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JONATHAN I. ISRAEL La ilustracion radical LA FILOSOFIA Y LA CONSTRUCCION DE LA MODERNIDAD 1650-1750 FONDO DE CULTURA ECONOMICA IV. MUJERES, FILOSOFIA Y SEXUALIDAD 1. LA EMANCIPACION DE LA MUJER Las implicaciones revolucionarias del pensamiento radical para las instituciones, cl orden social aristocrético y los gobicrnos monérquicos curopeos apenas po dian vislumbrarse ligeramente en la primera mitad del siglo xviti. Desde el punto de vista politico, la principal importancia de las nuevas ideas radicales no seria totalmente evidente sino hasta la década de 1790. Muy diferente era el caso en temas como sexualidad, erotismo y el lugar de la mujer en la sociedad. Aqui, las inquietantes ramificaciones del naturalismo filos6fico y el spinozismo, asi como la separacién radical que establece Bayle entre moral y religi6n, se volvieron evi- dentes desde muy pronto y fueron elaboradas por escritores radicales tales como Beverland, Leenwi, Radicati, Mandeville, Doria y d’ Anger El giro del debate intelectual en Europa, del latin al francés y de los circulos acadéinicos de las cortes a los cafés, dubes y salones, le permitié a algunas muje- res, especialmente de la nobleza, acompajiadas de algunas monjas fugadas, actri- ces, cantantes, cortesanas y otras que estaban relativamente bien educadas, de: cubrir la nueva filosofia y la ciencia, y por medio de la “ilustracién” intelectual transformar su perspectiva de la vida y sus vidas mismas. Tal era el impetu de la filosofia en esas décadas, que no s6lo pudo echar por tierra la autoridad, la tradi- cion y el sistema de creencias del pasado, sino tambien, por primera vez, desafiar y de hecho cambiar fundamentalmente los patrones existentes de relaciones so- ciales y culturales entre los hombres y las mujeres. Intelectualmente, las mujeres por primera vez se convirtieron en un puiblico y una presencia activa. Asi, Fontenelle sefiala, en el prefacio a su Conversaciones sobre la pluralidad de los mundos (1686), que él escribe primordialmente “pour les femmes” y aquellos hombres que saben poco latin, y explica que valora los jui- cios y apreciaciones espontaneas, lo que llama el “esprit” masculino o femenino, mucho més que a la mera erudicién, por muy grande que fuere, la que de hecho, apunta, puede a veces carecer totalmente de entendimiento verdadero! Pero él no s6lo busca educar a las mujeres en la ciencia, sino también “ilus este medio convertirlas en sujetos activos de la sociedad. Su ambi expresa, es superar su ficticia “Madame la marquise” y reemplazarla por el “par- rarlas” y por ‘ién, como lo ' Fontenelle, Conversaciones, Prefacio, pp. 61-64; Niderst, Forttenelle, p. 284; Brockliss, “Scientific Revolution”, p. 7. 5 116 LA “ILUSTRACION RADICAL” tido de la filosofa” 2 Otros philosophes se visualizaban de igual modo como popu- larizadores de la nucva filosofia y la ciencia fuera del mundo de la erudicién profesional y la Reptiblica de las Letras. El marqués d’Argens consideraba que sus escritos filosoficos estaban dirigidos primordialmente “al uso de lus caballe- ros y del bello sexo” 3 Era por todos conocido que la mayoria de los contemporaneos, hombres y mujeres, vefan tal infiltraciGn de las ideas filosficas y cientificas entre las mujeres —y peor atin, la participacién de las mujeres en el debate, por no hablar de su in- greso al “partie de la philosophie” de Fontenelle— con una inquictud que rayaba en Ia alarma. Hubo mucha resistencia y condena a tales fenémenos. Su reaccién tampoco fue infundada desde el punto de vista conservador, pues el giro intelec- tual indudablemente erosionaba las nociones de virtud, familia y los papeles socia- les convencionales, desafiando crucialmente el estatus subordinado existente de la mujer. Es mds, planteaba los temas de la sexualidad, el hombre y la mujer de una manera que perturbaba no s6lo a los tradicionalistas, sino también a aquellos com- prometidos con una forma moderada de Ilustracién. Pues, en general, cuanto més radical el punto de vista, mids enfélicas eran las tendencias niveladoras ¢ igualita rias implicitas en estas ideas, las cuales, a su vez, generaban un impulso creciente, no solo hacia la emancipacion de la mujer, sino de la libido humana misma. {Debian los hombres y las mujeres tener los mismos pensamientos sobre las mismas bases? Fontenelle, defendiendo una visién del mundo implacablemen- te mecanicista, profesaba querer damas espirituales, educadas y lectoras, libe- radas de la “obscurité” de imaginar al mundo fisico a su alrededor impulsado por un caos invisible de espiritus y fuerzas mdgicas y sobrenaturales.* Pero esto significaba persuadir a las mujeres de que desecharan sus fantasias del pasado y comenzaran a pensar matematica y mecanicistamente. Podria suponerse que las mujeres estaban més dotadas naturalmente para la “imaginacién” que para el pensamiento preciso, meditaba Montesquieu, pero le parecia innegable que Descartes y el cartesianismo habfan desmitificado poderosamente 1a mente fe- menina, empujandola de la esfera de la “poesia” a la de la filosofia, tanto como la de los hombres.’ Si la filosofia moderna trastornaba las ideas previas sobre la naturaleza y el universo “reduciendo todo a la comunicacién de los movimien- tos”, lo hacfa para las mujeres tanto como para los hombres, al menos poten- cialmente, creando un “monde” intelectual comtin en donde sélo se habla “de entendimiento puro, de ideas claras, de raz6n, de principios, de consecuencias”.” 2 Fontenelle. Conversaciones. pp. 65-66. 2A Vusage des cavaliers et du Beau sexe”; Johnston, Marquis d’Argens, p. 47. Fontenelle, Entretiens, pp. 14, ° Montesquieu, Cewores completes, p. U2 © *Réduisant tout & la communication des mouvements” [..] de raison, de prineipes, de conaéquences”; ibidem Ventendement pur, didées claires, MUJERES, FILOSOFIAYSEXUATIDAD, 7 Si por el momento permanecia algo de tradicién en la subordinacién de la mu- jer, tal vez fuera afortunado, agregaba Montesquieu, que fuera el cartesianismo y sus variantes las que habfan dominado la escena filos6fica hasta el momento, pues si las cosas iban més lejos, “si cualquier pueblo se envaneciera con el sis~ tema de Spinoza”, no quedaria nada de imaginacién, tradicién y “poesia” 0, insinuiaba, de deferencia femenina hacia el hombre.’ Asf las cosas, las damas de la nueva filosoffa de los salones percibfan que “a tiranfa de los hombres”, como la marquesa de Lambert lo expresé, existe “por la fuerza més que por el derecho natural” .§ El primer y més obvio resultado del arribo de las mujeres a la arena de la fi- losofia fue el advenimiento de las patronas de buena cuna de las nuevas ideas. La més célebre fue la duquesa, mds tarde Electriz, Sophie von der Pfalz (1630-1714), esposa de Ernesto Augusto (gobernante entre 1679 y 1698), de Braunschweig- Laneburg, un principiado conocido desde 1690 como el electorado de Hannover. Fsposa de un elector y hermana de otro (Karl Ludwig, del Palatinado, quien tenfa inclinaciones filos6ficas), su hijo mayor se convirtié —poco después de su muer- te en 1715— en Jorge I de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Originalmente una entu- siasta devota del cartesianismo, Sophie tenfa una mente aguda e inquisitiva y siempre subrayaha la importancia de la “filosoffa”. Hahienda sido criada on un medio liberal calvinista en Holanda por su madre, perteneciente a los Estuardo —la princesa Elizabeth, amiga de Descartes—, pero casada con un principe lute rano, nunca suprimié enteramente su aversién a los pastores luteranos.’ Sus ho- rizontes ce ampliaron al viajar a Italia, Alemania y los Pafees Rajos, le gustaha mostrar su forma de pensamiento independiente y en los inicios de su vida de casada provocé rumores de que era dada a examinar literatura profana durante los sermones. En 1778, después de recibir una carta lena de devotos sentimientos del gran sacerdote y cientifico danés, Nicholas Steno, quien entonces estaba em- barcado en la causa de ganar adeptos de buena cuna para la contrarreforma caté- lica en el norte de Alemania, la duquesa le escribié a su hermano burlandose irreverentemente de su piedad."* De hecho, lleg6 a confesarle a Karl Ludwig que, desde su punto de vista, habfa mucho en Ia religién cristiana que se contradecta con lo que dictaba la voz de la raz6n.!" Por otra parte, Descartes s6lo era una estrella en el firmamento. En marzo de 1679, le contd a su hermano que estaba leyendo la edicién francesa recientemente publicada del Tratado teoldgico-polttico —supuestamente ya no estaba disponible 7 "Si quelque peuple allat s‘infatuer du syst#me de Spinoza”; ibidem. * “La tyrannie des hommes [..| par la force plut6t que par le droit naturele”; Lambert, Reflerions novels, pp. 7, 9 * Bodemann, “Herzogin Sophie”, p. 58. * thidem, p.81 ™ Ibidem, p. 82. m8 LA“ILUSTRACION RADICAL” en latin— y lo encontraba “admirable”. Una semana mds tarde estaba todavia més entusiasmada: “el libro [de Spinoza] es efectivamente muy raro y atiende absolutamente a la raz6n’.'° En forma todavia mas irreverente senal6é que si era verdad, como habja escuchado, que Spinoza habfa muerto recientemente, enton- ces, con toda seguridad algtin hombre de la Iglesia lo habia envenenado “puesto que la mayor parte del género humano vive de la mentira”.'4 En Osnabriick, en donde ella y su esposo tuvieron su corte entre 1661 y 1679 mientras él era admi- nistrador episcopal del principado, ella aprendié mas sobre la vida de Spinoza de boca de diferentes cortesanos, entre ellos el marqués de Rébenac, hijo de uno de los generales de Luis XIII. Es més, Sophie estimul6 en otros el interés en Spi- noza, tanto alli como en Hannover, luego de que su esposo sucedié a su hermano mayor como duque en 1679. Encantada con el progreso intelectual de su hijo menor, Friedrich August —consideraba a Jorge frustrantemente tonto en compa- racién con aquél—, en julio de 1679 reporté a Heidelberg que el joven principe “conoce a Descartes y a Spinoza casi de memoria”.!° Micntras tanto, Leibniz se habia vuelto concejal y bibliotecario en Hannover, en donde, como le aseguré a Tschimhaus, estaba encantado con la atmésfera rei- nante de libertad intelectual. Antes de que pasara mucho tiempo, se habia ganado la confianza de Sophie, dirigiéndola delicadamente hacia una actitud de antipatia hacia el cartesianismo y el spinozismo y de creciente apreciaci6n del leibnizismo. Peto, si bien Leibniz la aconsejaba, siempre la respeld come una fuerza intelectual por derecho propio y en los afios subsiguientes los des discutfan con frecuencia la futura evoluciGn de la escena filos6fica europea, as{ como el propio sistema de Leibniz y, luego de 1700, de pensadores tales como Toland, con quien ambos con- versaban largamente y quien pronto dejé de ser del agrado de ambos. Pero las mujeres no solo surgieron como patronas de la filosofia, influyendo tras bambalinas como anfitrionas en los debates filos6ficos (por asi decirlo), sino también como participantes ptiblicas directas en la creciente guerra de filosofias. Una mujer con una reputacién filoséfica formidable para la época era la amante de Voltaire, Gabrielle-Emilie, marquesa de Chatelet, a quien él celebré por escrito en 1738 como un parangén del poder intelectual femenino y una verdadera discfpula de Newton y de la “verdad”. Esta “Minerva de Francia”, como la llama, no sélo compartia su conversacién, experimentos cientificos y la cama, sino que pronto se rebel6 contra su newtonismo inflexible demostrando una vivaz independencia mental.” Cuando Voltaire insistié en que leyera a Locke, ella lo apremié a leer a ° Briefwechsel der Herzogin Sophie, p. 350. ® “Livre [de Spinoza] est effectivement bien rare et tout & fair selon la raison”; ibidem, p. 353. 4 Car la plupart du genre humain vit du mensonge”;ibidem, p. 368. 'S “ait Descartes et Spinoza casi par cout”; ibidem, p. 368. "Voltaire, Elementos, epistola dedicatoria y poema dedicados a la marquesa de Chatelet. ¥ Hazard, Pensamiento europeo, p. 227. MUJERES, FILOSOFIA Y SEXUALIDAD 19 Leibniz. Contraté a un joven erudito suizo, Samuel Kénig, devoto de Wolff, para que le ensefiara matematicas y asi exploré sistematicamente el wolfismo, y en 1739 estuvo en contacto con el propio Wolff. Por un tiempo, en efecto, Wolff puso tal importancia en la intervencién de esta mujer que creyé que a través de ella —"“st apéstol para los franceses”— podria frenar el progreso de lo que llamaba la “Newtonianischen Philosophie” de Voltaire y los “no muy utiles principios de los ingleses actuales” en Francia, y apresurar asf los del wolfismo."* El aliado hugonote de Wolff en Berlin, Jean Henry Samuel Formey (1711- 1797), cre6 la heroina de su novela filoséfica, La Belle Wolffienne, siguiendo el mo- delo de la marquesa de Voltaire. Una obra clave de popularizacién filoséfica de la Alta Ilustraci6n, aparecié en Francfort en seis volimenes en 1741-1742, y estaba lisa y Hanamente dirigida a las mujeres, tanto o més que a los hombres. Su pro pésito era persuadir a los lectores de que la filosofia leibniziana-wolffiana era el mejor y tinico camino para rescatar “Ia virtud, la sociedad, [y] la iglesia” de los radicales y “fatalistes” y, en particular, de Spinoza, fuerzas que representaban la mayor amenaza ala religién, la autoridad y la civilizaci6n."” Inicialmente, apren- de su herofna, Spinoza se gané a unos “cuantos partidarios” ansiosos por derro- car el yugo de la religiGn que se haba vuelto agobiante para ellos” Pero al final, la marea filos6fica cambié y ahora el sistema leibniziano-wolffiano habfa triunfa- do: el “orden eterno, inmutable, independiente, en donde Dios no entra para nada” de Spinoza se estaba derrumbando en todas partes frente a las pruebas de Wolff de que otra serie de leyes generales habrian sido posibles si Dios asf lo hu biera querido.” Pero si la necessité de Spinoza ahora yacia aplastada bajo la raison suffisante de Wolff, de acuerdo con los wolffianos, el prestigio de Gabrielle-Emilie como una agente de primer nivel en el juego filoséfico internacional de poder pronto se vio perjudicado por las dudas de si ella era realmente “una dama ver- daderamente sabia”. Algunos se burlaban de sus pretensiones sefialéndola como una mujer superficial, vana y coqueta, “que tiene el espiritu vivo, inquieto, curio- so y extrafio”, una mujer que s6lo simulaba cultivar la filosofia con el propésito de “enmascarar la irregularidad de su conducta” El hecho de que al menos unas pocas damas de buena cuna reunieran colec- ciones completas de literatura filos6fica radical para su uso privado queda de~ mostrado con ejemplos como el de Carolina von Hessen (1721-1774), esposa del landgrave de Hesse-Darmstadt. Para la década de 1740, esta dama tenia contac- 8 Wolf to Manteufél. 