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Camille Saint-Saëns

Charles Camille Saint-Saëns (París, 9 de octubre de 1835 — † Argel, 16 de diciembre de


1921) fue un director y compositor francés de música académica.

Músico muy dotado —fue un virtuoso pianista y también un excelente improvisador al órgano
—, espíritu curioso por todo, escritor, caricaturista, gran viajero, Saint-Saëns desempeñó un
papel excepcional en la renovación de la música francesa, tanto por su enseñanza —tuvo
como alumnos, entre otros, a Fauré y Messager—, como, sobre todo, por su actividad en
favor de la música nueva —fue uno de los fundadores de la «Société Nationale de Musique»,
destinada a tocar y difundir la música francesa—. Puede considerársele como un jalón
esencial de la renovación que condujo a Debussy y a Ravel.

Saint-Saëns fue un intelectual multifacético. Desde pequeño se dedicó al estudio de la


geología, la arqueología, la botánica y la entomología (específicamente a la rama de los
lepidópteros). Fue también un excelente matemático. Además de la actividad musical como
compositor, intérprete y crítico, se dedicó a las más variadas disciplinas, entreteniéndose en
discusiones con los mejores científicos europeos y escribiendo doctos artículos sobre
acústica, ciencias ocultas, escenografía teatral en la Roma Antigua e instrumentos antiguos.
Fue miembro de la Sociedad Astronómica de Francia, poseía un telescopio, y proyectaba sus
conciertos para que coincidieran con algunos acontecimientos astronómicos (como eclipses
solares). También escribió una obra filosófica (Problemas y misterios), un volumen de poesía
(Rimes familières) y la comedia (La crampe des écrivains), que tuvo un gran éxito.

Su extensa obra —compuso más de 400 abordando casi todos géneros musicales— es muy
ecléctica, de un gran clasicismo y de una perfección a menudo un poco forzada, lo que ha
motivado que se la considere demasiado académica (en Francia sobre todo). Sin embargo, a
menudo es una música de gran belleza, con una gran calidad de escritura. Fue también el
primer gran compositor que escribió música para el cine.

Aunque vivió casi siempre en París, se consideraba hijo adoptivo de Dieppe, una pequeña
ciudad de la Alta Normandía, donde se instaló en 1888. Hoy día su legado se expone en el
Château-Musée de dicha localidad, en una sala expresamente dedicada a él, el salón Saint-
Saëns.

Biografía

La larga vida de Camille Saint-Saëns atravesó todo el período romántico, siendo uno de los
protagonistas de la segunda fase de este movimiento y asistiendo a su declive en pleno siglo
XX. El año en que nació se estrenaron I puritani de Bellini, Lucia di Lammermoor de Donizetti
y La judía de Halévy; Schumann compuso su Carnaval y Liszt comenzó sus Años de
peregrinaje. Mendelssohn, Chopin y Schumann habían llegado al cenit de sus carreras. A su
muerte, ya habían pasado ocho años del estreno de La consagración de la primavera —al
que asistió— y tres del fallecimiento de su detestado Claude Debussy; Maurice Ravel —que
admiraba a Saint-Saëns por sus dotes de orquestador— ya había compuesto la mayoría de
sus obras mayores y Stravinski acababa de iniciar su aventura neoclásica con Pulcinella
(1920).
Niño prodigio

Charles Camille Saint-Saëns nació el 9 de octubre de 1835 en la Rue du Jardinet, 3 (en el


Barrio Latino de París).[1] Su apellido es el nombre de un pequeño pueblo de Normandía[2] del
que procedía su familia, de origen campesino. Su padre, Victor Saint-Saëns,[3] era un
funcionario público que se estableció en París y que en 1834 se casó con Clémence Collin
(1809–88).[4]

Falleció de tuberculosis sólo tres meses después del nacimiento de su primer y único hijo.
Los médicos aconsejaron a su madre que enviara al delicado niño con una niñera a respirar
los aires del campo a Corbeil,[5] durante un periodo de dos años, ya que era probable que su
padre le hubiera transmitido la enfermedad. (Estaban en lo cierto, ya que Camille padeció a
lo largo de toda su vida afecciones pulmonares). Su madre Clemence tenía pocos medios
para criarlo y recibió con agrado la oportunidad de seguir viviendo con su tía abuela,
Charlotte Masson, cuando ésta enviudó.[6]

A finales de 1837, el pequeño Camille volvió a París y vivió rodeado del cariño de estas dos
mujeres, sobre todo de Charlotte, que ya desde muy niño le permitió tocar el piano.[7] Con los
años, llegó a ser uno de los mayores talentos musicales de todos los tiempos, siendo de niño
un prodigio al piano, dotado de oído absoluto.

A los 2 años y medio se sentó por vez primera frente a un pequeño piano que nadie había
abierto desde hacía años: el pequeño Camille tocaba las notas una a una, cuidadosamente,
hasta oírlas desaparecer; hubo que afinarlo y desde los 2 años empezó a practicar el piano
con su tía abuela, que aunque no era profesora tenía una sólida formación musical. Le
consiguieron piezas fáciles de Haydn y Mozart, ya que no quería tocar las piezas habituales
de los álbumes infantiles.[7] Comenzó también muy pronto a componer. Su primera obra fue
una pequeña pieza para el piano, datada el 22 de marzo de 1839 (cuando tenía 4 años y 7
meses), que se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia. A los 5 años escribió su
primera canción (Le Soir) y ya podía tocar sonatas sencillas al piano. La precocidad de Saint-
Saëns no se limitó sólo a la música, ya que a los 3 años ya leía y escribía, y cuatro años más
tarde, empezó a aprender latín.

