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Historia General de América Latina Volumen I Las sociedades originarias Volumen IT El primer contacto y la formacion de nuevas sociedades Volumen I Consolidacién del orden colonial Vokamen IV Procesos americanos hacia la redefinicién social Volumen V La crisis estructural de las sociedades implantadas Volumen VI La construccién de las naciones latinoamericanas Volumen VIE Los proyectos nacionales latinoamericanos: sus instrumentos y articalacién, 1870-1930 Volumen VILE América Latina desde 1930 Volumen IX ‘Teorfa y metodologia en la Historia de América Latina ae c 4¥O 990 Heke hs eco wd HISTORIA GENERAL AMERICA LATINA Volumen I 4uqFod DIRECTORA DEL VOLUMEN: TERESA ROJAS RABIELA CODIRECTOR: JOHN V. MURRA EDITORIAL TROTTA EDICIONES UNESCO oO 2 EL POBLAMIENTO ORIGINARIO Alan L. Bryan Los Iejanos antepasados de los primeros seres humanos que Hegaron a América provenian del Nordeste de Asia, y después de atravesar lo que actualmente se co: ‘nove como Beringia (la regién que abarca el extremo este de Siberia, Alaska y Yu- kon), se desplazaron por el Oeste de Canada y de Estados Unidos. Muy probable- mente estos primecos amezicanas entraron por lo que hoy es Alaska franqueando tun puente de tierra sumergido en la actualidad bajo el mar de Bering, aunque también es posible que hayan cruzado cortas distancias por mar, utlizando etm barcaciones simples, o que lo hayan hecho sobre el hielo invernal. El puente de tierra aparecta cada vez que el nivel mundial del mar disminufa 48 m a causa de la retencién de las precipitaciones sobre la tierra en forma de hielo glacial que se sacumulaba en las regiones polares y montafiosas del Mundo. En su extension mé- xima, cuando el nivel del mar descendla cerca de 100 m por debajo del actual, el ppuente de tcrra de Bering se extendia desde cl cabo Nevarin, al Sur de la desem- bocadura del rfo Anadye en el oest de Siberia, y después de bordear, hacia el Su- roeste, las islas Prbilof, alcanzaba la Alaska Continental cerca de la punta de la peninsula de Alaska al Sur de la desembocadura del rio Yukén. En esas €pocas, el ppuente se extendia hacia el Norte, czsea de 500 km allende el estrecho de Bering, ‘A pesar de las frias temperaturas, el clima de la costa sur del puente de tierra era frido y continental de modo tal que los glaciares se acumulaban s6lo en las zonas de as altas montafas de Siberia, Alaska y Yuk6n (Hlustraci6n 1), ‘Cada ver que se formaba el puente de tierra, ol clima de su costa sur era cela- tivamente més moderado que en el interior, ya que las corrientes del océano Artico quedaban interceptadas, Durante el periodo de maximo avance de los glaciares en la dltima glaciacién, hace entre 25 000 y 15 000 afios, las riberas del golfo de Alaska y la costa ocste de la Columbia Briténica, hasta Puget Sound al Sur, en el Estado de Washington, estaban cubiertas de glaciares debido a las grandes nevadas en las montafas adyacentes. Durante esa poca, los glaciares ‘cubrian précticamente todo Canad, con excepcién de la mayor parte de Yuk6, la cual, al igual que el resto de Beringia, era demasiado drida para la acurmula~ cién de hielo glacial. No obstante, entre el $0000 y el 35.000 antes del presente (ap) aproximadamente, el clima era mucho mas parecido al de la actualidad. Este intervalo edlido en la siltima glaciacién es conocido como un interestadial. a ALAN L. BRYAN Iustracién 1 LA REGION DEL PUENTE TERRESTRE DE BERING Asia del Nordeste y Amética del Norce en el momento de méxima glaci del Beistoceno Infra (aprox. 17000 ap) En bers occidental de alana lnc a costa noroeste exist cefugioe que no se habian helado, pero el Sar de Alaska permanc- 6 eubierto de hielo a parti del 25000 a.p. Sin embargo, el centeo de Alaska y el Japon Permanecieron libres de hielo, La glacicién continental de San Lozenzo avanzé en di cin Oeste, hacia el Norte de las Montafas Rocosss alrededor del 30000 a.p. El hipotée co «corredor libre de hielo» no exists hasta después del 11000 a.p., de modo que los po- bladotes se desplazaron hacia el Sur desde la 20na no helada de Beringia a Io largo de la ‘costa del Pacifico antes del 25000 ap. 0 por el Este de las Rocosas antes del 30000 a. 4. Diring-Yuriakh, Siberia (250000 a.p.) 2, Kamitakamoni, Jap6n (500000 a.p)- Buenter Alan L. Bryan, Excepto en el petiodo de méxima expansién glaciar, la zona situada al Este de las Montafias Rocosas en Alberta y el valle de rio Mackenzie, permanectal- bre de hielo. Hacia el afio 30000 a.p., la masa glaciar Lauréntida, avanzé desde la bahia de Hudson hacia las Montafias Mackentie, donde permanecié encerra- da hasta aproximadamente el afio 11000 a.p. A parti de esa fecha, los mamife- ros superiores los seres humanos pudieron desplazarselibremente entze el Yu- kon y las Grandes Llanuras. asta hace poco, se postulaba la existencia de un hipotético pasillo libre de hielo, situado al Este de las Rocosas, que habria permitido a ls primitivos habi- tantes del continente pasar de Beringja a la regién subglacial de América, Se su- pone que estos primeros pobladores eran cazadores que persegufan grandes her- bivoros por las Grandes Llanuras Centrales de Estados Unidos. El elemento EL POBLAMIENTO ORIGINARIO a principal de esta suposicién esté dado por el hecho de que en general se reconoce ue la manifestacion cultusal més remprana en Norteamérica es ls tecnologia Clovis, acilmente identificable por las puntas de proyectles acanaladas muy ela boradas usadas para cazar mamuts y bisontes entre cl 11200 y el 10900 a.p. (Haynes, 1980; Haynes et a., 1984), Desde 1927, afto en que se confirmé que ls puntas acanaladas estaban asociadas con la extinci6n del bisonte en el sitio de Folsom, Nuevo México, se comenz6 a deserrollar un modelo segen el cual los primeros americanos eran cazadores, especializados en la caza mayor, que Po- Seian una tecnologia anéloga a la del Paleolitico Superior. Excavaciones subsi- guientes en tunos doce sitios en las Grandes Llanuras y en el Sudeste de Arizona ‘onfirmaron Ja presencia de puntas de proyeciles clovis acanaladas que eviden- temente habjan sido empleadas para dar muerte a los manus (Ihustracién 2) Las Grandes Llanuras constituyen desde hace mucho tiempo tn vasto ecosis- tema de praderas que, desde el Plestoceno, suministran pastos en abundancia a las manadas de herbivoros. En consecuencia, los ocupantes prehistoricos de las Llanuras hallaron una base econémica en la caza de estos grandes herbivoros. Al Teste del rio Mississipi se han encontrado varios sitios que incluyen puntas aca- naladas, fechados entre el 11000 y el 13000 a.p. Asimismo, otros sitios con pun- tas acanaladas de la zona Nordeste de Columbia Briténica, Montana occidental, Idaho, Nevada y uno ubicado a gran altura en Guatemala se han fechado con ‘menos de 11000 afios a.p. Pero estos sitios no han revelado la existencia de fau- na extinta, por lo que no sabemos qué animales pudieron haber cazado sus mo- adores. No obstante, ha ganado popularidad el modelo segsin el cual los caza- dores de fauna mayor del Paleolitico Superior oriundos de Siberia —y, en wltimo término, de Europa— fueron los primeros americanos, que mas tarde se habrian desplazado por el hipotético corredos libre de hielo, hasta las Grandes Llanucas, ustracién 2 Punta clovs. Fuentes Alan L. Bryan. mi ALAN L. BRYAN donde desarcollaron su distintiva teenologfa clovis y Iuego se expandieron con rapidez en todas direcciones, para poblar, en pocos silos, toda la superficie del Nuevo Mundo. Sin embargo, este modelo plantea problemas imporantes. Por un lado, los si- tios lovis no son los més antiguos el continente y, por el otro, el complejo clovs no aparece al Sur de Panamé. Ademas, los datos actuales indican que la teenologia clovis se originé al Este de las Grandes Llanuras y que los puntos donde se acum Jan lo restos de mamuts son los sitios donde los eazadores venidos del Este encon- teaban y aniguilaban a los animales sedientos y cansados, que se agrupaban en los abrevaderos cuando, hacia el 11000 a.p. se desat6 la ilkima gran sequia del Peis- toceno. Como veremos mas adelante, las prucbas relativas a los sitios del Plisto- ceno en América del Sur han llevado a la mayoria de los arquedlogos a abandonar ef popular modelo clovis, como tori inical de poblamiento del continene. ORIGENES BIOLOGICOS ASIATIOOS Antropélogos fisicos y genetistas concuerdan en qe los amerinclios estin estre- chamente emparentados con los asiticos del Nordeste, y que los pueblos que vi- ven a ambos lados del estrecho de Bering estan aiin més vinculados. De hecho, los esquimales viven hoy a ambos lados del estrecho y algunas evidencias sugiezen ue los protoesquimales de Alaska llegaron de Siberia alrededor del 6000 a... ¥ que més tarde se extendieron hacia el Noroeste a lo largo de la costa Artic, hasta Poblar la ikima de las grandes regiones deshabitadas de las Américas. Para llevar a cabo esta procza, los esquimales usaron una tecnologia altamente especializada para cazar mamiferos marinos, caribis y bueyes almizclecos. También habian de sarrollado una técnica para elaborar indumentarias especiales, con objeto cle man- tener el calor del cuerpo, asf como viviendas convenientementeaisladas. En efecto, al igual que las poblaciones indigenas de las Grandes Llanuras que cazaban biif- Jos a caballo, los esquimales fueron los éltimos eazadores especializados en ani males de fauna mayor y a menudo sirven como modelo de eémo pudo haber sido el estilo de vida durante el Paleolitico Superior Temprano. Los indios atabascanos (dené), que habitan una vasta zona boscosa que abarca el interior de Alaska, Yu- kn, el Oeste de los territorios del Nordeste y la porcion Norte de las provincias de Canad, al Oeste dela bahia de Hudson, no estan relacionados lingiisticamen- te con su contraparte, que habita el interior del Este de Siberia, Sin embargo, su tecnologia de caza, sus viviendas y sus indumentarias de pil son muy similares, y desde el punto de vista genético, estan estrechamente emparentados. Las fuertes similitudes genética, linghisticas y culturales presentes en toda etingia han sido explicadas por medio de un modelo segan el cual los esquima- les fueron los siltimos inmigrantes, mientras que los dené repzesentan la pentlti- 1ma inmigraci6n. Tanto desde el punto de vista genético como lingistico, todos Jos otros amerindios, que viven més al Sur, estén més lejanamente emparentados «on los asiéticos del Nordeste, de modo que se los considera descendientes de in- migeantes més tempranos que, se supone, atravesaron el eorredor libre de hielo al final dela sltima glaciaci6n (Greenberg, Turner y Zegura, 1986). EL POBLAMIENTO ORIGINARIO 4 Después de realizar estudios detallados sobre los dientes amerindios y euro- asidticos, el antropdlogo fisico norteamericano Christy Turner (1989) lleg6 a la conclusién de que éstos son més parecidos a los del Nordesteasidtico y a los del Norte de China, y que no estén relacionados con los dientes de las poblaciones del Paleolitico Superior de la Rusia europea, del Altai o del area del lago Baikal, en el Sur de la Siberia central. Segtin este autor, la poblacién del Norte de China se extendié hacia Mongolia hace aproximadamente 20000 afios y alrededor del 14000 a.p. eruz6 Beringia. Los genetisas que estudian el ADN mitocondrial de varias poblaciones americanas también encuentran estrechos vinculos entre los, amerindios y los asiticos del Nordeste, pero concuerdan en que el marco tem- poral es muy dilatado (Paabo, ms; Tozroni et al 1990). La extrema diversidad genética de los amerindios y ja ata proporciéa de factores caros en el Este de Asia indican que los amerindios de las zonas situadas al Sur de los glaciares tu- ron parentesco con los asiticos del Nordeste hace quizs 25.000 0 45.000 ios, en una época que quiz pueda situarse entre 25 y 45 mil afios a.p. Un estudio de morfologta craneana realizado en 1991 por Neves y Pucciare- Li es llevé 2 la conclusién de que los antiguos habitantes de América del Sur cmigraron del Sudeste de Asia antes de que se desarrollaran los rasgos mongo- lojdes en esa regin y que los suramericanos poseen un parentesco més estrecho ‘con los australianos y los pobladores del Sudeste de Asia. Ambos autores sugic- ren que estas poblaciones se desplazaron desde el Norte de China en ambas di recciones, a lo largo de la costa del Pacffico, antes de que llegaran a desarrollarse los modernos rasgos mongoloides. ‘ORIGENES TECNOLOGICOS ASIATICOS Segiin una vieja suposicién de los arquedlogos americanistas, los hombres no pu- diezon vivie en la 2ona subéttica sino hasta después del 20000 a.p. (Dincauze, 1984). Los arquedlogos siberianos que estudian los rios Yenisei, Angars y Lena estén excavando varios sitios que contienen arcefactos del Inferior y Medio Paleo: litico en contextos estratigeéficos fechados por radiocarbono en més de 35 000 aiios (Drozdov et al., 1990) y, desde el punto de vista geoldgico, varios de estos sitios pueden ser fechados en al menos 200 000 afios (Larichev et al, 1987). Asi, por ejemplo, el sitio de Diring-Yurckh en el curso medio del Lena, cerca de Ya keutsk, en fa parte més fria del hemisferio Nore, ha revelado una industria de nicleos de guijerro y de laseas del Paleolitico Inferior en un estrato de grava, debajo de una geuesa capa de arena, que corona el terraplén de un antiguo rio (Ackerman, 1990; Larichev et al, 1987). La arena ha proporcionado fechas ppaleomagnéticas y por termoluminiscencia que el arquedlogo luri Mochanov (1993) ha interpretado como Pleistoceno Temprano, aunque los ge6logos rusos ue visitaron el lugar consideran que es muy probabie que el estrato tenga entre 200 000 y 300.000 afios. Los anilisis posteriores de las capas arenosas superio- res mediante la termoluminiscencia muestran que la ocupacién fue anterior al 260000 a.p. y que podria incluso ser del 370000 a.p. (Waters et al, 1999). El significado de Diring y de otros sitios de Siberia para la Prehistoria de América 4“ ALAN U. BRYAN, consiste en demostrar que los seres humanos ya se habian adaptado al medio ambiente Setico y subértico de esa regién, mucho antes de que se desarcollaran las innovaciones tecnolégicas del Paleolitico Superior. Todos estos informes son preliminates y se esperan descripciones mas