7 de junio. en Ostertag. Philosophische Gealt.p. 8 "La vertu, la société, [et] '6gise”; Formey, La Belle Wolfienne, 1, pp. 57-59. 2 Bide, pp. 30-32. 2 “Ordre éternel, immuable, indéependent ot Dieu n'y entre par tien’; idem, 1, pp. 58-61;1V, 41, 15, yy, xii, 34, 10-111, 2 “Une dame soldement savante” ..] “aiant esprit vi, inquiet,curieux et bisarre” [.. “couvrant Virregularité de sa conduite”; Ostertag, Philosophische Gehalt, p. 39 120 LA “ILUSTRACION RADICAL” to regular con un vendedor de libros de Francfort, quien habia estado en dificul- tades con las autoridades en mas de una ocasién por vender libros filoséficos prohibidos.> Hija de una madre piadosa, su padre, el duque Christian III de Pfalz-Zweibriicken-Birkenfeld, era ampliamente conocido como libertino y li- brepensador. Es notable que su gabinete personal de libros incluyera no sélo a Bayle, Locke y Montesquieu, sino también el Free Thoughts on Religion (1720), de Mandeville, en su edicién francesa de 1772, Collins, nuevamente en francés, La Mettrie, y varias obras del marqués d’ Argens.2* Pero gpodia la emancipacién intelectual de la mujer aislarse de una emanci- pacién social, legal, politica, ideolégica, teolégica y sexual més amplia? No habia raz6n alguna para pensar asi. Es sabido que el mismo Spinoza argumenta que las mujeres son naturalmente demasiado débiles para imponerse y hacerle frente a los hombres e invariablemente se dejan dominar. Este es de hecho el motive por el que les niega la participacién en su repuiblica democrética: por ser débiles y dependientes no son iguales a los hombres.®* £1 evidentemente consideraba im- posible que las mujeres fueran capaces de liberarse de la sujecién de los hombres. Pero su argumento también implica, de hecho requiere, que si las mujeres pudie- ran liberarse de alguna manera de la dominacién masculina y rivalizar con los hombres en el poder y hacer valer sus derechos, entonces ya no habria raz6n para rechazar su acceso como iguales al proceso politico. En relacién con la sexuali- dad, Spinoza sostiene que por interés propio se deberia evitar escandalizar las ideas morales de la comunidad en la cual vive. Sin embargo, de igual manera, en su filosoffa naturalista, el placer sexual, la libido, en tanto y en cuanto exalta la vida, es una buena cosa y, en principio, de ninguna manera difiere fuera del ma- trimonio y dentro de él. En consecuencia, no hay una base justificable para res- tringirle el placer sexual a las mujeres mas que la que hay para reducir el de los hombres. EI mismo Spinoza mostré poco interés en los temas sexuales y no obstante, paradgjicamente, su sistema naturalista se convirtié en la base intelectual de los avances més importantes por mucho hacia la emancipacién de la libido, inclu- yendo la de las mujeres, que surgieron en la Alta Ilustracién. Varios escritores asumieron el hecho de que si la sujecién de la mujer al hombre dentro del matri- monio, la familia y la ley no estd después de todo ordenada por un Dios provi- dencial y no tiene base en la Revelacién, entonces, todo el sistema de las relacio- nes entre los sexos prevaleciente en los cristianos, los judfos, los musulmanes y otras sociedades carcee de justificacién © fundamento, lo mismo que la represi6n ® Brauning-Oktavio, “Bibliothek”, pp. 682-683. % Ibidem, pp. 744-759, 834, © Spinoza, Iratado politico [359-36U], pp. 222-223, % Matheron, “Spinoza et la sexualité”, pp. 439-340, 457. MUJERES, FILOSOFIA Y SEXUALIDAD. 171 unilateral de la sexualidad femenina. La mujer debia estar en una posicién de igualdad con el hombre, pero en los hechos se habia considerado vergonzosa- mente subordinada: “;No es cada mujer casada —exclama Mandeville— una es- clava de su marido?”” Adriaan Beverland (1650-1716) fue el primero en desarrollar un punto de vista radical en esta esfera y, al igual que sus sucesores, provenia de una posicién especificamente spinozista. Zelandés y estudiante veterano que, desde julio de 1669, pasé toda una década estudiando en Franeker, Oxford, Utrecht y Leiden, y se volvid un clasicista experta y devato de Qvidio, Cétulo y Petronio, también fue conocido por su estilo de vida libertino* El retrato que sobrevive de él realizado por Arie de Vois (véase la lamina 9) transmite completamente la irreverencia, ‘opulencia y ejercicio de lo erdtico que inspiraron sus aftos de estudiante y lo vin- cularon con su leal aliado, Jacob de Goyer (+ 1706), en Utrecht.” Investigador incansable de la historia sexual de la antigua Grecia y Roma, Beverland combiné su experiencia en esta rea con las ideas radicales para producir una filosofia de la vida centrada en torno a la liberacién del impulso sexual y la glorificacién del acto sexual.” Particularmente impactante es su conclusién de que el deseo por el placer sexual es fundamental en cada uno y que, sea cual fuere la forma que adopte y por mucho que pueda ser reprimido, este anhelo es un rasgo humano universal. Una consecuencia es que Beverland piensa que las actitudes y el asce- tismo puritanos, cualquiera que sea la justificacién piadosa alegada, siempre se derivan de la ignorancia, la simulacién y la hipocresia." Una segunda es su con- clusién de que la modestia y la castidad femeninas son invariablemente una pri- sin impuesta o autoimpuesta y una forma de engaiio, y que en el fondo todas las mujeree buscan el placer y la censualidad no menos que los hombres. De acuerdo con este esquema, no existe tal cosa como una mujer “pura” y casta en su men- te “El cexo femenino tiene las mismas pasionce que el nuestro”, insiste Bever- land, pero esté obligado a reprimirlas en una medida mayor, pues el deseo sexual en las mujeres es condenado universalmente como contrario a la modestia feme- nina. Entonces, las mujeres solamente podfan satisfacer sus deseos dentro de las restricciones del matrimonio. Beverland de inmediato obtuvo notoriedad en 1678, con la publicaci6n de su 2 [Mandeville], Virgen Unmask’d, pp. 127-128. 2 De Smet. “Realm”. pp. 48-49. ® De Smet, Adrianus Beverlandus, pp. 22, 66. % De Smet, “Realm”, p.57; Elias, “Spinoz > Ellas, “Spinozistich Erotisme”, p. 308. Ibidem, p. 310. ® “Le sexe féminin a les mémes passions que notre sexe, cependant il se trouve condamné a étoufer tout sentiment de convoitise, comme contraire & la pudeur et & la modestia des femmes. IIn’a donc que la voie du marriage pour satisfaire ouvertement’; [beverland], L'Etat de Chomme, pp. 107, 109-110. ich Erotisme", pp. 300-302. 12 LA “ILUSTRACION RADICAL” De Peccato Originali, una obra que causé escdndalo pablico, fue prohibida y por muchos afios solo se pudo obtener en latin y con dificultad, a pesar de haber sido reimpresa varias veces en 1678-1679; pero mas tarde tuvo una mayor propagacién después de que apareci6, en 1714, una edicién clandestina en francés; en 1746, una traduccién alemana, del francés, fue publicada en Francfort.