palabra de
ocho letras significa que un universo entero puede ser nuestro por medio del conocimiento, que podemos explorarlo
sin límite con sólo el poder de nuestros cálculos científicos y nuestras invenciones técnicas, que podemos utilizar sus
estructuras y sus fuerzas, que podemos incluso transformarlo, porque su inconmesurable mole física supera nuestros
sentidos pero se somete a nuestra inteligencia, más aún, la razón no sólo da al hombre poder sobre el mundo cósmico
en el que físicamente no es más que un punto imperceptible, la inteligencia hace también del hombre una imagen
viviente de Dios, suprema inteligencia ante cuya deslumbrante obra creadora se inclinan maravilladas las inteligencias
de los sabios tanto de los que se internan en la intimidad del átomo cuanto de los que asoman al misterio de las
galaxias.

- Está bien, dijeron los profesores - ahora, puede retirarse.

Y efectivamente podía retirarse, porque el examinado había dado prueba de verdadera universalidad intensiva de
memoria ante el presidente, de entendimiento ante el primer vocal, y de genio creativo ante el segundo.

También aquí la historia del pensamiento nos brinda buenos ejemplos de estas tres cualidades de la mente, y por
lo que hace a la memoria como capacidad acopiadora de saber ningún ejemplo mejor que el de Aristóteles. Aristóteles
es el hombre de más vastos conocimientos de toda la antigüedad occidental. Una sola lectura, aun superficial de sus
escritos, es suficiente para asombrar al menos dispuesto, por el mero cúmulo de saber que encierra. Sus obras
constituyen una verdadera enciclopedia no sólo de su tiempo, sino de los tiempos que le sucedieron; durante casi
veinte siglos las culturas pagana, cristiana y árabe, se criaron a los pechos de la ciencia aristotélica y crecieron
nutridas con ella. Y todo aquel saber fue posesión de un solo hombre, dotado de una memoria prodigiosa.

De claro entendimiento son ejemplo todos los grandes comentadores, cuyo estudio ha iluminado las obras maestras
del pensamiento.

Y de genio creativo en el campo científico no será fácil hallar ejemplos mejores que los de los hombres que en los
últimos cuatro siglos han cambiado radicalmente la imagen física del mundo y el universo: Nicolás Copérnico, que en
el siglo XV invierte diametralmente la visión geocéntrica del mundo inaugurando la era heliocéntrista.

Carecen, en cambio, de universidad intensiva quienes no tienen memoria y no saben retener; quienes tal vez
repiten a la letra lo que leen u oyen, mas sin poder explicarlo, porque su mente queda en la superficie de las palabras
sin entender su significación interna; y quienes, aun entendiendo, no saben trascender el marco explicativo y desconocen
el ancho cielo de la creación. Los primeros suelen ser tenidos por buenos alumnos; los segundos son buenos profesores,
pero sólo los últimos son auténticos maestro.

En consonancia, la Universidad debe combatir la memoria perezosa, lo mismo que el puro memorismo y la
esterilidad intelectual, y debe poner al estudiante en situación de formarse estas tres intensidades del saber universal:
la memoria, para que contribuya a la conservación del patrimonio cultural de la humanidad; el entendimiento, para
que lo mantengan vivo; y el genio creador, para que lo acreciente.

Porque el solo saber acumulado es un saber muerto, carente de la vida con que nació en la inteligencia primera
que supo descubrirlo, y librado a sí mismo y solo, momifica la cultura. El saber interpretativo no la atrasa, pero
tampoco la adelanta, simplemente la estanca, porque aunque mantiene los viejos conocimientos, no conquista otros
nuevos.

Unicamente el saber creador significa progreso, porque solamente él añade nuevas verdades al tesoro de las ya
conocidas, sin olvidar que no hay progreso verdadero sin tradición.
LIDERAZGO, EDUCACIÓN Y VALORES

El liderazgo auténtico
* Los obstáculos para el auténtico liderazgo
* Valores y liderazgo
* La formación de líderes

Por: Oscar Antonio Angulo Favela

AQUÍ VALE RECORDAR LO YA SEÑALADO ANTERIORMENTE: la causa principal de la falta de líderes no puede ser ubicada en
las deficiencias individuales como son la falta de interés o la falta de capacidad; pues siendo tan generalizado debemos
asumir que el origen de este problema radica en las condiciones sociales predominantes en nuestros días, las cuales
obstaculizan el surgimiento de lideres auténticos y, en realidad, son estas condiciones sociales la causa de la falta de
interés y de capacidad detectada en los individuos.

Además hemos tipificado el liderazgo en tres características fundamentales: la autoridad, la eficacia y la autenticidad,
y de éstas características dedujimos cuatro cualidades básicas: don de mando, competencia (dividida
en habilidad directiva y sentido de la realidad), espíritu de nobleza en los ideales. Ahora trataremos
de encontrar esos obstáculos por los cuales las personas no se conviertan en líderes auténticos,
revisando cómo el ambiente cultural de nuestros días dificulta la formación de estas cualidades en
las personas. "El que
manda debe
Como obstáculo principal a la primer cualidad del líder, el don de mando, podemos señalar el
igualitarismo mal atendido, el cual ya hemos mencionado anteriormente. Quienes adoptan esta
saber ser
postura piensan que obedecer es rebajarse, cuando, por el contrario, es algo que enaltece. La solamente
igualdad entre los hombres efectivamente existe, pero debe ser bien entendida, pues ésta se refiere un
a la igualdad de los hombres en dignidad, origen y destino; pero no hay igualdad en las circunstancias
y, conforme a éstas, algunos deben mandar y otros obedecer. En esto hasta Scheler está de acuerdo:
representante
“Es preciso que todo hombre sea ‘auténtico’ y que cada uno ocupe su lugar.”1 También podemos visible y un
citar a Millán Puelles cuando nos dice: “Ningún hombre es más persona que otro; lo que puede interprete
ocurrir es que, de hecho, alguien sea mejor o peor persona.”2
humano de
Por este igualitarismo mal entendido muchos se niegan a obedecer, pero también mucho temen la voluntad
a ejercer su autoridad aunque ésta sea legítima, pues creen que nadie tiene derecho a mandar. divina...
Ciertamente, el que manda debe saber respetar el fundamento último en cual descansa su autoridad;
“el que manda debe saber ser solamente un representante visible y un interprete humano de la
voluntad divina para con el individuo; sólo con este título un hombre puede tener derecho de manda
sobre otro hombre. ¡En nombre de Dios!”3 “Se trata, para el que manda, de ejercer la autoridad
El que no respetando la libertad, la originalidad y la dignidad del individuo; y, para el que obedece, de prestar
se sacrifica su obsequio con la adhesión del corazón y de la mente, según el propio modo de ser y sin servilismo
alguno.”4
no entiende
el mundo En lo referente a la habilidad directiva, el obstáculo principal es la tendencia, más o menos
total ni es generalizada, a una excesiva especialización. No es que la especialización en sí misma sea inconveniente,
pero si encierra un grave peligro. Siesta tendencia se lleva a los extremos las personas pierden el
posible sentido panorámico, la visión de conjunto, quedando encerrados en un mundo muy pequeño en el
explicárselo... cual todo lo quieren resolver con los tecnicismos propios de su especialidad, olvidando que estos
fueron establecidos sólo para aplicarlos a una parte de la realidad.
Antonio Caso.
“Por desgracia, la unilateralidad de la visión humana ha hecho que cada científico, cada
experimentalismo, haya pretendido renovar el panorama entero de la ciencia desde su rincón su
descubrimiento. Los matemáticos han matematizado el universo; los psicoanalistas lo han
psicoanalizado.”5

De esta manera el matemático, cuando por una excesiva especialización ha quedado encerrado en su campo, todo lo
quiere juzgar desde esta perspectiva, y si se trata de cuestiones morales las quiere matematizar, de tal modo, no sólo se
vuelve incompetente, sino también pierde el sentido de la realidad. Es lo que Ortega y Gasset ha calificado como la
<<barbarie del especialista>>, la cual hace hombre de ciencia un <<bárbaro tecnócrata>>6.

Otro obstáculo importante para la formación del sentido de la realidad es la actitud subjetivismo o relativista que en
tan variadas formas se presenta en nuestra cultura. Esta actitud consiste en negar la validez universal de la verdad y dejar
todo en puras opiniones, hasta que el individuo, abrumado por las contradicciones, ya no sabe distinguir lo verdadero y
lo erróneo. “Por que el problema está en que el relativismo es, en definitiva una filosofía académica. Se puede señalar en
las aulas pero deja desamparo a quien tiene que vivir con ella.”7

Existen muchas causas de este subjetivismo o relativismo, pero una las principales son los nuevos métodos educativos
adoptados en muchas escuelas, entre ellos, podemos señalar al denominado ‘clarificación de valores’, lanzando en 1966
por algunos profesores de Estado Unidos: “Este método propone que los maestros, en vez de enseñar a los alumnos, se
limiten a ayudarles a clasificar sus valores personales, basados en los sentimientos, opiniones y deseos de cada uno. Este
método condiciona a los alumnos a pensar que todos los valores son relativos o subjetivos.”8

Este mismo método es aplicado en el cine y en la televisión; en las series televisivas, las telenovelas, las películas y
hasta en las caricaturas, en donde los personajes, sobre cuando estos son padres o maestros, asumen una actitud
similar.

Además debemos señalar otra situación, relacionada con la anterior, que dificulta a las personas formarse este
sentido de la realidad. Para formar este sentido, más vale profundizar en las cosas esenciales, y no perderse en cuestiones
superficiales.

La abundancia de información proporcionada por los medios masivos de comunicación produce más bien
desinformación en las personas, pues escuchan de muchos acontecimientos pero sin entender de sus causas.

De esta manera, sin llegar a la comprensión profunda de la realidad social que se les presenta, quedan en la pura
superficie. “Se fabrican con facilidad desconcertante, falsos acontecimientos, reputaciones, famas. Todo un universo
político y social de apariencias. No se habla de las cosas sino de sus imágenes, impuestas por la publicidad y la
propaganda que se injertan en la información”, y se vive “como si lo imaginario fuese lo real y la información la
experiencia”, produciéndose “la pérdida del sentido de lo real.”9
Por otra parte, el obstáculo principal contra el espíritu de servicio radica en la mentalidad utilitarista, que primero
mide el beneficio personal ha logrado en cualquier acción. Esto conduce el egoísmo y éste es el principal enemigo de un
auténtico liderazgo, pues es la actitud exactamente contraria al espíritu de servicio.

Incluso el egoísmo es también contrario al sentido de la realidad, según lo explica Antonio Caso: “El que no se
sacrifica no entiende el mundo total ni es posible explicárselo, como no es posible explicar lo que sea el sonido a un sordo
o a un ciego de nacimiento luz. No hay óptica para ciegos, ni acústica para sordos, ni moral ni religión para egoístas.”10

Y, por si fuera poco, el egoísmo atenta también contra la nobleza de los ideales, como lo explica Gustave Thibon: “El
grado de nobleza de un individuo se mide por la separación que existe entre sus razones de vivir y de obrar y las
exigencias de su yo carnal y vanidoso. Allí donde esta separación no se da, la bajeza es absoluta; allí donde es infinita, la
nobleza es sin límites, como en los santos, cuya alma habita en Dios... El que vive distancia de sí mismo gracias al ideal
superior, se ennoblece y ennoblece espontáneamente a todo aquél que entre con él, en relación de encuentro.”11

Por último, contra los nobles ideales conspiran casi todas las actitudes mencionadas, especialmente el relativismo,
que deja a cada cual decidir caprichosamente lo noble y lo mezquino. Según esta postura no hay nada objetivo donde
fundamentar esta distinción, sino sólo el capricho de cada individuo.

También es un obstáculo muy importante la actitud utilitarista, ya mencionada como contraria al espíritu de servicio
y que identifica lo valioso con lo útil. Según esta postura nada vale la pena hacer si no hay un beneficio personal, pero lo
peor no es esto, sino que el beneficio personal queda circunscrito, la mayoría de las veces, al aspecto material, dejando
en total abandono la dimensión espiritual del hombre.

