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EL VIRREYNATO

BIBLIOGRAFÍA

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Tras casi 40 años de desorden administrativo, el virreinato peruano encontró a un eficiente
conductor en Francisco Toledo quien, entre 1569 y 1581, logró establecer el marco político
-administrativo que regiría por muchos años en el Perú colonial.

Apenas llegado a tierras peruanas, Toledo se informó de todo cuanto había sucedido en el
virreinato y de cuales fueron las políticas seguidas hasta ese momento. Reconoció la
inexistencia de un adecuado sistema tributario, pues no había un registro del total de
habitantes del virreinato. Toledo realizó varias visitas generales a distintas partes del virreinato
y, por primera vez, se tuvo registro de los recursos humanos y naturales del Perú. Tras saber el
número de posibles tributarios estableció las reducciones: pueblos indígenas en los que se
agrupaba a un número de indios (alrededor de 500 familias). Así se sabía con exactitud la
cantidad de tributo que debían entregar.

Toledo impuso también la mita colonial: tributo en el que los indígenas pagaban con su fuerza
de trabajo en las minas, obrajes o construcciones para el estado (puentes, caminos, etc.). Cabe
señalar que esta mita se inspiró en el sistema andino, pero no poseía el factor redistributivo
que lo caracterizaba en tiempos prehispánicos. Es por ello que esta forma de tributo fue la más
molesta para la población indígena.

El virrey Toledo estableció que el tributo se pagara en moneda. Así se creaban circuitos
mercantiles, se fijaban los montos de tributación y se establecían los precios de los diferentes
productos. Sin embargo, los indígenas continuaron tributando en especie hasta bien entrado el
siglo XVII.

Sin duda, Francisco de Toledo sentó las bases del virreinato peruano pues logró lo que parecía
imposible: la ordenación administrativa y política de todo el amplio territorio del Perú. A partir de
su obra, los virreyes que siguieron lograron hacer del Perú el más importante virreinato de
América

ADMINISTRACIÓN

Desde los primeros descubrimientos geográficos la corona española fue consciente de la


necesidad de crear un organismo que velara por sus nuevos territorios. Tras casi 20 años de
exploraciones en el continente americano el reino de España creó el Real y Supremo Consejo
de Indias. Si bien empezó sus funciones en 1524, desde un inicio actuó como intermediario
entre el rey y las indias y, durante el siglo XVIII, como organismo asesor para las secretarías de
gobierno. De este organismo emanaron las leyes y el corpus legislativo base para la
administración del virreinato, tanto en México como en Perú. El Consejo de Indias tuvo un
campo de acción amplísimo. Fue el encargado de proponer los posibles candidatos a virreyes
para las Indias y Filipinas, así como también de los oidores, corregidores y gobernadores de las
ciudades americanas. De igual manera, en el ámbito judicial, fue la máxima instancia para las
apelaciones de los casos impartidos por las audiencias.

En América, la máxima autoridad fue el virrey. Como representante directo del rey fue el
encargado de impartir justicia, administrar el tesoro público y velar por la evangelización de los
indígenas. No fue tarea fácil administrar un territorio tan vasto. El gobierno de Lima tuvo una
carga fuerte, pues era responsable por cada una de las audiencias establecidas en América del
Sur: Panamá, Nueva Granada, Quito, Lima, Charcas, Santiago y Buenos Aires. Estas
audiencias fueron la base para establecer una serie de redes administrativas que funcionaron
de manera eficiente tras las reformas implantadas por Lope García de Castro y Francisco de
Toledo durante la década de 1570. Estas reformas incluyeron el censo de toda la población,
especialmente la indígena e inició una serie de visitas a las provincias del reino para conocer
su situación y elaborar políticas de acción respecto a la mita y las reducciones indígenas,
principalmente.
La división de la población en república de indios y república de españoles facilitó la tarea
administrativa, pues cada uno de estos grupos tuvo funcionarios específicos encargados de
velar por sus intereses. Sin embargo, el corregidor de indios, funcionario encargado de la
población indígena, muchas veces aprovechó su cargo e impuso onerosos impuestos o se
apropiaba de tierras y chacras de cultivo, en detrimento de los vernaculares.