detalladas. Pero los indicios de que hace 250000 aos aproximadamente habia ya en Siberia central poblaciones do- tadas de tecnologia del Paleoltico Medio o Inferior, arroja dudas sobee la hipé- tesis de una ocupacién inicial de hace tan s6lo 20.000 aos. Se sabe desde hace mucho que el Homo, erectus, con una tecnologia del Pa- leolitico Inferior, se encontraba ya en el Norte de China hace entre 250000 y 500000 aos. Recientemente, este marco temporal se ha extendido a un millén de afios. En Japén se estin excavando varios sitios del Paleolitico Medio en Honshu. Los arqueélogos y gedlogos de ese pais ereen que el periodo en algunos de estos sitios corresponde al Pleistoceno Medio, quizds de unos 200 000 afios de edad (Nakagawa, 1990}. Algunos arque6logos japoneses de talante més conser- vador han aceptado recientemente la existencia de un sitio fechado en 500000 aos ap. (Imamura). Una vez ms, se trata de informes preliminares. Sin embar- 0, en la tegién general que dio a luz. los primeros americanos existe evidencia ciertamente suficiente como para poner en duda la suposicién bisica segsn la ‘ual la ocupacién inicial de Beringia se produjo s6lo después del 115000 a.p. ‘Como queda sefalado, a partir del estudio de dientes Turner lleg6 a la con- clusién de que los primeros americanos provenian desde el Norte de China. Pero aunque dicha conclusin esta bien fundada, es evidente que estos hombres al- canzaron Beringia mucho antes del 11500 2.p. La presencia de hombres en Ja pén, en el Norte de China e incluso en el Norte dela Siberia centcal hace més de 200000 aos, significa que éstos pudieron haberse hallado en cualquier parte del Nordeste asidtico durante el sltimo periodo Interglaciar, cuando el clima era mis cilido que en la actualided. Si ya en éste periodo los hombres se habian adaptado al Nordeste del continente asiético y a las islas japonesas, es posible suponer que también pudieron haber estado en condiciones de atravesar el puen- te de tierra de Bering, ya fuera caminando, ya se2 bajeando la costa con embar- caciones simples, cada vez que el nivel del mar descendlia unos 48 m, hecho que se produjo en repetidas oportunidades durante el Pleistoceno, inclusive hace 70000 afios aproximadamente (Hopkins, 1982). Ast, pucs, sila entrada inicial sobre el puente de tierra de Bering se produjo hace 70,000 afis, estos hombres tienen que haberse hallado en un estadio Homo sapiens de teansicién tardic pero que no era atin totalmente moderno. Asimismo, el nivel de su tecnolog tiene gue haber sido el del Paleolitico Medio Tardio del Este de Asia, con una dustria de herramientas de nicleo y lascas a las que puede haberles faltado el lasqueado bifacial. Si estos primeros hombres se hubieran extendido hacia el Noroeste desde las regiones arboladas del Este de Asia, podrian haber tenido un repertorio simple de lascas muy poco retocadas, usadas para elaborar tna tec- nologfa razonadamente desarrollada de la madera, la fibra y oteos elementos pe- recederos, que en la mayoria de los contextos arqueolégicos no han podicio pre- Hoy en dia sabemos que estos hombres tienen que haber desarrollado ‘embarcaciones lo suficientemente avanzadas como para cruzar hasta 70 km de EL POBLAMIENTO ORIGINARIO ” cocéano, con el objeto de poblar, hace por lo menos 40.000 afios, Australia y Nueva Guinea, ¢ incluso las Salomén, Nueva Irlanda (fones, 1990), y quizis también, hace 30 000 afis aproximadamente, Okinawa. Si hace mas de 200 000 afi ya habia hombres en la isla de Honshu, se puede suponer que tenfan expe- Fiencia en embarcaciones y que eran capaces de cruzar extensiones ce agua si rnilares alas del Pacifico Norte para poblar Hokkaido, las Kuriles y Kamchatka Jhace més de 100 000 ais. El ecosistema maritimo del Pacifico Norte, con pe- ces, crustéceos, péjaros y mamiferos marinos en abundancia, asi como también toras y ottas plantas comestibles, tiene que haberles resultado a los primeros habitantes més productivo y de més fécil adapracin que el interior continental del puence de tera, donde la caza era mas movil y més diseminada y donde es- ccascaban las plantas comestibles. Asi, pues, es muy posible que los primeros hombres que atravesazon el puente de tierra hayan navegado cerca dela relati- vamente cilia costa del Pacifico Norte, que era més productva, llevando con- sigo una tecnologia celasivamente simple de herramientas de niicleo y de lasea del Paleotitico Medio. LPOBLAMIENTO DE AMERICA LATINA Es muy probable que los seres humanos hayan peneteado por primera vez en lo ‘que hoy es América Latina a lo largo de la costa de la Baja California. A comien- zos de la titima glaciaci6n, las cordilleras del Oeste de Norteamérica, hasta la cextremidad sur de la Sierra Nevada, en el Sur de California, estaban cubiertas de hielo glacial; excepruando la brecha del rio Columbia, los hombres se habrian confinado en el Oeste del sistema montafioso formado por la Corillera de las Cascadas y la Sierra Nevada. Durante el periodo de la siltima glaciaci6n, algunos aventureros pudicron haberse abiesto paso hacia la cuenca del Columbia y ia Ila nura del rio Snake, y otros pudieron haber cruzado por el Sut de las Sierras has- ta el desierto de Mojave, pero es muy probable que la mayorfa haya permaneci- do a lo largo de la costa del Pacifico y en los valles de los rios mas pequeios, dentro de los ecosistemas productivos tradicionales que durante mucho tiempo habian ocupado sus antecesores. Lamentablemente, la mayoria de los sitios cos- teros que datan de fa tltima glaciacién estén hoy sumergidos en la plataforma continental. Los no sumergidos estarfan enterrados en los depOsitos aluvionales de los 0s 0 en orros contextos geoldgicos. Se ha tenido noticia acerca de la exis« tencia de tales sitios en San Diego, justo al Norte de la frontera mexicana, y en el desierto de Mojave, pero como s6lo contienen niicleos y lascas monofaciales simples, la mayoria de los arquedlogos profesionales ha liegado a la conclusién de que debe existir algin ercor en la evidencia sefialada. Aunque no fechado en cl Plestoceno a causa del nivel ereeiente del mar, el levantamiento tect6nico en las islas del canal del Sur de California ha preservado concheros con depésitos fechados én més de 10000 afios (Meighan, 1989). Estos concheros tempranos contienen también niicleos simples, lscas sin retoque y sin ninguna modifica- ‘ién, y s6l0 unos pocos cuckillos tallados por ambos lados. Sino fuera por el he- ‘cho de que fueron excavados en basureros de conchillas que contenian toneladas “ ALAN L. BRYAN de desechos de comida, fogones y restos de esqueletos humanos, los arquedlogos escépticos hubieran cuestionado su eategoria de artefactos hechos por el hom- bre. Meighan (1989) sefiala que los primeros californianos, que dependian prin- cipalmente de los recursos marinos y cuyos descendientes desarrollaron més tarde mitiples adaptaciones maritimas, recogfan crustéceos y pescaban en es tanques de marca o en estuarios poco profundos, con xedes, arpones 0 nasas. En ccuanto a las embarcaciones que habrfan utilized, es posible que fueran simples canoas o balsas de tule desde las que se zambullirian para atrapar peces o desde las que pescarian con sedal. En Baja California se ha seftalado la existencia de monticulos de conchillas en playas elevadas, pero ninguno de ellos ha proporcionado fechas tempranas. Hasta el presente, el sitio mas temprano del que se tiene noticia en México es Bl Cedral, al Sur de Monterrey, donde un posible fogén, que data de hace 33000 aitos, estaba circundado de huesos de patas de proboscidios. Se encon~ traron también alli dos raspadores de lascas monofaciales y algunos posibles artefactos en hueso (Lorenzo y Miambell, 1986b). Otros artefactos, completa- ‘mente permineralizados, trabajados y cincelados en huesos de animales excintos, han sido dragados del fondo del logo Chapala y zecolectados del lecho del lago pleistocénico Zacoalco, cerca de Guadalajara (Solérzano, 1990). No se han localizado sitios de ocupacién y los huesos no han podido ser fechados « causa de lo insuficiente del coligeno. Al sur de Puebla, en la presa Valscquillo, se han ‘excavado varios lugares con fauna extinguida (lewin-Williams, 1967). Uno de ellos revel6 la existencia de un raspador de laminillaasociado con conchas, que datan del 20000 a.p. En Hueyatlaco, la localidad principal, se hallaron herra- ‘mientas sobre lascas monofaciales, asf como también puntas bifaciales en forma de hojas de sauce, que parecen ser excepcionalmente tempranas si de la Ginica localidad datada por radiocarbono se debe extrapolar la fecha de 20 000 atios. La mayor parte de la evidencia de la ocupacién temprana ha sido recogida en la cuenca de México, cerca de la ciudad de México. En Tlapacoya se han en- contrado varias Héminas semejantes a cuchillas, cerca de un fog6n fechado en 20.000 afios (Lorenzo y Mirambell, 1986c). Asimismo, en las antiguas costas de lagos se han excavado varios mamuts (Lorenzo y Mirambell, 1986a). La mayo- rfa de estos sitios ha mostrado slo herramientas sobre lascas monofaciales, pero en dos lugares cerca de I7tapan se han encontrado puntas de proyectl bifaciales. Estas puntas son lanceoladas y con pediinculo, pero no estén acanaladas. La fe- cha del 9000 a.p. en Iztapan I parece demasiado tardia para los mamuts, aunque se considera que una punta con hombros asociada es similar a la forma de Scottsbluff, en las Grandes Llanuras, y que data mis o menos de la misma épo- ca, En el Norte de México se han encontrado puntas acanaladas esparcidas; también una en Zacoalco, pero la nica excavada en un contexto fechado estra- tigraficamente (9460 a.p. se encuentra en un refugio de roca en la cueva de Los Grifos, cerca de Ocozocoautla, en el estado sureio de Chiapas (Garcia-Barcena, 1979). La punta tiene forma de «cola de pescado», y se han encontrado varios cjemplares de ella aislados mas al Sur en Centroamérica. Sin embargo, s6lo en Sudamérica se la localiza en contextos fechados. Dado que el datado como mas antiguo (11000 a.p.) se halla en la cneva de Fell, cerca del estrecho de Magalla- FL POBLAMIENTO ORIGINARIO ” nes, y que este tipo de puntas aparece poco tiempo después en la provincia de Buenos Aires, en las pampas argentinas, parece més razonable coneluir que esta forma distintiva se desarroll6 en la Patagonia austral como parte de una adaps ci6n local para la caza de caballos, y que més tarde, cuando éstos se extinguie- zon, se difundi hacia el Norce. Dos de las puntas cola de pescado de la cueva de Fell y las dos puntas provenientes de sitios eercanos en las pampas han sido des- critas como acanaladas; sin embargo, seria necesario realizar analisis tecnol6 ‘cos para determinar si son realmente acanaladas como las que provienen de mas al Norte, como, por ejemplo, las de la coleccién excavada de Bl Inga, cerca de Quito, en Ecuador, en un contexto datado en el 9000 a.p. En Panamé, en el extremo sur de América central, se hallaron también pun- tas acanaladas tipo clovis; sin embargo, en Los Tapiales, sitio ubicado en la cor- dillera continental, 2 3000 m de altura, en Guatemala, solo se ha excavado una base acanalada en un contexto fechado en e! 10700 a.p. (Grulin, Bryan y Nance, 1977). Laminas, bueiles y bifaces simples estaban asociados con esta base y con tuna laminilla acanalada. Como en este sitio no se preservaron los huesos, no es posible saber si estos hombres cazaban o no animales hoy extintos. A unos p os kilémetros de Los Tapiales se han recogido puntas eompletas tipo clovs, ast ‘como también puntas cola de pescado acanaladas; asimismo, se ha sefalado la existencia de huesos de mamuts, de modo tal que en Guatemala existe un poten- «ial para encontrar fa asociacién entre el hombre y el mamut. Sin embargo, la asociacién no debe hacerse neceseriamente con les puntas acanaladas. Resulta interesante sefialar que en la cuenca de Quetzaltenango (Xela), que puede ha- ber contenido un lago pleistocénico como los de la cuenca de México, se encon- ‘tr6 una punta con hombros bastante similar en tamafio a aquella proveniente de Ietapan I (Bryan, en prensa) (Tustracién 3) Tlustracién 3 Panta cola de pescado acanalado. Puente: Alan L. Bryan Py ALAN L. BRYAN En un campo de cafia de anicar en Turrialba, situado en la regién montaiiosa de Costa Rica, se han encontrado varias puntas tipo clovis, Kiminas y burl. ‘Una punta cola de pescado proviene de‘una terraza més baja, lo que sugiere que fue utiizada en tiempos més tardios (Snarskis, 1979). En el lago Madden, un es- tanque artificial construido para contener el agua de inyeccién al canal de Pana- ima durante los periodos secos, se han hallado en superficie varias puntas cola de pescado, algunas acanaladas (Rird y Cooke, 1978). Asi, pues, las puntas tipo clo- vis mas australes de las que tenemos noticias son las sefaladas en La Mula Oeste, cerea del Golfo de Panamé (Ranere y Cooke, 1989). En efecto, en Colombia y en el Noroeste de Venezuela, se han encontrado puntas cola de pescado, algunas de ells acanaladas, pero hasta el presente no se ha informado acerca de la presencia de ls formas tipo clovis en Sudaméri La distribucién en Centroamérica y en América del Sur de las puntas tipo clovis y de la forma cola de pescado acanaladas se explica mds simplemente a través de la hipétesis de que las puntas acanaladas clovis, que estn fechadas en las Grandes Llanuras y en el Sudeste de Arizona entre el 10900 y el 11200 a.Pu se difundieron hacia el Sur desde su centro norteamericano, al mismo tiempo aque la forma cola de pescado del estrecho de Magallanes, que estéfechada en el Gono Sur entre el 11000 y cl 10500 a.p., lo hizo hacia el Norte. Ambas tradicio- res tecnolégicas se encontraron y se fundieron en Ecuador y en Centroamérica hace aproximadamente 9.000 afios. Mas ain, la distribucion de las primeras puntas de proyectil sugiere que los hombres del lugar desarrollaron técnicas es- peciales para cazar fauna mayor, que incluyen la idea de las puntas de proyecti bifaciales con las cuales experimentararon y las adoptaron si les resltaron efec- sivas. La caza alrededor de las costas de los lagos y en los ecosistemas de prade- as abiertas, tales como los péramos altos, explicarfa la presencia cara de puntas tempranas en las 4reas de las ticrras bajas arboladas de Centroamérica, La