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2. RESPETO A LO PERSONAL
4. CORRECCIÓN FRATERNA
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Lo que se trata entonces merece un secreto confidencial parecido al
secreto de confesión.
Cuando alguien sepa un grave peligro moral de alguno o una falta
que perjudica al bien común, si juzga con sólidos fundamentos que por sí
mismo no podría ayudarlo con la corrección fraterna, informa de lo que
conoce con certeza a quien pueda ayudar a aquél más eficazmente: el
acompañante, el confesor, el Animador de los Familiares o el titular de la
casa en que habita, el Enlace o el Responsable de confraternidad. En
cambio, de ninguna manera comentará con otros por espíritu de
murmuración.
5. GESTOS DE AMISTAD
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6. COMUNICACIÓN
7. COMPARTIR COSAS
8. CASAS COMUNITARIAS
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Las casas que se vayan constituyendo no son "islas" sino expresión
de toda nuestra comunidad. Sin perder su fisonomía particular, son
núcleos para vivir e irradiar nuestro ideal. Con gusto invitarán a otros
cecistas, no sólo por ejercitar la hospitalidad, sino por hacerles participar de
la comunidad de vida en una confiada y amigable comunicación espiritual.
Nuestras casas no tienen como fin principal resolver problemas
económicos o sociales. Los que vivan en ellas no son huéspedes más o
menos contribuyentes con su dinero o su trabajo, ni funcionarios de una
misma empresa, sino hermanos, que antes de comenzar a compartir el techo,
ya han puesto en común sus vidas y sus ideales.
Estas casas no necesitan tener tanta estabilidad como las de las
órdenes religiosas. Debe estar previsto qué ocurrirá si alguno después
cambia de casa.
Pueden existir casas comunitarias fundadas para servicio de otros,
como prolongación de las Convivencias con Dios: un pensionado, casa de
retiros, un instituto educativo, con o sin internado, etc. Se procurará que
estos nuevos compromisos no impidan los que tenemos por nuestra
vocación.
Tenemos oración carismática por lo menos media hora cada semana
y si es posible todos los días, aunque sea unos minutos.
Evitamos cuanto sea ocasión próxima de pecado o dé pie a
escándalo. Nuestro testimonio de virtud debe ser tan transparente que resulte
una contestación profética contra la inmoralidad mundana.
Las personas de distinto sexo, si no son familiares cercanos o niños
y ancianos, no duermen en la misma casa, a menos que sean pisos o
departamentos separados.
En todo momento se guardará pudor y decencia, como corresponde
a esta nueva forma de vida evangélica.
Nuestras casas comunitarias requieren la firme decisión de vivir la
castidad que corresponde al estado de cada uno.
Quien no fuera capaz de mantenerla, en sus relaciones con el mismo
o con el otro sexo, tiene grave obligación de retirarse, para evitar los
peligros que ese trato cercano le pudiera causar y para no ser un daño a otro
o al buen nombre de la Comunidad de Convivencias. Quien conociese con
seguridad tal flaqueza, no podría hacerse cómplice de ella sino que debería
exhortarlo a retirarse.
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9. VIDA DOMÉSTICA
10. ORGANIZACIÓN
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Para que cada casa comunitaria pueda vivir la riqueza de nuestra
comunidad, necesita estar bien adherida a ella. Esto supone ciertos
requisitos, que no sentimos como formalismos jurídicos sino como canales
de comunicación y de unidad en el amor.
Cada casa tiene un titular, con la autoridad y duración que se
establezca.
Elaboramos mediante discernimiento comunitario las pautas de la
casa, donde se precisen las características de ella, la distribución de
responsabilidades y los detalles económicos. Esas pautas serán presentadas
al Responsable de confraternidad para que pueda sugerir algún retoque o
darle mayor estabilidad mediante su aprobación.
Los miembros de dicha casa por unanimidad podrán modificar esas
pautas, en lo que no contradice los Lineamientos ni estas pautas generales.
Luego deberán informar al Responsable.
Por lo menos dos veces al año informamos al Enlace sobre la vida de
la casa y la participación de miembros adjuntos, invitándolo a que alguna
vez la visite.
Cuando uno nuevo desea ingresar, deberá pasar por un proceso de
adaptación y discernimiento comunitario, que facilite la koinonía de todo el
grupo.
Si más adelante uno no logra la adaptación suficiente, a pesar de la
oportuna corrección fraterna, podrá retirarse o ser invitado a ello por el
discernimiento unánime de sus compañeros, avalado por el Responsable de
Confraternidad.
Llamamos miembros adjuntos a quienes no duermen allí pero
asisten a lo menos dos horas por semana y se sienten permanentemente
solidarios, con verdadero sentido de pertenencia.
Aportan de sus bienes espirituales y materiales por lo menos tanto
como lo que reciben y están dispuestos a la sujeción y colaboración como
los demás.
Después de tres meses como visitante, uno puede solicitar ser
adjunto. Los demás miembros, sin su presencia, discernirán si conviene
rechazar su pedido o proponerle esperar más tiempo. En ambos casos
deberán indicarle qué necesitaría corregir.
Si lo aceptan, le marcarán sus derechos y obligaciones. Luego orarán
por él, imponiéndole las manos y abrazándolo, como signo de que entonces
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comienza a pertenecer a esa casa, lo reciben como un don de Dios. Después
informarán al Enlace.
Llamamos demás residentes a quienes, sin ser cecistas; viven en la
misma casa comunitaria; suelen ser parientes o empleados, niños o adultos.
Respetamos su proceso espiritual y sus derechos humanos.
Irradiamos en ellos con prudencia nuestro ideales, porque merecen
primero que nadie nuestro testimonio y nuestro esfuerzo evangelizador. Así
podremos cultivar una rica espiritualidad familiar.
Con amor maduro, les marcamos las exigencias indispensables para
nuestros objetivos: así como los respetamos, les enseñamos a que respeten
nuestra vocación y comprendan que el señor de nuestra casa es Dios y no el
mundo.
Llamamos visitantes a los que vienen a nuestra casa, sean o no de la
CdC.
Les brindamos hospitalidad, compartiéndoles sobre todo nuestra
espiritualidad. Si no la quieren, ellos mismos dejarán de venir.
Conservamos la libertad de espíritu para marcarles límites. Por
ejemplo, que no vengan cuando tenemos discernimiento comunitario, si
juzgamos que nos quitarían espontaneidad por no tener suficiente
identificación con nuestro espíritu o discreción para guardar en secreto lo
que escucharan.
Todas estas Pautas procuramos vivirlas en un amor que no se limite
a los de la casa o de nuestra comunidad, sino que alcance a todo el mundo.
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