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aiquw, Revita de Flowaia, n° 20, 2000, 5.23, Identidad y Alteridad Una aproximacién filoséfica al problema del doble* REMEDIOS AVILA CRESPO“ Resumen: Fl sige tbo prot moar Abtract: The Following work ty to present the sq le dead slg gu ae gana prc came ‘vay to ave indie te the human ety By tm obleus dele otf. en un seco amphi Inca ofthe other. The otberes has diferent ‘ero no ieaneret come scald Anais, ses Patino somthing nen. AS A else ae diced michis manera, tombs a tote propos. athe beings sine by many koraad puede ser entndi on varios semis. rayon and the alter also can be understood ‘em enrelacio a alge que cafe alo mie ‘vith fen signiistions in rk fo some ‘a una ig hat gives certain uit he alti Palabras lave: Plan, Freud, Tslx, ania Key words: Plo, Few! Taylor ty, ralph ulilickad domi, ahead rnenacion, is ideati.eer.agaertation Introduceién El problema filosdfico de la identidad es un problema antigua, Pero hoy también son numerosi- simos los foros, los congreses, las obras literarias y de ensayo, donde se discute. Quiads en este fin de siglo, que es también fin de milenio, esta pregunta — ;quiénes somos?— nos result si cabe mis aacuciante, en la medida en que necesitamos devolvernos una imagen de nosotros mismos que nos asegure gice hemos sido y qué hemos sido, En literatura la pregunta esta presente en ese interesan- imo género que cs la autobiografia, la narrativa del yo —la narrativa de la verdad, como la ha Ila- ‘mado rocientemente y con toda razén Mufoz Molina—, y alli parece mostrarse que lo que somos se nos hace patente en el recuento, en la mirada que la memoria dirige al pasado, la mirada intensa ‘ya veces esclarecedora del recuerdo, . ‘Tambien esta reflexion quiere contar con la memoria, Por eso, quiero comenzar mirand® a los inicios, al alba misma de la Filosofia, pues no solo en los finales, sino también en los comienzos se formula la pregunta por la identidad. Tal es el caso de Platon, que en uno de sus dilogos mas genui~ rnamente metafisicos, £7 Sofista, plantea ese problema que sigue teniendo interés y vigencia para nosotros. ¥ no deja de llamar Ia atencién que en Platén mismo y en la reflexidn que despiertan sus didlogos se plantee no sélo la pregunta por la identidad, sino también y al hilo de ella, la pregunta por la alteridad. Es verdad que ka aetualidad de esas proguntas necesita una reformulacion, pues, como dice Ricoeur, «una ontologia sigue siendo posible en nuestros dias, en la medida en que las = Um primers vesién dese abajo ha sido acta pra su picacion en a Fito Cated, em bro coletvr Le iomce dea inte “= Diesen de cont! Phtor Manucl Maldonado, 41-1" C, 18007 Granada 6 Aids Ait Crepe filosofias del pasado sigan estando abiertas a nuevas interpretaciones y apropiaciones»; si esto no fuera posible, entonces «el pensamiento de hoy solo podria elegir entre la repeticion y la erranciao! Tal reformulacién es precisamente lo que posibilita que la tradicién, en lugar de ser un laste y un pesado fardo que se arrastra, sea algo vivo. ¥ asi, con la intencién de actualizar antiguas reflexio- nies podemos entonces formular la pregunta: ,qué tiene que ver la reflexion platonica acerca de lo Uno y lo Miltiple, lo Mismo y lo Otro, la Wdentidad y Ia Diferencia, con nosotros, con la pregunta acerca de nuestra propia identidad, de quiénes somos? ,Cmo se traduce en nuestra tiempo la expe- riencia de Jo ov y de ser onras? Lo que pretendo mostrar en fo que sigue es que la identidad es algo que se gana por el camino oblicuo de «lo otro», en un sentido amnplio, pero no inconcreto, como intentaré aclarar. Si, como sefialé Aristételes, «el ser se dice de muchas maneras», también la alteridad puede ser entendida en varios sentidos, pero esa multiplieidad de sentidos no podria ser pura indeterminacién: si la varie- ‘dad fuera infinita la equivocidad nos impediria hablar de ella. ‘Aunque no se trata aqui de una estricta relexiGn sobre Platén, este trabajo intenta responder a aquellas preguntas siguiendo inicialmente su rustro. Asi seri preciso tener en cuenta, primeramen- te, el reconocimiento por parte de Platon de /o Otro —o Distinto, la Diferencia— como género supremo, frente a la posicion radical de Parménides y rebajando de ese modo la exigencia do iden id absolura para que algo sea, Pero esta critica alos eléatas lo situa a gran distancia de las posi- cciones sofistas. Y a este aspecto me referiné por extenso, pues me interesa especialmente poner de relieve