Escrito sobre el estatuto ontológico de los objetos técnicos y su carácter obsolescente.
En revista La ballena azul. Nº 6. Publicación del CCK. Diciembre de 2015. http://issuu.com/secretariadecultura/docs/la-ballena-azul-06. ISSN: 2451-6708
Escrito sobre el estatuto ontológico de los objetos técnicos y su carácter obsolescente.
En revista La ballena azul. Nº 6. Publicación del CCK. Diciembre de 2015. http://issuu.com/secretariadecultura/docs/la-ballena-azul-06. ISSN: 2451-6708
Escrito sobre el estatuto ontológico de los objetos técnicos y su carácter obsolescente.
En revista La ballena azul. Nº 6. Publicación del CCK. Diciembre de 2015. http://issuu.com/secretariadecultura/docs/la-ballena-azul-06. ISSN: 2451-6708
Margarita Martnez En revista La ballena azul. N 6. Publicacin del CCK. Diciembre de 2015. http://issuu.com/secretariadecultura/docs/la-ballena-azul-06. ISSN: 2451- 6708
Dos tiempos se despliegan en el corazn de todo objeto tcnico: el de
su larga historia dentro de una tipologa amplia de los objetos hechos por el hombre y el tiempo de su historia singular. La idea de logro tcnico compacta muchas veces ambas historias en una: un primer objeto, aun falible en su unicidad, dara el salto tcnico que permite un cambio evolutivo, incluso si luego tiene que ser perfeccionado llevando al lmite su evolucin particular. As sucede en muchos linajes de la tcnica que recorren la historia como una deriva de lo sencillo a lo complejo: primero habra habido objetos simples (herramientas, utensilios), luego medianamente complejos (carruajes, caones) y finalmente muy complejos (mquinas de la informacin). Pero la historia de la tcnica dista de ser lineal; se alimenta de un juego entre la permanencia y la variacin de distintas formas tcnicas. Opera al modo de las placas tectnicas cuando ciertas formas empujan desde distintas zonas de las culturas presentes o pasadas para provocar un cisma que es bastante ms que un salto hacia adelante; fue el caso de la revolucin industrial o, antes todava, de la revolucin neoltica segn el clsico planteo de Claude Lvi-Strauss. Todos los objetos tcnicos que nos rodean fluyen hacia nosotros desde distintos tiempos interpelndonos como hombres de mltiples edades. Algunos atraviesan sin gran variacin el arco que lleva de la antigedad a nuestros das (peines, espejos, camas, sillas, entre tantos). Otros, recientes, son antiguos porque cristalizan vnculos sociales de servidumbre que antes saldaba la esclavitud (es el caso de muchos de los artefactos domsticos del confort cotidiano). El mundo de objetos que gravita sobre nuestras vidas y que se ofrece como puro presente es un conjunto de bloques de historia que saben enunciar el pasado en sus formas de vida ms esenciales. Hasta la Modernidad pudo suceder que el objeto tcnico, por su propia factura, tuviera grandes chances de sobrevivir al hombre que lo haba forjado. El artesano asuma la perpetuacin de sus creaciones como una forma del legado que su humanidad dejaba al mundo. Investido de una suerte de sacralidad, el hacedor de objetos trazaba la historia de la cultura en permanencia: porque su creacin lo sobreviva creaba una esfera de sentido en el que nacan inmersas las generaciones por venir. La tcnica, en ese sentido, era el doble del lenguaje. Recibir un objeto tcnico desde el pasado era recibir un modo de habitar; volver a legarlo supona pensar que la estabilidad de esa cultura se afianzaba en la permanencia de los objetos, y que lo transitorio y fugaz era la vida misma, evanescente en la materia. La Modernidad supo marcar un quiebre singular en este tejido entre tcnica, historia y tiempo: algunos objetos comenzaron a desgastarse ms velozmente por los nuevos modos de vida y por las condiciones de exigencia a las que se vean sometidos; otros por la menor calidad de su factura; otros por la inautenticidad de la materia que los constitua (por el surgimiento sincrnico de una nueva industria de materias supletorias). Otros, directamente, porque el sistema de la moda decretaba su reemplazo por objetos ms nuevos y acordes con las tendencias en curso. En el tiempo lineal de lo moderno, el bucle circular del sistema de la moda, cada vez ms pequeo, impuso un giro de objetos tcnicos descomunal. Este cambio sin parangn model los tiempos que conocemos. Ropas que se descartan apenas si utilizadas; electrnicos que se dejan de lado por no ser compatibles con algn nuevo programa son parte de situaciones reconocibles y cotidianas. La curiosa inversin que provoca la Modernidad (y su continuacin por otros medios desde la segunda posguerra) es la variacin del horizonte de permanencia: ah donde haba estabilidad del mundo por presencia y peso de los objetos tcnicos, ahora hay variabilidad y obsolescencia. El horizonte material se desvanece ante nuestros ojos, la materia se volatiliza y el hombre, que antes tena presente su caducidad en un escenario que lo subsista, ahora es dueo del cambio y nico vector de afirmacin de un mundo reducido al puro presente y voluntad. La promocin incesante del consumo como un camino hacia el bienestar, la exclusin simblica adems de material de toda idea de dicha de quienes no pueden consumir, todo ello es la contracara del aplastamiento del objeto tcnico cuyo valor es cada vez ms alto en funcin de variables cuya relacin con la materia es cada vez ms compleja (el diseo, incluso la satisfaccin del consumidor reducida, en muchos casos, a un estado de trance ante la novedad, o de trnsito hacia ms consumo). Un objeto nace con su data de muerte: la obsolescencia programada anticipa el propio reemplazo del objeto desde mltiples ngulos. O porque la materia con la que se hace es cada vez ms falible y no duradera, o porque artilugios intrincados con su misma materialidad (el software) obligan a una certera sustitucin, en todos los casos la cultura tcnica contempornea fuerza a un consumo desmedido y a un recambio acelerado en el que flota, imperceptible, el temor de que el propio hombre se haya vuelto un objeto, a su modo, obsolescente y programado como el escenario que abre ante sus ojos. Y sin embargo, del cruce de la historia del objeto en cuanto objeto y de su historia singular como este objeto surge una suerte de trama musical, de ecos y de giros. El movimiento orbital de objetos tcnicos reconfigura un mundo que, iluminado por la parpadeante luz de la pantalla, revisita la idea de un tiempo que ahora no establece rbrica, no marca, no mide. Toda la historia se desliza a un puro presente: presente del pasado y presente del futuro en un nuevo tipo de tiempo circular condensado en el instante. Por qu no, entonces, eternidad del objeto en su forma inmaterial: el mundo como imagen, como tan bien supo detectarlo Guy Debord, dentro de un nuevo rgimen lumnico, el destello de la tcnica en la revolucin ms salvaje de la materia, su ltima y final sublimacin.