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FUNCIONES DE LA ESCUELA Y TIEMPOS

ESCOLARES EN EL NUEVO
ESCENARIO SOCIAL

DOCUMENTO BASE

ENCUENTRO ESTATAL
ALBACETE 16, 17 y 18 DE MAYO 2003

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INDICE

ALGUNOS APUNTES INICIALES

ALGUNOS CAMBIOS SOCIALES QUE SE HAN PRODUCIDO

1.- Los cambios experimentados en la familia

1. 1.- La incorporación de las mujeres a la vida laboral y social


1. 2.- La heterogeneidad de los horarios laborales.
1. 3.- Los tiempos disponibles para intercambiar informaciones y puntos
de vista.

2.- El aumento del nivel económico de una parte de la población


3.- La sociedad de la información.
4.- La multiculturalidad.
5.- Las necesidades del mundo del trabajo.
6.- La búsqueda de un equilibrio medioambiental

SIN EMBARGO TODO SIGUE IGUAL

FUNCIONES DE LA ESCUELA

Función de custodia.

Función de socialización primaria.

De la función de instrucción e información a la función de crear conocimiento

Nuevas Funciones nuevos retos

¿Pero cuál es el origen del tiempo escolar que hoy esta asentado en la escuela?

ALGUNAS PISTAS PARA AVANZAR

Otro “tiempo escolar” fundamento de una jornada escolar diferente

El problema no es el cambio de jornada: sino el uso del tiempo y el espacio


escolar de una nueva escuela

Las jornadas actuales no permiten un aprendizaje integral y el desarrollo y


organización de otro tiempo escolar

ANEXO:

Aclaraciones terminológicas

Bibliografía

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ALGUNOS APUNTES INICIALES

Estamos ante un tema de un gran calado político. La Educación es una parte


fundamental de toda organización social y por lo tanto las decisiones políticas que se
toman afectan, muy directamente, a las funciones que ésta ha de cumplir, serán aspectos
y situaciones nuevas a tener en cuenta a la hora de decidir -social y políticamente- las
nuevas funciones de la escuela.

La finalidad de la Educación Universal y Obligatoria es: Que OBLIGA a los


Poderes Públicos y a las familias a que los niños, niñas y adolescentes, entre una edad
mínima y máxima (en España 6-16 años), reciban una educación presencial, adecuada a
las exigencias de cada momento histórico, con unos fines y objetivos concretos. Nada
más y nada menos, aunque en España nos parezca una obviedad.

Algunos cambios sociales que se han producido:

La sociedad ha experimentado cambios profundos en estos últimos treinta años


de gran calado. Y hacia finales de esta década la situación será totalmente nueva
Algunos de estos cambios afectan directamente o indirectamente a la educación, como
la influencia de la Red como fuente de información y desarrollo cultural cercano y
universal; el cúmulo incesante de información que se produce cada día, la nueva
construcción, estructuración y modelo de familia, la incorporación definitiva de las
mujeres a la vida social y laboral; los tiempos disponibles para intercambiar
informaciones y puntos de vista, el abandono de la socialización primaria, los nuevos
poderes y las culturas y valores emergentes; la modificación de las fronteras nacionales
y la economía global; el movimiento de grupos de personas de unas latitudes hacia otras
(las migraciones) que traerá consigo la pluriculturalidad; la creciente insolidaridad; la
transformación del mercado de trabajo y de las relaciones laborales; los enormes
problemas medioambientales y por supuesto, como señala el sociólogo Neil Postman en
sus escritos, las nuevas maneras de relacionarse el niño con el mundo de los adultos,
donde la lectura y la escritura ya no son dos barreras mediáticas, en tanto que las
imágenes y los sonidos crean la sensación de realidad más allá del entorno vital .

De estos cambios los más relevantes para la escuela son:

1.- Cambios más significativos experimentados en la familia

1.1.- De la familia extensa a la nuclear

No hace mucho tiempo la familia era muy extensa, no ya por el número de hijos,
que sin lugar a dudas era sustancialmente más numeroso que el actual; sino por las
personas que vivían de una forma permanente bajo el mismo techo. En aquella familia
tradicional siempre había alguien en casa, hijos, abuelos, hermanos, madre, etc. que
permitía que los niños iniciaran su escolaridad mucho más tarde que ahora. La
convivencia continua con los miembros de la familia no hacía necesario, como ahora
que el niño tuviera que ser llevado a una institución educativa casi desde el nacimiento.
permitía que los niños aprendieran en casa las costumbres, las creencias. Después, a una

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edad más tardía que ahora, venía la escuela que era la encargada de instruirles en
aquellos conocimientos específicos y que normalmente la familia no podía ofrecerles.

Además, la evolución y exigencias de la sociedad y del mundo del trabajo ha


configurado una estructura familiar más reducida, convirtiéndola en un pequeño núcleo
cerrado, debido entre otras cosas, a las características de los pisos y a la ausencia de
otras personas que convivan bajo el mismo techo.

Otro cambio significativo en nuestro país respecto a la composición del núcleo familiar
es el número cada vez mayor de familias monoparentales” de tal manera que si en el
censo de 1981 no llegaban al 6 por ciento del total de familias, diez años más tarde ya
casi alcanzaban el 10 por ciento. Algo que en otros países es más común, pues se
superan las tasas de una tercera parte de la población que vive con uno solo de sus
progenitores” ( José M. Souto, Proyecto Gea-Clío )

. Esta nueva situación ha supuesto un cambio significativo respecto a la


educación de los niños, en especial al perder referentes y modelos educativos.

Pero además, esta situación se ve agravada por la constatación de que una gran
mayoría de familias no disponen de criterios claros de socialización. Así es frecuente oír
y ver como muchos padres se lamentan de no saber que hacer con sus hijos. De ahí se
derivan y acuñan una diversidad de modelos educativos producto, una veces de la
superprotección a que se somete a los niños otras, a una mezcla de desatención del
padre o madre por razones laborales, etc., Lo que deriva en niños: incapaces de abordar
la más mínima dificultad, abandonados a una soledad de horas y horas en la calle o
delante del televisión.

