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ESCOLARES EN EL NUEVO
ESCENARIO SOCIAL
DOCUMENTO BASE
ENCUENTRO ESTATAL
ALBACETE 16, 17 y 18 DE MAYO 2003
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INDICE
FUNCIONES DE LA ESCUELA
Función de custodia.
¿Pero cuál es el origen del tiempo escolar que hoy esta asentado en la escuela?
ANEXO:
Aclaraciones terminológicas
Bibliografía
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ALGUNOS APUNTES INICIALES
No hace mucho tiempo la familia era muy extensa, no ya por el número de hijos,
que sin lugar a dudas era sustancialmente más numeroso que el actual; sino por las
personas que vivían de una forma permanente bajo el mismo techo. En aquella familia
tradicional siempre había alguien en casa, hijos, abuelos, hermanos, madre, etc. que
permitía que los niños iniciaran su escolaridad mucho más tarde que ahora. La
convivencia continua con los miembros de la familia no hacía necesario, como ahora
que el niño tuviera que ser llevado a una institución educativa casi desde el nacimiento.
permitía que los niños aprendieran en casa las costumbres, las creencias. Después, a una
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edad más tardía que ahora, venía la escuela que era la encargada de instruirles en
aquellos conocimientos específicos y que normalmente la familia no podía ofrecerles.
Otro cambio significativo en nuestro país respecto a la composición del núcleo familiar
es el número cada vez mayor de familias monoparentales” de tal manera que si en el
censo de 1981 no llegaban al 6 por ciento del total de familias, diez años más tarde ya
casi alcanzaban el 10 por ciento. Algo que en otros países es más común, pues se
superan las tasas de una tercera parte de la población que vive con uno solo de sus
progenitores” ( José M. Souto, Proyecto Gea-Clío )
Pero además, esta situación se ve agravada por la constatación de que una gran
mayoría de familias no disponen de criterios claros de socialización. Así es frecuente oír
y ver como muchos padres se lamentan de no saber que hacer con sus hijos. De ahí se
derivan y acuñan una diversidad de modelos educativos producto, una veces de la
superprotección a que se somete a los niños otras, a una mezcla de desatención del
padre o madre por razones laborales, etc., Lo que deriva en niños: incapaces de abordar
la más mínima dificultad, abandonados a una soledad de horas y horas en la calle o
delante del televisión.
Hoy la familia ha dejado de ser aquella primera escuela con la que se encontraba
el niño desde su nacimiento hasta que se incorporaba a la escuela. Y ello no por un
capricho o una dejación de funciones, sencillamente porque, a diferencia de hace unas
décadas, ya no hay adultos que se queden en el hogar durante toda o parte de la jornada
laboral. Cuando la familia era extensa siempre había alguien en casa, abuelos y mujeres
que no desempeñaban un trabajo fuera de casa. Los más pequeños podían permanecer
en casa, y es ahí durante ese tiempo y esos años cuando el niño recibía la primera
educación, es decir, “aprendía aptitudes tan fundamentales como hablar, asearse,
vestirse, obedecer a los mayores, proteger a los más pequeños, compartir alimentos,
participar en juegos colectivos respetando los reglamentos, rezar a los dioses (si la
familia es religiosa), distinguir a nivel primario lo que está bien de lo que está mal
según las pautas de la comunidad a la que pertenece. etc.” (Fernando Savater, El valor
de educar).
Pero esto ya no es así: ya no hay familia extensa, sino nuclear, la mujer, en una
gran mayoría, se han incorporado al mundo del trabajo de una forma definitiva y los
niños al no poder quedarse en casa se han incorporado desde edades muy tempranas a la
escuela. Antes, como dice Juan C Tedesco (1995) los cuentos, leyendas y narraciones
de los adultos que convivían con los niños en casa contribuían de una forma importante
a la socialización primaria a través de su simbolismo. Pero la televisión ha contribuido a
la pérdida de este mundo simbólico, introduciendo al niño en muchos de los secretos
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que antes eran exclusivos de los adultos: la violencia, el sexo y la incompetencia de los
propios adultos.