otras dos formas de alteridad, de duplicidad, que han sido la base de aquellas eriticas a Plax ton que se inspiran en Nietzsche: Lo Otro, como el «otro mundo». a imagen del eval se ha discfia- do este (el mundo sensible, del devenir y el eambio); y fo oro, como la experiencia del simulacro, de aquello que simula ser y que no es. En ambos casos el Modelo y el simulacro constituyen las referencias limites del mundo, de weste mundo», Insistiré de manera especial en esta tematica, yy tomando como punto de partida el simulacro, sera posible, por una parte, poner de manifiesto las ‘aices filosdficas del problema del doble, que Freud llamara «lo siniestron; y, por ofr recuperar una, forma de alteridad: la de e! otro, la de los otros que componen mi mundo. Sobre esa base, cabe pre {guntar finalmente si «el otro mundo» —el mundo de la utopia— es una estratagema para huir de la realidad © una estratogia para dirigitla y oftecerle sent 1. Entre ta identidad absoluta y el relativismo LL, Ser uno y ser lo mismo I nacimiento de la filosofia esté profunda y esencialmente ligado a la experiencia del cambio, ‘Ya sea bajo la forma del devenir como tal, ya sea bajo alguna de las viveneias que acompaitan a ste: el sufrimitento, la muerte (ya decia Schopenhauer que no hay reflexién sin dolor); en cualquier caso es la vivencia del cambio, de lo que no permanece, de lo que es mudable y perecedero, lo que en lineas generales promueve y alimenta el pensamicnto y la filesofia, ‘Simismo com ar. Tra A. Nee Sig Vino, Madr, 196, p33. 2 Para mantener clara diferente estos dvcrnos ends dann on ue sig, mane erate tafaen cada cao: do Otros. dsignar el gévero stem aque Pn s fire en Ef Sef 0 Oto» refer sfovto mundo, mundo de bs [slo oa» designs el imulew .imiment, sel cr. m4 ala. flexion Panice, se reflerea aque subjeividadss dis dl yo, cel pronome persona! dla primers Reson, Monti oteridad 1 Este problema fue abordado por las primeras Cosmogonias, que, en un marco todavia mitico, no fueron capaces de offecerle una solucién satisfactoria. A la pregunta acerca del origen y de la gene- sis del cosmos el mito offece una respuesta en forma de narracién de una serie de nacimientos suce- sivos por generacién sexual’. Pero ¢] problema ofrece una solucién muy diferente en las primeras CCosmologias wriegas: se trata de encontrar un principio abstracto que, mas alla de lo mudable y de lo que deviene, oftezca un fundamento y una razon. Lo que la filesofia busca detris de la naturale- za (physis), el objeto de la reflexién que con todo derecho se denominari metafisica, no es ya un ser sobrenatural © mitico, sino la pura abstraccidn, inmutable e idéntica, que Parménides Hamar Este ser (10 dn), objeto de la busqueda de Parménides, se caracteriza por su identidad Gnica, sin- gular, opuesta a la pluralidad. Y, siendo inmutable y ctemo, constituye un paso previo para ta dis- tincién platonica entre dos mundos: el ser y el devenir, el ser y la apariencia, Segiin Parménides solo al ser es, y es inmutable, etemo, leno, uno, inmdvil, fnito y esférico. Hay una tnica realidad de donde no es posible que haya surgido la pluralidad; esta ultima, como el movimiento, es iracianal, ininteligible, y no tiene el rango de ser. De ese modo, la primera reflenién acerca del ser, c} inicio de Ia ontologia, se salda con el rechazo del devenir y del cambio: la fuente de inquietud queda final- ‘mente cegada, negada en su realidad, oscurecida. En este marco es preciso situar la reflexion platonica, que, aunque hereda y continda la de Par- ‘ménides, no paga un precio tan alto, También Plat6n intenta encontrar «lo que es verdaderamente», Jo auténticamente real (dnros dn), pero intenta alejarse tanto de la solucién radical de Parinénides, como, sobre todo, del relativismo de los sofistas. PlatGn intenta fundar un discurso verdadero en ccontraste con el perseguido por estos iltimos*, puramente retdrico ¢ interesado por los efectos pro- ducidos en aquéllos a los que va dirigido. Busca la racionalidad del discurso, pero esa racionalidad cexige una condicién fundamental Is consistencia de la realidad, la identidad de las Formas. El fun- ‘damento Ultimo del discurso racional es Ia identidad, 1a inmutabilidad de las Formas, que no estan ‘sometidas al cambio, al devenir, que son inalterables. Lo que es verdaderamente, lo auténticamen- te real, e uno y lo mismo, es decir, poses las caracteristicas de mismidad e identidad: «Conservar ‘siempre el mismo estado y las mismas maneras de ser y permanecer