Perdona nuestras ofensas, como tambin nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
Muy queridos hermanos. En este octavo da de la novena, estamos viendo la obra de misericordia del perdonar las ofensas o injurias. He comenzado con las palabras del Padrenuestro porque se trata de una de las peticiones que hacemos al rezar esta oracin. No podemos pedir al Padre que nos perdone si nosotros no somos capaces de perdonar las injurias que nos hacen. As nos lo dice Jess: porque si perdonis a los hombres sus ofensas, tambin vuestro Padre celestial os perdonar a vosotros. Pero si no perdonis a los que os ofenden, tampoco vuestro Padre perdonar vuestras transgresiones. Es decir, para que Dios tenga misericordia de nosotros, tambin nosotros tenemos que tener misericordia con los dems. Y esto nos llega al corazn si nosotros sabemos perdonar. El perdn participa de la misericordia divina, y es una cumbre de la oracin. Podemos distinguir dos formas de perdonar: una ms perfecta, que consiste en que el ofendido va al encuentro del agresor; y la ms corriente y al que todo el mundo est obligado, que consiste en perdonar a los que nos piden perdn. Jesucristo perdon en la Cruz a los que le estaban crucificando y le estaban injuriando: Padre, perdnalos, porque no saben lo que hacen. Tantas personas que estn muriendo hoy da por defender a Cristo y mueren perdonando. Muy queridos hermanos. Fijaos en Mara. Ella tambin tuvo que soportar las injurias que sufra su Hijo. Y al igual que l, perdon las ofensas que le estaban haciendo. No tengis reparo en perdonar. Porque slo si perdonamos, Dios nos perdonar. Y as podremos alcanzar la Bienaventuranza eterna: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarn misericordia.