Es una evidencia que hoy día la estructura de la familia nuclear y los horarios de
trabajo de los padres convierten, para muchas familias, el tiempo disponible en un
verdadero lujo. Lo que sin lugar a dudas incide en el tiempo libre que disponen los
padres para hablar, opinar, intercambiar información, pensamientos y sentimientos con
los hijos.
Pero no solo ha disminuido Como refleja Noam Chomsk en la (des) educación,
el tiempo afectivo que los padres pasaban con sus hijos, sino que también se ha
reducido la proporción de tiempo “de alta calidad”, este es el tiempo durante el cual los
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padres no hacen nada más que estar con sus hijos. Lo que destruye la identidad y los
valores familiares. Lo que crea, entre otras cosas lo que se suele conocer como latchkey
children, los “niños con llave de casa”, que están solos al volver de la escuela.
Tendencia que se agudiza en aquellos lugares donde se ha reducido la jornada escolar al
medio día, alargando así el tiempo de un ocio incontrolado de muchos niños y
adolescentes que no tienen a su lado un adulto que les oriente.
Esta falta del tiempo tanto afectivo, como de alta calidad ha incidido de una
forma significativa en las relaciones y comunicación entre padres e hijos. Los padres
cuando vuelven del trabajo a casa la mayoría de las veces fatigados no están de humor
para compartir con los hijos de una forma pausada sus preocupaciones y el intercambio
de información que en otras situaciones sería habitual.
Pero esta situación que a primera vista parece inocente genera, sin embargo dos
tipos de alumnos y en consecuencia nos aboca a dos tipos de ciudadanos, los que por la
situación económica y cultural de la familia se pueden beneficiar de la oferta privada de
actividades extraescolares, ya sean en academias y/o en la escuela que siguen siendo
privadas en una gran mayoría, y la de aquellos que por no poder participar quedan
excluidos de recibir una formación complementaria a la de la escuela, lo que les
condenará, el día de mañana, a un mercado más precario de trabajo.
Ante esta situación los padres y madres debemos plantearnos ¿Que hacer para
que la escuela pública no genere este tipo de desigualdades? ¿Qué medidas se pueden
tomar para que la escuela con la oferta de actividades extraescolares no cree diferencias
y desigualdades?
Pero hoy, una mayoría de niños viven en ambientes inundados de la más variada
información, procedente de los más diversos lugares del mundo, con lo que ya, ni el
espacio, ni el tiempo son obstáculos para que la información llegue al caserío más
pequeño y aislado. Pero el problema no reside en esta nueva situación, en la que el niño
recibe un cúmulo incesante de información. El verdadero problema está en que esa gran
cantidad de información se recibe de una forma fragmentada y parcelada. Información
que el niño y la niña no son capaces de relacionar y darle sentido.
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antes, ya que como dice, A. Pérez en los retos de la enseñanza pública, si el individuo
no pude procesar la cantidad de información que recibe y en consecuencia se llena de
“ruidos”, de elementos aislados, más o menos sobresalientes, que no puede integran en
su pensamiento para comprender mejor la realidad y su actuación sobre ella, es fácil que
se deje seducir por lo que, aun no comprendiendo, se le presenta como atractivo .
4.- La multiculturalidad.
Nos encontramos ante una realidad para la cual la sociedad no esta preparada, ya
que en la educación ciudadana ha faltado ese ingrediente cultural. En consecuencia la
asunción de la multiculturalidad es un reto que no es fácil solucionar de un día para
otro. Por ello es la escuela la que tiene, entre otras instituciones, la responsabilidad de
incorporar como este nuevo elemento de la multiculturalidad.
