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Desde el asiento delantero, Briceo le abri la puerta de atrs. Subi. Ros, con
el auto en marcha, vio a Usquiano por el espejo retrovisor. Un instante antes de
que se metiera en el bache, alcanz a decirle:
Desactiva esa huevada.
Miguel Ros nunca perdi el conocimiento. Sinti que volaba y que caa. Una
vez en tierra firme, quiso incorporarse, pero no pudo, aunque alcanz a
observar el auto incendindose.
Vio detenerse una antigua vagoneta Nissan de la que bajaron dos personas.
Abrieron la portezuela posterior de la vagoneta y lo hicieron subir para llevarlo a
un hospital. All viaj solo, sentado, y poco a poco su mente se concentr en las
evidencias que cargaba encima.
Comprob que llevaba la sobaquera puesta con su revlver adentro. Adems,
un carn del Ministerio del Interior, una granada de bolsillo y una carta de
Mantilla. Con una mano, se desaboton la sobaquera y se la sac. Luego hizo
pedacitos la carta. Fingi un ahogo y pidi detener la camioneta un rato.
Abri la portezuela, como deseando respirar el aire de la noche, y bot el
revlver y los residuos de la carta. Los desconocidos que viajaban adelante no
bajaron.
Despus pidi otra parada para vomitar y se deshizo de la granada. Luego se
tumb y se qued dormido. Despert en la sala de emergencias del Hospital
Santa Rosa, en que era para interrogarlo, pero no le preguntaron nada.
Firmaron unos papeles y lo metieron en una ambulancia. Diez minutos despus
ingresaba en el Hospital de Polica.
Entonces supo que Mantilla no lo haba abandonado