La nueva estructura familiar no puede atender la socialización primaria

Hoy la familia ha dejado de ser aquella primera escuela con la que se encontraba
el niño desde su nacimiento hasta que se incorporaba a la escuela. Y ello no por un
capricho o una dejación de funciones, sencillamente porque, a diferencia de hace unas
décadas, ya no hay adultos que se queden en el hogar durante toda o parte de la jornada
laboral. Cuando la familia era extensa siempre había alguien en casa, abuelos y mujeres
que no desempeñaban un trabajo fuera de casa. Los más pequeños podían permanecer
en casa, y es ahí durante ese tiempo y esos años cuando el niño recibía la primera
educación, es decir, “aprendía aptitudes tan fundamentales como hablar, asearse,
vestirse, obedecer a los mayores, proteger a los más pequeños, compartir alimentos,
participar en juegos colectivos respetando los reglamentos, rezar a los dioses (si la
familia es religiosa), distinguir a nivel primario lo que está bien de lo que está mal
según las pautas de la comunidad a la que pertenece. etc.” (Fernando Savater, El valor
de educar).

Pero esto ya no es así: ya no hay familia extensa, sino nuclear, la mujer, en una
gran mayoría, se han incorporado al mundo del trabajo de una forma definitiva y los
niños al no poder quedarse en casa se han incorporado desde edades muy tempranas a la
escuela. Antes, como dice Juan C Tedesco (1995) los cuentos, leyendas y narraciones
de los adultos que convivían con los niños en casa contribuían de una forma importante
a la socialización primaria a través de su simbolismo. Pero la televisión ha contribuido a
la pérdida de este mundo simbólico, introduciendo al niño en muchos de los secretos

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que antes eran exclusivos de los adultos: la violencia, el sexo y la incompetencia de los
propios adultos.

La consecuencia es evidente, si la familia no hace la socialización primaria


¿quien deberá de hacerlo? La familia ha pasado esta tarea a la escuela, ¿pero ha sido
asumida y asimilada por la institución docente? Refiriéndose a este apartado Juan C.
Tudesco “Los docentes perciben este fenómeno cotidianamente, y una de sus quejas
más recurrentes es que los niños acceden a la escuela con un núcleo básico de
socialización insuficiente para encarar con éxito la tarea de aprendizaje. Para decirlo
muy esquemáticamente, cuando la familia socializaba, la escuela podía ocuparse de
enseñar. Ahora que la familia no cubre plenamente su papel socializador, la escuela no
sólo no puede efectuar su tarea específica con la tarea del pasado, sino que comienza a
ser objeto de nuevas demandas para las cuales no está preparada”

1. 1.- la incorporación de las mujeres a la vida laboral y social

La masiva incorporación de la mujer al mundo laboral desde los años 80 han


cambiado sustancialmente las relaciones familiares, en especial la de padres – hijos. Lo
que ha generado un hecho cada vez más frecuente, el que los padres no puedan estar con
sus hijos todo el tiempo necesario y participar en el proceso de su aprendizaje y
educación social.

1. 2.- la heterogeneidad de los horarios laborales.

El modelo productivo actual exigencia de la economía y de los servicios que


prestan las empresas a la sociedad ha introducido una gran heterogeneidad de horarios.
Así pues, encontramos un segmento de padres y madres que trabajan por turnos en
grandes almacenes, grandes empresas, sanidad, etc. Otras familias y que sin duda alguna
forman el grupo más numeroso, trabajan con el horario partido: pequeño comercio,
talleres, empresas de construcción, empresas de transportes, oficinas, empresas
pequeñas y medianas, etc. Esta heterogeneidad de horarios dificulta cada vez más la
coincidencia de los horarios laborales de padres con el horario escolar. De ahí la
tendencia cada vez más asumida de que la escuela debe ser un lugar y espacio donde los
niños puedan permanecer más tiempo, haciendo lo que normalmente no pueden hacer
en casa. Esta situación cada vez extendida y en especial en aquellas familias que por
cultura o medios económicos no pueden pagar a otras personas, para que se ocupen de
sus hijos o para que puedan asistir a actividades extraescolares y complementarias,
plantea la necesidad de cuestionarse, si la institución escolar debe o no ampliar sus
funciones rebasando las meramente instructivas.

1. 3.-Los tiempos disponibles para intercambiar informaciones y puntos de vista.

Es una evidencia que hoy día la estructura de la familia nuclear y los horarios de
trabajo de los padres convierten, para muchas familias, el tiempo disponible en un
verdadero lujo. Lo que sin lugar a dudas incide en el tiempo libre que disponen los
padres para hablar, opinar, intercambiar información, pensamientos y sentimientos con
los hijos.
Pero no solo ha disminuido Como refleja Noam Chomsk en la (des) educación,
el tiempo afectivo que los padres pasaban con sus hijos, sino que también se ha
reducido la proporción de tiempo “de alta calidad”, este es el tiempo durante el cual los

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padres no hacen nada más que estar con sus hijos. Lo que destruye la identidad y los
valores familiares. Lo que crea, entre otras cosas lo que se suele conocer como latchkey
children, los “niños con llave de casa”, que están solos al volver de la escuela.
Tendencia que se agudiza en aquellos lugares donde se ha reducido la jornada escolar al
medio día, alargando así el tiempo de un ocio incontrolado de muchos niños y
adolescentes que no tienen a su lado un adulto que les oriente.

Esta falta del tiempo tanto afectivo, como de alta calidad ha incidido de una
forma significativa en las relaciones y comunicación entre padres e hijos. Los padres
cuando vuelven del trabajo a casa la mayoría de las veces fatigados no están de humor
para compartir con los hijos de una forma pausada sus preocupaciones y el intercambio
de información que en otras situaciones sería habitual.