De estos cambios resultó el cambio irreversible en los patrones andinos. El Tahuantinsuyo


desapareció y dio paso al nuevo virreinato peruano, que siendo casi un calco de su par en
España resultó convertirse en un reino de vital importancia para los intereses castellanos.

CORREGIMIENTOS

Fue la división administrativa y territorial implantada por la corona española una vez instaurado
el reino del Perú. Hubo 12 corregimientos en la jurisdicción del nuevo virreinato peruano:
Cuzco, Cajamarca, Saña, Chiclayo, Arica, Collaguas, Andes del Cuzco, Ica, Arequipa
Huamanga, Piura y Huancavelica. La extensión del territorio hizo que varios de estos
corregimientos se subdividieran a su vez en corregimientos autónomos. La falta de límites
claros entre los corregimientos fue motivo de disputa y pelea entre los corregidores, pues no
solo estaba en juego el territorio, sino también la población indígena, en otras palabras, la
mano de obra y fuerza de trabajo requerida para la obtención del tributo.

El corregidor y justicia mayor fue la autoridad política, administrativa y judicial con mayor
presencia en el virreinato del Perú. Fue el "brazo del gobierno" en cada una de las provincias
en la que se estableció y el encargado de hacer cumplir la ley en los más recónditos lugares
del reino.

El corregidor era nombrado directamente por el rey y el periodo en el cargo iba de los tres
años, si el nombrado se encontraba en el Perú, o cinco años si procedía de España. Una vez
concluido este periodo era posible la prórroga en el cargo, pero sólo hasta el nombramiento del
sucesor por la Real Audiencia. El cargo no podía ser otorgado a los indígenas, encomenderos,
deudos de los oidores, mestizos, judíos o vecinos que residieran dentro de la jurisdicción del
corregimiento. Su sueldo variaba de acuerdo a los repartimientos mercantiles u otros beneficios
que obtenía por su cargo. Entre sus ayudantes se encontraban el teniente corregidor, el alcalde
de indios, escribanos, escribanos alguaciles de indios, e intérpretes.

Entre sus múltiples obligaciones se encontraba el recorrido por las provincias de su


corregimiento, pero sin detenerse en cada una de ellas más de 15 días; la vigilancia de la
recaudación de tributos, la conservación y reparación de caminos y tambos ubicados a lo largo
de los principales caminos dentro de su corregimiento, etc.

El corregidor administraba justicia tanto entre españoles e indígenas, pero siempre como
primera instancia. De igual manera organizaba el registro personal de indios y velaba por que
vivan en las reducciones. Del corregidor dependía el enviar a los indios a las minas a cambio
de un salario, su instrucción, así como su evangelización. En el papel debía proteger a los
indios frente a los abusos de los españoles, sobretodo en los temas agrícolas. Sin embargo,
fueron los mismos corregidores los primeros en violar los precarios derechos de los indios.
Muchas veces cobraban doble tributo o les imponían el reparto de mercancías, por lo que los
indígenas debían pagar cuantiosas sumas de dinero.

El cargo de corregidor desapareció para siempre tras la revuelta que organizara Tupac Amaru
II en 1780, ya que se puso en evidencia la gran concentración de poder que éstos podían llegar
a tener y el abuso que cometían con la población indígena. Los corregimientos fueron
reemplazados por las Intendecias (1784).
EL CABILDO

El cabildo

Luego del ordenamiento político de las indias, se creó el cabildo, institución que representó los
fueros de las poblaciones urbanas.

Si bien es cierto que tuvieron a cargo la administración local, a causa de las grandes distancias
entre cada pueblo y el aislamiento de cada uno de ellos, así como a la falta de comunicaciones,
"el cabildo actuó como moderador de la actividad económica y debió extender sus funciones a
los más diversos aspectos de la vida diaria" (Tauro: 2001, 428). Se distinguen tres tipos de
cabildo: correspondiente a las villas y lugares, las ciudades diocesanas y las ciudades
metropolitanas.

En las villas, se constituían por un alcalde ordinario, elegido anualmente en un acto presidido
por el corregidor y cuyos cargos podían ser comprados o heredados; cuatro regidores, un
alguacil y un mayordomo. En las ciudades diocesanas: alcalde elegible, ocho regidores, dos
fieles ejecutores, dos jurados o diputados de cada parroquia, un procurador general, un
mayordomo, un escribano de consejo, dos escribanos públicos, un escribano de minas y otro
de registro, un pregonero mayo, un corredor de lonja y dos porteros.