expli- cacién alternativa més favorecida sugiere que los primeros centroamericanos se dedicaron a 1a caza mayor con puntas acanaladas, y que luego se trasladaron con rapide, a través de Centroamérica y hacia la cordillera andina, donde la caza resultaba més abundante, EI modelo segin el cual los hombres ya bien establecidos en sus ecosistemas habjan desarrollado técnicas para la caza de mamiferos terrestres que vivian en guaridas en las praderas, puesto que, a fines del Pleistoceno, los bosques estaban ‘aumentando de tamafio, significa que deberian encontrarse sitios tempranos sin puntas de proyecti bfaciales. La talla bifacial desapareci6 en Panamé alrededor de] 7000 a.p., ya que hacia esa época haba bosques densos en todas partes y los herbivoros mis grandes ya no podian cotter en manadas. Sin embargo, en Gua- temala, en el Sur de México, y probablemente también en Costa Rica, se siguie- ron usando puntas de proyectilen las éreas abiertas de las regiones montafiosas donde todavia sobrevivian algunos animales de caza. Dado que el lasqueado facial desapareci6 muy pronto en las deeas densamente arboladas, los arquedlo- 0s identfican los sitios tempranos por la presencia de Is talla o lasqueado bifa- cial y dan por sentado que todo sitio sin ella es tardio. Este problema conceptual s6lo podrd ser evitado si se fechan todos los sitios sin tala bifacial o si se en- cuentran sitios con estratigrafi sin lasqueado bifacial en capas mas bajas. EL POBLAMIENTO ORIGINARIO. st La eueva de Espiritu Santo, en El Salvador, revel6 una secuencia estratigré- fica de este tipo. Por debajo ée una ocupacin cerémica y de una capa interme- dia estéril,el arquedlogo aleman Wolfgang Haberland (conmunicacién personal, 1989; 1991) encontré un grupo litico abundante que carece de talla bifacial. Se recuperaron ademas distales y laterales, perforadoras y tajadores, asf como tam- bign cientos de lascas de materiales ex6ticos. El componente temprano no ha po- dido ser fechado debido 2 la falta de carbén y de huesos. Sin embargo, lo que aparentemente ¢s una pintura descolorida de un proboscidio sobre la pated tra- sera del refugio de roca sugiere la posibilidad de un contexto pleistocénico. No ‘muy al Sur, en el Noroeste nicaragiiense, se recuperaron algunas piezas de silex tallado entre abundantes huesos de animales extintos, entre los que se cuentan hhuesos de mastodontes y de perezosos terrestres. Como la calcedonia sélo apare- ce ro abajo en el sitio de El Bosque, l contexto sugicre que los hombres recogian los huesos de los animales muertos (Espinosa, 1976; Gruhn, 1978). El Gnico otro sitio en Centroamérica que en algin momento fe considerado como temprano se encuentra en la ciudad de Managua. Fl Cauce o Acahualinca «8 imo de es0s escasos sitios en los que se han conservado en perfecto estado hnuellas de pie humano, ya que los hombres caminaban sobre ceniza volednica pura que luego era recubierta por més ceniza. Como las huellas estén enterradas 8 m por debajo de la superficie actual, se pens6 que eran muy antiguas. Sin embargo, una fecha del 5945 a.p. de acido hnimico fue obtenida en un canal de desagiie cercano que se habia proyectado extender por debajo del estrato que 47000 a.p. Mas de doce fechas estratigeficamente consistentes y ob- tenidas por radiocarbono, de fogones construidos en pisos de ocupacién més tardios, van del 32160 al 6100 a.p. El problema de la falta de conservacién de hhucsos en los refugios de piedra arenisca ha sido superado por excavaciones en cuevas de piedra caliza cercanas, donde se recuperaron huesos de muchos ani- tales pleistocénicos, asi como un fragmento de una calota humana de paredes gruesas y muy permineralizado (Guérin, 1991), cuyo estudio puede legar a ayu- dar a confirmar la calota de Lagoa Santa. El anuncio de estas fechas en informes preliminares dei6 consternados a los atquedlogos norteamericanos, que habian aceptado el modelo segin el cual los ‘americanos primitives habian fabricado puntas de proyectiles bifeciales. Los es- cépticos —algunos de los cuales han visitado el sitio— sostienen que los artefac- tos no son més que objetos naturales y que los fogones son, en realidad, restos de fuegos forestales (por ejemplo, Lynch, 1980), ¢ incluso aducen que los arqueé: logos estén mal adiestrados (Fagan, 1990b). Sélo un informe final sobre las pruebas halladas en estos sitios pondra fin a Ia polémice. ‘A final, estos y otros sitios fechados tanto 0 més tempranos todavia que los clovis obligardn a rechazar el popular modelo de «primero los Clovis» y a acep- tar un modelo de explicacién alternativa que no necesita dejar olvidados muchos de los datos arqueolégicos reales encontrados alo largo de Suc, Centro y Norte américa. Segin este modelo, los homabres del Este asidtico, con una economia ge- neral cazadora-pescadora-recolectora y una tecnologia simple de piedra lasquea- da monofacialmente, habrian extendido en forma gradual su territorio alrededor EL POBLAMIENTO ORIGINARIO o del Norodste del Pacifico sobre el puente de tierra de Bering no cubierto de hielo yy luego hacia abajo sobre la costa Noroeste de Norteamérica antes de que se cu- briera de hielo glacial. Los hombres con una orientacién maritima se habrfan ‘mantenido a lo largo de la costa, aunque algunos grupos pudieron haberse sepa rado y trasladado @ los valles no helados de los rios, que también proporciona- sfan ecosistemas productivos a os cazadores y recolectores generales. Ocasional- ‘mente, en algunas praderas abiertas gue mantenian manadas de herbivoros con habitos predcibles pero con muy pocos alimentos vegetales comestibles, algu- nos hombres que se movian desde las costas y rfos hacia el interior habrian expe- rimentado con métodos més eficaces para cazar animales. Entre estos nuevos métodos se cuentan las puntas de proyectil de piedra lasqueada bifacialmente, resultado de un proceso de transferencia a partir de puntas de hueso y madera teabajadas en forma similar. Los futuros arque6logos, liberados de un modelo ‘que contiene supuestos insostenibles y que festringe indebidamente no sélo la accién sino también el pensamiento cientifico libre, podrén determinar con exac- titud el momento en el que comenzé el largo proceso del poblamiento de las américas (llustracién N16 LUIS GUILLERMO LUMBRERAS cl desarrollo que aleanzé el Area calchagut y culturas como la Santamariana o las de San Pedro de Atacama y de los valle teansversales de Chile, que lograron formar poblaciones aglutinadas tipo pueblo, aun en los lugares mas inhdspitos del desiero. En esas condiciones, los incas del Cuzco se organizaron como un Estado de conguista, cuyo Ambito de dominio —llamado Tawantinsuyu— incorpor6 la mayor parte del mundo andino, desde la terra de los pastos, al Sur de Colom- bia, hasta la de los picunches y huarpes, en el centro de Chile y Argentina, ‘Cuando llegaron los espafiles en el siglo Xvt, los incas del Cuzco eran los gobernantes de este vasto Imperio, Habfa un empérador, Sapan Inca, en el cen- tro del poder, y una vasta red de funcionarios ligados a los nobles orejones del Cuzco, base de un Estado que resumia una larga experiencia de organizacion econémica y social en la regién andina y que, por lo tanto, era una empresa ef- cient y exitosa, pese ala magnitud de su territorio, la diversidad de sus habitan- tes y la variedad de las regiones y ecosistemas. 'No ocurra lo mismo al Oriente de los Andes, tanto en la extensa Amazonia como en [os llanos del Orinoco, en el Chaco o las pampas argentinas y el Cono Sur. En el extremo austral del continente, en los bordes del Cirulo Polar Antar- Fico, los patagones y fueguinos vivian en pequefas unidades familiares de caza- dores-recolectores y pescadores; los habitantes de las pampas y los mapuches {araucanos) del Centeo-Sur chileno tenfan una economia basicamente cazadora y recolectora, conn manejo complemeatario dela agrcultura, mientras que los {que bordeaban los Andes tenfan un régimen de vida tribal, basado mayormente en una agricultura adaptada a las condiciones particulares de cada terrtorio, 5 LAS SOCIEDADES MESOAMERICANAS: LAS CIVILIZACIONES ANTIGUAS Y SU NACIMIENTO, Christine Niederberger La América media, uno de los tres mayores centros mundiales de domesticacién de plantas, fue el marco del desarrollo multimilenario de un denso conjunto de sociedades hhumanas de complejidad creciente. En esa zona nacié la civilizacién —homogénea pero de miltiples facetas— llamada «mesoamericana> que, sin dduda, fue la mas elaborada del continente americano. Durante el primer siglo de nuestra era, a cvilizacién maya, por ejemplo, no- table por su monumental arquitectura urbana tanto de carécter civil como s2- grado, poseia ya un verdadero sistema de escritura, a base de ideogramas y utii- zaba la nocién de cero en los célculos matemsticos. Este fenémeno constituye el resultado de una larga historia, desplegada a lo largo de milenios, que comienza hace mas de 20000 afios —con la presencia de cazadores-recolectores a fines del Pleistoceno— y que, durante los cinco milenios que preceden a nuestra era, al canza una complejidad mayor con la paulatina instauracién de una economia agricola y el desarrollo de modos de vica sedentaria, Las primeras etapas de la civiizacién mesoamericane se sitian al final del segundo milenio a.n.e. Para comprender esta mutacién hacia wna organizacién sociopolitica jerarquizada y el desarrollo de poderosos centros regionals, es ne- cesario ubicarla en una perspectiva diacrénica, es decir, en el seno de una visién ‘cronolégica de larga duracion. En primer lugar, examinaremos aqui los diferentes procesos de «neolitiza- ciGn», es decit, de instauracién de modos de ocupacién permanente del tertito- rio y de uso ereciente de plantas cultivadas dentro de la dieta alimenticia. En segundo lugar, nos dedicaremos al andlisis de esta época crucial —Ia de fi- nes del segundo milenio a.n.e—, absolutamente fascinante, de la historia de la América media, en la que van a producirse miiiples cambios en el dominio de la oganizacin social y politica, en la concepcién del espacio individual y colectivo, en los sistemas tecnoecondmicos, asi como en el universo de las creencias. Esta época crucial es la del nacimiento de la civilizacién mesoamericana stricto sensu, que corresponde, en sus primeres manifestaciones, a un sistema cultural lamado, a falta de un término mejor como veremos més adelante—, olmeca> ry CHRISTINE NIEDERSERGER Sea como sea, esta primera alta civilizacién del continente americano, que va a desarrollarse entre el 1250 y el 600 a.nce., se caracteriza por una iconografia specifica —expresién, a la vez, de una cosmovisién nueva y de un sistema cohe- rente de creenicias— que va a marcar profundamente toda la secuencia de las ci- vilizaciones que se sueederdn on la América media hasta comienzos del siglo xvt. DIVERSIDAD ECOLOGICA EN LA AMERICA MEDIA Fl estudio del contexto biogeogeifico es indispensable para la comprensién dela historia de las comunidades de la América media. : ‘La América media constiruye un espacio geogréfico complejo, hecho de la ‘yaxtaposicion de zonas ecolégicas muy contrastadas, entre las que figuran: —ronas de bosques alpinos por encima de los 2500 ms —regiones lacustres templadas de moatafas — laderas monrafiosas atlénticas con bosques de neblinas — bosques Iluviosos de planicies tropicales de baja altituds ~ estar masimos, sa en Amé —¥, por tltimo, particulatmente importantes por su extensién en América edi, Wastes espaciossemiidos cubits de vegeacin xerfilay de plantas leguminosas. “BvAigunas de las variables climéticas, bi6ticas 0 edéficas que caracerizan la ‘América media son particalarmente significativas en ecologia humana. Una de las mas importantes para la evolucién de las sociedades humanas ¢s la tasa de precipitaciones plaviales anuales, muy desigual segin las zonas de la América Inedia. Precisamente por debajo de la isoyeta de 700 mm de lluvias anuales se si tan esos grandes espacios semidridos americanos donde toda agsicultura de temporal —es decir, aquella que se practica sin que intervengan métodos de iexi- gacion—— se convierte en una empresa asciesgada. Por ello la mayor parte de las, zonas septentrionales semiridas de México fueron, hasta Ia época historica, el “mbito de tribus némadas y no agricolas que vivian de la caza y de la recolec~ jn, Sin embargo, los medios ambientes semieidos estan lejos de ser privativos {e las regiones soptentrionales de México. Estas zonas semiéridas ocupan, ram- bign, numerosos espacios de la América media, en particular en las regiones oc- cidentales y sobre el Altiplano central. En eng mansico de ccosstemas diverts ls factorescimatcosy biseoe desempefaron un papel perticularmence importante en la evolucién de las socie~ dades antiguas, entre 9000 y 3000 afios a.n.e. El registro arqueolépico muestra ‘con claridad que el ritmo y la naturaleza de los cambios teenosconémicos y cul- turalessiguieron trayectorias relativamente diferentes, por un lado, en las éreas de los estuarios costeros y las zegiones lacustres de montafas templadas y, por el ‘otro, en las zonas semidridas (Niederberger, 1979). Es lo que de manera mas de- tallada observaremos ahora al volearnos en el estudio diacrénico de las primeras sociedades agrarias. LAS CIVILIZACIONES ANTIGUAS ¥ SU NACIMIENTO us INSTAURACION DE UNA ECONOMIA AGRICOLA Y PALEOAMBIENTES La instauracién de una economfa agricola constituye una condicién sine qua ‘on para el desarrollo de sociedades complejas. Al comparar las trayectorias cul: turales desarrolladas en zonas de amplios recursos biéticos, bien repartidos todo lo largo del ciclo anual y las areas semiridas, se observa que los sistemas de explotacién de fos recursos alimenticios y los modos de acupacién del territorio no han seguido ritmos de evolucién similares. Las regiones semidridas ‘Aun cuando las regiones semiéridas han proporcionado, en razén de las condi ciones favorables de conservacién que all reinan, las pruebas més antiguas de domesticacién de plantas en Ia América media, es probable que esas regiones no +hayan desempefiado un papel central en la puesta en marcha no s6lo de una eco- nnomia agraria, sino también del conjunto de los procesos que caractesizan un modo de vida neolitica En cuanto a la domesticacion