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CONTENIDO Número 28
Educación
El compromiso del docente
Pedagogía
Elementos indispensables en la formación del alumno
Historia de la educación
La educación durante la Colonia
Didáctica
¿Sólo copiar y pegar?
Filosofía Educativa
Moralidad y persona, una visión integrativa
Didáctica
Aplicación del modelo de liderazgo administrativo en
el aula
Grandes educadores
Pensamiento de Antonio Caso PORTADA:
Acantilados de la Sierra del Carmen
Para leer y guardar Sierra del Carmen
El diluvio en el poema de Gilgamés Campeche, México
C O M E N T A R I O
La educación
y el proceso
enseñanza-aprendizaje
Por: Flavio Mota Enciso
Por otra parte, la formación pedagógica del docente, por tradición, se ha centrado en los procesos de
enseñanza, en cómo enseñar mejor para que el alumno aprenda mejor, en cómo presentar didácticamente los
contenido para que el alumno se motive y los entienda.
Pareciera, ante estos enfoques, que estamos hablando de dos procesos antagónicos: enseñanza y aprendi-
zaje. Pareciera, por lo menos en el análisis de las publicaciones recientes, que sólo hay un elemento importan-
te en el proceso educativo: el aprendizaje; y que la tendencia a centrar la educación sobre el maestro y su
metodología de enseñanza, no es otra cosa que un error del pasado.
En consecuencia, estas teorías sugieren un cambio radical en el proceso educativo, y por lo tanto, en el
papel que desempeña el docente: debe convertirse en un “facilitador” del aprendizaje, que esté al pendiente
de lo que necesite el alumno o debe transformarse en un “mediador” entre el conocimiento y el alumno, un
instrumento para que el alumno alcance el aprendizaje. Aún más, hay algunos “educadores” que abogan
porque desaparezca del proceso educativo el concepto de enseñanza, y por lo tanto, el maestro. Pretenden
reducir todo el proceso educativo a sólo el aprendizaje.
Estas suposiciones son peligrosas y parten de concepciones erróneas sobre lo que es la educación y la
naturaleza del hombre. Es bueno que se investigue el proceso de aprendizaje, como en otros momentos se ha
estudiado el proceso de enseñanza, porque todo el conocimiento generado sobre estos campos del conoci-
miento es valioso, pero sólo si los consideramos en su justa dimensión. El proceso de enseñanza no puede
desvincularse del proceso de aprendizaje. No pueden plantearse dicotómicamente: son un mismo fenómeno.
En la educación formal, no hay una verdadera enseñanza sin un verdadero aprendizaje, ni a la inversa.
Si afirmamos que el sólo aprendizaje es
suficiente, estamos también afirmando que
todo lo que aprenda el alumno estará bien,
será bueno, independientemente de qué, dón-
de, cómo y con quién lo aprenda. Estaría-
mos justificando al aprendizaje por el mis-
mo aprendizaje. Estaríamos reduciendo los
fines educativos a sólo la satisfacción de
algunos intereses y necesidades persona-
les del alumno.
Si no aceptamos que la educación tiene como finalidad el perfeccionamiento del hombre, de la sociedad y
de la cultura, entonces no tiene sentido educar ¿Para qué? Pero, si la educación tiene estos fines, entonces
no puede ser un producto del azar o de los caprichos individuales.
Por lo tanto, la educación requiere ser orientadora. La educación por definición es directiva, puesto que
tiene fines bien definidos, y el aprendizaje, por sí solo, no garantiza el alcanzar estos fines.
El acto educativo, como todo acto humano, es un acto responsable. Y es aquí, donde el proceso de
enseñanza adquiere su grandeza y su importancia, porque orienta y da sentido al aprendizaje del alumno,
porque lo encamina hacia la consecución de las metas y fines establecidos.
Sin embargo, para enseñar bien, no basta el conocimiento de la disciplina, de los métodos y de las normas
de la didáctica que facilitan la transmisión del conocimiento; también se requiere entender cómo aprende el
alumno, cómo los contenidos resultan más significativos para él, cómo se retienen con más facilidad y cómo
se convierten en hábitos; y cómo lo aprendido se interioriza y llega a formar parte de su forma de ser, de su
personalidad. Pero tampoco esto es suficiente. El profesor requiere además de una comprensión más amplia
e integral de lo que es la educación. Necesita conocer y comprender su dimensión ontológica, axiológica y
teleológica; debe estar consciente de lo que la educación es, de su valor y de su finalidad.
Éste es el compromiso de quienes se dedican a la tarea de educar: ayudar a los alumnos a ser mejores, que
alcancen el mayor grado de perfección posible, y con ello, su fin último.
E D U C A C I Ó N
El compromiso
del docente
E
graduados.
Lo que de ellos hemos aprendido cambiará de modo significativo nuestra labor como profesores. Espere-
mos sinceramente demostrárselos de la mejor manera posible, con la firme promesa de prosperar en este
camino de la docencia en el que nos mantendremos más comprometidos con las responsabilidades y obliga-
ciones emanadas de ésta.
