Este documento analiza las similitudes entre la novela Ulises de James Joyce y el poema La tierra baldía de T.S. Eliot, publicados ambos en 1922. Ambas obras capturan la experiencia de la ciudad moderna a través de técnicas vanguardistas como la simultaneidad, la fragmentación y la intertextualidad. En La tierra baldía, Eliot utiliza voces, idiomas y referencias inconexas para emular el caos de la modernidad y mostrar una cultura en crisis.
Este documento analiza las similitudes entre la novela Ulises de James Joyce y el poema La tierra baldía de T.S. Eliot, publicados ambos en 1922. Ambas obras capturan la experiencia de la ciudad moderna a través de técnicas vanguardistas como la simultaneidad, la fragmentación y la intertextualidad. En La tierra baldía, Eliot utiliza voces, idiomas y referencias inconexas para emular el caos de la modernidad y mostrar una cultura en crisis.
Este documento analiza las similitudes entre la novela Ulises de James Joyce y el poema La tierra baldía de T.S. Eliot, publicados ambos en 1922. Ambas obras capturan la experiencia de la ciudad moderna a través de técnicas vanguardistas como la simultaneidad, la fragmentación y la intertextualidad. En La tierra baldía, Eliot utiliza voces, idiomas y referencias inconexas para emular el caos de la modernidad y mostrar una cultura en crisis.
En 1922, James Joyce publicaba Ulises. Ese mismo ao T.S. Eliot
publicaba La tierra balda. Se trata, sin duda, de dos de las obras literarias ms importantes y definitorias del siglo XX. La cercana de ambas obras no es solo temporal o espacial; hay un punto de encuentro mucho ms importante: el trabajo de ambos escritores responde a unas preocupaciones y una bsqueda esttica similares. Tanto Joyce como Eliot dan cuenta de un momento muy particular de la historia de la literatura, un momento marcado por aquello que Ortega y Gasset llam la deshumanizacin del arte, una nueva sensibilidad caracterizada por el imperativo de renovacin, de experimentacin y de nuevas formas de aproximarse tanto a la poesa como la narrativa para refundarlas y deslastrarlas de los cnones y preceptos de la tradicin. Si bien esta tradicin de la ruptura, como la definira Octavio Paz, haba germinado ya en el siglo anterior, Joyce y Eliot al igual que los artistas de vanguardia en pintura radicalizan el ejercicio de quiebre y renovacin, llevan la literatura a lugares inditos, ensanchan sus lmites y obligan a emprender nuevas formas de lectura. Cules son estos puntos que permiten conectar a Eliot y a Joyce? En primer lugar, hay que tener en cuenta que tanto la novela de Joyce como el poema de Eliot dan cuenta de la experiencia de la ciudad, capital por excelencia del mundo moderno. Bien es cierto que la tensa y problemtica relacin poesa-modernidad ya haba sido inaugurada por Baudelaire, pero, si bien el hablante lrico de Las flores del mal se pasea por Pars, detenindose en lo abyecto, en la fealdad de las calles, el holln de las fbricas y la miseria de los bares para dar cuenta de la experiencia que supone el contacto con la ciudad, con sus elementos caticos y su ritmo acelerado e imprevisible, la rigidez y el cuidado formal de los poemas contrastan con lo catico y vertiginoso de la
experiencia. En Eliot, al igual que en Joyce, la experiencia halla su
correspondencia en la forma. No quiere decir esto que La tierra balda sea un poema descuidado en lo formal o azaroso en su escritura, al contrario; lo que ocurre es que Eliot se vale de varios recursos expresivos para emular en el poema la experiencia extratextual, siendo estos
elementos
lo
que
permiten
emparentarlo
con
Joyce:
la
simultaneidad de lo registrado, la disolucin de la totalidad en
fragmentos, el juego de voces que anula la autoridad del narrador o del hablante lrico, y la intertextualidad implcita, casi secreta, son elementos en comn en Joyce y Eliot. Son estos aspectos en los que se basar este breve comentario sobre La tierra balda. En la primera parte del poema, El entierro de los muertos, son apreciables algunas de estas caractersticas. En los primeros versos se presenta el panorama desolado del mundo moderno (Abril es el ms cruel de los meses, pues engendra / lilas en el campo muerto). Ms adelante,