En las ciudades metropolitanas: elegidos entre los encomenderos y entre los vecinos notables
que no ejerciesen otros cargos incompatibles, 12 regidores (en México fueron 15 y en Lima
llegaron a ser 18) y los demás oficiales perpetuos. Los alcaldes ordinarios eran elegidos por los
regidores mediante votación secreta que en Lima era presidida por el virrey. Los regidores eran
elegidos por el virrey con la autorización del monarca o por elección del cabildo. Entre sus
funciones resaltó ser tribunal de segunda instancia y de sus resoluciones no se contemplaba
apelación, a no ser que los litigios sean por un monto mayor a los 60 000 maravedíes.
Controlaba la agricultura y la ganadería, extendiendo su vigilancia a la inspección de cultivos y
a las cosechas. Controlaba la organización gremial y la producción artesanal. El cabildo era el
encargado de entregar tierras a los nuevos vecinos para garantizar su arraigamiento en la
ciudad. De igual manera repartía solares y campos labrantíos, pastos y zonas de cultivo.

LA AUDIENCIA

La institución más importante después de la figura del virrey fue la Real Audiencia. El virreinato
del Perú tuvo dos audiencias: la de Lima (creada por las Leyes Nuevas de 1542 e instalada en
1544), cuya jurisdicción abarcaba toda las ciudades y provincias de América del Sur; y la del
Cuzco, creada en 1787; subordinada a la de Lima. En términos generales, la función de este
organismo fue una mezcla de poderes, pues no sólo gobernaba en lo político y en lo
administrativo, sino que también era un tribunal superior en asuntos civiles y criminales. Sus
funciones atañían la elaboración de leyes a favor de los indígenas, tribunal de primera instancia
para juicios criminales, corte de apelaciones frente a las sentencias de corregidores y alcaldes
inferiores, etc.

La Audiencia actuaba como asesor del virrey, por lo que muchas veces absolvió las consultas
formuladas por el visosoberano. De igual manera, fue la encargada de tomar las riendas del
virreinato cuando el virrey se encontraba enfermo o moría repentinamente.

En Lima la Audiencia fue presidida por el virrey y estuvo conformada por los oidores (de
número variable llegando a tener durante varios años hasta 12 miembros), dos fiscales, un
alguacil mayor, un teniente del Gran Canciller y numeroso personal subalterno.
A lo largo de los años existieron siete audiencias en América del Sur. Fueron subordinadas de
Lima las audiencias de Santa Fe de Bogotá, La Plata, Chile, Panamá, Buenos Aires y Cuzco.
Sin embargo, cabe anotar que durante el siglo XVIII hubo una reforma administrativa en el
virreinato peruano (producto de las reformas borbónicas), creándose los Virreinatos de Santa
Fe de Bogotá (1717) y del río de La Plata (1767).

EL CURACA

Los curacas sufrieron una transformación durante los primeros años de la colonia. Si bien
siguieron siendo los jefes de los pueblos y ayllus, no fueron más los jefes étnicos tradicionales
tal como fueron en tiempos prehispánicos. Los curacas dejaron de controlar la administración
comunal y sobre todo, no volvieron a disponer, según su apreciación, de la fuerza de trabajo o
energía humana necesaria para la elaboración de redes de redistribución.

La elección del curaca ya no radicaba en su sabiduría o en la edad (tal como se hacia en


tiempos prehispánicos), sino que era elegido por el corregidor. Su función se centró
principalmente en la recolección del tributo -ellos mismos no tributaban- dentro del pueblo,
reducción o ayllu. Su cargo fue problemático pues tuvo que enfrentar el encono de los
miembros de su pueblo cuando el encargo de la carga tributaria era mayor a lo establecido. De
igual manera enfrentaba al corregidor si es que debía reclamar por algún abuso y era el
encargado de ir hasta a la audiencia si es que el fallo del corregidor le parecía injusto.