2.-.El aumento del nivel económico de una parte de la población

Es otra consecuencia de los cambios sociales. Lo que ha permitido a muchos


acceder a lo que se conoce como la sociedad del bienestar. Sin embargo, estas
conquistas no las disfruta el conjunto de ciudadanos. Sigue existiendo un segmento de
la población que sufre grandes desigualdades por razones, culturales, de trabajo, origen,
etc. Es evidente, que dentro de este contexto de cambios muchos padres y madres tienen
expectativas mayores para la formación de sus hijos e hijas. Expectativas que en la
mayoría de casos no cubre la escuela. Lo que obliga a estas familias a buscar en la
educación extraescolar lo que no encuentran en la escuela: el aprendizaje de idiomas,
clases de refuerzo en las áreas instrumentales, estudio dirigido, etc.

Pero esta situación que a primera vista parece inocente genera, sin embargo dos
tipos de alumnos y en consecuencia nos aboca a dos tipos de ciudadanos, los que por la
situación económica y cultural de la familia se pueden beneficiar de la oferta privada de
actividades extraescolares, ya sean en academias y/o en la escuela que siguen siendo
privadas en una gran mayoría, y la de aquellos que por no poder participar quedan
excluidos de recibir una formación complementaria a la de la escuela, lo que les
condenará, el día de mañana, a un mercado más precario de trabajo.

Ante esta situación los padres y madres debemos plantearnos ¿Que hacer para
que la escuela pública no genere este tipo de desigualdades? ¿Qué medidas se pueden
tomar para que la escuela con la oferta de actividades extraescolares no cree diferencias
y desigualdades?

3.- La sociedad de la información.

Pero hoy, una mayoría de niños viven en ambientes inundados de la más variada
información, procedente de los más diversos lugares del mundo, con lo que ya, ni el
espacio, ni el tiempo son obstáculos para que la información llegue al caserío más
pequeño y aislado. Pero el problema no reside en esta nueva situación, en la que el niño
recibe un cúmulo incesante de información. El verdadero problema está en que esa gran
cantidad de información se recibe de una forma fragmentada y parcelada. Información
que el niño y la niña no son capaces de relacionar y darle sentido.

Por tanto, nos encontramos con una enorme contradicción, que la


superabundancia de información puede dejar al niño tan desinformado como lo estaba

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antes, ya que como dice, A. Pérez en los retos de la enseñanza pública, si el individuo
no pude procesar la cantidad de información que recibe y en consecuencia se llena de
“ruidos”, de elementos aislados, más o menos sobresalientes, que no puede integran en
su pensamiento para comprender mejor la realidad y su actuación sobre ella, es fácil que
se deje seducir por lo que, aun no comprendiendo, se le presenta como atractivo .

Pero, ¿quién va a enseñar a los niños a transformar la información en


conocimiento? Se supone que la escuela. ¿Pero está la escuela preparada para asumir
este reto? Porque, eso si, las escuelas cada vez tienen más ordenadores. Pero las clases
siguen con la tiza y la pizarra, y el conocimiento parece que solo reside en el libro de
texto.

4.- La multiculturalidad.

Es otro fenómeno de la sociedad actual provocado fundamentalmente por los


movimientos migratorios. Fenómeno que crea diversos problemas en la sociedad
receptora al poner de relieve la convivencia con diversas culturas. El problema básico se
podría concretar en la tendencia de rechazo y la tentación de exclusión, por la
predisposición a la homogeneización

Nos encontramos ante una realidad para la cual la sociedad no esta preparada, ya
que en la educación ciudadana ha faltado ese ingrediente cultural. En consecuencia la
asunción de la multiculturalidad es un reto que no es fácil solucionar de un día para
otro. Por ello es la escuela la que tiene, entre otras instituciones, la responsabilidad de
incorporar como este nuevo elemento de la multiculturalidad.

5.- Las necesidades del mundo del trabajo

Los cambios que constantemente se producen en el mundo del trabajo debido a


múltiples factores que, evidentemente aquí no se van a analizar, repercuten de una
forma, no solo en la aparición y desaparición de profesiones y trabajos, sino que aquella
idea “de un empleo para toda la vida, es algo que se ha terminado para siempre. La
inmensa mayoría de la gente va a cambiar de sector, de empresa, de empleo en la misma
empresa o va a ver transformarse sustancialmente las funciones y las exigencias de un
empleo que, nominalmente, permanece el mismo” (F. Enguita, Juntos pero no
revueltos). El mundo del trabajo exige hoy día más que nunca una especialización
concreta que, antes o después puede resultar innecesaria, una preparación polivalente
que le permita al trabajador cambiar de trabajo varias veces a lo largo de su vida.

Por otra parte, estos cambios a que nos aboca el mundo del trabajo, también
repercuten en una movilidad geográfica cada vez más frecuente de las familias, lo que
conlleva cada vez más a que las familias estén sometidas a cambios del lugar de
residencia. Cambios que sin lugar a dudas repercuten de una manera directa en los hijos
e hijas al tener que cambiar de escuela, de compañeros y amigos. Situaciones que
dificultan la integración y adaptación a nuevo entorno y nuevas realidades.

Ante una situación de estas características es necesario plantearse qué tipo de


educación necesitan los futuros ciudadanos para que puedan responder a las necesidades
evolutivas del mundo del trabajo y de esta situación cambiante. ¿Está la escuela actual
en condiciones de ofrecer el tipo de formación que se necesita para esta nueva

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situación? Los padres y madres tenemos una gran responsabilidad como parte que
somos de la comunidad educativa de exigir que la formación de nuestros hijos incluya
todas aquellas capacidades, habilidades y conocimientos que les permitan prepararse
para afrontar los desafíos de esta sociedad en permanente evolución y cambio.

6.- La búsqueda de un equilibrio medioambiental

La situación actual de continuo deterioro del medio ambiente nos puede abocar a
situaciones insostenibles en un futuro más o menos próximo. Es pues una urgencia que
todos seamos conscientes de la amenaza que supone para nuestra supervivencia y
calidad de vida, el lograr que a medio y largo plazo se restituya el equilibrio medio
ambiental tan alarmantemente deteriorado. La búsqueda de este equilibrio depende en
gran manera de que la preocupación por el equilibrio medioambiente pase a formar
parte de nuestra cultura. La escuela, como institución educativa y formadora de los
futuros ciudadanos tiene un papel insustituible.