* En este tratado eru- dito e irreverente, Beverland insiste en que Moisés no escribié el Pentateuco y comenta el estado corrupto del texto de la Biblia, y declara, invocando a Hobbes, La Peyrére, Koerbagh y Richard Simon, asi como a Spinoza, que las Sagradas Es- crituras emplean términos y expresiones adaptadas a las mentes primitivas e ig- norantes de los antiguos hebreos que sdlo se pueden entender apropiadamente bajo la luz de la filosofia.* La historia de la Caida. sostiene. es una alegoria poética que no se refiere a otra cosa més que al descubrimiento de la relacién sexual por parte de Adan y Fva, y la transmisién de la necesidad sexual de generacién a ge- neracién.” Ya en 1679, algunos observadores se percataron acertadamente de que Spinoza también habia inspirado en Beverland una forma de panteismo filoséfico que ahora vinculaba a una teorfa general del erotismo. Poco después de su publicacién, el sinodo de Holanda del Sur condené al libro como un “tratado nauseabundo y blasfemo”. Se enviaron delegados quie- nes protestaron ante el pensionario de los Estados de Holanda, Caspar Fagel, quejandose de que Beverland habfa abusado de las Escrituras y estaba sugirien- do lascivos pensamientos a las mentes de los jovenes, y leyeron en voz alta los pasajes més ofensivos en su presencia.” Fagel estuvo de acuerdo en que el libro debia suprimirse. Los curadores de la universidad Ilamados a “cortarle las alas” arrestaron a Beverland en octubre de 1679 y lo encarcelaron en el ayuntamiento de Leiden. Fue enjuiciado por una corte académica unas pocas semanas mas tar- de, lo encontraron culpable de los cargos y lo sentenciaron a retractarse formal- mente de sus blasfemias y pagar una dura multa; le confiscaron el segundo trata- do llamado Ve Prostibulis Veterum (De los prostibulos de los antiguos); también lo expulsaron de la universidad y debi desaparecer por un largo tiempo de las provincias de Holanda y Zelanda.*” Por tiltimo, fue obligado a prometer que no volveria a publicar nunca tales “obscenidades.” Beverland buscé brevemente refugio en Utrecht, pero pronto fue expulsado [Beverland], L’Etat de ’komme, prefacio; Van Bunge, “Einleitung’, p. 30; De Smet, Hadrianus Be- verlandus, pp. 78-79, 86 ® [Beverland|, De Pevcutu Original, pp. 110-111, 122-124; Ryssentius, Justa defensio, pp. 3, 16; De Smet, Hadrianus Beverlandus, pp. 18-119, 127-128. ®% Beverland, De Peccnto Original, pp.4-5, 17, 105, 110; Beverland, Hadrianus Beverlandus, pp. 128-129. ¥ De Smet, “Realm”, pp. 47, 57; Elias “Spinozistiche Erotisme”, p. 287. % De Smet, Hadrianus Beverlandus, pp. 129, 147. » anit osa North Holland Synod, acta Edad, agosto 1679, p. 6, y acta Alkmaar, agosto 1680, p. 3; De Smet, Hadrians Beverlandus, p. 35. © Knuttel, Acta, pp. v,321; De Smet, “Realm”, p. 49. MUJERES, FILOSOFIA Y SEXUALIDAD 123 también de alli. En marzo de 1680 huyé a Inglaterra, segtin los rumores, con la amenaza de producir “impiedades” nuevas y enviarlas a Holanda “como ven- ganza” por la humillacién y el castigo al que habia sido suieto. En Londres se hizo amigo del erudito libertino Isaac Vossius, amigo y aliado de los deistas Saint-Evermond y Temple. Se dice que fragmentos de De Prostibulis Veterum fue- ron incorporados por Vossius en el prefacio de su edicién de Catulo de 1684.4! Despniés de la muerte de Vossius en 1689, Reverland, coma alhacea de este tilti mo, intenté tramitar su rehabilitacién en su pais de origen tratando de agradar al nuevo rey de Inglaterra, el estatider holandés, William Ill; en concroto, ayudé a que la gran y valiosa biblioteca de Vossius fuera a Leiden, frustrando los esfuer- zos de Richard Bentley y otros que deseaban obtenerla para el Bodleian de Oxford. No obstante, estas maniobras no sirvieron para restaurarle sti prestigio en Holanda y se qued6 en Inglaterra, en donde murié en 1716 olvidado y com- pletamente en la miseria. Pronto aparecieron ideas similares en otros escritores sospechosos de tenden- cias radicales y fueron obviamente difundidas en la sociedad. De acuerdo con Bayle, Ja modestia sexual y la castidad femeninas no tenian nada que ver con el amor a Dios 0 la moral, y la principal raz6n por la que las mujeres se abstenian mucho mas que los hombres de la promiscuidad sexual era que “los hombres han fincado la gloria de las mujeres en su castidad”."? Si las mujeres fueran capaces de satisfacer los deseos de la naturaleza sin comprometer su reputacién, sugeria, “Ilevarian el libertinaje a niveles mucho més avanzados de lo que lo hacen los hombres’. En su Dictionnaire, Bayle dedica varios articulos a las antiguas fildsofas-cortesanas, tales como Hiparquia y Lais, a quienes describe como inteligentes, hermosas y ex- traordinariamente disolutas, cuyos excesos sexuales de ninguna manera parece condenar.** Segiin Lahontan, cuyos Voyages fueron ampliamente leidos y escanda- lizaron a muchos, los indios canadienses no sélo adoptaban principios naturalistas sobre Dios y la Naturaleza que portaban una extrafia semejanza con el spinozismo, sino que también dejaban libres a sus hijas, fuera del matrimonio, para disfrutar el uso de los hombres para el sexo tanto como les placiera.> Los tradicionalistas, por el contrario, sacaban consuelo del hecho universal- mente acordado de que las mujeres se sentfan menos atrafdas por la filosoffa, menos inclinadas al atefsmo y eran en general més devotas que los hombres. Los pensadores radicales tales como Toland podian declarar que su piedad y 41 Katz, “Tsaac Vossius”, pp. 179-181 % Bayle, Pensées diverses, Il p. 81 “Les hommes ont établi la gloire des femmes dans la chasteté” [..| “elles porteroient la dé- hatiche plus loin que ne font los hommes”: ihidem Bayle, Historical and Critical, pp. 95-103, 440-441; Wootton, “Pierre Bayle”, pp. 208-212. Lahontan, Nowzeaux Voyages i, p- 143. “ Bayle, Pensées diverses, Il, pp. 25-26. ‘124 LA “ILUSTRACION RADICAL” poca inclinaciGn hacia la filosofia se debia a que no estaban expuestas a las ideas ilustradas: “las mujeres serian igualmente capaces de mejorar en todos los aspec- tos tanto como los hombres, si tuvieran las mismas ventajas en educacién, viajes, compaiifa y manejo de los asuntos”."” En forma similar, en 1709, Mandeville hace que una de sus interlocutoras femeninas se queje de que las mujeres estén siem- pre en grave desventaja en la conversacién puesto que los hombres recibjan toda la educacién en las escuelas y las universidades, y pregunte: “por qué deberfa- ‘mos aventurarnos entonces (siendo que sus cabezas estén mucho mejor equipa- das que las nuestras) a sostener argumentos o conversar con ellos?” Pero la gran mayorfa de hombres y mujeres, que aborrecia las ideas radicales y al mismo tiem- po se resistfa a permitir a las mujeres tales oportunidades de lectura, contacto y viajes, preferia creer que habia una diferencia de género innata que hacfa a las, mujeres naturalmente mas devotas y resistentes a los corrosivos efectos de la concupiscencia y las ideas radicales que los hombres. Uno de los innumerables criticos de Toland, William Wotton, en su Letter to Eusebia (1704) aseguraba a la cama