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Siglo XXI ¿Qué hacer?

2da aproximación

Osvaldo Drozd

La actual realidad latinoamericana, o más particularmente sudamericana, es imposible


entenderla, si no es a partir del nuevo escenario político y económico internacional, a saber, de
las nuevas relaciones de fuerza que van desplazando el eje, que hacía del mundo occidental, la
panacea a la cual debían aspirar todas las naciones denominadas periféricas, no solamente en
lo concerniente al desarrollo económico, sino principalmente en cuanto a aceptar como
imprescindible, la adopción de los patrones culturales de ese primer mundo, hoy sumergido en
una profunda crisis.
La crisis actual del sistema occidental no es sólo económica, sino también que ésta, adquiere
un correlato necesario en lo social, en lo político, y en lo ideológico cultural.
A mi entender esta no es una crisis del capitalismo en general, como algunos sostienen, sino
que es la crisis de un capitalismo en particular, el del bloque que auspició la irracionalidad
neoliberal, haciendo del capital financiero el aspecto principal de la acumulación, mientras que
por otro lado los antiguos países de la orbe socialista, reconvertidos en capitalistas,
comenzaron un desarrollo, que de a poco comenzó a carcomer, el predominio económico de
los países que lideraban la economía mundial. Esto es el resultado de una tendencia objetiva,
que es la del desarrollo desigual y a la vez combinado, o también denominado desigual y a
saltos. A nivel planetario el capitalismo en su etapa mundializada, nunca se expande de
manera igualitaria, sino principalmente desigual, y la emergencia de nuevos picos espaciales
de crecimiento, necesariamente provocan nuevos pozos, allí donde no estaban. Esto es como
dije más arriba, algo que se produce de manera objetiva, quiere decir que no es
necesariamente conciente, aunque su profundización necesite de un proyecto estratégico.
El surgimiento de las izquierdas latinoamericanas, con todo lo que ello implica, como el
cuestionamiento a los ajustes y desguaces neoliberales de los 90, el retorno a otorgar al estado
una función insustituible con respecto a la economía, y principalmente el pararse de otra forma
con respecto los poderes hegemónicos, no es el resultado solamente de que en la era Bush,
los EEUU descuidaron su patio trasero, sino principalmente a que los nuevos emergentes
asiáticos y euroasiáticos, comenzaron una relación mucho más fluida con respecto a
Sudamérica, entendiendo al continente como pieza fundamental en el armado de un nuevo
sistema multipolar. Fue así como por ejemplo China, desplazó a los EEUU en cuanto a ser el
principal receptor de las exportaciones de países como Brasil y Bolivia, o Rusia el principal
proveedor de armamentos a Venezuela. Entre los gigantes euroasiáticos y Sudamérica, hoy se
produce una gran transferencia de tecnología, principalmente en lo referido a energías como el
petróleo o el gas.
La actual crisis europea, principalmente en Grecia, España, Portugal o Italia, que pronostica
ajustes salvajes similares a los que padecimos los sudamericanos en los 90, es el chivo
expiatorio de la crisis estadounidense de 2009, que aún no tiene resolución.
Ante este panorama estamos parados de otra forma, y esto es porque el alineamiento
internacional cambió sustancialmente, y aunque esto se de cómo una tendencia que se
despliega objetivamente, aún creo que no tenemos una estrategia común, que pueda romper
con el espontaneísmo, y pueda proyectar una estrategia que no sólo rompa definitivamente los
lazos de dependencia, sino que sea capaz de construir un modelo político autónomo,
propiamente nuestro, y para esto es necesario una transformación de la cultura que Occidente
nos fue imponiendo, y poder ver que el centro del planeta está en otro lugar que el que nos
hicieron creer, o más precisamente que no tiene un centro, y tal vez una pequeña luz al
respecto, fue la marcha de los pueblos originarios en los festejos del Bicentenario el pasado 25
de mayo en pleno centro de Buenos Aires.

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