Se subió por primera vez a un escenario tocando como acompañante el piano en la Sonata
para violín de Beethoven. En 1842, cuando tenía 7 años, Saint-Saëns comenzó a tomar
lecciones de piano con Camille-Marie Stamaty (1811-70), un discípulo de Friedrich
Kalkbrenner que obligaba a sus alumnos a tocar el piano con los antebrazos apoyados en
una barra situada frente al teclado, para que no fortalecieran los brazos, sino las manos y los
dedos. Estudió el Clave bien temperado de Bach —analizando los elementos de las fugas—,
las obras pianísticas de Schumann y Liszt, así como la armonización e instrumentación de
alguna de las obras de Wagner. Por propia iniciativa estudió en profundidad la partitura de
Don Giovanni (de Mozart).[7]

La familia Saint-Saëns vivía pared con pared con Granger, un pintor discípulo de Ingres.
Ambas esposas se hicieron muy amigas y muchas veces los Saint-Saëns acompañaban a
los Granger al estudio de Ingres y juntos daban largos paseos. Así conoció Camille al famoso
pintor, cuando tenía cinco años, e Ingres, a menudo, le hablaba de Mozart, de Gluck y de
otros músicos del pasado. Camille ya tocaba con bastante soltura algunas de las sonatas de
Mozart y dejaba atónito al maestro, que acudía a escucharle de vez en cuando. A los 8 años
compuso un adagio y con toda seriedad se lo dedicó.[8] El pintor le correspondió con un
pequeño medallón, que tenia en uno de los lados un dibujo a lápiz de Mozart de perfil, y, al
otro, la siguiente dedicatoria: «A M. Saint-Saëns, encantador intérprete de un divino artista».
[7]

Primer recital

Stamaty le consiguió un recital en la Sala Pleyel, que fue su debut público, el 6 de mayo de
1846, acompañado por el maestro italiano Tilmant. Interpretó el Concierto en do menor de
Beethoven y el Concierto de piano nº 15, KV 450 de Mozart, con una cadencia final de su
propia invención. Tocó también varias piezas de Händel, Kalkbrenner, Hummel y Bach.
Como bis, Saint-Saëns se ofreció a tocar, de memoria, cualquiera de las treinta y dos
Sonatas para piano de Beethoven. En los periódicos de casi toda Europa —e incluso en
alguno de los Estados Unidos, de Boston— aparecieron reseñas de este increíble concierto y
fue saludado como un nuevo Mozart. Stamaty quería que Camille emprendiese una vida de
joven concertista prodigio, con él como manager, pero su madre, más preocupada por su
mala salud y por darle una educación general, no aceptó más encargos y a partir de ese
momento la relación entre pupilo y maestro se enfrió.[9]

Siguió los estudios ordinarios con brillantez, y mostró un gran interés por todas las disciplinas
científicas y literarias.[10]

Gracias a Stamay conoció a quien sería su profesor de composición, Maleden.[11] Siempre le


guardó un gran cariño, pese a reconocer que sus clases eran a veces muy tempestuosas.
Maleden había perfeccionado un método propio de enseñanza, que se basaba en considerar
los acordes no en sí mismos —como quintas, sextas o séptimas—, sino según el lugar de la
escala en la que aparecían. Tenían diversas características según el lugar que ocupaban y,
podía explicar ciertas cosas que en sí no eran inexplicables. Este método se enseñó durante
algún tiempo en la École Niedermeier, pero enseguida cayó en desuso.[7]

En 1848, ingresó en el Conservatorio de París —el antiguo conservatorio de la rue Bergère


—, primero asistiendo como oyente a la clase de órgano de François Benoist, y más tarde
como alumno oficial. Estudió composición con el maestro Jacques Halévy, que faltaba
frecuentemente por estar muy ocupado con sus propias óperas, lo que permitió a Saint-
Saëns pasar largas horas en la biblioteca estudiando música antigua y moderna. También
tomó lecciones de acompañamiento y de canto y a menudo asistía a las interpretaciones de
la Societé des Concerts, gracias a que Marcelin de Fresne le permitió permanecer en su
palco, lo que hizo durante varios años. En esos años del Conservatorio comenzó a sentir
devoción por Victor Hugo, pasión que mantuvo toda su vida esperando impaciente y
devorando cada obra nueva del poeta, como manifiesta la cantidad de poemas a los que
puso música.[7] Recibió los consejos de Charles Gounod. Obtuvo el primer premio de órgano,
pero nunca logró ganar el prestigioso Prix de Rome, al que se presentó en 1852 —también lo
hizo en 1864—, siendo rechazado por ser aún muy joven. Sin embargo, la obra presentada
en 1852, la cantata Ode à Sainte-Cécile, pronto tuvo su recompensa, ya que consiguió el
primer premio en el concurso organizado por la Société Sainte-Cécile de Burdeos ese mismo
año de 1852.
En 1853, a los 16 años, compuso su primera Sinfonía en mi bemol mayor, una obra que
remitió a la Société Sainte-Cécile, anónimamente como de un compositor alemán, ya que así
conseguiría que lo tomaran en serio y no lo rechazasen por su edad. La obra fue admitida y,
una vez conocida su autoría, fue estrenada el 11 de diciembre de 1853, dirigida por
Seghers[12] , con gran éxito. Provocó el asombro de varios críticos y compositores asistentes,
como Gounod,[13] Schumann, Rossini y Berlioz, que comentó: «Lo sabe todo, pero le falta
inexperiencia». («Il sait tout, mais il manque d'inexpérience»).

Seegers acostumbraba a invitar a los jóvenes talentos a su propia casa y allí fue donde
conoció a Franz Liszt, con el que habría planeado dar un ciclo de conciertos con los últimos
cuartetos de Beethoven, que al final no fructificó. Seegers conocía a Liszt, pues había sido
profesor de su mujer, una pianista bastante reputada, y reaparecía en París tras muchos
años, casi como leyenda. Así lo conoció el joven Camille, con 18 años, asistiendo a una
interpretación que consideró prodigiosa. Aunque ya conocía y admiraba sus obras:

Digno de contar, sobrepasó incluso las esperanzas que tenía. El sueño de mi imaginación juvenil era sólo prosa
en comparación con el Himno de Baco evocado en sus sobrenaturales dedos. Nadie que no le haya oído en
plenitud de sus facultades puede hacerse una idea de su manera de tocar.

Camille Saint-Saëns[9]

En los conciertos de la Société Sainte-Cécile, Saint-Saëns pudo escuchar por vez primera
mucha música de la nueva escuela francesa, que tenía las puertas de la Sociedad del
Conservatorio cerradas. Allí asistió a interpretaciones de la Sinfonía en C, de Schubert; a
fragmentos de la ópera de Weber, Preciosa; a las sinfonías de Gade, Gouvy, Gounod y
Reber; a Corsaire y a King Lear, de Berlioz. Allí asistió un día a una representación dirigida
por el mismísimo Berlioz, que tocó L'Enfance de Christ y un adelanto de una obra a medio
hacer, La fuite d'Egypt.