Por otra parte, estos cambios a que nos aboca el mundo del trabajo, también
repercuten en una movilidad geográfica cada vez más frecuente de las familias, lo que
conlleva cada vez más a que las familias estén sometidas a cambios del lugar de
residencia. Cambios que sin lugar a dudas repercuten de una manera directa en los hijos
e hijas al tener que cambiar de escuela, de compañeros y amigos. Situaciones que
dificultan la integración y adaptación a nuevo entorno y nuevas realidades.
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situación? Los padres y madres tenemos una gran responsabilidad como parte que
somos de la comunidad educativa de exigir que la formación de nuestros hijos incluya
todas aquellas capacidades, habilidades y conocimientos que les permitan prepararse
para afrontar los desafíos de esta sociedad en permanente evolución y cambio.
La situación actual de continuo deterioro del medio ambiente nos puede abocar a
situaciones insostenibles en un futuro más o menos próximo. Es pues una urgencia que
todos seamos conscientes de la amenaza que supone para nuestra supervivencia y
calidad de vida, el lograr que a medio y largo plazo se restituya el equilibrio medio
ambiental tan alarmantemente deteriorado. La búsqueda de este equilibrio depende en
gran manera de que la preocupación por el equilibrio medioambiente pase a formar
parte de nuestra cultura. La escuela, como institución educativa y formadora de los
futuros ciudadanos tiene un papel insustituible.
Todo sigue igual que antes cuando iban a la escuela los que querían o podían. El
que se hayan incorporado a la escuela todos los niños y niñas entre los 6 y los 16 años
de una forma obligatoria, el que en cada vez más aulas asistan inmigrantes de las más
diversas culturas y creencias,… no afecta para casi nada a la inmutabilidad de esta
institución que a veces parece instalada en un bunker .
Que una institución escolar esté funcionando de una forma atemporal, es decir
como si lo que ocurre en la sociedad no le afectara es significativamente alarmante, ya
que en la medida que pase el tiempo la distancia entre lo que necesita el alumnado y lo
que ofrece la escuela será abismal.
Una vez que hemos reflexionado sobre los cambios que la evolución de la
sociedad ha experimentado y que dejan a la escuela cada vez más fuera de juego y en
una situación cada vez más marginal. Es necesario que nos planteemos qué funciones,
hoy es necesario que la escuela modifique, reestructure e incorpore para que pueda
seguir siendo eficaz y eficiente en una misión que, como todos sabemos, rebasa
ampliamente casi la única función para la que fue creada: instruir e informar.
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FUNCIONES DE LA ESCUELA
Las funciones que la sociedad le pide a la escuela no han sido siempre las
mismas; sino que éstas han ido evolucionando. Las funciones que se le exigen a la
institución docente, no pueden ser las mismas en una sociedad rural y agrícola, como la
que teníamos en nuestro país hace unos años, a las que hoy, una sociedad postindustrial
necesita. Es evidente que la escuela debe adecuar sus funciones a las necesidades de los
ciudadanos.
No hace falta profundizar mucho, para ser conscientes que los cambios tan
profundos que ha sufrido tanto la familia, como la sociedad en su conjunto, han creado
una nueva situación que conlleva nuevos problemas, a los que hay que buscar nuevas
soluciones. La escuela actual, en la que pervive un modelo educativo del siglo XIX, no
da, ni puede dar respuesta a las necesidades que hoy le reclama la sociedad. Para ello es
necesario que la institución escolar evolucione a la par que lo hace la sociedad, lo que
reclama los planteamientos de nuevas funciones para una escuela que, no puede en
modo alguno limitarse a la transmisión de conocimientos académicos
Función de custodia.