El compromiso es grande. Ya no ignoramos muchas cosas; el pecado ahora no sería la inexperiencia, sino
la omisión.
Aunque nuestra formación no estaba originalmente encaminada a la labor docente, no nacimos maestros,
no nos formamos inicialmente como tales; somos afines en la inquietud por enseñar, en la flama que desde
dentro de nuestras almas nos llamaba y nos impulsaba a integrarnos a esta labor para apoyar al que poco
sabe, para compartir con nuestros alumnos las experiencias y formar hombres y mujeres comprometidos con
su vocación, transformándolos en mejores profesionistas y en mejores individuos.
Quizá diferimos en las áreas que nos corresponde desarrollar en nuestra labor docente, pero coincidimos
en el amor hacia la enseñanza, en la comprensión de que el recibir está en el dar, que en la grandeza de
nuestros alumnos está nuestra grandeza. Nuestro premio e inspiración está en los logros que obtengamos con
ellos.
Nos hemos dado cuenta que podemos acudir al alumno y no esperar que él venga hacia nosotros, que un
maestro es un guía, pero también puede ser un amigo.
Hemos aprendido que las mejores recompensas a nuestra labor habrán llegado sin buscarlas.
Tenemos como docentes, obligaciones y responsabilidades por afrontar en cada actividad educativa, que
el ser docente, tiene implicaciones y consecuencias morales y sociales a través del desarrollo profesional de
cada uno de los educandos a nuestro cargo.
Hemos asimilado pues, que no hay nadie que queriendo enseñar no aprenda algo nuevo.
DISCIPLINA
Elementos indispensables
en la for mación del alumno
C uando se habla de disciplina, generalmente se piensa en normas impuestas por la autoridad que
restringen la libertad del individuo, pero en realidad debe ser un elemento formativo “que va preparando el
ejercicio de la libertad y el dominio de sí mismo” (Llorente, p. 93). Se entiende entonces que la verdadera
disciplina es aquella que ayuda a formar para la libertad,
para la verdad y el fortalecimiento la voluntad.
Foto: M.E. Romo
E D U C A R E N L A
L I B E R T A D
* Elegir con inteligencia entre una y otra cosa lo bueno (no lo más fácil ni lo más cómodo), y
“No debéis dejar al niño que haga todo lo que quiera, pero debéis procurar que quiera todo lo que hace”
(Courtois, 1945, p. 227).
Si hemos sido capaces de formar en el niño hábitos, lograremos que actúe por convicción de una forma
espontánea, sin necesidad de una vigilancia del adulto y sin necesidad de coacción.
Debe procurarse, en lo posible, no que el niño ceda, sino obedezca; no el orden por la mera sumisión
externa, sino buscando que el alumno comprenda, asimile e interiorice los motivos de las diversas normas
disciplinarias como cauces para su formación, pues el hombre libre no actúa por imposición externa, sino por
principios asimilados que forman luego parte de su carácter.
E D U C A R E N L A V E R D A D No debéis
dejar al
La verdad “ ...es el acuerdo o la conformidad entre el intelecto y la realidad,
niño que
entre el sujeto y el objeto” (Redden y Ryan, 1961, 168). Cuando no existe ese acuer-
do o esa conformidad se está en el error, y esta falta de congruencia entre realidad haga todo
e intelecto, es lo que se debe evitar en la formación de los alumnos. lo que
quiera,
El hombre que a través de la disciplina abrazará la libertad y la verdad, es el ser
creado por Dios, que posee una voluntad que lo lleva a elegir el bien y evitar el mal;
pero de-
y una inteligencia, cuyo objetivo específico es la búsqueda de la Verdad. béis procu-
rar que
Es deber del maestro enseñar la verdad. Al aceptar el error, o lo que es peor, quiera todo
enseñarlo, el profesor estaría privando el objetivo específico de la inteligencia tanto
en lo que respecta a sí mismo como en sus alumnos. lo que
hace.
Son entonces la inteligencia y la voluntad las faculta-
des que diferencian al hombre de un animal. Para orientar,
ayudar, corregir a un alumno que presenta malos compor-
tamientos, se debe partir por saber qué es lo que los pro-
voca, es decir, si es un problema de inteligencia o de vo-
luntad.
5º Los que tienen una voluntad fuerte y una inteligencia clara que les hace buscar la información bien
fundamentada sobre la base de principios rectos y justos, y actuar siempre buscando la verdad aunque les
cueste hacerlo. Este es el ideal por el que se debe trabajar en la formación de los alumnos.
Se puede observar entonces la gran necesidad de formar conjuntamente la inteligencia y la voluntad del
ser humano que hace que quiera y busque la verdad, se logran los objetivos de la educación y sobre todo se
va por el camino hacia la consecución del fin último del hombre.
EDUCAR LA INTELIGENCIA
-EL SABER-
La educación de la inteligencia es “ ...la raíz de la libertad, los ojos del alma, la luz que Dios nos ha dado
para poder valorar el bien y las circunstancias, y así poder ganar en la elección del bien y en las obras” (Gildo
Cotta , 1998, p. 112).