de plantas, es en el valle de Oaxaca, mas preci- samente en la gruta de Guilé Naquitz, donde se ha encontrado el més antigoo testimonio fiable de actividad agricola. Se trata de un fragmento de una calabaza comestible (Cucurbita pepo), descubierta en un nivel arqueolégico de 8 000 afios ane, (Smith, 1986: 272). El inventario de plantas que los arquedlogos encontraron en el valle semi do de Tehuacén (Puebla) muestra también que, entre 5000 y 3500 afios a.ne., se explotaban cucurbitéceas, irjoles (Phasoleus), chiles (Capsicum), aguacates (Persea americana), granos de Setaria, de amaranto y de mate y que algunas de esas plantas eran ya objeto de manipuiaciones agricolas (MacNeish, 1967). Sin embargo, el nomadismo perduré durante mucho tiempo en esas region nes. Estas comunidades poseian un profundo conocimiento del ciclo anual de los diversos recursos silvestre, pero también una gran movilidad para poder explo- tar ecosistemas dispersos y temporalmente fériles (Flannery, 1968). Al comien- 0 de la estacién de Ilnvias —de mayo a octubre—, los habitances de esas zonas cosechaban las vainas de plantas leguminosas (Prosopis, Acacia, Leucaena) y los fratos espinosos del nopal y de la pitahaya. final de Ia estacién de Iluvias, se desarrollaban actividades horticolas en los fondos de las cafadas hiimedas. Por otra parte, en otofio se explotaban las nueces y las bellotas de las plantas de las regiones aluviales. Por itimo, durante el periodo més seco del afo, en invierno, se explotaban recursos disponibles todo el afo: el venado de cola blanca, el co- nejo, los lagartos, las aves 0 os roedores, asi como también las raes del pocho: te 0 algodonero silvestre (Ceiba parvifiora), las pencas del agave y el nopal (Opuntia). Ahora bien, en el estudio de las regiones semidridas el caso de Tebuacin nos parece muy interesante, ya que muestea que el conocimiento de las précticas agricolas, al menos a partir del quinto milenio, no va a cambiar en absoluto el tipo prevaleciente de ocupacién seminémada del territorio hasta aproximada- ‘mente 1 500/1 000 afios a.n.e. Aun cuando se conocen las précticas agricolas, los no CHRISTINE NIEDERBERGER riesgos que presenta la agriculura de temporal, en un medio semidrido, han in- citado a los cazadores-recolectores de Tehuacén a privilegiar la movilidad y el tipo tradicional de explotacién estacional de ecosistemas variados, fuente segura y regular de recursos alimenticio silvesres Las regiones lacustres de montafias y los estuarios costeros 0 las procesos de neolitizaci6n en zonas no dridas Bl Sur de la cuenca de México, con un régimen pluvial satisfactorio y con sus grandes lagos de agua dules, constituye, entre el 6000 y el 2000 a.n.e., un buen ejemplo de una regién del Altiplano con recursos biéticos densos y va dos, particularmente favorable a los asentamientos humanos y al desarrollo pre- cov de los fenémenos de neolitizacin. Los datos paleoeconémicos, los estudios interdistiplinarios de la fauna y del polen fésil obtenidos en Tlapacoya-Zohapilco (Niedeberger, 1976; 1987) mues- tran que las antiguas comunidades de esta regiGn tenfan un acceso directo 0 de corto radio a diferentes zonas ecol6gieas, ricas en recursos perennes o estaciona les: bosques de robles, de pinos y de alisos, suelos aluviales de alto nivel freético smedios lacustres ye Durante todo ef aio podian explotar la fauna lacustee: per blanco (Chiros- toma}, pez amatillo (Girardinicbthys), ciprinidos, ast como también el pato me- xicano (Anas diaz} y la amplia poblacién de gallinas de agua (Fulica america nna). En los bosques cazaban diferentes tipos de mamiferos, entre los cuales se ‘contaba el venado cola blanca (Odocoileus virginia). : Entre los recursos especificos de la estacién de Ilia figuraban cl amaranto, cl género Zea (mate y teosinte), el omate verde (Physlis la Portulaca, un anfi- bio comestibl, el axolotl (Ambystoma) y ceptiles tales como la tortuga del géne- 10 Kinosternon. ‘Uno de los rasgos més notables en los sistemas de explotacién de los recur~ 0s regionales era la caza de la densa poblacién de aves acuaticas, en particulac la explotacin, durante el otofo y el invierno, de las aves migratorias provenien- tes del Norte del continente: colimbos, avocetas, agachadizas, gansos del Cana- dé (Branta canadensis) y patos silvestres (Anas acuta, Anas platyrhynchos, Spa- ‘ula clypeata, Anas cyanoptera o Aythya). Hiacia el 5500 ane, los habitantes de Tlapacoya-Zohapilco, en el Sur de la ‘cuenca de México, explotaban, de hecho, diferentes ecosistemas yuxtapuestos que, alo largo de todo el ao, ls ofrecfan la totalidad de los recursos alimentiios nece- sarios, asi como el agua dulce del lago y de manantiales. Todos estos factores t- vvieron como consecuencia una ocupacin sedentaria temprana del territorio, tal como lo prueba el hallazgo de vestigios de actividades multiestacionales y de recur- 50s alimenticios de todas las estaciones del aio en las zonas de hogares del sitio. ‘Asi la evolucién cultural de esta zona diferiré sensiblemente de la que se ob- serva en la regién semideida de Tehuaciin. De hecho, el estudio de los fendmenos de ncolitizaci6n en Tlapacoya-Zohapileo, en el Sur de la cuenca de México, ha permitido definir un primer ejemplo americano de sedentarismo precoz, en un context pre 0 protoagrario (ibid). LAS CIVILIZACIONES ANTIGUAS Y SU NACIKIENTO i Las consecuencias mas importantes de una temprana sedentarizacién son de diversa fadole: se observa generalmente un sentido més agudo de los derechos territoriales, un aprovechamiento sistematico del espacio habitado, un creci- miento demogréfico significativo, una organizacién politica de mayor compleji- dad y el desarrollo de relaciones hombre/plantas més estrechas que tiende a ace- lerarel ritmo de instauraci6n de una economia agraria. 1Los trabajos arqueotégicos llevados a cabo en las zonas de los estuatios cos- fer08, como en Chantuto, al Sur de la costa pactfica, por B. Voothies, y en Santa Luisa, sobre la costa atléntica, por S. Wilkerson, parecen indicar que el sedenta- rismo tuvo, llf también, raices precoces. En Guatemala, sobre la costa del Pacifico, la gran variedad de los recursos «en Ia zona de los estuarios costeros parece haber olrecido también la posibilidad de ua sedentarismo antiguo. Mas tarde, por otca part, la vida aldeana se desa- rrollé zépidamente en la regiGn de Ocos (Coe y Flannery, 1967). Las playas ofrecian moluscos, cangrejos, iguanas negras (Ctenosatera similis); los estuarios smarinos y las lagunas, habitat de cocodrilos, proporcionaban, por su parte, nu ‘mecosas especies de peces entre las que se contaban el dorado americano (Luja~ 1s colorado), sf como oxteas ymejilloes La ribera de ls fs consi i tat de camarones, nutrias, tapites, iguanas verdes ([gnana iguana) y caimanes, El bosque interior, con sus drbolesfrutales, albergaba zorron arises, coats (Na sua narica) y numerosos jaguares (Felis onca), hoy practicamente desaparecidos. En esta zona se descubrié uno de los més antiguos conjuntos cerdmicos de fa América media ALDEAS AGRARIAS Y DESARROLLO DB LA MANUFACTURA DE VASIJAS Y FIGURILLAS DE BARRO COCO El fin del tercer milenio y los comienzos del segundo a.n.e constituyen una im= portante etapa en la evolucién de las sociedades de la América media. Se genera- lizan los modos de vida sedentaria en aldeas permanentes, Por primera ver, se nota el nitido predominio de las plantas cultivadas en el régimen alimenticio, Fi- nalmente, en el plano tecnol6gico, se observan la aparicién y el desarrollo de fi- sgurillas y de recipiences de barro cocido. Estos desarrollos conciernen tnicamente a las regiones centeales y meridio- rales de la América media, que muy pronto emergerd como una region muclear —sede de una civilizacién compleja—, conocida hoy con el nombre de «Mesoa- :érica». En las regiones situadas al Norte de este universo agrario los cazado- reszecoletores continuarén su modo de vida seminémada hasta las épocas 3istricas. Primeros testimonios cerdmicos La més antigua figurilla en barro cocido descubierta hasta hoy en la América media ha sido hallada en el sitio arqueolégico de Tlapacoya-Zohapileo, en la ‘cuenca de México (Niederberger, 1976). Las caracteristicas morfoldgicas de esta im CHRISTINE NIEDERBERGER pequefia figura son notables. La cabeza y el cuerpo forman un fuste cilindrico continuo sin brazos, rematado en dos piernas embsionarias cortas y bulbosas. El rostro, sin boca, se carscteriza por un conjunto de cejas y nariz modelado en for- 1a de’T, mientras que dos incisiones de dos puntos marcan los ojas. Los restos de carbén asociados a esta figurilla, y a una zona de hogares contiguos, dieron la fecha C14 del 2300 + 110 ance. (llustracién 1). En esta época las multimilenarias relaciones del hombre con ciertas plantas, entre las que se encuentra el maiz (Zea ‘mays), parecen haber alcanzado en Tlapacoya-Zohapilco un punto irzevesibl, En el inventario de las plantas cultivadas sobre las antiguas riberas de este sic tio lacustre figuran el amaranto (Amaranthus lewcocarpus), el tomate verde (Physalis), la calabaza (Cucurbita), el chile (Capsicum: annua) y el chayote (Se- chium edie). Por otra parte, sobre la costa pacfica de Guerrero, C. Brush ha reportado dos ppequefios conjuntos de tiestos de alfarera,fechados en el 2450 + 140 anc. En el valle de Tehuacén, y atribuidos al mismo periodo, 210 tiestos de alfareria han sido asimilados a la fase arqueol6gica Purrén de esta regién (MacNeish, 1967). Sin embargo, la ambigtiedad de ias asociaciones estratigréficas, en el primer cas0, yyla inconsistencia general de la definicin de fa fase Purrén, en el segundo, levan a pensar que el problema del origen de la alfareria en la América media esté lejos de haber sido resuelto. En efecto, los conjuntos cerdmicos que corresponden 2 las, épocas siguientes presentan ya un elevado grado de complejidad. Sobre la costa pacifica de Guatemala y del Sus de México, el complejo ceré- smico Barra (1600-1400 a.n.e) muestra, en efecto, un grado marcado de sofisti- cacién con un tico repertorio decorativo que incluye el uso de engobe rojo y de pinturairidiscente, la impresi6n de cuerda, los motivos incisos y las formas glo- blares con finas acanaladuras (Lowe, 1975) (Ilustcaci6n 2). Hiacia el 1500 a.n.c., el registro arqueoldgico oftece, por primera vex, un im portante corpus de datos que indican que la vida aldeana, asociada a una econo- ‘mia agraria, a la manufactura de vasijas, al tejido y al desarrollo de esteucturas piblicas, es un fenémeno ampliamente extendido en la Mesoamérica naciente. ‘Veremos a continuacién los diferentes aspectos regionales de esta evolucién. Caracteristicas de la vida aldeana Gracias a las excavaciones arqueolégicas de los iltimos decenios, comenzamos a tener una vision més coherente de esta etapa caracterizada por una organizacion social relativamenteigualitariay una economia predominantemente agricola, El valle de Oaxaca brinda actualmente el conjunto de datos arqueolégicos més cla- +0 de este periodo (Flannery, 1976). Hacia el 1400 a.n.e, al principio de la fase Tierras Largas, el valle de Oaxa- a estaba ocupado por 17 caserios permanentes de 3 a 10 casas cada uno. La casa campesina, de planta rectangular, estaba construida con materiales vegeta- les (postes de pinos, cafias, gramineas). Las paredes, hechas de adobe, estaban, revestidas de una capa de material arcilloso, a veces blanqueado con cal. Las pa~ redes se apoyaban, a menudo, sobre un cimiento de piedras. Cada unidad do- iméstica se extendia sobre una superficie de unos 300 my e inclufa la casa propia- LAS CIVILIZACIONES ANTIGUAS Y SU NACIMIENTO 1 Iustracién 1 ‘TLAPACOYA-ZOHAPILCO. SUR DE LA CUENCA DE MEXICO. FIGURILLA DE BARRO COCIDO Y ZONAS DE HOGARES DEL TERCER MILENIO ane, Zona de hogar del werce miles aa, con cestinonios de acividades mutesacionalesy ocupa- Gem permanente del ecto, Las css de earn recolecadan cere da figura de barr co ‘ido fat By pare superion deen I fecha C14 de 200 2 110 ane (Gemporadocasbone Ho co fell ens delat ain fey nena en America Mich 0 Brogmento de «nano» paca molar 2, 4. Macronavajas de andents; 3 6 7,28, 29,41 Lascas ates "afeclact de beat con macia 8, Sermas de ananto cleo (Am ‘inte lencocarpusy 9: Pate Sul de wou sos de vnad (Odecofensuivomay 10 33, re imertos de mass» conta de tb Vleinica Il, 13, 15,19, 18,17, 18,0, 2,30, 3h 389 26 {igcar mcroliase de bsidana. 15" Navaja prematics de gsdiana. 19. Nideo de basalt. 20 ‘Alanos corm de boat 21. glia sncoponorta ds acila coda, 22. Prpmencs de carbono 25, Sela de Cucrnbte. 26 cota de basato veils. 27736. Rardeas de andes 32. ‘Manos Ge andes on 200 se aoc a pate pon agen de made 38 (Gutsn de‘sndsia 37, Laten de basalt 39. Fragmenta devon en toba volcanic vss. ‘Ene los vente de hues de anralesreclerdos en eta ona de gare guran Noes de pete blancs {Chirostoma,vreras de soles Ambystoma), rexton de palin de ag (Ec) eset st nin ae x cleo es pei man re Invernles eo ete so lacus: el poto de colar (Anse plaprinccbor), puto golandino (Anas Syed pac cocheron Opts Eppes Medeceye, 197 98h 3) lindas de ances. 