Plena actividad musical

Para ganarse la vida, ese mismo año 1853 empezó a trabajar como organista en la iglesia de
Saint-Merry, puesto que desempeñó hasta 1857. Cuando cumplió los 17 años, el abad de la
iglesia, el padre Gabriel, le invitó -como agradecimiento tras haberle dedicado Saint-Saëns
su Misa opus 4- a acompañarle a solas en un viaje a Italia para poder escuchar el coro de la
Capilla Sixtina. Fue el primero de los muchos viajes que realizó a lo largo de toda su vida.[9] A
partir de 1857, sustituyó a Lefébure-Wely en el papel de organista de la Iglesia de la
Madeleine, uno de los puestos de organista mejor remunerados de todo París —300 francos
por año[9] — y para el que había gran competencia, un puesto que mantuvo hasta finales de
1877.

Sus improvisaciones encandilaron al público parisino y le granjearon el elogio de Liszt, que


acudió a escucharle y que en 1866 dijo que Saint-Saëns era el «premier organiste du
monde» (el más grande organista del mundo). Con el tiempo, Liszt llegó a ser uno de sus
mejores amigos. También en ese año 1856, presentó su Sinfonía Urbs Roma al concurso de
la Société Sainte-Cécile, obteniendo de nuevo otro primer premio.

Además de dedicarse a sus propias composiciones, colaboró en la edición de obras de


Gluck, Beethoven, Liszt, Mozart y de los clavecinistas franceses. En 1858, el editor Girod le
pagó 500 francos por sus Seis dúos para armonio y piano. Con ese dinero se compró un
telescopio, que montó él mismo siguiendo las instrucciones.

En 1861 conoció a Wagner cuando actuaba como pianista en la Ópera de París en una
presentación de Tannhäuser. Wagner quedó encantado con aquel joven pianista que tocaba
a primera vista con tanta facilidad y comprensión su complicada obra. Wagner, algunos años
más tarde dirá que Saint-Saëns es "el mas grande compositor francés vivo".[9] Por su parte,
Saint-Saëns defendió con ahínco su música —en especial Tannhäuser y Lohengrin—, y
también la de Schumann, contra la opinión generalizada de la Sociedad del Conservatorio.

De 1861 al 1865 se dedicó, por primera y única vez, a la enseñanza, obteniendo la cátedra
de piano en la École Niedermeyer. Se saltó la tradición al incluir en los programas obras de
compositores contemporáneos, como Liszt, Gounod, Schumann, Berlioz y Wagner, cuando
no se preveía más que a Bach y a Mozart. Entre sus alumnos hubo futuros grandes
compositores, como André Messager, Jacques Albert Perilhou, Eugène Gigout y Henri
Duparc, y uno destinado a la celebridad, Gabriel Fauré, su discípulo preferido, al que también
distinguió con su amistad. En esos años también entabló amistad con los compositores Bizet,
Rossini y Berlioz, con la cantante Pauline Viardot y con el grabador Gustave Doré.

En casa de su madre se reúnen Lemoine, el politécnico mélomano, fundador de la


Trompette, Henri Régnault, pintor doble de un tenor que hacía las delicias del cenáculo y
que, el primero, debía de cantar en una de estas reuniones íntimas, "Samson et Dalila";
Clairin, otro pintor, Cazalis, médico, poeta y filósofo que escribió las estrofas de "La Danse
Macabre"; Augusta Holmès, la reina y la musa adorada y respetada de este reino del arte y
del pensamiento.

En 1864, siendo ya un compositor muy conocido, decidió de forma sorprendente participar de


nuevo en el Concurso de Roma, y de forma también sorprendente, no fue elegido. El jurado
premió a un compositor llamado Victor Sieg.

En 1866 comenzó a interesarse por la ópera y a frecuentar a Berlioz, que entonces tenia ya
64 años. Asistía a muchos ensayos de Berlioz, que por esa época supervisaba la producción
de Armide, de Gluck, en el Teatro Lírico. Saint-Saëns será siempre un gran admirador suyo,
aunque eso no le impidió criticar sus supuestos defectos, como el tratamiento de las voces
como si fueran un instrumento.

En 1867, su cantata Las bodas de Prometeo ganó el primer premio del concurso organizado
en conmemoración de la Grande Fête Internationale du Travail y de l'Industrie. Los miembros
del jurado eran Rossini, Daniel Auber, Berlioz, Giuseppe Verdi y Gounod, constituyendo
seguramente uno de los jurados más destacados de todos los tiempos. Al año siguiente, en
1868, Saint-Saëns dirigió una serie de conciertos, teniendo como solista al ya famoso Anton
Rubinstein. Enseguida simpatizaron y Rubinstein le comentó que nunca había dirigido en
Francia; Saint-Saëns le consiguió inmediatamente un concierto tres semanas más tarde y le
propuso estrenar un concierto de piano que él le escribiría. Este es el origen de una de sus
obras más famosas, su Segundo concierto para piano, escrita en diecisiete días y que tuvo
un éxito clamoroso, con el compositor al piano y el pianista y director ruso al frente de la
orquesta, el 13 de mayo de 1868. Lo ocurrido comenzó a comentarse en los círculos
musicales y a publicarse en los periódicos y, poco a poco, este concierto fue uno de los más
conocidos en todo el mundo. Ese mismo año fue nombrado Caballero de la Legión de Honor
en reconocimiento a su prestigio.

Saint-Saëns en esos años quería escribir una ópera, y por ello no desdeñó un libreto que le
ofreció Leon Carvalho, director del Teatro Lírico, que otros compositores no quisieron, ya que
tenía pocas posibilidades de ser interpretada, Le timbre d'Argent. Consiguió que Barbier y
Carré le pulan el librero y se retiró dos meses a Louveciennes[14] donde acabó la partitura.
Carvalho no mostró ningún interés por la obra durante dos años, pero ante la insistencia de
Saint-Saëns, le permitió que le tocara la partitura al piano, tras una cena en casa del
empresario. Carvalho tenia la intención de montar un espectáculo con muchas bailarinas —
quería para su mujer un papel principal— y le obligó a realizar continuos cambios, y cuando
finalmente parecía que iba a producirse, la compañía del Teatro Lírico quebró. Unas pocas
semanas más tarde parecía que se vería la obra cuando Perrin, manager de la Ópera, se
interesó por la obra. De nuevo, solicitó cambios y adaptaciones y no logró un clima de
cooperación con el compositor y finalmente perdió interés por la obra. Casualmente, un
sobrino suyo de Locle, se hace cargo del Teatro de la Ópera Cómica y entonces sí parece
que va a haber producción cuando estalló la Guerra franco-prusiana. Saint-Saëns,
desgraciadamente, no pudó ver montada su primera ópera, una obra que tantos esfuerzos y
desvelos le había consumido. (La obra se estrenó en París, en el Théátre Lyrique, el 23 de
febrero de 1877, y fue repuesta en una nueva edición en 1913.)