eternamente idéntico son cosas que s6lo convienen al ser mis eminentemente divino», escribe Platén en Ei Politico’, Sélo to que es idémtico tiene una esencia (ousia), y esta ultima es lo que caracteriza a lo que es verdaderamen- te y con todo derecho. ero, a pesar de la evidente cercania al punto de vista parmenideo, Platén no puede negar la evi- **, Rosset sostiene que, aunque la temsética del doble haya sido muchas veces relacionada cen ef Remanticisimo y con los fenomenos de desdoblamiento de la personalidad, se tata de un tema y de un problema muchi- sim més amplio, como se ve en el caso de Ia «ilusién metafisica», inherente a las filosofies de ins- Piracion idealist. En estos casos, y muy concretamente en el de Platén, como inspirador del idealismo, el sentido de este mundo se busca, no en él mismo, sino en Lo Otro, wel verdadero mun- do». La autentica esencia del mundo, su fin, su diteccién, su sentido, radica fuera, en otra parte. Y es asi como se Hleva a cabo la duplicacién del mundo: se busea «un doble» capaz de ofrecerle sentido, Bajo ese punto de vista la vide aparece como algo siempre diferido: algo que no esta donde esta y que esta donde no est, «La vida esti en otra parte», de acuerdo con el titulo de una obra de Milan ‘Kundera. En otra parte y lejos, de manera que nunca es posible vivirla, sentria directamente, sino ‘inicamente diferirla, aplazarla, Es algo asi como aquella teflexién que hace Bloch sobre ta mala utopia, que hace suyo el aserto «alli donde no ests, alli esta la dicha», basta que uno Hegue para que ella se vaya. Pues bien, la ilusién metafisica se define como un intento de «relegar lo real a otro ‘mundo completamente distinto del mundo de las apariencias»™, y es de ese modo como cierta cla- se de filosofia pretende ayudar a vivir: se borra lo real en provecho de la representacion. La cosa es tolerable si y sOlo si est mediatizada, desdoblada®. Kundera offece una interesante explicacion de este hecio en lo que ét ha denominado «la insoportable Tevedad del sem», de acuerdo con el titulo de un relato de notable éxito en ls dltimos alos, y que designaria el nihilismo resultante de la pér- dida de ese «doble» platonico, Ia pérdida del otro mundo». El otro mundo permitia vivir esta vida como un ensayo previo, como una. preparaciém para aquél, que es como éste, pero comregido. La levedad, la pérdida de espesor y de peso, ocurre cuan- do desaparece el ideal, e! Modelo, Lo Otro, y consiste en la imposibilidad de repeticiGn y, por lo tanto, de correccién; la vida no viene después de un «ensayo previo», no hay moviola, no hay lugar para la tepeticin, ni tiempo para una «segunda vez». Kundera lo expresa ai «1 hombre lo vive todo a la primera y sin preparacién, Como si un actor representase sit obra sin ningin tipo de ensayo. Pero ,qué valor puede tener la vida si el primer ensayo part vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni siquiera boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrader de algo, la preparacion para un ‘cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un bortader sin, cuadro, “Einmal ist keinmal’,repite Toms para si el proverbio alemin. Lo que sélo ocurre una vez 68 como si no ocurriera nunca. Si el hombre sélo puede vivir una vida es eomo si no vivie- a en absoluton” 28 ROSSET. Cl. Lo ys doble, Enso sobre asi, Tague: Barston, 1993, p. 28 ope p64 30 foe ct pp 6258 31 KUNDERA, M. La isoporable lve de ser, Tusguts, Borel 986. p 16 ent yatoridars 13 YY esa imposibilidad de repeticion, ese cardcter definitivo de la vida, que ya no es nunca més ensayo», «lentativa, «aproximacidm, es justamente lo que no soporta el idealismo, que necesita de la ilusién del doble, del postulado de una segunda vez», de «otro mundo» que pueda resarcir- nos de éste, que pueda compensarlo, La prueba de fuego contra cl idealismo seria justamente la aceptacién de este mundo sin paliatives, que es lo que propone Rosset, siguiendo a Nietzsche: una reivindicacion del prescnte, 2.2, La copia y el simulacro Pero la problemtica del dable no se agota abi, no s6lo apunta a una duplicacién del mundo, sino aque, ademis, sugiere demtro de «ester mundo una duplicacion de imagenes (copias y simulacros), Tambien Deleure intenta una inversion del platonismo, y en esa direccién comienza sefalando que <1 miotivo ultimo de la dialéctica platénica hay que buscarlo en una «voluntad de seleecionar», de escoger. de diferenciar. El proyecto platénico —dice Deleuze*— tiene sentido sobre la base de una correcta