14 CHRISTINE SHEDERBERGER LAS CIVILIZACIONES ANTIGUAS ¥ SU NACIHIENTO 1s Mustracién 2 mente dicha y un espacio doméstico externo. En este tiltimo se situaban unas fo- CCONJUNTOS CERAMICOS DEL FORMATIVO ANTIGUO fs de forma tronco-cOnica —cuya primera funcién era almacenar cereaes—, ls zonas de entierros familiares, los hornos de barro, asi como las areas dedicadas \ fla molienda de maiz ala coceign de alimentos ola fabrcacin de vasijas. El | perso, y quizis una especie de loro estban domesticados. | Ta economia de subsistencia estaba basada en el cultivo del maiz —aquizés asociado al teosinte (Zea mexicana)}— y otras plantas cultivadas como el agua- fate (Persea americana): La dita se completaba con la recoleccién de ciertas | plantas silvstes como la del feuto del nopal (Opuntia). Ente los animals caza~ | Gos consumidos se encontcaban el venado cola blanca, el conejo y Ia roreuga | de agua dulce del enero Kinosternon. Los instruments iticos abarcaban muclas y «manos» de piedea poids, para Ja molienda de los cereales, -omo puntas de proyectil, cuchillos, raederas y raspadores de pedernel y obsidiana. a industria cerimica esti representada por ollas monocromas de color bayo 0 cal, rojo y naranja, tazones hemisfércos con decoraciones geométicas | de color rojo sobre engobe bayo. Se nota también la presencia de ollas sin cuello | t | ‘ i f {tecomates} y de platos de fondo plano y bordes divergentes. Entre los temas sas comunes de decoracién plastica se nota la impresién de mecedora (rocker- stamping). Estas caracteristicas se observan también en los complejos ceramicos con- tempordneos de la costa pacifica meridional Chiapas-Guatemala, en San Loren: 20, sobre la costa del Golfo, asi como en Tlapacoya-Zohapilco, en la cuenca de ‘México. Sin embargo, es preciso notar que estas tres sltimas regiones poseen, en este nivel eronolégico, un conjunto cerdmico cuyo repertorio es sensiblemente ms rico en formas y modos decorativos. Sobze la costa del Pacifico, en la region de Ocos, cuya riqueza ecoligica he- mos evocado més arriba, una larga tradicin sedentaria y el uso de la alfaresia desde la fase Barra levaron a un modo de vida particularmente elaborado, hacia 1400 ane, Las casas, con paredes de adobe a menudo blanqueadas con ca, se construian, para evitar posibles inundaciones, sobre pequefios montculos. La densidad de la poblacién parece haber sido mas elevada que en la regiGn de Oa- -xaca para la misma época. Trabajos arqueol6gicos recientes, llevados a cabo por J. Clark y M, Blake en la costa pacifica de Chiapas, ofrecen, de hecko, interesan- tes datos indicando la posibilidad de un desarrollo precoz de pequefios cacicaz- g08 y sociedades de rango en esta regién (cf. Fowler, coord., 1991). | ‘Los recursos marinos desempeiiaban un papel prepondcrante en la economia | de subsistencia, Segiin ciertos autores, tubérculos como la mandioca pudieron | haber formado parte de las plantas cultivadas, aun cuando no se hayan encon- trado vestigios arqueolégicos de este arbusto. Por otra parte, comienzan a estudiarse sisteméticamente los niveles cerémicos antiguos de otras regiones de Ia América media hasta ahora poco conocidas, Asi, | eo ee ae cen cl Estado de Colima, en el Noroeste de México, 1. Kelly (1980) definid un Se eer eee eee ‘complejo cerimico antiguo, denominado «Capacha», asociado a la fecha C14 iy by Formas tipicas dc la fase Capacha, asociada a la fecha C14 de 1450 ane, Estado de | 1450 a.ne, Las vasijas Capacha provienen esencialmente de ofrendas funcrarias, Colima (Kelly, 1980). tubicadas en tumbas excavadas en el subsuclo. Esas vasijas inclnyen ols, tazones ns CHRISTINE NIEDERAERGER hhemisféricos, tecomatcs, asf como secipientes de forma muy especial, llamados «vasos de asa de estribo». Una de las formas més caracteristicas es el bule, espe- cic de olla panzona, de cintura reducida, que imita la silueta de wna calabaza (llustraciGn 2b). Bl inventario incluye también vasos de doble cuerpo, ligados por tres bos, jarras zoomorfas, tazones dobles o triples y vasijas miniatura. El con- junto se completa con figurillas, perlas, morteros en piedra y conchas marinas. En los Estados de Nayarit y de Sinaloa se han encontrado también conjuntos ccerdmicos de estilo Capacha, en particular en contexto funerario. Sin embargo, no se ha seftalado todavia ningtin sitio de habitacién Capacha. En resumen, el periodo que acabamos de analizar, y que va aproximada- ‘mente del 1500 al 1250 a.n.e., muestra Ia instauracién de la vida aldeana, con cerdmica y agricultura en toda la zona que luego ser denominada «Mesoamé- rica». En este nivel cronolégico, el territorio ocupado —como lo muestra en particular el ejemplo oaxaquefio— es de naturaleza homogénea: en efecto, esté ‘compuesto por pequefias aldeas agrarias relativamente similares en forma y en fanci6n. Este tipo de ocupacién exclusivamente aldeano del teeritorio va a suftie transformaciones cualitativas marcadas, hacia el 1250 a.n.e., con la aparicién de capitales regionales (caput, no urbs) capaces de ejercer un control politico y eco- ‘n6mico sobre un conjunto de aldeas satlites (Niederberger, 1987), Este nuevo tipo de organizacién territorial, con jerarquizacién de los sitios y cemergencia de centros de integraci6n regional, forma parte de un conjunto de cambios sociopoliticos y econdmicos que llevarin a la cristalizacién de la prime- ra civilizacién del Nuevo Mundo. DESARROLLO DE CAPITALES REGIONALES ¥ CRISTALIZACION DE LA CIVILIZACION MESOAMERICANA, A fines del segundo milenio a.n., se desarrollan de manera casi simulténea y en ‘numerosas regiones dela América media, varios centcos mayores, marcos de un poder politico y religioso crecente(Ilstracin 3). Los vesigios arquiteetnicos «que sobrevivieron indican que esos sitios mayores fueron eoncebidos sega un plan coherente cuyo centro era un espacio de connoracin sagrada. En este nue: vo modo de organizacin espacial centripeto se desatzollan y se intensifican los procesos de jerarquizacién social. Los testimonios arqueologivos recogidos sfia- Jan Ia apaticién de agentes politicas estables y de una clase de diguatarios con vestimentas e insignias especficas, destinados a regir el dominio de lo sagtado. Centros de control y de transmisién de eonocimientos, esos sitios mayores fue- ron también el punto focal de creacion de una iconografiaelaborada, tal como Jo atestiguan las artes lapidaria y cerémica. Las complejastéenicasutlzada su- brayan a presencia, en el seno de esas comunidades, de grupos de artesanos es- Pecializados. Por iltimo, el volumen y la variedad de los productos que circulan, a veces sobre distancias considerables,indican que esos centros mayores de la ‘Mesoamérica antigua formaban parte de redes regionales e interregionales de in- tercambio ya fuertemente estructuradas, 7 LAS CIVILIZACIONES ANTIGUAS ¥ SU NACIMIENTO ustracin 3 PRINCIPALES SIT10S ¥ TESTIMONIOS DEL. HORIZONTE OLMECA EN MESOAMERICA {1200-700 A.N.E.) i SE, ia zd Aa vy Map de C, Niederbenges, 1987. 782 is CHRISTINE NIEDERBERGER La Mesoamérica antigua y el horizonte obmeca sim, el nacimiento de la civilizacién Tal como lo hemos apuntado en la introdu de un conjunto cultural especifi- mesoamericana corresponde a la cristalizac co, convencionalmente llamado «olmeca». Las razones de esta apelacién, discutible y siempre ambigua, derivan del hecho de que los primeros vestigios arquitecténicos de este horizonte Cultural fueron des ‘cubiertos, a comienzos del siglo xx, sobre la costa del golfo de México, donde, en la éoca Historica Tard, residia una etnia denominada «olmeca huixtotin», sin duda sin elacion precisa con el conjunto arqucolégico descubierto. De hecho, a palabra solmeca> conlleva generalmente posiciones diftsionistas y el postulado segin el cual la civlizacién mesoamericana antigua tiene su origen en la costa del Golfo. Debido a que hoy es dificil afirmar que la civilizacién llamada olmeca tenga un origen unicentrista y a que, por lo demés, sus manifestaciones tempranas se perciben en muchas zonas geograficas, la significacién que daremos aqui al ine- Iudible término «olmeca», como en todos nuestros trabajos anteriores, estar I rmitada estrictamente —y por conveniencia— a dos nociones:, =a del estilo arqueolsgico; de una civilizaci6n, que hemos definido como multinica y de natura lera panmesoamericana (Niederberger, 1976 y 1987), que cubria, entre 1250 y 7001600 afios a. espacios de la América media, En otros términos, creemos que Ja Mesoamérica antigua corresponde a una esfera de interacciones econémicas y culurales entre gurpos «pares», es deci, situados al mismo nivel de evolucién sociopolitica, El término . Las capitales de la Mesoamérica antigua son nicleos de recepcién, creacién y circulacién de informacién y de mensajes que, en ciertasinstancias, son el ob- jero de un registro.permanente bajo la forma de cédigos, de simbolos geaficos 0 de formas primitivas de escritura grabadas en la piedra o en la arcilla cocida, Gracias a este registro y a los simbolos recurrentes observables, se pueden des- ciffar algunos elementos relativos a las creencias rcligiosas y cosmolégicas de los primeros mesoamericanos. Parece poco probable que en la Mesoamérica an- tigna hayan existido divinidades formalizadas. Bl sistema de creencias parece més bien implicar un universo de potencias sobrenaturales formado por seres compuestos y formas fluidas, constantemente capaz de metamorfosis formal y semintica. Para conchuir, debemos poner ahora el acento sobre la estrecha relacién que cxistis, en el vasto territorio de la Mesoamérica antigua, entre el intercambio de bienes y la circulacién de la informacién. Los datos arqueolégicos ofrecen testi- monio dela existencia de redes estructuradas de comercio y de intercambios in- terregionales que han permitido el transporte, a veces muy lejos de su lugar de origen, de productos tales como Ia obsidiana, e pedernal, el cuarzo, la amatista, 1 énix, el jade (Iustracién 16), la serpentina, el cristal de roca, la mica, los espe jos de mena de hierro, la toba volcénica, el émbar, la ca, la sal, el asfalto, cierto Spo de acl el elgodéo, productos para tnturas caparazones de tortugas 0 Todo sistema estructurado de comercio y de intercambio posce una dimen sién no econémica. A la circulacién de los bienes materiales se agrega la infor- macién, Por medio de esta doble red, una cierta forma de simbiosis cultural se asocia a la econamfa. Como hemos analizado en trabajos anteriores, todas las ‘comunidades de la América media que forman parte de esas redes de comunica- ‘i6n interregionales no s6lo manipulan simbolos visusles, un sistema miico y un ‘campo semantico comin, sino que también participan activamente en su codii- caci6n, evolucién y citculacién, Asi la relativa unidad de estilo y de modos de vida que se observa hacia el 1250 ane. y que precisamente define a Mesoa- ‘mérica en su forma primera— deriva sin duda de diferentes factores, pero sobre 150 CHRISTINE SIEDERBERGER todo de Ia larga dsmosis econémica observada entre repiones geol6gica y bicli miéticamente contrastadas. En otros términos la cristalizacin de esta primera expresién de una civilza- ién panmesoamericana y multiimica no parece ser la consecuencia de fa in- ‘uencia 0 de la dominacidn de una regin especifica —como por ejemplo la cos ta del Golfo, tal como lo quiere una tenaz tradicién académica—, sino més bien, creemos, de una larga maduracin cultural en la que pudiecon participar de ma- nera activa, y en grados diversos, una gran cantidad de regiones de ia América media dotadss, desde fines del segundo milenio a.n.c, de una organizacin so- cial ya complejay de sistemas agricolas eficientes. ustracion 16 (CERRO DE LAS MESAS, VERACRUZ El tema del infante, a veces revesido de connotaciones sagradas, tiene un rol preponde- rante en Ia iconografiaolmeca. Esta estatuilla de jadeta verde de 12 em de altura repre- centa ¢ un ao llorando. ‘Corcesia del Museo Nacional de Antropologia, México. 6 FORMACIONES REGIONALES DE MESOAMERICA: LOS ALTIPLANOS DEL CENTRO, OCCIDENTE, ORIENTE Y SUR, CON SUS COSTAS Linda Manzanilla SURGIMIENTO DE LOS CENTROS DE PODER POSTOLMECAS El surgimiento de una pléyade de centros regionales posteriores a la época ol- seca es una de las caracteristcas del Formativo Tard(o del Altiplano central. Tlapacoya y Cuicuifco en Ia cuenca de México, Tlalancaleca y Totimehuacan en el valle de Pucbla-Tlaxcala, Monte Albin y los centros mixtecos formativos de Oaxaca son ejemplos del proveso de nucleacién demogréfica y de competencia por el poder. La marginacion de la costa del Golfo es un proceso derivado del abandono de los centros olmecas. La cultura de Chupicuaro mantendré su inde- pendencia de lafiliacién olmeca, pero Occidente tendra por primera vez una es- trecha relacién con la cuenca de México. Cuenca de México ‘Aun cuando la cuenca de México no fue una regidn donde la presencia olmeca fuese predominante, sf fue escenario de relaciones entre el mundo olmeca y los ‘grupos locales (particularmente en Tlapacoya y Tlatlco). Se ha propuesto la exis- ‘encia de una especializacin intercomnal en la producci6n: Ecatepec estaria de- dicada 2 la extraccién y procesamiento de la sal; Coapexco, a la manufactura de ‘manos y metates; Loma Torremote, al abastecimiento y distribucién de la obsi- diana, lo mismo que los sitios Altica del valle de Teotihuacan; Terremote-Tlalten <0, a la manufactura de cestos y cuerdas; Tlapacoya, a la explotacién de recursos faunisticos de origen lacustre (Sanders, Parsons y Santley, 1979; Sersa, 1980). De un mundo sedentario distribuido homogéneamente en toro a los lagos de la ccuenca, se pasé a un patrén de nucleacién de la poblacién alrededor de centros importantes, como Cuicuileo y Tlapacoya, ubicados principalmente en el Sur. En sitios del sector de Cuaubtitlin, en el Norte de la cuenca de México, se observan patrones culturales de inmigrantes probablemente de la regin de Tula, y relaciones con la zona de Chupicuaro, en Guanajuato. 