el
poema
se
torna
anecdtico,
el
hablante
lrico
se
despersonaliza en una voz femenina y comienzan a aparecer versos en
alemn, cercanos a la oralidad. Uno de los procedimientos que emplea Eliot es la fragmentariedad, que hace que el poema se lea como una especie de collage, donde escenas incompletas se suceden unas a otras sin ninguna secuencialidad o jerarquizacin. Por ejemplo, a la ancdota de Marie, la voz femenina que asume el hablante lrico, le suceden inmediatamente estos versos: Cules son las races que agarran, qu ramas crecen / en esta basura ptrea? Hijo del hombre / no puedes saberlo ni imaginarlo, pues conoces slo un montn de imgenes rotas. La brusquedad con la que se suceden e intercalan versos y estrofas en las que no solo cambia radicalmente la voz potica, sino tambin el tono y la materia referida, supone un choque para el lector, que se ve descolocado por la violencia de un desplazamiento que no se anuncia, y que le obliga a interactuar con el texto para completarlo.
La presencia de frases y vocablos de otras lenguas distintas al
ingls tambin potencian este efecto de dislocacin; supone, para el lector que no conoce estas lenguas, un momento de ininteligibilidad, una interrupcin del proceso de lectura, un espacio opaco en el que el poema se niega a ser ledo. Muchas de estos versos escritos en otras lenguas
encierran,
al
igual
que
ocurre
en
Ulises,
referencias
intertextuales eruditas, inaccesibles tambin para la mayora de los
lectores, para quienes pasarn desapercibidas estas alusiones. A lo largo de esta primera parte del poema, Eliot logra crear un efecto de simultaneidad conectando esta serie de referencias intertextuales con ancdotas y escenarios dismiles, irreconciliables. As, los versos referentes a Madame Sosotris y el tarot se encuentran precedidos entre una estrofa donde se cita, en alemn, una pera de Wagner y aparece, adems, nuevamente una voz femenina, y versos en los que la voz potica vuelca su mirada sobre el Londres moderno y su vertiginosidad (una multitud flua en el Puente de Londres; tantos, / nunca hubiera dicho que la muerte hubiera deshecho a tantos) sin que haya un vnculo evidente entre ninguno de estos elementos. La gran cantidad de retazos inconexos que el autor hace convivir en el espacio del poema hace pensar en una idea de totalidad, una totalidad que, sin embargo, se muestra fragmentada y dispersa. Como sealbamos anteriormente, Eliot, al igual que lo hace Joyce, logra emular formalmente el caos de la modernidad a travs de estos recursos y esta manera de concebir la poesa. En el desorden del poema, la gran cantidad de referencias intertextuales hace pensar en una historia de la cultura dispersa entre las escenas y las voces del panorama cotidiano de la modernidad. La potica de Eliot es hermtica, se resiste a una interpretacin inequvoca. Por lo tanto, buscar descubrir bajo las redes intertextuales el significado del poema sera caer en una trampa similar a la de interpretar el Ulises desde las referencias homricas. El
poeta no busca sepultar una serie de significados bajo montones de
referencias ni ocultar el sentido del poema bajo una serie de imgenes azarosas e inconexas. Parece tratarse ms bien de un ejercicio de creacin que diluye las fronteras entre la erudicin y la cotidianidad, que mezcla y aglomera una serie de elementos en principio incompatibles, lenguas distintas y voces contradictorias, creando un tapiz de imgenes yuxtapuestas que desintegran la realidad y la muestran descarnada, balda, como un territorio donde el tumulto de voces y ruidos simultneos hace imposible la comunicacin, propiciando la soledad y el desencanto. La imagen que proyecta el poema es la de una cultura en crisis, incomprensible para s misma.