ficticia destinataria de su correspondencia que “si su sexo realmente entra- ra en las nociones irreligiosas que ahora prevalecen tanto entre los hombres, la siguiente generacién se veria irrevocablemente perdida”; pero, agregaba, “gra cias a Dios, la religién todavia mantiene en alto su autoridad sobre su sexo y que Dios quiera que siempre sea asi”. Existfan diversas maneras de explicar esta supuesta diferencia innata de género y algunos estaban dispuestos a utilizar mucha tinta para elucidar el punto. Era una tradicién consagrada declarar que las mujeres tenfan de manera innata una capacidad intelectual menor que la de los hombres, pero tal posi- cién, en el nuevo context, tenia ciertas desventajas técticas obvias. A Theodore Udereyck (1635-1693), un prominente pastor calvinista alemén establecido en Bremen, le preocupaba que los “naturalistas” y libertinos fueran a explotar el prejuicio comtin de que las mujeres poseian menos juicio e intelecto que los hombres para sugerir que el hecho indiscutible de que “el sexo femenino se opone mas al atefsmo y esta mas dedicado a Dios ...] que el sexo masculino” es una prueba de que la piedad es de alguna manera femenina y por lo tanto ton- ta.» Para contrarrestar esta amenaza, sefiala que las mujeres son naturalmente ‘mas moderadas en sus pasiones y menos inclinadas al estudio que los hombres. Entonces, concluye que la falta de inclinacién de las mujeres a la lectura y el “entendimiento limitado” no deben ser considerados como estupidez, sino como un don de Dios, un tesoro maravilloso que permite a las mujeres acabar # Citado en Wotton, Letter to Eusebi, p. 74 [Mandeville], The Mysteries of Virginity, pp. 27-28, © Wotton, Letter to Eusebia, p.73. % Undereyck, Narische Atheist, 279-280; como, por ejemplo, parece hacer Bayle; Bayle, Pensées di- verse, pp. 25-26. MUJERES, FILOSOFIA Y SEXUALIDAD 135 siendo, espiritualmente, mds sabias y mas sensibles que los hombres.®: Mientras que numerosos hombres imaginan que poseen mds intelecto que otros y pien- san que para impresionar a sus colegas “no deben creer lo que los otros creen, sino mds bien lo que los otros no creen’” y distanciarse de las opiniones del “hombre comin’, una forma de arrogancia que inculcan los esprits forts, las mujeres afortu- nadamente estén libres de tal orgullo y en consecuencia son més devotas, temero- sas de Dios y sumisas a la autoridad. Es por todos sabido, asegura Undereyck, que también hay mujeres disolutas. Pero incluso la mas corrompida usualmente lo ha sido por los hombres, est4 menos inclinada a la blasfemia, la profanacién y el sa- crilegio que los hombres y puede ser persuadida més facilmente de regresar a un indo de vida temeruse de Divs. Undereyck también intenta sacar ventaja de la teorfa de la fusi6n del cuerpo y el alma tan caracteristica de los naturalistas y spinozistas que intenta combatir. Los “atefstas”, afirma, sostienen que la mente y el cuerpo son uno, y que los im- pulsos y las necesidades corporales de los hombres y las mujeres también incul- can sus mentes y formas de pensar. Esto, sefiala, s6lo puede reforzar la implica- cién de que la devocién a Cristo es una caracterfstica femenina irracional. Pero en realidad, insiste siguiendo a Descartes, el cuerpo y el espfritu son principios to- talmente diferenciados y no pueden interactuar. En consecuencia, si las mujeres son menos dadas a la impiedad que los hombres, como en efecto ocurre, es una falacia atribuir esta diferencia crucial a diferencias fisicas inherentes. Més bien, la diferencia innata es de cualidad espiritual; “después de la Caida”, se pusieron mayores obstdculos al sexo masculino en su camino para obtener la salvacion que en el de las mujeres. Ademés, sostiene Undereyck, Dios también creé a los hombres de tal manera que en sus actitudes hacia las mujeres aspiren siempre a ser amos y sefiores, mientras que impartié una naturaleza muy diferente en las mujeres, llenandolas del anhelo de aceptar al hombre como su amo y senior. Que el hombre domine y la mujer obedezca no es entonces una diferencia del cuerpo, sino una diferencia innata otorgada por Dios en la Creacién. Esta dispa- ridad espiritual es lo que hace que las mujeres se somentan inherentemente més rapido que los hombres a Cristo nuestro Senor. Sin embargo, esta misma dife- rencia fundamental significa que si, por la raz6n que sea, la mujer no se muestra tan dependiente como debiera ser con el padre, hermano 0 marido —como pue- de suceder con jévenes viudas y mujeres solteras—, entonces la vanidad de la mujer, mds irracional, impulsiva y animal que la de los hombres, es més proclive » Undereyck, Narrische Atheist, p. 281; véase también Rambach, Christlche Sitten-Lehre, pp. 701-702. ® Undereyck, Nérische Atieist, pp. 281-282. ° pidem, pp. 298-302. thidem, pp. 286-287, 297. © Ibidem, pp. 298-302. % fbidem, pp. 305-306. 126 LA “ILUSTRACION RADICAL” a'ser corrompida y seducida.” La frivolidad y la pasion de la mujer por las ropas hermosas y la joyerfa muestran cudn grandes son las peligras para la sociedad que supone su irracionalidad. La tinica respuesta es que la sociedad y el Estado fortalezcan la autoridad, cl matrimonio y la familia. Sin embargo, en determinados contextos sociales era dificil asegurar que la mujer fuera més inmune al pensamiento radical que el hombre. Horrorizado por la penetracién de la filosofia en la aristocracia de la corte francesa alrededor de 1700, el padre Massillon adopts el parecer de que las damas nobles francesas difi- cilmente eran menos propensas a seguir la conduccién de los esprits forts que los hombres aristocratas. ;Acaso actualmente no estan las damas de buena cuna de Versalles y el gran chéteaux de Francia —pregunta— més espléndidamente peina- das y ataviadas que nunca, mientras al mismo tiempo parlotean incesantemente sobre las “verdades eternas de la geometria” y las sutilezas de la metafisica?™ No obstante, si para él era obvio que las mujeres podfan darse de hecho a la lectura de la filosofia y la cultivacién del intelecto, este nuevo fenémeno provenia en su opi- nin del orgullo aristocratico y de un deseo rebelde de satisfacer la lujuria del cuer- po en abierto desaffo a la moral y la Iglesia En la tensa atmésfera intelectual de la época abundaban las querellas sobre ejemplos clave traidos de la historia, interpretados de diversas formas para mos- trar que las mujeres podian, 0 no, justificadamente 0 de hecho, competir con los hombres en cuestiones filosdficas. Una mértir intelectual alegremente aplaudida por Toland fue la encantadora Hipatia de la Alejandria del siglo v, la “gloria de su propio sexo y la desgracia del nuestro”, una joven célebre tanto por su belleza como por su sabiduria. Ella sobrepasaba a todos como profesora de filosoffa, ase- gura Toland a sus lectores, y estaba “rodeada todos los dias par un eirculo de j6- venes nobles”.