Es importante para esto desarrollar habilidades de pensamiento que permitan al alumno resolver proble-
mas de manera crítica y creativa, tomar decisiones e interactuar adecuadamente con sus compañeros. Le
permite, además, razonar e interiorizar los conceptos que se estén manejando.
La voluntad
es potencia
del alma, la
tendencia
para buscar,
inclinarse o
luchar por
todo aquello
que es apre-
hendido por
el intelecto
como lo
Foto: M.E. Romo
bueno o
deseable.
“Lo que no se conoce no se puede desear, ni impulsa a la acción” (Gildo Cotta , p. 240).
Es necesario mostrar y recordar constantemente a los alumnos los principios morales y las grandes verda-
des de la religión católica que deben constituir el camino de su vida.
E D U C A R L A V O L U N T A D
-EL QUERER-
Con la educación de la voluntad se llega a la plena posesión de sí mismo, al dominio de las pasiones, a
evitar las influencias negativas. La voluntad hace al hombre libre.
Sin una firme voluntad, el hombre tiende a ser como un animal que se guía por sus instintos y pasiones, y
de esta manera es imposible lograr el fin último para el cual fue creado.
¿Qué es la voluntad? Es una potencia del alma: “... la tendencia, por parte del individuo, para desear,
buscar, inclinarse o luchar por todo aquello que es aprehendido por el intelecto como lo bueno o lo deseable.
La voluntad es, por su propia naturaleza, espiritual, ya que el principio de esta facultad es el espíritu. El
intelecto busca la verdad y la voluntad el bien” (Redden y Ryan, p. 240).
La voluntad mueve a hacer o no hacer una cosa, es esa fuerza interna que impulsa a conseguir lo que se
quiere de una manera firme y constante, va de la mano con la inteligencia que orienta a querer lo que nos hace
un bien.
Se puede decir, entonces, que la voluntad requiere que el querer se convierta en acto, es decir, que ese
impulso de la voluntad no se quede en un simple “yo quisiera” sino que se convierta en una acción.
También se requiere que esa acción nos produzca un bien, realizando algo que sea de provecho o recha-
zando aquello que nos daña y que es malo.
La formación de la voluntad debe comenzarse desde edad temprana, desde los primeros años de vida en
la familia, con las primeras necesidades del niño en cuanto a su alimentación, limpieza, horas de descanso,
etc., las cuales deben tener un orden, un horario determinado que son el inicio de la formación de hábitos y del
fortalecimiento de la voluntad.
E D U C A R P A R A E L B I E N
Educar para el bien significa una educación en virtudes que mantenga la pureza en el niño. La formación
de hábitos buenos, del carácter y la disciplina son los elementos indispensables para esta labor formativa.
Las virtudes perfeccionan la voluntad del hombre, lo engrandecen y lo dirigen al cumplimiento de sus
deberes.
La prudencia, por ejemplo, modera todas sus acciones dirigiéndolo a Dios; la obediencia da mérito y
seguridad a las acciones del que obedece; la gratitud ennoblece al hombre y hace que sus esfuerzos produz-
can maravillosos resultados y la perseverancia en las buenas obras es una virtud que asegura la salvación.
La obediencia, el orden, la responsabilidad, fortaleza, respeto, sencillez, perseverancia, humildad son algu-
nas de las virtudes que deben aprenderse en la familia y reforzarse en la escuela.
No se trata de una labor de carácter teórico sino práctica que requiere de maestros cabales, íntegros, que
enseñen con amor y alegría, de manera constante e intencional, a través del ejemplo y del respeto mutuo
dirigido hacia un mismo fin.
F O R M A C I Ó N D E H Á B I T O S
Por lo tanto, una de las responsabilidades primordiales del maestro es la formación de hábitos positivos que
conduzcan al alumno hacia la consecución del bien, que quiera el bien y que evite el mal. Que sea capaz de
ejercer su autoridad conforme a la voluntad de Dios, y buscando el fin de la educación.
Se habla entonces de una instrucción que debe presentar la verdad de tal manera que sea aceptada como
propia y asimilada a través de actos libres de la voluntad del niño. A través de la disciplina se busca fortalecer
la voluntad de los alumnos bajo la guía de los principios morales, incorporando valores a su vida de acuerdo a
una jerarquía esencial de las mismos, para que adquieran hábitos adecuados y actitudes correctos y así
acercarlos al logro del fin para el cual fueron creados.
BIBLIOGRAFÍA
La educación durante
la Colonia
Por: Ma. Elena Romo Limón
Con relación a la educación pública o popular, Tomás Zepeda hace una revisión histórica muy completa en
su libro “La educación pública en la Nueva España en el siglo XVI” que nos da luz para comprender amplia-
mente la logística y alcances que se tuvie-
ron y la ferviente dedicación y preocupa-
ción para homogeneizar el nivel cultural en
las Indias con el de España.
Las universidades en su mayoría tenían un carácter de reales y pontificias y el idioma pedagógico privile-
giado era el latín. Aquellas que habían adoptado el modelo de la de Salamanca emplearon el método de la
lectio y la disputatio. Para las universidades con el modelo de la de Alcalá de Henares, la Teología fue
preponderante, pues funcionaba como una estructura parecida a la conventual o de colegio-universidad.