SOCIEDAD

REPÚBLICA DE INDIOS

La república de indios

Dentro de las reformas que Francisco de Toledo aplicó en la década de 1570 se encontraba la
división de la sociedad en dos repúblicas conformadas por los dos grupos poblacionales más
importantes: los indios y los españoles.

La república de indios la conformaban todos los indígenas nobles, es decir, todos los
descendientes de la elite cuzqueña incaica y de las panacas reales. Fueron también nobles
reconocidos aquellos indígenas descendientes de las grandes tribus macroétnicas costeñas y
andinas. Instaurado el virreinato la condición de estos nuevos nobles no fue aceptada pues los
conquistadores creían que estos indígenas podrían encabezar alzamientos y revoluciones tal
como sucedió durante la crisis de Vilcabamba entre 1542 y 1570. Sin embargo, durante el siglo
XVII los curacas nobles fueron reconocidos y aceptados, inclusive muchos de ellos tuvieron
comercio directo con la población española pues tuvieron acceso a tierras y chacras. Hay que
anotar que los nobles indígenas se encontraban exentos de tributar y de ir a la mita por lo que
el comercio se convirtió en una fuente de ingresos importante. Los nobles indígenas,
aprovechando su condición, muchas veces comerciaban con productos que a su vez se
encontraban libres de impuestos (olluco, oca, papa, etc.) y que tenían gran demanda entre la
población vernacular. La corona buscó igualmente consolidar su posición creando para ello
colegios especiales para curacas. En ellos además de ser correctamente evangelizados
aprendían gramática y ciencias.

El sector más numeroso de la república de indios fue el que conformaban los indígenas del
común. Fueron ellos los que cargaron con el pesado aparato tributario virreinal.

Durante la conquista los indios fueron repartidos o encomendados o un español (el


encomendero) que usufructuaba su energía en trabajos de mita minera o agrícola. Los
encomenderos debían velar por la fe del indígena así como por su vestimenta y alimentación.
Sin embargo la corona no continuó con el régimen de encomiendas y derogó para siempre este
sistema con las llamadas Leyes Nuevas de 1542. No fue sino hasta la década de 1570 que se
reglamento el sistema de tributación. El virrey Francisco Toledo, tras las visitas que realizó por
todo el virreinato, implantó las reducciones de indios. Los indígenas eran reunidos en un pueblo
donde vivirían apartados de los españoles. Esta medida tuvo dos finalidades: primero, facilitar
la labor evangelizadora a las ordenes religiosas y segundo, saber el número exacto de indios
para estimar el tributo que los indígenas debían entregar a los corregidores. La carga tributaria
variaba de acuerdo al número de pobladores de una reducción o pueblo de indios. Y es que
esta reglamentación no tuvo en cuenta la variabilidad en el número de la población andina (los
indígenas se movían entre los diferentes pisos ecológicos para intercambiar productos
agrícolas), ni tampoco los estragos que causaron las enfermedades europeas que llegaron al
virreinato del Perú en los primeros años de conquista. Al llegar a la edad adulta los indígenas
debían, o bien pagar un tributo en especias o en dinero, o aceptar mercaderías que los
corregidores les entregaban (especie de crédito forzoso), o por último pagar su tributo a través
de la mita minera. Ante esta crítica situación muchos indígenas preferían huir de las
reducciones y llegar en el mejor de los casos a una hacienda donde siempre faltaba la mano de
obra.

Otra forma de tributo fue la mita minera. Esta fuerza de trabajo distaba mucho de la mita
prehispánica pues los indígenas no recibían nada a cambio. Ya no era dentro de los cánones
de reciprocidad, sino para cubrir, con energía humana, los pagos del tributo asignado.

Por último, pertenecían hasta cierto grado a la república de indios los llamados mestizos.
Discriminados por los españoles e indígenas por no tener pureza en la sangre, los mestizos
lograron insertase a la sociedad durante todo el siglo XII y ocuparon cargos menores como
artesanos o servidores.