82 LINDA MANZANILLA Poco se sabe de la poblacién asentada en centros como Cuicuileo y Tlapaco- ‘ya, pues contamos s6lo con la arquitectura del nicleo civico-religioso. Por otro ado, la erupcion del voleén Xitle ocasioné un despoblamiento del area de Cul- cuileo, pues la lava hizo impracticable Ia existencia de seres vivos y, por ende, ‘etividades como la caza, recoleccién y agricultura. Esta erupcion también tayo ‘efectos en el reacomodo demogréfico que tuvo lugar en dreas como Chalco-Xo- cchimilco, Iztapalapa y Texcoco, reacomodo que estimulé el ingseso de wna po- blacién considerable al valle de Teotihuacan (ilustraciones 1 y 2). Valle de Puebla-Tlaxcala Las fases del Formative de Tlaxcala correspondientes al mundo postolmeca y preteotihuacano incluyens Texéloc (800-400/300 a.n.c.) y Tezoguipan (400/300 ane-100 ne.) (Garcia Cook, 1981). Durante la fase Texéloc, ademas de una serie de innovaciones destinadas al uso del agua (terrazas, estanques, depdsivos), destacan posibles pueblos alfareros construides alrededor de hornos de cerémica, ademés de sitios fortificados, Como Gualupita Las Dalias. Otras actividades caracteristicas son: el desfibrado ‘de maguey, la apaticion de comales para hacer tortillas, el culto a Huehuerégotl y ann dios del agua, como veremos mas adelante. El sitio principal es Tlalancaleca, ubicado en los flancos del Izeaccthuatl: es tun sitio con 24 estructoras piramidales estucadas, 50 plataformas bajas y 400 vir viendas rurales, ademas de terrazas habitacionales y agricolas. Sobresale el uso Gel tablero-talud en Ia arquitectura (elemento que anteriormente se pensaba ha- bia sido creado en Teotibuacan). También fueron hallados marcadores calenda- eos (Garcia Cook, 1981: 252) como los que sirvieron para trazar Ja ciudad de Teotihuacan. La fase Tezoquipan de Tlaxcala evidencia una mayor nucleacién de los sitios yy el surgimiento de 20 villas con elementos arquitect6nicos antes atribuidos al horizonte Clisico: monticulos grandes con plazas abiertas y arquiteceura dis- puesta en tres lados de ellas; recubrimiento con estuco pintado; existencia de Eales; aparicin de juegos de pelota (como el de Capilac Concepeién) (Garcia Cook, 1981: 257). ‘Dentro del mundo aldeano del Preclésico de Puebla destaca el centro de To- ‘imehuacan, a orillas del rfo Alseseca, con una serie de monticulos, terrazas y plataformas con sus frentes dirigidos hacia los volcanes de la Sierra Nevada. Una de las construcciones de planta rectangular fue edificada sobre galerias de tineles que terminaban en recintos circulares con techo en falsa béveda: en su interior habfa una tina monoltica con cuatco figuras de ranas en el borde, El fe- ‘chamiento de radiocarbono de ésta fue de 200 = 100 a.ne, En Tlalancaleca se hallé una tina similar en el interior de una pirémide. ‘Ottos sitios con huellas de construcciones, algunas de tipo agricola (terra- zas y probables eanales), son: Amalucan, San Francisco Acatepec y Moyorzin- fg, Puebla, Por iiltimo mencionazemos una estructura con talud y cornisa en Gholula, Puebla, que podria estar fechada al final del Preciésico (Pia Chan, 1974), FORMACIONES REGIONALES DE MESOAMERICA 153, Valle de Oaxaca La fase Rosario (700/650-550/500 a.t.c.) constituye lo que Flannery y Marcus (41983: 74) consideran el final del periodo Aldeano Temprano en el valle de Oa- xaca. Bl surgimiento de Monte Alban T es indicador de un cambio en el patrén de asentamiento y en la organizacion sociopolitica, ya que constiuye un nuevo fenémeno de concentracién demogrética, a una escala no vista anteriormente umeniro adminsrativo pan todo eval cia $00 ane. la poblacién del valle estabe constituida por una serie de sociedndes anténomas, cada una con una aldea grande y sus tllotios depen dientes. La mas grande de estas sociedades es la de San José Mogote (con 62 ha de extension), eabeza de una organizacién con 18 a 20 villorrios. En este sitio, Flannery y Marcus ya han reconocido elementos zapotecos, particularmente en Ja escrtura jeroglifca. El periodo que Winter (1989) llama de «regionalizaciOn» (850 a 500 a.ne.) posterior al desarrollo olmeca, esté caracterizado por redes interregionales de in tercambio, donde se mueven: obsidiana, jadeita, piedras verdes, cerdmica con expo aco née exe, adems, wn aumento dopo 7 dienciatn cultural, fendmenos que preparan el camino para el surgimiento de ciudades de la sociedad compleja : — Sin embargo, la divergencia entre los desarrollos de la Mixteca y del valle de Oaxaca comienza a darse entre 1330 y el 500 a.n.e. La diferenciacién funcional de los sitios del Formativo del valle no sucede en la Mixteca sino hasta el Clésico (Spores, en Flannery y Marcus, 1983) El periodo siguiente (500 a 200 a.n.e.) es estigo del surgimiento de centros dde concentracién demografica, de los cuales el principal fue Monte Alban. Ea Ja Mixteca se pueden citar centros como Yucuita, Huamelulpan, Diquiyé, ces de las Mins y ors: Estas «ides» enentan con rgutctira mon mental y se trata de centros de poder politico, econémico y religioso (Winter, — poder pi y religioso (Winter, Estamos frente a un nuevo nivel de complejidad social. Mientras que las co- smunidades aldeanas de tempos anteriores no tenian més de 200 habitantes, los primeros centros urbanos rebasaron las 2.000 personas. El desarrollo de la es- ‘ritura es otro indicador. Se conmemoran eventos hist6ricos y celebraciones ri- tual, y comienzan los registros de genealogias de individuos importantes. En la jerarguia de asentamientos existen varios tipos de sitios, a cuya cabeza se en- ‘cuentran Jos centros urbanos con reas residenciales extensas, que se convierten cen capitales politicas y en eentros religiosos. Costa del Golfo El fin del desarrollo olmeca se caracteriza por la probable llegada de nuevos gru- ppos: se observan nuevas materias primas en el area, y desde el 600 al 400 a.n.e. en La Venta se comienza a plasmar un nuevo tipo fisicos ademas las estructuras yylos grandes monamentos de piedra son destruidos, rotos y entesrados en forma ceremonial (Bernal, 1974: 217) Isa LINDA MANZANILLA Asi el rea de la costa del Golfo se vuelve marginal y ya no ser mas el pivo- te del desarrollo mesoamericano. El surgimiento de culturas locales en varios puntos de Mesoamérica fue la base de la integracin macrorregional del hori- zonte Clasico. Durante el Clisico, el érea de la costa del Golfo se caracterizé por las cultu- ras de Veracruz central y de la Huaxteca. En Veracruz central destaca el estilo escultérico de cerro de las Mesas, a cultura de Remojadas-Tlalixcoyan-Apac tal (con su cicultura menor en barro y las famosas «caritas sontientes») y el complejo «yugo-hacha-palma» (desde el érea de Tampico-Panuco hasta el Bajo ‘Usumacinta) (Ochoa, 1988). Sin embargo, el desarrollo més destacado del Clésico Tardio y Epiclésico co- rresponde a la cultura del Tajin, que resefiaremos mis adelante. Occidente de México Durante el horizonte Formativo Temprano el Occidente de México fue el esce- nario del desarrollo de las culturas Fl Opefio y Capacha, que durante el Forma- tivo Tardio se dividieron en dos culturas distintas: la cultura de «tumbas de tiro» en Jalisco, Colima y Nayarit, y la cultura chupicuaro entre Michoacan y Guanajuato (Schindube, 1988). Esta represent6 en el Occidente, a juicio de Ji- ménez Moreno, un papel semejante a la olmeca en el resto de Mesoamérica. La cultura chupicuaro eligié asentarse en zonas de tipo lacustre 0 en sitios cezcanos a rios. Tuvo contactos y relaciones con la cuence de México (hasta el Estado de Tlaxcala) y con la regién de Chalchihuites en Zacatecas. Se caracteri- ‘za por costumbres funerarias de entierros directos y sepulcros de craneos, una cexémica bieroma o policroma, figurillas He y el uso del dilatlo lanzadardos. La presencia teotihuacana en el occidente de México siguié la antigua ruta de dispersién de la cultura chupiewaro. Caracteristicas generales del horizonte Clsico El horizonte Clisico podria definirse por !a aparicién de una nueva forma de vida que denominaremos urbana. Esta se leva a cabo en grandes asentamien- tos cuyos centros civicos y ceremoniales fueron cuidadosamente planificados y crientados. En los centros urbanos se obtiencn scrvicios y bienes que no existen en las dzeas rurales, particularmente artesanias especializades como la produe- in de navajillas prisméticas (Manzanilla, en Manzanilla y Lopez. Lujén, 1989), Los primeros centros urbanos presentan una gran diferenciaciOn social intec- na, basada no solamente en el acceso a bienes especificos, sino fundamentada en el oficio, Para el centro de México, es interesante observar que la pirdmide social esti dominada por el sacerdacio, mientras que en éreas como el valle de Oaxaca © los centros mayas la cima la ocupa el gobernante y su familia. El sacerdocio tiene en sus manos no sélo las actividades de culto, sino pro- bablemente también la organizacién de la produccién y distribucién de muchos bienes, asi como el control del intercambio a larga distancia; ésta es una diferen- cia notable entre los horizontes Clésico y Postclésico, FORMACIONES REGIONALES DE MESOAMERICA 155 1a acquitectura monumental esti dominada por las estructuras religiosas, ‘que presentan rasgos estilisticos regionales (el tablero-talud teotihuacano, el ta- blero de doble eseapulario en Oaxace, la arquitectura de nichos de la costa del Golfo). Las plazas frente a las grandes estructuras sirven de areas de congrega- cidn para el culty de intercambio. La zeligin politeista del Cisico parece estar dominada por el dios dela lluvia y del teueno (Thiloe, Cocijo, Tajn y Chae), ademés de un antiguo dios del fuego y una diosa dela fertilidad de la tierra, que provienen del horizonte Formativo. Darante el Clasico observamos la aparicién de artesanias especializadas con troladas por el Estado, algunas producidas en forma masiva. La existencia de ta Hleres de especialistas sugiere una division compleja del tcabajo.. Fs indudable que el mundo mesoamericano del Clasico estuvo en estrecho contacto, probablemente a través de los sacerdocios de los diferentes centros.In- dicadozes de estas selaciones son: la difusién del calendar ritual de 260 dias y el civico de 365 dias, el uso de la numeracién vigesimal, la presencia de concep tos astronémieos y cosmogénicos comunes. Ademés, podriamos citar el amplio flujo de bienes suntuarios, organizado por los sacerdotes para abastecerse de plumas de quetzal, peles de jaguar, jadeita, serpentina, eurquesa, copa, e: EI mundo del Clisico es uno de crecienteinterrelacién entre grupos étnicos distintos y de diferenciacion con el resto de América. La existencia de grandes capitales de unidades politicas maccosregionales dfiere de la pléyade de sedes de sefiorios del Postelésico. [LA ESFERA TEOTIHUACANA, El desarrollo teotibuacano Originalmente, el primer centro urbano de Teotihuacan estuvo ubicado, segin Millon (1973), en el sector Noroeste del valle de Teatihuacan (fases Patlachique y Tzacuall: 180 a.n.e-100 n.e}. Al final de este periodo se edifican las pirdmi- des del Sol y de la Luna. Durante la fase siguiente (Miccaoti: aproximadamente entre los afos 100 y 200 n..) se construye la Calle de los Muertos, que constitu- ye el ee principal dela ciudad; la poblacion que antes viva en el sector Noroeste Se muda y establece un patr6a aadal Norte-Sur de distribucién. La ciudad sigue aumeatando de tamafo hasta alcanzar 20 km de superficie y se expande lateral mente, hasta que en la fase Xolalpan (aproximadamente entre los aiios 400 y 600 ne.) vuelve a ocupar el sector Noroeste del valle. La ciudad de Teotibuacan y el sistema de planificacién urbana, Durante la fase Tlamimilolpa (aproximadamente entre los afios 200 y 400 n.c.), la ciudad de Teo- tihuacan adquiere su configuracién caracteristica y ofrece una serie de servicios yy elementos urbanos. En primer lugar, la ciudad fue planificada siguiendo un sistema ortogonal de calles paralelas y pecpendiculares, constirayendo una reticula orientada a unos 15 grados 17 minutos azimut. La Calle de los Muertos es el principal je Norte- | | 1 | 186 UNDA MANZANILLA Ilustracién 1 SECUENCIAS CRONOLOGICAS MENCIONADAS ‘Cuenca Valle de Valle de Valle de I [ Veracar de México |PucblaTiaxeala| Oaxaca Tela a Ceneral Sins | Casa BW oi | Macapan eee v ae ee ‘tv Coes Tein $00ne } Xalalpan ‘Moar: Albin | w Taint eames | 7 oat | oe | | int ae Mont Albi - Fuente: Linda Manzanilla, usteacién 2 LOS ALTIPLANOS MEXICANS DURANTE EL CLASICO Y POSTCLASICO TEMPRANO Gouro oe uéxico Fuente: Linda Manzanlla, FORMACIONES REGIONALES DE MESOAMERICA 57 Suc y Millon propone la existencia de una avenida Este-Ocste que pasaria al Norte de la Ciudadela (llustracin 3), "Ademds de grandes dep6sitos de agua ubicados al Noroeste de la Pirémide de la Luna, la ciudad contaba con una extensa ced de drenaje subterréneo cons- truida con lajas de andesica y basalto muy bien labradas. El cauce del rio San Juan fue canalizado y su curso fue modificado con el fin de que se ajustara a la traza de la cindad, de ahi gue pase perpendicular a la Calle de los Muertos, al Norte de la Cindadela. ‘Alo largo de la Calle de los Muertos se disponen edificios administrativos y ceremoniales. Las dos plazas de congregacién mas importantes se hallaban al Noree (Plaza de la Luna) y en el Centro (la Ciudadela). Frente a la Ciudadela se encuentra un espacio abierto rodeado por dos alas al Norte y al Sur, denomina- do el Gran Conjunto. Millon (1967: 83) propone que se trata del mercado més grande de la ciudad, ya que se encuentra en la parte central de la ciudad; sin em- bargo, no hay indicadores concretos que apoyen esta hipétesis. "Alcededor del érea central se disponen varios complejos residenciales teotihua- ccanos, entre los cuales se pueden citar: Ateteleo, Yayahuala, Tetitla, Tlamimilolpa, Xolalpan, y otros més. Estos complejos, de varias viviendas, son una caracteristica teotihuacana notable, ya que varias familias compartian tanto un espacio domésti- «co comin como ciertas actividades, Estos complejos estaban excluidos de la vida urbana por altas muralas sin ventanas. Enel interior de cada una exist una clara zonificacin de actividades por cuartos (Barbe etal, 1987) Mustracién 4). For otra parte, existfan diversos barsios de artesanos, particularmente de ta- lladores de obsidiana dedicados a la manufactura de tipos espectficos de objetos. ‘También existian talleres de ceramista de vajillas diferentes, moldeadores de fi- gurillas, lapidarios,talladores de piedra, artesanos dedicados a la pizatra, etc. (de los cuales han sido excavados escasos ejemplos). ‘También se pueden citar dos sectores donde habitaba gente fordnea: el ba- rrio oaxaquefio, en el sector Sudoeste de la ciudad, y el barrio de los comercian- tes en los margenes orientales. La especializacién del trabajo. La ubicacion de la ciudad de Teotihuacan fue ele- gida romando en cuenta varios factores: por un Jado, la cercania a las minas de obsidiana de Pachuca; por el otro, la existencia de manantiales, la posicién del valle en Ja ruta mas accesible de transito desde el Golfo hacia la cuenca de Méxi- co ¥, por iltimo, la cercania del érea al sistema lacustre. ‘Las manufacturas teotihuacanas gozaron de prestigio en Mesoamérica. Se ha calculado que un porcentaje imporcante de la poblacién se dedicaba a las tareas artesanales. Denteo de las labores artesanales destacan los ralladores de obsidiana, cuyos talleresllegaron a una especializacién a nivel del tipo de artefacto que produci- ‘an, Muchos de ellos se ubicaban en torno a la Pirémide de la Luna. Por otro lado, los talleres de los alfareros se disponian tanto en el sector Noroeste como cen el Sudoeste, Las vaiillas utiltarias se hacian en talleres como el de Tlajinga, mientras que los vasos finos tipo «copa», en Teopancaxco (Krotser y Rattray, 1980). Un taller que destaca por el hallazgo de los distintos instrumentos y ma- se Hustracién 3 ns Visca dela civdad de Teotihuacan desde la pirémide de la Luna Fuente: Linda Manzanilla, Itustracion 4 Complejo residencial en el interior de la Ciudadela en Teotihuacan, Fuentes Linda Manzanilla Ww FORMACIONES REGIONALES DE MESOAMERICA 159 ‘crias primas involucrados en la elaboracién en serie de piezas para incensarios «que intervenian en ol ceremonial tcotihuacano es el excavado por Carlos Miine- a (1985) al Norte de la Ciudadela. En sitios como Teedpac se han encontrado evidencias de trabajo de lapida- ria, Existen también otros indicios de zonas de manufactura de objetos de con- cha, textiles y plameria. Por otro lado, existian especialistas en la construccién y acabado de los edifi- ios. En un conjunto residencial teotihuacano que excavamos recientemente he- ‘mos hallado la vivienda de un grupo que se dedicaba a pulir y posiblemente pin- tar los estucos de los edificios (Barba et al 1987). 