Toda la vida educativa de la Colonia, por ende el ambiente universitario, giraba en torno a Dios y a la idea
básica de la salvación del hombre, sin descuidar la enseñanza para la vida.
La efervescencia cultural de la Colonia en los aspectos educativo y literario tienen en gran parte su motivo
en El Siglo de Oro Español que tanto otorgara al mundo, sobre todo la inigualable obra de Cervantes y de los
dramaturgos Lope de Vega, Tirso
de Molina y Calderón de la Bar-
ca.
Estos ejemplos culturales de la Nueva España fueron, en cierta forma, un producto del nivel educativo que
se vivía gracias a la creación de las primeras universidades latinoamericanas, uno de los privilegios que
heredó la madre España a sus colonias.
Desde la Conquista y bajo el gobierno virreinal del Nuevo Mundo se dieron tres aportaciones básicas e
invaluables para la educación en Latinoamérica: la evangelización que erradicó el estado salvaje, la magna
obra para llevar a cada rincón la enseñanza pública y la creación de grandes universidades que perduran
hasta nuestros días.
BIBLIOGRAFÍA
Castañeda, Carmen. (1984). La educación en Guadalajara durante la Colonia: 1552-1821. Guadalajara: El Colegio de
Jalisco.
Gibaja y Patrón, Antonio. (1983). Revoluciones sociales en México. 2a. ed. México: Editorial Tradición.
Luque Alcaide, Elisa. (1970). La educación en Nueva España en el siglo XVIII. Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-
Americanos.
Rodríguez Cruz, Águeda María. (1973). Historia de las universidades hispanoamericanas: periodo hispano. Tomos I y II.
Bogotá: Patronato Colombiano de Artes y Ciencias y el Instituto Caro y Cuervo.
La autora es licenciada en comunicación por la U.A.G. Actualmente es asesora docente del Departamento de Tecnología
Instruccional de la DAPA
D I D Á C T I C A
E s evidente que con la llegada de las computadoras al medio educativo, con sus grandes ventajas
de almacenamiento y procesamiento de datos, con el veloz acceso a grandes cantidades de información que
antes estaban muy lejos del alcance de los estudiantes a través de la Internet y otros medios de gran cober-
tura como la TV, la radio, la prensa, etcétera, han aparecido nuevas alternativas para un más rico aprovecha-
miento por parte de los estudiantes.
Todas esas bondades, sin embargo, tienen sus riesgos si no lo sabemos controlar, es decir, si no sabemos
aprovechar su potencialidad y descuidamos la calidad de los contenidos que manejamos y que pedimos que
manejen nuestros alumnos dentro del proceso formal de la educación. Estos comentarios vienen al caso
debido a la inquietud manifestada por muchos maestros por la aparición de nuevas estrategias a las que
recurren los educandos para realizar, guiados por la “ley del mínimo esfuerzo”, sus deberes escolares.
Cada vez es más frecuente, y para algunos hasta alarmante, que los estudiantes incurran en el uso de la
llamada “técnica del copy & paste” (copiar y pegar) y su variante “cut & paste” (cortar y pegar) para
cumplir con sus deberes escolares, por ejemplo cuando se les encomienda realizar una investiga-
ción. Esta técnica consiste básicamente en armar con retazos
de aquí y de allá, copiando y pegando, de diferentes
fuentes de información los contenidos de un re-
porte. Este fenómeno no sólo puede apreciarse
entre los estudiantes de niveles educativos avan-
zados, sino cada vez más en los niveles iniciales
del proceso formal de educación.
Si no se quiere ser tan drástico, y se quiere seguir aprovechando las citadas ventajas de la computadora,
por lo menos asegure un mínimo de calidad y originalidad por parte de sus alumnos siguiendo las recomenda-
ciones siguientes:
1. Seleccione las fuentes de información a las que deberán acudir para realizar la tarea, y asegúrese de
que esas limitaciones sean perfectamente comprendidas por los estudiantes. Por supuesto, esto le obligará a
usted mismo como docente a conocer o en su caso investigar las fuentes más idóneas para realizar el acopio
de la información.
2. Nunca se contente con un reporte escrito, diversifique sus estrategias de enseñanza y aproveche los
contenidos investigados para enriquecer sus clases: lectura comentada, estudio de casos a partir de la infor-
mación obtenida, escenificación, y muchas otras alternativas le podrán ser de utilidad para enriquecer y
dinamizar sus lecciones diarias.
3. Si va a solicitar un reporte escrito, pida además una opinión razonada y argumentada por parte de los
estudiantes, con lo cual los obligará a estudiar los contenidos solicitados.
4. Aplicación sorpresiva o programada de exámenes de los contenidos investigados, los cuales pueden
ser de manera oral o escrita.
Moralidad y persona,
una visión integrativa
Por: Jorge Fernando Sánchez Cú
E n el mundo moderno nos encontramos ante la máxima promoción de la inmoralidad nunca antes
vista. Para ello ha sido de gran utilidad la vulgarización de la llamada moral de situación que ha sido conde-
nada por la Santa Madre Iglesia y que es inconsistente en sí misma.