La guerra franco-prusiana

En julio de 1870 Saint-Saëns viaja a Weimar para asistir a los festejos de celebración del
centenario de Beethoven y tocó con el gran pianista Ratzenberger.[15] Días más tarde, se
inicia la guerra. Durante el sitio de París (septiembre de 1870-enero de 1871), Saint-Saëns
se incorporó como simple soldado a la Guardia Nacional —sirvió en el 4º Batallón del Sena
—, una experiencia que pese a durar sólo cinco meses, le causó una profunda impresión.
Hizo guardias en las murallas e hizo de apagafuegos. Entre salidas, daba conciertos a
beneficio de las ambulancias o reanimaba con su música el coraje desfalleciente de sus
camaradas.[16] Compuso una Marche Héroique en memoria de su amigo Régnault, muerto en
la batalla que se libró en las cercanías de París. Durante esos días Saint-Saëns y otros
pocos compositores fundan la Société Nationale de Musique con Romain Bussine (con quien
compartió la presidencia), Alexis de Castillon, Gabriel Fauré, Cesar Franck y Edouard Lalo,
con el objetivo de promover un nuevo y original estilo musical francés. La Sociedad empezó
a funcionar una vez que se retiraron las tropas alemanas, en 1871, y organizó con frecuencia
conciertos con el estreno de obras de sus miembros —como harán con Fauré, Franck, Lalo,
y con el mismo Saint-Saëns— y más tarde de otros compositores, como Chabrier, Debussy,
Dukas y Ravel. Desde esta presidencia, la actividad de Saint-Saëns fue determinante en la
evolución de la música francesa.

En la primavera de 1871, dada la difícil situación que se vivió con la revuelta de la Comuna
de París, Camille, de acuerdo con su madre, reunió algo de dinero y se refugió en Londres,
donde se encontró con muchos otros compatriotas, entre ellos Gounod. Debutó con un
concierto de ayuda de la Musical Union, que tuvo una gran acogida y en el que el público le
demostró un cariño que siempre recordó y que le llevó a viajar frecuentemente a Inglaterra.
En esa ocasión dio varios recitales al órgano en el Albert Hall.
A partir de ese momento, comenzó a escribir habitualmente en los periódicos, en el
Renaissance littéraire y artistique (renacimiento literario y artístico) —donde firmó como
Phémius—, en la Gazette musicale y en la Revue bleue, donde polemizó con muchos
compositores, entre otros con el mismísimo Vincent d'Indy.

En 1872 estrenó por fin una ópera, La princesse jaune, una ópera cómica de un solo acto
que escribió para Camille Laclos[17] tras haber desestimado Le timbre d'Argent. A propuesta
de Laclos, el libretista fue Louis Gallet, a quien Saint-Saëns no conocía, pero que fue desde
ese momento uno de sus mejores amigos y colaboradores.[18] La obra que fue un gran éxito.
Ese año murió su tía abuela, Charlotte Masson, una de las personas a quien más quiso en
toda su vida.

En 1873 organizó y dirigió en París un concierto dedicado exclusivamente a obras de Liszt,


siendo el primero en estrenar en Francia sus Poemas sinfónicos. También había sido, el año
anterior, 1871, el primer compositor francés en escribir uno: La rueca de Onfalia. Más tarde le
siguieron otros poemas: Phaéton (1873), La danza macabra (1874) y La juventud de
Hércules (1877).

En julio de 1874 volvió a Londres como invitado en un concierto de la Royal Philharmonic, en


el que se interpretó su Segundo concierto. Fue considerado tan moderno que incluso un
crítico no fue capaz de determinar en qué tonalidad estaba escrito.[9]

Homosexualidad, matrimonio y paternidad

Saint-Saëns era homosexual (lo que en esos días era considerado una abominación) y
nunca demostró mucho entusiasmo por el matrimonio. En cierta ocasión, acusado en público
de sodomía, replicó: «¡No soy homosexual, soy pederasta!» (Je ne suis pas homosexuel, je
suis pédéraste!). (Utilizó el término «pederasta» —a la manera clásica, empleando el término
griego— en contraposición con «homosexual», que era un nuevo término alemán, que
connotaba una patología mental.)

En 1873, hizo el primero de sus viajes a Argel —peregrinaje obligado de los jóvenes
homosexuales europeos— y en un viaje a Rusia, ya casado, en diciembre de 1875 —con
motivo de dar una serie de siete conciertos en favor de la Cruz Roja— se encontró con
Chaikovski (también homosexual), con quien bailó un ballet improvisado, acompañado al
piano por Nikolai Rubinstein. El hermano de Chaikovski (asimismo homosexual) escribió:

Como jóvenes, ambos no sólo estaban muy atraídos por el ballet, sino que además también tenían cierto talento
natural para ese tipo de danza. Así que una vez, queriendo mostrar su arte el uno al otro, realizaron en el
escenario del teatro del conservatorio un pequeño ballet completo, Galatea y Pigmalión. Saint-Saëns (de 40
años) era Galatea, e interpretó el rol de la estatua con una notable aplicación, y Chaikovski (de 35 años) hizo el
papel de Pigmalión. La orquesta la suplió Nikolai Rubinstein [el pianista que ejecutó junto con Saint-Saëns las
Variaciones para dos pianos en el concierto de Moscú].

Modest Chaikovski[19]

En 1875 (a los 40 años de edad) conoció a una joven de 19 años, Marie-Laure Truffot (†
Burdeos, 1950), hija de Rodrigues Philippe Truffot, un próspero industrial y asimismo alcalde
de Cateau dans le Nord. Se casaron el 3 de febrero de 1875 en Cateau. Nada más casarse,
declaró que estaba demasiado ocupado para realizar el viaje de novios e instaló a su esposa
en un apartamento en París, bajo la tutela directa de su propia madre. De alguna manera
tuvieron dos hijos, André y Jean-François. El primero falleció el 28 de mayo de 1878, a los
dos años de edad, al caer desde una ventana de su apartamento de la rue Monsieur-le-
Prince (situada en un cuarto piso)[20] . Marie, por la tristeza, fue incapaz de seguir
alimentando al pequeño Jean-François y le envió con su madre. Seis semanas más tarde, el
7 de julio, el bebé, de sólo siete meses, falleció, incapaz de superar una malaria.[9] Saint-
Saëns culpó a Marie de ambas muertes. Tres años más tarde —a la vuelta de una de sus
escapadas al exterior—, le escribió diciéndole que nunca más volvería a vivir con ella. No se
divorciaron, pero vivieron separados el resto de sus vidas, sin verse ni establecer ningún tipo
de comunicación. Sin embargo, en 1921, ella acudió —aunque oculta con un velo— al
funeral de estado de su ex marido. En 1950 Marie-Laure Truffot murió en Cauderan, una
pequeña villa cerca de Burdeos, a la edad de 95 años.