inteleccién de la division, esta no es un provedimiento entre otros, sino que reline toda la potencia de la dia~ Iéctica, E1 método parece, primeramente, consistir en dividir un género en especies contrarias para subsumir la cosa buscada bajo la especie adecuada, pero realmente Ia fnalidad de la division hay {ue buscarla en Ia seleccién de linajes. Hay que distinguir lo auténtico de lo inauténtico: ésa es Ia intencién del Fedro (distinguir la locura del deliro bien fundado 0 el verdadero amor); del Patirico (distinguir el auténtico pastor de hombres); del Sofista (acorralar las copias falsas, en este caso el sofista, que aparece rebajado al nivel del simulacro).. De lo que se trata, en definitiva, es de fundar una pretensi6n: la pretension de set que tienen todas las cosas. ¥ los pretendientes, los candidatos a ser son, por una pate, las eopias. por otra, los simulacros". Las copias son poseedores de segunda, pretendientes bien fundados, avalados por la semejanza; los simulaeros son como falsos pretendientes, construides sobre una disimilitud, que implica una perversion y una desviacion esenciales, Platon intenta ascgurar el triunfo de las copias, rechazar los simulacros, mantenerlos encadenados al fondo, impedir que suban ala superiicie y que se «dnsiniien» por todas partes. Y asi Deleuze encuentra dos dualidades: una patente 0 expresa. y ‘otra latente u oculta, La dualidad manifiesta —Idea e imagen— asegura la distincién latente entre dos clases de imagenes: la copia o icono, que es una imagen buena, bien fundada sobre la identidad superior de la Idea, dotada de semejanza, construida sobre el modelo de lo Mismo. Y, por otra par- te, el simulacro, que encubre una desemejanza, un desequilibro intemo, y cuya pretension de ser se funda en una agresi6n. una insinuacién, una subversion contra la Idea. El simulacro tiene un cierto caricter demoniaco y se construye sobre una disparidad, sobre uma diferencia de base La literatura oftece magnificos ejemplos de [a potencia del simulacro. Pienso ahora en el rela- to que Borges incluye en la Historia universal de ta infamia bajo cl titulo «E1 impostor inverosi- ‘il Tom Castro», el hombre que, burlando las leyes impuestas por el Modelo, se hace pasar por ‘otro al que ni se le parece ni pretende asemejarse, y descubre «lus virtudes de la disparidad» al ser reconocido como el mismo por la madre del otro, del auténtico. dispuesta a sostener lo impo- sible, antes que a hacerse cargo de una pérdida insoportable. Pero pienso también en esa historia rmagistral de Casares, La invencidn de Morel, que uno no sabe si es una reflexion sobre la impo- 32. DELEUZE. G.. Lacie de! seo, wPlatiny lsimulaeron. Baral, Barcelona, BB Lae it pp 32558. pp. 32h 4 Remedios Ara Crespo sibilidad del amor, o una tragedia cuyo tnico protagonista es el tiempo y cuyo nudo no es posi ble resolver por la incompatibiidad eronolégica en la que viven sus protagonistas, incompatibi= lidad que evidencia el desajuste esencial entre cl tiempo del amante y el del amado. Pero sca lo ‘que sea, se trata alli de nuevo de la potencia y la fuerza del espejismo y, mucho mas, de la vires curativa del simulacro, que en este caso aparece dispuesto como un espectro, un fantasma, una ‘quimera genial, Pero volvamos a Platén, donde a pesar de todas las matizaciones a la lectura parmenidea, el ‘modelo sigue siendo lo Mismo y la copia, lo Semejante, A la identidad del modelo o del original ‘corresponde la similitud cjempfar, ala semejanza de la copia corresponde la similitud Hamada imi- tativa, Si, como advierte Deleuze, se considcran las dos formulas siguientes: «solo lo que se pare- ce difiere» y «silo ls diferencias se parecen», se comprenderi que hay dos lecturas del mundo, Una ‘nos invita a pensar la diferencia a partir de una similitud o de una identidad previas; la otra nos inv ‘aa pensar la semejanza o incluso la identidad como el producto de una disparidad de fondo, La pri- ‘mera define el mundo de las copias y pone al mundo como icono; la segunda define el mundo de los simulacros y pone al mundo come fantasma. Para Deleuze, invertir el platonisto significa mos- trar la fuerza de Ios simulacros, afirmar sus derechos entre los iconos y las copias. Se trata de pener la subversion en este mundo. El simulacro no es una copia degradada, eculta una potencia positive {que niega original, copia, modefo y reproduccién. Supone que no hay punto de vista privilegiado ‘i objeto comin a todos los puntos de vista ‘Se comprende asi, en los