Este tipo de “moral” propone al hombre como el centro y medida de todas las cosas y según la situación en
que se encuentre, de donde resulta la inexistencia de todo acto que pueda ser llamado moral.
Esta concepción de “moral” atenta contra la misma existencia de la sociedad y la cultura. Dentro de los
aspectos destructivos, considero de mayor trascendencia la destrucción de la persona, ya que este proceso ha
sido catastrófico para la misma humanidad debido a lo sutil que se ha trabajado en ella. Es la revolución que
pone la dimensión de cosa por encima del mismo hombre, quitándole todo sustento ontológico a la personali-
dad y haciéndola una simple función de adaptación.
De lo anterior se deriva que el hombre, siendo compuesto de potencia y acto, no tiene plena posesión de sí
mismo, sino que se va actualizando paulatinamente durante su propia existencia, es, por tanto, un “ente en vías
de ser”, en cierta medida se puede decir que es él el arquitecto de su destino, principalmente en el aspecto
trascendente.
Como “homo viator” debe tratar de perfeccionar lo mejor que hay en él y lograr de la mejor manera su
propia autoposesión; para esto cuenta con la ayuda de su razón y de su voluntad, el desarrollo de éstas le
permite ejercitar su libertad y forjar su personalidad. Si se evita u obstaculiza conscientemente este desarrollo
se logra un individuo enajenado y sin voluntad que es fácilmente manejable.
LA PERSONA
Para Aristóteles la visión está puesta en la naturaleza misma del ente: “Todo ser tiende a realizar lo que
es”, con esta base se desarrolla toda la filosofía hilemórfica: la tendencia universal al cumplimiento del propio
ser es la ley que rige todo el estudio de la naturaleza (phisis) y del hombre mismo, en una palabra de la
realidad. Es por este camino que llegará el Estagirita a la concepción y necesidad de un “primer motor móvil”
que explicara de alguna manera todo cuanto existe. Ciertamente Aristóteles no accedió a la idea de la
Creación, pero tanto se acercó a la Verdad Suprema que aún hoy nos enseña en las cosas fundamentales.
Esta realización del propio ser sería, en el caso del hombre, su personalidad.
El cristianismo, dio una corona invaluable en este aspecto: el examen de consciencia. Es el cristianismo el
que viene a generalizar este profundo grito del paganismo. A través del análisis de conciencia logra fundarse
la persona cristiana, logra darse pleno nacimiento al hombre nuevo, al hombre que se posee con mayor
plenitud, es el hombre con una clara conciencia moral.
He aquí el punto
medular de la tenden-
cia y sentido de toda
existencia humana:
SER. Es la personali-
dad el punto culminan-
te del cultivo de la per- Demuth, Charles. «Árboles y granero: Bermuda». Museo de arte del Colegio Williams.
sona, es el acabamiento y cabalidad
del propio ser, es el cumplimiento
de la tendencia natural a la perfec-
ción. Y la personalidad se consoli-
da en el modo particular de vivir,
por ello no es posible considerarla
como una simple función o mane-
ra acomodaticia, es el acabamien-
to propio del ente.
Ante esta situación, el hombre se ha estado alejando de la posibilidad de conocerse a sí mismo y volcándo-
se al exterior en una continua adaptación a las variables situaciones cotidianas. De manera que cada vez ha
sido más apreciada la capacidad de manejarse y aprovechar las oportunidades que se presentan y manipular
el exterior sin un conocimiento, siquiera, aceptable de sí mismo.
Es evidente que en esta situación la moral que mejor funciona es aquella que mejores resultados aporta en
cada momento, y poco a poco se ha llegado a considerar que la mejor actitud moral es la inmoralidad. Pero no
habría quien aceptara esto si los hombres se conocieran a sí mismos, ya que la moral apunta a la mayor
perfección del propio hombre.
El autor es licenciado en Psicología . Actualmente es catedrático del Departamento de Filosofía y Ciencia de la U.A.G.
D I D Á C T I C A
A través del tiempo se han elaborado diferentes teorías acerca del liderazgo en las empresas
que se cuestionan cómo ser un líder, cómo ejercer el liderazgo, cómo hacer que el personal busque el mismo
objetivo que el líder desea y cómo motivarlo para tal efecto.
Autores como Abraham Maslow con la teoría de las necesidades, Douglas McGregor con la teoría X ,Y,
el modelo de liderazgo de Robert Tanembaum, el carácter bidimensional del liderazgo según Blake y Mouton,
el modelo de Vroom-Jago; el modelo 3D de Reddin, el liderazgo situacional de Hersey y Blanchard , han
hecho estudios en empresas con fundamentos y conclusiones muy importantes que podemos traspolar al
liderazgo docente.
Probablemente se pensaría que no tienen ninguna relación las actividades que se realizan en la empresa
con las actividades de un centro educativo. Si tenemos un poco de curiosidad al leer a los autores menciona-
dos nos percataremos de la aplicabilidad de los
modelos al aspecto docente.
Hersey y Blanchard tratan cuatro fases en la relación entre el gerente (profesor) y el seguidor (alumno).
