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Noemí Goldman (2008)

INTRODUCCIÓN. EL CONCEPTO DE SOBERANÍA

En los últimos años la historiografía argentina e hispanoamericana promovió una reinterpretación global del proceso de
independencia, prestando especial atención al uso de los conceptos políticos que singularizaron esa experiencia y que
muchas veces fueron considerados en forma anacrónica. El análisis de los conceptos políticos fundamentales que
constituía ciertamente una de las vías posibles de ingreso a una mejor comprensión de ese complejo proceso, tuvo la
virtud de condensar algunas de las cuestiones más significativas, y de vincular la historia política con la historia
sociocultural. En efecto, al reexaminarse los empleos de vocablos básicos como ciudadano, nación, opinión pública,
pueblo o soberanía, pudo establecerse que los significados de esos términos no eran unívocos, ni se ubicaban
necesariamente en una línea de continuidad con los significados que hoy se le atribuyen. No hubo un pasaje directo de la
soberanía del rey a la soberanía de la nación, sino que surgieron otros sujetos políticos que reclamaron el ejercicio de la
soberanía: ciudades, pueblos, provincias. Asimismo, una nueva reflexión sobre la cultura política pone hoy el acento
sobre las fallas o aporías constitutivas de los propios modelos constitucionales modernos y sus usos selectivos por parte
de los actores iberoamericanos, que sobre la falta de originalidad o inadecuación social de sus empleos en
Hispanoamérica. Si bien la polisemia es constitutiva del lenguaje político, la creciente inestabilidad semántica en la
producción conceptual del período constituye en sí misma una novedad que merece ser explicada. Se vincula, por un
lado, con los cambios generales acaecidos a ambos lados del Atlántico con la crisis de la monarquía española de 1808, la
acefalia real y el inicio de los procesos revolucionarios, que en el Río de la Plata se vieron precedidos por las invasiones
inglesas y, luego de 1810, por una disputa entre diferentes concepciones de la soberanía que derivó en la indefinición de
una organización política para el conjunto de las provincias del ex virreinato. Esta circunstancia coadyuvó, entre otros
factores, a promover una singular coexistencia de términos de naturaleza diversa, aunque con una impronta de los
lenguajes del derecho natural y de gentes. Por otro lado, la polisemia se relacionó con la circulación y los procesos de
apropiación/selección/traducción de nuevos modelos de organización política en función de las alternativas que a cada
paso planteaba la acción política. No se tratará, pues, de buscar la definición adecuada de cada concepto sino de elucidar
en cada momento la relación entre el concepto y su contexto, teniendo en cuenta que los ritmos de uno y de otro no
siempre fueron coincidentes. En el punto de intersección del concepto con su contexto también se verá como asomaron
reflexiones de los propios actores sobre los cambios conceptuales en curso y disputas por definir las palabras, que
constituyen en sí mismos valiosos indicativos de la incipiente conciencia político-lingüística de la experiencia del cambio
histórico. La investigación se inscribe dentro de las perspectivas y problemáticas inauguradas por el análisis de los
lenguajes políticos, una de cuyas líneas más productivas se vincula con el estudio de los conceptos políticos y sociales en
su devenir histórico. Desde hace algunos años, los estudiosos de la discursividad histórica han confluido en un foro de
debate común y vienen desarrollando encuentros internacionales de diálogo e intercambio metodológico, así como
estimulando la inclusión de perspectivas cada vez más comparativas y transversales en el análisis de los conceptos
políticos y sociales.

Fuentes y cronología

Para el estudio de cada uno de los conceptos se han incorporado fuentes de diversa naturaleza, y desarrollado un abordaje
cronológico con el propósito de desplegar los usos de los términos y sus evoluciones en diferentes contextos y espacios,
integrando al mismo tiempo sus nuevas funciones sociales. El ordenamiento cronológico seleccionado para el análisis de
los conceptos se funda en la consideración de dos cuestiones sustanciales para comprender las conexiones entre los
cambios socio-políticos y los conceptuales de la época: de un lado, la politización producida por la Revolución de Mayo
y las guerras de independencia, del otro, las disputas y problemas suscitados por la vacancia del poder real y la
retroversión de la soberanía a los pueblos. Pero para hacer más claras las mutaciones conceptuales, así como para evaluar
su impacto en el nuevo proceso histórico inaugurado por la Revolución, el análisis se inicia en el período tardocolonial y
concluye con la proclamación de la Constitución de 1853 que cierra un ciclo histórico, aunque en muchos aspectos aún
de manera provisional.