dos casos que estamos examinando, lo que significa «invertir el plato- nnismo»; en el primer caso se trata de reivindicar el presente, este mundo, y, por tanto, de destituir ‘el Modelo; en el segundo, de afirmar los derechos del simulacro, de reconocer la ausencia de un punto de vista privilegiado. Estas dos intenciones, sata ala vista, estan estrechamente emparenta- das. Pero, jes eso todo lo que cabe decir acerca del platonismo y de esas dos referencias que nos brinda y que hemos determinado como el Modelo y el simulacro? ;No cabe otra manera de incor- pporarlas, otra lectura. otra interpretacién, otro sentido? ;No habri proyectado Platon fuera una viveneia daverfor de duplicidad, de incoincidencia, y una necesidad profunda de armonia, de per feccidn de identidad? {No serin el Modelo (Lo Oto) y el simudacro (Io otro) sendas expresiones de algo profundamente humano, que noes s6lo deficit, carencia, sino también riqueza, voluntad de ere- cimiento y de poder en sentido nictzscheano? zY no habré tanto en la teflexién platénica como en Ja que pretende desenmascararla un mismo olvido, el olvide de otra forma de alteridad no referida hasta aqui? Para intentar responder a estas preguntas voy s explorar la via que nos brinda la refle- xin de Freud acerca del dable y lo siniestro, 3. Excursus sobre el doble y lo siniestro ‘Hemos recordado ms arriba la reflexién que Platon hace en Fedro a propésito de esta proble- ‘itica: Platén reconoce all la existencia de una duplicidad en las cosas, de un lado derecho y otto siniestro, entendiendo este iiltimo como algo «doble> de otra cosa, pero también asociado a la ppotencia corresiva del simulaera, De manera que lo siniesttoy el problema del doble resultan empa semtados desde antiguo. Y eso ocurre también en la significacion que usualmente se da al termina ‘siniesico», Ademas de otras muchas, el diccionario propone significaciones tales como: «lzqui do, Avieso y malintencionado. Infeliz. funesto, aviago. Propensin einclinacidn a lo malo. «Sinies- ‘rom es tanto una parte «doble» de otra, como algo malo, Esa vonexién vuelve a ponerla de relieve Freud aiadiendo importantes matices, que estan presentes en la literatura romintica, Menta y aera 15 Es casi un t6pico literario el tema del doble y Jo siniestro, referido de modo especial al eampo de lo psicolégica: Chamisso, Poe, Maupassant, Stevenson, Dostoievski, Hoflimann, Borges, Calvi- no, Casares, Sdnchez Ferlosio... han reflexionado sobre él. Pero, aungue ya me he referide a algu- nos de ellos, quisiera destacar a E.1.A. Hoffmann, a causa de Ia relevancia que durante toda su vida tuvo para él esa problemitica, y porque, ademas, su cbra fue el punto de referencia de la reflexién de Freud, ‘Cuando contaba alrededor de cuarenta afos, Hoffmann eseribié um relato, Los elivines del dia ‘lo, cuyo protagonista, un monje llamado Medardo, bajo los efectos de una bebida diabélica, pade- ce extrafas vivencias de desdoblamiento. En un interesante libro sobre la vida det autor, Carmen Bravo-Villasante indica eémo Hoflmann compuso el relato sobre la base misma de sus propios temores, Las alucinaciones que suftia a causa de la bebida le hicieron padecer el temor de la locu- ray esa amenaza —la pérdida de Ia propia identidad, el desencadenamiento de unas fuerzas inter- nas incontroladas, el vétigo, la alucinacién— es lo que Ia obra referida muestra con maestria. Peto Bravo-Villasante Hama la atencién sobre un aspecto quie me parece importante: la retacién entre Ia demencia y el automatismo. En esos dos elementos ve Hoffinann mucho en comin: cE loco es ‘como un automata que, puesto en marcha, no puede detener el proceso de la locura; sus movimien- tos mecanicos son ajenos a su libre albedsio, y funciona como la miquins automitica a la que se le ha dado cucrdan"s Por ese mismo tiempo Hoffmann escribe un relate més breve que recoge los aspectos mis rele- vantes de esta temitiea. Se trata de EY hombre de la arena donde de nuevo vuelven a ponerse de rmanifiesto todos estos ingredientes: el doble, lo siniestro, la locura, la repeticién, el automatismo, El argumento es demasiado complejo como para intentar resumirio en unas poeas lineas, pero trata, de un hombee atormentado, que, cuando era nif, suftio la pérdida de su padre en extraias cir- cunstancias. Esa pérdida esti relacionada con la aparicion de un personaje, repulsive y aterrader que aparece una y otra vez en la vida del protagonists bajo distintos nombres (Coppelius unas veces, Coppola otras), ¢ identidades (relacionado con el personaje fantistico de un «arenero», como ven dedor de lentes, ete.). Nataniel cl protagonista, acaba siendo victima de un destino atiago. El ya sospecha esto cuando, en una carta dirigida a Lotario, amigo suyo y hermano de su prometida, Ic dice que hay «un velo de tristeza que eubre su vida amenazada pot un destino fatal, que posible- mente s6lo podri desvelar con la muerte» Pero esta carta, que por aecidente llega a Clara, su pro- metida, da comienzo a importantes desacuerdos entre la pareja, Clara le advierte que todos esos presentimientos solo estan en su cabera, que son obra de fuerzas interiores y no externas y que su cficacia radica exclusivamente en la credibilidad que les preste. Ante la pregunta sobre si «hay un ‘oscuro poder capaz de corrompemos», Clara sostiene que los combates del tipo que describe Nata- nicl tienen lugar en el interior de uno mismo. «;Fxistiri alguna fuerza oculta —e pregunta’ —, dotada de tal ascendiente sobre nuestra naturaleza, que pueda arrastrarmos por una senda de des- gracias y de desustres? Si existe, esti en nosotros mismos .. Si recorremas con firme paso la senda de la Vida, la fuerza oculta trata inititmente de atraernos a sus brazos ... Convéncete de que estas figuras no pueden hacerte nada: s6lo el pensar en su poder enemige puede hacerte dafio». Por su parte, Nataniel, que poco a poco experimenta un cambio en su vida y en sus actitudes, sostiene que todo ser humano, creyendo ser libre, es sélo un «juguete trigico de oscures poderes, y es en vane 34 BRAVO-VILLASANTE. C.,£aluinaie mundo de ETA. Hanan, Nostromo, Madi 1973.9. 35. Trad. C, Bravo Villans, Pequens Biotea CALAMUS SCRIPTORIUS. Bereloa, 1972p, 36 oe ot. pp. 57-8 16 Remedios dla Ons «que se oponga alo que fa decretado el destino» . ante Ia insistencia de su prometida que le adver- (6: «a nadie debes culpar sino a ti mismo, porque su fuerza reside en tu credulidady, Nataniel res- onde con fisldad diciendo: «Eres un autémata,inanimado y maldite», Pero, en contra de todo lo previsto y contristando irdnicamente on el reproche que Nataneldirge a Clam, el protagonists se cenamora casi inmediatamente de la bella y silenciosa chija» del doctor Spalancani, la hermosa Olimpia, ela si un invento mecénico, una mufeea fabrieada por el doctor y por Coppola que acaba hhundindolo en la desgracia y la muerte Sobre este texto Freud construy6 una interesantisima reflexion que publicd bajo el titulo de Lo siniesiro, donde resultan estrechamente vineulados los problemas del dable, lo sniestro y la tepeticion compulsiva. Freud comienza sofalando que la voz alemana rnheinlich esol antonimo de heimiich y de heimisch (inti, sereto, familia hogareio y doméstico). y que. a primera visa, lo siniestro(unheintch) parece eausarespanto precisamente porque no es conocido, familiar, cerca- not, Pero advierte que eimlich es un tSrmine que no posee un sentido inco, sino que designa dos grupos de significaciones: por una pare, significa lo que es familiar y confortable; por ora, desig- na lo oeulto y lo disimulado. Unkeimlfch es anténimo del primero de ests sentidos, pero no de segundo: signifiea por una parte, lo acu, socrto, intimo: pero, por otra, lo inguicante, incomo- do, extrafo. Freud destaca la definicin de Schelling. que considera wnheimlichwtodo lo que debia haber quedado oculto,seereto, pero que se ha manifestadon*! La reffenion de Freud a proporito de lo siniestro y en el terreno estrctamentepsicolépico, des- taca, por una parte, una signifcacion que tiene que ver eon una stuacin en que las fomteras de lo realy lo fantstco resultn borrosas®. Ademas,objetosinanimades, fantisticos,resultan parecidos 4 otfos, «dobles» de otros animados y reales. ¥ Freud reconoce en Hoffmann al maestro capaz de poner de manitisto la relacin entre To sinisto el doble. Por otra parte, en el efecto sinistro del dobie hay slgo que esti estrechamente relacionaio con una repeticn mecénica, con un cieit aulo- ‘matismo que Freud identifica con el retomo de lo reprimid: el retorno invokantario a un mismo lugar. Por ese camino, Freud sefala que «la actividad psiquiesinconsciente esti dominada por un ulomatismo o impulso de repeticin (repetiion compulsiva, inhetemte con toda probabiidad a la esencia misma de los instntos, proviso de poder sufieiente para sobreponerse al principio del placerv* 37 le. cit. pp. 668 38 le cits 39 oe olt_p 67 {0 Tad. L! Leper Ballesteros y de Tomes Pogues Bibileca CALAMUS SCRIPTORIUS. Barston, 1979p. 12. AL hoe cts. 