Los años de madurez

A pesar de ser una época muy desafortunada, Saint-Saëns compuso sin descanso en la que
fue una de las etapas más fecundas de su vida. Viajó a Bayreuth (Alemania) en 1876 y
escribió siete largos artículos para el diario L’Estafette y una serie llamada «Harmonie y
mélodie», para Le Voltaire.

Al año siguiente, 1877, finalmente estrenó la ópera Le timbre d’argent, en el Théâtre Lyrique
de París. Dedicó la obra a Albert Libon, un rico mecenas que le ofreció 100.000 francos para
que se pudiera dedicar solamente a la composición. Albert Libon murió ese mismo año y
Saint-Saëns compuso a la memoria de su benefactor, su Réquiem, que estrenó el 22 de
mayo en la Iglesia de Saint-Sulpice de París.

Ese mismo año de 1877 también acabó la ópera Sansón y Dalila, con libreto de Ferdinand
Lemaire, una historia bíblica (basada en los capítulos 13 al 16 del Libro de los Jueces) que
no fue bien acogida por sus allegados cuando les tocó las partes que ya tenía escritas. Sólo
obtuvo el apoyo de Liszt, que le consiguió una producción de la obra para Weimar a final de
ese mismo año, lo que animó a Saint-Saëns a completar la obra. Liszt mismo dirigió el
estreno con gran éxito y al mismo asistió su gran amigo, Gabriel Fauré; luego se representó
en Colonia, Hamburgo, Praga y Dresde. Sin embargo, la obra no se estrenó en Francia sino
hasta doce años más tarde, y no en París, sino en Ruán. En ausencia de Saint-Saëns, el
editor Durand contó con la supervisión de Fauré para su estreno. Sólo cuando ya había sido
ofrecida en una docena de ciudades de provincia, pudo oírse, al fin, en 1890, en el Teatro
Eden de París. Esta ópera llegó a ser una de las obras más conocidas de Saint-Saëns, y
durante mucho tiempo se mantuvo en el repertorio.

En el verano de 1879 volvió a Inglaterra para una interpretación de su cantata La Lyre et le


Harpe en el Birmingham Festival. Gracias a la baronesa de Caters, fue invitado al Castillo de
Windsor y presentado a la reina reina Victoria. En sus memorias Saint-Saëns recuerda la
sorpresa que le causó este encuentro, cuando la reina fue a su habitación para pedirle que
tocara para ella el órgano y luego el piano. La velada finalizó con el honor de acompañar a la
reina al piano mientras cantaba el aria de Etienne Marcel. La reina incluso sugirió la
posibilidad de montar ella misma la obra en el Covent Garden, aunque luego no fructificó esa
inciativa.
Su gran amor por Inglaterra le llevó a elegir para su siguiente ópera un tema inglés, Henri
VIII, y contó con un libreto de Armand Sylvestre y Léonce Détroyat. Su familiaridad con el
bibliotecario del palacio de Buckingham le permitió estudiar muchas partituras de música
inglesa, incluidas las partituras originales de Händel.[9] Mientras trabajaba en la obra fue
elegido, en 1881, miembro de la Académie des Beaux-Arts. Las pruebas para la obra
comenzaron en el otoño de 1882 y finalmente, el 5 de marzo de 1883, se estrenó Henry VIII,
con un libreto de Shakespeare y Calderón, con un gran éxito. No pudo acudir al estreno, ya
que los médicos le prescribieron un periodo de reposo, que pasó en Argel y luego en
Cauterets, exhausto tras un periodo de gran trabajo. Volvió a París en octubre y se encontró
la obra incluida en el repertorio del Teatro de la Opera. En 1884 fue nombrado Oficial de la
Légion d'Honneur.

Dos años más tarde, en 1886, Vincent d'Indy y sus aliados lograron al fin apartar a Saint-
Saëns de la Société Nationale de Musique, disgustado con la decisión de interpretar obras de
compositores extranjeros. Sin embargo, fue uno de sus mejores años. Finalizó la Sinfonía nº
3, para la Royal Philharmocic Society. La obra fue estrenada el 19 de mayo de 1886 en
Londres, dirigida por el propio compositor. Unos meses más tarde, la obra fue dedicada a la
memoria de Franz Liszt, que había fallecido en Bayreuth el 31 de julio de 1886.[9] Se fue de
vacaciones a Australia, donde compuso en pocos días el Carnaval de los animales, una obra
que él consideró siempre un divertimento y que tan sólo fue publicada enteramente a su
muerte (sólo accedió a publicar en vida la tremendamente popular Le Cygne, para
violonchelo y piano). Ambas obras llegaron a ser sus dos obras más populares.

La vida de Benvenuto Cellini siempre había fascinado a Saint-Saëns y decidió dedicarle su


siguiente ópera. La llamó Ascanio, ya que Berlioz había empleado en una obra suya el
nombre del escultor. Comenzó en 1887 y le ocupó todo el año siguiente; la obra fue
aceptada, se fijó el estreno para el 31 de marzo de 1889, y los ensayos programados para
principios de ese mismo año. Su madre murió el 18 de diciembre de 1888 [21] Cayó en una
profunda depresión e incluso pensó en el suicidio. El dolor le hizo alejarse de Francía y para
general sorpresa, el compositor desapareció. En su domicilio sólo dieron explicaciones sobre
un repentino viaje a un lugar desconocido. Ascanio se estrenó y Saint-Saëns no asistió. Se
hicieron suposiciones sobre una supuesta locura e incluso se habló de un secuestro.[22]

Viajó a Argelia, a Egipto y pasó luego una temporada en las Islas Canarias, donde adoptó el
seudónimo de Sannois.[23] . Hasta el verano no se tuvieron noticias suyas, en que fue visto en
Gran Canaria y se vio, por tanto, obligado a regresar a París. Estas vacaciones le provocaron
un enorme deseo de viajar, cosa que no dejó de hacer los años siguientes.