La fase inicial o de disposición.- El gerente debe observar muchas conductas referentes a las tareas.
Los seguidores deben recibir instrucciones sobre sus tareas y se tienen que familiarizar con las reglas y los
procedimientos.
En una institución educativa, al iniciar un ciclo escolar y sobre todo cuando los alumnos son de corta edad,
es necesario comenzar con esta fase mientras el profesor conoce al grupo y el alumno se adapta y se
familiariza con el reglamento de la materia y de la institución. El profesor se impone para mantener el orden
y hacer que se cumplan los objetivos.
En la segunda fase los seguidores comienzan a aprender sus tareas, pero aún no pueden funcionar sin la
estructura, sin la guía. La confianza y el apoyo que el líder les brinda aumenta conforme los va conociendo y
les pide un esfuerzo mayor.
Esta fase claramente se puede aplicar en una clase. Al transcurrir el ciclo escolar el profesor comienza
a sentir confianza en los alumnos e identifica a los líderes informales de un grupo.
Tercera fase.- Los alumnos tienen más capacidad para realizar las tareas apare-
Se debe ce la motivación para superarse y empiezan a buscar más responsabilidades. El
Líder ya no tiene que dirigir tanto, pero debe ser considerado y ofrecer apoyo.
propiciar en
los alumnos Al conocer a sus alumnos y al haber logrado que estos se encuentren motivados,
que por el profesor tiene confianza en ellos y comienza a involucrar al grupo a realizar expo-
ellos mis- siciones, investigaciones, trabajos en equipo bajo supervisión y dando apoyo para
que se logren los objetivos. El profesor debe apoyarse en los líderes informales para
mos bus- mantener cierto control en los alumnos, ya que éstos son los reponsables de sus
quen supe- equipos y deben motivar a sus compañeros.
rarse y que
En la cuarta fase los seguidores van adquiriendo más confianza, experiencia y
acepten
autogestión. El líder puede disminuir la cantidad de apoyo y aliento que brinda. Ya no
responsabi- necesitan ni esperan la dirección del líder; son cada vez más autónomos.
lidades.
Foto: M.E. Romo
El profesor debe apoyarse en los líde-
res informales para mantener cierto
control en el grupo.
Podemos preguntarnos ¿cómo saber en qué medida se pueden elegir entre los estilos de liderazgo para
situaciones diferentes y en qué momento aplicarlos?
Se recomienda que el profesor tenga un liderazgo flexible, capacitarse en los estilos, conocer
su materia y al mismo tiempo a sus alumnos. Al conocer lo anterior, el profesor debe adecuarse al
momento dependiendo de la madurez que muestre el grupo para aceptar responsabilidades.
En ocasiones el líder puede fluctuar en los diferentes estilos dependiendo de la situación, pero
su objetivo debe ser llevar al grupo a la cuarta fase, hacerlos responsables, motivarlos al autoestudio
y a la autonomía.
SEGUNDA PARTE
Pensamiento de
Antonio Caso
Por: Mario Castañeda Rojas
C on relación a las ideas de Antonio Caso sobre los medios educativos encontramos la metodolo-
gía que incluye técnicas e instrumentos, como los siguientes:
a) La oratoria para saber decir el mensaje. Antonio Caso era dueño de excepcionales dotes de oratoria,
a tal grado que se abarrotaban las aulas y los auditorios o salas de conferencias que frecuentaba.
c) La templanza de criterio. A primera vista se diría que sin discreción no puede haber filosofía. Sin la
templanza del criterio ponderar razones,
aquilatar argumentos y decidir antítesis
Foto: M.E. Romo
Aunque en el hombre se incorporan todos los valores, estos sólo se realizan cuando aprende a coordinarlos
a través de una labor de selección. “La tabla de valores es ésta: mientras más se sacrifica y más difícil se
efectúa el sacrificio de la vida meramente animal, a fines desinteresados hasta llegar a la contemplación
estética y las simples buenas acciones -a la acción heroica, se es más noble-“.
“Si guardaréis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo también he guardado los manda-
mientos de mi padre y permanezco en su amor”.
El cristianismo es fundamentalmente
una forma de vida, es acción, pero acción
caritativa, ascética, sacrificada. Quien sólo
Lo epistemológico:
Toda formación filosófica que no tome en cuenta los resultados de la epistemología está ya por sí misma
“irremisiblemente juzgada y condenada”.
Advirtió que las ciencias emplean procedimientos racionales, la religión descansa en la fe, y que ambas, en
lugar de contradecirse, se complementan. Su oposición “no
es lógica como lo cree el positivismo”. Mientras las dos expe-
riencias se respeten, no hay razón para conflictos.
Lo filosófico
C U R R Í C U L A
La esfera del progreso intelectual son las Matemáticas, la Astronomía, la Física, la Química, las Ciencias
Naturales, la Psicología Experimental, el método científico de la historia, la Sociología, la Economía, la Políti-
ca, la Etnología, las ciencias puras y aplicadas (Artes).
