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Un volcán constituye el único conducto que pone en comunicación directa la superficie terrestre con los niveles profundos

de la corteza terrestre. La palabra volcán se derivó del nombre del dios mitológico Vulcano.
Este el único medio para observar y estudiar los materiales líticos de origen magmático, que representan el 80 por ciento
de la corteza sólida. En la profundidad del manto terrestre, el magma bajo presión asciende, creando cámaras magmáticas
dentro o por debajo de la corteza. Las grietas en las rocas de la corteza proporcionan una salida para la intensa presión, y
tiene lugar la erupción. Vapor de agua, humo, gases, cenizas, rocas y lava son lanzados a la atmósfera.
Un volcán, en esencia, es un aparato geológico, comunicante temporal o permanentemente entre el manto y la superficie
terrestre. Un volcán es también una estructura geológica, por la cual emergen el magma (roca fundida) y los gases del
interior de un planeta. El ascenso ocurre generalmente en episodios de actividad violenta denominados «erupciones». Al
acumularse el material arrastrado desde el interior se forma una estructura cónica en la superficie que puede alcanzar una
altura variable desde unas centenas de metros hasta varios kilómetros. El conducto que comunica el reservorio de magma
o cámara magmática en profundidad con la superficie se denomina chimenea. Esta termina en la cima del edificio
volcánico, el cual está rematado por una depresión o cráter.
Algunos volcanes después de sufrir erupciones grandes, se colapsan formando enormes depresiones en sus cimas que
superan el kilómetro de diámetro. Estas estructuras reciben el nombre de calderas.
La viscosidad (fluidez) de las lavas arrojadas por volcanes depende de su composición química. Así, las lavas más fluidas,
o de «tipo hawaiano», tienen composiciones ricas en hierro y magnesio y tienen un índice bajo de sílice. Cuando emergen
por la chimenea se almacenan en el cráter o caldera hasta desbordarse, formándose ríos de magma que pueden fluir
distancias de varias decenas de kilómetros.
Las lavas más viscosas tienen un alto contenido en sílice y vapor de agua. Dado que fluyen pobremente, forman un tapón
en la chimenea que da lugar a erupciones explosivas, aumentando el tamaño del cráter. En casos extremos pueden destruir
completamente el cono volcánico como sucedió durante la erupción del Monte Santa Helena, en el estado de Washington,
(Estados Unidos) en 1980.
La lava no erupciona siempre desde una chimenea central; puede abrirse camino también a través de aberturas en los
flancos del volcán. Si estas erupciones son continuas pueden dar lugar a lo que se conoce como cono parásito. El volcán
Etna, en Sicilia (Italia), posee más de 200 de estos conos parásitos y algunos de ellos sólo expulsan gases. Estos últimos se
llaman fumarolas.
Por lo general, los volcanes están asociados a los límites de placas tectónicas, aunque hay excepciones como el
vulcanismo de puntos calientes o hot spots ubicados en el interior de placas tectónicas, tal como es el caso de las islas
Hawaii; esta teoría es barajada también para explicar el origen del Archipiélago Canario.
¿Por qué se producen los terremotos?
Hay varias causas, pero se ha llegado "al acuerdo" que la más común tiene que ver con el movimiento de las
placas "tectónicas".
La cosa es así: la corteza de la Tierra está formada por 12 placas de aproximadamente 70 kilómetros de
grosor (Americana, Sudamericana, Euroasiática, Africana, Antártica, Indo australiana, Filipinas, del Pacífico,
Cocos, Caribe, Arabe y Nazca), las cuales se están acomodando constantemente y desde hace millones de
años. Gracias a esto, se han originado los continentes y los relieves geográficos.
Generalmente estos movimientos son lentos y casi ni se sienten, pero otras veces estas placas chocan entre
sí sobre un océano de magma (masa fundida, como lava) presente en las profundidades de la Tierra, lo que
impide su desplazamiento y genera una acumulación de energía que en algún momento debe liberarse...
¿Cuándo?... Justamente durante los terremotos.
Las zonas donde las placas ejercen fuerza entre ellas se denominan "fallas", que a su vez son
específicamente los puntos donde con más probabilidad se originan los fenómenos sísmicos. Sólo el 10% de
los terremotos suceden lejos de los límites de estas placas.
Pero también existen otras causas: la actividad subterránea originada por un volcán en proceso de erupción, y
las fuerzas externas provocadas por el hombre, como por ejemplo, los experimentos nucleares o el poder que
ejercen los millones de toneladas de agua acumuladas en represas o lagos artificiales.
Los terremotos producen distintas consecuencias que afectan a los habitantes de las
regiones sísmicas activas. Pueden causar muchas pérdidas de vidas al demoler
estructuras como edificios, puentes y presas. También provocan deslizamientos de
tierras. Otro efecto destructivo de los terremotos, en especial los submarinos, son las
llamadas olas de marea. Puesto que estas ondas no están relacionadas con las mareas
es más apropiado llamarles olas sísmicas o tsunamis, su nombre japonés. Estas
paredes elevadas de agua han golpeado las costas pobladas con tanta fuerza como
para destruir ciudades enteras. En 1896, Sunriku, en Japón, con una población de
20.000 personas, sufrió este destino devastador. La licuación del suelo es otro peligro
sísmico, en especial donde hay edificios construidos sobre terreno que ha sido
rellenado. La tierra usada como relleno puede perder toda su consistencia y
comportarse como arenas movedizas cuando se somete a las ondas de choque de un
sismo.

¿Qué es un huracán?
El huracán es el más severo de los fenómenos meteorológicos conocidos como ciclones
tropicales. Estos son sistemas de baja presión con actividad lluviosa y eléctrica cuyos
vientos rotan antihorariamente (= en contra de las manecillas del reloj) en el hemisferio
Norte. Un ciclón tropical con vientos menores o iguales a 62 km/h es llamado depresión
tropical. Cuando los vientos alcanzan velocidades de 63 a 117 km/h se llama tormenta
tropical y, al exceder los 118 km/h, la tormenta tropical se convierte en huracán.
• DEPRESIÓN TROPICAL: ciclón tropical en el que el viento medio máximo a
nivel de la superficie del mar (velocidad promedio en un minuto) es de 62 km/h o
inferior.
• TORMENTA TROPICAL: ciclón

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