Los años en Dieppe

Ese mismo año, se instaló definitivamente en Dieppe, pequeña localidad de la Alta


Normandía, donde había nacido su padre y que llegó a considerar su lugar de adopción. En
1890 se abrió allí un pequeño museo Camille Saint-Saëns, al que legó parte de sus
pertenencias, que hoy son expuestas en el Château-Musée de Dieppe, en el Salón Saint-
Saëns. Ese mismo año 1890 publicó su primer libro, un poemario titulado Rimes familières.

En el invierno de 1891 estuvo en Ceilán (actualmente Sri Lanka) y allí revisó Proserpina.
Volvió a Egipto y encontró El Cairo muy placentero, quedando allí una larga temporada
donde escribió Africa, una fantasía para piano. A causa de sus giras de concierto, viajaba
frecuentemente y comenzó a escribir una serie de artículos de recuerdos para La Revue
bleue. Conoció casi toda Europa, Escandinavia, América del Sur —Argentina y Uruguay,[24]
donde escribió el himno nacional para el Partido Colorado— y Asia —la isla de Ceilán (en el
sur de la India), Saigón (en Indochina) y el Lejano Oriente.

En 1892, Sansón y Dalila se representó con gran éxito en la Ópera de París. Estrenó en la
Comédie Française la música restaurada de Lully Le Sicilien, ou L'amour peintre. Más tarde
entregó la música de Charpentier para Le malade imaginaire, de Molière, en el Grand-
Théâtre. Él mismo publicó una comedia en la editorial Calman Lévy: La Crampe des
écrivains, que fue representada en el Teatro municipal de Argel el 17 marzo de ese año.

En 1893 dirigió Sansón y Dalila en el Covent Garden, en una versión de oratorio, ya que la
Iglesia Anglicana no permitía las representaciones de personajes bíblicos en la ópera. En
junio de ese mismo año fue nombrado —junto a su amigo Chaikovski, Max Bruch y Arrigo
Boito— Doctor Honoris Causa in Music por la Universidad de Cambridge. En ese viaje volvió
a asistir a una cena en el Castillo de Windsor con la reina. En sus memorias también habla
de este encuentro y del interés que mostró la reina por la suerte de su ópera Henri VIII.

A partir de 1894, supervisó la edición completa de las obras de Jean-Philippe Rameau para
la editorial Durand. A los ojos del mundo, era ya el más grande compositor francés vivo.

Los últimos años

En 1895 hizo un viaje por el Lejano Oriente, conociendo gran parte de China. Ese mismo año
se representó Frédégonde en la Ópera de París. Él mismo acabó y rebautizó Brunehilda,
obra que Ernest Guiraud había dejado inconclusa.

En 1896 se celebró un concierto en la Sala Pleyel en conmemoración del 50º aniversario de


su primer concierto público. Ese mismo año solicitó la ayuda del rico mecenas Fernand
Castelbon de Beauxhostes[25] , para sufragar la reparación de las arenas de Béziers. La
existencia de unas ruinas sin uso hizo pensar a Castelbon en montar una serie de
espectáculos populares al aire libre, en el mismo espíritu que animó las representaciones de
las tragedias griegas. La serie de los Festivales de Béziers se abrió con la ópera Dejanire,
con libreto de Louis Gallet y decorados de Marcel Jambon. El 28 de agosto de 1898, 8000
personas asistieron a la representación. La orquesta requerida comprendía la Guardia
Municipal de Barcelona, la Lyre Biterroise (la formación de Castelbon), 110 cuerdas, 18
arpas, 245 trompetas y más de 200 cornetas. El estreno fue sensacional y lo dirigió Fauré,
contando para los principales papeles con Felia Litvinne[26] (Dejanire) y Lucien Muratore
(Hercules). La obra fue repetida al año siguiente. Para conmemorar el inicio del siglo,
Castelbon le quiso encargar un nuevo trabajo, pero él le sugirió que lo hiciera Fauré, que
estrenó Promethée.[27]

En la inauguración de la Exposición Universal de París (1900) se estrenó Le feu céleste, una


cantata que festeja la electricidad y que muestra el interés que Saint-Saëns, con 65 años,
aún conservaba por todas las cosas que sucedían a su alrededor, y en especial, por los
avances científicos. Es nombrado Gran Oficial de la Legión de Honor y condecorado con la
Cruz del Mérito otorgada por el emperador Guillermo II. En 1901, fue nombrado presidente
de la Académie des Beaux-Arts y un año más tarde, en 1902, fue nombrado Commander de
la Real Orden Victoriana, a lo que siguió la composición de una marcha para la coronación
de Eduardo VII. El 2 de agosto estrenó en Beziers Parysatis, basada en la célebre novela de
Jane Dieulafouy[28] (que escribió el libreto), y en la que utilizó nada menos que 450
instrumentistas y 205 cornetas. También fue un gran éxito, aunque Fauré ,en una carta
enviada a su mujer, de forma un poco maliciosa lo compara con el que él mismo había tenido
con el estreno de Prometeo: un éxito olympian frente a un éxito olympic.

Pese a todas las distinciones públicas, Saint-Saëns vivió el resto de su vida en soledad,
acompañado de sus perros, en especial de su caniche Dalila. Sir Thomas Beecham —quien
dirigió a Saint-Saëns en la interpretación de los conciertos de piano del propio compositor—
le describió como «un hombre extremadamente irritable» ("a most irritable man").

El 8 de febrero de 1903, Sarah Bernhardt bailó Andromaque, ballet con música que ella
misma encargó a Saint-Saëns. Éste publicó ese mismo año, y también en Calmann Lévy, la
comedia Le Roi Apepi que se estrenó en el Teatro Municipal de Béziers el 13 de agosto. En
1905 Saint-Saëns permitió al coreógrafo ruso Michel Fokine usar Le cygne (de El carnaval
de los animales) para el espectáculo de Anna Pavlova The Dying Swan (La muerte del
cisne), que será el comienzo de la carrera de la bailarina y uno de sus más afamados ballets.

En 1906 viajó por vez primera a Estados Unidos dando conciertos en Filadelfia, Chicago y
Washington. La gira resultó muy penosa, ya que Saint-Saëns cayó enfermo. Se repuso a su
vuelta a París y, en agradecimiento, compuso Praise ye the Lord, una obra para doble coro,
orquesta y órgano. En 1907, fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de
Oxford y la ciudad de Dieppe le honró con una estatua, acto al que asistió el compositor. En
1908, fue el primer compositor de renombre en escribir para el cine, componiendo la música
para L'assassinat du duc de Guise, una película de André Calmettes y de Charles Le Bargy,
que fue el primer film en tener un gran éxito popular. El mismo año publicó una Ode à Berlioz
y la comedia Botriocéphale, que fue estrenada en París.