®” Desafortunadamente, este parangén se aventuré a expresar sus opiniones anticlericales durante una disputa jurisdiccional entre el gobierno civi- coy el obispo Cirilo de Alejandrfa, Por hablar en contra del poder sacerdotal, dice Toland, fue atacada en el aito 415 d.ne. por una turba indignada incitada por el clero. El pueblo “Ia desnudé completamente”, la asesiné y la “despedaz6”. Ciri- lo, santificado més tarde por la Iglesia, es descrito por Toland como el “ideslogo” de este asesinato “y su clero, los ejecutores de esta furia implacable”. Sobra de- cir que este esfuerzo por “arremeter contra la reputacién del venerable San Ciri- lo” indigné a sus oponentes, lanzéndolos a uno a responder que Hipatia, por el contrario, era la “mas impudica concubina academic”, una “fildsofa” sin ver- giienza que con el fin de rechazar a un pretendiente no querido empleaba una 5 Ibidem, pp. 310-314 5 Massillon, Pensées, pp. 119, 267-268. Toland, Tetradymus, pp. 103, 108-109, 122. © Ibidem, pp. 126, 130-131, 135; Jocher, Allgemeines Gelelrten Lexicon, tp. 1798. es MUJERES, FILOSOFIA Y SEXUALIDAD 137 estratagema —arrojarle su toalla de menstruacién a la cara— “ante lo cual enro- jecerfa la més comtin prostituta de Venecia’.*! 2. LIBERTAD DE CONVERSACION Y LIRERTAD SEXUAL Amedida que las actitudes asociadas en particular con la alta sociedad parisina durante el periodo de la Regencia, luego de la muerte de Luis XIV en 1715, se propagaban por toda Europa, aunque con frecuencia adulteradas, cada vez se percibfa mas que la moda de una interaccién més libre entre hombres y mu- jeres planteaba varios problemas précticos, al erosionar la tradicién social y los valores morales. E] medio parisino transformado, més libre intelectual y sexual- mente, generé un nuevo tipo de “caballero”, en donde con frecuencia se veia al librepensador Saint-Evermond como su prototipo: el conversador elegante que despreciaba la guerra, la politica y la religiGn, y buscaba la distincién entre sus colegas a través de una combinacién de comprensién filoséfica, ingenio, escritu- raineverenle y basqueda del placer refinady. Peru nv fueron lus Euremunilisli, como eran apodados estos hombres en la alta sociedad napolitana, quienes im- pusieron el principal desaffu, pues tales pretensiunes y hedonisi masculinus no eran en sf particularmente novedosos ni perturbadores. Més bien, era el nue- vo concepto de “conversacién libie” entre los hombres y tas mujeres que 110 es taban familiarmente proximos lo que resultaba inquietante. Es verdad que esta “conversation libre” enue caballerus y dams, mientras que condaba la filuse- fifa, la religi6n y la ciencia, en general excluia la politica y los temas legales.** Pero el punte crucial era que generaba un nuevo tipo de espacio social para las mujeres, apuntalado por la filosoffa, caracterizado por la libertad de expresién fuera del marco familiar. Una discusién destacable del impacto de las nuevas actitudes hacia las muje- res y las relaciones entre los sexos fue la del veterano filésofo napolitano —una especie de Evremondiste y criptospinozista— Paolo Mattia Doria. En efecto, aun- que poco conocido, su Ragionamenti de 454 paginas, publicado en “Francfort” (:Napoles?) en 1726, “en el que se muestra que la mujer, en casi todas las virtudes primordiales, no es inferior al hombre”, una obra dedicada a la duquesa Aurelia d’Este de Limatola, es un clésico de la Alta llustraci6n. El problema esencial, deja claro, es que la nueva moda por “Ia libertad de conversacion entre hombres y mujeres”, ahora parte del culto del refinamiento y el “buon gusto” que emana de los salones parisinos, necesariamente encierra un debilitamiento de las tormas * Lewis, History of Hypatia, pp. 5,9 © Hazard, Conciencia europea, pp. 112-116. ™ Doria, Lettre ¢ ragionamenti, 1, pp. 332-338; De Soria, Kaccolte di opuscolt, 1, pp. 83-84. w 128 LA “ILUSTRACION RADICAL” tradicionales de supervision de las mujeres por parte de sus parientes hombres. Pues en el nuevo contexto, no sélo hay més intercambio entre hombres y mujeres sobre una hase mas libre, sino que también, lo que es atin mas perturbador, las mujeres ahora escuchan mucho ms de lo que los hombres se dicen unos a otros; es decir, tienen més oportunidad de aprender sobre politica, realidades sociales, reli- gi6n e incluso sexo. Esto inevitablemente implica una erosién de los estaéndares tradicionales de pureza, castidad, autoridad y honor familiar.*° La filosoffa, sefiala, esta teniendo inmensas consecuencias practicas para la sociedad, pues por mucho que las mujeres pueda haber estado excluidas del discurso intelectual en el pasado, la realidad es que son tan capaces de compren- der las verdades de la filosoffa y discutir las proposiciones filosdficas como los hombres. También tienen iguales derechos a participar en el progreso de la filo- soffa.® De la historia de la filosoffa de la antigua Grecia extrae la evidencia de esta afirmacién. Epicuro en particular, sefala, habia buscado discfpulas filésofas cuyos logros intelectuales eran indiscutibles. EI da gran importancia a la mas fa- mosa de las concubinas griegas, Aspasia, amiga del gran hombre de Estado, Pe- ticles, y famosa por su sabidurfa y profundo conocimiento de la filosofia.” Su casa fue uno de los principales lugares de reunion para el discurso politico de la Atenas de finales del siglo V y, entre otros, fue frecuentada por Socrates. Desde luego, admite, debe condenarse a Aspasia y a otras damas filésofas semejantes, pese a su brillantez. intelectual y sabiduria, pues eran, en sus palabras, tan luju- riosas y lascivas como bellas y sabias. Este es precisamente el problema, segun Doria, pues desde fines del siglo xvi un nuevo “epicurefsmo” (ie, spinozismo) respaldado por el escepticismo estaba pervirtiendo nuevamente a la sociedad, y la consecuencia inevitable de permitit “liberta di conversare” es que las mujeres otra vez se vuelvan filoséficamente conscientes y por lo tanto “infectadas” por el epicureismo y el escepticismo y, en consecuencia, mas vulnerables que antes a los pensamiento pecaminosos y lasci- vos. “Liberta di conversare” para las mujeres inevitablemente significa mas opor- tunidades para la intimidad y el juego amoroso fuera del matrimonio." ;Cémo pueden evitarse o al menos minimizarse las indeseables y perniciosas consecuen- ‘cias de esto? Muchos hombres, apunta Doria, se esfuerzan por resistir el avance de la “liberta di conversare” y retroceden a los modales anticuados, excluyendo a las mujeres del discurso y los contactos intelectuales. No obstante, tal estrategia conservadora no puede funcionar, a no ser que lleguemos al extremo de los “bar- baros turcos" y literalmente encerremos a nuestras mujeres bajo llave en nuestras Doria, Lettere ¢ Ragionamenti 1, pp. 336-338; Dori Doria, Letter Ragionementis, pp. 339-342; Dori & Doria, Ragionamenti ne’ quai, pp. 216-217. ® thidem, pp. 228-229. ° Ihidem, pp. 372-390; Doria, Lettre e ragionamenti i, p. 346. Ragionamenti ne" quali, pp. 364-365, Ragionamenti ne" quali, pp. 964-365. MUJERES, FILOSOFIA Y SEXUALIDAD 129 casas, impidiéndoles todo contacto con el mundo exterior.” Un régimen de res- tricciones, con excepcién del aprisionamiento virtual de las mujeres por parte de los hombres, servirfa meramente para mantener a las mujeres ignorantes de la filosoffa —y aqui el argumento toma un giro radical—, y por lo tanto altamente vulnerables a las palabras seductoras y capaces de recurrir al engafio y al subter- fugio para encontrarse con