El utilitarismo en la mentalidad actual aparece hasta cuando se pretende enseñar moral, es frecuente encontrarnos
que en las cuestiones sexuales se “propone la abstinencia como único comportamiento apropiado para los jóvenes que
aún no están casados, y como único medio eficaz de vivir 100% con seguridad y responsabilidad”.12 Con esto se les está
diciendo a los jóvenes: ‘No tengas relaciones sexuales antes de casarte, pues podrían contagiarte una enfermedad’, en
esto no hay una idea moral sino una idea de utilidad. ‘La abstinencia te sirve para que no te enfermes’. Lo mismo pasa
cuando se les dice a los empresarios: ‘Trata bien a tus empleados para que trabajen mejor’.

Con lo anterior, hemos tratado de explicar, de manera muy resumida, los obstáculos principales que se oponen al
surgimiento de un liderazgo auténtico. No hemos pretendido una lista exhaustiva, sino tan sólo señalar obstáculos más
importantes.

VALORES Y LIDERAZGO

La nobleza de los ideales en el líder es condición esencial de su autenticidad y hasta de su


eficacia. Conviene entonces clarificar en qué consisten estos ideales. La nobleza
de los
Los ideales están en el líder y en cualquier persona en general como una aspiración, un deseo, y, ideales en el
obviamente, sólo se desea lo valioso. Podemos entonces decir: los ideales surgen de la actitud
valorante del ser humano y, esta actitud valorante esta dirigida hacia aquello a lo cual se ha dado en líder es
llamar ‘valores’. Éstos se descubren en la contemplación de la realidad objetiva en donde se encuentran condición
realizados en las cosas valiosas. esencial de
La relación existente entonces entre los ideales y los valores es evidente: los ideales están en el su
sujeto como consecuencia de haber percibido los valores que los fundamentan. Sólo quien ha autenticidad
podido percibir estos valores en la realidad circundante, deseo no como simples palabras o conceptos. y hasta de su
Si una persona sólo percibe como valor la utilidad, en eso cifrará sus ideales, pues sólo le eficacia.
parecerá digno de su admiración, de su deseo y de su esfuerzo, lo útil. Por el ambiente cultural tiene
tanta importancia respecto de los ideales sustentados por sus lideres, pues en este ambiente es
donde, principalmente, han percibido los valores correspondientes; en esto se entiende la verdad del
Para la adagio: ‘cada pueblo tiene los lideres que merece’, pues, el mismo pueblo, por medio de la cultura
que genera, es el artífice de su propios lideres.
formaciòn
de líderes, En la realidad cultura circun-dante es donde los individuos perciben los valores y con base en
el aspecto éstos, conciben sus ideales. Al parecer este problema no tiene solución, estamos inmersos en un
círculo vicioso; para rescatar a la sociedad de su vulgaridad se requieren líderes que la dirijan hacia
más ideales nobles, pero los líderes que surgen de una sociedad con una cultura vulgar serán personas
importante vulgares, sin ideales nobles.
que se debe
Por eso es necesario aclarar, la influencia del ambiente cultural en las personas no se da de
atender es manera fatal; así como en una sociedad inspirada en nobles ideales pueden surgir personas degradadas
lograr la hasta la vulgaridad, así, también en una sociedad degradada, pueden surgir personas que se elevan
asimilación hasta la nobleza.
de los más La razón de esto es el hecho de la libertad del hombre, por la cual decide si se degrada o se
altos enaltece. Claro, es más fácil el perfeccionamiento de los individuos en un ambiente favorable, pero,
valores. aunque resulte difícil y muy poco frecuente, también pueden lograrlo aun contra la corriente.

Me parece que lo primordial debe ser, entonces, tratar de imbuir nobles ideales en los individuos,
aunque el ambiente sea hostil, haciéndoles percibir los más altos valores, para después tratar de
formar en ellos las demás características necesarias para el ejercicio de un liderazgo eficaz, y así
con su sana influencia, podrán mejorar a su vez, aunque sea poco a poco, la sociedad que dirijan.

Debemos recordar lo que Kilpatrick ha demostrado con su investigación: “Una de las fantasías más comunes entre
los niños y los adolescentes es la de ser héroe.

Este deseo de ser héroes también se encuentra en la mayoría de las personas adultas. Pero este deseo forma parte de
un deseo mayor: la esperanza de que la propia vida sea como una historia que tenga sentido.”13 Sólo quienes sean
capaces de adoptar ideales verdaderamente nobles podrán encontrarle a su vida un sentido profundo.

LA FORMACIÓN DE LÍDERES

Los esfuerzos realizados para la formación de líderes se han orientado,


casi exclusivamente, al desarrollo de las características relacionadas con la
eficacia, dejando de lado las vinculadas con la autenticidad, por eso insistimos
en la necesidades atender principalmente a éstas si se pretende formar líderes
auténticos: el espíritu de servicio y el amor por los ideales nobles.

Podríamos simplificar un poco el problema si observamos que el espíritu de servicio puede


ser inculcado como otro más de estos nobles ideales.

En este punto es conveniente hacer una recapitulación desde el principio para recordar las
conclusiones más importantes: en primer lugar, hemos mostrado que la falta de líderes en uno de
los problemas sociales fundamentales, pues es la causa de muchos otros males y solucionar este
problema es un buen principio para resolver los males que originan.

Se ha demostrado también que la mejor manera de resolver los problemas de la falta de líderes
auténticos y eficaces, consiste en inculcar nobles ideales en los jóvenes y hasta en las personas
maduras; estos ideales dependen de los valores asumidos, tanto por el individuo, como por la sociedad
en general.
Así, reafirmamos la conclusión expresada hace un momento: entre todos los aspectos educativos que es necesario
atender en la formación de líderes auténticos, el más importante es lograr la asimilación de los más altos valores.

Queda entonces una pregunta por responder, ¿Cuál es el medio más eficaz para que los jóvenes, o cualquier otra
persona, asimilen los valores que se desea inculcar en ellos?

Para contestar esta pregunta debemos antes aclarar que los valores son la realidad objetiva a la cual está dirigida la
actitud valorante de un sujeto, y esta actitud valorante, constituye el aspecto subjetivo del valor.

Pero estas realidades objetivas, los valores, no son sustantivas, es decir, no tienen una existencia propia separada de
las cosas, sino en ellas se realizan; por decirlo de alguna manera, los valores están adheridos a las cosas. En consecuencia,
los valores sólo pueden ser percibidos al contemplar los objetos en los cuales se realizan.

Existen los valores en abstracto, como conceptos, pero estos no son los valores en sí mismos sino una representación
intelectual de éstos. Esta representación abstracta percibida por la inteligencia nos puede permitir la comprensión de un
valor determinado, pero no su vivencia. Y aunque, por esta comprensión se puede llegar a amar los valores comprendidos,
este camino implica un arduo trabajo intelectual al cual no todas las personas tienen vocación y, por lo tanto, no parece
el medio más idóneo para inculcarlos o, al menos, no puede ser éste el método más universal para este propósito.

El mejor medio para inculcar los valores en las personas es proporcionarles una vivencia de los mismos, lo cual no
se logra, como dijimos, por un método puramente racional, tal como afirma Kilpatrick: “La virtud requiere cierta pasión
por la vida; no es apática.” 14

Ciertamente, proporcionar una percepción directa de los valores es el mejor medio para inculcarlos, pero esta
solución representa nuevos problemas.

Existen ciertos valores fáciles de percibir y estos son los que se encuentran realizados en las cosas materiales, por
ejemplo, el valor económico o útil. La utilidad la percibimos fácilmente en aquellas cosas que nos sirven para satisfacer
nuestras necesidades. Consideramos valiosa una manzana porque satisface nuestra hambre, es decir, nuestra necesidad
de alimentarnos; valoramos un automóvil porque satisface nuestra necesidad de transportarnos y, quizá, nuestra necesidad
de reconocimiento social.

El problema empieza al querer encontrar algún objeto donde se puedan percibir con claridad los valores morales.
Estos los pueden estar realizados en las personas, pero se encuentran en su interior y sólo son perceptibles en sus actos,
mas no siempre el acto exterior expresa con claridad la intención de quien lo realiza, y las intenciones son un aspecto
muy importante en la cuestión moral.

Sin embargo, no deja de ser conveniente el contacto directo con personas en las cuales se realizan los valores
morales. Esto se refiere al valor del ejemplo, como dice el proverbio: <<Las personas convencen pero el ejemplo
arrastra>>. Este contacto vivo con los valores morales, con las virtudes, es un excelente medio para inculcarlos en los
demás, pero encierra muchas dificultades para llevarlo a la práctica educativa. Los actos se realizan en determinadas
circunstancias y éstas no pueden ser siempre reproducidas, por ejemplo, en un aula de clases.

Queda no obstante, otro medio más asequible a la práctica educativa y son los arquetipos, es decir, personajes
históricos o literarios en los cuales se encarnan, de manera eminente, los valores morales o religioso que se desean
inculcar.

Este medio tiene una desventaja, comparado con el contacto directo y vivo con la persona ejemplar, pues resulta más
distante. Pero una de sus ventajas es la mayor facilidad para ser utilizado en la práctica educativa.

Además, tiene otra ventaja importante, puede ser más completo, pues resulta extremadamente difícil que una sola
persona encarne en sí todas las virtudes, al menos de forma eminente, en cambio, por medio de los arquetipos se
pueden seleccionar a distintos personajes para lograr el cuadro completo de las virtudes.

Tiene aún otra ventaja más importante, pues se pueden seleccionar los modelos más excelsos, aquellos en los cuales
se realizaron con la mayor plenitud el valor que se desea inculcar.

La importancia de los arquetipos o modelos en la educación moral ha sido ampliamente tratada por Max Scheler,
Antonio Caso, Caponnetto, William Kilpatrick, entre muchos otros.

La eficacia de este método estriba en el respeto a la naturaleza humana, pues las personas tienden, naturalmente, a
imitar lo que admiran.

Todo esto es de sobre conocido, pero hemos querido llamar la atención sobre este hecho para hacer notar la grave
deficiencia en la cual se incurre, cuando se habla de formación de líderes, al descuidar, casi siempre, la parte más
fundamental, a la cual nos hemos referido aquí ampliamente: La transmisión de valores.

La llamamos así aunque los más común es lla-marle forma-ción de valores pero esta deno-minación puede dar la idea
equivocada de que se trata de inventar valores y éstos no se inventan por el sujeto, se descubren en la realidad objetiva.
En la educación no se trata de inventar valores sino de transmitirlos.

Incluso, en la educación de niños y adolescentes sería mejor llamarla imposición de valores, aunque esta denominación
podría resultar escandalosa para la mentalidad moderna, pero bien entendida significa que personas de probidad moral
comprobada y con la madurez necesaria, escojan los valores más adecuados para ser inculcados en la persona inmadura,
pues ésta, precisamente por ser inmaduras, no puede escoger lo más conveniente para su buena formación moral.

De cualquier manera a la persona inmadura, y a veces hasta a la madura, se le imponen los valores cuando aún no
sabe escoger y actualmente, quien impone los valores, son los medios de comunicación masiva, especialmente la
televisión. Desde las caricaturas hasta las telenovelas pasando por las series televisivas, los noticieros y las películas y,
desde luego, los anuncios comerciales; la mayor parte de ellos con muy poca calidad moral, son los medios más
utilizados para hacer esta imposición. Así lo reconoce Kilpatrick al afirmar: “Los medios de comunicación social han
llegado a ser el verdadero foro de la educación moral.”15

Los medios de comunicación no tienen interés en buscar una debida orientación moral en los contenidos, pues se han
olvidado que en ellos reside, se quiera o no, una función educativa inherente y, por su amplio alcance, son determinantes
de la cultura asumida por la sociedad. Su única preocupación parecen ser los negocios. “Yo sostengo - dice Warren
Bennis- que nuestra cultura en la actualidad está dominada y moldeada por los negocios” y más adelante continúa: “A los
que me replicaran que son los medios de comunicación las que las moldean, yo les diría, como dice el Productor de
televisión Norman Lear, que incluso a la televisión la moldean los negocios.”16

Con esto se entiende claramente la causa del predominio de la mentalidad utilitarista en nuestra sociedad, pues a los
negocios, al menos es estos tiempos, solamente los rige la utilidad. También podemos encontrar una razón para la
difusión de la mentalidad subjetivismo, pues los negocios, en su afán por vender, han asumido como precepto la frase:
‘el cliente siempre tiene la razón’ y en su publicidad hacen creer a las personas que son ellas, de manera autónoma,
quienes establecen lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso.