1a figura sobresaliente en los murales teotihuacenos es el sacerdote, que se reeonoce por portar una bolsa de copal. Interviene generalmente en ritos de pro- piciacién de la fertlidad. Podemos pensar que, ademés del culto, el sacerdocio coordinaba algunos circuitos cconémicos en los que intervenian probablemente alimentos (a través de la redistribucin) y materias primas al6ctonas (en circui- tos de circulacién restringida para fines suntuarios). La organizacign social y politica. Es poco lo que la arqucologia ha aportado s0- ‘bre este tema. Sin embargo, podemos decir, por un lado, que la existencie de ‘miédulos residenciales para varias familias representa una caracteristica singular de Teotihuacan, y sugiere la convivencia de grupos de corresidencia, parentes- 0 y ofici. Teritla, Yayahuala, Atetelco, Tiamimilolpa, La Vemtilla, Xolalpan y ‘ajinga son algunos ejemplos de conjuntos residencialesteotihuacanos. Con re- cientesinvestigaciones en proceso se determinaré el grado de participacién de es- tas familias en actividades comunes. a de Teotihuacan, actualmente estamos inmer- s0s en una polémica que sélo con investigaciones intensivas en el érea se podré esclarecer. Existen dos posiciones encontradas quienes sostienen que Teotibua- can estuvo regido por un gobemante (o dos) de cardcter secular (Cabrera, Sugi- yama y Cowgill, 1988) y quienes pensamos que los sacerdotes encabezaban el sistema. fo cabe duda de que, para toda la cuenca de México, Teotihuacan era el asentamiento més grande ¢ importante. Se ha propuesto que existieran centros secundarios dependientes en Azcapotzalco y Fl Portezuclo, aun cuando las ocu- paciones predominantes de estos sitios sean posteriores a la caida de Teoti- huacan. La religién, Pata las primeras épocas teotihuacanas destaca un culto alas cuevas ‘que comienza a ser esclarecido recientemente (Manzanilla et ai., 1989). Proba- blemente estas cxevas determinacon la ubieacin de las grandes pirémides de las primeras épocas (Heyden, 1975) y quiaa del primer centro urbano. Las deidades mas imporcantes de la religidn urbana de Teotihuacan eran Tialoc, Chalchiuhelicue, Quetzalcdatl y el dios Mariposa. En las unidades resi- denciales, como parte del culto domeéstico, aparece Huehuetéotl, deidad que sur- ae desde el Preclésico Superior. Se menciona también al dios Gordo y quizé, en sus iltimas fases, a Xipe Térec. 60 LINDA MANZANILLA Demografa de la cuenca de México durante tiempos teotibuacanos Es indudable que el asentamiento principal del Altiplano central durante el Clé- sico fue Teorihuacan. Su presencia origin6 una ruralizacién del resto de la cuen- ca de México. Ademés, Sanders, Parsons y Santley (1979) proponen la existen- cia de 10 centros provinciales, 17 aldcas grandes, 77 aldeas pequetias, 149 villocrios y 9 recintos ceremoniales aislados. ‘Teotihuacan concentré del $0 al 60% de la poblaci6n de la cuencas una ter- cera parte de sus habitances estaba dedicada a tareas desvinculadas de la produc cién de alimentos. Los valles contiguos y los centros dependientes Se ha pensado que los valles de Toluca, Tlaxcala y Morelos fueran dependientes de Teorihuacan. Sitios como Cholula y Xochicaleo quiz fueron centros de aco- pio de materias primas y productos —como el algodén, el aguacate la alfareria, In anaranjada delgada y otros productos-—, y que reconocian la supremacia de Teotihuacan a nivel rligioso y econémico. En el valle de Pucbla-Tlaxcala, la fase Tenanyéeac (100-650 n.e.) es un pe- riodo de ruralizacién y estancamiento. En el Norte existe un érea bien definida de 80 ascntamientos teotihuacanos organizadios en bloques. La cultura cholala tiene relacién estrecha con Teorihuacan y comprende, ademas del sitio epénimo, asentamientos como Manzanilla, Flor del Bosque, San Mateo y Chachapa (Gar- cia Cook, 1981: 267). Se formaria asf un cosredor teotihuacano que unira a Teo- tihuacan con Cholola pasando al Estey Sur de La Malinche, y de ahi la rua iia a la costa del Golfo a tavés de la cuenca de Oriental, De Cholula parctian redes de intezcarabio hacia Oaxaca (ibid.) Colonias teotibuacanas en Mesoamérica Se ha pensado también que las relaciones externas de Teotihuacan con el resto de Mesoamética pudieran ser de tres tipos: 1. Colonias teotihuacanas: en Karminaljuys, Guatemala; Matacapan, Vera- cruz y, probablemente, en la Sierca Gorda de Querétaro. 2.” Alianzas politicas: con Monte Albin, Oaxaca y quiz alguna interven- cién politica directa o indirecta con Tikal, Guatemala . 3. Relaciones de intercambio: con Guerrero, Hidalgo, la costa del Golfo y otras regiones. Sin embargo, es dificil evaluar el tipo de relaci6n que Teotihuacan tuvo slo por el hechio de encontrar elementos como: tablero-talud, ceramics teotihuacana, obsidiana de Pachuca y elementos iconograficos teotihuacanos en otras regiones. La caida de Teotibuacan 1La caida de Teotihuacén tuvo lugar alrededor del 750 n.e. Los facrores que in~ texvinieron en dicha caida fueron: FORMACIONES REGIONALES DE MESOAMERICA tet 1. Incursiones de grupos cazadores-recolectores que habitaban las zonas desérticas al Norte del valle de Teotihuacan y que al ver sus recursos mermados invaden la ciudad. 2. Un proceso de deforestaci6n y deterioro del potencial del valle debido al crecimiento de la ciudad, por lo que las condiciones naturales, originalmente ventajosas, se transformaron en adversas. Una probable disminucién en la preci- pitacion pluvial pudo haber agudizado el fenémeno. 3. Elcierre de las eutas de acceso a la ciudad por grupos que habitaban los valles contiguos. El caso es que la parte central de la ciudad fue incendiada y hay huellas de destruccién intencional de cieras estructuras. Por otra parte, hay también un abandono masivo de la ciudad, aun cuando no total EL DESARROLLO DEL ESTADO ZAPOTECO Condiciones politicas del valle de Oaxaca ‘en el momento del surgimiento de Monte Albin ‘Uno de los prestequisitos pars el surgimiento de Monte Alban fue, en parte, el hecho de que ya habia existido una organizacién centralizada en el sitio de San José Mogote, un centro distributivo de productos procedentes de comunidades interdependientes durante e1 Formativo Medio. Otro aspecto es que Monte Al- bin estésituado estratégicamente en la confluencia de los tes ramales del valle dde Oaxaca: Etla, Tlacolula y Zaachila. La existencia de un eerro alto, que puede fontficarse y servir de puesto de vigia, fue otro aspecto importante Se piensa que Monte Albin se funds hacia 500 a.n.e. como la capital de los tres ramales integrados no sélo a nivel politico sino también a nivel econémico, ¢s decir, como un centro de coordinacién de la actividad intercomunal La relaci6n con Teotibuacan Durante Monte Alban fla (100 a 400 me.) hay evidencias de contacto estrecho con Teotihuacan. En la plataforma sur observamos lépidas grabadas con altos personajes teotihuacanos que llevan copal y van desarmados a visitar a un seiior zapoteca. Pareee, pues, que conmemoran una alianza politica entre las dos ciu- dades. No hay que olvidar que en la parte Sudoeste de la ciudad de Teotihuacan existia una pequefia colonia zapoteca, El Estado zapoteco Desarrollo urbano de Monte Albin. Monte Alban liegé a cubrir un azea de 6.5 km: y tuvo una poblacién de 25 000 personas aproximadamente (Winter, 1989: 34 s.). Del 500 al 200 a.n.e., este centzo urhano comenz6 a concentrat la mitad dela poblaci6n del valle en las terrazas habitacionales de las laderas del cerzo. Se “observan para entonces tres éreas densamente pobladas (al Este, Oeste y Sur de la te LINDA MANZANILLA Ilustraci6n 5 Vista dela plaza del Monte Alb Fuente: Linda Manzanlla plaza principal), hecho que ha sugerido la existencia de tres barrios, quiza rela- Cionados con los tes camales del valle (Ilustracién 5). En el resto del valle se han localizado cuatro centros administrativos secun- datios, espaciados uniformemente. La produecién de cerémica tiene un caréeter cstandarizado. : Durante esta fase se erigen mas de 300 lapidas de «danzantes», que podefan ser cautivos de guerra, muertos, mutilados o enfermos. Para Monte Alban If (200 a.n.e. 100 n.e.) se abandonan varios centros del somonte. Esta fue la tnica fase en Ja que Monte Alban emprendi6 campafas fue ra del valle, como lo demuestra el puesto militar cerca de Cuicatlin. Monte Al- bin se extiende al certo vecino de Bi Gallo y se construyen también los grandes iuros defensivos del sitio, que se extienden al Norte, Noroeste y Oeste de la parte central. En el seecor norte el muro eruza una gran bazranca formando asi tun represamiento de 2.25 hectareas de superficie. En la cima del cerro, la Gran Placa es construida y estucada. : ‘Monte Albin Illes la fase de mayor poblacién y construccién arquitect6ni- ca. Las colinas de Atzompa y Monte Alban Chico fueron ocupadas por primera Yee. Durante la subfase Illa hace su apariciOn el tablero de doble escapulario, mareador arquitecténico zapoteca, ‘Durante Monte Albin IIb (400-600 nc. la capital cuenta con 30000 pes- sonas (sti méxima poblacién), como respuesta a un aumento demogréfico masi- vvo en la porcién central del valle. Se han localizado catorce sectores que podrian haber funcionado como barrios. En el sector norte de la Gran Plaza se construye FORMACIONES REGIONALES OF MESOAMERICA 1a tun gran complejo arquitecténico de cardcter palaciego, con éreas columnadas y tun patio hundido. Ta fase Monte Alban IV (600-900 n.c.) representa la dectinacién del gran ‘centro zapoteca: se abandona la plaza principal y la ocupacién se confina al sec- tor en el interior de Ia macalla La especializacién del trabajo. Se ha mencionado ya que desde sus inicios se ob- servé en Monte Alban la presencia de alfareria estandarizada. Durante la fase ‘Monte Aiban Ila esta estandarizacién continia, especialmente en lo que respec- ta.a los cuencos. Este hecho ha sido interpretado como una muestra del control de los centros administratives sobre la mannfaccura de la alfaeria Durante Monte Albén Illb la mayor parte de los 14 «barrios» parece haber estado asociada con la produccién artesanal (manufactura de manos y metates, cerimica, hachuelas, artefactos de obsidiana, concha, slex y cuarcita). La organiaci6n social y politica, Desde Monte Alban Illa se observa un interés es- pecial por establecer gencalogias reales zapotecas a rcavés de representaciones en las que destaca el motivo «fauces del cielo» (terminologia de Alfonso Caso). Las capitals de distito fueron Xoxocotlan, Zaachila, Cuilapan y Santa Inés Yatzeche. La fase Monte Albin Ill muestra un sistema regional més centralizado. El mundo zapoteca se aisla del exterior y la Mixteea se separa de Ia tradicién del valle de Oaxaca. El nuevo complejo palaciego que se contruye en el sector norte de la Gran Plaza pudo haber sido la residencia del sefior zapoteca. Durante Monte Alban IV el centro urbano declina. El sitio mas grande del valle es Jalieza, capital regional con 160000 habitantes. Otros sitios, como Lam- Dityeco, comienzan a cobrar importancia debido a ls explocacién de fa sal. La pérdida de la autoridad cencral de Monte Albén origina un patron de centros politicos independientes y competitivos, separados por territorios despoblados. Elcolapso de Monte Alban ha sido atribuido al hecho de que, sin la presencia de “Teotihuacan, existia una raz6n menos para mantener una poblacién tan grande en una cima improductiva. La religin. Se han contado 39 deidades en el panteén zapoteca. De las fuentes del siglo xv1 que nos hablan de la religién zaporeca, podemos destacar algunos ‘elementos importantes relacionados con las fuerzas de la navuralezs. Quizé el fe- ‘némeno més impactante pata los zapotecos fue el relimpago. El rayo mismo era denominado cocijo, y el trueno, x00 cocijo («movimiento del relampago>). Ele- rmentos importantes eran las nubes, de las que los zapotecas mismos se conside- raban descendientes. Otras deidades que se pueden mencionar son: el Dios con la Mascara de Serpiente, el Dios Murciélago, el Dios con el Casco de Ave y la Diosa 2J con el Glifo J. 1 ritual fanerario fue particularmente importante en Oaxaca. Bl uso de ur nas funeratias se puede observar tanto en el valle como en la Mixteca. EL primer ejemplo de escrituea jeroglifica zapoteca es el Monumento 3 de San José Mogote que pertenece al horizonte Formativo. Se refiere a una fecha ‘sino terremotor del calendario ritual de 260 dias. Este calendario, denominado es LINDA MANZANILLA piye, estaba dividido en cuatro periodos de 65 dias (cocij), que a su vez estaban integrados por cinco subdivisiones de 13 dias (coc. Tas Estelas 12 y 13 de la Galeria de los edanzantes» (pertenecientes a Monte [Alban I) presentan los textos jeroglificos mas antiguos de Monte Albin. En ellas observainos tanto jeroglificos calendéricos como de otra indole. Se ha propuesto {que ambas estelas pertenezcan a un solo texto en dos columnas. De scr as, la lectura nos proporcionaria el aio y el mes, cuatro glifos de evento y los nombres el dia y mes correspondientes. Existen también representaciones de sitios con- ‘quistados. Desde ef inicio del horizonte Clisico (Monte Allsén I) observarmos rmonumentos gue podrian refesirse a genealogias reales. Durante Monte Albin TV ocurre la pérdida de la auroridad oentral de sitio anteriormente rector (Blanton y Kowalewski, 1981; Flannery y Marcus, 1983) Hacia el 700 