PERO A PESAR DE TODO LA ESCUELA SIGUE IGUAL

Todo sigue igual que antes cuando iban a la escuela los que querían o podían. El
que se hayan incorporado a la escuela todos los niños y niñas entre los 6 y los 16 años
de una forma obligatoria, el que en cada vez más aulas asistan inmigrantes de las más
diversas culturas y creencias,… no afecta para casi nada a la inmutabilidad de esta
institución que a veces parece instalada en un bunker .

A pesar de los numerosos cambios que se han producido en la últimas décadas,


la escuela parece una institución que instalada en un mirador ve el paso del tiempo
como si a ella no le afectara. Así, su modelo pedagógico, la organización escolar: los
mismos espacios y ritmos temporales y la misma forma de organizar las clases con
respecto a hace un siglo, cuando iban a la escuela los que querían o podían.

Que una institución escolar esté funcionando de una forma atemporal, es decir
como si lo que ocurre en la sociedad no le afectara es significativamente alarmante, ya
que en la medida que pase el tiempo la distancia entre lo que necesita el alumnado y lo
que ofrece la escuela será abismal.

Es pues necesario y urgente que los padres y madres responsables de la


educación de nuestros hijos y corresponsables de lo que ocurre en las escuelas,
como parte integrantes que somos de la comunidad educativa, que nos dotemos de
alternativas que puedan plantear a la Administración educativa, al profesorado en
su conjunto y a la sociedad en general soluciones que permitan adaptar y adecuar
la escuela a la exigencias de la sociedad y no olvidemos que entre ellas se encuentra
“el tiempo escolar” como factor determinante de los aprendizajes que nuestros
hijos e hijas desarrollan.

Una vez que hemos reflexionado sobre los cambios que la evolución de la
sociedad ha experimentado y que dejan a la escuela cada vez más fuera de juego y en
una situación cada vez más marginal. Es necesario que nos planteemos qué funciones,
hoy es necesario que la escuela modifique, reestructure e incorpore para que pueda
seguir siendo eficaz y eficiente en una misión que, como todos sabemos, rebasa
ampliamente casi la única función para la que fue creada: instruir e informar.

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FUNCIONES DE LA ESCUELA

Reflexionar sobre las Funciones de la Escuela es un tema complejo, si tenemos


en cuenta los diversos enfoques ideológicos e intereses sociales, políticos y religiosos
que presionan, desde dentro y desde fuera a la Enseñanza, en la mayoría de las
ocasiones sin tener en cuenta al niño y a la niña, como individuo con biografía propia,
cuyo derecho y necesidad es crecer en el ámbito de una formación integral, en donde se
le faciliten instrumentos máximos (y no mínimos), para un análisis critico y
democrático del mundo que le rodea.

Las funciones que la sociedad le pide a la escuela no han sido siempre las
mismas; sino que éstas han ido evolucionando. Las funciones que se le exigen a la
institución docente, no pueden ser las mismas en una sociedad rural y agrícola, como la
que teníamos en nuestro país hace unos años, a las que hoy, una sociedad postindustrial
necesita. Es evidente que la escuela debe adecuar sus funciones a las necesidades de los
ciudadanos.

No hace falta profundizar mucho, para ser conscientes que los cambios tan
profundos que ha sufrido tanto la familia, como la sociedad en su conjunto, han creado
una nueva situación que conlleva nuevos problemas, a los que hay que buscar nuevas
soluciones. La escuela actual, en la que pervive un modelo educativo del siglo XIX, no
da, ni puede dar respuesta a las necesidades que hoy le reclama la sociedad. Para ello es
necesario que la institución escolar evolucione a la par que lo hace la sociedad, lo que
reclama los planteamientos de nuevas funciones para una escuela que, no puede en
modo alguno limitarse a la transmisión de conocimientos académicos

Ahora bien, cuando hablamos de adaptar las funciones de la escuela a las


necesidades de la sociedad, no queremos decir en modo alguno que la totalidad de
dichas funciones tenga que desempeñarlas el profesorado que actualmente trabaja en el
centro docente, ni que se tenga que desarrollar con el mismo horario que hoy tiene la
escuela, ni que ésta permanezca abierta el mismo tiempo. Lo que queremos decir es que
en la medida que la escuela asuma otras funciones, necesita cambiar su estructura, sus
espacios, sus tiempos, el personal que trabaja en ella, etc.

Vamos a enumerar y a describir, brevemente, cada una de las funciones que


actualmente tendría que desarrollar la escuela, independientemente de que en este
momento las realice explícitamente o no, para poder cubrir las exigencias que demanda
el momento actual.

Función de custodia.

Esta función aparece cada vez como una necesidad, en la medida que ha ido
evolucionando la estructura de la familia y es la pareja la que comparte tanto el trabajo
laboral como el del hogar. Es una evidencia que son cada vez más las familias que
necesitan de la institución escolar esta función. Esta función de custodia, no hace mucho
tiempo, no era necesaria ya que estaba reservada a la familia en exclusiva. Los niños
permanecían en casa, al cuidado de la madre, de los abuelos e incluso de hermanos
mayores; pero desde el momento que la mujer se incorpora al mundo laboral, y la
familia se ha reducido, los niños al no poder permanecer en casa al cuidado de alguien

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necesitan la guardería, la escuela infantil, es decir un lugar donde poder estar mientras
sus padres trabajan. Aunque esta función no se reconozca de una forma explícita, sin
embargo hoy día tiene una gran importancia y de hecho, todos sabemos, que son
muchas las familias a las que se les plantea este problema los días que por cualquier
circunstancia no hay escuela.