Pero, afortunadamente, ya se ha empezado ha hablar de valores cuando se tratan asuntos de liderazgo, sin embargo,
todavía es necesario salir de una concepción puramente utilitaria del valor, aunque algunas veces se la quiera presentar
revestida de una falsa moralidad.

Es necesario llegar hasta los valores morales genuinos, es decir, a las virtudes, pues éstas son, evidentemente,
superiores al puro valor utilitario.
Y aún es necesario llegar más lejos hasta basar la formación de líderes en los valores trascendentes, referidos al
último fin del hombre, pues éstos son los valores más elevados y, por lo tanto, el fundamento de los más nobles ideales.
Es necesario reconocer que el hombre tiene un fin sobrenatural y, si quitamos lo sobrenatural en el hombre, no nos
quedamos con su pura naturaleza, nos quedamos sin nada.

CITAS:

1. MAX SCHELER. El santo, el genio, el héroe. Editorial Nova, Argentina, 1961. P. 18


2. MILLÁN PUELLES. Persona humana y justicia social. Editorial Minos, México, 1990. P. 30.
3. CARLO GNOCCHI. Restauración de la persona humana. Editorial Marfil, España, 1967. P. 95.
4. CARLO GNOCCHI. Obra citada. P. 95.
5. M. UBEDA PURKISS, O.P. En la ‘Introducción al Tratado del hombre de la Suma Teológica se Santo Tomás de Aquino. Tomo
III. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1959.
6. JOASÉ ORTEGA Y GASSET. La rebelión de las masas. P. 97
7. ANÍBAL D’ANGELO RODRÍGUEZ. L a irrupción de las ciencias humanas. Trabajo publicado en la colección de artículos
editados por P.H. Randle bajo el título “Ante el colapso de la educación”. OIKOS, Argentina, 1994. P. 50.
8. WLLIAM KILPATRICK. ¿Porqué Juanito no puede discernir entre el bien y el mal? Versión resumida publicada por el IFIE.
México, 1995. P.13.
9. MARCEL DE CORTE. Información y sociedad contemporánea. Revista Verbo Nº. 213-214, marzo - abril de 1983. P. 371.
10. ANTONIO CASO. La existencia como economía y como caridad. Obras completas. Tomo III. UNAM, México, 1972. P. 18.
11. Citado por ANTONIO CAPONNETO. Los arquetipos y la historia. Editorial Scholastica, Argentina, 1991. P. 65.
12. WILLIAM KILPATRICK. ¿Porqué Juanito no puede discernir entre bien y el mal? Versión resumida publicada por el IFIE.
México, 1995. P. 11.
13. WILLIAM KILPATRICK. Obra citada. P. 23.
14. WILLIAM KILPATRICK. Obra citada. P. 24.
15. WILLIAMKILPATRICK. Obra citada. P. 21.
16. WARREN BENNIS. Obra citada. P. 4.

El autor es Ingeniero químico y postulante de la maestría en Filosofía por la UAG. Actualmente es catedrático del Departamento de
Filosofía y Ciencia de la UAG.
Mensaje de dos maestros
universitarios a la juventud
Centro de Estudios Humanísticos

ENFILANDO HACIA EL COMIENZO DE UN NUEVO MILENIO, en sentido inverso al impresionante desarrollo tecnológico -
científico, presenciamos un panorama de quiebra moral, de desconfianza y angustia. En México, todavía hace poco
más de cincuenta años, la palabra empeñada tenía tanto valor como el compromiso escrito.

Pareciera que en nuestros días todo se resume a pensar en una sola dimensión: la cantidad, queremos tener más,
pero no nos preocupa en la misma medida, ser mejores.

La juventud, se ha ido desenvolviendo en un ambiente donde los ejemplos de integridad, los auténticos ejemplos
de liderazgo espiritual, se han hecho cada vez más escasos. Solo se espera la oportunidad de violar lo que se acaba
de prometer, de negar lo que se estaba afirmando minutos antes. Los medios masivos de comunicación - radio,
televisión, prensa - han hecho que las mentiras y los atropellos a la libertad y a la dignidad del hombre contemporáneo,
avasallado hasta en la intimidad de su hogar, se difundan a los cuatro vientos en una tensión que globaliza la crisis a
escala universal.

¿Hacia dónde volver la mirada buscando un ejemplo si aparece una bandada de falsos profetas que aumentan la
confusión? ¿Cómo pisar firme si se predica el reto a los padres, la negación de la familia y la indiferencia hacia la
Patria? ¿Hacia dónde tender la mano si domina el más profundo egoísmo en las relaciones sociales? ¿En qué creer
si día a día comprobamos que se manipula y se miente desde los sitiales más insospechados? ¿Cómo amar siquiera
si desde donde se debería predicar el amor y la caridad se escuchan gargantas roncas de gritar lemas de odio y
división?

Los mismos falsos profetas que siembran la destrucción pregonan el escepticismo y el descreimiento. Escepticismo
que se reduce a no creer en nada trascendente y noble, descreimiento que amputa y anula cualquier brote de riqueza
espiritual. Este enanismo espiritual que nos agobia, ha hecho resurgir el cinismo, no como filosofía, sino como
práctica cotidiana, que se vive y en la que se cree.

La confusión ha llegado hasta las mentes y el descreimiento se adueña de los corazones, envenenando las almas,
haciéndolas crecer torcidas, deformadas, llenas de callocidades, tumores que nos hacen olvidar el fin último del
hombre.

¿Qué actitud deben tomar los jóvenes ante la problemática actual? ¿Esconder la cabeza cobardemente para no
ver la realidad? ¿Seguir el canto de sirena de los falsos profetas que ofrecen la vía de la equívoca evasión mediante
las drogas? ¿Unirse a las mafias ideológicas que predican la destrucción y la muerte? ¿Sentarse a la vera del camino
cansados y derrotados antes de emprender la empresa?

A estas interrogantes, dos maestros insignes, el Lic. Nicolás Altamirano y el Lic. Raymundo Guerrero, QEPD,
dedicaron sendos mensajes con dedicatoria a la juventud de México.
Mensaje a la Juvetud
Por: Nicolás Altamirano

Es la juventud la que lleva en su mano la llave sagrada del futuro. A los nuevos jóvenes toca mutilar las ramas
carcomidas del pasado y raspar la pátina dejada por tiempos caducos o el musgo incrustado por los histerismos
modernos. Si como se comprende, en los tiempos que corren las juventudes, ansían por triunfar en todo lo telúrico,
diríamos relativo a la corteza de la tierra, es a ella también a quien toca depurar los valores intelectuales y morales,
y eso, porque sus mentes no están inficionadas por el fárrago de snobismo o de teorías apriorísticas, y su corazón
está bien puesto sin que sientan la cobardía de la generalidad, cobardía que es la medida del poder de los tiranos.

Presenciamos la crisis de todo. El hombre masa, de que nos habla Ortega y Gasset, que en su paroxismo
destruye hasta lo que sustenta; la infinidad de problemas nacionales que inventamos, dejando truncos y sin resolver
los problemas anteriores, como dice el maestro Caso; las naciones que devoran a sus hijos como en la leyenda
clásica; el atiborramiento de ideas exóticas que no se explican ni sus inventores ni sus prosélitos.

Todo es un caos que manejan a su sabor los hombres - masa y los gobernantes y pueblos enfermos y enfermizos.

Es verdad que entre la flamante juventud moderna, mientras más flamante, por fortuna excepcionalmente, la
erudición vacua y afectada ha sustituido al estudio verdadero; el rastacuerismo político (1) sustituye a la competencia
formal; la cobardía y la traición al patriotismo y los convencionalismos a la verdad; pero a la sana juventud toca
enderezar todas esas cosas chuecas, torcidas por las impuras manos de los sicofantes (2).
Foto: Yéssica Velasco.
No hay derecho para sostener errores o sofismas, porque deshonran al que
los profesa y perjudican a la colectividad...

Y así como el materialismo histórico necesita inyecciones de espiritualismo para sobrevivir artificialmente; así
también todos los valores necesitan aquilatarse ante los principios eternos de la verdad y lo bueno. Ante los resultados
positivos que se han obtenido en esta época de crisis, todo mundo, pero principalmente la juventud no maleada,
aspira por entrar en el camino de rectificaciones francas y solutas. Ese es exactamente el papel de la juventud en
estos momentos.

Deben saber los jóvenes que no hay derecho para sostener errores o sofismas, porque deshonran al que los
profesa y perjudican a la colectividad; que no deben ejecutarse actos reprobados con fines de conveniencia personal
o de rastrerismo, porque eso es aun más denigrante; que la conducta debe ser lógica con el pensamiento y que para
pensar bien y obrar en consecuencia es forzoso estudiar lo mejor en todo y no lo más útil. Los hechos demuestran
que el socialismo y el comunismo han esterilizado las mentes de las juventudes estudiosas y que el odio y el desenfreno
que aquellos tienen como base de su filosofía enclenque, ha acarreado mayores males a la humanidad que las
menguadas ventajas del mejoramiento económico.

De ahí, pues, que el papel que no hemos podido desempeñar los que nos vamos retirando del banquete de este
mundo, sea ejecutado por actores sanos, como son los jóvenes, que no pueden estar asidos a una sola escuela o
creencia, máxime si son falsas, sin que ello quiera decir que no tienen ideas propias, ni voluntad propia. Los más
grandes progresos de la ciencia los han conquistado los hombres que han llevado por punto de partida un escepticismo
metódico y prudente; así como los más grandes hechos sociales los han ejecutado aquellos hombres que en su propio
pensar han llegado hasta apartarse del modo de pensar del resto del mundo o a contrariarlos francamente. No basta
pregonar a todos los vientos reivindicaciones o redenciones más o menos afectadas, cuando la realidad contradice
a las prédicas; es necesario que los pensamientos estén rubricados con una conducta recta. No se estudia por simple
placer de saber; sino que la ciencia tiende por sí misma a expandirse entre los semejantes y a servir en beneficio de
la humanidad. Por un secreto social y más hondo, hasta las guerras mismas han hecho progresar a las ciencias y a
las artes.

Por consiguiente, la juventud a la que tenemos la honra de dirigirnos en estas líneas, debe sentir su papel y su
misión; debe prepararse para desempeñarlo todavía mejor. Debe perseverar en su papel de hombría, en todos
sentidos, porque esa libertad, al igual que el pensamiento, es la línea de separación entre el hombre y el bruto. Esa
juventud debe afrontar todos los problemas que le afectan con tesón, con la sinceridad de resolverlos de buena fe y
con la esperanza inagotable de quien tiene la conciencia de cumplir en la vida el papel que le tocó en su suerte.

No hay que olvidar que el hombre vale por sí mismo y no por la masa, sin que esto quiera decir que no deba poner
sus esfuerzos y sus conquistas en provecho de los demás y del mundo entero. No hay que olvidar que, como también
lo ha dicho Antonio Caso, sólo una caridad franciscana puede salvar a nuestra sociedad, especialmente la mexicana.
No hay que olvidar, en fin, que ha pasado la hora en que la materia tiene que predominar sobre el espíritu y que no
sólo en el último momento de la vida, sino en cada instante de ella, hay que exclamar como Goethe, el filósofo - poeta
moribundo: “!Luz, más luz!”.
Un maestro universitario a la Juventud Mexicana
Por: Lic. Raymundo Guerrero Guerrero

Quiero decirte, joven de mi Patria, que el hombre conoce verdades absolutas, de las cuales tiene certidumbres
metafísicas; que existe la Verdad, que sabe de Bondad la especie humana, que hay Belleza en el cosmos y en el
alma y que la Santidad no solamente es algo, sino personalmente es Alguien, y se llama Dios, fuente de las
mencionadas Verdad, Bondad y Belleza.