Esta función aparece cada vez como una necesidad, en la medida que ha ido
evolucionando la estructura de la familia y es la pareja la que comparte tanto el trabajo
laboral como el del hogar. Es una evidencia que son cada vez más las familias que
necesitan de la institución escolar esta función. Esta función de custodia, no hace mucho
tiempo, no era necesaria ya que estaba reservada a la familia en exclusiva. Los niños
permanecían en casa, al cuidado de la madre, de los abuelos e incluso de hermanos
mayores; pero desde el momento que la mujer se incorpora al mundo laboral, y la
familia se ha reducido, los niños al no poder permanecer en casa al cuidado de alguien
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necesitan la guardería, la escuela infantil, es decir un lugar donde poder estar mientras
sus padres trabajan. Aunque esta función no se reconozca de una forma explícita, sin
embargo hoy día tiene una gran importancia y de hecho, todos sabemos, que son
muchas las familias a las que se les plantea este problema los días que por cualquier
circunstancia no hay escuela.
Pero el déficit del niño actual en especial, de las clases favorecidas, no reside ni
en la cantidad de información que recibe, ni en la asimilación de los conocimientos
académicos; sino en no saber relacionar y organizar el complejo puzzle de la
información fragmentaria que él recibe de una forma constante. Difícilmente, si no se
sabe relacionar y unir los trozos tan variados de información, se podrá entender y
comprender lo que ocurre a nuestro alrededor.
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pueda crear conocimiento, que en definitiva no es otra cosa que comprender el
significado de las cosas.
La escuela para asumir las nuevas funciones como consecuencia de los cambios
sociales experimentados necesita repensar y reestructurar, la organización escolar, los
tiempos escolares y los espacios escolares. De lo contrario será imposible que puedan
responder con la eficacia que exigen el momento actual a estos nuevos retos y la escuela
seguirá abriendo cada vez una brecha más profunda, entre el pasado y el presente. La
escuela no puede seguir por mucho más tiempo con: el mismo modelo educativo, las
mismas formas básicas de enseñar, los mismos exámenes, los mismos tiempos
escolares, una organización y distribución de ese tiempo escolar de una forma rígida.
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pueden atender debidamente esta prolongación del aprendizaje , por falta de tiempo,
recursos económicos y/o conocimientos. Los denominados “deberes” o actividades
escolares en casa aumentan las desigualdades ante el fracaso escolar. Es un hecho
probado que los alumnos que disponen de mayores recursos materiales (bibliografía,
audiovisuales, informática) y humanos (ayuda familiar) tienen más éxito en estas tareas
y, consiguientemente, marginan a otros alumnos, que no pueden competir.
Además, la distribución del tiempo es otro de los factores básicos que se debe
abordar. La jornada escolar ha sufrido en los últimos tiempos una fragmentación,
cada vez más frecuente, en periodos de 50 minutos que dificulta un aprendizaje
reflexivo e interactivo y que dificulta en gran manera el dialogo constructivo entre
alumnado y docentes base de un buen aprendizaje . Evidentemente no hablamos del
aprendizaje academicista, sino del aprendizaje básico que los alumnos necesitan.
Por ello, es necesario abordar con rigor y profundidad el tiempo escolar que
necesita hoy el alumnado para desarrollar con eficacia los aprendizajes en la
escuela, sin tener que recurrir a completar fuera aquello que la escuela no hace por falta
de tiempo.
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Es evidentemente que el planteamiento de la jornada continua allá por el año
1988 en Canarias y después propagada lentamente por los sindicatos al resto de las
comunidades autónomas como un derecho laboral apoyándose en la autonomía de los
centros ha servido en estos 14 años como cortina de humo que ha impedido abordar el
verdadero debate sobre el tiempo escolar. Este planteamiento meramente laboral de los
sindicatos, sobre algo que es común a todos los sectores de la comunidad educativa, ha
demostrado, que a veces los intereses particulares y corporativistas están por encima de
los posibles intereses comunes. Y ello es sumamente peligroso en la medida que crea un
problema de enfrentamiento entre los integrantes de la comunidad educativa
Muchos somos conscientes que hoy más que nunca se aprecia una cierta
distancia entre el compromiso e intereses de una parte considerable del profesorado y el
compromiso e intereses mayoritarios, de las organizaciones de padres y madres.