18 42 Freud dostace hecho dea dade gue un Ser apoencmcnt anima een ecto vives y aH mers. gue ‘objeto in id exe guna Frm rinow Es so gue seme ne yelo de Hofans pros, por sie Plo. de a mutesa Olimpia, dein que Naan, dessorecind su cndién. se ener 43 «Scpin mis obvervaciones, en eis condiciones yen comminacin con dstemmadis cust, dpc sn dada la semacin dl sist, gut por oa porte no eer a sensei de orided de muchos eta none) a la que se tiende, no puede ser una unidad vacia y eriginaria in cunidad perdidar—; no es tampoco una unidad impuesta desde dentro o desde fuera y por la fuerza. Es mis bien una unidad tendeneial una «unidad de referencia», un horizonte compartid ‘Algo que se pone de manifiesto en un hecho tan natural como sorprendente que es el hecho de Ia comunicacién humana. Y probablemente la comunicacién sea en filosofia lo que el amor en i Hite- rata: el ema en tomo al cual gira too Calvino me have pensar en Aristteles y en la forma en que este iltimo resuelve el problema fiente alos sofistas, pero también frente a Paton, Para volver al modo en que plantedbamos el pro- ‘blema al principio, hay que recordar que el problema de la relacion entre lo Uno y lo Miitiple tie- ne en Platén una solucion metafisica (paticipacién del mundo sensible respecto del intlisible y comunidad de los géneros) que Arist6teles critica ya la que opone Ia suya propia, basada en la refle- ‘xin sobre el lenguaje y contenida en cl asert «lo que es —dn—se dice de muchas maneras». Esta 488 «Poutoion, Nuesrasamepastdos Tra, F. Bee. Alana Tres Mand 1988p. 397 8 Loe cin. 20 Remedios fil Crepe problemética vuelve a plantearse en las interesantisimas reflexiones que Hevaron a cabo acerca de la relacién entre ef lengunjey Ia realidad y que Platon recoge también en sus didlogos. En un caso y en otto Aristételes reprochari a Platén que éste haya aceptado demasiado sumisa- mente el planteamiento eléatico del problema y la soluciGn metafisica del mismo" Pero la origi nalidad del planteamiento y de la solucion aristotelicas radica en el hecho de haber puesto de manifiesto que tanto en el easo del probleina de lo Uno y lo Miitiple, como enel dela reacién entre lenguaje y realidad, Platon y los sofistas oscilan sin solucin entre dos altemativas imposible: la esencia 6 accident, la univocidad o Ia equivocidad absolutas, Por su parte. Aristoteles muestra, respecto del primero de los problemas, que no cs posible una ontologia que verse exclusivamente sobre la esencia (lo Uno). ni tampoco una ontologia que verse cn exclusiva sobre el aeeidente (Io Miltiple). ¥, en cuanto al segundo problema aludido, merece la pena detenerse aunque sea breve- mente en su consideracion, porque ilumina alguno de los aspectos que quiero tratar en el dltimo apartado de este trabajo. El problema de la relacin entre el lenguaje y la realidad, entre los nombres (ondmata) y las cosas (prdgmara), y el debate entre naturalistas (que sostenian que el lenguaje es e! ser) y cone vencionalistas (que sostenian que el lenguaje es un scr se refleia en el didlogo platénico Crarlo Cratilo, que defiende las tesis naturalists, que encuentran su paraleio en el sofista Antistenes, se pone al convencionalismo de Hemmégenes, paralelo a su vee can el sofista Gorgias. Uno y otra «aso han sido resumidos magistralmente en nuestra literatura por J. Swift y L. Carvoll respectiva- mente: el primero, cuando describe la academia de Lagado y su esfuerzo por rechazar equivocos hhablando de las cosas con las cosas: el segundo, cuando refiere el dilogo de Alicia con Humpty Dumpty y resume la posicién de est itimo en la frase «cuando yo uso una palabra, quiere dee lo que yo quiero que diga». Aristteles, al oponerse igualmente a naturalistas y a convencionalis- tas, descubre lo que todas esas posiciones comparten a pesar de sus anarentes diferencias. Todas cellas arrojan el mismo deficit: el olvido del plano intermedio del sentido, de la signifieacion, a medio camino enire ls palabras (el signo, 0 mejor, el simbolo, para decirlo con rigor en Aristéte- les) y las cosas (la referencia). Arstoteles levanta acta de dos hechos absolutamente incontesta- bles: en primer lugar, no existe una relacion biunivoca entre las palabras y las cosas, y de abi el peligro del malentendido, de la equivocidad; pero, en segundo lugar, ese obsticulo esta frenado por el hecho indiscatible de Ia comunicacién, esta corregido por la experiencia igualmente inde dable de que nos entendemos: hablar es admitir, se sepa 0 no, se quicra 0 no, se