No hagas caso de los que carecen de fe: bien sea de los que por sistema dudan; de los que discuten sin llegar a
ninguna certeza; tampoco de los que han querido erigir en virtud sus propios titubeos y, menos aún, de quienes,
negando a Dios y la dependencia religiosa del hombre, te ofrecen como sucedáneo del manjar teológico, cualquier
bocado de superstición o de mitos antropocéntricos; de cultos de la carne y del instinto, o bien la enervante evasión,
frente a la realidad imponente del ser y de la vida. Recuerda que no hay civilización que no se asiente en el sillar
monolítico de concebir el mundo reconociendo como centro a Dios y que mientras en este Teocentrismo han
florecido las civilizaciones milenarias, de su descubrimiento y negación sólo han nacido - cual frutos podridos y
caducos- los hongos de la decadencia o los de la muerte.

Ten en cuenta que la humanidad entera (la de ahora y la de los milenios anteriores, en la historia y en la pre-
historia) constituye una inmensa manifestación de espiritualidad, en la que la materia queda (sin ser negada) sometida
al imperio del espíritu; como que remedando las potencias creadoras del propio Dios (plasmadas en el cosmos) la
fecunda imaginación del hombre ha hecho surgir desde el más primitivo instrumento, hasta la maravillosa tecnología
nuclear y espacial de nuestros días.

Medita en que el peligro real no reside en las capacidades inventivas del hombre, en cuanto dominador de la
naturaleza; sino en la postración que éste haga de la chispa inmortal de su alma a los caprichos de todas las
subversiones, desde las del Génesis hasta las del Apocalipsis; desde las dos grandes concupiscencias
egocéntricas (sensualidad y soberbia) hasta las más profundas rebeliones históricas, como la
tragedia de la Revolución Mundial.

A propósito de la Revolución Mundial, toma en cuenta que toda transformación social


beneficiosa, toda conquista justiciera de una mejor organización política y económica, todo
avance solidario en la construcción de un mundo mejor y de un mejor yo, no son procesos
que nadie deba ignorar ni condenar, antes (al contrario, debe) participar en ellos; y que el
mal no consiste simplemente en la inevitable imperfección de las estructuras sociales; sino
en no saber perfeccionarlas mediante el quehacer trascendente que una generación, un
pueblo o un conjunto de naciones verifique, enalteciendo y dignificando al género humano;
y que nada justifica destruir un orden mediocre o deficiente, si no es para sustituirlo
por otro que a la postre resulte más equilibrado.

Respecto de México, grábate bien nuestra doble ascendencia


indohispánica y jamás reniegues de la prosapia de tus dos linajes:
antes enorgullécete - como te enseñó Vasconcelos - de la
circunstancia fecunda de tener en tu enclave geográfico y espiritual
entre Oriente y Occidente, la verdadera vocación del cosmópolis
que corresponde a Iberoamérica. Reflexiona que junto a nuestra
Patria Mexicana está la más amplia y espiritual familia
Iberoamericana y que con nuestros hermanos tenemos un destino común y una misión histórica que cumplir unidos;
y duélete de la tragedia de nuestras desuniones intestinas, de nuestra recíproca ignorancia, de nuestra pérdida - no
irrevocable - de la vocación universalista, luchando por hacer realidad una sola y grandiosa Nación Iberoamericana,
sin claudicaciones de la soberanía patria; pero sin regateos en la tarea de esta integración.

Piensa en el indígena y en el postergado social y económicamente, como en el hermano irredento; pero redimible;
redimible con tu esfuerzo y con el suyo; y tiende tanto la mano como tu brazo generoso para que se levante y
aprenda a caminar solo por las sendas de la cultura, del progreso y del bienestar. Nunca lo explotes, ni lo desprecies,
ni lo relegues; pero cuídate de suplantar jamás su dignidad o su libertad con cualquier tutelaje estéril o frustráneo.
Hazle saber que todo hombre tiene que cooperar - similarmente como para su salvación eterna - a su propia
realización como individuo y como comunidad.

No te llenes de pánico frente a la comunidad del Estado, ni ante los tremendos problemas de la repartición de la
riqueza y del desarrollo de los pueblos: afróntalos con valentía y lucha leal y disciplinadamente junto a tu familia,
junto a tu comunidad local, junto a tu Patria y en cooperación con la comunidad internacional, por la superación
moral y física de los tuyos y la de tus prójimos; pero no claudiques de tu libertad, de tu dignidad personal, ni del
destino trascendental de tu alma con vocación de eternidad y rebélate contra cualquier tipo de totalitarismo y contra
tu conversión en instrumento - ni como individuo ni como generación - ya sea del comunismo o de cualquier otra
secta de la Revolución Mundial.

Finalmente, y en cuanto joven, concíbete a ti mismo no como la unidad virulenta de una generación en conflicto
con las de ayer o con las de mañana; sino todo lo contrario, como entidad espiritual integrante de un puente generacional
que cumple su destino en armonía con sus ancestros y con sus descendientes: sin servilismo al mundo que recibes:
pero sin mentalidad devastadora que haya de destruir aún lo más valioso de
lo que tú heredas.

Piensa que como hombre y como generación, tu también serás


juzgado por los que vienen tras de ti y que hay un desafío
perentorio para que entregues un mundo mejor que el que
estás recibiendo de nosotros; pero que también en el nuestro
- junto a la mentira, la depravación, la ruindad y el abandono
- brillan aún la Verdad, la Bondad, la Belleza y la Santidad de
que hablábamos al principio de este mensaje.

Recibe nuestra herencia y depúrala; no la destruyas ni la


envilezcas, pues aún habrá muchas más generaciones
esperándola, para verificar también su relevo en la misión de
cumplir los designios providentes del Altísimo.

Recibe nuestra herencia y


depúrala; no la destruyas ni la
envilezcas, pues aún habrá
muchas más generaciones
esperándola.
FILOSOFÍA

Utilidad del saber filosófico


Por: Miguel Ángel Rolón Velázquez

EXISTEN MUCHOS ALUMNOS QUE NO le ven una aplicación práctica a las materias contemplativas como la filosofía.
Algunos estudiantes quisieran ver esa aplicación inmediata, tangible, cuantificable y verificable aquí y ahora de los
beneficios que tiene el saber filosófico.

Una justificación práctica y de justicia es la RESPONSABILIDAD SOCIAL que tiene el profesionista.

En México, aproximadamente un 7% de la población cursa estudios superiores y tan sólo un 3% de mexicanos


termina una carrera profesional.

Ante esta estadística la pregunta indispensable es ¿Quién tiene una mayor responsabilidad para con la
sociedad? ¿Las personas privilegiadas de ese tres por ciento que tuvo la oportunidad de terminar una carrera
profesional o una persona del 97% restante que ni siquiera pudo tener la fortuna de terminar sus estudios primarios?

Es necesario aplicar el lema de la asociación del egresado de nuestra alma mater que reza: “Saber más para
servir mejor” el profesionista no quiere saber más que los demás para llenarse de vana gloria, ni para que lo alaben
diciendo que sabe mucho, el universitario auténtico desea saber más para prestar un mejor servicio a la sociedad.

Nuestro país lo que menos necesita


en la actualidad, ni nunca los ha
necesitado son profesionistas mediocres,
grises, opacos, deshonestos, mentirosos
y corruptos. Nuestro país, requiere de
hombres íntegros en toda la extensión
de la palabra.

Esta demanda de la sociedad sólo


podrá ser satisfecha por profesionistas
capaces, conscientes, honrados,
preparados y con todas las demás
cualidades que demanda la ética
profesional.

Por lo tanto, la filosofía debe ocupar


un puesto importante en la formación del
profesionista, ya que se sabe que una educación sin actitudes no es educación.

Otra razón práctica es el hecho de que los profesionistas por ser una estadística menor, se convierten en una
clase de elite, que el día de mañana puede ser la clase dirigente en la actividad pública o privada.

El profesionista preparado se convierte en una minoría privilegiada, en un sujeto en quien se puede depositar la
confianza. Que con su labor saque a México del caos en que se encuentra, pues el líder puede conducir a las masas
hacia fines positivos, ¡de los líderes mediocres que se proponen metas negativas no necesitamos!

Una razón más para el estudio de la filosofía es el axioma de que “antes de ser profesionista, somos personas”,
primero es el ser y después es el hacer. Nadie puede separar ontológicamente al profesionista de la persona.

La persona, como la define el Águila de Hipona, San Agustín, es “el ser individual de naturaleza espiritual”, el
hombre hecho a imagen y semejanza de Dios. Esto es lo que le da al hombre su verdadera dignidad y dimensión que
no se agota en esta vida antes bien trasciende.

Un profesionista no debe partir, por ejemplo, de la premisa de que mientras hace su actividad profesional va a
mentir en sus declaraciones fiscales, de que va a traicionar la confianza que le ha sido depositada, de que va a robar,
etc., pero cuando sale del trabajo entonces no quiere que como persona sea traicionada, le mientan, calumnien o
roben... no se puede proceder de esta forma: o somos personas honestas y nos comportamos como profesionistas
honestos o somos profesionistas dehonestos y por lo tanto no lo podemos separar de nuestra persona, por que el
sujeto de imputación es la persona.

Y una máxima dentro de la ética dice en términos positivos “trata a los demás como quieras que te traten” o en
términos negativos “no hagas a otros lo que no quieras para ti”

Y, finalmente, en educación hay ciertas materias que sirven para un área especifica como serían las matemáticas,
el álgebra boleana, el balance general, el derecho fiscal, etc., pero también hay materias que sirven para toda la vida,
y la filosofía es una de ellas, ya que una de las dimensiones de la filosofía es la teleología, pues esta sirve como una
dirección para la vida, ya que en el estudio de ésta encontramos a grandes pensadores que por su capacidad,
intuición y vida son verdaderos arquetipos a seguir en el camino que está desencadenando una batalla entre dos
bandos, el bien y el mal, la virtud y el vicio, el mérito y el demérito, lo bello y lo feo y entre estas facciones ha de
militar el hombre hasta el fin de los tiempos.

Tu decides en qué bando haz de militar: si eres uno más de esos hombres mediocres, encadenado a sus pasiones
y vicios o por el contrario te conviertes en un ser diferente en el sentido de buscar cada día ser mejor.

El autor es contador público y pasante de la maestría en filosofía, actualmente es catedrático del Departamento de Filosofía y Ciencia de la
UAG.
Perspectivas de las Técnicas de
enseñanza con trabajo en grupo
Por: Fernando Sánchez Cu

En la pasada edición, el autor inició el análisis de las normas que regirían, de acuerdo con Cirigiliano y Villaverde, la dinámica de
grupos. En esta oportunidad concluye estas reflexiones poniendo a nuestra consideración las conclusiones a que ha llegado después de su
estudio y nos plantea una serie de reflexiones sobre las perspectivas de las "Técnicas de enseñanza con trabajo en grupo". N. de la R.

EN LA ENTREGA ANTERIOR, TUVIMOS LA OPORTUNIDAD de enunciar y revisar las tres primeras "Normas generales" que
rigen las técnicas de grupo. Abordemos ahora las siguientes:

“4. Las técnicas de grupo deben aplicarse con un objetivo claro y bien definido. Los miembros del grupo, y mucho
más su conductor, han de saber qué se proponen al utilizar una técnica...” 1.

En este punto o existe una contradicción, o mala intención. Ya antes han afirmado la necesidad de la decisión
democrática de los objetivos, y ahora piden el establecimiento de objetivos. Pero una de dos, o se trata de esos objetivos
marcados por las “conveniencias e intereses del grupo”, o se trata de una planeación del “conductor” que, evidentemente
no decide absolutamente nada, ni es capaz de establecer las normas de evaluación.

“5. Las técnicas de grupo requieren una atmósfera cordial y democrática.

Por propia naturaleza estas técnicas no pueden funcionar en un ambiente autoritario, hostil, competitivo, agresivo, o
donde exista riesgo de sanciones o controles latentes. El “crecimiento” de los miembros necesita un margen de informalidad
favorable para el desarrollo de la autonomía y la responsabilidad” 2.