Es evidente que esta función no la desarrolla actualmente la escuela sino


indirectamente, aunque ya tenemos algunas experiencias donde los centros educativos
se empiezan a abrir algunas horas antes de la jornada escolar e incluso los fines de
semana. En este sentido, hay una tendencia a plantear la apertura de los centros muchos
más días y más horas.

Función de socialización primaria.

Esta función que no existía en la escuela tradicional, ha empezado a hacerse


necesaria desde el momento en que desaparece la familia extensa y los padres o padre o
madre, si es familia monoparental tiene que estar la mayor parte del día fuera del hogar
y llevar a los hijos desde los primeros años a la institución escolar. La escuela cuyo
trabajo primordial era la enseñanza como complemento a la labor educativa de la
familia, se ha encontrado progresivamente con alumnos que carecen de la socialización
primaria y que antes desarrollaba la familia. Hoy día, la falta de convivencia prolongada
por las razones expuestas, impiden que la familia pueda transmitir una serie de hábitos y
valores que antes se iban adquiriendo por la permeabilidad de ese contacto prolongado
de la familia y los niños.

De la función de instrucción e información a la función de crear conocimiento…

Hace unas décadas, la escuela y en especial en una sociedad básicamente rural,


era el lugar donde aparte de aprender las técnicas básicas e instrumentales de lectura,
escritura y cálculo, se adquirían unos conocimientos básicos que difícilmente se podían
adquirir en otros sitios, sobre el sentido de la vida y el funcionamiento de la sociedad y
naturaleza. Para cuántos pueblos, aislados en nuestra geografía, la escuela y el maestro
han sido casi las únicas fuentes de información y aprendizaje

Pero el déficit del niño actual en especial, de las clases favorecidas, no reside ni
en la cantidad de información que recibe, ni en la asimilación de los conocimientos
académicos; sino en no saber relacionar y organizar el complejo puzzle de la
información fragmentaria que él recibe de una forma constante. Difícilmente, si no se
sabe relacionar y unir los trozos tan variados de información, se podrá entender y
comprender lo que ocurre a nuestro alrededor.

Por tanto, el niño lo que necesita es que alguien le enseñe a relacionar y a


asimilar la cantidad ingente de información fragmentaria que recibe y que no acaba de
entender. Lo que le plantea a la escuela una función muy distinta y mucho más compleja
que la que tradicionalmente viene desarrollando de transmitir conocimientos.

La nueva función de la escuela debe ser enseñar a recomponer el puzzle


informativo para que el alumnado pueda, analizarlo, entenderlo y en consecuencia

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pueda crear conocimiento, que en definitiva no es otra cosa que comprender el
significado de las cosas.

Además, la variedad y diversidad del alumnado que asiste a la escuela, entre el


que se encuentran muchos niños procedentes de familias desfavorecidas social y
culturalmente plantea un problema añadido. Pues, no solo ya se trata de enseñar a
procesar la información, sino a atender las necesidades de esos alumnos, que van mucho
más allá, ya que muchos de ellos, no es que tengan una información dispersa y
fragmentada, sencillamente no la tienen y difícilmente la van a encontrar en su familia y
en su medio.

Por tanto, la función básica de la escuela no puede seguir siendo la mera


transmisión de información, ni un aprendizaje libresco, sino su utilización como
herramientas privilegiadas para que los individuos reconstruyan progresivamente y de
forma reflexiva sus modos espontáneos de pensar y vivir su cultura experiencial . Por
tanto la obsesión academicista debe sustituirse en la escuela actual por un currículo
basado en problemas y organizado en proyectos de trabajo.

La escuela, en la medida que quiera responder a las necesidades que le plantean


los cambios sociales, debe abordar nuevas tareas que les permitan a los niños desarrollar
la capacidad de comprensión y organizar la información para reconstruirla y darle
sentido.

Nuevas Funciones nuevos retos

La escuela para asumir las nuevas funciones como consecuencia de los cambios
sociales experimentados necesita repensar y reestructurar, la organización escolar, los
tiempos escolares y los espacios escolares. De lo contrario será imposible que puedan
responder con la eficacia que exigen el momento actual a estos nuevos retos y la escuela
seguirá abriendo cada vez una brecha más profunda, entre el pasado y el presente. La
escuela no puede seguir por mucho más tiempo con: el mismo modelo educativo, las
mismas formas básicas de enseñar, los mismos exámenes, los mismos tiempos
escolares, una organización y distribución de ese tiempo escolar de una forma rígida.

En consecuencia, las nuevas funciones, que los cambios sociales le exigen


necesitan de un debate serio y riguroso de toda la comunidad educativa, que le permita
abordar y replantearse, la funcionalidad de los tiempos y espacios escolares de acuerdo
con las necesidades actuales.

Si queremos que la escuela incorpore las nuevas funciones es necesario entre


otras cosas plantearse, si el tiempo escolar actual es suficiente. Es importante entender
que el tiempo escolar, globalmente hablando, se ha reducido, aproximadamente, en un
20% en las dos últimas décadas. Lo cual podría ser un contrasentido .

De todo ello se deriva que posiblemente “el tiempo escolar” actual es


insuficiente, injusto y discriminatorio ya que no cubre las necesidades de
aprendizaje de una gran mayoría de su alumnado, trasvasando parte del tiempo
necesario para los aprendizajes a la casa. Lo que supone una implicación, a veces
desmedida, de las familias en completar lo que la escuela no puede desarrollar en el
tiempo escolar disponible. Lo grave de esta situación es que no todas las familias

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pueden atender debidamente esta prolongación del aprendizaje , por falta de tiempo,
recursos económicos y/o conocimientos. Los denominados “deberes” o actividades
escolares en casa aumentan las desigualdades ante el fracaso escolar. Es un hecho
probado que los alumnos que disponen de mayores recursos materiales (bibliografía,
audiovisuales, informática) y humanos (ayuda familiar) tienen más éxito en estas tareas
y, consiguientemente, marginan a otros alumnos, que no pueden competir.