REPÚBLICA DE ESPAÑOLES

La república de españoles, tal como su nombre lo indica, estuvo conformada por los
peninsulares que llegaron al Perú durante el proceso de conquista y por sus descendientes
directos nacidos en tierra americanas: los criollos o también llamados españoles americanos.
Fueron muchos los españoles que llegaron a las "indias" con la ilusión de obtener fama y
fortuna. Se calcula que fueron alrededor de 220 000 (sólo en el siglo XVI) los españoles que
cruzaron el Atlántico y formaron parte de los virreinatos del Perú y Nueva España (México). Las
costumbres y tradiciones de estos lugares calaron fuertemente en la sociedad colonial,
configurando el carácter y gusto del hombre peruano.

Fue la casa de Contratación de Sevilla la encargada de dar los permisos para el viaje a
América. Estuvieron impedidos de viajar judíos, moros o protestantes. De igual manera no
podían venir al nuevo continente hombres o mujeres de otros países europeos sin un permiso
especial de la Casa de Contratación, aunque muchos se las ingeniaron para llegar a América
sin problemas.

La república de españoles estuvo conformada por los hidalgos y nobles llegados al Perú
durante el proceso de conquista. Por su participación y valor en las luchas con los naturales
obtuvieron cargos administrativos, encomiendas y títulos de nobleza. Cabe anotar que muchos
de los hombres ricos en el virreinato peruano tenían la ilusión de regresar a España y ser
reconocidos en su patria como nobles.

Los que no poseían título nobiliario alguno buscaron establecer matrimonios estratégicos con
las hijas de algún rico encomendero o noble adinerado. Otra forma de obtener poder y prestigio
fue la compra de cargos públicos. Durante el siglo XVII y XVIII se hizo común la compra de
cargos sin importar si es que el comprador era idóneo para el cargo o no. Es posible que esta
política de compras haya sido fruto del crecimiento de la burocracia estatal. En su intento por
frenar el poder de los criollos, la corona creó mecanismos de control cada vez mas fuertes. A
medida que pasaron los años, la administración virreinal creció enormemente pues buscó
cubrir todos los aspectos del reino. Así fueron creados cada vez mas cargos alrededor de la
figura del virrey. Cuando éste venía de España, llegaba con un séquito de consejeros y validos
que rápidamente se instalaban en los mejores cargos administrativos. Sin embargo, con el
correr de los años los criollos también lograron ocupar altos cargos administrativos. El único
cargo que nunca obtuvo un criollo fue el de virrey, el resto tuvo más de una vez a un español
americano en su dirección.

Los españoles que lograron amasar grandes fortunas en el virreinato peruano buscaron
perpetuar su grandeza a través del mayorazgo. Este fue una forma de mantener las
posesiones o porciones de territorio al linaje pues era una herencia a la que el hijo mayor tenía
derecho y de la cual no se podía separar. A falta de hombres el mayorazgo recaía en la hija
mujer.

Otro grupo importante de esta república lo conformaron los profesionales, religiosos y


artesanos. Los profesionales fueron principalmente profesores universitarios civiles y religiosos
que enseñaban en seminarios o colegios mayores. Su posición fue privilegiada pues eran
requeridos como consejeros en varias dependencias administrativas.

Los artesanos en el virreinato del Perú lograron tener estándares de vida mucho más altos que
sus pares de España. Boticarios, zapateros, panaderos entre otros oficios tuvieron importante
demanda ya que la población crecía año tras año gracias a la llegada de grandes grupos de
españoles.

CRIOLLOS

Eran llamados criollos los hijos de españoles nacidos en América. En un inicio la corona no
tuvo política definida frente a este sector de la población, que cada año se hacía más y más
grande. Sin embargo, la corona sabía que era posible que surgiera en ellos sentimientos
anticoloniales, principalmente tras la revuelta de los encomenderos a mediados del siglo XVI.

Por esta condición estuvieron prohibidos de ejercer cargos públicos (en la práctica ocuparon
casi todos los cargos públicos, a excepción del cargo de virrey). Sin embargo, durante el siglo
XVII y XVIII, la reticencia de la corona casi no se sintió en los virreinatos americanos. La
"independencia económica" hizo que los criollos pudieran tener más libertades, por lo que
varios de ellos amasaron grandes fortunas. Inclusive en el campo religioso las diferencias entre
peninsulares y criollos se redujeron drásticamente. Muchas criollas llegaron a ser monjas de
velo negro, abadesas, etc. y los hombres llegaron a ocupar importantes cargos en el
arzobispado.