n.e. ya no hay construccin pablica en el sitio y el nimero de habitantes disminuye dréstcamente (de 30000 a 4000/8 000 habitantes) (Flan nery y Marcus, 1983). Anticulacién com la rogién de la Mixteca Durante el Clisico, ningéin centro domin6 el drea de Ia Mixteca, pero sus cen- tros urbanos tenfan patrones particulates. Muchos estén separados a ua dia de camino (aproximadamente 30 km). Existen algunas evidencias de conflicto en las primeras fases del Clisico: ubi- cacién de los asentamientos en la cima de los cerros (cerro de las Minas, Diquiyé y Monte Negro}, construcciones defensivas, cabezas trofeo (Huamelulpén, Yu- éuita y Monte Negro), interrupeién de Ia ocupacién (cese de construccién, aban- dono, hiato, ete.) (Winter, 1989: 36-38). Se podrian interpretar como unidades politicas en competencia. Los elementos compartidos son fundamentalmente ¢s- tilos similares de puntas de proyectl,piedras de molienda, téenicas consrructivas ¥y ciestos motivos (cabezas trofeo, edagas», entre otros). Tos centros de la Mixteca difiriecon de los zapoteces en términos de cerdenica, elementos arquitectOnicos y detalles en las costumbres funerarias (ibid). A pesar de compartir la elecci6n de la ubicacin de sus ciudades en las cimas de lo cerros,nin- fin centro mixteca tuvo el monopolio urbano de especialistas en artesanias, merea- dos, comercializacién y traza en reticula (Marcus, en Flannery y Marcus, 1983). ‘simulténeamente a la caida de Monte Alban, son abandonados varios cen- tros de la Mixteca. Una nueva organizacién politica surge: la ciudad-estado, ca- ital de sefiorfos independientes. Cada una funcionaba como sede de una farnilia fobernante, asi como centro religioso y de mereado. Existfan ademés centros se- undarios, administrados por una nobleza de menor rango. ‘Otra caracteristica de la época posterior al 750 ne. fue la existencia de es- tratificacién social bien definids, ya que las distinciones de clase eran heredita- rias (Winter, 1989: 71). ‘Marcus (on Flannery y Marcus, 1983: 358) ubica la declinacién de los een- tros mixtecos hacia el 900-1000 nec, paralelamente al surgimicnto de los cen tros fuife de la Mixteca Baja que, a su ver, declinan frente al poderio tolteca. Con el fin de Tula resurge el poderio mixteca de la Mixteca Alta. FORMACIONES REGIONALES DE HESCAMERICA ry EL EPICLASICO Y LA FORMACION DE CENTROS INDEPENDIENTES Movimientos demogréficas y conflictos. Cambios de frontera ‘Hemos mencionado que un posible factor en la caida de Teotihuacan pudieron ser las presiones que centros perféricos y relacionados con Teotihuacen hayan cjercido sobre la mete6polis. Después de la destruccién y saqueo de Teotihua- can, se inicié wna migracién hacia regiones cercanas y lejanas hasta Hondures. Xochicaleo manifest6 un notable crecimiento hacia fines del Clasico y pudo ha- ber bloqueado el acceso a recursos de! so Balsas; El Tajin se consolida en el Cli- sico Tardio y alcanza su apogeo en el Epiclésico; Cholula y Cacaxtla emergen también como centros independientes en manos de fos olmecas-xicallanca, y del desarrollo de Tula hablaremos mas detenidamente después. Otras éreas, como cl valle de Toluca, tuvieron también desarrollos importantes durante ef Epiclésico (Sugiura, en Manzanilla y Lépez Lujén, 1985). La caida de Teotihuacan provoca tin reacomodo en Ia geografia politica de toda Mesoamérica, La baleanizacién del territorio en reinos independientes, la fucha por la hegemonia, los movimientos de poblacién y el surgimiento de una instancia secular sepacada de la religiosa son caratersticas del Epiclsico, Cholula y Cacazctla Es realmente poco lo que se conoce de Cholula (Puebla) durante el Epickisico. Después de la etapa de clara influencia teotihuacana, viene wna intecrupeiOn en fa secuencia (hacia el 700-800 n.c). Posteriormente, del 800 al 900 n.c., se pro- ppone la llegada de gente nueva (quiz4 los olmecas-xicallanca), quienes son responsables del resurgimiento del centro durante la etapa Choluiteca Ty de la rruptura del control comercial sobre la regién a bencficio de Teotihuacan (Ihus- tracién 6} En relacién a Cacaxtla (Tlaxcala), después de una fase de impacto teotiua- ceano (250-600 ne}, se observa el arribo de un grupo nuevo —os olmecas-xica- llanca—, quienes son responsables de la construccién de complejos fortificados. El sitio se abandona hacia el 1050 n.e., quiza debido a la destruccién por los tol- tecas-chichimecas (Lépez de Molina y Molina, 1986) (lustracin 7). Cacaxtla y Xochicalco comparten la caracteristica de haber elegido cimas de cerros para ubicar sus principales construcciones civico-ceremoniales, haber ini- ciado una tradicion de arquitectuca militar y haber organizado su asentamiento fen conjuntos discretos. Rodeando las reas de culto ¥ concentracién se hallaban las zonas residenciales y, més ala, las terrazas y los campos de cultivo. ‘Ademés de los elementos arquitect6nicos derivados de la tradicién teotifua- cana, los habitantes de Cacaxtla utilizaron celosias, rombos, rosetones, relieves monumentales y pinturas realistas de temas guezrcr0s. Las relaciones fordneas apuntan en direccién a la costa del Golfo, Oaxaca y el Sur de Puebla (ibid). Vista de Cacauta, Tlaxcala, Fuente: Linda Manzanilla, ustracion 6 FORHACIONES REGIONALES BE MESOAMERICA ler Xochicaleo Ubicado en el Estado de Morelos, en un cerro terraceado, se construyé Xochical- co hacia fines del Clasico. Sus principales edificios Ia Piramide de la Serpiente Emplumada, el Juego de pelota, el Palacio, los subterréneos, el Templo de las Es- telas—evidencian una transformacién de la arquitectura teotihuacana. El Juego de pelota de Xochicalco puede ser uno de los més antiguos del Altiplano central. Eluso de calzadas es otra caracteristica de este asentamiento (Ilustracién 8). La presencia de elementos mayas, zapotecas, nahuas y mixtecas en las repre- sentaciones calendaicas indica que Xochicaleo partiipé de un momento de es- ‘rechos contactos intestegionales. Las cuevas astronémicas, el culto a la serpien- te emplumada, a Tialoc ¥ a Xélotl la representacién del glifo teotihuacano «ojo de reptile y el uso de cinabrio son elementos que pueden atribuirse a la tradici6n teotihuacana (Séenz, 1974). La ocupacién original de Xochicalco se ubica entre el 250 y el 600 n.e., aun- que su esplendor es durante el Epiclisico (600-900 n.e.). Se propone que haya sido un centro religioso y astronGmico, constcuido en un sitio estratégico, con poblacién predominantemente nahua, pero donde legaron elementos de varias culturas (Séen2, 1974). El area que ocupé el asentamicnto durante cl Epiclisico fue de 4 km. Se uti lizaron varios cerros para ubicar las principales construcciones y algunos com- plejos arquitecténicos estaban unidos por medio de calzadas. Ilustracién 8 Juego de pelota de Xochicaleo, Morelos. Fuente: Linda Manzatill, 168 LINDA MANZANILLA, Las laderas de los cerros estaban ocupadas por as éreas residenciales, dis puestas sobte terrazas. Las habitaciones se distibufan alrededor de patios inter~ ‘os y albergaban a familias extensas en superficies de 350 2 1000 m*. Destaca el uso de cuevas como lugares de almacenamiento (Hirth y Cyphers de Guillén, 1988: 121-122}. De los cuatro talleres de obsidiana en el sitio, slo uno estaba especializado en navaiillas prismaticas con nicleos importados. La diferencia entre el abasteci- miento de obsidiana del Clisico respecto del Postelésico es la mayor diversidad de fuentes para este sltimo. La parte baja del cezr0 principal estaba ocupada por murallas, bastiones y fosos. La naturaleza de la arquitectura militar sugiere que su poblacién pudo ha- berse defendico en segmentos independientes pero coordinados. Ast, se sugiere que Ia sociedad de Xochicalco haya sido heterogénea, pero integrada politica mente (Hirth y Cyphers de Guillén, 1988). Del area cotal del sitio, un 31% estaba destinado a arquitectura civicocere- monial, contrastando fuercemente con otros sitios. Por lo tanto, se ha pensado que poca gente estuviese de hecho viviendo en el sitio. Xochicalco fue, probablemente, la cabeza de un «estado secundario» y se constituyé en competidor de Teotihuacan por el control de rutas de incercam- bio hacia Guerrero y el rfo Balsas, sein sugiere Litvak. Su fin quira esté relacionado con la llegada de los grupos chichimecas o con le expansion de los olmecas-xicallanca. EI Tajin Si bien El Tajin se origin6 a fines de la época teotihuacana, su esplendor se ubicé en el Epicldsico. La cultura de El Tajin se puede observar en sitios como Yohua- lichan, Lagunilla y otros del centro de Veracruz. Se caracteriz6 por tener una quitectura con un estilo peculiar que hacia uso profuso de nichos, frisos de gee- ‘as, comisas voladas y falsos arcos. Los motivos zoomorfos y antropomorfos muy complejos, a préctica de la deformacién craneana y de los sacrifcios hu- ‘manos son otras de sus caracteristicas. Durante ol Postclsico las fuentes mencionan que el red de El Tan fue inva~ dida por los toltecas, quienes edifiean poblaciones fortficadas como Tuzapan, Castillo de Teayo y Cacahuatenco. El Tajin evidencia reformas arquitectonicas, ya que varios frisos de grecas se cubren con mamposteria, La constructién del Jucgo de Pelota Sur y del conjunto Las Columnas esta ligada a la presencia tolteca a presencia de deidades del pante6n nahua en la regién (MixeSatl, Xipe, Cihwacéatl, Chicomecéatl, Tléloc y Quetzaleéatl) es otro indicador (Garcia Pa- eo ‘La regién de Fl Tajin fue abanconada a fines del Postclisico Temprenos pos- teriormento se tienen evidencias de invasiones chichimecas en la regi6n. Bl asentamiento de El Tajin, que se desarrolla entre el sigho 1X y el Xr, esta dividido en segmentos, debido a la presencia de sectores nivelados con muros de contencién. En la parte sur predominaban edificios de culto y asamblea, como tempos y juegos de pelota. Oro nivel altimétrico esté ocupado por una serie de FORHAGIONES REGIONALES DE MESOAMERICA 169 Iustraci6n 9 Pirkmide de los Nichos en El Taji, Veracruz Fuente: Linda Marzanil edificios residenciales de acceso restringido que albergaba quiza a Is burocracia cestatal, Un tercer nivel, atin més rescringido, estaba representado por el Templo de las Columnas y las plavaformas residenciales del grupo domainante (Briigge- ‘mann, en prensa) (llustracién 9). El surgimiento de Tala ‘Contamos con algunas evidencias que sugieren que los grupos teotihuacanos ya ian contacto con la regién de Tula durante el Clisico —en sitios como Chi gi, probablemence con el fin de obtener ciertos recursos como Ia roca caliza para producir estuco. 1a primera fase de ocupacién de Tula es la fase Prado (700-800 n.e.), en la que un grupo del Norte u Oeste se establecié en Tula junto con la poblacién Jo- tal su cerdimica es Coyotlateleo, pero mas scmejante a los materiales del Clasico ‘Tatdio de Querétaro, Guanajuato y Michoacéin (Diehl, 1981: 279). Durante la fase Corral (800-900 ne.) se observa la primera ocupaci6n sus- tancial de Tula, particularmente en Tula Chico; todo el complejo Coyetlatelco desde EI Bajfo hasta la cuenca de México— se encuentra integrado. El final de cesta fase es etitico en cuanto a que preludia la apaticin de Tula como un Estedo poderoso (Diehl, 1981: 280) (Mustracin 10). 70 LINDA MANZANILLA, ITlustracion 10 Relieves alusivos a la muerte en Tula, Hidalgo. Puente: Linda Manzanilla, EL ESTADO TOLTECA ola esté situada en un valle del Estado de Hidalgo, cercano a la sierra de Pa~ : Chichén It, Taibanché e Ichpantin, De todos los sitios de la peninsula, el que cuenta con el mayor niimero de insctipciones es Coba, cuyas fechas van del aito 623 al 732 vey lo que me lleva a pensar que esta urbe, al igual que Oxkintok, Edznd y Chi- chén Ita, en distintos momentos, pudo ser capital regional. Este tipo de organi- zacién politica probablemente existid en las regiones de Rio Bec, Chenes y Pvc. Para el rea sur, quizés Kaminaljuyé podria apuntarse como una capital regional. Dentro de estos Estados centralizados pueden reconocerse dos clases sociales claramente difecenciadas: nobles y plebeyos. Por otra parte, existen fuertes du das en cuanto a la existencia de esclavos que, si bien desde el punto de vista de la iconografia parecen reconocerse en algunas representaciones, no se sabe cémo participaban en la sociedad del periodo Clisico maya. A pesar de ello, ise toma en cuenta que el papel que ese grupo desempeé en el period Postelsico acaso xno fue muy distinto al de siglos atrs, enconces podria suponerse que buena par- te de su fuerza de trabajo se empleaba en la realizaci6n de las grandes obras pi- blicas y aun en la produccién de medios basicos. POLITICA ¥ ECONOMIA, Esa organizaci6n politica permiti6 el desarrollo de una base econémica funda ‘mentada en la prctica de la agriculcura y el comercio (cf. Ochoa, 1973). La pri- mera de estas actividades se Ilevaba a cabo tanto intensiva como extensivamente. ‘Aanque no es facil referirse a las relaciones de producci6n, ¢s posible sefilar que la tierra pudo estar bajo el control del sefior, o Ahau, cuyo puesto era heredita- rio y la administraba el grupo en el poder que pertenecfa a su mismo linaje. Este grupo recibia tributo en especie y en fuerza de trabajo para cultivar las tcrras y para el mantenimiento de las obras de intensificacién agricola, especialmente ca- nales, campos levantados y terrazas,localizadas en las tierras bajas centrales y al Sur de Yucatén, cuyas fechas cortesponden al periodo Clsico. En el rea norte, aunque La intensificacién agricola fue mas dificil, hubo diversas formas de apro- vechamiento del agua; deste la construccién de chultunes o cisternas, asi como depésitos en el fondo de las aguadas, conocidos como buktés 0 bukteil (ef. Ba- rrera Rubio y Huchim Herrera, 1989: 279-284), sin pasar por alto la construc- ion de terrazas asociadas a chultunes (Schmidt, 1981, en Barrera Rubio, 1987: 132). En este aspecto, dadas las limitaciones que ofrece el paisaje calcdreo de la peninsula, se ha concluido que los maya-yueatecos tuvieron un «manejo integral Ge los recursos bajo el sistema de milpa, que permitié generar el plusprodueto 5._ Esta fecha fue fda por les mayas de manera conveacional para pode refer todos los sconteimientos a ptr de lla: Ene pared «El regio del tempo. shar referencia 9 eo,

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