Además, la distribución del tiempo es otro de los factores básicos que se debe
abordar. La jornada escolar ha sufrido en los últimos tiempos una fragmentación,
cada vez más frecuente, en periodos de 50 minutos que dificulta un aprendizaje
reflexivo e interactivo y que dificulta en gran manera el dialogo constructivo entre
alumnado y docentes base de un buen aprendizaje . Evidentemente no hablamos del
aprendizaje academicista, sino del aprendizaje básico que los alumnos necesitan.

Por ello, es necesario abordar con rigor y profundidad el tiempo escolar que
necesita hoy el alumnado para desarrollar con eficacia los aprendizajes en la
escuela, sin tener que recurrir a completar fuera aquello que la escuela no hace por falta
de tiempo.

En consecuencia, la escuela no puede seguir mirando a otro lado como si este


problema no existiera. Debe por el contrario, afrontar esta realidad plantando y
buscando incorporar a la escuela tanto el tiempo necesario, como su adecuada
distribución horaria para que pueda existir una sintonía acorde con las exigencias de la
sociedad actual y que permita que todos los alumnos independientemente de su
origen familiar puedan disponer del tiempo escolar necesario para desarrollar sus
aprendizajes en igualdad.

El tiempo escolar un debate a abordar por la comunidad educativa

El tiempo y el espacio escolar, las funciones de la escuela, así como el modelo


educativo, entre otras cosas son sustancialmente herencias del ayer. Estas formas de
concebir tanto el tiempo escolar, como el escenario donde se desarrolla básicamente la
enseñanza apenas si se diferencian del de finales del XIX.

Reflexionar directamente sobre el tiempo escolar e indirectamente sobre los


espacios o escenarios en el que se materializa este tiempo es una necesidad que tenemos
los padres y madres que de alguna forma estamos comprometidos con el avance de la
escuela pública. La escuela no es un ente abstracto sino que se sustenta en un qué y
cómo enseñar, así como en un tiempo y un espacio como soportes para desarrollar la
acción educativa.

El debate sobre el tiempo escolar, aun está por producirse en la comunidad


educativa. Quizá ha sido algo que ha pasado desapercibido al considerarlo en gran
medida un elemento de segunda, es decir que poco o nada incide en la calidad de los
aprendizajes. Porque incluso a pesar de las movidas que desde los sindicatos se han
promovido sobre la “jornada continua “desde hace unos años y el revuelo, discusión y
enfrentamientos a que ha dado lugar en diversos lugares de nuestro país; tampoco ha
llevado a un planteamiento que pudiera abordar “el tiempo escolar” a través de un
debate serio, riguroso y profundo en el seno de la comunidad educativa.

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Es evidentemente que el planteamiento de la jornada continua allá por el año
1988 en Canarias y después propagada lentamente por los sindicatos al resto de las
comunidades autónomas como un derecho laboral apoyándose en la autonomía de los
centros ha servido en estos 14 años como cortina de humo que ha impedido abordar el
verdadero debate sobre el tiempo escolar. Este planteamiento meramente laboral de los
sindicatos, sobre algo que es común a todos los sectores de la comunidad educativa, ha
demostrado, que a veces los intereses particulares y corporativistas están por encima de
los posibles intereses comunes. Y ello es sumamente peligroso en la medida que crea un
problema de enfrentamiento entre los integrantes de la comunidad educativa

Muchos somos conscientes que hoy más que nunca se aprecia una cierta
distancia entre el compromiso e intereses de una parte considerable del profesorado y el
compromiso e intereses mayoritarios, de las organizaciones de padres y madres.
Situación que dificulta cada vez más la formación y construcción de una comunidad
educativa, es decir, donde confluyan intereses y metas de los sectores que la
configuran. Los padres y madres como parte fundamental de la comunidad educativa
tienen que desarrollar el protagonismo que le corresponde. Protagonismo que hasta
ahora había detentado prioritariamente el profesorado, bien porque “los padres no han
sabido muy bien cuál ha sido su papel en la escuela y nadie se ha encargado de
explicárselo, como no sea el profesorado para reducirlos al de intendencia, mano de
obra en cosas triviales y carne de cañón ante la Administración.” (Fernández Enguita,
La jornada escolar).

Los padres y madres ante este panorama tenemos la obligación y el reto de


dar un paso firme y recuperar, si alguna vez lo tuvimos, el protagonismo que nos
corresponde como actores fundamentales en la construcción de la escuela pública.
No podemos ir más a remolque de los intereses particulares o corporativistas del
profesorado, sobre todo cuando estos intereses, como se ha visto en el tema de la
jornada escolar, consciente o inconscientemente atentan contra los intereses y
señas de identidad de la escuela pública.

¿Pero cuál es el origen del tiempo escolar que hoy está asentado en la escuela?

Todos parecen coincidir en que fueron los jesuitas los que introdujeron el tiempo
escolar basado en la hora y que más tarde se extendería a todos los ámbitos educativos.
Aunque “puede acaso tener precedentes más remotos, e igualmente religiosos. Se
argumenta que fueron los monjes benedictinos los primeros profesionales de nuestra
sociedad occidental, debido a su apego estricto a una temporalidad cuantificable y
objetiva (Zerubavel, 1981; Young, 1988; Whitrow, 1988). En definitiva, lo que terminó
por consolidarse en las escuelas fue este orden racional en el que el horario, la medida
de la jornada escolar, y la secuencialización temporal del aprendizaje de los saberes, se
convirtieron en los símbolos reguladores que orientan y coordinan la conducta de los
profesores, incluso de forma coactiva y fetichista” (Pereyra, Cuadernos de Pedagogía)

Por otra parte el paso de una sociedad de tipo rural, donde los ritmos de trabajo
eran irregulares, sosegados, y donde el reloj no era la clave que marcaba los ritmos de
trabajo, a la sociedad preindustrial e industrial hizo que se sustituyeran los ritmos
irregulares y sosegados en la medida que no beneficiaban la productividad

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A pesar del tiempo transcurrido ha llegado hasta nosotros prácticamente
inmutable, tanto el tiempo escolar, como su distribución y organización. Quizá la
conservación y la resistencia a la utilización del tiempo escolar de otra forma hay que
achacarlo, entre otras causas a la mentalidad fuertemente conservadora que ha
caracterizado a esta institución y que igualmente hace que prácticamente se siga
manteniendo el mismo modelo educativo del siglo XIX.

