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BIBLIOTECAS JURIDICAS EN EL BUENOS AIRES DEL SIGLO XVII Suaranio: I. Interés del tema para la Historia del Derecho Argentino. ~ IL Valor de la bibliografia hist6rieo juridiea. - IIL La Cultura de Espafia en los siglos XVI y XVII. — IV. La. primera biblioteca juridien del liceneiado Fernando de la Horta, Su contenido. ~ V. Comereio de libros en Buenos Aires a prineipios del siglo XVIL. La libreria de un Gobernador de Buenos Aires: Diego Marm y Negron. ~ ‘VI. Biblioteea del primer procurador de, la Ciudad: Mateo Sinche ‘VII. La Diblioteca del Primer Obispo de Buenos Aires: Monsefior Podro de Carranza. — VIIT. Biblioteca del Bachille: Salvador Agre- da de Vergara. Contenido y carfeter dela misma. ~ IX. La biblio~ teen del Regidor Perpetuo de Primer Voto del Cabildo: Juan do Vergara, - X. Otras pequefias bibliotecas de Tomés de Ferrufino, del Ticenciado Luis de Azpeitia, de Pedro Roxas y Azevedo, do An- tonio Bernalté de Linares y de Juan Tapia de Vargas, ~ XI. Con- elusién, I. Ciertamente resulta de sumo interés para Ja Historia el Derecho Argentino, el conocimiento y estudio de las prime- ras bibliotecas juridicas bonaerenses (1). Ellas atesoran un material riquisimo que los historiadores y juristas no deben ignorar, porque constituyen un indice del grado cultural de Ja Espaiia de los siglos XVI y XVII, que tan unida se encuentra a nuestra tradicién juridica (2). © Ya ha sido realizado con notable empafio por Guinuento Fur JONG, un trabajo sobre Bibliotecas Argentinas durante la dominacin hispanica. Discurso a quisa de introduccién por Jost Tors Reveun™ Cultura Colonial Argentina, I, Buenos Aires, MCMXLIV, donde se cita: numerosos repositorios juridicos. (@) Vi: Jost Casta TOBENAS, La Vooacién Juridica det Pueblo Es- paiiol, en Revista General de Legislacién y Jurisprudencia, septiembro- octubre de 1948. Hay separata, Madrid, 1948, passim. 105. Espaiia es la ercadora de una cultura juridiea (*), que en aquellas époeas difundiése por otros paises, y hasta llegé a ser, el Derecho materno de todos los estados hispanoameri- eanos (*). Por consiguiente, el estudio de las primeras bibliotecas es revelador de la expresién genuina del espfritu juridico de un pueblo, y del Derecho efectivamente vivido (°). Tales testimo- nios ofrecerén datos valiosos y de utilidad para muchos aspee- tos de la Historia de nuestras ideas, que recién comienza a ela- borarse (*). Con ellos, se adquirira claridad meridiana euan- do sean estudiados por los historiadores y juristas a la luz de la investigaeién cientifica (7). Posibilitarén entonees, la fun- (*) ‘Fundiendo en uno, el espiritu juridieo de muchos pueblos, Es- pafia ha modelado su propio genio y hs transmitido a un gran mémero de nuevas naciones, unidas hoy por Jos vineulos de una onltura comin y_de una misma tradieién juridiea’?. (CAsaw ToszSas, La Toeacién Ju- rédiea, cit. p. 92). En el mismo sentido: RAras, Aumaaea, Historia de Expaiia'y de la eivilizacién espatiola, Bareclona, 1913, t. IIT, p. 555 y ss. () W. Von Ravcuudven, Importaneia det Derecho Espaitol para ta ciencia del Derecho Comparato, en Anuario de Historia del Derecho Ex- pakol, Madrid, 1929, t. VI, pp. 237 ¥ ss., 245. ©) A este respecto, SAviaNy ajustadamente eseribia aue ‘El De- Techo progresa con cl pucblo, se perfeceiona con él, y por dltimo pereee enando el pucble ha perdido sm carfetor’”*, Es que el pensamiento de Sa- ViGNY, 90 voleaba en cselareceioras paginas, donde enuniaba el programa de Ia escucla bistérien que abrin, nuevos rumbos a las Investigaciones juridicas. V.; P. de Saviany, De ta vocacién de nuestro siglo para ta le- qistacion y para ta Ciencia del Derecho, Madrid, 8/f, p. 26; ¥ el Prologo do Norvunr0 Gonostiaaa a La Codifioacién Civil en’ Alemania. Opiniones de Thibaut y Savigny. Vert'das no por el Seminerio de Cien- eins Juridieas y Sociales, Buenos Aires, 1940, en Extractos del Boletin Mensual del Séminario de Ciencias Juridieas y Socislos de la Facultad do Derecho de Ia Universidad de Buenos Aires. (*) En realidad, poco se tia ahondado en el tema, en la etapa