Observe la negación al “individualismo” y no es que estemos a favor del individualismo liberal; pero si se trata de
enseñar a pensar, hemos de recordar que el pensar es por naturaleza un acto personal, y decir personal es decir
individual. Por otra parte, para pensar con claridad se requiere el silencio y no el bullicio y la agitación; esto es una verdad
de sentido común. Citamos de nuevo a José Ma. de Alejandro:

“Cuando nuestra capacidad de pensar autónomamente ha desaparecido, se impone el clisé del “slogan” obsesivamente
repetido y entonces creemos pensar y discurrir, cuando en realidad confundimos la repetición del “slogan” con el
discurso de la mente”3.

“La meditación lógica debe ayudar a reencontrar el camino del diálogo como método de la convivencia intelectual;
la capacidad dialéctica nos debe enseñar el arte de saber escuchar para saber hablar, porque la historia enseña que el
saber callar es el mejor camino para aprender a hablar. La “lógica del silencio” está implicada en la “lógica del
pensamiento”; mas ésta está gravemente comprometida en esta época gárrula y estridente hasta la sacudida nerviosa”4.

Por último, recuerde lo dicho en el punto 2 de los “principios básicos”. Observe cómo en el presente aparece claro
el rechazo al control docente, incluso niega la validez de la misma posibilidad de control sobre las actividades del grupo.
Aplique este mismo criterio para el punto siguiente.

“6. En todo momento debe existir una actitud cooperante. Esta actitud de todos los miembros, y aún más del
conductor, es indispensable para la existencia del grupo. La actitud competitiva divide, separa, aleja, promueve el
individualismo y anula la interacción que es la vida del grupo”5.

Si se ha entendido nuestra argumentación, se tendrá en claro el peligro de este punto. El problema se centra en
la nivelación por lo bajo, en evitar el surgimiento del verdadero pensamiento independiente, para favorecer la acción
o “vida” del grupo. Podríamos formular este problema diciendo: ¿qué pasa con las individualidades brillantes?

“7. Debe incrementarse en todo lo posible la participación activa de los miembros.

Esta tarea corresponde, especialmente al conductor o líder, quien tendrá en cuenta que la participación depende
mucho más del clima que haya creado en el grupo, que de los estímulos directos a los remisos”6.

Aquí el problema reúne todo lo ya dicho. Sin embargo recordamos que al hablar del “líder” no se está refiriendo
al profesor, pues ya antes hemos visto que el liderazgo es rotativo. Por lo tanto, en esto vale tanto la autoridad del
profesor como la de cada líder de grupo, esto es, de cada alumno, rotativamente, lo cual significa de todos los
alumnos por turno.

“8. Los miembros deben adquirir conciencia de que el grupo existe en y por ellos mismos y sentir que están
trabajando en “su” grupo.

El grupo no es del conductor o líder, ni de la escuela, sino de todos los miembros que lo conforman...”7

¿Será esto una especie de estado dentro de otro estado? ¿Se tratará de la misma destrucción de la escuela? ¿Es
que el hombre puede poseer a otros hombres como posee una libreta? En realidad no parece quedar claro, en el
contexto de estas normas, cuál sea el verdadero sentido de la presente.

Basados en todo lo ya tratado hasta aquí, no nos queda más que entenderlo como un postulado revolucionario,
en el sentido marxista, contra la misma autoridad en todas sus manifestaciones. Es la proclama de la absoluta
autonomía del grupo que, en mucho se parece al eslogan del Movimiento del 68: “prohibido prohibir” y cosas
semejantes.

“9. Todas las técnicas de grupo se basan en el trabajo voluntario, la buena intención y el “juego limpio”.

Nadie debe sentir que está en un grupo por obligación. Las motivaciones han de ser espontáneas y legítimas; las
actitudes positivas y leales, fundadas en una buena disposición para el trabajo cooperativo”8.

En este punto de nuevo resalta con claridad esa idea del “salvaje noble” de Rousseau. No hay necesidad de
ninguna norma, todo se basa en el “buen natural” de los miembros del grupo, buena voluntad que se manifestará
gracias a ese clima propicio que aleja las normas y representaciones de autoridad.

“10. Todas las técnicas de grupo tienen como finalidad implícita:

a) Desarrollar el sentimiento del “nosotros”

b) Enseñar a pensar activamente.


c) Enseñar a escuchar de modo comprensivo

d) Desarrollar capacidades de cooperación, intercambio, responsabilidad, autonomía, creación.

e) Vencer temores e inhibiciones, superar tensiones y crear sentimientos de seguridad.

f) Crear una actitud positiva ante los problemas de las relaciones humanas, favorable a la adaptación social del
individuo”9.

He aquí el aspecto sociológico inseparable de estas técnicas. Se trata de objetivos sociologistas y socializantes, con
un ligero (?) toque terapéutico. Los grupos, inevitablemente llevan, conducen, a estos fines ¿pueden acaso decidir
democráticamente, los grupos, cumplirlos o no?

¿Puede el profesor o cualquier otro evitar llegar a esos fines con todas las implicaciones filosóficas propias de estos
fines? ¿Será posible usar estas técnicas sin caer en el sociologismo “implícito” e inseparable de las técnicas? ¿Son acaso
tan importantes como para evitar su ausencia en el proceso educativo? ¿Pueden ser estos los fines últimos y esenciales
de la educación?

CONCLUSIONES:

Con esto damos por terminado el balance de las técnicas grupales. Nos parece claro hacia dónde se inclina la balanza.
El error aparece desde sus mismos cimientos y, así, no puede sostenerse un edificio. Sin embargo nos parece importante
y oportuno hacer una síntesis apretada de las conclusiones derivadas de nuestro estudio:

1. No es adecuado hablar de “dinámicas de grupo” para referir técnicas de enseñanza.

2. Las “técnicas de enseñanza” derivan directamente de las visiones sociologistas y positivistas de manera clara.

3. El uso de las “técnicas grupales” conlleva la disolución de la objetividad, el subjetivismo, relativismo y pérdida de
la individualidad personal a favor de la “masificación”.

4. Las “técnicas grupales” exigen de los mismos profesores la renuncia a toda convicción y, por lo mismo, a la
desaparición de las verdaderas personalidades.

5. El uso de las “técnicas grupales” lleva a la destrucción de toda noción de autoridad y de la virtud de la docilitas.

Para concluir el presente trabajo proponemos algunas indicaciones de estudios posteriores:

1. Es necesario un estudio de las técnicas usadas por la educación clásica, para poder oponer un sistema coherente
con la filosofía católica de la educación.

2. En las técnicas a desarrollar deben incluirse aquellas normas que enfaticen el orden, la responsabilidad y la virtud
de la prudencia.

3. Es necesario volver a la formación intelectual y racional del hombre, es vital recuperar la noción de “racionalidad”
en toda su extensión, la racionalidad incluye la razón y la voluntad, esto es, al hombre todo.

4. Es importante inculcar en los alumnos las virtudes cristianas: prudencia, justicia, fortaleza y templanza; resaltando
la estudiositas, docilitas y demás virtudes derivadas. Sin olvidar las virtudes teologales: Fe, esperanza y caridad.
5. Proponemos hablar de “Técnicas de Enseñanza con Trabajo en Grupo”, como opción hacia la precisión y claridad
que sea acorde a nuestra visión Educativa.

LAS “TÉCNICAS DE ENSEÑANZA CON TRABAJO EN GRUPO”, PERSPECTIVAS.

En esta parte intentamos un apunto sobre las “Técnicas de Enseñanza con Trabajo en Grupo” (TETG), con ello no
pretendemos presentar un nuevo conjunto de técnicas, sino tan sólo colaborar en posibles formulaciones de técnicas de
enseñanza.

El término “Técnicas de Enseñanza con Trabajo en Grupo” no es simplemente un nombre más, sino el intento de
lograr precisión y claridad al tratar de una serie de técnicas que incluye el trabajo en grupo.

En realidad no se enseña a un grupo, sino a personas, y decir persona es decir individualidad. Por lo tanto nuestro
término pretende, además de ser más claro, oponerse al confusionismo y la masificación. Queremos recalcar la diferencia
entre atender, en la enseñanza, a la persona como ser individual, y atender a un conjunto de individuos que sólo toma su
importancia en función de la reunión. Con esto intentamos librarnos de las bases sociologistas.

Por otro lado, es la persona concreta, ésta persona, la enseñada; el realizar actividades en grupo es la forma de
propiciar una de las dimensiones propias de la persona: ser un ente social. Esto no significa, de ninguna manera, un
desprecio al aspecto social o cooperativo, sino el colocar esta característica en su verdadera posición ontológica.

Con esta visión esperamos iluminar el camino hacia la verdadera autonomía del estudiante y la autoridad (que siempre
incluye responsabilidad y otras características) del profesor en el acto educativo.

Esto es, no es aun grupo anónimo a quien ha de pedirse cuentas, sino a las personas concretas e individuales. Así
mismo, no es a un grupo a quien se le enseña a pensar y conocer la realidad, sino a personas concretas e individuales.
Por último, el profesor no es un coordinador de los esfuerzos de los “individuos” asociados o reunidos; el profesor es un
iluminador del camino, a la vez que es un corrector-evaluador dispuesto a llevar a los alumnos a la verdad y la Verdad.

CITAS:
1) Cirigliano, Gustavo F.J. y Villaverde, Aníbal,
“Dinámica de grupos y educación; fundamentos y
técnicas”, 7ª ed., Humanitas, Argentina, 1975., 85.
2) Idem., p. 85-86.
3) Alejandro, José María de, Op. Cit. p. XVI.
4) Idem., p. XX.
5) Cirigliano y Villaverde, Op. Cit. p. 86.
6) Idem., p. 86.
7) Idem., p. 86.
8) Idem., p. 87. El autor es licenciado en Psicología y pasante de la maestría en Filosofía.
9) Idem., p. 87. Actualmente es catedrático del Departamento de Filosofía y Ciencia de la UAG.
Sofismas y más sofismas
Por: J. Refugio Durán Muñoz.

VIVIMOS UNA ÉPOCA PLAGADA DE SUPERCHERÍAS, plagada de ideas tontas, plagada de despropósitos, y, a veces, no
encontramos profesionistas capaces de enfrentar sin falsos respetos, las mentiras”; esto lo decía el doctor en
Filosofía, Carlos Doufur, en una conferencia impartida a los alumnos de la Universidad Autónoma de Guadalajara,
en 1993.

Estoy de acuerdo: ¡estamos inmersos en un océano de sofismas: falsedades, disfrazadas con ropajes de aparentes,
hermosas y encandilantes verdades!

En los orígenes de la antigüedad clásica, los términos sofista y sabio fueron sinónimos. Un sofista, era pues, un
hombre sabio. Pero...

Pero, ya desde el siglo V antes de Jesuscristo, el sofista dejó de ser sabio, dejó de cultivar la verdad, y se convirtió
en un engañador. En Atenas “un sofista era un maestro de retórica que maneja con habilidad argumentos capciosos,
que se jacta de lograr el triunfo de cualquier tesis, que corrompe a la juventud, y que para colmo, se hace
pagar sus lecciones (en esa época la filosofía enseñaba gratuitamente) ...” según nos dice R. Verneaux, en su
obra Introducción general y lógica.

Desde entonces y hasta el presente un sofista es un engañador; el que utiliza sofismas, dice el diccionario; y, un
sofisma es un argumento falso con apariencia de verdad.

Sócrates, Platón, Aristóteles, verdaderos filósofos, combatieron a los sofistas; y, a lo largo de la Historia otros
han seguido su ejemplo, consiguiendo transmitir la verdad que, como precioso tesoro, se nos ha heredado.

Si hay sofismas, es porque hay sofistas.

Si los sofismas no se han apoderado totalmente de la mentalidad de nuestro tiempo, es porque existe quien los
combata: los modernos Sócrates.

En relación al homosexualismo existen muchos; uno de ellos es el siguiente:

Hay quienes afirman que la homosexualidad es tan antigua como el hombre mismo, por lo tanto es natural;
frenarla o impedirla es una necedad.