La filosofía enseña a todos a ser heroicos como los héroes, santos
como los santos, sabios como los sabios, artistas como los artistas,
industriosos como los industriosos, puros y limpios de corazón.
Foto: M.E. Romo
C O N C L U S I Ó N
Antonio Caso fue un gran filósofo preocupado por la carencia de valores en la humanidad.
Su elocuencia impulsaba a las juventudes a escucharlo, y de esta manera logró despertar el interés por la
filosofía, ciencia a la cual amaba.
A pesar de haberse formado en el positivismo, lo rechazó y al mayor parte de su lucha fue contra el
mismo.
En cuanto a la educación, se preocupó porque se inculcaran en el alumno valores morales, de los cuales
consideraba a la caridad uno de los más importantes porque nos lleva a la salvación.
Este ilustre filósofo es un ejemplo a seguir en la vida, ya que buscaba la verdad con lucidez y gran amor, y
la encontró; aun “a pesar de su temperamento de atalaya”, dice José Vasconcelos en sus discursos.
No necesitó viajar para entender y conocer el saber filosófico, el cual empezó en su biblioteca hasta llegar
el día que no requirió mas de libros para ser el centro y el sentido de coherencia, de la sabiduría en la
universidad y en la nación mexicana.
El autor es Máster en Filosofía, asesor docente del Departamento de Capacitación de la D.A.P.A. en la U.A.G. y catedrático de
la Facultad de Educación en la misma institución.
P A R A L E E R Y G U A R D A R
El diluvio en el poema
de Gilgamés
Se desencadenó una furiosa tempestad, lloviendo durante seis días y seis noches, transcurridos los cuales
abrió la ventana y envió una paloma, la cual no hallando dónde posarse volvió al arca. Envió luego una
golondrina, la cual regresó también; no así el cuervo, que se cebó en los cuerpos muertos. Viendo esto, Ut-
Napishtim soltó los demás animales, edificó un altar y ofreció un sacrificio.
CÓMO UT-NAPISHTIM SE SALVÓ DEL DILUVIO
Tablilla XI y XII de la epopeya de Gilgamés (texto asirio)
Suruppak , una ciudad que tú conoces y que se extiende a orillas del Eufrates, era una ciudad antigua,
como sus dioses, cuando estos decidieron desatar un diluvio. Estaba allí Anú, el padre de los dioses; el valiente
Enlil, su consejero; Ninunrta, su heraldo; Ennuge, cuidador de los regadís y también estaba presente Nikigiku-
Ea, que en nombre de los dioses dice a la choza de caña:
-¡ Choza!, ¡Choza!, ¡Tabique!, ¡Tabique! ¡Choza, escucha!, ¡Tabique, presta atención! ¡Hombre de
Shuruppak, hijo de Ubartutu, derriba esta casa y construye una nave, abandona las riquezas y busca la vida,
desprecia toda propiedad y mantén viva el alma! Reúne en la nave la semilla de toda cosa viviente.
-¡Qué las dimensiones de la nave que has de construir queden bien establecidas: su longitud ha de ser igual
que su anchura; como a Apsu, dale techo.
-Será una honra para mí, ¡oh señor! ejecutar lo que has ordenado, ¿pero qué diré a la ciudad, al pueblo, a
los ancianos?
-Les dirás lo siguiente: He sabido que Enlil es mi enemigo, y así no puedo vivir en nuestra ciudad ni pisar
el territorio de Enil, por lo tanto acudiré a las aguas profundas.
Pero él os dará la abundancia: los más escogidos pájaros, los más raros peces, la tierra con sus ricas
cosechas.
Los animales del campo, las bestias salvajes del campo y todos los artesanos, dispuse que subieran a
bordo.
Shamash había fijado la hora para mí: Cuando en el gobierna el tiempo nocturno desate un gran aguacero,
sube a bordo y cierra la escotilla y vi que amenazaba tormenta. Subí a la nave y cerré la principal escotilla y
Puzur-Amurri, el baletero, cerró las otras y tomó el mando. Cuando apuntó el alba una negra nube cubría el
horizonte. Dentro de ella Adad tronaba, mientras Shallat y Hanish iban delante, corriendo como heraldos por
lomas y llanos. Erragal arrancaba las estacas de los diques y Ninurta precipi-
taba las aguas. Los anunnaki levantaban las antorchas e incendiaban la tierra
con sus llamas.
Istar gritaba como una mujer en trance de parto; la amante de los dioses,
de dulce voz ahora gritaba: - -Ay! Los antiguos días se han convertido
en barro, porque hablé malignamente en la asamblea de los dioses. ¡Cómo
pude hablar malignamente en la asamblea de los dioses, aconsejando la lucha
para la destrucción de mi gente, cuando yo misma parí a mi pueblo, que es semejante a los pecesillos del mar!
Los anunnaki lloraban por ella, los dioses llenos de humildad, sollozaban sentados, apretando los labios...
Durante seis días y seis noches sopló el viento del diluvio, la tormenta del sur barrió la tierra. Al séptimo día,
la tempestad comenzó a ceder, como un ejército en la batalla. El mar se calmó, la tormenta amainó, la
inundación cesó.
