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establecimientos mercantiles, como hoy, eran entonces las haciendas, fincas o fundos y
expedicionarios españoles quitaron sus tierras a los indios- existían grandes haciendas
que, por herencias sucesivas, eran poseídas exclusivamente por algunas familias
– los pardos- vivía en el campo y laboraba en tierras que no eran suyas. Los esfuerzos
Siempre ha habido en las almas nobles el deseo de que todos los seres humanos tengan
bienestar. Cada quien trabaja para llenar sus necesidades, para alimentarse, tener un
orden de justicia tangible y de libertad, dentro del cual se diera a todos los individuos un
Libertador. Cuando él era niño, iba a pasar en ellas sus temporadas. Recogía frutas,
coleccionaba minerales, bañábase en los riachuelos, subía a los árboles, identificaba los
insectos y las aves. ¡Cuánto lo impresionaba la maravilla de los cocuyos! Bolívar se
distraía conversando con los esclavos de sus padres. Allí escuchaba historias increíbles
que avivaban su imaginación. La contextura débil del niño Simón se fortalecía en los
ejercicios practicados a diario y en la vida al aire libre. Cierta vez, cabalgando un asno
junto al Licenciado Miguel José Apúrese; usted no será nunca hombre de caballo.
inquieto. Se ha dicho que con rareza se mantenía dos minutos en la misma posición.
tratando de dejar atrás a los demás. Por momentos quien lo observara tan activo e
intranquilo podía creer que miraba a un loco. Cuando debía quedarse en casa, marchaba
a grandes pasos por los corredores o se mecía en una hamaca con mucha velocidad.
´Leary cuenta: “Nunca he conocido a nadie que soportase como él las fatigas. Después
de una jornada que bastaría para rendir al hombre más robusto, le he visto trabajar
cinco o seis horas, o bailar otras tantas, con aquella pasión que tenía por el baile.
Dormía cinco o seis horas de las veinticuatro, en hamaca, en catre, sobre un cuero
envuelto en su capa en el suelo y a campo raso, como pudiera hacerlo sobre blanda
pluma. Su sueño era tan ligero y su despertar tan pronto, que no a otra cosa debió la
Para hacer la guerra de nuestra liberación fue necesario que, los pacíficos e
democrática, entendían sí que se les llamaba para una obra de sacrificio, y que se les
prometía el cambio de la situación venezolana. Tal cambio, para ellos, no podía ser sino
Boves les darían esas cosas, pero fueron engañados. Ahora la revolución, por boca de
Páez y de Bolívar, se comprometía con ellos sobre esas anheladas ofertas no satisfechas.
que necesitan de todo y, por consiguiente, con pasiones que se deben satisfacer”.
Bolívar mando distribuir las tierras entre los soldados. A cada uno debía dársele
una parcela para que sembrara, trabajara, comiera y viviera. Cada uno debía ser señor en
ese caso él recomendaba que se diera el todo a un grupo para que este la trabajara y,
tierras que dispuso para Venezuela fue una de las dos medidas para las cuales suplicó
Hacia el sur del Continente, dondequiera que Bolívar estuvo, fue instituyendo la
justicia para los explotados, en especial para los indios que formaban los sectores más
y medio- leer las revolucionarias disposiciones de Bolívar en Perú. Allí, una enorme
masa de descendientes de los incas era subyugada y esquilmada por los criollos
oligarcas.
quedar sin su correspondiente pedazo de suelo. Lo mismo mandó para que se hiciera en
era el dinero para el Gobierno pudiera costear los servicios públicos y realizar su obra
“las rentas son el nervio de la república”; la vida del Estado “no se alimenta sin que el
Propendió Bolívar a que las minas fueran propiedad de la nación. Respecto a las
minas no distinguía entre las metalíferas (oro, plata, cobre, hierro, estaño, etc.) y las no
nacional. El Estado debía ser rico y fuerte para que, con medios monetarios suficientes,
todo las tierras para los campesinos y para los indios que habían sido despojados de
ellas.
La mayor parte de los propósitos del Libertador terminaron traicionados, sus
órdenes fueron torcidos y desvirtuadas. El decía y sabía que con su nombre muchos
Unos cuantos de los nuevos personajes que subieron con la revolución tomaron
egoístamente para ellos la riqueza que debían repartir, y el pueblo siguió hundido en la
Era por todo eso que Bolívar comentaba con pesar: “lo que hago con las manos