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LAS MSCARAS

La desesperacin se ha manifestado en los rostros demudados,


As, ciertamente, el silencio en los nervios conmovidos
En tanto el viento que trina en las alas de los pjaros.

De las mscaras la frente una etiqueta en la mirada:


No toques, no mires, no hables, no sientas,
Sigue de largo sobre la lnea recta.

El talante dbil o fuerte como el rbol o el gemido


El leve cloqueo ingenuo
La Ira que excita
De la Lira el deseo que delira
El sensual hombre nos habita nos controla nos dirige y orienta
El demonio con el que cohabitamos en el cuerpo.

Esa persona desconocida se atreve a colocarse


Nuestras mscaras preferidas nuestra cndida sonrisa
Se adorna con nuestros recuerdos,
Y la ansiedad se derrumba en la concurrida calle una noche
cualquiera bajo el brillante firmamento,
Cual vampiro se bebe la sangre y las ideas aquel que nos hace
abrir los ojos desmesuradamente cuando nos lo encontramos en
una esquina de nuestro mundo ms ntimo,
Aquel que nos hace balbucear palabras incoherentes, como un
nio, cuando estamos destrozados.

El Rostro cabizbajo, la mirada dura, el lomo redoblado por el peso


de nuestras vedadas angustias.

Un cuerpo asaeteado por hierros y agujas, mrtir de la apariencia,


obra del insoportable desconocido demonio escondido en el
abismo interior.
Qu es, entonces, aquello que nos mantiene vivos durante esta
oscura Odisea?
Ay, ay, ay, dura contricin nos impone Dios en el movimiento del
Alma.

Cmo escapar como escapar de esta terrible ignorancia!!


Busco en todas partes y el Sol hiere con sus golpes
Mis ojos infinitamente pequeos,
En el ambiente
desordenadas,

se

dibujan

pequeas

lneas

alocadas

Y las muecas de insensibles risas modulan tristes colores en


tonos menores.

CARLOS LELIAN, 2015

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