El concepto de Soberanía

El concepto de soberanía merece una consideración aparte al resto de los términos por constituir un verdadero concepto
bisagra del período, que aparece frecuentemente asociado o en tensión con el resto de los vocablos, y, por lo tanto,
integrado al análisis de cada uno de ellos. Antes que los conceptos de pueblo/pueblos y nación se asocien con el de

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soberanía en las disputas referidas a la posibilidad de crear nuevas entidades político-territoriales autónomas y/o
independientes luego de 1810, los Borbones habían dado amplia difusión a la teoría según la cual el rey recibía la
soberanía en forma directa de Dios. Cabe recordar, también, que buena parte de los asistentes al decisivo Cabildo Abierto
del 22 de mayo de 1810 invocó el concepto de reasunción del poder por parte de los pueblos, noción que remite a la
antigua doctrina del “pacto de sujeción” por la cual, suspendida la autoridad del monarca, el poder vuelve a sus
depositarios originarios. Si bien la figura de la “retroversión de la soberanía” fue explícitamente invocada para preservar
los derechos del rey cautivo de manera que la soberanía quedaba transitoriamente en “depósito” en la Junta hasta tanto se
reuniese la asamblea o congreso de los pueblos que decidiese sobre la suerte del conjunto, el hecho es que éstos fundaron
desde el principio en la “retroversión” sus pretensiones soberanas ante la Junta de Buenos Aires. El problema de la
soberanía, a saber si es indivisible o escindida, se presenta desde el comienzo del proceso independentista como una
cuestión en disputa. Mariano Moreno había preferido frente al “pacto de sujeción” el concepto de “soberanía popular”
que permitía fundamentar el derecho a la emancipación de América. Pero si bien Moreno introduce claramente el pacto
de sujeción basándose en el Contrato Social de J. J. Rousseau, mantiene el plural de pueblos para defender los
recuperados derechos de los mismos frente al Monarca. En consecuencia, desde 1810 el concepto de soberanía es a la vez
indicador de la demanda y del ejercicio de hecho de nuevos poderes por parte de los pueblos, así como el factor decisivo
en la aparición de las dos tendencias que predominaron durante la primera mitad del siglo XIX: la que sostuvo al
existencia de una única soberanía como base para la creación de un Estado unitario opuesta a la que defendía la creación
de tantas soberanías como pueblos había en el Virreinato.

El concepto de revolución adquiere durante la década de 1810 dos connotaciones, una positiva, como mito de orígenes
irrecusables, y la otra negativa como desencadenante de conflictos no deseados. En esta segunda acepción se vincula con
la cuestión irresuelta de la soberanía y sus concepciones contrapuestas. Patria constituye uno de los conceptos de mayor
difusión social y connotación positiva del siglo XIX. Junto a su creciente politización al calor de la Revolución, se
mantendrá la acepción de patria como lugar de nacimiento, que se acentuará con la crisis de 1820 y el surgimiento de
soberanías provinciales; ambos sentidos convivieron durante toda la época considerada. El concepto de soberanía con
relación al de constitución permite explicar porque el debate constitucional de la primera mitad del siglo XIX fue ante
todo una disputa relativa a las formas de gobierno por sobre los derechos o la división de poderes que derivaba, a su vez,
de la indefinición del sistema político. En la “Soberanía del Pueblo” se fundó el otorgamiento de los primeros derechos
de ciudadanía por medio del Estatuto Provisional de 1815. Pero curiosamente la asociación entre vecindad y ciudadanía
no dio paso en el Río de la Plata a una ciudadanía nacional; por el contrario, la creación de los Estados autónomos a
partir de 1820, una vez fracasado el primer intento de organización nacional de 1816-1819, convirtió a los pobladores
vecinos-ciudadanos de cada provincia en sujetos de soberanías locales con derechos propios. Otro caso ilustrativo es el
de república, que adquiere un nuevo sentido cuando empieza a ser invocada por los pueblos en el contexto de la
retroversión de la soberanía luego de la Revolución. La sinónima entre república y pueblo soberano surge con claridad de
una representación del Cabildo de Jujuy al gobierno revolucionario, donde se le solicita su separación de la intendencia
de Salta. El concepto de opinión pública tampoco es ajeno al de soberanía. La difusión de la voz en el Río de la Plata se
vincula con la crisis de soberanía abierta por los acontecimientos peninsulares de 1808, y en particular con la necesidad
de dotar de nueva legitimidad al naciente gobierno criollo. Por último, la discusión de los términos liberal/liberalismo se
vinculó con el concepto de soberanía cuando la mayor difusión de los sintagmas “sistema liberal”, “principios liberales”
o “instituciones liberales” coincidió con la creación de las soberanías provinciales y el inicio de la implementación de
regímenes representativos.

[Noemí Goldman, “Introducción. El concepto de soberanía”, en Noemí Goldman (editora), Lenguaje y revolución.
Conceptos políticos clave en el Río de la Plata, 1780-1850, Prometeo, Buenos Aires, 2008, pp. 9-18]

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