Situación que dificulta cada vez más la formación y construcción de una comunidad
educativa, es decir, donde confluyan intereses y metas de los sectores que la
configuran. Los padres y madres como parte fundamental de la comunidad educativa
tienen que desarrollar el protagonismo que le corresponde. Protagonismo que hasta
ahora había detentado prioritariamente el profesorado, bien porque “los padres no han
sabido muy bien cuál ha sido su papel en la escuela y nadie se ha encargado de
explicárselo, como no sea el profesorado para reducirlos al de intendencia, mano de
obra en cosas triviales y carne de cañón ante la Administración.” (Fernández Enguita,
La jornada escolar).
¿Pero cuál es el origen del tiempo escolar que hoy está asentado en la escuela?
Todos parecen coincidir en que fueron los jesuitas los que introdujeron el tiempo
escolar basado en la hora y que más tarde se extendería a todos los ámbitos educativos.
Aunque “puede acaso tener precedentes más remotos, e igualmente religiosos. Se
argumenta que fueron los monjes benedictinos los primeros profesionales de nuestra
sociedad occidental, debido a su apego estricto a una temporalidad cuantificable y
objetiva (Zerubavel, 1981; Young, 1988; Whitrow, 1988). En definitiva, lo que terminó
por consolidarse en las escuelas fue este orden racional en el que el horario, la medida
de la jornada escolar, y la secuencialización temporal del aprendizaje de los saberes, se
convirtieron en los símbolos reguladores que orientan y coordinan la conducta de los
profesores, incluso de forma coactiva y fetichista” (Pereyra, Cuadernos de Pedagogía)
Por otra parte el paso de una sociedad de tipo rural, donde los ritmos de trabajo
eran irregulares, sosegados, y donde el reloj no era la clave que marcaba los ritmos de
trabajo, a la sociedad preindustrial e industrial hizo que se sustituyeran los ritmos
irregulares y sosegados en la medida que no beneficiaban la productividad
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A pesar del tiempo transcurrido ha llegado hasta nosotros prácticamente
inmutable, tanto el tiempo escolar, como su distribución y organización. Quizá la
conservación y la resistencia a la utilización del tiempo escolar de otra forma hay que
achacarlo, entre otras causas a la mentalidad fuertemente conservadora que ha
caracterizado a esta institución y que igualmente hace que prácticamente se siga
manteniendo el mismo modelo educativo del siglo XIX.
Tan asentado está la concepción el tiempo escolar, como algo inmutable, que a
pesar de toda la polvareda que se ha organizado con motivo del dilema jornada partida,
jornada continua, no se ha plantado el más mínimo debate que vaya más allá de
cuestionarse el tiempo escolar. Parece que no se tiene la suficiente agilidad mental para
pensar en una organización distinta del tiempo escolar. Todo se reduce a una lucha
baldía entre partidarios de una jornada u otra, apoyándose, la mayoría de las veces, en
argumentos a veces más aparentes que reales que en nada van a propiciar un avance de
la escuela.
Los padres y madres, ante el vacío existente, sobre este tema, en la sociedad
debemos hacer un esfuerzo y aportar e introducir aquellos elementos que permitan
dimensionar y enriquecer el debate.
Los fundamentos en los que se basaba la inmutabilidad del tiempo escolar han
empezado a ser cuestionadas, al entrar en contradicción, por una parte con la
imposibilidad de dar respuesta a parte de las nuevas funciones que habría que incorporar
a la escuela y por otra, al no responder a las nuevas necesidades de aprendizaje,
obligando a fragmentar tanto la adquisición de los conocimientos básicos, como los
tiempos y escenarios necesarios para su desarrollo
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se de un salto en la dirección de asegurar, una diversificación en los ritmos de
enseñanza-aprendizaje, y que sólo se puede satisfacer desde una concepción móvil de
los cronosistemas educativos que permita jugar con la adaptabilidad y movilidad del
tiempo escolar en función de las necesidades de la variada diversificación de los ritmos
de aprendizaje y enseñanza.