Ya en el siglo XVIII la corona puso especial énfasis en quitarles el poder que habían logrado
obtener en los siglos anteriores. Los análisis históricos ven en esta prohibición borbónica uno
de los principales factores del surgimiento del sentimiento anticolonial en este grupo, aunque
no haya habido una revuelta o rebelión criolla de dimensiones considerables en todo el siglo
XVIII.

CASTAS
El cruce entre mujeres vernaculares, hombres españoles y esclavos negros originó una mezcla
"racial" que no estuvo contemplada por la corona durante el inició de la conquista. Los hombres
resultantes de estas mezclas fueron los que cargaron con toda la crudeza del aparato social
colonial. Los mestizos, (hijos de padre español y madre indígena), si bien no eran parte de la
república de indios, no estuvieron exentos del tributo, pero lograban trabajar en oficios menores
y como ayudantes de artesanos. Fueron rechazados tanto por los criollos así como por los
indígenas, pues ambos grupos le reclamaban su lado "infecto" que no los hacía parte de ellos.

Los mulatos (hijos de padre español y madre negra esclava) fueron considerados esclavos y no
tuvieron mayor suerte, durante su vida colonial. Al igual que los mestizos ocuparon cargos
menores (barberos, escribanos, artesanos, agricultores).

Los zambos (hijos de padre negro y madre indígena) fueron los que corrieron con mayor suerte
pues como eran hijos de madre libre fueron igualmente libres (a pesar de que el padre era
esclavo) y al no ser inscritos en los padrones indígenas no pagaron tributo alguno.

Hay que anotar que en México no hubo una gran población de hombres de color, tan solo en
algunas ciudades costeras su presencia fue importante.

ESCLAVOS

Los primeros esclavos negros que llegaron al Perú lo hicieron en compañía de sus amos,
generalmente personas muy acaudaladas que poseían "piezas de ebano" como parte de sus
propiedades personales. A mediados del siglo XVI la ley tipificaba a los esclavos negros como
bienes semovientes. Si se siguiera esta definición en estricto sensu no se podría comprender la
enorme versatilidad de funciones que tuvieron los negros durante la colonia, pues estaba por
demás aceptado que los negros eran seres humanos pero que habían sido creados para servir.

Desde los primeros años de la conquista la población negra aumentó rápidamente, y fueron
desde un inicio enviados a las plantaciones y haciendas costeras. También se pensó que
podrían servir en las minas de Potosí o Huancavelica, sin embargo su manutención era
sumamente costosa si se comparaba con lo económico que resultaba tener indígenas (cuyo
número era muy superior en los Andes).

Lima fue una de las ciudades con mayor cantidad de población negra en el virreinato del Perú.
Inclusive su número llegó hasta equiparar e inclusive sobrepasar el número de españoles.

Las actividades de los esclavos fueron variopintas. El común de negros se dedicó a la


peluquería, arreglar los dientes, braceros en las haciendas, artesanos, etc. Sin embargo, hubo
muchos que tuvieron la suerte de conseguir su libertad pues tuvieron una relación amical con el
amo. La manumisión usualmente la dejaban los amos en el testamento o en su defecto les
legaban la casa en la que habían residido. Otros no tenían la misma suerte y se encontraban a
merced de los caporales y su condición no cambiaba en toda su vida. No faltaban los amos
explotadores que prostituían a sus esclavas a cambio de unas cuantas monedas. Sin embargo,
el esclavo pasó mas por "la indiferencia y monotonía que por el dolor o la angustia". Algunos no
soportaron su condición y se escapaban a lugares poco accesibles para vivir al margen de la
ley. Los palenques fueron pequeños pueblitos donde vivían los negros cimarrones o huidizos
ubicados principalmente en páramos de Cieneguilla, Huaura o Carabayllo. De estos lugares
sólo salían a asaltar a los transeúntes o a trabajar como mano de obra asalariada. Los
esclavos se agrupaban en cofradías bajo la advocación de algún santo o virgen. Su día de
reunión eran los domingos y en él se discutían los principales asuntos de la junta,
especialmente lo relacionado a la procesión de su patrón. En estas reuniones celebraban
fiestas que fueron calificadas como licenciosas por lo frenético de los bailes, tan disímiles a los
de los españoles.

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