En la temporada de 1910-11, el Théâtre de Argelia programó cinco de sus óperas seguidas,


y en 1913 recibió en El Cairo la Gran Cruz de la Legión de Honor. En 1914 escribió una serie
de artículos intitulados Germanophilie, donde denunciaba lo que él consideraba una
progresiva banalización de la música alemana, incluyendo en ella la música, antes tan
estimada, de Wagner. En 1915 viajó por segunda vez a los Estados Unidos y dio una serie
de conferencias y conciertos en Nueva York y San Francisco. Al año siguiente, hizo una gran
gira de cuatro meses por América del Sur.

El 6 de agosto de 1921, para celebrar sus 75 años de carrera como pianista, dio un concierto
de sus obras en el Casino de Dieppe. El 21 fue a Béziers para dirigir una reposición de
Antigone. De regreso a Argel, donde pasaba largas temporadas, trabajó en la orquestación
de algunas obras. Camille Saint-Saëns falleció víctima de sus afecciones pulmonares el 16
de diciembre de 1921, a los 86 años, en el Hôtel de l’Oasis, de Argel, en un día que pasó
apaciblemente y en el que trabajó un poco e incluso cantó unas arias de Verdi. Sus restos
mortales fueron trasladados a París para celebrar el 24 de diciembre un funeral de estado, de
una majestuosidad imponente en la Iglesia de La Madeleine. Fue enterrado en el Cementerio
de Montparnasse, en compañía de su madre y de sus dos pequeños que tanto quiso.[29] En el
cementerio de Montparnasse leyó un discurso Léon Bérard, Ministro de Instrucción Pública y
Bellas Artes. Finalizaba con las siguientes palabras:
Las obras maestras de Saint-Saëns son uno de los más gloriosos resplandores del genio francés. (Les chefs-
d'œuvre de Saint-Saëns sont un des plus glorieux rayonnements du génie français).

Léon Béraud

En 1937, el escultor Henri-Louis Bouchard hizo una estela conmemorativa en mármol para el
vestíbulo de la Opéra de París, en reconocimiento a la importancia de Saint-Saëns en la
historia de la música francesa. Muchas ciudades le han dedicado una calle, como París,
Marsella, Carcasona, Amiens, Brest, Ruán, Laval, Béziers, Fontainebleau, etc. En Ruán,
desde 1956, hay un instituto en su honor, el Lycée Camille Saint-Saëns.

Legado

Relaciones con otros compositores

Durante su vida, Saint-Saëns fue amigo o enemigo de la mayor parte de los compositores
europeos más destacados. Fue amigo de Franz Liszt hasta su muerte, y mantuvo una
profunda amistad con su alumno Gabriel Fauré. A pesar de ser un defensor infatigable de la
música francesa, Saint-Saëns menospreciaba abiertamente a muchos de sus colegas
franceses, por ejemplo, a Massenet o al organista Cesar Franck (belga, pero en la órbita
musical francesa). Además, detestaba la música de Claude Debussy. Él mismo comentó en
cierta ocasión a Edouard Laló: «He venido a París solamente para hablar mal de Pelléas y
Mélisande». La hostilidad personal era recíproca; Debussy, por su parte, decía con
sarcasmo: «Tengo horror al sentimentalismo, y no me arriesgo a equivocarme si digo que su
nombre es Saint-Saëns». No obstante, en otras ocasiones Debussy reconoció que admiraba
el talento musical de Saint-Saëns: «El Sr. Saint-Saëns es el francés que mejor conoce la
música».

En Francia, Saint-Saëns fue uno de los primeros defensores de la música de Wagner,


proponiendo fragmentos de sus óperas en sus lecciones de la Escuela Niedermeyer y
encargándose de la primera interpretación francesa de la Marcha de Tannhäuser. El mismo
Wagner quedó estupefacto al ver a Saint-Saëns interpretar a primera vista las partituras
orquestrales completas de Lohengrin, Tristan und Isolde y Siegfried, sugiriendo a Hans von
Bülow que cabría asignar al francés el calificativo de la más grande mente musical de la
época.

A pesar de ello, y aun apreciando su fuerza, Saint-Saëns declaraba que no se consideraba


seguidor de la ópera wagneriana. El 1886, después de algunos comentarios particularmente
duros y antigermánicos tras el estreno parisino de Lohengrin, la crítica musical alemana se
volvió contra Saint-Saëns. Sus relaciones con Alemania mejoraron con el nuevo siglo, pero
en torno a la Primera Guerra Mundial, Saint-Saëns atrajo la hostilidad tanto de los franceses
como de los alemanes con una serie de artículos provocadores, titulados Germanophilie, que
atacaban con violencia a Wagner.

En 1898, citará como compositores predilectos a Jean-Philippe Rameau, Etienne Méhul y


Louis Hérold.
Es sabido que el 29 de mayo de 1913 Saint-Saëns abandonó la sala donde se estrenaba La
consagración de la primavera de Ígor Stravinski, enfurecido, por lo que él cuenta, por el uso
innovador del fagot (según él, inapropiado) en los compases iniciales de la obra.

SARASATE Y SAINT-SAËNS

Camille Saint-Saëns fue gran amigo del violinista español Pablo Sarasate al que dedicó el
Concerstuck op. 20, la Introduction et Rondo Capriccioso op. 28 y el tercer Concierto para
violín y orquesta op. 61. Saint-Saëns, que realizó en 1880 una gira por distintas ciudades
españolas invitado por Sarasate, se inspiró para alguna de sus obras en aires y ritmos
españoles aportados por el virtuoso navarro. Este fue el difusor de la música de Saint-Saëns
en Alemania, Países Bajos, Rusia y América. Como señala Leopold Auer, "a Sarasate le
corresponde la distinción de haber popularizado los Conciertos de Bruch, Lalo y Saint-
Saëns". Según cuenta el violinista español Juan Manén, contemporáneo de ambos, en la
década de 1860 Saint-Saëns y Sarasate debían interpretar dúos “en los más conspicuos
salones parisinos” sin otra retribución que las cenas servidas después del concierto. Años
más tarde, escribiría Saint-Saëns: “Muchos años han pasado desde que por primera vez vi
llegar a mi casa lleno de juventud y de vigor a Pablo Sarasate, célebre ya cuando apenas
apuntaba el bigote sobre su labio. Me pidió con gran donaire y como si fuera cosa
sencillísima que compusiera un concierto para él. Halagado y agradablemente impresionado,
prometí lo que pidió, y cumplí mi palabra escribiendo un concierto en la mayor al que puso
por nombre mi amigo, sin que haya podido saber nunca la causa, Concert-Stück”. (carta de
Saint-Saëns escrita el 24 de junio de 1908, año de la muerte de Sarasate)