Basados en es “argumento” pretenden que se concienta, se acepte, se apruebe, se autorice, se legitime y proteja
la práctica homosexual (como lo manifestaba Hjeld Holm, obispo Luterano de Aarhus, Dinamarca, en mayo de 1997
“la Iglesia debe abarcar toda clase de posturas y ser un refugio para todo el pueblo danés” y en otra parte agrega:
“El espíritu de la ética cristiana no impide bendecir a las parejas del mismo sexo”).

En México, afortunadamente, los moralistas y éticos, por supuesto que estarían en total desacuerdo con tal
raciocinio.

Pero a los gays y lesvianas les tiene sin cuidado lo que se diga en este renglón. Que las Buenas Costumbres, la
Moral, la Ética, la Religión... prohiban y recriminen a los homosexuales por su conducta, les importa muy poco. Ellos
lo que quieren es que el Estado, por medio de la ley, les autorice el poder manifestar sus sentimientos pública e
impunemente, y, además, que se sancione y castigue a cualquiera que lesiones sus intereses (como lo solicitó la
Asociación Internacional de Lesvianas y Gays, ILGA, en la VIII Conferencia de Presidentes de Parlamentos
Democráticos Iberoamericanos: "...despenalizar la homosexualidad en Ecuador, Chile y Nicaragua así como penalizar
las discriminaciones por causa de orientación sexual, como lo hace, ya el Código Penal Español").

Por ello los esfuerzos de los movimientos y organizaciones de gays y lesvianas están encaminados a conquistar
la mentalidad de políticos que tengan acceso a la promoción de propuestas y enmiendas a la ley.

Si al “argumento” expresado más arriba, le damos una estructura lógica quedaría:

1. Todo lo que es natural al hombre debe permitirse.

2. El homosexualismo es natural al hombre.

Por lo tanto:

3. El homosexualismo debe permitirse.

El “argumento” que muchos corruptores sociales sostienen y difunden, es una falacia, es un verdadero sofisma.

Es falso que pueda y deba ser permitido (legitimado) todo lo que le es natural al hombre, sólo por ser tan antiguo
como el hombre, y porque existirá en tanto que exista el hombre.

El error, es natural al hombre.

Es propio y natural del humano el equivocarse: nadie es perfecto. Pues desde el mismo argumento se debe
legitimar el error;

La mentira, es natural al hombre.

La mentira viene con el hombre desde su origen... siguiendo el mismo “argumento”, debe legitimarse la mentira.

El asesinato es natural al hombre.

Caín mató a Abel... El asesinato siempre ha existido, y , mientras la naturaleza corrompida del hombre exista,
también existirá el asesinato.

Lo mismo se puede decir del robo, el fraude.... ¿Se entiende?

Bajo ese argumento sofístico, simplemente no queda nada en pie de derecho; pues, si se va a permitir todo,
entonces, qué se va a sancionar.

Lo anormal puede llegar a ser común, pero nunca dejará de ser anormal.

Reflexionemos y no nos dejemos llevar por los falsos respetos humanos, no consintamos, no fraternicemos, no
seamos negligentes, con estas personas. Al pan, pan; y al vino, vino.

El autor es licenciado en Ciencias de la Comunicación y postulante de la maestría en Filosofía por la UAG . Actualmente labora en el
Departamento de Tutoría y Orientación de la Facultad de Derecho y Trabajo Social.
Foto: Yéssica Velasco.
¡Bolsa de
valores!
Por: Florencio Mendoza

EN 1994, LA SITUACIÓN ECONÓMICA DE MÉXICO se consolidaba al tener las familias oportu-nidades accesibles para
ad-quirir bienes materiales, contando con un hogar digno y automóvil a la puerta. Se creía en el futuro próspero con
la esperanza de poder cumplir con las deudas.

Campañas publici-tarias invitaban a confiar en los bancos al proponer préstamos con bajos intereses, desatando
la euforia del dinero fácil. Poco duraría tanta algarabía.

Comienzan a agitarse las Bolsas de Valores en todo el mundo, siendo México uno de los primeros en resentir los
espectaculares cambios. Se genera el nerviosismo en todo el país y viene aquel fatídico mes de diciembre. Mezcla
de alegría por la cercanía de la Navidad, pero también por la tristeza al darse a conocer la devaluación.

Las casas compradas con préstamos de “interés social” adquieren alas, alcanzando precios muy difíciles de
pagar. Todas las familias quedan endeudadas.

Ahora se tendría en los hogares la primera crisis nerviosa, al ver sus ilusiones desvanecidas por la situación tan
crítica que comenzaba.

La carga para el padre de familia y aun para la madre que tiene que trabajar, se hace más pesada, al darse cuenta
que la deuda se traspasaría hasta la tercera generación.

Pero a final de cuentas ¿quiénes eran los beneficiados?

Por lo pronto la primera Bolsa de Valores en los hogares ya estaba debilitada.

¿Por dónde buscar respuesta a tan desesperante situación? El primer recurso disponible era la unión familiar.
Esto ayudaría a tener un relajamiento intelectual, que serviría para dar tranquilidad a tantas pesadillas, pero sólo las
familias que se resguardaban en los principios de rectitud y de bien salían fortalecidas ante este problema. Para
quienes descuidaron lo anterior, se sentían desamparados ante un callejón sin salida, convirtiéndose en el azote de
este fin de siglo y provocando el aumento de la violencia intrafamiliar, se fomentó la desintegración y culminó con
el abandono del hogar de los padres.
Foto: Yéssica Velasco. Los valores
morales y
espirituales
están
siendo
combatidos.

Lo anterior ayudó a que los padres de familia se unieran a mafias distribuidoras de estupefacientes, enrolándose
con bandas de secuestradores, asaltante y ladrones, justificando sus actos para conseguir dinero a como diera lugar
y poder solventar sus gastos. No les importó el daño moral que causaban a esposa e hijos.

Poco a poco los hogares estaban siendo combatidos. Las estadísticas más recientes señalan un incremento en
las parejas de unión libre, madres solteras con un futuro incierto, niños huérfanos cuya potestad la transfieren a los
abuelos, porque los padres no aceptaron la responsabilidad.

¿Se detendría aquí esta campaña de desestabilización? Por supuesto que no. El triunfo final se concentraría en la
Bolsa de Valores más importante de los seres humanos, en la cual está edificada la fortaleza del matrimonio.

Los primeros pasos que se dieron consistían en desacreditar su unión religiosa, impulsando el matrimonio civil
como único requisito ante la sociedad, poniendo el camino más fácil para el divorcio, sin compromisos para una
paternidad perenne. Presentaron por adelantado a los abogados del mal, continuaron con la tarea de dividir a los
padres, por medio de las sectas protestantes, utilizando la estrategia de aprovechar la ausencia del padre, para
persuadir con engaños a la esposa de abandonar la fe católica, poniendo en crisis espiritual a la pareja. Se apoyaron
en los medio de comunicación presentando arquetipos de matrimonios en unión libre con el supuesto de establecer
un periodo de prueba y decidir si era posible vivir juntos para siempre, de lo contrario podían dejarse. En consecuencia
invitaban a la concupiscencia y al placer.

La estocada final la dieron con la campaña de planificación familiar, que promovieron a nivel mundial
aprovechándose de organismos asistenciales y de salud pública para persuadir a los derechohabientes y público en
general de utilizar pastillas anticonceptivas o realizarse la vasectomía, con el pretexto conocido en que “la familia
pequeña vive mejor”. Ya no era la inspiración divina la que determinaba el número de hijos que se podía concebir. Se
está por iniciar el siguiente milenio y la institución familiar está siendo devaluada y por consiguiente mutilada.

Los valores morales y espirituales están siendo combatidos desde cuatro décadas atrás. La decadencia va en
aumento a tal grado que se huye del compromiso matrimonial, del sacrificio y del sufrimiento, viviendo momentos de
hedonismo desenfrenado. El año de 1999 ha sido señalado como del antricristo. Para unos es indiferente y no lo
creen, para otros es el año de la reflexión y el arrepentimiento, y para muy pocos es el momento de emprender
acciones.

El autor es ingeniero de profesión. Actualmente labora en el periódico Ocho Columnas.


PARA LEER Y GUARDAR

La oración de un
genial matemático
Selección y notas por: José Chávez Chávez

EL TEXTO DE HOY FUE ESCRITO POR EL EXTRAORDINARIO matemático francés Blas Pascal (1623-1662). Su padre,
Esteban Pascal, funcionario de impuestos, hombre instruido y piadoso, fue el educador de sus tres hijos, Gilberta,
Jacqueline y Blas, a quienes enseñó Latín Griego, Física, Matemáticas, Historia, Literatura y Música. Esta fue la
única educación que recibió Pascal, pues no asistió a ningún colegio o universidad.

Desde muy pequeño manifestó un talento matemático de primer orden.

A los doce se preocupaba por la explicación de los sonidos. Leyó, contra la voluntad de su padre, los “Elementos
de Geometría” de Euclides y por sí mismo llegó a la demostración práctica de las treinta y dos proposiciones del libro
primero del célebre sabio griego. A los dieciséis años escribió el “Ensayo sobre las cónicas”, en que explica todas las
propiedades de las secciones cónicas en función de un hexágono. A los diecinueve, para ayudar a su padre en los
cálculos de su trabajo, inventó una máquina aritmética y después de construir varios modelos se utilizó y la presentó
a la reina Cristina de Suecia, volviéndose célebre su joven inventor. Después de muchos experimentos con líquidos
y recipientes, formuló su ley de que “la presión de un líquido se transmite con la misma intensidad en todas direcciones".
Ya desde ese entonces se aparta del otro famoso matemático francés contemporáneo, Renato Descartes, en su
método físico que, a diferencia del puramente racional y apriorístico de aquél, consistirá en una estrecha alianza
entre la razón y la experiencia. En 1647 se inició su interés por la Teología. Por entonces empezó a resentirse su
salud, que nunca volvió a recuperar. “Desde los diecinueve años no pasó un día sin dolor”. En 1654, luego de un
accidente, Pascal abandona el mundo y se retira a un convento1. Desde aquel momento, Pascal que siempre fue un
creyente sincero, adquiere un sentido de entrega total, de renuncia y austeridad, sufriendo, además durante largo
tiempo una dolorosa enfermedad que le llevará a la muerte.

Y, precisamente, sobre la forma como el cristiano debe aceptar y santificar las enfermedades es el texto que hoy
ofrecemos, una conmovedora y conceptuosa oración que escribió pidiendo a Dios la gracia de santificarse mediante
la aceptación del sufrimiento, el dolor y hasta la muerte. Desgraciadamente, por razones de espacio, hemos tenido
que seleccionar sólo algunas partes de la oración2.
Para pedir a Dios el buen uso de las enfermedades
(Selección de párrafos)

Por: Blas Pascal

¡Señor, cuyo espíritu es tan bueno y dulce


en todas las cosas y que nos sois tan
misericordioso que no solamente las
prosperidades, sino las desgracias que
acontecen a vuestros elegidos son efecto de
vuestra misericordia!

Concédedme la gracia de no obrar como


un pagano en el estado en que vuestra justicia
me ha reducido. Que como un verdadero
cristiano os reconozca por mi Padre y mi Dios,
cualquiera que sea el estado en que me
encuentre, ya que el cambio de mi condición Jesús curando a los enfermos. G. Doré. Fragmento
no lleva cambio en la vuestra; ya que Vos sois
siempre el mismo, aunque yo esté sujeto a cambio, y Vos no sois menos Dios cuando me afligís que cuando me
consoláis y usáis de indulgencia.

2
Vos me habéis dado salud para serviros, y yo he hecho de ella un uso completamente profano. Ahora me
mandáis la enfermedad para corregirme; no permitáis que yo use de ella para irritaros por mi impaciencia. Yo he
hecho un mal uso de mi salud y Vos me habéis castigado justamente. No consintáis que use mal de vuestro castigo.
Y ya que la corrupción de mi naturaleza es tal que me hace precisos vuestros favores, convertid, ¡Oh Dios mío! por
vuestra gracia todopoderosa vuestros castigos en saludables. Si he tenido el corazón henchido de mundo, mientras
he conservado algún vigor, aniquilad éste, en beneficio de mi salvación y hacedme incapaz de gozar del mundo, sea
por debilidad del cuerpo, sea por celo de caridad, a fin de que encuentre el gozo solamente en Vos.