La organización de un tiempo que gira alrededor de un único modelo, fundado


en los principios de fragmentación y de identidad: la hora es la duración única para
enseñar tanto la lengua como las matemáticas, ya se trate de la Enseñanza Primaria
como de la Secundaria; igual para los alumnos de 10 años que para los de 18. La
repetición de «horas de clase» y de semanas invariables cristaliza en una estructura
fijada de antemano para todo un año, inmóvil. Esta construcción mecanicista responde
todavía hoy al concepto newtoniano en el que el tiempo se considera como «absoluto»,
«verdadero» y «matemático» (Husti, 1985; 1992).

Tan asentado está la concepción el tiempo escolar, como algo inmutable, que a
pesar de toda la polvareda que se ha organizado con motivo del dilema jornada partida,
jornada continua, no se ha plantado el más mínimo debate que vaya más allá de
cuestionarse el tiempo escolar. Parece que no se tiene la suficiente agilidad mental para
pensar en una organización distinta del tiempo escolar. Todo se reduce a una lucha
baldía entre partidarios de una jornada u otra, apoyándose, la mayoría de las veces, en
argumentos a veces más aparentes que reales que en nada van a propiciar un avance de
la escuela.

Los padres y madres, ante el vacío existente, sobre este tema, en la sociedad
debemos hacer un esfuerzo y aportar e introducir aquellos elementos que permitan
dimensionar y enriquecer el debate.

ALGUNAS PISTAS PARA AVANZAR

Los fundamentos en los que se basaba la inmutabilidad del tiempo escolar han
empezado a ser cuestionadas, al entrar en contradicción, por una parte con la
imposibilidad de dar respuesta a parte de las nuevas funciones que habría que incorporar
a la escuela y por otra, al no responder a las nuevas necesidades de aprendizaje,
obligando a fragmentar tanto la adquisición de los conocimientos básicos, como los
tiempos y escenarios necesarios para su desarrollo

«Al mismo tiempo que se sigue imponiendo el modelo de organización escolar


secular, inmutable y uniforme, se demanda de la escuela cambios profundos, fijándose
para ellos una serie de objetivos, como, por ejemplo ,abrir la escuela a su entorno,
utilizar la tecnología moderna, tener en cuenta la heterogeneidad de los alumnos
diversificar las prácticas pedagógicas y las fuentes de conocimiento, y, de forma
particular, fomentar la participación activa del alumno en la construcción de sus
conocimientos, etc., objetivos todos ellos que requieren una planificación del tiempo
variable y adaptable, es decir, móvil» (Husti, 1992).

Estos nuevos planteamientos exigen otro tiempo y otra distribución. Es necesario


plantearse la necesidad de pasar de un tiempo rígido a un tiempo flexible, de un tiempo
inmóvil a un tiempo móvil. Es urgente que en la planificación de los tiempos escolares

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se de un salto en la dirección de asegurar, una diversificación en los ritmos de
enseñanza-aprendizaje, y que sólo se puede satisfacer desde una concepción móvil de
los cronosistemas educativos que permita jugar con la adaptabilidad y movilidad del
tiempo escolar en función de las necesidades de la variada diversificación de los ritmos
de aprendizaje y enseñanza.

Otro “tiempo escolar” fundamento de una jornada escolar diferente

Todos somos conscientes de que la organización del tiempo escolar responde a


unas prácticas sociales muy arraigadas. Por ello parece difícil tan siquiera concebir y
plantearse organizar la jornada, los horarios e incluso el calendario escolar de otra
forma. El modelo de jornada continuada que las Administraciones educativa han sacado
y las que los sindicatos del profesorado han elaborado nos demuestra de una forma
fehaciente, que todo sigue igual

El que los horarios sean percibidos por el profesorado como intocable, son
consecuencia, tanto de las rutinas adquiridas como de la herencia de una antigua
tradición. Con este peso cultural de tanto calado es difícil pensar, imaginar en otra idea
de tiempo escolar móvil, flexible, adaptable…Y es que a veces, las concepciones, en
este caso del tiempo escolar inmóvil y rígido, están tan asentadas que dificultan en gran
manera pensar tan siquiera en plantearse la organización de una jornada distinta que
permita organizar el trabajo docente y el de los aprendizajes del alumnado de una forma
diferente.

El problema no es el cambio de jornada: sino el uso del tiempo y el espacio escolar


de una nueva escuela

El cambio que necesita la escuela para responder a las exigencias evolutivas de


la sociedad, de las funciones de la escuela y de la diversidad del alumnado no es un
cambio de jornada de partida a concentrada, que deja las cosas en el mismo sitio; sino la
organización de un tiempo escolar que permita desarrollar los aprendizajes que la
sociedad de la información y del conocimiento exigen a los futuros ciudadanos.

En este sentido habría que considerar varias cosas: el lugar que las actividades
extraescolares deben ocupar en la formación integral del alumnado, la situación
económica, social y cultural de un amplio segmento del alumnado y los conocimientos
básicos y fundamentales para cada una de las etapas obligatorias.

Las actividades extraescolares han adquirido hoy día una gran importancia para una
parte de la población. Los idiomas, informática, música, el deporte, repasos y
refuerzos… son parte de las actividades que empresas privadas, sean en el mismo
recinto escolar o en academias se imparten cada vez con más frecuencia. Es evidente
que esta demanda creciente responde a una necesidad sentida por las familias y que la
escuela actualmente no satisface o lo hace de una manera deficiente.