sus amantes.” Entonces, sdlo la filosofia puede incul- car la verdadera virtud, aun cuando al mismo tiempo transforme las relaciones tradicionales entre los sexos. La solucién, sostiene Doria, es reconocer que en el nuevo contexto es esencial “bene educare la donne” (educar bien a las mujeres).”' A las nifias se les debe ensefiar desde muy j6venes a amar la virtud por su valor mismo. en vez de im- ponerles la castidad, y deben aprender ideas elevadas, apropiadas y seguras.”” Siendo la naturaleza humana lo que es, admite, la atraccién sexual va a superar a veces a la razén, pero esto es un problema tanto para los hombres como para las. mujeres. Al final, concluye y aqué revela su tinte criptospinozista, el nivel de vir- tud entre las mujeres va a reflejar el nivel general de virtud en la sociedad, esto ¢s, el valor 0 no de las actitudes de los hombres con quienes viven las mujeres y quienes determinan su educacién, las leyes a las cuales estén sujetas y su reli- gin.” Si la conducta corrupta, el adulterio y la seduccién se dan sin restricci nes entre los hombres, entonces asi serd, en el grado correspondiente, entre las mujeres. Por tanto, las damas deplorablemente promiscuas del imperio romano, con Mesalina y Agripina en primer plano, simplemente reflejaban la execrable corrupcién de las costumbres que, segtin Doria, emergié después de la cafda de la Repéblica.”* La conclusién final de Doria es que las mujeres son igualmente aptas para las labores intelectuales como los hombres, igualmente propensas al vicio y la virtud, y necesitan mantenerse saludables y en armonfa en cuerpo y mente tanto como los hombres.> Una mujer que se empapé de estas imagenes de Doria en Napoles y se dedi- 6 a cultivar la filosofia fue Giuseppa-Eleonora Barbapiccola, la traductora al ita- © Doria, Ragionamenti ne’ quali pp. 393-39. > Wider, pp. 90991. 7" Ihidem, pp-395-407;e1 argumento es similar al expuesto en 1673 por Poulain de la Barre y mas tarde en una obra titulada M.N.C. Les Femmes states (Amsterdam, 1718) est iltimo insiste en que “ignorance est la mere de tous les vices” {Ia ignorancia es la madre de todos los vicios] mientras al :mismo tiempo condena los “sentiments injustes et désavantageux” [sentimientos injustos y desfavo- rables] que los hombres en general, y especialmente “Ie peuple ignorant” tienen de las capacidades intelectuales de las mujeres. “avant décidé que I'étude niles sciences ne conviennent point au beaux. sexe" [quienes han decididio que no conviene al bello sexo ni el estudio ni las ciencias]; wéase L’Europa Savant, vi (1718), pp. 195-197 ™ Doria, Ragionamenti ne” quali, pp. 405-408. thidem, pp. 408, 426-428 Ihde, p. 451, Ibidem, pp. 422-423, 426, 451-452. 190 LA “ILUSTRACION RADICAL” liano —del francés, no del latin— del Principia de Descartes.’ Amiga de Vico, Giuseppa-Eleonora también se vio inspirada por Valletta, Spinelli y Grimaldi.” Es mas, como revela en su prefacio, ella era una mujer con una misiGn. Su objeti- vo al traducir a Descartes no era solamente difundir las ideas cartesianas entre aquellos que no sabian latin, sino difundir el conocimiento del cartesianismo en- tre las mujeres en particular y llevar a sus colegas femeninas al debate filosGfico.* ‘También clogia a las mujeres fildsofas de la Grecia clésica, alabando a Aspasia como la “maestra” y mas tarde esposa de Pericles, aunque modestamente pasa en silencio por los temas de la sexualiclad planteados por Doria, Admite que la mayoria de las mujeres en buena posici6n pierden su tiempo en propésitos frivo- los, tales como discutir la ultima moda y escoger listones, pero insiste en que una insuficiencia tan deplorable no se debe a “la naturaleza, sino a una educacién desdichada”.” Al igual que Doria, ama a una reforma fundamental para educar alas nifias.° Una mujer de la Alta Hustracién que participaba en el debate filoséfico entre los hombres debfa, como Barbapiccola, o eludir el tema del sexo o, al igual que la salonniere parisina, Madame de Lambert, insistir en que las mujeres en la Republica de las Letras debian tener una reputacién por la “virtud”.8! En consecuencia, los temas sexuales solo podian explorarse en los medios impresos escritos por hom- bres, y el alegato por la emancipacién de la libido, del hombre y la mujer, s6lo po- dia ser impulsado por los pensadores radicales masculinos. I resultado, como era de preverse, horrorizaba a la opinién contemporanea. Beverland, Leenhof y Radi- cati tueron més all4 y abordaron la cuestin de la sexualidad desde la premisa spinozista de que el bien y el mal son conceptos puramente relativos y la ética debe construirse sobre el principio de que no existe una moral absoluta. En vez de con- ceptos heredados 0 innatos, el criterio para una ética responsable sdlo puede ser lo que le ofrece, o no, bienestar a la comunidad y al individuo. Entonces, ni la reli- gi6n, ni las costumbres sociales pueden ser una guia legitima, como es obvio, de- clara Radicati, a partir de la desconcertante diversidad de actitudes y normas que prescribe. Por tanto, mientras los “cristianos primitivos alababan a las mujeres y ‘virgenes que se dieron muerte cuando estuvieron en manifiesto peligro de ver vio- Jada su castidad”, en otras religiones la abstinencia femenina no se tiene ni remota- % Al parecer ella ley6 el Ragionamenti antes de su publicacién; véase Barbapiccola, “Traduttrice”, pp.2,5; Stone, Vico's Cultural History, pp. 214, 271. 7 Barbapiccola, “Traduttrice”, pp. 11-12, 15. P Ibidem, p.8 ® Ibidem, p. 7; véase también Poulain de la Barre, Igualdad, pp. 131-134 ® Su ideal de mujer virtuosa fildsofa lo vio realizado en la amiga y protectora de Descartes, la princesa Elizabeth de Bohemia, y también en el parangon holandés de la lectura, Anna Maria von Schurman (1607-1678); Barbapiccola, “Traduttrice”, pp. 5-7. 8! Lambert, Réflesions nouvelles; p. 8. ® [Radicati], A Philasophical Dissertation, pp. 29-30. MUJERES, FILOSOFIA Y SEXUALIDAD 131 mente en una estima comparable.* Por el contrario, “los maridos de la ciudad de Calcuta, en India del Este”, afirma, “con mucho carifio intercambian a sus espo- sas", mientras que los de otras regiones de la India del Oeste “envian a sus hijas a Jos templos para que sean desfloradas por los sacerdotes y creen que, al hacerlo, le hacen el més sagrado sacrificio a sus dioses”.“' De igual manera, sostiene, no hay un estandar absoluto para la decencia ola indecencia. “En Sicilia, Espafia, Portugal, etc. —sefiala— una mujer o joven virtuosa enrojeceria por completo al ser saludada o besada por un hombre o si él viese sus pechos desnudos, mientras que, al mismo tiempo, una damisela igualmente virtuosa francesa o inglesa pasaria por esto sin la menor perturbacién o emocién; y esto porque a las primeras se les ha ensefiado que estas cosas son indecentes y a las segundas que estan permitidas.”> Aplicando su principio (que no difiere del de Mandeville) de que “aquellas cosas que contribuyen a la tranquilidad y felicidad publica” son buenas y aque- las que “conducen ala intranquilidad y la ruina” son malas, Radicati afirma que la libertad sexual total, incluyendo la de las mujeres, es buena."