El que los horarios sean percibidos por el profesorado como intocable, son
consecuencia, tanto de las rutinas adquiridas como de la herencia de una antigua
tradición. Con este peso cultural de tanto calado es difícil pensar, imaginar en otra idea
de tiempo escolar móvil, flexible, adaptable…Y es que a veces, las concepciones, en
este caso del tiempo escolar inmóvil y rígido, están tan asentadas que dificultan en gran
manera pensar tan siquiera en plantearse la organización de una jornada distinta que
permita organizar el trabajo docente y el de los aprendizajes del alumnado de una forma
diferente.
En este sentido habría que considerar varias cosas: el lugar que las actividades
extraescolares deben ocupar en la formación integral del alumnado, la situación
económica, social y cultural de un amplio segmento del alumnado y los conocimientos
básicos y fundamentales para cada una de las etapas obligatorias.
Las actividades extraescolares han adquirido hoy día una gran importancia para una
parte de la población. Los idiomas, informática, música, el deporte, repasos y
refuerzos… son parte de las actividades que empresas privadas, sean en el mismo
recinto escolar o en academias se imparten cada vez con más frecuencia. Es evidente
que esta demanda creciente responde a una necesidad sentida por las familias y que la
escuela actualmente no satisface o lo hace de una manera deficiente.
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que le pueda permitir compensar los efectos negativos del ambiente familiar. La
heterogeneidad del alumnado que asiste hoy a la escuela requiere que la atención que se
le pueda prestar no sea ni la misma, ni igual para todos. Las diferencias respecto a su
nivel cultural, económico y social nos tiene que llevar a pensar el tiempo escolar de tal
forma que permita la atención tanto a las diferencias individuales como grupales La
diferencia existente en las familias en cuanto a conocimientos básicos, a motivaciones y
a expectativas de aprendizaje crea un déficit que hace que la distancia entre unos grupos
y otros sea a veces considerable.
Darle más importancia a una parte de los aprendizajes que a otra es “el reflejo de
una concepción pedagógica miope y desequilibrada, que en modo alguno parte de las
necesidades e interés de los alumnos” (A. Pérez 1992) Los aprendizajes que el
alumnado necesita estén considerados como enseñanza formal o actividades
extraescolares deben formar parte del mismo paquete y ser responsabilidad de la escuela
desarrollándose en el horario escolar
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ANEXO
ACLARACIONES TERMINOLÓGICAS
Jornada escolar del alumnado. Hace referencia al tiempo total de permanencia de las
alumnas y alumnos en el centro escolar. En ella deben incluirse todas las actividades en
la que éstos participan bajo la responsabilidad de la escuela. Como ya veremos más
adelante, no conviene resaltar las diferencias entre tales actividades, ni estandarizar las
clasificaciones de las mismas, porque ello supone la aceptación de un tipo de
planteamiento pedagógico en sí mismo tan discutible como cualquier otro.
Jornada laboral del profesorado. Hace referencia al tiempo obligatorio que requiere el
desarrollo satisfactorio de cuantas actividades exija su práctica profesional. En ella debe
incluirse:
- El horario dedicado a la docencia directa en interacción con los alumnos: jornada
lectiva.
- El horario de permanencia en el centro dedicado a tareas de preparación de forma
individual o grupal, para el desarrollo satisfactorio de la docencia, así como las tareas de
organización, coordinación y gestión democrática del centro y del aula: jornada escolar.
- El tiempo de dedicación profesional fuera del centro en actividades de formación,
investigación, evaluación, participación en seminarios, y cuantas tareas se encaminen al
desarrollo profesional del docente, así como a la preparación inmediata de su
intervención docente: jornada laboral extraescolar.
Jornada del centro. Hace referencia al tiempo de apertura del centro para el desarrollo
de actividades educativas y/o culturales al servicio de la comunidad social.
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