3
¡Oh, Dios mío ante quien debo rendir cuenta exacta de mis acciones al fin de mi vida y al fin del mundo!
¡Oh, Dios mío que no dejáis de subsistir el mundo y todas las cosas del mundo, sino para probar a vuestros
elegidos y castigar a los pecadores! ¡Oh, Dios mío que dejáis a los pecadores endurecidos en el uso delicioso y
criminal del mundo! ¡Oh, Dios, que hacéis morir nuestro cuerpo y que, en la hora de la muerte, separáis nuestra alma
de todo cuanto ella amaba en el mundo! ¡Oh, Dios, que me arrancáis, en este último momento de mi vida, de todas
las cosas a las cuales estoy ligado y en las cuales he colocado mi corazón! ¡Oh, Dios, que en el último día debéis
consumir el cielo y a la tierra y todas las criaturas que contienen, para mostrar a los hombres que nada subsiste sino
Vos, puesto que nada es durable sino Vos! ¡Oh, Dios, que debéis destruir todos estos vanos ídolos y todos estos
fuertes objetos de nuestras pasiones! Yo os alabo, Dios mío y bendeciré durante todos los días de mi vida, porque os
ha placido reducirme a la incapacidad de gozar de las dulzuras de la salud y todos los placeres del mundo; y de que
hayáis aniquilado, en cierta manera, para mi provecho, los ídolos engañadores que aniquilaréis de verdad, para
confusión de los malos, el día de vuestra cólera. Haced, Dios mío, que yo, seguido de esta destrucción que Vos
habéis realizado en mi provecho, sepa juzgarme a mí mismo, a fin de que Vos no me juzguéis después de la completa
destrucción que haréis de mi vida y del mundo. Y si, Señor, en el instante de mi muerte me he de encontrar separado
del mundo, desnudo de toda cosa, solo en vuestra presencia, para responder ante vuestra justicia de todos los
movimientos de mi corazón, haced que considere esta enfermedad como una especie de muerte, separado del
mundo desnudo de todos los objetos de mis aficiones, solo en vuestra presencia, para implorar de vuestra misericor-
dia la conversión de mi corazón. Y así recibo un gran consuelo de que me mandáis, ahora, esta especie de muerte,
para ejercitar vuestra misericordia, antes de que mandéis la muerte verdadera, para ejercitar vuestro juicio.
Haced, pues, Dios mío, que así como Vos me habéis prevenido mi muerte, yo prevenga el rigor de vuestra
sentencia y que me examine a mí mismo, antes de vuestro juicio para encontrar misericordia (...)

7
Tocad mi corazón del arrepentimiento de mis faltas, ya que, sin este dolor interior, los males exteriores con los
cuales tocáis mi cuerpo serán para mí una nueva ocasión de pecado. Hacedme conocer que los males del cuerpo no
son sino, a la vez, el castigo y el símbolo de los males del alma. Pero haced también, Señor, que constituyan, además
de eso, su remedio, haciendo considerar en los dolores del cuerpo aquellos que yo no sentía en mi alma, aunque
estuviera toda ella enferma y cubierta de úlceras. Porque Señor, la mayor de las enfermedades es esta insensibilidad
y esta extrema debilidad en que ella vive de la conciencia de sus propias miserias. Hacédmelas sentir vivamente, y
que lo que me resta de vida sea una penitencia continua para lavar la ofensa que he cometido(...)

10
Pero, Señor ¿qué haré para obligaros a esparcir vuestro espíritu sobre esta miserable Tierra? Todo lo que soy es
odioso, y nada encuentro en mí que pueda seros agradable. Sólo, Señor, mis dolores pueden tener algún parecido con
los vuestros. Considerad los males que sufro y aquellos que me amenazan. Contemplad con una mirada de misericordia
las heridas que vuestra mano me ha producido, ¡Oh, mi Salvador, que habéis amado vuestro sufrimiento hasta la
muerte! ¡Oh, Dios, que os habéis encarnado después del pecado de los hombres, y que no habéis escogido para Vos
el cuerpo más agobiado de sufrimientos que jamás haya existido en el mundo! Que os sea agradable mi cuerpo, no
por sí mismo ni por lo que contiene, porque todo es digno de vuestra cólera, sino por los males que padece, que
únicamente ellos pueden ser dignos de vuestro amor, Amad mis sufrimientos, Señor, y que mis males os inviten a
visitarme. Más para acabar la preparación de vuestra morada, haced, mi Salvador, que, así como mi cuerpo tiene de
común con la vuestra el sufrimiento por nuestras ofensas; y que así sufra con Vos, tanto en mi cuerpo como en mi
alma, por los pecados que he cometido.

11
Hacedme la gracia, Señor, de unir vuestros consuelos a mis sufrimientos, a fin de que sufra como cristiano. No
pido ser exento de los dolores, porque ésta es la recompensa de los santos; pero lo que sí pido es no ser abandonado
de los dolores de la Naturaleza, sin los consuelos de vuestro espíritu, porque ésta es la maldición de los judíos y de los
paganos.
No pido tener una plenitud de consolación sin ningún sufrimiento porque ésa es la vida de la gloria. Pero tampoco
quiero permanecer en la plenitud de los males sin consuelo, porque éste es el estado del judaísmo. Pero os pido,
Señor, que pueda sentir a la vez dolores de la Naturaleza con los consuelos de vuestro espíritu por la gracia, por mis
pecados, porque ese es el verdadero estado del cristianismo. Que no sienta los dolores y el consuelo, para llegar por
fin a sentir vuestro consuelo sin ningún dolor. Porque, Señor, Vos habríais dejado languidecer el mundo antes de la
venida de vuestro Hijo único; y colmáis de una beatitud enteramente pura vuestros santos en la gloria de vuestro
Hijo. Estos son los admirables grados por los cuales hacéis subir nuestras obras.
Me habéis sacado del primero. Hacedme llegar al segundo, Señor, dejadme llegar al tercero. Esta es la gracia
que os pido.

12
No permitáis que yo permanezca en tal lejanía de Vos que pueda considerar vuestra alma triste hasta la muerte
y vuestro cuerpo habitado por la muerte, a consecuencia de mis propios pecados, sin regocijarme por regocijarme,
por sufrir en mi cuerpo y en mi alma. Porque ¿hay algo tan vergonzoso y, sin embargo, tan frecuente y ordinario en
los cristianos y en mí mismo, que esto de vivir en las delicias mientras andáis Vos derramando vuestra sangre en
expiación de nuestras ofensas? Y estos cristianos que hacen profesión de ser vuestros; que por el bautismo han
renunciado al mundo para seguiros; que han jurado solemnemente, a la faz de la Iglesia, vivir y morir por Vos; que
hacen profesión de creer que os habéis expuesto a la cólera de Dios y a la crueldad de los hombres para rescatar sus
crímenes; estos cristianos, digo, que creen estas verdades y consideran vuestro cuerpo como la Hostia, que se ha
verificado para su salvación, que consideran los pecados del mundo como el único objeto de vuestros sufrimientos y
en el mundo mismo como vuestro verdugo; que estos cristianos busquen el halago del cuerpo entre los placeres de
este mundo, y los que no podrían sin horror ver a un hombre acariciar y querer al verdugo de su padre, puedan vivir,
como ya he dicho, con entero gozo entre ese mundo que ha sido verdaderamente el verdugo del que yo reconozco
por mi Dios y mi Padre, ¿no es el colmo de la abominación y el extremo de la indignidad? Justo es, Señor, que hayáis
interrumpido esta dicha tan criminal en la que yo me reposaba, a la sombra de la muerte.

13
Apartad, pues, Señor, de mí la tristeza que el amor propio podría darme por mis propios sufrimientos y por las
cosas del mundo que se acomodan a los deseos de mi corazón, y que no se refieren a vuestra gloria; pero dadme una
tristeza conforme con la vuestra. Que mis sufrimientos sirvan para apaciguar vuestra cólera. Haced de aquellos una
ocasión de salvación y arrepentimiento para mí. Que de aquí en adelante, desee la salud y la vida a fin de emplearla
y terminarla por Vos, con Vos y en Vos. No os pido ni salud, ni enfermedad, ni vida ni muerte, sino que dispongáis de
mi salud y de mi enfermedad, de mi vida y de mi muerte, para vuestra gloria, para mi salvación y para la utilidad de
la Iglesia y de vuestros santos, entre los cuales espero figurar por vuestra divina gracia. Sólo Vos sabéis qué me
conviene. Sois mi soberano maestro; haced de mí lo que queráis. Dadme, quitadme; pero conformad mi voluntad a
la vuestra, y que, en una sumisión humilde y perfecta y en una santa confianza, me disponga a recibir las órdenes de
vuestra providencia eterna. Haced que yo adore igualmente todo cuanto viene de Vos (...)

15
Haced, pues, Señor, que tal como soy me conforme con vuestra voluntad; y que, estando enfermo como estoy, os
glorifique con mis sufrimientos. Sin ellos no puedo llegar a la gloria; y Vos mismo, Señor, no habéis querido llegar a
ella sin ellos. Y por las señales de vuestros sufrimientos habéis sido reconocido por vuestros discípulos; y por
análogas señales reconocéis a los que son vuestros discípulos. Reconocedme, pues, por discípulo en estos males que
padezco, tanto en mi cuerpo como en mi espíritu, para purgar las ofensas por mí cometidas. Y como nada es
agradable a Dios si no le es ofrecido por vuestro intermedio, unid mi voluntad a la vuestra y mis dolores a los dolores
que Vos habéis sufrido. Haced que los míos se tornen vuestros. Unidme a Vos; llenadme de vuestro Espíritu Santo.
Entrad en mi corazón y en mi alma para tomar mis sufrimientos y para continuar padeciendo en mí lo que todavía os
queda por sufrir de vuestra pasión. ¡Oh, Salvador!, y para que así, teniendo una pequeña parte en vuestros sufrimientos,
Vos me llenéis enteramente de la gloria que ellos han adquirido y en la cual viven con el Padre y el Espíritu Santo por
los siglos. Así sea.

NOTAS:

1.- El de los “solitarios” de Port Royal, convento de los jansenistas que por ese entonces estaban sometidos a juicio por la Iglesia a
causa de varias de sus proposiciones doctrinales consideradas como heréticas. Pascal, empero, dice Fraile en su historia de la Filosofía,
se unió a ellos con la mejor buena fe y devoción. Aclara Fraile también que Pascal brilla, sin discusión, como físico y matemático, pero
en cuanto filósofo padece las consecuencias inevitables de una escalofriante improvisación.
Aunque para los propósitos de este artículo, basta fijar su figura como la de un eminente matemático, científico, que fue además un
ferviente católico.

2.- Datos tomados de la Historia de la Filosofía, Guillermo Fraile, T III (BAC).

3.- Selección de párrafos del texto tomado de “Pensamientos”, de Blas Pascal, Editorial Novaro.

El autor es asesor de la DAPA y catedrático de la Preparatoria Centro de la UAG.


LOS GRANDES EDUCADORES EN LA HISTORIA

Cardenal Mercier,
educador y psicólogo
Por: Ernesto Ávalos López

EL 22 DE NOVIEMBRE DE 1851, en la villa de Braine L’Alleud, en las cercanías del histórico campo de Waterloo, vio por
primera vez la luz Desiderio Feliciano Francisco José Mercier, en el seno de una humilde familia integrada por ocho
miembros, de los cuales él fue el quinto.

Al igual que Margarita, la madre de Don Bosco, la madre de Desiderio, Barbe, perdió a su marido muy pronto, y tuvo
que luchar duramente para criar a sus hijos. Seguramente fue de ella de quien Desiderio aprendiera a soportar las
penalidades de la vida, a sufrir y a confiar en Dios.