diga o'no, que las Palabras tienen un sentido y que ese sentido es compartdo por los hablantes. Hablar es admitir una comunidad de sentido. Ahora bien ;qué ocurre con el set —y con lo uno, que es, como se sabe, «convertible» con el ser—? Lo que es sc dice en muchos sentidos, repite y revonoce una y otra vez Aristteles. Y los sen tidos del término «ser» estén dispersos cn la pluraidad de las eategorias —que son para Aristoteles Jos géneros supremos. La homonimia del ser —y de lo uno— es un hecho. y un hecho ineorrcgible, como ha scfalado Aubengue. Pero tal homonimia no conduce a Aristoteles a desesperar dela bis- queda de una disciptina que se ocupa de lo que es en tanto que algo que es, segin reconoce en el 5) Cf AUBENQUE, PE problema de cron Avoieles. Taurus, Madi 1974, pp. 146, 199 182 St Los nombsesy ls cons son mers vepenetaciones dea read és a (Tc ines arelo de Zarre. R. wl.osgincos y ls especies care las palabra y ls cosnen En Hanoi o Alfonso Cando. Nala (98), p40 Heide y aero 21 capitulo | de libro 1V de la Metafisica™, De manera que esa homonimia, siendo incorregible, es al ‘menos matizable, como reza la segunda parte del aserto citado antes: «La expresin “algo que es! se dice de muchas maneras, pero siempre en relacién con una sola cosa y no pot mera homoni- mia», Esa homonimia no accidental. es una homonimia especial, dada Ia unidad de referencia (cana cierta unidadn) de los significados de ser, de las eategorias, a la primera categoria que tiene asi un estatuto especial: es, por una parte, una eatevoria entre otras, una de tamtas significaciones de «sor; pero es tambien aquella gracias ala cual el resto de las eategorias que no son la sustancia se refieren al ser. La cquivocidad, la fragmentacion, la multiplicidad queda as limitada por «una cier ‘tm unidad, por una «unidad de referencia», ex decir, de convergencia, Y ast, Aristteles distingue ‘nes elementos: el ser —lo uno, la unidad—, las eategorias —la multiplicidad—, y esa unidad de cconvergencia que es la primera categoria —In sustancia— Pues bien y para termanar, ficles a si mismas y busquen su autortealizacion; ahora bien, en qué consiste est, debe, en iiltima instancia, determirarlo eada uno para si mismo. Pues bien, Taylor reconoce y subraya fa profunda relacién existente entre el individuslismo, en su aspecto mas postive, y la busqueda de la autenticidad, de una existencia reconciliada consizo misma, de la realizacidn de las posibilidades mas propias (Heidegger), de la bisqueda de una vida Jograda (Proust); en definitiva, de una «vida buena» (Aistételes) Es preciso tomar en seri cl impe= rativo de Ia fidelidad a si mismo y de autorrealizacién. En una palabra, la autenticidad es un ideal ‘oral, un ideal que se ha degradado. pero que en si mismo merece la pena, a condicién de que se miatice su eapacidad de determinacién. La autenticidad es un ideal vilido, pero se puede y se debe argumentar razonadamente sobre los ideales. Y es ahi donde hay que reconocer el eardcter profun- ddamente dialogico de la razon prictica y la profunda necesidad do la alteridad en la construccién de | propia identided. F1 rasgo general de la vida humana es su carieter dialdgico, la identidad humae na es algo que se construye en didlogo y hasta en lucha von fas identidades de otros. Pero su propuesta apunta mis alld de aa necesidad de reconocimiento». No es suficiente el eco- nRocimiento de nuestro aspecto social, comunitari, dialégico, tambien hay que contar con el marco de la tradicion y los valores, los llamados horizontes includibles». En definitiva, Taylor quiere ‘mostrar que las formas que optan por la autorrealizacién sin considerar: (a) las exigencias de nues- ‘ros lazos eon los demas, 0 (b) las exigencias de cualquier tipo que emanan de algo que esti: mis alld fuera de las aspiraciones humanas son contraproducentes, os decir, destruyen las condiciones para realizar ta autenticidad”. La identidad esta, pues, unida a unos marcos referenciales sin los cuae Jes no seria posible ni convivir ni hablar. «Yo defiendo la firme tesis de que es absolutamente impo- ible deshacerse de los marcos referenciales (..). Mi identidad se define por los compromisos & identificaciones que proporcionan el marco u horizonte dentro del cual yo intento determinar, eas0 ‘caso, lo que es bueno, valioso, lo que se debe hacer, lo que apruebo o a Jo que me opongor'*. Lo , Bc. 68 (62 Timothy Garon Ah «;Milosvie ex como Hil». EPs de abl de 1939.

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