Observé el tiempo: reinaba la calma y la humanidad se había cambiado en barro. El paisaje aparecía liso
como un techo. Abrí la escotilla, y la luz cayó sobre mi rostro. Me incliné, reverente, sentéme y lloré. Las
lágrimas resbalaban por mis mejillas. Busqué con la mirada la línea de la costa en la expansión de las aguas.
En cada una de las catorce regiones emergía una montaña.
El monte Nisir retuvo firmemente a la nave, sin dejar que se moviera. Un día, dos días el monte Nisir
retuvo firmemente a la nave, sin dejar que se moviera. Tres días, cuatro días el monte Nisir retuvo firmemente
a la nave, sin dejar que se moviera. Cinco días, seis días del monte Nisir retuvo firmemente a la nave, sin dejar
que se moviera.
Cuando llegó el sexto día, solté una paloma, la paloma emprendió el vuelo, pero regresó: no había encon-
trado dónde posarse. Entonces solté una golondrina. La golondrina emprendió el vuelo, pero regresó: no había
encontrado dónde posarse. Entonces solté un cuervo. El cuervo emprendió el vuelo, vio la mengua de las
aguas, corrió, resbaló, croó y no regresó.
Entonces hice que todo saliera, hacia los cuatro vientos, ofrecí un sacrificio en la cumbre de la montaña,
preparé siete hogueras para incienso. En su base amontoné caña, cedro y mirto, Los dioses percibieron el
aroma y acudieron como una nube de moscas, rodearon al sacrificador.
Cuando la gran diosa Ishtar llegó, hizo tintinear sus ricas joyas, obra de Anu, y dijo:
-¡Oh dioses que estáis reunidos aquí! Tan cierto como que nunca me olvido de este colar de lapislázuli;
jamás me olvidaré de estos últimos días! Que los dioses tomen parte en el sacrificio, pero que Enlil se
mantenga aparte, porque, irreflexivamente, desencadenó el diluvio y lanzó a mi pueblo a la destrucción. dió el
vuelo, vio la mengua de las aguas, corrió, resbaló, croó y no regre-
só.
Entonces hice que todo saliera, hacia los cuatro vientos, ofrecí
un sacrificio en la cumbre de la montaña, preparé siete hogueras
para incienso. En su base amontoné caña, cedro y mirto, Los dio-
ses percibieron el aroma y acudieron como una nube de moscas,
rodearon al sacrificador.
Cuando la gran diosa Ishtar llegó, hizo tintinear sus ricas joyas,
obra de Anu, y dijo:
¡Oh dioses que estáis reunidos aquí! Tan cierto como que nun-
ca me olvido de este colar de lapislázuli; jamás me olvidaré de
estos últimos días! Que los dioses tomen parte en el sacrificio,
pero que Enlil se mantenga aparte, porque, irreflexivamente, des-
encadenó el diluvio y lanzó a mi pueblo a la destrucción.
Cuando Enlil llegó y vió la nave, enfureciéndose contra los dioses del cielo.
Ninurta abrió la boca y dijo: ¿Quién, excepto Ea, puede formar planes?
¡Oh tú, héroe, tú, el más sabio de los dioses, ¿cómo pudiste, sin razón desatar el diluvio? ¡Al pecador
castígalo por su pecado y al transgresor por su transgresión! Sin embargo, sé indulgente, para que él no sea
aniquilado; sé paciente, para que no sea desalojado. En vez de desatar el diluvio, mejor hubiera sido que un
león mermara a la humanidad. En vez de desatar el diluvio, mejor hubiera sido que un lobo mermara a la
humanidad. En vez de desatar el diluvio, mejor hubiera sido que el hambre mermara a la humanidad. En vez
de desatar el diluvio, mejor hubiera sido que la pestilencia mermara a la humanidad.
Dejé que el sabio Ut-Napishtim tuviera un sueño y penetrara el secreto de los dioses.
Oído esto, Enlil subió a la nave, donde me tomó de la mano; luego tomó de la mano a mi esposa e hizo que
se arrodillara a mi lado. Colocándose entre ambos, tocó nuestras frentes y nos bendijo. (3)
N O T A S
2. Jorge Luis Borges, el poeta argentino escribe en el prólogo de una edición reciente del “Poema de Gilgamés”, que esta
epopeya fue redactada o compilada hace cuatro mil años y su texto lo conocemos gracias a las famosas doce tablas de
arcilla descubiertas en el palacio de Asubanípal. Dice Borges: “Todo está en este libro babilónico. Sus páginas inspiran el
horror de lo que es muy antiguo y nos obliga a sentir el incalculable peso del tiempo”. Pero esas páginas también (decimos
nosotros) están llenas de la fascinación y el misterio de las primeras civilizaciones y, paradójicamente siendo tan antiguos,
su lenguaje poético nos parece moderno y sencillo.
3. Texto tomado del “Poema de Gilgamés” (Hispanoamérica Ediciones, S.A., edición exclusiva para Ediciones Orbis, S.A.,
colección Jorge Luis Borges).
Colección de notas del autor, catedrático del IAETAC y profesor de la DAPA - UAG.