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Ê (2002)

CUESTIONES RELATIVAS A LA INCORPORACIÓN DE ESPACIO FRONTERIZOS AL ESTADO -


NACIÓN, CHACO OCCIDENTAL, 1862-1911

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La conformación del estado nacional argentino se vio acompañada por la consolidación del poder de aquella clase o alianza de clases
que controlaba los nuevos circuiros de producción y circulación de bienes en que se baso la expansión de la economía exportadora.
Ello requería políticamente la constitución y control de un sistema de dominación capaz de articular, expandir y reproducir el nuevo
patrón de relaciones sociales, se buscaba lograr la unidad política a través de dos caminos: la coerción y el acuerdo. Ambas políticas
fueron aplicadas tanto sobre las provincias como sobre los territorios indígenas. Este proceso iniciado en las sucesivas presidencias
de Mitre, Sarmiento y Avellaneda, implica tres cuestiones: la integridad territorial, la identidad nacional y la organización de un
régimen político.

La consolidación de la unidad territorial a través del ejercicio del monopolio de la violencia, traducido en la represión a las últimas
³montoneras´ y en las campañas militares (al ³desierto´ y al chaco).

La nación que se conformo recibió múltiples aportes étnicos y culturales noroccidentales. La cuestión de lograr una identidad
nacional se veía, entonces, obstaculizada por la existencia de múltiples identidades nacionales, regionales y étnicas.

La ocupación del Chaco occidental fue una empresa de interés regional y nacional. Regional en tanto contribuía a las economías de
Salta y Jujuy que, sin posibilidades de participar del modelo agroexportador orientado hacia el Atlántico, buscaban a partir de la
continuación de circuitos comerciales coloniales y la apertura de nuevos mercados nacionales, subsistir en un modelo económico
nacional que había sido diseñado en función de la Pampa Húmeda.

 
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Ambos núcleos de población (fuertes y misiones) dieron origen en el s. XICX a las principales propiedades agropecuarias en manos
de descendientes de los comandantes y jefes de los fuertes.

En la primera mitad del s. XIX, las posiciones hispano -criollas se consolidaron y avanzaron paulatinamente sobre territorio aborigen
por el avance de la frontera agropecuaria, de haciendas azucareras y ganaderas, protegidas por la acción gubernamental a través de
³entradas´ y el establecimiento de fuertes.

Recién en 1859 se reconoció expresamente la posibilidad de entregar tierras a los indígenas chaqueños que las solicitaran a favor de
la comunidad, sometiéndose a las leyes y autoridades de la provincia, bajo la dirección de sacerdotes misioneros. La legislación
posterior tuvo por objeto limitar las entregas gratuitas de tierras y obligar a quienes fueron beneficios por ella a cumplir las
condiciones en especial de poblamiento. En 1873 se establecieron las reglas para la enajenación de las tierras públicas a través del
remate en subasta.

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Al momento de la incorporación del Chaco occidental al estado nacional, dos aspectos económicos importaban de esas tierras a las
economías de Salta y Jujuy: la producción ganadera y el control de la mano de obra que sus antiguos habitantes podían proporcionar,
en especial para la producción azucarera. La ganadería, orientada a viejos circuitos mercantiles coloniales y al mercado local y
regional, no sería la actividad productiva que insertaría al norte con más éxito en el mercado nacional, pero en la etapa de expansión
sobre el Chaco salteño era la más importante. Al contrario, la producción azucarera era incipiente, pero evidentemente los sectores
de las elites que invirtieron en ella consideraron su futura importancia en el nuevo modelo económico nacional, los que la historia
posterior a 1880 confirmo.

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