La educación del futuro cardenal católico inició en la misma villa natal, al lado de su mentor y amigo, el padre
Oliviere. Este sacerdote muy pronto descubrió las inusitadas dotes de Desiderio, y, cuando éste tuvo doce años lo
condujo a Malinas, Bélgica, para el colegio de San Rombaut.

A los 17 años ingresó al seminario menor, en la misma ciudad, y dos años después al seminario Mayor. Finalmente,
el 4 de abril de 1874 fue ordenado sacerdote y celebró su primera Misa al día siguiente, un Domingo de Pascua de
Resurrección, en la pequeña iglesia de su pueblo natal.

Después de su ordenación continuó sus estudios de teología y recibió la licenciatura en 1877. Cinco años más tarde
obtuvo el doctorado en filosofía y teología.

ERA EL HOMBRE INDICADO

El 4 de agosto de 1879 el Papa León XIII promulgó la encíclica Aeterni Patris, interesándose por la restauración de
la filosofía de Santo Tomás de Aquino como remedio a la confusión y esterilidad de la filosofía, y especialmente por el
modo como en ese tiempo era enseñada en los seminarios y universidades católicas.

Para asumir la responsabilidad de reinstaurar el tomismo, el Sumo Pontífice pensó en los catedráticos de la Universidad
de Lovaina, en donde inicialmente fue elegido el canónigo Van Heddingen para tal responsabilidad, pero al no poder
asumirla éste, la designación recayó en Mercier, razón por la cual fue enviado a Roma.

La elección no pudo haber sido mejor, Mercier, ante la confusión reinante en los sistemas filosóficos, había procurado
siempre como guía al Doctor Angélico, “a quien consagró sus estudios y cuya filosofía le pareció el mejor remedio y la
mejor arma contra aberraciones tales como el materialismo, positivismo e idealismo”1.

En 1882 comenzó a enseñar la filosofía de Santo Tomás en la Facultad de Teología de la Universidad de Lovaina. Los
primeros años, debió enfrentarse a muchos problemas, empezando por el hecho de que los mismos superiores, escépticos
a emprender la aventura de retomar el tomismo, no le brindaron mucha ayuda, pero el celo y la capacidad de Mercier
poco a poco hicieron que cambiara la situación, al grado que pronto la filosofía tomista fue más apreciada y el número
de estudiantes era cada día mayor, creciendo también con esto la fama del profesor.

En sus esfuerzos para sacar adelante su ardua tarea, Mercier escribió artículos, preparó libros de texto y dio conferencias
magistrales.

Por sus méritos, fue hecho canónigo honorario de Malinas (1882), nombrado miembro de la Academia Romana de
Santo Tomás (1886), creado prelado doméstico (1887), y finalmente, en 1892, su obra recibió elogios de parte del
mismo León XIII.

EL INSTITUTO SUPERIOR DE FILOSOFÍA

No satisfecho con la obra realizada hasta entonces, Mercier, junto con sus colaboradores de la Universidad, se dio a
la tarea de que la filosofía tomista tuviera mayor influjo y vincular más efectivamente la filosofía tradicional y la ciencia
moderna. Con este objeto, concibió el plan de crear un centro especial de estudios que permitiera una extensión de la
enseñanza, incluyendo las ciencias naturales.

En 1889, el Papa León fundó un instituto especial de filosofía tomista en la Universidad, y en 1894, fue erigido como
parte integrante de la Universidad bajo el nombre de Instituto Superior de Filosofía o Escuela Santo Tomás de Aquino,
teniendo a Mercier como primer presidente.

Entre las reformas introducidas por Mercier en este nuevo instituto


destaca el programa, que incluía: filosofía, historia, filología y
ciencias; “la filosofía se estudiaba por sí misma, y no
simplemente como ancilla theologiae (fámula de la teología);
a las ciencias modernas se les reconocía su propio derecho,
y los hombres de ciencia católicos fueron formados como
verdaderos hombres de ciencia, aptos a desarrollar
laboratorios, a dirigir experimentos, a seguir los
descubrimientos de las ciencias, y a armonizarlos con
la filosofía; se admitían estudiantes clérigos y laicos.
La pretensión de Mercier era hacer del Instituto un
centro internacional verdaderamente católico que llevara
la filosofía tomista tanto a los laicos como a los hombres
de ciencia, y que demostrara al mundo intelectual la
armonía entre la filosofía y la ciencia” 2.

La labor emprendida por Mercier en el Instituto fue muy


exitosa; se ganó un destacado lugar en el ámbito internacional
como el centro más activo del tomismo y fue tomado como
modelo por el resto de las universidades católicas.

MERCIER, CARDENAL

En 1906 fue nombrado Arzobispo de


Malinas, la mayor diócesis de Bélgica y
en 1907 fue elevado a la dignidad
cardenalicia. Con estos nombramientos
su labor como maestro y administrador
universitario acabó repentinamente. Para
el ahora cardenal Mercier, abandonar la
enseñanza y los trabajos escolares significó un auténtico sacrificio, sin embargo, dedicó todas sus
energías para atender sus nuevas responsabilidades, “alcanzó una eminencia religiosa, social y política
sin prece-dentes en la Iglesia, ejerciendo un influjo extraordinario no sólo en su país, sino también en
otros países. Su grandeza, con todo, manifestóse más brillantemente y ganóse la admiración mundial,
cuando Bélgica, invadida y ocupada por el ejército alemán durante los años 1914-1918, sufrió su
martirio”3.

La grandeza de espíritu de este insigne varón se refleja en una carta que envió a la Hermana Inés,
hermana de Santa Teresa de Lisieux, casi a punto ya de entregar el alma a su Creador. Decía: “Desde
que me sentí enfermo, nunca creí que tuviera derecho de rogar por mi curación. Abandono mi suerte
en las manos de Dios, y le pido solamente una cosa: que saque cuanta gloria le sea posible de mi No sólo era
humilde persona, cualquiera que sea el precio que pueda costarme”4.
un grande y
Pese a estar afectado por cáncer en el estómago y a una crónica tuberculosis de pulmón, sabio
extremadamente debilitado por no poder alimentarse, el cardenal siguió atendiendo sus obligaciones, especialista
hasta que el 23 de enero de 1926, con sesenta y cuatro años de edad, falleció.
y un
"Su desaparición (dice F. de Hovre, en "Pedagogos y pedagogía del catolicismo) causó unánime pensador de
y universal pesar. El cardenal Mercier fue, en efecto, universalmente apreciado como uno de los primera
mayores genios de su siglo, como un príncipe de la Iglesia eminente, como sacerdote y asceta
ejemplar, como escritor y orador notable, como hombre y patriota, como profesor y orador sagrado, línea, tenía
como campeón incansable del renacimiento escolástico, como fundador del Instituto Superior de en su grado
Filofofía de Lovaina" 5.
más per-
CARDENAL MERCIER, EDUCADOR Y PSICÓLOGO fecto el don
de enseñar.
Digno ejemplo para ser considerado por los educadores de nuestros días, el esforzado Cardenal
Desiderio Mercier vivió intensamente su vocación de maestro. "Monseñor Mercier no era sólo un
grande y sabio especialista y un pensador de primera línea; también tenía en su grado más perfecto el donum didacticum,
el don de enseñar"6.

Al respecto, en “Los Católicos y la Psicología” dicen sus autores: “Como profesor fue verdaderamente afortunado,
no sólo por sus brillantes dotes intelectuales, sino también porque amó su vocación. De hecho, permaneció maestro
a través de toda su vida. Sus clases en la Universidad eran bien preparadas, basadas en sus lecturas ininterrumpidas y en
sus investigaciones. Se sabía perfectamente en Louvain que él trabajaba hasta las primeras horas de la madrugada y que
las luces en sus ventanas eran las últimas en apagarse. Se decía de Mercier que rompía las notas para sus cursos cada
año para reescribirlas mejores, y así evitar cursos anticuados. Presentaba sus cursos con entusiasmo y claridad. Sus
estudiantes le llamaban el gran simpático”7

En su labor de restaurar la filosofía tomista, el cardenal no sólo se contentó con revisar lo viejo, sino que estudió lo
nuevo, para integrar el conocimiento verdadero, “es importante, decía el propio Cardenal, investigar imparcialmente la
verdad, toda verdad, sin preocuparse de las consecuencias, cualesquiera que sean”8. "Su espíritu sagaz, dice De Hovre,
se esforzaba por rejuvenecer los principios tradicionales y explicar y esclarecer la vida moderna por las verdades
antiguas" 9.

Motivado por su interés en encontrar la verdad, viniera ésta de donde viniera, impulsó las ciencias, particularmente
es de destacarse la psicología, que en esos tiempos progresaba rápidamente en Europa, adquiriendo él mismo una
erudición sorprendente en este campo.

Para él la psicología es la “parte de la filosofía que trata del alma humana” y su objeto es “el hombre, es decir, el
hombre considerado en todas las manifestaciones de su vida”; en consecuencia, deben tomarse en cuenta los aspectos
orgánicos, sensitivos e intelectuales del ser humano.
No concibe que la psicología pueda ser considerada “como una estructura perfecta a la que nada puede añadirse. Por
el contrario, debe ser una science vivante, en constante desarrollo, para ser tal, debe crecer con la ciencia moderna...”10

Mercier, exigió que la psicología se relacionara con la sana filosofía, con el neo tomismo. A los filósofos que
desconfiaban de la psicología experimental, por sospechosa de materialismo, Mercier les argüía que “ni los principios ni
los métodos de la psicología experimental se oponen a los principios de la filosofía espiritualista” y añadía que ésta
“amplía el camino del progreso para la verdadera filosofía y le aporta una información valiosa”, sin embargo, también
prevenía: “la psicología experimental divorciada de la racional puede hacerse materialista, puede dejar de existir como
ciencia aparte, y puede formar “un capítulo de la mecánica o de la fisiología”11.

CITAS:

1) Misiak, Enrique y Standt, Virginia, “Los católicos y la psicología; anotaciones históricas”, Juan Flors, editor, Barcelona, 1955. P52.
2) Idem, p53.
3) Idem., p54.
4) Idem., p. 57.
5) F. de Hovre, "Pedagogos y pedagogía del catolicismo", Ed. Facx, Madrid, 1946, p. 323.
6) Idem., p. 324.
7) Misiak y Standt, op. cit., p. 57.
8) Idem., p. 59.
9) F. de Hovre, op. cit., p. 325.
10) Misiak y Standt, op. cit., p. 63.
11) Idem., p. 67.

El autor es licenciado en Derecho por la UAG. Actualmente es jefe del Departamento de Tecnología Instruccional de la DAPA.
Decálogo Pedagógico
I. Es necesario que los padres de familia "aprendan" a educar.

II. Nadie tiene derecho a educar a un niño como le plazca, aunque sea su hijo.

III. El medio más eficaz de que disponen los padres para educar a sus hijos es
el ejemplo.

IV. Así como los ideales de la educación corporal son los de favorecer la fuerza
y la salud físicas, los ideales de la educación mental son los de favorecer el
máximo desarrollo y equilibrio de la sabiduría, inteligencia, serenidad, bondad,
energía y sociabilidad de cada individuo.

V. La misión de los padres es la de guiar, proteger y estimular a sus hijos, pero


nunca han de coaccionarlos, adularlos o engañarlos.

VI. Nunca se debe poner a un niño (propio o extraño) como ejemplo de modelo a
imitar a otros, a quienes, de antemano, se les juzga así inferiores.

VII. Nunca se debe dejar una pregunta infantil sin respuesta verdadera; habrá
ocasiones en que no se pueda decir "toda" la verdad, mas no por ello habrá de
fabricarle mentiras.

VIII. Jamás deben los padres pelearse ante sus hijos, hablar mal el uno del otro
o presentarse ante ellos en condiciones indignas. (La impresión de un momento,
puede borrar en el niño el respeto de varios años).

IX. Bajo ningún pretexto deben autorizarse castigos corporales ni frases


degradantes para los niños, mas tampoco estos han de conseguir nada por la
violencia.

X. El secreto de la educación moral del niño es conseguir que éste realice el


bien, no por el deseo de premio o temor de sanción, sino por el impulso de
perfección y de aprobación o admiración social.

Tomado de "Alma Popular", Junio-Julio de 1986.

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