La cultura y predisposición de los grupos de alumnos socialmente más


desfavorecidos cultural y económicamente requiere de un tiempo escolar distinto al de
los grupos cuyo ambiente, cultura y estatus familiar les permite desarrollarse en un
medio rico en estímulos culturales. Los alumnos pertenecientes a los grupos
desfavorecidos necesitan más ayuda, más actividades complementarias y más refuerzo

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que le pueda permitir compensar los efectos negativos del ambiente familiar. La
heterogeneidad del alumnado que asiste hoy a la escuela requiere que la atención que se
le pueda prestar no sea ni la misma, ni igual para todos. Las diferencias respecto a su
nivel cultural, económico y social nos tiene que llevar a pensar el tiempo escolar de tal
forma que permita la atención tanto a las diferencias individuales como grupales La
diferencia existente en las familias en cuanto a conocimientos básicos, a motivaciones y
a expectativas de aprendizaje crea un déficit que hace que la distancia entre unos grupos
y otros sea a veces considerable.

Darle más importancia a una parte de los aprendizajes que a otra es “el reflejo de
una concepción pedagógica miope y desequilibrada, que en modo alguno parte de las
necesidades e interés de los alumnos” (A. Pérez 1992) Los aprendizajes que el
alumnado necesita estén considerados como enseñanza formal o actividades
extraescolares deben formar parte del mismo paquete y ser responsabilidad de la escuela
desarrollándose en el horario escolar

Es necesario e imprescindible concretar el currículo básico de cada una de las


etapas de la enseñanza obligatoria, como una primera medida de confluencia de todos
los aprendizajes que hoy día realiza el alumnado, tanto fuera como dentro de la escuela.
Una segunda medida debe ir encaminada a hacer de nuestras escuelas, centros a tiempo
completo. “En la escuela a tiempo completo pueden aprenderse los diferentes aspectos
que conforman la rica experiencia humana, sin despreciar o devaluar ninguna de las
parcelas que se orientan a formar el equipamiento técnico, artístico, moral, físico o
intelectual del futuro ciudadano. Es necesario prever tiempos y espacios para la
diversidad de actividades y tareas que requiere la formación integral, así como un
enfoque y orientación interdisciplinar y sistémico que requiere la cooperación del
equipo de profesores y profesoras en el diseño, desarrollo y evaluación del proyecto
educativo del centro”. (A. Pérez. C. de Pedagogía, 207) En tercer lugar este tipo de
escuela requiere un equipo de profesionales, que independientemente de su horario
laboral, puedan atender debidamente a todas y a cada una de las necesidades de la
diversidad de los alumnos y poder desarrollar de una forma armónica el proyecto del
centro.

Las jornadas actuales no permiten un aprendizaje integral y el desarrollo y


organización de otro tiempo escolar

Nos encontramos que, la escuela no puede dar respuesta a las nuevas


funciones, ya que el tiempo escolar tal y como actualmente funciona, así como los
distintos modelos de jornadas escolares que hoy tenemos son obsoletas y arcaicas,
rígidas e inmóviles. Situación que impide la incorporación a un mismo paquete
todos los conocimientos básicos que el alumnado necesita y que, hoy por hoy,
andan fraccionados y dispersos. Además, por si esto fuera poco, lo más grave es que
la adquisición de estos conocimientos son atendidos por la iniciativa privada. Es pues
necesario e imprescindible pensar e imaginar un tiempo escolar que sea capaz de dar
respuesta a estas necesidades de aprendizaje que los cambios sociales reclaman.

Estas realidades analizadas, nos hace pensar que es necesario y urgente un


replanteamiento de las funciones de la escuela y la organización de la Enseñanza
Obligatoria, entre las cuales se encuentra de una forma significativa “los tiempos
escolares”.

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ANEXO

ACLARACIONES TERMINOLÓGICAS

EDUCACIÓN FORMAL: La educación universal y obligatoria para todos, que el


Estado tiene el deber de implantar en unas edades determinadas (En España 6-16 años),
con todos los medios necesarios, al servicio de la ciudadanía, para cumplir una función
social que desde ideologías solidarias compense desigualdades individuales y sociales.
Bien sean materias regladas o complementarias. Pero, siempre, desde el mismo Sistema
Educativo y sus recursos. Obligando a las familias a que sus hijos acudan -
presencialmente- a la escuela. (Este último tema está en discusión en ciertos foros que
abogan por la idea de “crecer sin escuela”. Es un tema muy complejo, pero que ahí está
para su debate.)

EDUCACIÓN NO FORMAL: La que se ofrece de forma voluntaria, como


complemento de la formal o no, financiada, en todo o en parte, por las familias. Se
desarrollan básicamente desde el ámbito privado. Y al no ser obligatoria van los niños y
niñas que lo desean o pueden. Este sistema lleva consigo la exclusión, acentuándose la
descompensación de las desigualdades, por cuestiones obvias.

Jornada escolar del alumnado. Hace referencia al tiempo total de permanencia de las
alumnas y alumnos en el centro escolar. En ella deben incluirse todas las actividades en
la que éstos participan bajo la responsabilidad de la escuela. Como ya veremos más
adelante, no conviene resaltar las diferencias entre tales actividades, ni estandarizar las
clasificaciones de las mismas, porque ello supone la aceptación de un tipo de
planteamiento pedagógico en sí mismo tan discutible como cualquier otro.

Jornada laboral del profesorado. Hace referencia al tiempo obligatorio que requiere el
desarrollo satisfactorio de cuantas actividades exija su práctica profesional. En ella debe
incluirse:
- El horario dedicado a la docencia directa en interacción con los alumnos: jornada
lectiva.
- El horario de permanencia en el centro dedicado a tareas de preparación de forma
individual o grupal, para el desarrollo satisfactorio de la docencia, así como las tareas de
organización, coordinación y gestión democrática del centro y del aula: jornada escolar.
- El tiempo de dedicación profesional fuera del centro en actividades de formación,
investigación, evaluación, participación en seminarios, y cuantas tareas se encaminen al
desarrollo profesional del docente, así como a la preparación inmediata de su
intervención docente: jornada laboral extraescolar.

Jornada del centro. Hace referencia al tiempo de apertura del centro para el desarrollo
de actividades educativas y/o culturales al servicio de la comunidad social.

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