* Deplora el efec- to represivo de los conventos, que meramente obligan a cada joven mujer lo sufi- cientemente desafortunada como para ser confinada alli a masturbarse “en algu- na medida para mitigar el ardor de su concupiscencia”."” Cuanto més represiva sexualmente sea una sociedad, o como él lo expresa, cuanto mayor sea la “sepa- raci6n tonta e injusta entre los diferentes sexos que se practica en muchos luga- res”, més homosexualidad florece en todas sus formas, y declara que hay menos homosexualidad en Inglaterra y Holanda que en el sur de Europa, precisamente porque en aquellos’climas del norte las mujeres gozan de mds libertad sexual. Condena el culto a la virginidad y la prohibicién de las relaciones sexuales antes del matrimonio para las nifias, como algo perjudicial en general. Una consecuen- cia atroz, segtin Radicati, es que las jévenes solteras que, sobrepasadas por el deseo, tienen relaciones y quedan embarazadas, temen tanto la desaprobacién y a condena de la sociedad que con frecuencia abandonan o incluso matan a sus vastagos ilegitimos.” La nueva nocién de autodescubrimiento, asi como de descubrimiento del mundo, a través de la filosofia y la “liberta di conversare” entre los sexos, expli- ca ese extraordinariamente estrecho vinculo entre la filosoffa y el sexo tan do- minante en la Ilustracién europea. Ademés, eran especialmente las mujeres, 0 asf les parecia a los libertadores filos6ficos de la Alta Ilustracién, quienes nece- © tbidem, p. 33, Ibidem, pp. 34,38. © tbidem, p. 58, Ibidem, pp. 59-60; Ferrone, Intellectual Roos, p. 275. © [Radicatil, A Philosophical Dissertation, p. 60. © Ibidem, pp. 67-68. Ibidem, pp. 71-73. i i i 192 LA “ILUSTRACION RADICAL” sitaban consejo sobre cémo liberarse de la sujecién y la represién del pasado, consejo que no podia ser més que simulténeamente filoséfico y sexual. La gran importancia de Teresa fil6sofa (1748), la mejor y més seria abra erdtico-filoséfica de la Alta Ilustracién —segtin el Marqués de Sade, Teresa es la tinica “que ha sabido unir la lujuria y la impiedad y que dard finalmente la idea de un libro inmoral”—® definitivamente no yace, como se ha declarado, en haber sido pu- blicada “precisamente en el momento en cl que salié de la imprenta la primera gran andanada de obras de la Ilustracién”," sino que su importancia radica en que es una reelaboracién de ideas en la esfera erética de una Ilustracién muy anterior, especialmente del spinozismo, pues fue escrita —casi con seguridad en vista de los numerosos ecos entre ésta y las obras conocidas del marqués— por d’Argens, probablemente durante sus afios en Holanda en la década de 1730 0 poco después en Alemania? El tema fundamental es que el autor expresa lo que ha sido llamado “natura- lisme a la Spinoza” a través de las percepciones y palabras de una joven que atraviesa un largo y agitado proceso de educacién sexual.* De acuerdo con la filosoffa hedonista del autor, no hay diferencia entre la salvacion fisica y la espl- ritual; ambas son una y la misma y se encuentran exclusivamente en este mundo. Dado que las luchas intelectual y sensual por el blen supremo estén en realidad inextricablemente entrelazadas, la filosofia se vuelve, literalmente, la amante del sexo placentero. Como en Beverland, Leenhof y Radicatl, todas las nociones de bien y mal absolutos son abolidas a favor de una ética de la relatividad y, nueva- mente siguiendo a Spinoza, la unica restriccion moral primordial que sobrevive sel imperativo de respetar y someterse a las leyes humanas de la sociedad en la cual uno habita, “que son como las ligaduras de las necesidades mutuas de ~ Pigeard de Gurbert, “Therese”, 151; Heumakers, “De Sade”, p. 114. *1 “Qui ait agréablement lié la luxure et limpieté, et qui [..] donnera en fin Vidée dun livre im- moral’. Darnton, Best sellers proibios, p. 14. % Pigeard de Gurbert, “Thérese", pp. 151, 168; Berkvens-Stevenlinck y Vercruysse, Métiet, 77; i en efecto ésta es obra de d’Argens, como los expertos del siglo xvit, tales como De Sade y Ja mayorfa de los comentaristas modernos han conjeturado, entonees casi con certeza refleja el mundo intelectual de la década de 1730 y principios de la de 1740, mas que la fase posterior ala {que refiere Darnton. ® Heumakers, “De Sade”, p. 114 Idem. Maréchal, Dictionnaire, p.300; se trata de una tipica formula expresada en diversas novelas «réticas del periods, entre los que destaca una de las primeres del género, Venus dans le clotre (ot 1682), en la cual una joven monje, Agnes, aprende a volverse “Fclainée” a través de la masturbacién, el amor sbico y la discusién con monjas “ilustradas” mayores, y descubre que el énfasis de la sociedad en la castidad es parte de! sistema de miedo y represién arraigado en la supersticién dela cual las mujeres en particular necesitanliberarse; y también, mucho mas tarde, Fanny Hill de John Cleland, escrita bajo la influencia del géncro francés ¥ cuyo borrador original data, al parcecr de la década de 1730, aunque ‘no se publi hasta 1749; Marchand sefiala que una Arti-Thérdse de M. de T.. fue publicada en La Haya en 1750, que declaraba ser una “refutation de Thérese Philosophe”, pero que en realidad era atin mas “comupta’ que la original; véase Marchand, Dictionnaire, ip. 319, a. MUJERES, FILOSOFIA Y SEXUALIDAD 193, la sociedad”.* Uno sufre de infelicidad 0 algo peor si se rebela contra las leyes del propio pats, no porque la rebelién esté mal en si, sino porque, como lo expre- sa Teresa, entonces es perseguido por el rigor de la ley, el remordimiento y el odio, y el desprecio de sus compafieros ciudadanos; lo cual esté bien, en opinion de Teresa, porque al busear la autosatisfaccidn y el propio placer “cada uno debe cuidar de no hacer nada que hiera la felicidad de su vecino”.* Este es un texto en el que la glorificacién convencional de la virginidad es remplazada por una abierta apologia del placer sexual en las mujeres tanto como en los hombres, pero sdlo aquellas formas de gratificacién sexual que no hieran a otros. El cultivo de la piedad cede el paso al ensalzamiento de Ia ética del “hom- bre honesto” mundano y su equivalente femenino, la exaltacién de los manda- mientos de Dios, a la veneraci6n de la ley humana. Durante su periodo como jo- ven monja, Teresa habia llevado una vida desdichada, truncada y frugal bajo la conduccién de sus confesores catélicos. Poco a poco se habia emancipado de tal esclavitud a través del vouyerismo y la masturbacién, aprendiendo de hombres més ilustrados y también de los libros eréticos. Teresa elogia la masturbacién como aquello que le devolvié la alegria de vivir y la salud psicoldgica y fisica’” Por tiltimo, Teresa descubre el amor y las relaciones sexuales extramaritales y, luego de ponderar cuidadosamente toda su experiencia con la seriedad que la vida le merece, se vuelve una philosophe y encuentra ast la felicidad y la salvacién en el mundo terenal. En cuanto a la religién. “No hay culo, Divs se basta a si mismo” %* % [D’Argene], Teresa flésofa, p. 130. % Idem. * Ibidem, pp. 60-81; Pigeard de Gurbert, “Thérése", pp. 159-160; Darnton, Best sellers prohibidos,p. 154 % [DrAngens], Teresa filbsofa, p. 141.

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