Fama

Saint-Saëns inició su carrera de compositor como un innovador, introduciendo en Francia el


poema sinfónico y constituyéndose en paladín de la música de l'avenir de Liszt y de Wagner,
en una época en que los modelos de referencia eran Bach y Mozart. Representó la
personificación de la modernidad artística en las décadas de 1850 y 1860, pero después se
transformó en un personaje reaccionario. A principios del siglo XX, Saint-Saëns era ya un
ultraconservador que luchaba contra las influencias de Debussy y de Strauss. Pero esto no
resulta sorprendente si se tiene en cuenta que la carrera de Saint-Saëns comenzó cuando
Chopin y Mendelssohn estaban en la cima del éxito, y concluyó cuando empezó a difundirse
el jazz; pero aún hoy, la que prevalece es la imagen de hombre irritable.

Como compositor, Saint-Saëns ha sido a menudo criticado por su negativa a abrazar el


romanticismo y al mismo tiempo, y de modo paradójico, por su adhesión a las convenciones
del lenguaje musical del siglo XIX. La figura de Saint-Saëns se ha situado siempre en la
frontera que separa los compositores famosos de aquellos conocidos sólo por los
entendidos, siendo reconocido como «el más grande compositor de segunda fila» o como «el
más grande compositor privado de genio». Se le recuerda especialmente por algunas obras
populares pero poco apreciadas por la crítica, como la ópera Sansón y Dalila y sobre todo
por El carnaval de los animales.

Sus interpretaciones de Mozart provocaron la emoción de Marcel Proust, quien lo admirará y


quien —siguiendo los consejos de su amigo Reynaldo Hahn— hará de él el personaje de
Vinteuil en su obra Un amor de Swann.
Música

Estilo compositivo

Hoy se considera a Saint-Saëns como un compositor de música elegante y técnicamente sin


defectos, pero poco inspirada. Sus obras han sido calificadas como lógicas y limpias,
profesionales y nunca excesivas. La obra pianística, pese a no ser tan profunda ni emocional
como la de algunos de sus contemporáneos, constituye la continuidad estilística entre Liszt y
Ravel. También ha sido considerado como «el más alemán de los compositores franceses»,
a causa de su fantástica habilidad en la elaboración temática.

Su música, que sigue la tradición clásica francesa, es elegante y precisa en el detalle y la


forma, y combina el estilo lírico de la música francesa del siglo XIX con una mayor calidad
formal. A pesar de que el estilo de sus últimas obras se consideró obsoleto, en sus inicios
Saint-Saëns había explorado muchas formas nuevas. Sus obras están ligadas
estrechamente a la tradición clásica, y hay quien le ha considerado un precursor del
neoclasicismo musical.

Obra

Saint-Saëns, a lo largo de sus 86 años de vida, dejó una obra considerable (más de 400
obras). Para la escena compuso trece óperas, entre otras: La Princesse jaune (Opéra-
Comique; 1872); Le Timbre d’argent (1877); Samson et Dalila, ópera, su obra maestra;
Étienne Marcel, ópera (Lyon, 1879), Henri VIII, ópera (1883); Ascanio, ópera (1890);
Déjanire, tragedia lírica (1898); Les Barbares, tragedia lírica (1901); Parysatis, drama lírico
(1902); Hélène, poema lírico (1904); L’Ancêtre, drama lírico (1906); la ópera cómica Phryné
(1893), el ballet Javotte (1896) y una sátira de la música moderna: Le Château de la Roche-
Cardon.

Compuso además cuatro sinfonías, siendo la Sinfonía nº 3 en do menor para órgano, piano y
orquesta (1886) la más conocida; cuatro poemas sinfónicos: Le Rouet d’Omphale [La rueca
de Onfalia] —primer poema sinfónico escrito por un compositor francés, en 1871—, Phaéton
(1873), La Danse macabre (1874), La Jeunesse d’Hercule (1877); suites de orquesta, como
la Suite algérienne, Une nuit à Lisbonne, la Jota aragonaise (1880), Ouverture de fête (1909);
cinco conciertos para piano (estrenados por él mismo), tres conciertos para violín, para
violonchelo; romances para flautas y para corno y orquesta; fantasías como la Rapsodie
bretonne, la Rapsodie d’Auvergne, Africa, para piano y orquesta; una suite humorística: Le
Carnaval des animaux (publicada a su muerte en mayo de 1922).

También escribió música de escena para Horace (1860), Antigone (1893), Lola (1900),
Andromaque (1903), On ne badine pas avec l’amour (1917); cantatas y oratorios, como Le
Déluge (1875), La Fiancée du Timbalier (1887), La Nuit persane (1891), Hymne à la paix
(1919), Ivanhoé; música religiosa: una Messe (1856), el ’Oratoire de Noël (Oratorio de
Navidad; 1858); música de cámara, entre otra un Septuor avec trompette (1881), un
Quintette avec piano (1855), un Quatuor avec piano (1875), dos Quatuors à cordes (1899 et
1918), dos Trios pour violon, violoncelle et piano; sonatas para diversos instrumentos; piezas
para piano a dos manos, entre otras Études, o para dos pianos como las Variations sur un
thème de Beethoven (1874), el Scherzo (1889), el Caprice arabe (1894), el Caprice héroïque
(1898); piezas para órgano, principalmente: Trois rapsodies sur des cantiques bretons
(1866), Trois Fantaisies, seis Préludes et Fugues (1894 y 1898), siete Improvisations (1898);
música vocal, «mélodies» como Le Pas d’armes du roi Jean, La Cloche, etc.

Sus obras más destacadas son, sin duda, la ópera Sansón y Dalila, el poema sinfónico
Danza macabra, el Carnaval de los animales y la Sinfonía nº 3 (con órgano). También es
recordado por haber sido uno de los primeros compositores de música cinematográfica,
concretamente por la música de la película L'Assassinat du duc de Guise.

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