eo rrespondiente a la Géeimaséptima centuria, tan eargada Je conten'do es piritual, de resonaneias coneomitantes y euyas influencias se prolonga en los ‘siglos que Ie eontinéan. Fl pensamiento ineoado en esa etapa, de verdadera erenei6n, y definieién de formas esenciales de vida, pers’ tié. a través de cambios formales en una linea de ininter-umpida conti- nujdad histériea, El tema ha sido ligeramente estudiado por Exza Dux- war Tarte, Notas sobre los Juristas San Marquinos de 8. XVIL. Co- muniecacién 21 Primer Congreso Internacional de Peruanistas. Sintesis en nuestro poder. (") Fraxorsco P. Larnaza al referirse al estado de los estuiios de Historia del Derecho en nuestro pais, ha eserito que ‘Tas obras debidas ala pluma de nuestros juristas, reciém eomienzan a exhumarse en edicio- 106 cién de confrontar algunas fuentes desconocidas, que en defi- nitiva, servirén para reconstruir y aquilatar mejor el proceso construetivo histérico, juridieo y legislativo del pais. II. Por nuestra parte —y en esto coincidimos con el pen- samiento de un antorizado publicista—, agregariamos, que ta- Jes datos histérico-juridicos deben ser hébilmente entresaca- dos del ambiente cultural de la época, sin quebrantar los vineu- los que los unen a los demés sectores de Ta eultura (8). De ma- nes erftieas o simplemente faesimilares; pero todavia quedan algunos centenares de volfimenes fuera del aleanee de los ostudinsos...’? (V, del citado autor: Antecedentes de Nuestro Periodismo Forense hasta tc aparicién de ‘La Revista Criminal’? (1873) como Introduccién a la Historia del Derecho Penal Argentino, Buenos Aires, 1950, p. 5)- ©) Investigaciones similares se han Mevado a cabo en Europa, lle- géndose a conocer cl inventario de las bibliotecas do muchos hombres, importantes desde los tiempos antiguos. Bs que allé, el fervor biblio- grafico toma ancho vuelo mereed a la obra del movimiento humanista, que fué protegido por prineipes y apoyado por la clerecia. A pesar de ello, todavia un autor se queja eiiando expresa: ‘;LAstima que nos fal- ten documentos sobre nucstras antiguas biblioteeas! Las aportaciones que pueden orientarnos son fragmenturias y In investigacién préxima muchas Yeees anticuada. Por fortuna se va haeiendo mucho y lo axe se trabaj en importantes centros extranjeros y en alguno de Espafia ayuda a loea Yizar y estimula a segu'r el estuerzo inieiado’? (JUAN Bexzvro P&nvz, Los Origenes de la Ciencia Politica en Espafia, Madrid, 1949, p. 48. Ed. Instituto de Fstudios Politicos). En ol eitado libro, se’ ofrece apreeiable material bibliogratico sobre el contenido de las librerfas juridicas de los sighs XTIT y XIV, que sirven para fijar las corrientes eulturales de la Spora. Al réspeeto, véanse Ins pp. 41 a 48, 56, 68, 81, y passim con sendas notas. Desde aquellos tiempos, Ins biblioteeas ya representan un papel sin- gular, hasta el exiremo de ser necesarias las reales Grdenes para urgir la develucién de los libros que se entregaban en préstamo por amigos (Op. tit., p. 43). No es sélo eso, sino que los libros siempre fueron sumamente apetecidos. Los poeos biblidfilos que existfan en Cérdoba como en Buenos Aires eran personas de poco esertpulos, y ticles a su méxima: ‘hurter para salvar’’. V,: ris G. Marrfiter Vrurana, Notas sobre la cultura cordobesa en la época colonial, en Revista de la’ Universidad Nacional de Cordoba, nov.-die., 1919, n? 9-10, p. 174; Scbre la Dibliotecomia, agré- guese: FuRtowa, op. cit., p. 29. En cuanto a libros prestados a juristas, elévigos y Mhreros de impor- tancia de fines del siglo XVIII y principios del XTX, véase cl inventa- rio de Ja librerfa de ActNno pe Pxrero x Ponto donada 2l Convento de la Merced, y crigida en Biblioteea Piiblica. Ese inventario es de sin- gular valor juridico, porque se hallan reunidas numerosas obras y auto- Tes de quienes seguidamente trataremos. La reproduce Rrcaxvo Luvsxe, Fundacién de una Biblioteca Piblica en el Convento de la Merced de Buenos Aires, durante ta época hispdnica, en 1794, en Humanidades, t. XXXII, 1950, p. 26 y ss, 107

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